Trompeta Evangelizadora
Navidad
Diciembre 2014
Contenido
NAVIDAD
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El triunfo del amor Navidad – porque Dios nos ama
Un hombre experimenta de manera práctica, lo valioso que es un guía para la salvación.
La Navidad es una celebración especial en nuestra sociedad. ¿Conocen realmente todos el alegre mensaje?
15 “Porque un niño nos es nacido”
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Clara luz en nuestros corazones
20 Hudson Taylor (Parte 20)
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Nada de espacio - algo de espacio mucho espacio
22 Una antigua deuda
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¿Navidad sin Cristo?
10 El mensaje de Dios desde el cielo Un mensaje muy especial que Dios ha enviado a la humanidad.
12 Como realmente no puede ser Navidad
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14 Experiencia navideña
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Biografía
Para fin de año
Lo que mueve al corazón
25 Dos caminos de ascenso
Cuán tedioso y vanos son los esfuerzos propios. Pero hay una alternativa.
Editorial Estimado lector, Estamos nuevamente ante la fiesta de navidad. ¿Es para nosotros algo anticuado o vemos siempre todavía en estas fiestas el milagro del amor divino? Un autor de un himno escribe: Milagro de navidad, ¿quién lo puede comprender, quien puede medir, lo que significa amor? Cristo dejó su maravillosa gloria, Jesús su vida, su todo nos dio.
Página juvenil
16 Descripción retrospectiva de los atributos de Dios 17 La Gracia de Dios Página infantil
19 Regalo navideño para Pablo 26 Experiencias con Dios 27 Anuncio Pie de imprenta 28 El reloj de la vida
Navidad es la fiesta del grandioso amor de Dios. Dios envió a su Hijo por amor. Navidad es también el gran milagro del regalo divino. El Hijo de Dios dejó su gloria celestial. Fue pobre por nosotros, para que por medio de su pobreza seamos ricos. Si, ¿Qué nos regaló él entonces? Nos regaló el perdón y la paz divina. Nos ofrece su maravillosa gracia para poder tener nueva vida. Nos regala la certeza de la salvación, que podemos ser ricos en la fe, fortalecidos en las pruebas para poder ser vencedores. En su obsequio también incluye la esperanza viva. Esperanza, que Él quiere estar con nosotros todos los días y bendecirnos, conducirnos y ayudarnos en todas las circunstancias. Por medio de su sufrimiento y muerte en Gólgota y su victoriosa resurrección tenemos una esperanza viva de una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible reservada para nosotros en los cielos (1. Pedro 1,3-4). Estimado lector, también nosotros tenemos que hacer ricos a otros, en cuanto le contamos de Jesús. Cuando los pastores escucharon la noticia del nacimiento del Salvador, creyendo las palabras del ángel, leemos: “Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño” (Lucas 2,16-17). Reconozcamos plenamente el milagro de la encarnación de Jesús, agradezcámosle y anunciemos el gozoso mensaje de amor divino y la gracia de Dios. ¡Dios les conceda a todos una bendecida fiesta de navidad! H. D. Nimz
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El triunfo del amor En aquella histórica noche mundialmente conocida, en la cual el júbilo de los ángeles ha invadido a los pastores de Belén, en la cual hubo un encuentro entre el cielo y la tierra, Dios y el hombre, redentor y pecador. En Belén se cumplió lo que Pablo expresa con las clásicas palabras en Filipenses 2,7-8: “[…] se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” ¡En Belén y en Gólgota triunfó el amor! ¿Solo en Belén y en Gólgota? No, en todos los lugares donde triunfa el amor, cuyo Espíritu está obrando, de aquel que estuvo acostado en el pesebre y colgado en la cruz. Allí acontecen milagros. También hoy, por aquí y por allá. En todo el mundo. Cerrojos son destrozados, hielos derretidos y los corazones de las personas se abren. También en la actualidad puede que el cielo y le tierra, Dios y el hombre, redentor y pecador se encuentren. Cristo sigue siendo mismo. Mathilde Wrede, “el ángel de los presos”, un día de navidad salió apresuradamente de su hermoso y cuidado hogar, de su sala de festividad hasta el centro penitenciario, para llevar un poco de navidad, un poco de amor a un criminal, a un especial y descomunal recluso. En ese momento, el preso mantenía una discusión con el penitenciario, porque no quería entregar el cuchillo después de haber comido. Ahora se abre la puerta de su celda, y Mathilde Wrede está parada en el umbral. ¡El cruel muestra el cuchillo! “¡Hoy no punzará ningún cuchillo - hoy es Navidad!”, dice Mathilde. Vean la palabra “Navidad” produjo un milagro. El preso deja caer su mano levantada, está vencido. Y ahora Mathilde se sienta al lado del criminal. Ella le pregunta por su madre y sus recuerdos navideños. Ella le pone su propio pañuelo entre el cuello y la argolla metálica del cuello. Si, ella toma agua de su jarra.Finalmente, le pide un regalo de navidad. “No tengo nada” murmura el temerosamente. “Claro que
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sí”, dice ella, “¡el cuchillo!” El recluso le responde: “Yo he jurado, que no lo entregaría sin violencia. Promesas hay que cumplir – ¿o no?” “Seguro”, dice Mathilde Wrede, “promesas hay que cumplirlas. ¿Pero si yo le quito con forcejeo?” Y ahora ella toma el rústico puño del criminal y trabaja tenazmente en los dedos, hasta que lograr abrir la mano y quitarle el cuchillo. Ella le agradece por el regalo de navidad. Cuando Mathilde abandonó la celda, se oyó llorar y sollozar amargamente en la celda. ¿Qué aconteció? ¡El amor ha vencido! El cielo y la tierra se encontraron en la celda. El Espíritu de Cristo ha capturado el poder del mal.Pero, ¿cómo es en algunos hogares, en algunos corazones, en matrimonios y familias, en todo el mundo, entre poderosos y humildes, sanos y enfermos, estudiados y sin educación, empleadores y empleados, entre colegas de trabajo, vecinos, entre conocidos y desconocidos – también se encuentran el cielo y la tierra? ¿Triunfa también allí el amor, ese amor que no busca lo suyo? Una cosa es segura: El triunfador, el Espíritu vencedor del mundo necesita personas que sirvan como instrumentos de amor - como una Mathilde Wrede y como otros miles. Necesita siervos, que se dejan preparar por Él y sean enviados. El mundo es rico - rico en bienes materiales, rico en recursos minerales, rico en tecnología y conocimientos - hasta en satélites, para atravesar el universo. Si, el mundo es rico en miles de cosas. Pero es pobre en amor, pobre en herramientas de amor. Navidad nos quiere llamar nuevamente a lo profundo del corazón: Tú, indefenso ser humano, tú, pobre mundo, tú, cuestionante, errante, impotente, temerosa humanidad ¡Tú necesitas amor! Y como necesitas amor, necesitas al Salvador - aquel Salvador, que nació para ti en Belén y murió por ti en la cruz. No una victoria con armamentos o un triunfo político y diplomático. ¡A nosotros nos salva únicamente el triunfo del amor de Cristo! A.W.
Navidad porque Dios nos ama Es una fiesta de amor, de emociones, de alegría. Una fiesta de regalar y recibir regalos. Una fiesta de luces y golosinas. Pero Navidad nos muestra un sentido mucho más profundo, un sublime regalo, que jamás un hombre puede dar. Un hogar acogedor, vida familiar, sin duda son importantes, pero no crucial para la navidad ¿Qué es entonces? Quisiera mencionar tres pensamientos: 1. Navidad significa que Dios se dirige a nosotros. Primeramente ocurrió en forma sumamente tranquila en Belén. Esta gratificación no fue una visita aleatoria, temporal, sino, fue la prueba de amor más grande y decisiva para la humanidad. Y el encuentro con este Salvador inicia el cambio en una vida humana. Nadie en este mundo ha sido tan anunciado como Él. Todas las promesas del antiguo testamento apuntan a Él. Y desde su venida todo el mundo cuenta días y años después de esa fecha. Nuestro calendario no puede negar esto. 2. Navidad significa el amanecer del amor de Dios en Jesucristo. ¿Ya hemos experimentado alguna vez un amanecer en las montañas? Primeramente resplandece la cima de la montaña con el brillo dorado de los primeros rayos. Luego poco a poco penetran los rayos del sol naciente en los valles y en los oscuros cañones. Pero en navidad la salida del sol del amor de Dios no procedió de esta manera, que los primeros picos de la sociedad de Jerusalén fueron iluminados. Sino que los primeros rayos alcanzaron a los pastores, que moraban en los cañones olvidados y en los profundos valles. Jesús también quiere, en estos días de Navidad, irradiar en
la oscuridad de cada valle, en la cueva de cada cañón y sacar de allí, a todos los que ponen su confianza en Él. Así también nosotros podemos ser un testimonio de su radiante amor en medio de toda mentira siniestra, que se puede ocultar tras una fachada de un hogar moderno. ¡Nosotros podemos ser portadores de la luz del amor de Jesús en medio del aumento de la frialdad y la falta de amor! ¿Queremos eso? Él reserva su ayuda para la gente íntegra. 3. Navidad satisfice el anhelo hacia la verdadera, amplia y profunda alegría. Dios no es como un hombre mezquino y envidioso, que no da a los demás lo que necesitan, y no codicia lo que son y lo que tienen. Dios ha preparado para todas las personas la alegría y la paz del cielo, porque nos ama. Estimado lector, suplícale por esto, y Él secará tus lágrimas. Él consolará tu dolor y perdonará tus pecados. Él te ayudará a reconciliarte con tu prójimo. Si realmente existe alegríapara nosotros, gran alegría, no solo un gozo fugaz, entonces nos debe ser dado algo, que ningún poder de la tierra nos pueda quitar. Una dicha, de la cual nada nos podrá separar, ella está disponible para nosotros en todas las circunstancias, con la cual podemos salir inmediatamente de cualquier profundidad o desesperación. Existe solamente una sola y gran alegría en este mundo de tinieblas, y esta radica en: “¡Os ha nacido hoy un Salvador!” L. R. 12/2014 Trompeta Evangelizadora
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Clara luz en nuestros corazones El comienzo de la creación divina se produjo por la poderosa voz de Dios: “¡Sea la luz!” Dios dejó resplandecer su divina luz en la caótica oscuridad y produjo la condición de vida nueva. Así obra Dios también hoy: Primeramente produce luz – también en nuestros corazones. En todas partes luz clara Ya en noviembre comienza. Estrellas, guirnaldas luminosas, coronas de adviento y árboles de Navidad en nuestras calles. Clara luz – ¡de año en año cada vez más reluciente! Pero todo es solamente para la vista y por un corto tiempo. Pronto todas las luces se apagan nuevamente. Por ello no confiamos en este brillo de luz terrenal. Ella no provoca júbilo alguno. Nosotros buscamos más: una clara luz desde la eternidad, del corazón de Dios, que se vuelve salvación para nosotros y para los demás, para gozo permanente. Bien es citado por aquellos que estan de acuerdo con la confesión del apóstol Pablo: “¡Dios resplandeció en nuestros corazones!” (2. Corintios 4,6) La luz para el mundo La tierra habrá sido antes como un cuarto oscuro, “desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. Pero cuando Dios habló, sucedió lo que Él dijo: “¡Sea la luz!” Esta poderosa luz del primer día de la creación terrenal fue la condición previa para los entonces siguientes días de la creación, para la vida, que se produjo en indescriptible variedad. “Cuando se cumplió el tiempo”, Dios habló de una nueva manera: “¡Sea la luz!” Esto era necesario, porque “tinieblas cubrieron la tierra, y oscuridad las naciones”. Nuestra tierra necesitaba urgentemente esta luz. Ella era y es un cuarto espiritual oscuro, tan instruida e iluminada como podrá creerse. Excelentes méritos de la ciencia nunca se transformaránn en luces a las cuales se podría
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entregar la vida. Todas las luces de este mundo intelectual, son luces del tiempo, muchas veces son engañosas, se vuelven luces desviadoras y no conducen a la meta deseada por Dios. Al contrario, ellas dejan frío y vacío, e inspiran a una vida por independiente, en rebelión contra Dios y su palabra. Ellas llaman al juicio de Dios. Realmente era necesario, que Dios hablara una palabra de creación, y su palabra fue hecha carne en Jesús de Nazaret. Con ella vino aquél que testifica: “¡Yo soy la luz del mundo!” Y sus discípulos eran los asombrados, los que adoraban: “¡Y vimos su gloria, lleno de gracia y de verdad!” Dios, en su luz y gloria inaccesible, hasta aquél entonces para ninguna persona soportable, se deja reconocer ahora como Jesús, el Mediador: “¡El que me ha visto a mí, ha visto al Padre!” Quien confía en Él con fe en su palabra, en aquel se cumple el milagro: “Sea la luz” Algo singular vivió Pablo camino a Damasco. A éste, que odiaba a Cristo y era perseguidor de la iglesia, le ilumina de pronto una luz del cielo, que lo echa al suelo. Este activo hombre, quien atestó su mente con conocimiento filosófico y teológico y creía tener absoluta claridad sobre Dios y las personas, cae al suelo. Su verdadera miseria, su oscuridad es descubierta. Su hasta ahora devoción y religiosidad son destruidas. ¿Qué clase de luz es esa? “¡Yo soy Jesús, a quien tú persigues!” (Hechos 9,5). La nueva palabra de creación de Dios, trae juicio sobre nosotros, conduce a un quebrantamiento interno ante Dios. Todas nuestra luces, nuestras
linternas construidas por nosotros mismos y las “estrellas” adoradas por nosotros, deben apagarse. El evangelio de Jesucristo lo logra. Pero en medio de este juicio nace salvación para nosotros. La luz sale para nosotros. Más tarde Pablo pudo escribir: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, [...] para ganar a Cristo” (Filipenses 3,8). La clara luz de la gracia salvadora de Jesús nos es dada a todos, si aceptamos la nueva palabra de creación de Dios. Así es Adviento: Cristo vino, él quiere vivir en nosotros. ¿Luminosidad a través de nosotros? Dios quiere hacer realidad su plan con nosotros: Él ilumina a través de nosotros. ¿Por qué está entonces la luminosidad en nuestras calles? ¿Por las luces? No. El mundo de los negocios junto a la administración municipal, ejerce objetivos razonables y sólidos: La luminosidad en verdad también debe alegrar, ¡pero ante todo debe cautivar, atraer hacia adentro del negocio y hacia las cajas! Las personas de negocios, la ciudad y el estado esperan un buen balance y abundantes impuestos. Seguramente tampoco serán decepcionados este año. De todos modos: ¡las luces en las calles no están allí por ellas solas! También Dios, con su nueva palabra de creación, causante de luz, vinculó una meta de salvación: “¡Vosotros sois la luz del mundo!” (Mateo 5,14). “En medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2,15). ¡Dios crea iluminación a través de nosotros! Nos es conocido el milagro de la variación de la luz en el magnífico arco iris. La clara luz del sol se refracta en las gotas de la lluvia, y nos asombramos por la diversidad de colores, desde el rojo hasta el violeta. Pero aún más maravilloso y asombroso se muestra la refracción de la luz hacia el mundo en la vida de los hijos de Dios. La abundancia de luz que mora en Cristo se muestra en los colores espirituales, que el apóstol Pablo señaló más de cerca en Gálatas 5,22: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” En esta refracción es reconocido el que obra en nosotros, el Salvador Jesucristo. Este “fruto del Espíritu” irradia en todos los ámbitos de la vida. Dios crea iluminación a través de nosotros. Nosotros nos convertimos en los que preparan el camino de nuestro Señor. Anunciamos su advenimiento, iluminados por Él, la Luz del mundo. TE 12/2014 Trompeta Evangelizadora
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Nada de espacio - algo de espacio - mucho espacio Nada de espacio “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2,7). Es una verdadera lástima, que nos hayamos acostumbrado tanto a este y muchos otros textos de las Santas Escrituras, que apenas pensamos algo al respecto, cuando las escuchamos o las leemos nosotros mismos. ¿De quién se trata entonces allí: “no había lugar para ellos en el mesón”, de modo que tuvo que nacer precisamente en el establo? Casi cada niño puede dar la respuesta: ¡se trata de Jesucristo! Si, ciertamente, ¿pero quién era Jesucristo? Allá en Belén era una pequeña persona, porque “[...] siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2,6-7). Pero en realidad Jesús era igual a Dios. A través de él había creado el Padre el universo. Él era el Señor de la Gloria y también el Señor de esta tierra. ¡Para este Señor no había lugar en la posada de Belén! Lugar había en la posada para las personas que se creían los grandes con su dinero, pero para el Príncipe de la vida no había espacio. ¡El mundo nunca ha tenido espacio para su creador! Las personas tienen tiempo y espacio para cosas vanas, pero para ese uno, el Único, que podría hacer verdaderamente rica su vida, no tienen tiempo ni espacio. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1,11), esto dice de cuando Jesús nació en Belén. Él vino a su pueblo elegido, por el cual ya antes se había preocupado con mucha frecuencia. Pero este pueblo no tenía espacio para su Dios. En la posada no había lugar para Él, y bajo la autoridad religiosa no se tenía espacio. Por eso, alrededor de 30 años más tarde, fue echado fuera de la ciudad y crucificado. ¡Pero en cuántos corazones no se tiene hasta el día de hoy espacio para este Jesús de Nazaret!
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Algo de espacio Lucas nos dice: “No había lugar para ellos en el mesón.” ¡Pero algo de espacio había! Atrás, en el patio había en una esquina un establo. Las ovejas estaban en el pastizal, y por ello estaba vacío el establo. Este establo era probablemente una pequeña casita de madera, a través de la cual silbaba el viento. ¡De todo el esplendor, que los pintores de la edad media adjudicaban a este establo, no había nada! El Hijo de Dios, el creador del universo, el Dios de Israel, el Señor y Juez de toda la humanidad, cuando Él en su misericordia tomó nuestra forma de hombre, consiguió de esta humanidad aún todavía el permiso de ser acostado en un pesebre. ¡Un poco de espacio se le dejó todavía! Pero allí hubieron unos pastores, que se alegraron de su nacimiento. Allí había un anciano en Jerusalén, que “esperaba la consolación de Israel” y una viuda, de ochenta y cuatro años, que también esperaba al Salvador. Estas personas se alegraron cuando vieron al Salvador, con sus ojos iluminados por el Espíritu Santo. Más tarde, se alegraron también algunos pescadores, algunas mujeres y un par de otras personas por este Salvador. ¡Y así permanece hasta el día de hoy! La gran mayoría de la humanidad, también muchos de los así llamados cristianos, no tienen espacio para Jesús. Se denominan por su nombre, pero ellos mismos no lo tienen y tampoco lo quieren. Generosamente se le indica “atrás en el patio en una esquina.” Querido lector, puedo preguntarte: ¿Cuánto espacio tiene Jesús en tu corazón y en tu vida? ¿Te asemejas a aquella posada en Belén, en la que no había lugar para Jesús? Quizás dices: “¡Oh no, yo no soy así, soy un cristiano!” Pero: ¿Cuánto espacio tiene Jesús en tu vida? ¿Está él también en ti “en alguna parte ahí atrás en el establo”? En la hermosa, espaciosa posada, allí vives y mandas tú. En tu vida de negocios y en tu vida en general, que sucede en público, allí Jesús no tiene nada que buscar. Pero, tu estás muy agradecido,
cuando sabes que Él está allí en alguna parte en una esquina oculta. Tu sientes que podrías necesitarlo algun día. La unión que tienes con Cristo, no es ni de todo corazón ni fuerte, pero piensas: Es mejor no dejar romper la unión. ¡Algo es mejor que nada! ¡Podrías engañarte! ¡Jesús no permaneció en el establo de Belén! Una mañana José no vino más al pozo para buscar agua, porque Dios lo había conducido lejos en medio de la noche con Maria y el niño Jesús. Mucho espacio Pablo escribe a los corintios en 2. Corintios 6,12: “No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón.” ¡Dale mucho más espacio a Jesús en tu corazón! ¡Deja que Él gobierne sobre todas las áreas de tu vida! Tanto como abarca su gobierno en tu vida, tanto alcanza también su paz y su gozo. Allí, donde termina su gobierno en ti, termina también su victoria en ti. Cuanto más lugar
tiene Él en ti en esta vida, más gloria tendrás en la eternidad. En un himno navideño de Ernst Gebhardt dice: Son tan cortas las alegrías así, pronto se apaga la luz de las velas. ¡Solamente Jesús puede dar alegrías que no acabarán! Está en nuestras manos, si los días de Navidad no dejan otra cosa detrás que un lindo recuerdo o incluso una amarga decepción. Si nuestro reflexionar y aspirar se queda en lo visible, nuestra alegría se esfumará pronto otra vez. Pero si no le damos al Señor Jesús solamente “algo de espacio”, sino que le preparamos “mucho espacio” en nuestro corazón, entonces la alegría y la paz que permanecen serán nuestra porción. O.M.
¿Navidad sin Cristo? Debemos reconocer con pesar, que la Navidad se utiliza hoy principalmente para hacer negocios, donde Cristo pasa a ser secundario. Es un hecho indiscutible, que el mundo comercial tiene su mayor ganancia en el tiempo de Navidad. Incluso aquellos, que celebran la Navidad como el nacimiento del Salvador, se dejan arrastrar por el tren de compras, cambios y renovación. Navidad es un tiempo muy estresante, y lamentablemente tenemos que aseverar, que prácticamente no podemos hacer nada en contra. ¿Ya nos hemos acostumbrado a que Navidad debe ser así? Se cuenta, que una familia rica celebraba el nacimiento de su hijo. Vinieron muchos invitados. Los gruesos abrigos y tapados de piel fueron puestos sobre una cama en una habitación del gran palacio. Se comenzó a festejar. Después de algunas horas, un invitado quería ver al bebé. Pero nadie parecía saber dónde estaba. Fue buscado por toda la casa, pero sin resultado. Hasta que por fin alguien observó en el dormitorio donde los invitados habían puesto sus abrigos y tapados sobre la cama. Debajo de todos los abrigos encontraron al niño – ¡asfixiado! ¡Qué triste! Pero - ¡que real! ¿No es esto una imagen, de como se celebra a menudo Navidad, incluso entre aquellos que aseguran firmemente:
“Cristo es la razón de esta festividad”? – Celebramos el nacimiento del Salvador, pero casi nadie pregunta dónde está. Nos obsequiamos mutuamente, deseándonos alegría y suerte. ¿Pero qué pasa con el Hijo? Nos reunimos para comer, para conversar y alegrarnos. Pero no nos tomamos el tiempo, para estar a solas con él, cuyo nacimiento estamos celebrando. Celebramos Navidad, pero olvidamos la adoración, adoración que hicieron los pastores en la primera fiesta de Navidad. ¿No hemos descuidado algo? ¿Hemos celebrado Navidad sin Cristo y no nos dimos cuenta? ¡Celebremos esta Navidad diferente! ¡Tomémonos conscientemente tiempo – sí, tiempo! – ¡para estar a solas con Jesús! Si, solo con él – aferrarnos a Él, adorarlo en reverencia, abrir nuestro corazón para su presencia, ¡para reconocer su grandeza de Señor de señores y Rey de reyes! Pensemos porque vino él. Agradezcámosle por su maravillosa obra de salvación. ¡Esto nos será una inolvidable experiencia! Cuando los pastores le vieron y regresaron, sus corazones estaban tan colmados que compartían sus experiencias con otros. ¿No sería maravilloso, que tú también tengas en este año una experiencia así en esta Navidad? ¡Te deseo una Navidad en la presencia de Cristo! R. Taron 12/2014 Trompeta Evangelizadora
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Mensaje de Dios del Cielo ¿Nos es conocida la situación en la que esperamos ansiosamente por una noticia? Una respuesta, un instructivo, una indicación, que para nosotros es muy importante. Por centenares de años las personas esperaban ansiosamente, hasta que Dios les envió un mensaje.
Desde la existencia de la tierra ya hubieron muchos mensajes. Algunas novedades eran un ejemplo de advertencia, otros obraban conversión a Dios, y otros pertenecían solamente a algunos círculos y ciertas personas. Sabemos también de mensajes de tristezas y también de alegrías; de noticias aplastantes, pero también elevadas mítines de victoria. Pero el más glorioso y más valioso de todos los mensajes, no fue anunciado por un mortal, sino del cielo mismo. Vino del creador del mundo, del Padre amoroso a la humanidad. Fue en un momento especial, durante la noche, cuando resonó este mensaje. De día se realizan las cosas de menor importancia. Pero por la noche, en la región de Belén sonó la buena noticia que jamás un oído humano escuchó. Si, es el mensaje de gracia del amor eterno y la misericordia eterna, a un mundo que se encuentra en la sombra de oscuridad y muerte, a la humanidad encadenada al pecado. ¡Oh, que pensamiento! Dios nos transmite lo que Él quiere hacer por amor y misericordia eterna, si, ¡Él mismo, se inclinó y bajó! 1. El Remitente Para comprender correctamente la importancia de este mensaje, consideraremos primero al remitente. ¿Quién nos envía la buena noticia? Es el Dios eterno, nuestro Padre en lo alto. Verdaderamente “de tal manera amó Dios al mundo”. Y “en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” ¿Recordamos que este mensaje vino de aquel, contra quien hemos pecado múltiples veces? ¿A quién hemos dado mucho trabajo y molestia con nuestras iniquidades y pecados? ¿Cuyos mandamientos y
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ordenanzas hemos pasado por alto, puesto que no solo hemos vuelto nuestro rostro y corazón contra él, sino que le dimos la espalda? Querido lector ¿Reconoces fundamento de su ser? ¡Oh, Adórale, póstrate delante de Él! Glorifícalo sin límites por la gracia redentora que ha llegado a todos los hombres. 2. El Portador La grandeza del mensaje de Dios también vemos en el portador. En el mundo no se trasmiten mensajes de importancia por cualquier persona, sino que aquellos que tienen un cargo y dignidad. Así también el Dios Todopoderoso no ha trasmitido su mensaje por cualquiera a la humanidad, sino que este mensaje fue dado a los pastores por un poderoso príncipe angelical, acompañado por el ejército celestial. El mensajero fue designado como “ángel del Señor”. Él fue digno de realizar con autoridad todas las cosas de Dios. Este ángel fue vestido con la gloria de Dios y rodeado de resplandor. El la Biblia encontramos que Dios, en ocasiones específicas, ha obrado mediante ángeles. Esto también es cierto en los tres principales mensajes relacionados con el Hijo Jesucristo: • El mensaje de Belén (Lucas 2,10-15) • El mensaje de la Resurrección (Mateo 28,5) • El mensaje de la Ascensión y la proclamación de la venida de Cristo (Hechos 1,10-15) Pero para la difusión y la repetición continua de estos importantes mensajes, Dios usó a sus hijos. ¡Oh, quisiéramos todos hacer este servicio como aquellos ángeles con la misma dignidad, fidelidad y amor! ¡Y
quiera este mensaje resplandecer clara y visiblemente en todos sus hijos! 3. Los Destinatarios ¿Quiénes eran los destinatarios de este mensaje? No eran los grandes de este mundo. No Herodes, no los escribas, no los nobles entre las personas, y tampoco los que invertían su tiempo y su vida en el bienestar y los placeres mundanos. No. Este mensaje, el más importante de todos los mensajes, fue encomendado a los más simples entre los simples. Ellos fueron escogidos como los destinatarios. ¿Por qué justamente aquellos, que son vistos como lo necio del mundo? Lo vil y menospreciado del mundo, eso escogió Dios. ¿Por qué? La respuesta la encontramos en Lucas 2,38 “[...] los que esperaban la redención.” Esto también es válido hoy en día, cada uno que anhela al Salvador y la salvación, puede recibir este mensaje divino. No hay acepción de personas. Quien es pobre en sí mismo, puede venir, puede escuchar, puede aceptar. 4. El contenido del mensaje divino Dice así: “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2,10-12). ¡Oh, qué mensaje de alegría para la humanidad perdida! ¡Qué generosa oferta para los pecadores! - Un Salvador, un Redentor para todas las personas. “Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1,21). Sí, ¡Alégrate, oh pueblo de Dios! ¡Alégrate oh Sion, Iglesia, tú, esposa del Santísimo! Pero alégrate también tú, que aún estas encadenado al pecado en el suelo de la perdición. También para ti es este mensaje de paz. “Os ha nacido hoy un Salvador” Cristo, el Redentor está ahí. A Él le fue dada toda la potestad en el cielo y en la tierra. ¡Él también quiere ser tu Salvador! 5. La Respuesta ¿Qué respuesta dan los asombrados pastores? Su respuesta es un buen ejemplo para nosotros. Su respuesta es simple y clara: “¡vayamos ahora!” Habiendo oído y comprendido el mensaje divino, no hicieron como hacen muchos hoy, primeramente constatar con “carne y sangre”. No preguntan primero: ¿que van a decir mis parientes y amigos si
sigo el mensaje divino? A muchos el diablo le susurra al oído: “¡No puedes arruinarte con el mundo!” Oh, cuantos se dejan detener por las cosas vanas y pasajeras. Estimado lector, recuerda ¡este mensaje también es válido para tí! Y debes saber, que la culpa de tu eterna perdición es tu incredulidad y tu desobediencia. Observa a los pastores: inmediatamente después de escuchar el mensaje, - aún a media noche - fueron a Belén. Dejaron su trabajo y obedecieron la voz divina. Los rebaños encomendados no les eran tan importantes en ese momento. Querían ver al Salvador. Todo lo demás podía quedar atrás. ¿Cómo hubieras juzgado y actuado tú? Queremos aprender de los pastores. Al llegar al hijo, inmediatamente Dios proclamó el mensaje a los pastores. El ángel obedeció al instante e hizo la voluntad de Dios. Así también debemos ser nosotros “vayamos ahora”. También tú debes ir, no esperes ningún momento, ¡busca a tu Salvador! 6. El resultado de la obediencia Los pastores encontraron tal como les fue anunciado por el ángel. “Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2,12). Lo encontraron, lo vieron y experimentaron esta gran alegría. Encontraron al Cordero de Dios. Quien busca el mandato y la voluntad divina, nunca será avergonzado. Su alma será fortalecida. José, María y todos los santos en el cielo no pueden satisfacer el anhelo del corazón. Pero cuando los pastores vieron al niño, entró la luz a sus almas. Lo que profetas y reyes proclamaron y anunciaron miles de años antes, ellos pudieron ver y experimentar. Y su alma fue fortalecida. Con corazones rebosantes regresaron a sus rebaños. Nunca tuvieron tanta alegría, tanta alabanza, jamás sintieron tanta gracia. Y contaron a los demás lo que habían visto y oído. Para terminar una reflexión: cuando los pastores regresaron a sus rebaños, ¿Tuvieron una desventaja? ¿Les faltaba un cordero en el rebaño? Muchas almas se dejan engañar por el diablo. Creen lo que les susurra el mentiroso: el sigue a Jesús, tendrá perdidas aquí y allá, y quedará corto. ¡No, esto es una mentira! Los que siguen a Cristo nunca tendrán escasés. “Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos”. ¡Oh, cree la palabra y confía a tu Salvador! Entonces tu alma tendrá gracia y bendición en abundancia. Por Jakob Bechthold
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Mensaje Radial Mensaje de Salvación Friedrich Krebs, Kitchener (CA)
Cómo realmente no puede ser la navidad ¿Cuáles son los componentes elementales para una hermosa fiesta de Navidad? Seguramente, hay varios dependiendo de la cultura, de los hábitos y costumbres. Pero, ¿Qué es indispensable para Navidad? ¿Son los bellos y caros regalos, la festiva decoración, la buena y sabrosa comida? ¿Son las muchas visitas, donde uno se deja complacer con lo bueno? ¿Es la tradicional asistencia a la iglesia? ¿Qué es importante para ti? Nuevamente estamos en tiempo de navidad. En todas partes se realizan los preparativos para esta fiesta. Lamentablemente, muchas personas no saben acerca de que se trata. En nuestro tiempo, especialmente a la generación más joven, es muy ajena la historia bíblica del evangelio de la navidad y la encarnación de Jesús. Por supuesto, aquí hay excepciones. Para la mayoría de las personas es desconocido celebrar la navidad como experimentaron los sabios del oriente y los pastores en Belén. Se celebra navidad sin ninguna relación con Cristo, el Hijo de Dios, que es el Salvador del mundo. Tales celebraciones estan vacías y sin bendiciones. No puede haber navidad sin luz Muchos de nosotros recordaremos los cortes de energía después de la segunda guerra mundial. A menudo estábamos sentados en la oscuridad, y esto no era nada agradable. El que tenía alguna vela, la encendía. Se vivía con escasés. Hoy en día estamos familiarizados, que en navidad se encienden muchas luces adicionales y especiales. En las ciudades y casas se ve un mar de luces de muchos colores para esta fiesta. Pero ¿Por qué la luz divina queda apagada? El profeta Isaías predicó, mucho antes de la venida de Jesús, de una luz naciente. Y Jesús dijo: “Yo soy la
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luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas” (Juan 8,12). Juan dijo sobre la venida de Jesús: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” – no la aceptaron (Juan 1,5). Mientras el ser humano no deja introducir esa luz en sí, su corazón permanece en oscuridad y con agobiada carga. La luz trae visión, anima. Luz tae regocijo, y ¡luz es una bendición! Pero donde falta luz, no se puede festejar realmente la navidad, ¡porque la navidad sin luz es inimaginable! No puede haber navidad sin fe Sólo la fe puede acercarnos a la verdadera navidad. Sólo la fe nos introducirá al milagro de la navidad. Solamente por fe los sabios hicieron el largo viaje a Jerusalén. Y los pastores fueron en fe a Belén. Y así sigue siendo, ¡porque ese es el camino para todos nosotros! Solamente por medio de la fe podemos encontrar a Dios y experimentar un encuentro con Cristo. “Pues porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay […]”, dice la palabra de Dios en Hebreos 11,6. Sin fe no se puede entender el verdadero significado de la navidad. El que no entiende la navidad y no está en la verdadera fe de navidad, realmente no la puede celebrar. Le faltará el gozo y la alabanza en el corazón.
No puede haber navidad sin gozo El centro del primer mensaje de navidad era el gozo. El ángel del Señor dijo a los pastores: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo” (Lucas 2,10). Los sabios también se alegraron cuando vieron la estrella (la luz). ¡Se trata aquí de la luz que Jesucristo trajo al mundo, y que Él mismo es! Iluminados por esta claridad, se llenaron de alegría los corazones de los pastores que se apresuraron a Belén. Allí experimentaron el milagro de la divina entrega. Pero esta alegría puede estar empañada. Y esto el hombre se provoca solo, a sí mismo. Por ejemplo: en los años de pos guerra, padres preocupados querían dar una sorpresa a sus hijos. El padre trajo al hogar un árbol de navidad, para adornarlo y que sirva de alegría a los niños. Pero cuando llegó la navidad, esta alegría no podía brotar, ¡porque el árbol era robado! Inquietud en el corazón, acusación de la conciencia impiden que emerja la alegría. Y navidad sin alegría, no puede ser realmente navidad. Por sobre todo no puede haber navidad sin Cristo En un pequeño pueblo se quería celebrar el cumpleaños del alcalde que era muy popular. Él era muy conocido por todos, la planeada celebración debía destacar su aprecio. Se hicieron los preparativos. En la fijada tarde con un favorable clima comenzó la anunciada ceremonia. El entusiasmo era grande. Los músicos tocaban. Comieron y bebieron y no se dieron cuenta que el alcalde no estaba presente. ¡Él no fue invitado! ¡Lo habían olvidado! Del mismo modo, muchas personas celebran la navidad sin el Salvador, que ha nacido para ellos. Él no está en el corazón. Tampoco está en el hogar, ¿¡y tal vez incluso ni siquiera en la iglesia!? Oh, ¡no queramos celebrar más tiempo la navidad sin Cristo! De los pastores leemos: “Vinieron, pues, apresuradamente, (a Belén) y hallaron al niño” (Lucas 2,16). ¡Y justo eso deseamos a todos nuestros queridos lectores para esta navidad!
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N A V IDA D
Experiencia navideña Después de una larga e impaciente espera de los niños, finalmente llegó Nochebuena. En las últimas semanas había comenzado el agitado trabajo, regalos fueron proporcionados y guardados en secreto, para que sea posible la gran sorpresa. Los comercios muestran los irresistibles tesoros en sus vidrieras, incontables personas observaban atentamente para capturar todo con sus ojos. Brillantes luces, decoraciones y sonidos navideños provenían de casas y comercios, hacían que el corazón de los niños palpita más fuerte. Fue toda una emoción. Pero hoy es el punto principal de todo, esta noche es algo especial, el pensamiento se dirije rápidamente hacia el niño en el pesebre, mientras la madre y los hijos se preparaban para ir a la iglesia. ¿Por qué el padre realmente no quiere ir junto? Todos los domingos quedaba en la casa, pareciera que siempre hay algo más importante. Pero lo que los niños no podían entender, era porque aún en Nochebuena el padre quedaba en la casa. El padre tenía sus propias ideas sobre Nochebuena y el niño en el pesebre. “¿Habría Dios enviado un Salvador? ¿Por qué el mundo no está redimido? ¿Por qué tenebrosas potencias hacen estragos y desgarran a la humanidad? Los periódicos acumulan informes de crímenes, guerras que devoran naciones, hambruna y epidemias que arrebatan a pueblos enteros. ¿Redentor? - ¡Tonterías! Eso tenía que probarse primero"”. El padre se había acercado a la ventana y veía como la nieve se remolinaba. Hacia frío, y el viento parecía aumentar su fuerza. Mientras miraba pensativamente el bullicio blanco de la nieve, vio algunas aves que volaban de un lado a otro, y era consciente que buscaban un lugar seguro para protegerse. “Pobres pájaros”, pensó el hombre, “pero esperen, yo los voy a ayudar.” Abrió la
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ventana, sin pensar en el impulso del viento y la nieve, roció migas de pan en la repisa de la ventana. “Así, ahora pueden venir, pobres pajarillos a la ventana, recoger las migas, y al mismo tiempo sentir el calor de la habitación por la ventana abierta, que les hará bien.” Pero las aves zumbaban sin rumbo por el frio, y las migas de pan estaban insignificantes allí. “Seguramente tienen miedo de mí”, pensó el hombre, pero “¿Cómo podría ayudarles de otra manera?” Entonces tuvo una idea. Rápidamente corrió afuera, abrió la gran puerta del establo y encendió la luz del granero. Tenía la esperanza de que las aves volaran allí y por lo tanto estarían a salvo de la tormenta y el frío. Pero ni un sólo pájaro voló allí adentro. Corrió impaciente tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Pero pronto tuvo que abandonar ese intento, no tuvo éxito. Allí estaba exhausto en la fría noche, y murmuró para sí mismo: “Si yo fuera un ave, volaría ante ellos y le mostraría el camino a la salvación…” De repente le sobrevino un calor, ¿Qué fue lo que dijo? ¿No era el mismo pensamiento que su mujer trataba de explicarle, cuando habló de Jesús el Salvador? Eso era . Nosotros las personas buscamos y perseguimos toda nuestra vida la felicidad, pero volamos de largo como aquellos pájaros en el patio. Entonces vino Jesús, se convirtió en hombre y fue por delante para mostrarnos el camino que hace feliz nuestra vida. El hombre corrió a la casa, tomó el abrigo y en un momento estaba trotando camino a la iglesia. Las campanas sonaban todavía, cuando entró y se sentó junto a su familia, quienes lo miraron con asombro. “Llegó la navidad”, le susurró a su esposa, “ahora también para mí”. Relato de K. Dojahn
Porque un niño nos es nacido “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” (Isaías 9,6-7)
En nuestra palabra bíblica el profeta habla de un acontecimiento, el cual los creyentes desde la antigüedad esperaban. Anunciaba el nacimiento del Rey de reyes diciendo: “¡un niño nos es nacido, hijo nos es dado!” La primera promesa con respecto a esto fue dada por Dios a Adán y Eva. Después que pecaron, no pudiendo arreglar sus acciones, les habló el Señor de la simiente de la mujer, que se levantará y pisoteará la cabeza de la serpiente. Y así observaban Adán y Eva y muchos otros, cuando nacería este victorioso héroe. El profeta Isaías vio ese acontecimiento como un hecho firme, y habló del nacimiento de ese poderoso Salvador: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado.” Que este niño, entre todos los niños sería una excepción, es mencionado en su nacimiento como algo especial. Si después de una larga espera, nace un sucesor al trono de un país, esto es anunciado por heraldos. Aquí vino un ángel del cielo anunciando el nacimiento de ese niño. Para confirmar este mensaje apareció una multitud de las huestes celestiales, alabando a Dios decían: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Ni antes ni después tuvo el nacimiento de un niño tal concomitantes. Y esto no fue sin motivo, porque está escrito en 1. Timoteo 3,16: “E indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne.” El evangelista Juan dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” Isaías continúa diciendo: “Se menciona sus nombres: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre de la Eternidad, Príncipe de paz.” Toda la descripción nos muestra la majestad de la persona que ha tomado el gobierno sobre si. El es un Rey y todos los hijos de Dios de todos los tiempos le adoran, trayéndole toda honra. Él es mencionado “Admirable”, porque él es maravilloso en todo su ser y es autor de maravillas. A su debido tiempo, él sabe qué hacer y por lo tanto, la gente puede decir: “Me has guiado según tu consejo.” Se levanta como Dios fuerte y dirige su obra victoriosamente hasta el fin. También es mencionado Padre Eterno y Príncipe de paz. Modesto fue su nacimiento en Belén, pero grande y poderoso en su llegada a este mundo. No existe alguien como Él; porque Él es Dios y el único Salvador de la humanidad de la perdición eterna. En una silenciosa noche nació nuestro Redentor en Belén. Acércate en espíritu al pesebre y observa en Él la luz del mundo. Toma confianza en Él y te traerá ayuda, como la necesitas. ¿Cómo estás ante Él? Gustav Sonnenberg (1898-1980)
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PÁGINA JUVENIL DE SCRI PCIÓ N R ET RO SP EC TIV A S OBR E L OS ATRI BU TO S DE DI OS Muchas veces aprovechamos el final del año para hacer una pausa y rememorar una vez más lo vivido en los últimos meses. En el tiempo en el que estamos, aparentemente inundados con más y más “información por hora”, este tipo de pausa es muy recomendable. Queremos en este lugar también hacer una pequeña vista retrospectiva. Tal vez te ha llamado la atención que en los últimos meses en la página juvenil de la TE siempre habían artículos sobre los diferentes atributos de Dios. Debido a que estas son muy importantes para nosotros y podemos sacar de ella una gran bendición, queremos resumirlos aquí brevemente una vez más. En febrero, nos enteramos que cerca de 40.000 – 100.000 personas en los EE.UU. (aprox. el 2-5% de los presos) son condenados injustamente. En una consideración más detallada esta cifra parece ser inconcebible, ¿no es así? ¿Qué pasa con un hombre que fue condenado injustamente? Qué tranquilidad saber que Dios es un Dios justo. Jesús es un juez justo. Ante Él, nada hay oculto. Podemos estar seguros, que cuando lleguemos una vez a estar en la presencia de Jesús, él hablará un justo juicio sobre nosotros, y recibiremos la merecida recompensa. En abril, recordamos la búsqueda de las personas sobre la verdad. La pregunta sobre ésta no e s nueva, porque ya Pilato le realizó a Jesús hace aproximadamente 2000 años - sin esperar la respuesta. Hoy en día le va muy similar a muchas personas. Se dan por satisfechas con la respuesta de los filósofos, de que no hay verdad absoluta. Ellos no la conocen y dicen que tampoco puede existir. Y todo, porque no conocen al Dios de la verdad. En mayo dirigimos nuestra mirada en la omnisciencia de Dios. ¿Nos da tranquilidad este pensamiento o nos agobia? Finalmente, nuestra respuesta dependerá de nuestra actitud hacia Dios. Pero dejemos claro nuevamente delante de nuestros ojos: No hay nada oculto ante Él, que no será revelado (Lucas 12,2). Esta palabra puede ser a la vez una bendición y una advertencia para nosotros.
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En junio nos ocupamos de la santidad de Dios. Una pregunta era la siguiente: ¿Qué influencia tiene la santidad de Dios en mi vida? ¿Recordamos todavía la respuesta? Si nos ocupamos de la santidad de Dios, ella obra temor de Dios en nosotros. ¡Cuánto la necesitamos en nuestro tiempo! Porque Dios es santo, Él también espera de sus hijos, que ellos sean santos: en su proceder, en sus pensamientos, en sus acciones – simplemente en todo lo que son. Por lo tanto, es muy aconsejable para nosotros examinar las cosas de nuestra vida diaria, para ver si son agradables y santificadas ante Dios. En el atributo más conocido de Dios se nos ha aludido en julio: Dios es amor. Decía en el artículo: “Entendemos que Dios es amor y que todo lo que hace, acontece en y por amor, entonces nuestra respuesta será al respecto amor recíproco.” ¿Es nuestro anhelo comprender perfectamente el amor de Dios? Mucha gente cree, por ejemplo, que un Dios de amor nunca castigaría a las personas eternamente. Finalmente, ignoran el hecho de que el amor de Dios también obra de una manera maravillosa en la justicia de Dios. Recordemos una vez más Efesios 3,17-19 y oremos por ello, para que Dios pueda obrar en nosotros este conocimiento. En septiembre, se nos mostró la inherencia a la bendición de la omnipresencia de Dios. Dios, en su ilimitada condición puede conceder en todo momento su poder y gracia a cualquier persona y en todo lugar. Si entendemos la naturaleza de Dios correctamente, su omnipresencia es un gran consuelo para nosotros. Al mismo tiempo, debemos ser consientes siempre de que no podemos escondernos de un Dios omnipresente. Él es sobrenatural e inherente. El llena cielo y tierra. Nada ni nadie está oculto ante Él. El profeta Jonás, al parecer, no estaba consciente en su tiempo de ello. ¡Dios nos quiere decir algo por medio de esto! En la edición de noviembre de la TE se nos aclaró lo importante y beneficioso que es para nosotros, que Dios es realmente un Dios que no cambia. Él mismo
dice en Malaquías 3,6 “Porque yo Jehová no cambio”. En un mundo que está sujeto a constantes cambios, este hecho nos da consuelo y seguridad. Debemos saber que Dios mantiene sus promesas en todos los tiempos. También cada una de sus propiedades presentadas hasta aquí permanecerá sin cambios hasta la eternidad. En Él, el ancla de nuestra alma tiene una sujeción segura. El último artículo de la página juvenil de este año trata acerca de la gracia de Dios. Ella es también la que nos ha hecho posible vivir el día de hoy. Toma esta gracia para ti personalmente en reivindicación y agradece a Dios por ello, que es de la forma que es. Considera todos los pensamientos como una sugerencia y continúa meditando en ello. Dios tiene aquí muchas
bendiciones preparadas para ti. Tal vez te anima este artículo para tomarte algo de tiempo en esta noche y pensar en los últimos 12 meses de tu vida. ¿Cuáles fueron tus acontecimientos más alegres, cuales los más deprimentes? ¿Dónde te ha dado Dios la victoria en tu vida? ¿Dónde has sufrido derrotas? ¿En qué situaciones has experimentado respuestas a las oraciones? ¿En qué te ha bendecido especialmente Dios? ¿Cuándo pudiste ser una bendición para los demás? Te puedes hacer muchas más preguntas y responderte. Al final, probablemente tengas la gran necesidad de hablar con Dios al respecto. Y reconocerás, que vale la pena hacer una pausa. Niko Ernst, Herford (DE)
LA GRACIA DE DIOS Inmerecida gracia Moisés pidió ver a Dios y su gloria en un tiempo de severa crisis. Y Dios se manifestó. En esta aparición, se presentó con las siguientes palabras: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34,6). Aquí encontramos dos veces la palabra misericordia. ¿Qué significa esto? La explicación encontramos en el siguiente versículo, Éxodo 34,7; “Que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”. Esto nos abre un panorama de la inmensurable gracia de Dios. Ninguna persona es inocente ante Dios. Todos hemos pecado, hemos pensado cosas malvadas, dicho y hecho cosas malas. Cosas malas, que Dios aborrece, que provocan su ira, y por su justicia, no puede dejar sin castigar. Con nuestro comportamiento no nos hemos ganado la gracia. Y nosotros como personas, no podemos hacer nada para ganarnos la misericordia. La gracia proviene de Dios. Él es el que da la misericordia a las persona y perdona cada pecado, por medio de la sangre de su unigénito Hijo. Es el amor de Dios y su compasión por mí y por ti, que le mueve a demostrarnos su misericordia. Él nos ofrece librarnos de la prisión de Satanás y perdonarnos toda culpa que hemos hecho contra Él. Si le aceptamos, entonces nuevamente es su amor y compasión la que le conmueve darnos diariamente de su gracia. Gracia para resistir los ataques del enemigo.
Gracia, para tener una vida victoriosa. Gracia, para ser eficiente en su reino. Robert Witt …El que te corona de gracia… Sobre la infancia y la juventud de Jesús aquí en la tierra, lamentablemente no tenemos mucho escrito en la Biblia. Sin embargo, lo que en ella dice es verdaderamente notable. Lucas que en su evangelio nos informa, (Lucas 2,40): “Y el niño crecía y se fortalecía, y era confortado del Espíritu […] y la gracia de Dios era sobre Él.” La gracia de Dios no es un objeto físico, que uno lleva colgado y es visible a los demás. Por lo tanto, de alguna manera se había introducido en la vida y en las acciones del joven Jesús, que Lucas pudo dar esa declaración. Pero. ¿Qué era eso? No era la gracia de Jesús. No, era la gracia de su Padre que se manifestó en su vida. David, en uno de sus Salmos nos indica cómo le fue dada esa gracia a él. Dice en el Salmo 103 al respecto, que Dios es misericordioso. En otra parte dice (según la traducción), que Dios es rico en misericordia (Salmo 86,5). Sin embargo, esto no es todo. En los versículos 4 del Salmo 103 nos dicen estas maravillosas palabras: “…El que te corona de favores y misericordias…” Hagamos una pequeña pausa para poder entender que significa esto para nosotros. Coronado con favores. Esta es la gracia de Dios que nos rodea como un escudo (Salmo 5,12) La intervenció de Dios, su trato y obrar en nuestra vida, es debido a su
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gracia. Nosotros no la hemos ganado, ni tampoco tenemos derecho de su ayuda. Y precisamente ahí está la gracia. Sí, que de la inmerecida misericordia de Dios, se nos demuestra el amor de Dios. La gracia de Dios fue visible en el joven Jesús. ¿Se puede decir esto de nosotros? ¿Pertenecemos a las personas que se sienten satisfechas con la gracia de Dios? Lee el contexto de 2. Corintios 12, 7 -10. Aquí se trata de tentaciones, de pruebas y posiblemente también de enfermedades. Pero, aquí reconocemos también que la gracia de Dios nos hace fuertes y capaces, a pesar de todo llevar una vida para honra suya. Niko Ernst Los perdonados deben ser misericordiosos Todo lo que tenemos en la vida o somos es gracia de Dios, no lo merecemos. El apóstol Pablo lo expresó acertadamente cuando escribió: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo” (1. Cor. 15,10). El punto más alto de las bendiciones de gracia de nuestro Dios hacia nosotros es el perdón de nuestros pecados. Debido a que hemos experimentado esta gracia en Cristo, Dios espera con derecho que demostremos a nuestro prójimo misericordia. En Mateo 18,21-35 Jesús cuenta la parábola de los siervos, que tenían una deuda. El primero, debía a su amo una suma impagable. Y porque no podía pagar, el rey perdonó al siervo su deuda completa. ¡No necesitó pagar nada más! Pero cuando este siervo vio a su consiervo, que le debía una suma pequeña, una suma pagable, le obliga a pagar la deuda. Cuando el rey se enteró “le llamó su amo delante y le dijo: ‘¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste; ¿No debías tu también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?’ Y su señor, enojado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” (Mateo 18,32-35). Si Dios en su misericordia nos ha perdonado una deuda tan grande, ¿cómo no deberíamos entonces también ser nosotros compasivos con nuestros semejantes? Dios es misericordioso, pero la gracia puede ser en vano si no la aplicamos y la vivimos en nosotros. Y esto también implica, en que nosotros perdonemos a los demás en misericordia. Todos los que han experimentado la gracia de Dios, tienen motivo y causa suficiente, en demostrar también
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la gracia a los semejantes, aunque ellos “no lo merezcan”. John Reimer La Escuela de Gracia “Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres y nos lleva a la disciplina [...]” (Tito 2, 11 Trad. Schlachter). La gracia de Dios no es sólo el inmerecido bien, que nos trae la salvación, sino que también nos educa. Si aceptamos el regalo de la salvación de Dios, nos convertimos inmediatamente en sus hijos. Estos hijos necesitan educación, “Porque a los que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para que fueran hechos conformes a la imagen de su hijo” (Rom. 8, 29). ¿Quién nos educa? ¡La gracia de Dios! Educados para renunciar Nos encontramos con oportunidades diarias que podemos aceptar o rechazar. Como los que están en el mundo pero no son del mundo, necesitamos la gracia de Dios para: “renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos” (Tito 2, 12). La gracia de Dios nos educa para que podamos decir un rotundo no. Educados para una justa peregrinación La gracia de Dios también nos muestra cuando debemos decir sí. Debemos “vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo” (Tito 2,12). Como aquellos, que han nacido de nuevo en Cristo, ahora pertenecen a Dios, y la pertenencia a Dios tiene un estilo de vida muy diferente y otro valor que la humanidad no redimida. La gracia de Dios nos educa en esta justa, y santa peregrinación. Educados para priorizar con justicia La vida joven está llena de entusiasmo y es fácilmente posible que nuestro visible y tangible mundo material capte nuestra atención. La gracia de Dios libera nuestros ojos y nos muestra donde reside el valor eterno: “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa y de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2,13). Somos educados a tomar nuestro mundo transitorio siempre desde una perspectiva eterna en el conocimiento. Aprendemos a priorizar como lo hizo Jesús (Mateo 6, 33). Como cristianos, somos estudiantes de Dios, y su gracia es la que nos enseña. Al igual que no podemos salvarnos a nosotros mismos, tampoco podemos instruirnos a nosotros mismos. Estamos en la escuela de la maravillosa gracia de Dios. Allí solamente tenemos que escuchar y obedecer. Franz Friesen
PÁGINA INFANTIL
Regalo navideño para Pablo Esta historia ha sucedido ya hace muchos años. Pablo era un pequeño niño, era parapléjico y solo podía moverse con dificultad. Vivía en una gran ciudad con sus padres y sus dos hermanos. Su padre no podía encontrar trabajo, por esa razón toda la familia tenía que vivir muy pobre. A menudo no alcanzaba el dinero para los necesarios alimentos o vestimentas. Era antes de navidad. Los niños ya se alegraban por los regalos. Fue entonces cuando el padre les dijo: “Queridos hijos, este año tenemos muy poco dinero y no les podré comprar regalos”. Pablo preguntó enseguida: “papá, ¿puedo pedirle a Dios un regalo? Su padre respondió: “puedes intentarlo.” El padre era un hombre que temía a Dios y le había enseñado a sus hijos a orar. La noche anterior de Navidad, la familia estaba reunida en la cena. “Papá, si el amado Dios me enviara mi regalo, ¿cómo llegará a nosotros?” El padre contestó: “seguramente alguien lo traerá. Pero, no lo esperes de mí.”
Cuando los hermanos se fueron a dormir, dijo Pablo: “Papá, cuando el Señor envíe mi regalo, ponlo en el rincón al lado de la silla. Estas otras sillas son para mis hermanos. El Señor también enviará regalos para ellos.” Entonces Pablo se acostó y se durmió profundamente. Su padre se sentó en la sala y pensó: ¿No escucharía Dios así una simple fe? Al rato alguien llama a la puerta. Afuera había un hombre que no conocía el deseo y la oración de Pablo. El dijo: “aquí tengo algunos juguetes para sus hijos y aquí un regalo para su hijo menor.” Y justamente empujó el regalo a la sala; una silla de ruedas. Así como Pablo deseaba. Cuando el amable hombre se había retirado, entonces el padre de Pablo se arrodilló y agradeció a Dios por haber escuchado la oración de su hijo. ¿Ustedes pueden imaginarse la alegría del pequeño Pablo, cuando se levantó la siguiente mañana y pudo ver que Dios había contestado su oración?
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EL MISIONERO EN CHINA
Hudson Taylor Parte 20
A principios de 1866, los misioneros preparaban su partida a China. El tiempo en Londres estaba lleno de alentadoras experiencias de fe. Cuando se le preguntó a Hudson Taylor cuantas personas deberían partir, dio como respuesta: “Si el Señor proporciona los medios para tres o cuatro, serán tres o cuatro los que viajen. Pero si el dinero alcanza para dieciséis, entonces serán dieciséis los que se irán y tomando esto como su mandato.” Ellos calculaban que para el viaje de todas las personas, eran necesarias más o menos 2000 libras. Así que lo mencionaron en la primera edición de la misión “Noticias ocasionales” También comenzaron con reuniones de oración regulares para dicha necesidad. Les fueron abiertas por muchos lados puertas y corazones. En Liverpool, le pidió un joven evangelista H. Grattan Guiness que diera un discurso en un curso teológico, que éste organizaba en su casa en Dublin. Hudson Taylor estuvo de acuerdo y Guiness organizó la reunión, mientras contaba sobre la misión y en especial sobre su líder, que por fe quería difundir el evangelio al interior de China. Al comienzo de la reunión los jóvenes estaban muy tensos. John McCarthy, Charles Fische y su hermano estaban entre los presentes. Esa noche deberían escuchar el llamado de Dios para la tarea de sus vidas. Allí también estaba Tom Barnardo, un muchacho vivaz de veinte años. Sobre el interés por China, fue guiado a su propio trabajo con “Los niños de nadie” al este de Londres. También el sr. y la Sra. Guiness recibieron el impulso que los condujo primero a ellos y luego a todos sus hijos a la misión externa.
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¡Pero que sorpresa, por no decir decepción recibieron los presentes cuando se abrió la puerta y entró Hudson Taylor! ¿O no era él? ¿Cómo? ¿Ese hombre joven, delgado y de pelo rubio que parecía aún más pequeño al lado de su maestro instructor, ese debía ser Hudson Taylor? Debía ser un error. Pero el sr. Guiness lo presentó claramente: “Hudson Taylor” Perspicaz susurró Barnardo, que era aún más pequeño que el desconocido a McCarthy: “Lo ves, yo también tengo esperanzas.” Entonces se dispuso a escuchar. ¿Qué sucedería con la cifra de “Noticias ocasionales” que por un incendio en la imprenta salió más tarde, mientras que si ahora la suma mencionada allí como necesaria de 1.500 a 2.000 libras estaría a disposición? Deberían sacar un suplemento. Así fue como el primer número de la revista salió con un suplemento que reportaba sobre las respuestas a las oraciones. Extrañamente no tenían ningún barco en vista que los pudiera llevar a China. Hudson Taylor buscaba un barco a vela, cuyo habitáculo de pasajeros pudieran utilizar solamente ellos. Para los dieciocho adultos y cuatro niños el espacio de una embarcación regular de tres mástiles no era demasiado grande, y para un viaje tan largo era una ventaja si fueran los únicos pasajeros. Hasta principios de mayo no habían encontrado nada adecuado. Cotidianamente se oraba por ello en las reuniones del mediodía, también por un capitán cristiano y por cada miembro de la tripulación. Hudson no estaba preocupado. Estaba convencido que
el Señor iba a intervenir a tiempo. Al mismo tiempo, el 2 de Mayo se le esperaba a Hudson Taylor en Herfortchire para una importante reunión, en lo del Mayor Puget, hermano de la viuda Lady Radstock, quien sería su anfitrión y presidente. A este nuevo amigo le parecía extraño, que en una reunión de la misión no se realizara ninguna colecta. Hudson Taylor lo deseaba así. Dado que el orador había hablado de manera muy interesante, el mayor llegó a la conclusión que las personas donarían mucho si se les diera la oportunidad. Así que se levantó al final y dijo que seguramente estarían de acuerdo con él, si cambiaba la decisión sobre la colecta. Muchos de los presentes estaban conmovidos con el discurso y se irían con pesar si no podrían poner en práctica su participación. Por eso se les daría en ese momento la oportunidad. Aquí fue interrumpido por Hudson Taylor: el deseaba fervientemente que los oyentes se fueran apesadumbrados. El dinero no es lo más importante en la obra de Dios. Hudson valoraba sus buenas intenciones, pero le parecía mejor que cada uno fuera a su casa y le preguntara al Señor: si le pidiera algo de sus bienes, entonces podrían llevar sus donaciones a la misión local o en alguna otra. Pero tal vez y en vista de la terrible necesidad de los gentiles, Dios busca una donación mucho más valiosa: un hijo o una hija, o el servicio de su propia vida. Ninguna cantidad de dinero por más alta que sea podrá salvar un alma. Necesarios son hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo que se entreguen a sí mismos al trabajo en China, o al servicio de la oración en el hogar. Medios para el sustento de los misioneros que Dios habrá enviado no faltarán nunca. “Usted ha cometido un gran error, si me permite
decirlo así”, le dijo su anfitrión durante la cena. “Las personas estaban realmente conmovidas. Habría sido una muy buena colecta.” En vano explicó Hudson Taylor los principios financieros de la misión y su punto de vista, y también su intención de evitar la competencia con otras organizaciones. El Mayor Puget escuchó atentamente, pero mantuvo sus dudas. A la mañana siguiente llegó un poco más tarde para desayunar, y dijo que no había tenido una buena noche. Le entregó a Hudson Taylor varias contribuciones que se recibieron para la misión y agregó: “ayer a la noche creí que se había equivocado con respecto a la colecta, pero ahora veo las cosas diferentes. Mientras estaba despierto esta noche, pensé en la gran cantidad de almas en China que van a la oscuridad cada hora y tuve que gritar: ¿Señor que quieres que haga? Encontré su respuesta.” Y le entregó a Hudson Taylor un cheque de quinientas libras. “En la colecta hubiera puesto un billete de cinco libras”, dijo y agregó, “Este cheque es el resultado de una larga noche de oración.” Esa misma mañana recibió Hudson Taylor una carta de un agente naviero, que le ofrecía todo el habitáculo de pasajeros del Lammermuir, que zarparía pronto hacia China. Se despidió de su anfitrión, volvió a Londres y buscó el muelle. Después de ver que el barco era adecuado en todos los aspectos, lo pagó con el cheque que había recibido. Había llegado el tiempo para la silenciosa y discreta partida. “Débiles en nosotros”, escribió Hudson Taylor antes de viajar, “debería abrumarnos la grandeza de nuestra tarea, si nuestra incapacidad no nos diera especial derecho sobre el cumplimiento de su promesa: “¡Bástate mi gracia!”
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P A R A F IN A L DE A Ñ O
Una antigua deuda 22
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“Bellevue” se llamaba la pequeña granja, que estaba situada bien a la vera del pueblo. A la casa se podía llegar solamente por el camino vecinal, que serpenteaba a través del brezal. Juan Bos recordaba aun bien aquella zona. De pequeño la recorrió con frecuencia, y jugaba con su amigo, quien vivió allí hace 45 años. Hoy es víspera de año nuevo. Su esposa se asombra de que él se pone su buen traje. “¡Pero Juan!” pregunta sorprendida, “¿no tienes que trabajar en el negocio?” Él ríe. “No. Me tomo el día. No te enojes conmigo si te dejo sola. Hoy tengo que hacer algo importante.” – “¿Precisamente hoy?” – “Sí, tengo que saldar una vieja deuda. Y eso no puedo posponer por más tiempo.” Su esposa no siguió preguntando. Ella notó, que él se ocupó mucho en estos días con antiguas fotos de la infancia. Pero ella calló. “No te preocupes, Trudy, sobre eso que quiero hacer, no necesito avergonzarme. Quiero visitar mi lugar de nacimiento. Allí quiero hablar con un antiguo compañero de escuela. Tengo que confesarle algo que no me deja tranquilo. No puedo concluir el año antes de que haya hecho eso. Ante Dios y los hombres quiero estar puro, antes que comience el nuevo año. He esperado demasiado con esto.” Juan Bos está sentado en el tren. Allí hay pocos pasajeros. Él tiene todo un compartimiento para él solo y puede así dar rienda suelta a sus pensamientos, sin ser interrumpido. De camino hacia el lugar de nacimiento, donde hace 45 años no estuvo más, le sobrevienen muchos recuerdos. Tenía apenas 15 años cuando su padre falleció repentinamente. Su madre quedó con seis hijos adolescentes, de los cuales él era el mayor. Ellos se establecieron en la ciudad. Allí también él tenía que ganar un sueldo. Eso iba bien. Diez años después, se casó y abrió un negocio propio. Con mucho esmero logró construir una industria que funcionaba bien. No le quedaba nada de tiempo libre. Su trabajo lo acaparaba completamente. Por las cosas de Dios no se preocupaba. ¿Para qué? ¡Todo iba tan bien! Luego, en el año transcurrido, cambiaron las cosas. De repente, su único hijo, quién debería haberse hecho cargo del negocio y quien era un gran apoyo, enfermó gravemente y falleció luego de unos pocos días. Eso fue un duro golpe para él y le hizo reflexionar sobre el sentido de su vida. Estaba orgulloso de haber fundado con tan pocos medios una industria tan linda. En unos años se la habría pasado
a su hijo, para entonces disfrutar con su esposa una tranquila vejez. Pero todos sus planes fueron destruidos en pocos días. ¿Para qué se había afanado toda su vida? Dentro de poco, un extraño se hará cargo de la obra de su vida. ¿Y entonces? Vivir aún unos años tranquilamente, si es que se le concede eso. ¿Y entonces? ¡El fin! ¿Pero después? – Con estas preguntas luchaba. De niño y adolescente sabía la respuesta a ello: Entonces hay que tratar con Dios y hay tiene que rendir cuentas sobre su vida. Más tarde se olvidó de todo eso. Él era un hombre de negocios honrado, quien no mantuvo en marcha su industria mediante métodos desleales. Aun así había vivido sin Dios. El opinaba, que así funcionaba muy bien. Pero en las semanas y los meses después de la muerte de su hijo se convenció interiormente, de que se había engañado. Su vida no le gustaría a Dios. No había sido peor que otras personas. Tampoco mejor. Había hecho tan pocas cosas buenas como cualquier otro. Pero ante Dios era un deudor, un hombre pecador. ¿Cómo podía cambiar eso? La culpa sólo puede ser cancelada mediante el pago, o a través de que el que cree la declare saldada. Sabía, que lo primero era imposible para él, pues nadie puede pagar a Dios por su rescate. Por tanto, si quería librarse de la deuda hacia él, esto solamente podía suceder si Dios le otorgaba gracia. Esto le había costado una lucha, haber llegado hasta ahí. Pero cuando no vio otra salida, dobló sus rodillas y pidió a Dios por gracia, por perdón de sus pecados. Y la paz llenó su corazón. Él aceptó con fe, que alguien otro había expiado por su deuda ante Dios: Jesucristo, quien murió por personas culpables, para expiar sus pecados. – Unas semanas después se acordó de la historia, por la cual estaba ahora de viaje. ¡Qué se había propuesto! ¿Cómo puede alcanzar la granja apartada con un clima así, sobre el camino casi intransitable? ¿No es exagerado, de que haya utilizado el último día del año para así un viaje agotador y que haya dejado sola a su esposa? Si todo va bien, puede al menos estar en casa nuevamente a las diez de la noche. ¿No sería mejor regresar nuevamente con el primer tren? Siendo así, se podría ahorrar mucho esfuerzo. – Pensamientos como esos atraviesan su mente. Pero él los descarta inmediatamente. Quien confesó su culpabilidad ante Dios, tiene que saldar también la injusticia que cometió contra personas. Aún cuando el otro no sabe
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nada de ello y haya sucedido hace muchos años. El viaje le parece largo, pero al fin alcanza la pequeña estación de su pueblo. Perdido en sus pensamientos, Juan Bos emprende su camino. La nieve es bastante alta sobre la calle del pueblo. Al fin llegó al camino vecinal, que conduce a la “Bellevue.” Allí avanza con más dificultad, porque hay nieve amontonada. A lo lejos ve en el ocaso que cae rápidamente, una débil luz que brilla a través de las ventanas de la granja. Esa es su meta. Afortunadamente dejó de nevar. Cuánto más se aproxima a la casa, más lentos se vuelven sus pasos. ¿Qué debe decir ahora? ¿Le reconocerá todavía Jan Harmsen? ¿Le dejará entrar a él, un extraño en víspera del año nuevo? Y si le reconoce y se acuerda de la vieja historia, ¿no le cerrará la puerta? Cuando se acerca a la casa, el perro guardián comienza a ladrar. Por este tumulto, el campesino sale por la puerta. Él se acerca al granjero y se presenta. Jan Harmsen hace como si estuviera contento de ver nuevamente a su antiguo amigo. Pero Juan cree ver en sus ojos, que está más sorprendido que contento. Ellos se sientan a la mesa en el comedor. La conversación no quiere tomar bien su curso. Finalmente Juan junta todo su coraje y dice: “Jan, tengo que poner aun en orden una vieja historia. Tengo que confesarte algo. Por años no me acordé más de ello. Pero hace un par de meses murió mi único hijo. Dios me habló a través de esta muerte. No te puedo contar en detalle por todo lo que pasé. Luego de mucha resistencia, porque no quería reconocer el ser una persona pecadora, confesé a Dios mis pecados. Y él me los perdonó todos. Ahora sé que todo está bien, al menos entre Dios y yo, a través de lo que su Hijo Jesucristo hizo por mí cuando murió en la cruz, también por mis pecados. Le agradecí por eso, porque a través de ello todo cambió en mi vida. Nunca me había preocupado por Dios. Todo iba siempre bien en mi negocio y en mi familia.” Juan calla por un momento. Su antiguo amigo de escuela escuchaba en silencio. Ningún movimiento en su rostro delata lo que ocurre dentro de sí. Quizá se pregunta, qué lo que tiene que ver esta larga introducción con la vieja historia de hace 45 años. Entonces Juan continúa: “Sí, ¿quizá tú lo olvidaste o te acuerdas todavía? Cuando cumplías 15 años, estuvimos aquí con varios amigos: Karl, Bert y yo. Jugamos a diversos juegos, adentro y afuera. Nos dejaste ver lo que habías recibido de tus padres para el cumpleaños: un pieza de oro. Por yo te envidiaba eso. Seguramente sabes todavía, que mi padre
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había fallecido unas semanas antes. Éramos pobres, y yo realmente quería tener esta pieza de oro. Tú la habías puesto en alguna parte cuando jugamos a las escondidas. Era mi turno de buscarlos. Allí tomé la pieza de oro. Más tarde comenzamos a buscarla, y yo participé activamente. Naturalmente, tú no la encontraste.” – Nuevamente hubo silencio por un rato. Juan continúa: “Yo reconocí mi culpabilidad ante Dios, como ya dije. Pero sé que esto no es suficiente. También tengo que confesarte a ti esta vieja historia. ¿Quieres perdonarme tú también?” Entonces Juan saca su cartera y pone ante los sorprendidos ojos de Jan Harmsen dos fajos de cien billetes sobre la mesa. “Con ello quiero compensarte por lo que una vez te quité. ¿Quieres aceptarlo?” Jan Harmsen aún calla. Pero cuando Juan le mira, ve que sus ojos se humedecieron. Finalmente el granjero habla y dice: “Yo me acuerdo de aquel cumpleaños como si fuera ayer. Comprenderás que en aquel entonces era muy difícil para mí, no tener más la pieza de oro. Karl y Bert desconfiaron de ti. Yo no me podía imaginar, que tú, mi mejor amigo, podrías hacer algo así.” Jan Harmsen se levanta, extiende su mano y dice: “Me pediste perdón por todo lo que hiciste. De corazón lo hago. Yo sé que Dios también me perdonó todo lo que pequé contra Él. Y la Biblia dice que debemos perdonarnos los unos a los otros.” Juan Bos toma la mano extendida. Entonces el campesino dice: “El dinero no puedo aceptar. Es demasiado.” Pero Juan no quiere de otro modo. “Te pertenece. Yo no lo llevo de vuelta.” Harmsen, después de mucha insistencia lo acepta. Pero entonces se sueltan las lenguas. ¡Ellos tienen tanto para contarse! Viejos recuerdos son relatados, y después de horas, Juan regresa a la pequeña estación, para tomar el último tren hacia su lugar de residencia. Esa fue la mejor víspera de año nuevo de su vida. Su esposa está contenta, cuando él le cuenta todo al volver a la casa. Juntos pueden agradecer a Dios, cuando las doce campanadas anuncian que el año viejo pasó y que uno nuevo comenzó. Para ellos es realidad lo que la Biblia dice: “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”; no lo que concierne al mundo, sino su comportamiento hacia Dios y las personas. Ellos poseen una tranquilidad interior y una paz, que solamente la persona que confesó sus pecados y que está reconciliada con Dios mediante Jesucristo puede recibir – y tanto como sea posible, también estar en paz con las personas.
C . W. NA YL OR - LO Q UE M U E VE A L C ORA Z ÓN
Dos caminos de ascenso Los sentimientos de las personas son como agua – se entregan a sí mismo, se inclinan siempre hacia bajo. El agua solo puede ser traída hacia arriba en un tubo o recipiente o ser bombeada. En el momento, cuando se rompe su frontera y alcanza la libertad, fluye hacia abajo. Del mismo modo, por voluntad, deben ser limitadas las pasiones e inclinaciones de las personas. De no ser así, arrastra a toda la persona hacia abajo. A través de nuestra fuerza de voluntad, tal vez podamos ascender alturas lejanas y lograr un mejor nivel moral, pero en el momento, en que nuestra voluntad se debilita y nuestras pasiones se rompen, va hacia abajo. El agua se transporta con gran esfuerzo hacia arriba, del mismo modo, con un esfuerzo extremo, cuidadosa vigilancia y resolución firme podemos también mantener nuestra moralidad. El sol cae sonriente con sus cálidos rayos de luz sobre el agua y este se eleva en la atmosfera en forma de vapor invisible. Sin esfuerzo, sin presión u obligación, sino en silencio, tranquilidad y paz.
Desde el fangoso estanque o de la alcantarilla sucia se eleva, claro y puro. Barro, suciedad, mal olor, gérmenes y bacterias venenosas deja atrás. Cuando los rayos del sol del amor de Dios brillan sobre nosotros y calientan nuestros corazones, somos elevados del barro y la suciedad de los hábitos pecaminosos, - limpios y puros, en Jesucristo a las alturas celestiales. Mientras se calienta el agua, se eleva. Pero cuando se enfría, se condensa y cae de nuevo, probablemente en el mismo estanque sucio. Del mismo modo acontece con nosotros. Mientras nuestros corazones se calientan por los rayos del amor de Dios, nuestros sentimientos morales se mantienen limpios. Pero si perdemos el calor de este amor, nos atraerán nuevamente las cosas inferiores, y caemos pronto de nuevo en nuestra antigua ubicación. Deja que tu corazón sea siempre alineado con el Sol de Justicia. Mantén en honor a los confortables rayos de su amor y obtendrás los terrenos celestiales, los cuales están muy por encima de las cosas pecaminosas.
Deja que tu corazón sea siempre alineado con el Sol de Justicia. 12/2014 Trompeta Evangelizadora
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Experiencias con Dios Testimonio de mi conversión para la gloria de Dios Me llamo Eugen Schneider, tengo 26 años y vivo en el sur de Alemania. Crecí en una familia cristiana medianamente normal. Mis abuelos y mi mamá me contaban historias de la Biblia en mi niñez y ya en aquel entonces han intentado explicarme que grande y maravilloso es nuestro Padre celestial. La semilla esparcida no quedó sin frutos. Cuando tenía 12 años, tuve el deseo de convertirme. Hoy creo que lo hice solo por miedo al infierno. El tiempo después de la conversión fue hermoso, me sentí sinceramente libre y vivo – pero ese estado no duró mucho tiempo. Mi padre no era cristiano y tampoco su madre que vivía con nosotros. Lamentablemente muy pronto volví a caer en pecado. La televisión tuvo en ello una significativa participación. Viví así muchos años, pero mi madre y mis abuelos oraban sin cesar por mi alma y por mí. Yo creo que muchas veces les parecí sin esperanzas. Pero precisamente en esas situaciones, Dios nos prueba si confiamos y creemos suficientemente en Él. Tardó, hasta que cumplí los 25 años que la mano de Dios se conmovió por las oraciones. Durante ese tiempo, hace ya más de un año, participaba de fiestas, iba de una discoteca a otra y buscaba mi felicidad en el mundo. Disfrutaba del alcohol y cigarrillos. En algún momento comencé a trabajar como fotógrafo en una discoteca. Durante mucho tiempo trabajé allí, hasta que de repente comenzó a aparecer una pregunta en mi cabeza: “¿Qué haces acá?” Primeramente me sorprendía por esos pensamientos. Pero este se reiteraba en mi corazón mientras trabajaba en la discoteca. Comencé a entender que Dios me hablaba. Aunque yo trataba de alejar esos pensamientos y no les prestaba atención, Dios seguía hablándome. Pero sencillamente yo no lo quería oír. Me pareció que Dios dijo en algún momento: “Bien, si no quieres oír, tendrás que aprender de otra forma.” Pasó un tiempo. En una mañana desperté y medio dormido murmuré algo. En eso dije una maldición relacionada con el Espíritu Santo. No le presté más atención. Poco tiempo después, cuando hablé con mi
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mamá respecto a ese tema, lo volví a recordar. Así como dice en Mateo 12, 31- 12, me sobrevino un terrible miedo y gran susto, como nunca antes lo había vivido. Tenía la sensación que todo en mi estaba ardiendo y que de repente estaba en la antesala del mismo infierno. Mis palabras estaban claras en mi mente y yo creía que para mí todo había terminado, que ya no tendría más gracia ante Dios. Esta situación duró casi dos semanas – y no me atreví a hablar con nadie sobre ello. El diablo trataba de convencerme cada día de que había perdido la gracia y que las personas se reirían de mí si hablaba del tema. En ese tiempo tenía que rendir exámenes, lo que hacía todo aún más difícil. No me animé ni siquiera hablar con mi madre sobre lo que sentía. Satanás me aprisionaba diciendo: “Tu ya no tienes más gracia, conduce y choca contra un árbol, entonces todo habrá terminado y no tendrás que sufrir más.” Estos pensamientos realmente me liquidaron. Pero gracias a que Dios me amaba desde que nací, me ayudó y no permitió que lo hiciera. De repente me quedó claro que el consejo del diablo me llevaría al infierno antes de lo que me gustaría. Entonces se acabaron las tentaciones repentinamente. Estaba conduciendo mi auto, cuando me hice por primera vez en la vida la pregunta: “¿Cuál es realmente el sentido de mi vida aquí en la tierra?” Después de las dos peores semanas de mi vida, no aguante más. Llamé a mi abuela y le conté todo. Después que terminé de hablar, mi abuela dijo muy calmada y pensativa: “hijo mío, tú no has cometido ese pecado.” Me cayó un gran peso del corazón. De repente comprendí, que la gracia de Dios me sacó del lodo del pecado y quería llamarme al arrepentimiento. Comencé a orar, leer la Biblia, asistir a los cultos y a las reuniones de jóvenes. Dios me preparó para algo. Cambió mis pensamientos y abrió mis ojos. Día a día empecé a ver las cosas de otra manera. Después de un tiempo Dios me libró del cigarrillo y el alcohol, así como de otras terribles cosas de mi vida, en las cuales estaba atado. Después de un tiempo surgió la pregunta si debía asistir a los días bíblicos juveniles 2013 en Tuningen.
Dios lo guio de tal manera que decidí asistir al mismo. Allí encontré mi reconciliación con Dios. Ahora soy su hijo y puedo agradecerle por tanto amor, gracia, misericordia y paciencia. Las palabras de Jeremías 31,3 se volvieron muy especiales para mí. “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” Queridos hermanos, oren por mí, para que Dios me dé fuerzas de confiar más en Él y para que crezca mi fe. Oren también por mi familia. Para finalizar quiero incentivarlos, a los que oran por sus hijos o por otras personas. No dejen de orar por ellos. Dios dará también aquí los caminos y medios necesarios para atraer a esas personas hacia Él. Quiera Dios bendecir a cada uno que lee esto, y que esto sea para la gloria y majestuosidad de Dios. Eugen Schneider, Kirchberg (DE)
Estimado lector, “¡Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre!” (Salmo 103,1) Mirando retrospectivamente al final de este año, debemos agradecer a Dios profundamente y decir: “Hasta aquí nos ayudó el Señor.” La última edición del año 120 está ante nosotros. Tantos años Dios ha conservado, bendecido y conducido esta obra. Podemos estar seguro, que también para el futuro tendrá un camino y un propósito para este trabajo. Por ello agradecemos profundamente a cada lector, que ha traído este trabajo de la Trompeta Evangelizadora en oración ante Dios. Estas oraciones son muy valiosas para nosotros, porque dependemos plenamente de la gracia de Dios. También estamos muy agradecidos por el aporte de los enviados artículos. Por medio de los testimonios Dios fue glorificado y muchos lectores pudieron ser partícipes de las maravillosas bendiciones. Queremos alentar a nuestros jóvenes a compartir sus experiencias con Dios. ¿Existe, aparte de las intercesiones por esta literatura y el envío de artículos otra posibilidad de respaldar la misma? En primer lugar, cada lector puede ofrecer esta literatura y recomendar a otros para recibir la misma. ¿No quisieras ganar algunos lectores para el próximo año? Seguramente hay en el círculo de tus familiares o amigos esta clase de personas, que tienen interés por la palabra de Dios. Otros, tal vez en tiempos pasados visitaban los cultos. Invítalos a ser lectores gratuitos de la Trompeta Evangelizadora. El otro camino es, hacer posible por medio de aportes financieros y con ello respaldar la distribución gratuita de La Trompeta Evangelizadora. Puedes tomar parte personalmente en el trabajo de la misión. Dios tendrá en cuenta esto y podrá hacer que sea de gran bendición para muchas personas. Deseamos a todos los lectores una bendecida Navidad. Quiera Dios guiarlos, fortalecerlos y edificarlos en el nuevo año. La redacción
P I E D E I MP RE NT A Año 120 La TROMPETA EVANGELIZADORA es una escritura cristiana que se presenta clara y decididamente para la plena salvación en Cristo, la unidad de los hijos de Dios, y revelar todas las verdades de la Santa Palabra. Publicado en intereses de la Iglesia de Dios. Editor responsable: Hans-Dietrich Nimz (CA) Colaboradores: Sieghard Schulz (CA), Ron Taron (CA), Dieter Jeske (DE), Hermann Vogt (DE) Los editores se reservan el derecho de resumir o no publicar los artículos recibidos. Preguntas o sugerencias pueden ser enviadas a:
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El reloj de la vida De los segundos se hacen minutos, curiosamente, como de prisa se van. Y de los minutos se hacen hora, antes de presumir una ya desapareció. Y de las horas se producen días, aquí lleno de gozo, allí el dolor. De los días se hacen ligeras semanas, ves, que ya hay un mes para asignar. Doce veces un mes - ¿Quién lo creerá? ¡Todo un año ya quedó atrás! Observa, querido hijo, el tiempo de vida rápidamente sin detenerse a la eternidad va. Y una vez, solo Dios sabrá cuando, cuando días y años culminará. Pasado quedó trabajo, gozo y pena, el reloj se detuvo, se detuvo el corazón. Estate confiado, no necesitas temer, Solamente sostente firme en Jesús. Si permaneces fiel al Salvador por siempre, Él nos hará justicia a ti y a mí. El da cuerda nuevamente al reloj Para camino a la eterna y dicha final. Klara Weissburger
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