Violencia, raza, mito e historia en la literatura del Caribe colombiano

Violencia, raza, mito e historia en la literatura del Caribe colombiano Aldana, Ligia S ProQuest Dissertations and Theses; 2003; ProQuest pg. n/a UNI

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Violencia, raza, mito e historia en la literatura del Caribe colombiano Aldana, Ligia S ProQuest Dissertations and Theses; 2003; ProQuest pg. n/a

UNIVERSITY OF MIAMI

VIOLENCIA, RAZA, MITO E HISTORIA EN LA LITERATURA DEL CARIBE COLOMBIANO

By Ligia S. Aldana

A DISSERTATION

Submitted to the Faculty of the University of Miami in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy

Coral Gables, Florida August 2003

Reproduced with permission of the copyright owner. Further reproduction prohibited without permission.

UMI Number: 3096377

®

UMI UMI Microform 3096377 Copyright 2003 by ProQuest Information and Learning Company. AII rights reserved. This microform edition is protected against unauthorized copying under Title 17, United States Codeo

ProQuest Information and Learning Company 300 North Zeeb Road P.O. Box 1346 Ann Arbor, MI 48106-1346

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UNIVERSITY OF MIAMI

A dissertation submitted in partíal fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy

VIOLENCIA, RAZA, MITO E HISTORIA EN LA LITERATURA DEL CARIBE COLOMBIANO

Ligia S. Aldana

Approved:

~ Dr. Steven G. Ullmann Dean of the Graduate School

Dr. Lillian Manzor Associate Professor of Spanish

Dr. Christina E. Civantos Assistant Professor of Spanish

~?:g7!fl Dr. Edward E. Baptist Assistant Professor of History

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ALDANA, LIGIA S.

(Ph.D., Foreign Languages)

Violencia, raza, mito e historia en la literatura del Caribe colombiano

(August 2003)

Abstract of a dissertation at the University of Miami Dissertation supervised by Professor Rebecca Biron. 272 pp. ( 272 ) In this study, 1 explore how three texts from the Colombian Caribbean challenge the notion of a consolidated nation-state and its rhetoric of complete mestizaje, late into the 20 th century. With Cien años de soledad by Gabriel García Márquez as the backdrop of my analysis, 1 unveil the treatment of race, myth and history respectively in the three novels, and how violence shapes the meanings of these categories. The first chapter focuses on Chambacú, corral de negros (1967) by Manuel Zapata Olivella. In this chapter, 1 define this novel as a depository of the memory of slavery in Colombia that asserts an African heritage in the Northern Coast. At the aesthetic level, 1 discuss Zapata Olivella's use of a social realist narrative style to articulate the identity and history of Afro-Colombians. The second chapter examines Alvaro Cepeda Samudio's La casa grande (1962) to explore the strategies he employs to recover and revise the events of the Massacre of the Banana Workers in 1928. In my reading, the massacre emerges as the

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first wound that causes the disarticulation of the consolidation process of the rnodern Colornbian nation-state. The last chapter centers on Los pañarnanes (1979) by Fanny Buitrago. I define the legend of the Spanish Man , the foundational legend of the island and the text's organizing elernent, as a rnyth of origins that delineates the novel's space as a product of violence and penetration. I establish the use of rnyth as anti-rnyth to separate and divide, and to rnark the difference that separates the insular space and the continental nation-state. In rny conclusion, I return to Cien años de soledad to explore how processes of reception and canonization in the syrnbolic rnarket are "produced," following strategies derived frorn the failed encounter between cultural rnodernism and social rnodernization. I argue that this process consists in eliminating the discrepancy between these two aspects to attain an abstract state of Modernity.

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A mis hijas, Andrea Aldana y Camila Olivia, por quienes y para quienes todo es, ha sido y será posible.

1lI

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Agradecimientos Rebecca Biron recibe mi gratitud perenne por su apoyo. Su profesionalismo, su respetuosa paciencia, y su método de trabajo, el cual me guió en el proceso de articular mis pensamientos, me quedan como modelo a seguir. A Lillian Manzor le agradezco la constancia con la que creyó en mí desde mi primer día en el programa. Su apoyo moral y personal sobrepasó los límites del deber. A mi hermana Teresa Sierra y a mi cuñado Rafael Sierra por ser mis salvavidas; presentes en todo momento. A Edward E. Baptist y Christina E. Civantos por sus prontas respuestas y por su paciencia ante mis inacabables preguntas. Al departamento completo por la oportunidad que me ofreció para darle un nuevo rumbo a mi vida y asegurar el futuro de mis hijas. A ml colega y amiga Clinia Saffi y a mis compañeros de departamento por todo su aprecio y el intercambio intelectual que compartimos. y a mis abuelos queridos,

Pedro Hernández Vergara y

María Adelaida Peñaloza de Hernández, quienes me dieron el regalo de la conciencia y las ansias de saber a través de su respeto, su amor incondicional y su propio ejemplo.

iv

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INDICE

Introducción

1

Capítulo 1: No somos todos ni mestizos, ni modernos, ni sujetos nacionales: Identidad racial en la coyuntura de la nación moderna colombiana en Chambacú, corral de negros de Manuel Zapata Olivella

51

Capítulo 2: Entre masacre y masacre se cuenta la historia de Colombia: La Matanza de las Bananeras en La casa grande de Alvaro Cepeda Samudio

121

Capítulo 3: Mito e identidad cultural en los márgenes de la nación: Identidad regional versus identidad nacional en Los pañamanes de Fanny Buitrago

201

Conclusión

256

Bibliografía

265

v

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Introducción El Grupo de Barranquilla, un ecléctico conjunto de escritores y artistas, actúa corno agente ideológico en el proceso de re-pensar la nación colombiana. El Grupo se había organizado bajo la tutela del catalán Ramón Vinyes entre los años de 1940 a 1950. La actividad literaria del grupo continuó hasta los comienzos de los años sesenta. La agenda de esta célula intelectual demandaba un cuestionamiento de lo nacional desde una posición excéntrica. Desde esta estancia de resistencia, los miembros del grupo y su producción literaria desestabilizaban la visión del interior corno la legítima representación de la nación. Los planteamientos del grupo enfatizaban, en columnas periodísticas regulares, la polarización que existía entre la realidad costeña y la realidad del interior, para recalcar el "atraso ideológico" del mismo. El grupo atribuía dicho atraso a las ideas retrógradas de los pensadores, políticos y escritores del interior corno producto de su criollismo y de su "nacionalismo literario. l A esto, el grupo yuxtaponía la diversidad de la costa, sus centros cosmopolitas y su posición geográfica, elementos que permitían la recepción y difusión de otras formas de definir y cuestionar lo nacional.

1

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"

2 Como estrategia para articular una subjetividad costeña y colombiana, El Grupo de Barranquilla se esforzó por difundir textos "extranjeros," particularmente de Faulkner, y por usar estos modelos narrativos como instrumentos de intervención en el panorama literario. El grupo veía su actividad literaria como un factor innovador y

"modernizante." Las corrientes norteamericanas que

nutrían su narrativa la infundían de un carácter experimental y novedoso,

"por [los] temas y por [la]

técnica de los modelos que seguían.

ti

(Girard 926). La

pertenencia de Gabriel García Márquez al grupo fue corta, pero sus primeros textos corresponden al período de su participación en este núcleo literario. La relevancia que alcanza la contribución de García Márquez sirve para remarcar la importancia de la intervención literaria del grupo en Colombia. El periodista Germán Vargas fue el primero en nombrar este núcleo literario en 1955 (1). Una mención previa comentó sobre el aumento de la actividad literaria que estaba sucediendo en Barranquilla, pero sin denominar El Grupo como tal. Este estaba conformado por periodistas quienes publicaban en Crónica, su propia revista, la cual sólo estuvo en circulación por corto tiempo. Los miembros permanentes incluían, además de Vargas y de Vynies, a

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Gabriel García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Alvaro Cepeda Samudio, Bernardo Restrepo Maya, y el pintor Alejandro Obregón. Los periodistas, particularmente, compartían una ideología que determinó el carácter de los escritos y el perfil del grupo. Inicialmente, los miembros del grupo escribieron materiales típicamente periodísticos --"cosas del día y pocas cuestiones culturales"

(907). Gradualmente,

sus textos reflejaron una identidad y estructura ideológicas particulares. Además del trabajo que los miembros producían,

la existencia de un grupo literario

corno tal desestabilizó la centralizada escena cultural y política en Colombia. Era un momento en que las alianzas políticas de los autores colombianos y la lealtad de los mismos al grupo político tradicional y conservador determinaban, aún más que hoy, el acceso al mercado simbólico. El Grupo creyó necesario reaccionar en contra de una imagen nacional que ignoraba la producción literaria que estaba tornando lugar en la Costa al igual que los elementos que inscribía, ya que [lJa imagen del país se había forjado esencialmente en la parte andina, por evidentes razones de geografía, de tradicional dificultad de comunicación y de organización administrativa. La nacionalidad --la idea que de ella se hacían los altos círculos intelectuales

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4 y políticos-- no coincidía con los límites geográficos del país. Fuera de las viejas ciudades coloniales (Santa Marta y Cartagena), la Costa y su humanidad mulata o se desconocían o inquietaban, como una presencia indeseable de las exóticas Antillas y del Africa oscura. Barranquilla, aldea en el siglo XIX y urbe moderna en 1950, era una emanación de esa Costa 'profunda" y no encajaba en la nOClon de ciudad colombiana: era una población opulenta y cosmopolita y sin tradiciones (908) El objetivo principal del grupo consistía en probar este concepto como erróneo, agenda que impulsó la preocupación constante del grupo de informar a sus lectores, en vez de tratar de explicar los elementos en juego. Esta estrategia les permitió a los miembros rechazar la producción ensayística como resultado de su "[irritación] por las ínfulas y las intrigas de los intelectuales de la capital" (909) quienes dedicaban su tiempo a la auto-perpetuación y auto-validación. Era la vieja Colombia, la generaclon 'centenarista' que había reinado largos años sobre el país, la que sufría [los] sarcasmos [del grupo] ... , y también la Colombia de los lugares comunes --el país oficial, podría decirse, a pesar de que el liberalismo se encontraba entonces en la oposición (914-15) Como ciudadanos de una "ciudad en progreso," la primera en tener electricidad, acueducto, aeropuerto y estaciones radiales (909),

los miembros del grupo se consideraban

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parte de un centro urbano en contacto con el mundo. Mientras, el interior del país les parecía retrasado y estancado. El Grupo veía a los autores colombianos tradicionales y los textos producidos por los mismos como seguidores de los viejos modelos europeos. Su resistencia a la experimentación, era vista por El Grupo como una negativa a entrar a lo que llamaban "la hora del mundo" (911). Esta premisa revela una conciencia, por parte de los miembros del grupo, de los elementos concretos que revelaban los procesos de modernización e industrialización en la costa. Sin embargo, el concepto de Modernidad que los escritores compartían se refería más a una apertura hacia nuevas tendencias estilísticas e ideológicas. Dentro de este marco, los escritores equiparaban la noción centralista de nacionalismo como sinónimo de encierro artístico e ideológico. Como respuesta a la prevalente actitud hacia los escritores costeños y su empresa "modernizadora," Gabriel García Márquez contestó de la manera siguiente en el periódico local: Hace algunos días ... un inteligente amigo me advertía que mi posición con respecto a algunas congregaciones literarias de Bogotá era típicamente provinciana. Sin embargo, mi reconocida y muy provinciana modestia me alcanza, creo, hasta para afirmar que en este aspecto los verdaderamente universales son quienes piensan de acuerdo con este

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6 periodista sobre el exclusivismo y parroquialismo de los portaestandartes capitalinos. El provincialismo literario en Colombia empieza a dos mil quinientos metros sobre el nivel del mar (910) Denominados ellos mismos como provincianos, los miembros del grupo tornan el término en contra de los escritores del interior por su postura anacrónica y su negación de la actividad literaria costeña. Existía, así, una profunda incompatibilidad entre la ideología y el estilo literario de los miembros del grupo quienes publicaban textos cortos periodísticos, y los ensayos superficiales y comunes publicados en los periódicos oficiales. La decisión de los miembros de El Grupo de concentrarse a nivel local respondía a más que a un sentido regionalista. En realidad, los miembros del grupo se empeñaban en proyectarse como completamente opuestos a una noción centralista de cultura y en contra de los mecanismos que perpetuaban está dinámica criollista. Para imbuir la literatura colombiana de nuevas ideas y temas, este grupo de "iconoclastas"

(917) miró hacia el sur

de los Estados Unidos como fuente de inspiración. Al contrario de los partidarios del nacionalismo literario, los miembros del grupo pensaban que las letras nacionales no podían progresar si no acogían valores foráneos (925)

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7 Con esto en mente, los escritores leyeron a Faulkner y a Hemingway, entre otros. Igualmente, el órgano oficial de El Grupo, Crónica, dedicó una columna semanal a un cuento extranjero. Este esfuerzo fue transferido más tarde por Alvaro Cepeda Samudio a El Heraldo, un periódico local. Alfonso Fuenmayor tradujo un cuento de Hemingway; Ramón Vinyes escribió sobre Faulkner; y todos los escritores del grupo leyeron a Borges en los años cuarenta. En 1951

1

El

Grupo celebró la publicación de Bestiario de Julio Cortázar. Alvaro Cepeda Samudio afirma el impacto de los cuentos de Cortázar: En la tradición de Felisberto Hernández y Norah Lange, [Julio Cortázar] presenta una serie de cuentos en los cuales la línea que divide la realidad de la irrealidad ha desaparecido (929) Las palabras de Cepeda Samudio reflejan la preocupación de El Grupo por impulsar una noción de Modernidad que tiene que ver con la irreverencia de los textos contemporáneos que tomaban como modelos. Era un concepto de Modernidad que veía la necesidad de romper todos los límites literarios, nacionales y geográficos. Eventualmente, sólo Gabriel García Márquez consiguió fama nacional e internacional hasta ganar el Premio Nobel de literatura. Por ende, El Grupo adquiere relevancia entre los críticos que se ocupan

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de dilucidar la trayectoria de García Márquez. Mientras, la agenda ideológica de El Grupo se disipa completamente. Para poder analizar el rol de Cien años de soledad y de los tres textos escritos por miembros del grupo que ocupan este estudio, repasaré la historia política del centralismo gubernamental y la resistencia costeña. Gran parte de la dinámica que existe entre estas expresiones literarias proviene de su marco histórico-político. La perenne polarización política y cultural entre el interior del país y la Costa norte de Colombia resiste todo esfuerzo novelístico sintetizador. El espacio costeño, espacio local, periférico y ex-céntrico por su marginalidad, se convierte en el locus que cuestiona la noción de nación formulada desde el centro del país por una élite criolla heredera del modelo del XIX de la Arcadia Heleno-Católica de la etapa de la Regeneración (1886-1909). En 1886, la élite social y política de Colombia ve la redacción y sanción de una nueva constitución anti-positivista y proIglesia como la única vía para la consolidación y centralización de la República. El estado de desarticulación nacional en que estaba el país era producto del federalismo instituído por la constitución de 1863. La nueva constitución era vista por los regeneradores como el elemento clave en el proceso de "modernización" del espacio

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9 colombiano. Rafael Nuñez{1825-1894), el líder de la Regeneración, articula la Modernidad desde una singular estancia anti-positivista y secular. Dentro de este marco, Núñez concibe la nación moderna como una unidad política centralizada y regida por principios religiosos. El primer obstáculo que impedía la superación del regionalismo y el movimiento hacia una política centralista era la tradición federalista. Esta fue establecida con la constitución política de los Estados Unidos de Colombia de 1863. En ella se constituyeron en soberanos los existentes estados de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima para formar una nación libre, soberana e independiente, bajo el nombre de 'Estados Unidos de Colombia (Pombo y Guerra 128). A pesar de que el Artículo 2 de dicha Constitución establecía la obligación de los Estados de colaborar entre sí y defenderse mutuamente, el federalismo había permitido el fortalecimiento de los estados, la soberanía regional y el mantenimiento de una especificidad étnica y cultural. There were certainly clear expressions of a Costeño culture and¡ perhaps more to the point, conscious efforts to recapture its distinctiveness. The expression Costa Atlántica, the title of a newspaper published in Barranquilla in the 1880's, already had

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10 a particular connotation by the midnineteenth century (Posada Carbó 234) El resultado de los conflictos originados por estas diferencias regionales se expresarían más tarde a nivel político. Para la década de 1880, las pugnas políticas provenientes de las tensiones regionales a nivel político, cultural y económico crearon una situación que los políticos contemporáneos veían como un obstáculo al "progreso" de la República. Dos elementos coaccionaban a los políticos contemporáneos. Por una parte, existía una presión por el acelerado desarrollo económico y el poder político de los Estados Unidos de Norteamérica. 2 Por otro lado, había también un afán de aplicar modelos políticos europeos que la élite económica, política e intelectual traía de vuelta al país. 3 Estos individuos vieron la necesidad de llevar a cabo una ola regeneradora. La preocupación fundamental era la de alejarse de los principios proclamados en la Constitución de 1863 redactada utilizando como modelo la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta última enfatizaba los derechos del ciudadano. El propósito de la Regeneración era reorientar al país en dirección a la autocracia y a los deberes, no los derechos, del ciudadano. 4

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Apoyado sobre las ideas de Miguel Antonio Caro y Carlos Ho1guín, Rafael Núñez, conocido como El Regenerador, emprendió su plan de consolidación nacional, luego de su elección como presidente por la Nueva Constituyente de 1885 (230).5 Núñez, político costeño, vivió en Inglaterra durante los años de 1863 a 1874 en capacidad de cónsul colombiano: A controversia1 statesman, the most powerfu1 Co10mbian po1itician during the second ha1f of the nineteenth century (230) Núñez predicaba contra el positivismo como un acercamiento que no acepta ninguna otra verdad sino la que el hecho evidencia. Lo que no es hecho es mentira, y los milagros ilusiones, porque para las leyes naturales no hay escapatoria (Núñez "El positivismo" 192) El particularismo generalizado y la separación entre Iglesia y Estado eran vistos por Núñez como resultados del pensamiento positivista y cientificista que influenciaba a los pensadores y políticos del momento. La división en 10 particular, según Núñez, evitaba la percepción de la verdad entera, la verdadera verdad. Llevados estos principios a la realidad política de Colombia, toda fragmentación del espacio nacional impedía, dentro de la crítica anti-positivista de Núñez, la formación de una verdadera nación unificada, centralizada y

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12 siempre guiada por lo que él llamaba "la Inteligencia suprema." Por ende, la Iglesia Católica era vista corno agente fundamental del proyecto regenerador. Con el propósito de reafirmar el poder de la misma, Núñez promueve el regreso a la invocación "En nombre de Dios, fuente de toda autoridad" que en 1863 se había cambiado por "En nombre y por autorización del pueblo ... "

6

en el

encabezamiento de la nueva Constitución. A través de esta estrategia fundamentalista, Núñez se proponía acabar con el particularismo regional y el pensamiento positivista: Los códigos que fundan y definen el derecho deben ser nacionales ... llamándose, en fin, en auxilio de la cultura social, los sentimientos religiosos, el sistema de educación deberá tener por principio primero la divina enseñanza religiosa (47) Lo anterior da lugar al Concordato entre la Iglesia Católica y el Estado colombiano de 1887. Este tuvo corno consecuencia el exceso de poder de la Iglesia, y convirtió la religión en preocupación central de la política nacional. El autoritarismo basado en la supremacía del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo, la utilización del sentimiento religioso corno elemento de control social, y el rechazo a la política apoyada en las movilizaciones de los

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sectores populares se convierten en los estandartes de la campaña política de La Regeneración. 7 Por encima de todo, el objetivo número uno de la nueva Constitución era el re-establecer, mantener y garantizar el orden del país a través de la centralización del orden público con miras a -normalizar" la República. El ejército viene a ser el agente gubernamental decisivo que podía, por medio de sus métodos de coerción, restablecer y mantener la seguridad nacional. Así, durante la reunión del Consejo Nacional Constituyente, la alocución del designado encargado del Poder Ejecutivo al Ejército, J. M. Campo Serrano, hace un llamado al pueblo colombiano y en particular a los soldados: ¡SOLDADOS! Si han sido eminentes vuestros servicios en el restablecimiento del orden, más lo serán desde hoy. Vuestra lealtad será el sostén de la paz pública, y vuestro honor el apoyo inconmovible de las nuevas instituciones nacionales. Bogotá, Agosto 7 de 1886 (Pombo y Guerra 206) Ocurre así el fortalecimiento del ejército como resultado del afincamiento de los poderes del Cuerpo Ejecutivo. Como efecto de esta Constitución, se asegura la existencia de un ejército permanente para la defensa de la nación, se establece que el tamaño y fuerza del ejército serán alterados y determinados sólo por ley, se le brinda a los

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14 militares protección contra cualquier persecución por infracciones que cometan durante su servicio, y se procede a abrir academias militares para tecnificar el ejército. Con la ausencia de un cuerpo policivo nacional hasta 1890, el ejército se mantuvo a cargo de todas las tareas de control del orden público hasta ese momento. 8 La prominencia de los órganos de coerción en el imaginario literario está ejemplificada en los tres textos que ocupan este estudio. El proyecto de la Arcadia heleno-católica colombiana, contra cuyos duraderos vestigios se enunciaban los intelectuales costeños del siglo XX, se revela en los objetivos más importantes de la Constitución del 86: la limitación de los derechos del ciudadano y la restricción de la libertad de prensa. La amplia lista de derechos del hombre en la sociedad, exhibida hasta la Constitución de 1863, es reemplazada en el 86 con una lista aún más extensa de los deberes del ciudadano. La definición de ciudadanía colombiana se mantiene igual a la que la Constitución estableciera desde la abolición de la esclavitud en 1851. Esta establece que todos los individuos, no sólo los libres, nacidos dentro de los límites del territorio colombiano son considerados ciudadanos colombianos. El elemento que viene a marcar diferencias y a establecer jerarquías entre los llamados ciudadanos es el derecho al

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voto. Fue interminable la polémica dentro de la Convención Constituyente de 1886 sobre la revisión de los derechos al voto universal, o sea el derecho de todo ciudadano colombiano a su participación en el proceso electoral. 9 Miguel Antonio Caro, el redactor de la Constitución, advocaba el voto limitado el cual no permitía la votación a nivel nacional por parte de los ciudadanos que fueran analfabetas y que no fueran dueños de propiedad. Estos sólo podían votar a nivel departamental. Por tanto,

las

posiciones más importantes, de la Cámara y el Senado, eran definidas a través de los votos de los alfabetas y de los .

rlCOS.

10

Mediante reformas posteriores en 1910 y 1936, se abrió el acceso y distribución de poder más efectivamente, con la restitución del voto universal y la participación de la oposición. Sin embargo [ la Constitución del 86 se mantuvo intacta en sus elementos más esenciales hasta la Nueva Constituyente de 1991. Por consiguiente, la Constitución de la Regeneración se convirtió en la más antigua de Hispanoamérica y la que permitía, constitucionalmente, la primacía del ejecutivo sobre el legislativo. 11 Dentro de la tradición republicana bajo la que se redacta y sanciona la Constitución de 1886[ ésta sostiene el discurso democrático que establece una definición de

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16 ciudadanía que implica igualdad entre todos los ciudadanos y respeto a los mismos ante la ley.12 A nivel discursivo, lo anterior se evidencia en los textos de los artículos y disposiciones de las leyes fundamentales.

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Mas, la realidad

del país, las diferencias culturales, las pugnas políticas entre las diferentes regiones del país y la creciente estratificación de la sociedad entre los pudientes y no pudientes, los que poseían poder y los que estaban a merced de las oligarquías políticas, religiosas y económicas eran prueba del carácter retórico del concepto de igualdad que circulaba. De hecho estas diferencias crearon reconocidas y sangrientas luchas. 14 Dentro de esta realidad, los intereses costeños fueron particularmente respetados bajo el liderazgo de Núñez. No obstante, la urgencia por unificar y centralizar el país como las únicas vías para la consolidación y modernización de la nación se articula en una propuesta de identidad nacional versus identidades regionales. El regionalismo costeño, especialmente, vino a constituirse en una amenaza a la consolidación de la nación. El generalizado ejercicio del contrabando a través de La Guajira, ya existente en la Costa desde la Colonia, tenía dos consecuencias graves: La primera consistía en el desangre de divisas necesitadas para la estabilización de

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una economía nacional, no federal.

15

La segunda, aún más

grave, demostraba la falta de control que tenía el gobierno sobre ciertas zonas del territorio colombiano y particularmente la Costa. A la movilización de mercancías se le unía la libre penetración y movilización de -extranjeros.

"16

La agenda del partido nuñista respondía a la intención de los políticos costeños de reclamar acceso al poder, a los recursos nacionales y a exigir los derechos de la Costa. El espacio costeño se veía bajo constante crítica en la prensa Radical Liberal por lo que esta última denominaba "Costefio race, morals, and working habits" (Posada Carbó 230). Estos tres elementos estaban unidos bajo la categoría costefio y estrechamente ligadas al primer elemento de la cadena, la raza. Lo racial resultaba en una diferencia que se oponía radicalmente a estos mismos elementos en el contexto santafereño y capitalino. Las premisas políticas nuñistas debían encontrar así un vehículo que le permitiera conciliar su estancia regionalista, en relación a la demanda de poder y participación política de la Costa, con la idea de centralización, homogeneización y consolidación de la nación. El ciudadano costeño tendría, por tanto, que ser apareado al santafereño de forma que su lealtad al proyecto

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nacional no fuera nunca puesta en cuestión. Era necesario dispersar toda idea que aislara el componente de raza dentro de la identidad regional costeña como argumento para el rechazo de la propuesta política nuñista y la nueva constituyente. Para difundir su agenda, Núñez expuso y dilucidó sus ideas políticas y razonamientos sociales y económicos en múltiples escritos y discursos. Apelando a la sociología, Núñez la equipara a la historia para responder a la diferencia racial y cultural de la Costa que la situaba como espacio sospechoso: en el concepto sociológico o histórico, razas es sinónimo de nacionalidad, y en términos generales, indica unidad de lenguaje; religión e instituciones; y cuando se habla de razas, debe entenderse con toda propiedad que se trata, no de especies animales, sino de pueblos (Núñez "Sociología" 131) Núñez reconoce el concepto de raza como simple concepto biológico, [que] significa individuos de un mismo origen, con unas mismas condiciones y aptitudes, transmitidas por medio de la generación (131) El concepto sociológico es, por tanto, más central a las propuestas nuñistas en su afán por borrar diferencias regionales y comunitarias dentro de su proyecto de regeneración y consolidación nacional. Lo importante para

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Núñez era acelerar un proceso de homogeneización dentro del espacio colombiano que permitiera convertir los elementos heterogéneos en conjuntos homogéneos, como lo testifica el hecho de que las familias se organizan en tribus y las tribus forman al fin grandes nacionalidades (131) La historicidad de una raza, de un grupo social, de acuerdo al ideario nuñista, es lo que la define, y el esfuerzo del pueblo colombiano debía ser hacia los intereses de todos los grupos. Como forma de reconocer las ideas de supremacía racial que pululaban tanto dentro del país como en el extranjero, Núñez hace alusión a lo que ocurría entre británicos y estadounidenses como prueba de orgullo nacional que merece más elogio que censura, porque contribuye a infundir confianza en las fuerzas del país propio(133) Núñez se mueve así entre la necesidad de conciliar las inclinaciones anti-darwinistas de La Regeneración que promovía el Concordato entre la Iglesia y el Estado, y sus esfuerzos por "unificar" al país y el inevitable legado de las ideas supremacistas. La problemática ideología nuñista, prevalente aún a mediados del siglo XX en el interior del país, es uno de los elementos que obliga a El Grupo de Barranquilla a enfocarse en la inscripción de la especificidad costeña en

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su producción literaria. Más tarde, esta agenda se dispersa en Cien años al ser leída desde lo local. Conjuntamente, Cien años reafirma una realidad que pasa a ser percibida desde una óptica urbana. Como consecuencia, se disipan los derroteros que García Márquez compartió con los miembros de El Grupo de Barranquilla. Esto proviene tanto de la separación física del escritor de los mismos como de los resultados que ocurren a nivel de la recepción de la novela. Los críticos también contribuyen a separar la agenda de García Márquez de lo netamente local y colombiano. De hecho, la gran mayoría de latinoamericanistas y colombianistas definen la aparición de Cien años como el apogeo del Boom latinoamericano. 17 En el contexto del siglo xx, el Boom representa un primer momento de consolidación de la trayectoria literaria latinoamericana. El Boom es también un alcance de representatividad de "lo latinoamericano" en conjunto con una síntesis discursiva convincente para expresar la especificidad latinoamericana. 18 Desde esta perspectiva, Cien años de soledad ejemplifica un momento de síntesis ya que unifica múltiples elementos para producir su fórmula narrativa, alejándose de los modelos previos. Cien años se convierte así en el texto que organiza la búsqueda de una identidad nacional y continental a partir de lo local y de

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21 lo propio, aspecto motor de la literatura latinoamericana. Mediante la inscripción de Macondo, espacio que la crítica ha definido como representativo de cualquier país latinoamericano, García Márquez combina preocupaciones de la realidad política colombiana y latinoamericana. Consecuentemente, Cien años amplía el enfoque en lo local para proyectar sus particularidades a una visión latinoamericana, aspecto que le brinda las dimensiones de una narrativa maestra. A nivel formal, dentro del marco de los textos de los años 50 a los 70 y particularmente de las novelas del Boom de los 60, Cien años pasa a ser la novela mágico-realista ejemplar. El éxito de la fórmula narrativa de Cien años de soledad radica, principalmente, en la combinación de dos elementos claves dentro de la narrativa latinoamericana: mito e historia. Esta estrategia constituye un nuevo modelo de integración de estos dos discursos anteriores. En base a los elementos evolutivos en el tratamiento del mito y de la historia en la narrativa latinoamericana, Gerald Martin, en su libro Journeys through the Laberynth: Latin American Fiction ln the Twentieth Century afirma que, ciertamente, Cien años de soledad puede ser considerada the quintessential Latin American novel of the century and true heir to Cervantes' Don Quixote, for it can be

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read in all these ways [:as a modern, modernist or posmodern text] (8) Esta definición de Cien años hace referencia a cómo ésta muestra, conjuntamente, las diferentes relaciones entre mito e historia que la literatura latinoamericana propone desde los años sesenta. Por una parte, mito e historia se confunden en la narrativa de dicha era, al tiempo que aparecen como opuestos. Esta confusión-oposición marca elementos de la Modernidad en Latinoamérica donde las fuentes propias y "originarias" salen a relucir, a la vez que se enfrentan a realidades inter-continentales alimentadas por otros saberes. Por otra parte, mito e historia aparecen en los sesenta como completamente compenetrados, lo cual Martin define como evidente en las tendencias literarias modernistas y experimentales. Por último, Martin identifica un momento posmodernista en el cual mito e historia aparecen identificados, donde ya no existe ninguna diferencia entre los dos. El veredicto de Gerald Martin sobre el éxito y alcance de Cien años proviene de su análisis, muy concreto y acertado, de los antecedentes literarios que vienen desde los años 20, pasan por la publicación de Rayuela de Julio Cortázar y que se unen a influencias de Joyce y Faulkner para revolucionar el uso del lenguaje y producir narrativas

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23 complejas y contrapunteadas. Ciertos antecedentes políticos también juegan un papel importante en la difusión y aceptación de Cien años. Estos elementos se unen a tendencias revolucionarias en el ámbito del lenguaje y a la búsqueda de nuevas formas de narrar la experiencia latinoamericana. A su vez, este afán de cambio tiene como trasfondo el surgimiento de la Revolución Cubana como nueva fórmula política para el cambio social. De hecho, Martin identifica el final de Cien años como un grito triunfal y una mirada hacia un futuro garantizado por nuevas posibilidades. La lectura de Martin depende, de gran forma, del paralelismo que establece en su análisis entre libertad de imaginación y revolución política. Mediante esta relación, Martin propone la posibilidad de imaginar una realidad social diferente. Dentro del marco de análisis de Martin, su interpretación tiene sentido. Visto de otra forma,

sería

posible interpretar el cierre de Cien años como si contuviera el potencial para expresar lo opuesto: la denuncia de un fallido proyecto de consolidación. Un aire de desintegración permea el final de Cien años. La prosperidad de Macondo llega a su fin a raíz de la intervención de la United Fruit Company:

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24 Macondo fue un lugar próspero y bien encaminado hasta que lo desordenó y lo corrompió y lo exprimió la compañía bananera (García Márquez 293) Paulatinamente, los Buendía se mueren, los asesinan y/o se dispersan. El aura de abandono que se apodera de Macondo se refleja en el ámbito privado y se recrudece, especialmente, después de la muerte de Ursula, cuando la casa volvió a caer en un abandono del cual no la podría rescatar ni siquiera una voluntad tan resuelta y vigorosa como la de Amaranta Ursula, que muchos años después, siendo una mujer sin prejuicios, alegre y moderna, con los pies bien asentados en el mundo, abrió puertas y ventanas para espantar la ruina, ... y trató inútilmente de despertar el olvidado espíritu de hospitalidad (291) Al desmoronamiento de la casa Ita la que sólo le hacía falta un último soplo para derrumbarse,"

(343) se le une el

incesto perpetrado entre Amaranta Ursula y Aureliano, la última relación productiva de la novela. El nacimiento del "animal mitológico que había de poner término a la estirpe" (348) marca también el momento de "llegar al verso final" (348) de la familia, de Macondo, y de la incipiente nación. En cuanto a lo formal,

lo mágico-realista es la

estrategia estilística que le permite a García Márquez producir la particular realidad de Macondo. El realismo mágico, dice Martin, devela los contrastes que resultan de

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la yuxtaposición y choque entre diferentes culturas y diferentes momentos de desarrollo en el sentido de cambio. Las tendencias mágico-realistas se convierten en la fórmula que narrativa, literaria y políticamente caracteriza la esencia del estilo de las novelas publicadas desde los años 50 hasta la aparición de Cien años. El mito, elemento constitutivo de la narrativa mágico-realista y que enfatiza la magia, lo primitivo, lo inconsciente, el mundo más allá de lo visible, confronta el mundo "real" que deriva de la mirada positivista, cientificista, en suma,

"moderna." Es

una mirada que también organiza la historia del espacio narrado en una jerarquía que relega lo mítico al principio, a lo oral, a lo originario, y lo "real" a lo moderno,

lo

sistematizado, hecho inteligible y escrito. La historia, como recopilación y narración de eventos sucedidos, está insertada en Cien años a través del tratamiento de múltiples sucesos como la Guerra de los Mil Días, la pugna entre partidos políticos que más tarde origina la ola de La Violencia y, particularmente, la Masacre de las Bananeras de 1928 dentro del movimiento industrialista y modernizador de las multinacionales en la Costa. La forma en la que estos dos elementos están representados en la novela manifiesta una dinámica donde la historia y el mito están compenetrados. La historia

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26 sustenta el mito y viceversa, ambos internalizados a manera de apropiación y constitutivos de una unidad narrativa. Esta dinámica está explícita en Cien años en la representación del evento real de la Masacre de la bananeras en 1928. En la novela, José Arcadio toma parte en la manifestación de los jornaleros de la United Fruit Company en la plaza de Macondo/la Zona Bananera en contra de las prácticas laborales de la compañía. La inscripción del evento en la novela y la participación de José Arcadio en la protesta confirma la ocurrencia de un hecho histórico que ha sido borrado de la historiografía nacional. Además, José Arcadio es herido en la cabeza cuando los soldados le disparan a los trabajadores. La herida de José Arcadio lo legitima como testigo de un hecho real cuyo monto del número total de víctimas nunca ha sido determinado. José Arcadio no muere, o al menos no es enterrado, hasta mucho más tarde, pero la incertidumbre de su estatus define una relación con la realidad inestable y cambiante. Por tanto, debido a la fantasmagorización de José Arcadio, el carácter denunciatorio de este pasaje en el texto se pone en cuestión. En calidad de fantasma, la experiencia de José Arcadio apunta a un comentario más amplio sobre la relación de cada individuo con lo real. José Arcadio se baja del tren donde

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27 los soldados llevaban los cádaveres "que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo"

(258), pero,

más tarde, se da cuenta de que está muerto. La constante repetición del número de muertos en la masacre --"Eran más de tres mil"

(265)-- por parte del fantasma de José

Arcadio, quien sigue habitando en la casa por mucho tiempo, se convierte en el eco de un evento transformado en leyenda y, por tanto, puesto en entrédicho. Frente a una tradición realista que trata "lo real" como observable y documentable directamente en la escritura, la estrategia narrativa de Cien años presenta las mismas posibilidades de observación y documentación de la realidad con la alternativa, además, de re-escribirla e interpretarla bajo parámetros que ofrecen una nueva versión de la misma y definen su propia particularidad. Los mecanismos de representación de Cien años que concatenan lo histórico con lo local, y lo nacional con lo transnacional proyecta un continuum que unifica estos ámbitos y los sintetiza en lo latinoamericano. Estilísticamente, Cien años formula una nueva manera de ver, ordenar y narrar la realidad latinoamericana dentro de un contexto local, social y político. Partiendo de una realidad costeña, un espacio articulado dentro de parámetros de diferencia en relación con el interior del

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país, Cien años intenta proyectar una identidad nacional colombiana ex-céntrica. Es ya un hecho que Cien años fue elevada por la crítica al estatus de una novela que muestra na desire to found a Latin American myth"

(González

Echevarría 20). Sin embargo, vale establecer que "Colombia is the [most obvious] model"

(20) desde el cual parte Cien

años. Para este propósito, García Márquez se vale de los elementos locales que le permiten representar eventos que se proyectan a nivel nacional e internacional desde una perspectiva local. Bajo estas consideraciones, Cien años se yergue como un texto que consigue los objetivos que organizaron los esfuerzos creativos de García Márquez y de sus colegas de El Grupo de Barranquilla desde lo local. Vista en relación a uno de los tres elementos centrales a este estudio --la raza--,

la herencia de la

tendencia "blanqueadora" se expresa en el siglo XX en la tradición literaria. En aras de crear una identidad continental e incluyente, el elemento de raza queda rezagado dentro del proyecto de García Márquez. Cien años de soledad no manifiesta una especificidad histórica de las herencias indígena y africana en su agenda narrativa. Esta omisión ocurre a causa del miedo del incesto, contenido en Cien años, el cual ofusca la realidad mestiza/mulata. Bajo esta consideración, el borramiento de lo mulato es

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particularmente significativo, ya que produciría contaminación. La costa atlántica colombiana, el área de donde proviene el material de Cien años, es la región más diversa de Colombia con una gran población mulata. Su historia está ligada a la trata trasatlántica de africanos y a la economía de plantación. La costa es un lugar en el cual, al igual que en Macondo, conviven saberes que privilegian lo oral y lo mágico, y el saber "moderno" que privilegia lo empírico y cientificista. Pero la historia de Macondo obvia la trata de esclavos y omite la relevancia del histórico y cambiante espacio de la plantación. El efecto de esta imprevisión desacata estos elementos como vehículos de la Modernidad en el Nuevo Mundo; una Modernidad que depende de violentos y drásticos cambios políticos, económicos y sociales. La consideración de lo "moderno" trae a la superficie una de las agendas fundamentales del proyecto de la Modernidad: La consolidación de la nación moderna. Considerando que Cien años ha pasado a ser leído como alegoría de la nación y del continente, es interesante remarcar cómo el exotismo de Macondo y de sus habitantes --lo supuestamente autóctono, auténtico y local versus lo urbano y cosmopolita-- viene a representar la esencia de lo nacional. Carlos Alonso, en su libro The Spanish American

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Regional Novel: Modernity and Autochthony, identifica este efecto como parte del fenómeno de la búsqueda de un orden cultural autóctono y como producto de un momento de crisis cultural. En este proceso, un cambio en la experiencia histórica a nivel mundial, se traduce en características retóricas particulares (10). Alonso se refiere a una crisis que resulta de "an original state or circumstance that has been abandoned, violated or otherwise compromised"

(11). La

saga latinoamericana de conquista y colonización está evocada en estas palabras. Momentos de violencia e imposición de poder ocurren en un supuesto momento en que lo apacible y armónico reinan. Más cercanos aún vienen a ser los procesos de neo-colonialización cultural y económica, parte del proyecto de la Modernidad, que terminan por reconfigurar más radicalmente el panorama cultural, económico y político latinoamericano para crear rupturas dentro de estos ámbitos con mayor importación de modelos a estos tres niveles. La supuesta situación original que precede a estos cambios, según Alonso, is conceived of as a condition of perfect correspondence between the content and the forms deployed by a given culture, ... [a] cultural state that is interpreted as having generated itself in a natural fashion, that is, arising automatically from the midst of

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the collectivity and in perfect consonance with the surrounding environment (10) En suma, es una situación armónica que se convierte en disonante. El caos que resulta crea, al mismo tiempo, una identidad truncada e indefinida cuya reorganización es imperiosa. Bajo esta necesidad, surgen estrategias retóricas novedosas para plasmar nuevas posibilidades a nivel textual que devuelvan la armonía perdida. Lo autóctono y lo local pasan a ser la fuente de esta redefinición de identidad. Es un mirar hacia dentro para proyectarse hacia un posible nuevo futuro y la articulación de una resolución a la búsqueda de una identidad latinoamericana propia. Para Alonso, a comienzos del XX, la novela de la tierra es producto de esta agenda. A finales del XX, la crítica ve Cien años como un texto que llena esta necesidad de redefinición nacional y proyección continental. Al menos la primera parte de Cien años puede ser leída dentro de estos parámeros, ya que inscribe el proceso de ocupar, articular y nombrar el espacio Macondo. El motor de la producción cultural latinoamericana en general es, según Carlos Alonso, esta dinámica anterior de afirmación cultural, lo cual proviene de la experiencia de la modernidad en Latinoamérica:

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This primordial crisis, the separation repeatedly enacted by the ever-renewed attempts at articulating an autochthonous cultural [and politicalJ definition for Latin America, was inaugurated by the chasm that opened between the rhetoric of modernity with which Latin American intellectuals and revolutionaries called Latin America into being, and the concrete historical and economic circumstances out of which the latter sprang (18) En el contexto del espacio de Colombia, la retórica de la Modernidad de civilización y desarrollo proviene del centro del país y de la clase oligarca. Esta retórica se enfrenta a la "diferencia costefia" cuya problemática identidad cultural la yuxtapone a la auto-legitimada identidad criolla. "El interior" aGn mira desde un pasado colonial y hacia un codiciado proyecto de Civilización. "La costa," mientras tanto, oscila entre lo oral, lo racial, lo local y lo autóctono como lo propio y particular. Dentro de estos parámetros, la "diferencia costefia" es una constante negación a cualquier supuesto proceso de homogeneización y estandarización del espacio nacional. Los escritores costefios entran en diálogo directo con las premisas de los intelectuales decimonónicos que Alonso menciona, y sus predicciones sobre el rol de los Estados Unidos en Latinoamérica. Esto ocurre mediante la adopción de las estrategias retóricas norteamericanas como posibilidad de

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33 apertura ideológica y como respuesta al "provincialismo" del interior. 19 Este enlace literario repercute a otros niveles para afirmar una indeleble conexión histórica, cultural y lingüística particular entre el Caribe colombiano tanto continental como insular, el resto del Caribe y el sur de los EEUU. Cien años utiliza el espacio costeño como archivo, pero rescribe la historia nacional y deja de lado la tradición oral local. El mito bíblico organiza la osamenta de Cien años. 2o A pesar de los logros de Cien años a nivel del uso del lenguaje, lo oral queda relegado a lo residual y se expresa en las supersticiones y creencias que gobiernan las vidas de los personajes. La rescritura y representación de la Historia en Cien años, principalmente de la Masacre de las bananeras de 1928, cuestiona la misma como evento real y desarticula la veracidad del pasaje. Al contrastar otras obras costeñas con Cien años, se puede ver con más claridad lo que se excluye al aceptar una forma narrativa y una temática particulares como las más representativas de una región, un país o un pueblo. Para ampliar la visión que ofrece Cien años de soledad he escogido tres textos bajo el criterio primario de contemporaneidad a la publicación de esta novela. Como criterio secundario, considero la relación o marginalidad

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de sus autores a El Grupo de Barranquilla. Los textos son: Chambacú, corral de negros (1967) de Manuel Zapata Olivella, La casa grande (1962) de Alvaro Cepeda Samudio, y Los pañamanes (1979) de Fanny Buitrago. De estos autores, sólo Alvaro Cepeda Samudio era miembro central del grupo. Manuel Zapata Olivella nunca fue miembro oficial del grupo, pero Raymond Williams afirma que ocasionalmente viajaba a Barranquilla para reunirse con el grupo, en el Café Colombia de Barranquilla (Williams 144) 21

En el caso de Fanny Buitrago, ella también tomó parte en el grupo de forma temporal y muy marginal. La conciencia de Buitrago de las actividades del grupo se revela en las primeras líneas de su novela El hostigante verano de los dioses (1963)

La periodista Edna, personaje central de

esta novela de Buitrago, llega a la ciudad [de Barranquilla]

"a entrevistar ese grupo de escritores"

(15)

que se reúnen allí. Dentro del marco del movimiento literario de El Grupo de Barranquilla y dentro de la marginalidad de la producción del grupo en relación al canon nacional colombiano, los textos que he escogido revelan elementos importantes al ser leídos paralelamente a Cien años de soledad. Por un lado, estos textos develan una crisis

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35 cultural en el contexto de Colombia al demarcar la -diferencia costefia" y su resistencia a la asimilación de una identidad cultural puramente criolla y central. La exploración de lo autóctono y lo local en el contexto de la experiencia de la Modernidad en Colombia es otro aspecto plasmado en estas novelas. Igualmente, hay en estos textos un acercamiento particular a la revisión de la historia oficial. El carácter innovador radica en la forma en que los textos proponen la relación entre mito e historia. Especialmente en Chambacú y en Los pafiamanes, se evidencia cómo el borramiento del elemento racial del discurso oficial político e historiográfico ha repercutido en la alienación de ciertos grupos dentro del espacio nacional. Literariamente, esto ha resultado en el establecimiento de dinámicas narrativas que presentan una visión totalizadora. Como producto de la realización de un proyecto de Modernidad a nivel local, las tres novelas presentan la realidad de sus espacios como inevitablemente permeada de violencia. El foco de la poca crítica existente sobre cada uno de estos autores¡ ha pasado por alto la examinación de los mismos bajo el lente del Boom y la sombra de Cien afios. Mi interés es tanto re-examinar estos textos individualmente,

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36 como analizarlos para contrastar sus acercamientos a los elementos que ocupan mi estudio

--raza, mito e

historia--. 22 En el primer capítulo de este estudio, me concentro en examinar el elemento de raza como clave en cualquier inscripción de la Costa dentro de la tradición literaria colombiana y en la articulación de una subjetividad colombiana descentrada. A partir de un análisis de la novela Chambacú, corral de negros de Manuel Zapata Olivella publicada en 1967, el mismo año de la aparición de Cien años de soledad, intento develar el fracasado proyecto de imaginar la nación colombiana desde una supuesta estancia de homogeneidad y progreso. Chambacú toma lugar en los años cincuenta, momento de un pujante proceso de modernización en Colombia y del afianzamiento de centros urbanos en la costa Atlántica. Los sucesos locales, el esfuerzo de los dirigentes por erradicar el espacio real de la novela, Chambacú, y desalojar a sus habitantes, están íntimamente ligados en la narrativa a otros aconteceres a nivel transnacional. Me concentraré en apuntar, particularmente, la alusión que hace la novela a la Guerra de'Corea (1950-53) como vehículo para establecer una conexión directa con las políticas de los EEUU. A partir de la Resolución del 27 de Junio de 1950

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de las Naciones Unidas, Colombia se ve obligada a proveer un batallón de hombres para participar en la guerra como aliada. El reclutamiento forzado para la Guerra de Corea se convierte en una modalidad moderna de persecusión ejecutada sobre los chambaculeros. El análisis de la singular dinámica que existe entre la hiperproductividad del espacio de Chambacú y la simultánea carencia que se manifiesta en el mismo es central es este primer capítulo. Mediante el examen de dicha dinámica, el espacio de Chambacú se yergue como denuncia de la intersección entre Modernidad, capitalismo, democracia e industrialización, supuestos sinónimos de igualdad y progreso. Para articular el efecto de estos fenómenos tanto dentro del espacio real de Chambacú como en el espacio de la novela, utilizo los elementos expuestos por Paul Gilroy en The Black Atlantic as a Counterculture to Modernity. En base a este análisis, defino el espacio de Chambacú y su marginalidad como ámbitos que desestabilizan el discurso occidental que aparea lo moderno con lo progresivo e inclusivo. Para determinar la estancia denunciatoria de Chambacú, señalo cómo el espacio de la novela, mediante la representación de su colectividad negra chambaculera, emblema tiza la especificidad étnica de la costa. Igualmente, apunto cómo este espacio articula la

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38 historia que une a la región y a la nación al vehículo de la Modernidad en el Nuevo Mundo: la trata transatlántica de africanos. Esto subraya la agenda de Zapata Olivella basada en afirmar la presencia de una herencia africana en el corazón de una urbe costeña en el contexto de los años 50, concurrente con una retórica de completo mestizaje. En vista de estos factores, arguyo que el texto de Zapata Olivella denuncia la negada participación en el proceso de modernización de Cartagena y de la nación a los habitantes de Chambacú por motivos de raza. Los efectos del abstracto proyecto de la Modernidad es uno de los focos más significativos de este capítulo. En él cuestiono la necesidad de la nación moderna de proyectarse como una unidad política, económica y cultural, en vista de la existencia de un lugar como Chambacú. Su especificidad racial y cultural y su marginalidad política y económica en la urbe, hacen que Chambacú contienda con el supuesto carácter progresista y civilizador del proyecto de la Modernidad. A nivel formal,

este capítulo define Chambacú como

una novela disyuntiva que crea ruptura dentro de las corrientes literarias "modernas" del siglo XX. Específicamente, Chambacú cuestiona los acercamientos mágico-realistas a la realidad colombiana y la visión que

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39 ofrecen. Al mismo tiempo, Chambacú desafía la idea de una nación colombiana ya consolidada en los años 50. Asimismo, Chambacú transciende lo local y continental para adquirir un carácter contrapuntual. Sus puntos de contacto

--la

Guerra de Corea y la trata transatlántica de africanos, particularmente--

se extienden a espacios y a eventos que,

de otra manera, serían difíciles de concatenar. Para articular la noción de raza que Chambacú presenta, me valgo, nuevamente, de Paul Gilroy y su definición de "racial formation" la cual articula la intersección entre raza y clase como modalidades imbricadas. En cuanto a raza, señalo la profunda tensión que el texto proyecta sobre la falta de identificación de la colectividad chambaculera con sus raíces africanas. En el espacio de la novela, la constante lucha de los chambaculeros por la supervivencia se traduce en la aspiración a participar en la carrera modernizadora de la ciudad y del país, y a salir de Chambacú. Examino también la tensión entre los saberes que coexisten dentro del espacio de la novela. Para ilustrar lo anterior, analizo la relación que el texto articula entre el saber médico moderno y el saber del yerbatero de la comunidad como ejemplo de la coyuntura dentro de la cual existen los chambaculeros.

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40 A grandes rasgos, comento a continuación las fuentes que utilizo en este capítulo para enunciar mis argumentos. Los estudios antropológicos de Clifford Geertz sobre las peleas de gallos en Bali me ayudan a dilucidar la singular dinámica de género sexual que esta práctica económicocultural encierra. Recientes estudios colombianos sobre los múltiples tipos de interacciones violentas me brindan el material necesario para identificar las diferentes expresiones y funciones de las interacciones violentas que permean el texto de Chambacú. Múltiples fuentes históricas informan mis argumentos alrededor de la trata transatlántica de africanos y el impacto de la misma en Cartagena. Para discutir los elementos históricos que articulan la memoria de la esclavitud en la novela, utilizo los principios expuestos por Hayden White en referencia al carácter metadiscursivo del discurso histórico. En la última sección del capítulo, hago referencia a la singularidad de esta novela corno texto social realista de un profundo carácter testimonial. Mi argumento se basa en cómo la novela recrea la sensación de emergencia que los chambaculeros viven bajo la inminente amenaza de muerte y desalojo, a pesar de que estas circunstancias son inevitables e inmutables. Afirmo también el carácter denunciatorio de Chambacú corno texto que demanda atención e

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instiga políticas que eviten futuras situaciones como las que se dan en el espacio de la novela. Con el propósito de examinar la re-interpretación de la historia nacional y las repercusiones de esta operación dentro de la fábula nacional, en el segundo capítulo examino La casa grande (1962) de Alvaro Cepeda Samudio. En esta novela, Cepeda Samudio se enfoca, particularmente, en la Masacre de las Bananeras que ocurrió en 1928 en la Zona Bananera en Ciénaga, Magdalena. A través de múltiples voces, todas partícipes en una u otra medida de la masacre, Cepeda Samudio rearticula este hecho histórico. El centro de la narrativa son los hechos que envuelven el asesinato de cientos de trabajadores de la united Fruit Company a raíz de su decisión de entrar en huelga. Para constatar la masacre misma y los hechos que la preceden, Cepeda Samudio utiliza estrategias periodísticas y reporta, día a día, los eventos que llevaron al desenlace de la masacre. Cepeda Samudio incluye el decreto que autoriza al ejército a atacar a los huelguistas, y las crónicas de los soldados, articuladas de acuerdo a cómo ven su participación en la masacre. En mi análisis señalo la propuesta de Cepeda Samudio en cuanto a la inscripción de los hechos históricos lo cual requiere de acercamientos y fuentes heterogéneas y múltiples.

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Por su carácter novedoso, examino en este capítulo, las técnicas narrativas que Cepeda Samudio utiliza y cómo sirven de ejemplo del papel de El Grupo de Barranquilla en la introducción de formas experimentales de narrar. Seguidamente, apunto cómo La casa grande denuncia los supuestos agentes de la Modernidad en el espacio nacional como agentes de violencia. Cepeda Samudio remarca así la innegable unión entre la propagación de multinacionales y el proceso de industrialización del país como parte fundamental del proyecto de modernización. Los campesinos masacrados vienen a ser las lastimosas consecuencias del acto de privilegiar los intereses extranjeros y de la clase dirigente. Como factor central en este capítulo, contrasto el tratamiento de la masacre en La casa grande con el pasaje del mismo evento histórico en Cien años de soledad. Este análisis comparativo de la masacre examina cómo Cepeda Samudio reinscribe la violencia de la misma. En cuanto a la representación de la masacre en Cien años, apunto a la liminalidad de dicha representación y a la forma en que García Márquez aminora la violencia que define este evento hasta llegar a ponerlo en cuestión. Igualmente, me uno a la propuesta del texto de Cepeda dentro de la cual la masacre se convierte en la primera herida que desarticula el

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incipiente proceso de consolidación de la nación colombiana. Con el objeto de examinar la dinámica que existe entre historia y ficción en La casa grande, apunto a los efectos de la narrativización de la historia, su construcción y revisión para articular la forma en que denuncian las rupturas creadas por las interacciones violentas. Como hecho social absoluto, analizo la masacre desde dos perspectivas importantes: la sociología y la antropología. Sociológicamente, arguyo cómo La casa grande subvierte el foco en lo social y colectivo para establecer la dimensión del acto individual en los hechos sociales. A nivel antropológico, propongo formular la masacre en términos de un sacrificio. Para esto, utilizo los parámetros establecidos por René Girard y otros críticos en referencia a los ritos de sacrificio y su función dentro de la sociedad. Por último, mi análisis se centra en el elemento de violencia y cómo define el rol de la fábula familiar en La casa grande. En Cien años, la familia y los lazos familiares, a través de generaciones, son el núcleo que sostiene la sociedad y produce la narrativa. Al igual que en Cien años, en La casa grande el foco familiar está centrado en una familia específica. La fábula familiar de

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44 La casa grande también denuncia de qué forma lo público está imbricado con lo privado. La novela devela, mediante esta dinámica de poder y las jerarquías que produce, cómo se definen las relaciones entre individuos. A diferencia de Cien años, la familia de la casa grande es una entidad puramente patriarcal. Mientras que en Cien años el incesto significa el fin de una estirpe, la primacía del incesto en La casa grande tiene que ver con el deseo de una clase social de auto-preservarse. En La casa grande, la familia es el foco originario de la violencia y el odio que permea lo público. En el tercer capítulo, examino Los pañamanes (1979) de Fanny Buitrago como expresión alternativa del tratamiento del mito. Por su uso del archivo, establezco cómo Buitrago dialoga directamente con la función del mismo en Cien años. Arguyo que Buitrago devela la dinámica que existe entre mito e historia dentro del texto para identificar estos dos elementos por separado, nombrarlos como tal y establecer a cada uno como fuentes distintas de su ficción. Al mlsmo tiempo, afirmo la agenda de la novela en cuanto a que proyecta la imposibilidad de desentrañar estos dos elementos. Mediante el estudio de Roberto González Echevarría sobre el manuscrito/archivo, examino el carácter del

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archivo de Goyo Saldaña, la fuente "legítima" de información cuya narrativa produce la novela. Por otro lado, establezco la novela como un texto que privilegia lo oral al incluir la leyenda del pañamán de la tradición oral de la isla de San Gregorio como una fuente que organiza y gobierna la narrativa. Demuestro así cómo la leyenda dicta el destino de los habitantes de la isla, rige sus interacciones, y cuestiona la versión oficial de la historia de la isla. Siguiendo los parámetros establecidos por los estudios de Lévi Strauss, Mircea Eliade en torno al mito y René Girard sobre el sacrificio, analizo el texto de la leyenda presentado en la novela. Mediante esto, analizo los elementos de la leyenda que revelan no sólo los eventos ya ocurridos sino también el presente y el futuro de la isla y de su colectividad. El sintético estudio de Walter Ong sobre la oralidad y el alfabetismo me ayudan a identificar los elementos que definen Los pañamanes como producto de una realidad que oscila entre lo oral y lo escrito. Teniendo en cuenta la leyenda del pañamán como central en la cosmogonía isleña de la novela, planteo la identificación que existe entre la mujer de la leyenda y el personaje de Sabina Galende, traduciendo así el mensaje de la leyenda al presente de la novela. Esta formulación tiene

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46 como objetivo afirmar la representación del cuerpo político de la isla en el personaje violado y penetrado de Sabina. Basado en esto, interpreto la realidad isleña y las subjetividades que ocupan la isla

--tinieblos y pañas

predominantemente-- como resultados de un acto de violencia, simbólico de la repetición de un acto de ocupación y penetración. Esta realidad cuestiona así una realidad nacional que relega a la memoria la violencia inscrita en el proceso de hibridación racial y de diversificación étnica del espacio nacional. Como aspecto importante que marca la hibridez del espacio de la novela, hago referencia a la especificidad lingüística de la isla de San Gregorio. Lo lingüístico constata dicha híbridez con la inscripción de personajes que se enuncian dentro de un continuun que se extiende desde el español estándar hasta el inglés estándar. Muestro así la preocupación de Buitrago por plasmar la híbridez de este espacio periférico en relación al territorio nacional, haciendo eco al espacio costeño continental. Esto establece una discontinuidad aún más profunda con el espacio nacional continental y cuestiona su fábula monolingüe. En la conclusión del capítulo, regreso a las dos dimensiones en que se mueve la novela --la oralidad y la escritura-- para afirmar el innegable valor de la escritura

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como vehículo para preservar una oralidad amenazada por vertiginosos procesos de modernización. La rebeldía de Sabina, arguyo, constituye la desafiante existencia isleña y su determinación de articular una mitología propia, reafirmando así lo regional versus lo nacional. O visto de otra forma, una posibilidad de re-articular lo nacional desde lo regional. En mis conclusiones generales, retorno a la Modernidad como el sustrato común de los tres textos que conciernen a este estudio. Afirmo así la articulación de un mercado simbólico que privilegia el acto homogeneizador de Cien años de soledad. Esta ecuación excluye toda narrativa disonante que no se adhiera a una agenda que represente una realidad nacional consolidada y coherente. Como vehículo para producir una realidad "moderna," remarco la centralidad de las interacciones violentas que subrayan las narrativas de Zapata Olivella, Cepeda Samudio y Buitrago.

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48 Notas

lGilard cita a Germán Vargas y sus comentarios sobre los escritores caldenses "--oriundos del departamento andino de Caldas-- [quienes] eran uno de los blancos predilectos del grupo" (Gilard "El Grupo de Barranquilla" 923). Gilard también señala los continuos ataques de que eran objeto los escritores Silvia Villegas y Arias Trujillo por la "frondosidad verbal de [estos] 'greco-caldenses'" (923) Igualmente, dice Gilard, los miembros del grupo se resistían a aceptar el nacionalismo literario que demandaban escritores como Tomás Vargas Osorio quien "exigía que los temas y procedimientos [del concurso de cuentos de la Revista de las Indias] fueran exclusivamente colombianos, sin especificar qué podía ser un procedimiento 'nacional'" (925). 2Ver Núñez,

"Chile y el curso forzoso."

3Ver Melo,

"Del federalismo a la Constitución de 1886."

4Ver Melo,

"La Constitución de 1886."

SRafael Núñez fue Presidente del Estado de Bolívar de 18769, período durante el cual también asistió y participó en el Senado, y sirvió de Ministro de Finanzas. Núñez fue elegido Presidente de Colombia en 1880, re-elegido en 1884, y luego re-elegido por la Nueva Constituyente de 1885. Ver Posada Carbó 230. Pombo y Guerra, "Constitución política de los Estados Unidos de Colombia sancionada por la Convención Nacional el 8 de mayo de 1863" y "Constituciones de Colombia recopiladas y precedidas de una breve reseña histórica;" ver también Melo, "La Constitución de 1886" y "Del federalismo a la Constitución de 1886." 6Ver

Ver Posada Carbó y Melo, "Del federalismo a la Constitución de 1886" y "La Constitución de 1886."

7

8Ver

Valencia Tovar.

Ver Pombo y Guerra, "Constitución de la República de Colombia de 1886" y Melo "La Constitución de 1886." 9

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IOHacia finales del siglo XIX, el país estaba empobrecido por las cuatro guerras civiles que habían tomado lugar. En cuanto a la educación en este período,Jaramillo Uribe dice, en que ésta "fue una de las más directas víctimas de este período de anarquía política y desorganización administrativa. Los planes de desarrollo educativo proyectados en 1870 apenas habían comenzado a dar su frutos ... Al finalizar el siglo la problación escolar sólo alcanzaba la cifra de 144.667 estudiantes (233)." JlVer Pombo y Guerra, "Constitución de la República de Colombia de 1886" y Melo, "La Constitución de 1886." 12Cap ítulo IV, Colombianos y Extranjeros, Art. 31. Son colombianos: 1. Todas las personas nacidas o que nazcan en el territorio de los Estado Unidos de Colombia, aunque sean de padres extranjeros transeúntes, si vinieran a domiciliarse en el país; ... " (Pombo y Guerra "Constituciones de Colombia recopiladas y precedidas de una breve reseña histórica. Constitución de la República de Colombia de 1886" 138). 13

Ibid

14Entre 1880 Y 1900, se lucharon cuatro guerras civiles: 1876, 1885, 1895, 1899. La Guerra de los Mil Días fue la más cruenta. Ver Jaramillo Castillo, "Antecedentes generales de la guerra de los Mil Dias" y "La guerra de los Mil Días, 1899-1902." 15Ver Posada Carbó 213-251. 16"The freedom of movement of merchandise and people (of all nationalities) along this coast with practically no interference by the Colombian government officials is typical of the general lawlessness of the region, and it is indicative of the fact that potentially anything can happen out here without the colombian Government's knowing about it or without that government's doing anything about it" (Posada Carbó 228). 17Ver Williams, González Echevarria y Martin. 18Ver González Echevarria y Martin.

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19 Ver Brushwood, y también Gilard, "El grupo de Barranquilla" y "García Márquez, le groupe de Barranquilla, et Faulkner." 2°González Echevarría identifica la mitología bíblica como una de las cuatro fuentes mitológicas que organizan el texto de Cien afios. Para González Echevarría, "no single myth or mythology prevails" (19). A diferencia de González Echevarría, creo que la línea mitológica bíblica es el eje que organiza la narrativa de Cien afios. 21No hay evidencia de que Zapata Olivella haya participado activamente o fuera considerado miembro del grupo. 22Utilizo el término historia para referirme al discurso historiográfico oficial.

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Capítulo 1 Chambacú, corral de negros (1967) del escritor afrocolombiano Manuel Zapata Olivella se inserta en la problemática historia del espacio real de Chambacú. Este espacio ha generado una controversia que rodea el nombre de Chambacú, su procedencia y significado, y hasta la existencia de un espacio denominado como tal. Con su representación de este espacio y la situación social de sus habitantes, la novela afirma la institución de la esclavitud y la trata de africanos como vehículos de la Modernidad en Colombia y en Latinoamérica. El estudio de la representación de la violencia en el texto nos permite un análisis del rol de la trata en la constitución de la nación moderna colombiana. Para examinar la decisión de Zapata Olivella de escribir un texto social realista como una estrategia para desestabilizar las tendencias genéricas dominantes en Colombia y en Latinoamérica en los años 60, primero hay que establecer tanto la posición de Chambacú dentro del canon literario colombiano y latinoamericano como los parámetros internos del texto y de los elementos externos que la articulan. La novela social realista Chambacú, corral de negros es un texto menor y marginal al canon literario colombiano. Curiosamente, Chambacú encierra un cúmulo de elementos que

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brindan la oportunidad de reposicionarla corno un texto que cuestiona el canon mismo. La relevancia de la contribución de Manuel Zapata Olivella y de la totalidad de su obra es, en contraste, ya reconocida. Rayrnond L. Williams establece la importancia de la producción literaria de Zapata Olivella y lo identifica corno parte del grupo de escritores quienes le dieron un nuevo rumbo a la literatura costeña. Dice Williams que los años finales de la década de 1940 marcaron un viraje de la narrativa de la región, a partir de la primera novela de Zapata Olivella, Tierra Mojada, de los cuentos de García Márquez y las reuniones del Grupo de Barranquilla, cuyas discusiones se orientaban hacia la literatura europea y norteamericana del momento (143) Zapata Olivella está así inscrito corno un escritor central en la etapa de la literatura costeña que Williams denomina de transición entre 1828 a 1961 (143). En la siguiente etapa de transición que Williams establece entre los años de 1963 a 1966, o sea antes de la aparición de Cien años de soledad en 1967, Zapata Olivella surge nuevamente corno un escritor significativo con tres novelas publicadas, siendo Chambacú una de ellas. Williams establece que las obras de Zapata Olivella en los primeros años de 1960 describen la oralidad y la cultura triétnica de la Costa (151)

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En cuanto a Chambacú, Williams la describe como una novela que Use relaciona con las luchas de supervivencia de la población negra en Chambacú, un barrio de Cartagena"

(151).

La proyección de esta novela de Zapata Olivella, de acuerdo a esta aseveración de Williams, se extiende solo a los límites de la urbe y Williams no prosigue a incluir a Chambacú en la Cronología de la Costa que abarca desde el año 1844 a 1967, al final del capítulo (161-167). Yvonne Captain-Hidalgo, autora del único trabajo focalizado en la obra de Manuel Zapata Olivella, The Culture of Fiction in the Works of Manuel Zapata Olivella, reconoce la novela Chambacú como parte del período más prolífico del autor, 1960-1964 (5). En relación con las tendencias narrativas de los textos posteriores y más conocidos de Zapata Olivella, Captain Hidalgo define Chambacú como un texto de transición. Acertadamente, Captain-Hidalgo sitúa la novela en la producción textual del autor dentro de la temática de los desposeídos y de la clase baja urbana. Igualmente, Captain-Hidalgo establece la importancia de este texto dentro de la escasa narrativa de la saga de los afro-americanos en el Nuevo Mundo. Según Captain-Hidalgo, la esforzada expresión literaria sobre la experiencia afro-colombiana en Chambacú culmina en

la

novela más conocida y discutida del autor, Changó, el gran

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putas, publicada en 1983. Indiscutiblemente, estoy de acuerdo con Capta in-Hidalgo en su aseveración general de la novela Chambacú y, particularmente, con sus comentarios centrados en la decisión de Zapata Olivella de optar por el realismo social como el único vehículo adecuado para plasmar la realidad del espacio que narra la novela. Sin embargo, en el estudio de Captain-Hidalgo, la posición y significado de Chambacú dentro de un espectrum literario más amplio es dejado de lado. A pesar de que ambos, Williams y Captain-Hidalgo encasillan a Chambacú no sólo como un texto menor sino de una proyección que se limita a lo local, ml preocupación central en este primer capítulo es la de ampliar las posibilidades de análisis sobre esta novela. Demostraré entonces cómo una novela marginal y de transición puede encerrar elementos que trascienden lo regional y lo específico, y aún lo nacional. Por tanto, mi análisis de Chambacú, corral de negros se propone, por un lado, re-insertar esta novela dentro de la producción literaria regional de una forma más significativa. En cuanto a la producción literaria costeña, Chambacú llena el vacío que dejan otros textos contemporáneos a esta novela de Manuel Zapata Olivella. Particularmente, Chambacú inscribe la memoria de la

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esclavitud en el espacio de Colombia y la herencia y presencia africanas que predomina en la Costa, la región del norte de Colombia, como producto de la institución de la esclavitud. Dicha herencia ha sido borrada de la historiografía oficial y sólo reconocida hasta 1991 en la Nueva Constitución de la República. 1 Por otro lado, a nivel de la producción literaria nacional y dentro del marco del llamado Boom literario que culmina, según el concenso de críticos como Raymond L. Williams y Gerald Martin,

2

con la

publicación de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez en 1967, Chambacú denuncia la marginalidad del espacio real de Chambacú y el fallido proyecto de identidad y consolidación nacional ya evidente en los años 50. El escribir una novela social-realista sobre descendientes de esclavos en los años sesenta, en pleno proceso de un establecimiento de una identidad latinoamericana

--no sólo

colombiana-- mestiza y a través de estrategias mágicorealistas, cuestiona la inclusividad de tal identidad y las estrategias narrativas utilizadas en el proceso de su articulación. Como testimonio de estos procesos exclusionarios, Zapata Olivella denuncia la marginalidad de los habitantes de Chambacú, a quienes se les ha negado todo acceso a los supuestos beneficios del creciente proceso modernizador de los años 50. La alienación de los

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chambaculeros saca a relucir el papel que la negritud juega en ella. Me propongo así examinar y presentar cómo el espacio que narra la novela, Chambacú, puede ser visto a manera de un microcosmo que ofrece una gama de elementos, algunos de ellos ya mencionados, relacionados con la memoria de la esclavitud en Colombia, identidad étnica, negritud, identidad regional y nacional y desarrollo económico, urbano, político y social. Todos estos elementos están estrechamente ligados al proyecto de 'la Modernidad en Colombia y unidos a la utopía de la Arcadia colombiana. Esta utopía está articulada en la Constitución de 1886, y fue producida por el movimiento de la Regeneración encabezado por el político costeño y presidente de la República Rafael Nieto. 3 Enraizado en las fórmulas que la clase dirigente absorbió y asimiló en sus viajes al extranjero, el proyecto de la Modernidad en Colombia contiene los mismos principios descritos por Habermas en términos de "develop objective science, universal morality and law, and autonomous art"

(98).

A raíz de La Violencia, etapa que emerge con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá el 9 de abril de 1948 y que se generalizó en todo el país, los años 50, período en el que se desarrolla la trama de la novela, es

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un momento en que la nación lucha por rearticularse y demostrar su consolidación bajo la dirección del presidente Laureano GÓmez. Era un momento en la realidad nacional colombiana en que la capacidad de la clase dirigente de demostrar el cambio hacia nuevos derroteros a nivel social y político determinaría el apoyo económico y la subsecuente modernización industrial y urbana que Estados Unidos, particularmente, facilitaría. Este apoyo militar contribuye decisivamente a la misión del gobierno de Laureano Gómez la cual estuvo basada en su visión de la sociedad a manera de pirámide cuyo vértice ocupa el genio, si existe en un país dado, o individuo de calidad destacadísima por sus condiciones intelectuales. Por debajo encuéntranse quienes, con menos capacidades, son más numerosos. Continúa así una especie de estratificación de capas sociales, más abundantes en proporción inversa al brillo de la inteligencia, hasta llegar a la base, la más amplia y nutrida, que soporta toda la pirámide y está integrada por el oscuro e inepto vulgo, donde la racionalidad apenas aparece para diferenciar los seres humanos de los brutos (Tirado Mejía 89-90)4 Unido a su crítica del sufragio universal por considerar necesario regresar al voto únicamente "para los cónyugues legítimos en representación de las familias"

(89), las

palabras de Laureano Gómez resumen el ambiente socio-

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político y la ideología dominante en el tiempo de la novela de Chambacú. La participación de Colombia en la Guerra de Corea (1950-1953) con el envío del Batallón Colombia es un evento central en la novela de Chambacú que la proyecta a nivel transnacional. Este gesto de cooperación le sirvió a Laureano Gómez para mostrar su nueva posición frente a los Estados Unidos y fue un importante factor de negociación del gobierno colombiano para adquirir armas (92) Los efectos económicos de un renovado control oficial que demostraba una superación de la anarquía del período de La Violencia y la efectividad del apoyo externo, fueron experimentados por la clase alta. 5 Dentro de este esquema, el desarrollo urbano ocupó un lugar importante en la agenda nacional y, Cartagena, como puerto importante y espacio turístico de cara al mundo, recibe una considerable atención de parte del gobierno central. El espacio de Chambacú, aprisionado entre la Cartagena moderna en pleno desarrollo urbano, y las murallas de la Ciudad Vieja, símbolos de la colonia re-investidos de significado como capital cultural nacional, devela los desfases producidos por procesos de modernización desiguales en términos de desarrollo urbano, económico y político a nivel local y nacional. Chambacú, tal y como 10 narra la novela del mismo

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nombre, es un espacio disyuntivo que cuestiona y pone en entredicho el imaginario fluir de la realidad moderna colombiana de los años 50 en su versión cartagenera. Chambacú permite esta examinación con la particularidad de añadir una especificidad etno-histórica a la homogeneizante ecuación formulada para producir el ciudadano colombiano, mestizo, moderno, productivo y apaciguado. La novela recupera para el archivo local y nacional, la cruda persecusión de los chambaculeros y la eminente erradicación del espacio de Chambacú y de sus habitantes. Una vez inscritos, estos elementos denuncian lo que Paul Gilroy in The Black Atlantic: Modernity and Double Consciousness denomina "an innocent modernity"

(44) al referirse al

ámbito del período pos-Ilustración durante el cual París, Berlín y Londres son purgadas de toda presencia del Otro. De forma similar, la novela Chambacú tiene, como parte clave de su agenda,

develar la violencia que encierra el

esfuerzo por modernizar a Cartagena y asegurar el orden social. La violencia que permea el texto de Chambacú, corral de negros sirve como elemento a través del cual interpretar y examinar la realidad del espacio de Chambacú y de los chambaculeros que la novela narra. Las manifestaciones de violencia en la novela son múltiples y

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se extienden a la constante persecusión a la que los chambaculeros son sometidos y la subsecuente compartamentalización, alienación y dispersión de los mismos. Hay un violento desplazamiento económico que obliga a los chambaculeros a desempeñarse dentro de un límitado espectrum de actividades económicas como únicas vías a su disposición para su supervivencia. Como testimonio del legado de la trata transatlántica de africanos y la participación de Colombia en la misma, el texto devela un borramiento étnico y cultural a través de esfuerzos oficiales por borrar "el rostro negro de Cartagena." Este borramiento se extiende más allá de la evidencia de la trata como elemento histórico ya que, la negritud es, en el presente de la novela, locus de un sinnúmero de significados, producto de las mismas ideologías que servían de apoyo a la trata. Al considerar los diferentes frentes y fuentes de violencia que el texto ofrece, el espacio nacional sufre una singular re-examinación a través de la realidad y de la existencia de Chambacú. El criterio de quién es o no ciudadano/sujeto nacional al igual que factores étnicos y económicos surgen como elementos estrechamente relacionados a la dinámica del espacio de Chambacú que Manuel Zapata Olivella narra en su novela. Consecuentemente, Chambacú,

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corral de negros presta un espacio textual desde el cual extender un análisis más amplio de la nación colombiana en un momento en el cual complejos mecanismos de inclusión y exclusión, operan para proyectar una nación mestiza, moderna y consolidada. Dichos mecanismos luchan por hacer coherente lo que la realidad evidencia corno decididamente incoherente, situación que tiene una expresión singular en Chambacú y determina la importancia de narrar este espacio. El espacio de la novela Chambacú, corral de negros es el espacio de Chambacú o sea el asentamiento que se formó desde por lo menos finales del siglo XIX en la isla desierta y vecina a la ciudad amurallada de Cartagena de Indias. El asentamiento de Chambacú fue constituído por los habitantes de Pueblo Nuevo, Pekín y Boquetillo, pescadores y emigrantes del Palenque de San Basilio cuando los tres primeros fueron desalojados y se retiraron al espacio que oficialmente se conoce corno Isla de Elba. Existe un gran desacuerdo sobre el nombre Chambacú y sobre la localidad de un espacio denominado corno tal. Lo cierto es que ya sea que Chambacú es parte de --o es-- la Isla de Elba, para un numeroso grupo de habitantes de este espacio, éste es reconocido bajo el nombre de Chambacú. La isla fue adjudicada por la corona española al contador Rodrigo Durán en el siglo XVI. En 1539, seis años después de la fundación

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62 de Cartagena de Indias, la isla fue conectada a la ciudad a través del Puente de San Francisco. Esta era la única forma de atravesar el caño de la Matuna y el único contacto con la ciudad por tierra. nEl Dean" Juan Pérez de Materano "venerable persona, docto santo, y jusquín en teórica de canto"

(Lemaitre y Palmeth 9), era dueño de la isla en 1566

luego de haber venido de la Audiencia de Panamá donde había sido párroco. Pérez de Materano renombra la isla Getsemaní, como el lugar bíblico donde Judas entrega a Jesús. Pérez Materano renombra a la isla como testimonio de su compromiso religioso y la presencia de la orden franciscana en aquella. El convento franciscano fue la primera construcción localizada en el arrabal, aunque de materiales muy primitivos, de tabla y paja, ... fundado en 1555 por Fray Pedro de la Iglesia (9 )

Además de estas razones, el nombre del lugar invita a interpretación por su origen. Si el nombrar conlleva el investir con significados determinados, el nombre de Getsemaní y su raíz bíblica interactúan de manera particular con el cúmulo de significados que esta última posee. Getsemaní es el huerto donde Jesús va a orar con sus díscipulos el día anterior a ser capturado. Entonces, Jesús dice:

"Padre, si esta copa

no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga

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tu voluntad"

(Mateo 26, 42). Judas, uno de los díscipulos,

le da un beso a Jesús al día siguiente para ayudar a los soldados a identificarlo y capturarlo. Las palabras de Jesús adquieren un carácter anticipatorio, ya que hacen alusión a su aceptación de un. destino y una muerte ya determinados. En el caso de la isla colombiana, es irónico que es en este mismo espacio de Getsemaní donde se constituye la comunidad de Chambacú cuya existencia está condenada a la erradicación y es aún disputada. Por otra parte, como espacio separado, insular y apartado de la tierra firme,

la isla funciona a manera de jardín, un

espacio de reflexión desde el cual se puede observar la realidad de afuera y proyectar el futuro. La alienación de este espacio y de sus habitantes brinda también oportunidades de planear y llevar a cabo actos de resistencia que demuestran el sentido de marginalidad de los habitantes con respecto a la urbe y a la nación. La marginalidad de este espacio también contribuye al borramiento de la existencia de un lugar bajo el nombre de Chambacú y a una resistencia a reconocer a la Isla de Elba por un nombre diferente al de Getsemaní. Las versiones son varias, y varios son también los puntos de vista sobre el nombre de Chambacú y su procedencia. Folios notariales de propiedad del Archivo de Cartagena de Indias en el Palacio

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64 de la Inquisición contienen el nombre de Chambacú de la siguiente manera y en los siguientes años: La Calle de las Maravillas alias Chambacú en records de transferencia de propiedad de 1828; el Callejón de Chambacú en records de 1849, e islas de Chambacú Grande en records de 1878. 6 Más recientemente, las periodistas María Clara Lemaitre y Tatiana Palmeth narran en su libro Getsemaní: El último cono donde desembocan los vientos, la crónica de Getsemaní desde una perspectiva histórica sin remarcar la existencia de un lugar denominado Chambacú. En este texto, Lemaitre y Palmeth sólo hacen alusión al nombre de Chambacú en una cita de los comentarios del arquitecto Augusto Tono Martínez sobre los planes para la construcción del Centro Internacional de Convenciones. 7 Luego de citar a Tono Martínez, Lemaitre y Palmeth no prosiguen a discutir el nombre de Chambacú y tampoco establecen la existencia de otro nombre para Getsemaní. Por el contrario, el estudio de Lemaitre y Palmeth se concentra en Getsemaní como espacio coherente con un devenir histórico articulado de forma homogénea en una comunidad definida por sus quehaceres económicos y su rol en la historia de Cartagena. Lo que sí marcan Lemaitre y Palmeth es la definición de Getsemaní como arrabal. Esta definición constituye a Getsemaní en un espacio marginal tanto por su ubicación geográfica insular

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como por la marginalidad económica de sus habitantes. Lemaitre y Palmeth citan al historiador José Urueta quien, en el siglo XVI, ya comenta la situación de Getsemaní por el hecho de que muchas personas en Getsemaní están proveídos solares ... , y no los edifican y los que dejan estar hecho arcabuco y es causa de que la ciudad no aumentaba por aquella parte (10) Esta definición de arrabal acompaña a todas las alusiones a Getsemaní y dio paso a decisiones gubernamentales que afectaron la vida de los habitantes del lugar. En cuanto al carácter social del barrio, las autoras lo definen desde un punto de vista económico. Los oficios desempeñados por sus habitantes, pescadores, trabajo de siempre, el sastre, el zapatero, labrador, talabartero, boticario, platero, herrero, mayordomo, soldado ... eran todos oficios dirigidos al tipo de vida predominante en el arrabal, por el muelle carenero emplazado en el Arsenal donde se reparaban las grandes embarcaciones (22) Así, Lemaitre y Palmeth privilegian los elementos económicos del barrio en su descripción inicial. Las periodistas no establecen la composición étnica del lugar en relación a las numerosas ocupaciones que listan y a pesar de que la gran mayoría de estas ocupaciones fueron

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66 llevadas a cabo por esclavos y sus descendientes desde el siglo XIX. 8 El censo de 1777 9 el cual ellas sí citan establece que se encontraban en Getsemaní un total de 4.072 personas, las cuales se dividen en 32 personas eclesiásticas, 938 vecinos, 2.900 almas libres y 202 esclavos. De éstos encontramos 408 personas con trabajo, incluyendo a las personas del clero' (21) Una cuidadosa lectura de estas cifras devela y afirma una herencia étnica particular en el "arrabal" o en una zona del mismo cuya presencia e identidad Lemaitre y Palmeth se reservan el derecho de no nombrar. Si se suma el número de "almas libres," 10 o sea de libertos, al número de esclavos registrados en el censo, el resultado revela una definitiva mayoría de individuos africanos o de descendencia africana en un total de 3.102. Esta cifra, contra el total de 4.072 personas, afirma la presencia de una comunidad negra. Estas cifras son aún más acertadas al observar el número de importaciones de esclavos a través del puerto de entrada de Cartagena de Indias. Entre 1595 y 1640, un total de 135.000 africanos esclavizados fueron importados al Nuevo Mundo a través de Cartagena de Indias, muchos de ellos destinados a trabajar en esa área (Blackburn 143)

.11

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67 The slaves sold to the islands were few now [entre 1595 y 1640] compared with the numbers going to Mexico (Veracruz) and Cartagena, a port which supplied slaves to Peru, Venezuela and Columbia ... Cartagena, Arica and Quito, all had a high proportion of slaves in their populations (143) Si bien esto no sirve de evidencia suficiente para que Lemaitre

y

Palmeth establezcan la existencia de un espacio

denominado Chambacú, la figura que el censo mismo ofrece permitiría afirmar que Getsemaní era en ese momento, y siguió siendo hasta su transformación en los años 70, el espacio de una colectividad que se reconocía y definía como negra y chambaculera. Por tanto, el borramiento por parte de Lemaitre y Palmeth de características claves de este espacio y el acto de no nombrar a Chambacú como tal en su texto ejemplifican el borramiento al que ha sido sometido este espacio en la historiografía tanto nacional como regional. Dicho borramiento constituye un acto de violencia a nivel simbólico el cual forma parte de un proceso orientado a "la eliminación efectiva del otro-individuo o del otro-colectivo"

(Cubides, Olaya y Ortiz 18).

Juan Vicente Gutiérrez Magallanes en su libro Chambacú, a la tiña, puño y patá,12 anota que según el Nomenclator Cartagenero (Donaldo Bossa Herazo, pág. 249) ya nadie llamaba Chambacú al sector comprendido entre la calle de la Media

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Luna, la Avenida Luis C. López; cuando el cartagenero contemporáneo dice Chambacú, se refiere a la antigua isla de ese nombre, llamada así por su proximidad al tantas veces aludido sector urbano, que era una isla relativamente pequeña cuyo dueño, a mediados del siglo pasado, D. Antonio B. Gulfo, bautizó Isla de Elba. Hoy la isla de Chambacú ya no es isla, porque los antiguos rellenos la unieron a la tierra firme, esto es, a los barrios de El Espinal y de Rodríguez Torices (16) Más allá de las discrepancias sobre la identidad de quién bautizó la isla, el texto de Gutiérrez Magallanes afirma el derecho de Chambacú a ser nombrado como tal y encajado dentro del panorama histórico urbano, regional y nacional. Publicado simultáneamente al texto de Lemaitre y Palmeth por el Instituto Distrital de Cultura de Cartagena de Indias, Chambacú, a la tiña, puño y patá testimonia lo que la historiografía oficial borra. Dice Gutiérrez Magallanes: Crecimos sin saber que aquello era la isla de Elba. Sabíamos que estábamos en Chambacú con el temor de ser estigmatizados, pero seguíamos en penumbra. Ignorábamos que según los historiadores no nos correspondía el nombre de Chambacú. Daba la misma cosa, estábamos allí, algunas veces negándonos, otras veces esperando el resplandor que llegó cuando el nombre de Chambacú comenzó a usarse en las marquesinas de los edificios inteligentes y las tiendas de recuerdos (21)

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69 Tanto para Gutiérrez Magallanes como para toda una colectividad, este estudio autobiográfico, genealógico, historiográfico y etnográfico articula la indiscutible existencia de Chambacú. No obstante, el nombre de Chambacú c?nlleva su propia disputa. Aquiles Escalante menciona que Chambacú es el nombre de una región que existe desde su tiempo de San Pedro Claver de Indias en el siglo XVII] sufijo claramente africano

tiempo [el en Cartagena ... con un (9)

Dicho sufijo, de acuerdo a Escalante, es testimonio de la presencia de africanos Chamba, provenientes del norte de los Ashanti en la Costa de Oro. San Pedro Claver, sacerdote jesuíta, fue canonizado por su labor caritativa hacia los africanos cuando llegaban moribundos en los navíos. En sus escritos, Claver habla de su trabajo con los Chamba en el puerto de Cartagena "como consta en sus procesos"

(9). A

nivel linguístico, el término chamba se usa en la variante costeña para referirse a "trabajo." Así mismo, chambear significa "trabajar." Curiosamente, Gutiérrez Magallanes discute el origen del nombre de Chambacú a pesar de no discutir la existencia del espacio de Chambacú y de la colectividad chambaculera. El Nomenclator Cartagenero de Donaldo Bossa, dice lo siguiente: Chambacú. Se

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ha especulado mucho con el antiguo nombre de la mitad, por lo menos del barrio de Getsemaní, y de la isla adyacente, hoy unida a la tierra firme por modernos rellenos, nombre al que algunos investigadores le atribuyen origen africano, y otros lo consideran aborigen .... Los nombres de Chambaca, Chamboco y Chambacú figuraron en encomiendas de finales de siglo XVI, cuando apenas empezaba la trata de esclavos africanos por el puerto de Cartagena, de asidero para creer que estos topónimos son catíos (22) Tal vez no hay una conclusión única que se pueda articular con respecto al nombre de Chambacú. Lo cierto es que, para al menos un número significativo de individuos quienes habitaban un espacio el cual ellos sólo conocían con el nombre de Chambacú, éste puede ser identificado como tal. Particularmente importante para este estudio, la especificidad étnica africana de la mayoría de los habitantes de Chambacú sirve de testimonio duradero de la participación de Cartagena de Indias y de Colombia en la trata transatlántica de esclavos. Ya mencionado anteriormente, [l]egal o clandestinamente, Cartagena fue el puerto de entrada de la mercancía de ébano, hasta el punto que en el año de 1.663 se llegaron a contar en dicho puerto catorce navíos negros, con unos 800 a 900 esclavos cada uno .. ", cosa que no debe sorprendernos si tenemos en cuenta que la ciudad fundada por Heredia fue durante mucho

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tiempo centro de distribución de los negros en la América Española ... (Escalante 9) Por la misma época,

"había alrededor de 20.000 esclavos en

Cartagena y su provincia"

(Fals Borda 1-51-B). Ciertamente,

la mayoría de los africanos esclavizados traídos a través del puerto de Cartagena estaban destinados a la extracción minera. No obstante, este ramo de la economía [la agricultura] se desarrolló también a expensas de la explotación de los esclavos de color (Escalante 8) Por tanto, Cartagena de Indias, como puerto de entrada de africanos al resto de Sur América, y Chambacú, como locus de convergencia de africanos y descendientes de los mismos, juegan un papel significativo en el estudio de la trata en esta región de Colombia. Para el siglo XVIII, la economía de la Nueva Granada era impensable sin el concurso de los negros. Sobre sus hombros reposó el desarrollo de la minería, agricultura, ganadería, artesanía, comercio, trabajo doméstico y extracción de perlas en el Caribe ... Por su parte, durante 350 años le dieron vida al comercio, bogando champanes por el Río Grande de la Magdalena y otras arterias (Friedemann y Patiño Rosellini 59) Esta dinámica continuó hasta el siglo XIX y más allá de su abolición en 1851, ya que la esclavitud en las Américas viene a constituir la base del proyecto de la modernidad y,

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especialmente, la base sobre la cual se construye la nación-estado. Dado que la historiografía colombiana, siguiendo la ruta continental, ha estado imbricada con la tradición literaria, Chambacú, corral de negros participa

~ambién

de

esta tradición. Tal como afirma Roberto González Echevarría, Latin American history is to the Latin American narrative what the epic themes are to Spanish literature: a constant whose mode of appearance may vary, but which is rarely absent (6) Sin duda, Chambacú se adhiere a esta tendencia ya que narra abiertamente espacios y eventos del devenir histórico local y nacional, mediatizados a través de mecanismos literarios para narrar la historia de una colectividad sin Historia. Sin ser un texto que se defina como una novela histórica, y sin ser un texto histórico que se reclame como desprovisto de toda ficción, Chambacú proyecta un esfuerzo mimético, resultado del deseo de representar los hechos "como son." El uso del realismo social como estrategia estilística para efectuar su operación mimética, contribuye al deseo del texto de representar la realidad del espacio de Chambacú en un momento histórico particular y a través de personajes que constituyen una tipología de la colectividad del lugar, la cual prima sobre lo individual. Por su carácter social-

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realista y denunciatorio, Chambacú establece ciertas dicotomías relevantes que pueden ser definidas como maniqueístas al polarizar elementos estilística y temáticamente. Estilísticamente, la novela se establece como contestaria al alejarse de las tendencias experimentales y mágico-realistas de los 60, y afirma el realismo social como estrategia narrativa coherente con la temática de la novela y la realidad que desea plasmar. Temáticamente, Chambacú retoma el tema de la saga de los africanos en el Nuevo Mundo, tan escasamente narrada, y proyecta una dicotomía entre blancura y negritud con la intención de radicalizar el análisis del espacio nacional. Además, Chambacú desestabiliza el locus de colombianidad e identidad latinoamericana, al alejarse de la preocupación por definir una identidad regional y nacional en base a expresiones culturales específicas. Es decir, en un momento en el panorama literario no sólo colombiano sino también latinoamericano en el cual escritores como Gabriel García Márquez experimentan con estrategias narrativas en búsqueda de lo latinoamericano y lo sitúan en la periferia rural, fuera de la urbe, Zapata Olivella re-sitúa el locus de esta búsqueda en el espacio urbano y presuntamente moderno. Al estar en los límites de la Ciudad Vieja de Cartagena y de la Cartagena moderna, la posicionalidad del espacio de

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74 Chambacú que narra la novela emerge como un espacio privilegiado para re-examinar los procesos de modernización orientados a definir la nación moderna. Esto, unido a la especificidad étnica de Chambacú, testimonio de la trata transatlántica de africanos y a su dinámica interna de economías marginales y alternas, legitima los esfuerzos de Manuel Zapata Olivella por obligar al lector a cuestionar la narrativa nacional que excluye un espacio como el de Chambacú. De forma más interesante, la novela de Chambacú se yergue como respuesta a lo que Carlos Alonso define como el carácter esencialmente retórico del fenómeno de la Modernidad en Latinoamérica. Dice Alonso: This interpretation [de la experiencia de la Modernidad en Latinoamérica] echoes the pejorative connotation that the adjective 'rhetorical' has acquired in cornmon parlance: that is to say, a discourse that is fundamentally devoid of referential ground (22) Alonso aclara que su intención no es la de centrarse en el uso peyorativo del adjetivo. Sin embargo, su insistencia redunda sobre la dimensión crítica y discursiva de la preocupación de los escritores latinoamericanos en cuanto a la forma como experimentaron "the undecidability ... of Latin America's experience and participation in modernity" En contraste a esta ambivalencia, la inscripción del

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(23).

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espacio de Chambacú y la colectividad que lo ocupa sirve de referencia para articular una experiencia del proyecto de la Modernidad en Colombia que transciende lo retórico y afirma la íntima relación que existe entre dicho proyecto y la trata transatlántica de africanos, dinámica que dio paso al establecimiento de la nación-estado. El simple acto de narrar el espacio de Chambacú y de sus habitantes constituye la inscripción de los mismos en el proceso de narrar la nación. Por su parte, el narrar la nación desde el espacio de Chambacú constituye una forma de narrar excéntricamente para incluir lo que se ha dejado en los márgenes -valga decir los márgenes de la nación, de la urbe y de los cánones literario e historiográfico-o Dicha inscripción gratifica el deseo central del texto de abrir un espacio en tanto la historiografía corno la literatura nacional. Este doble esfuerzo tiene resonancia en diferentes momentos del texto en unos de los cuales éste lucha por presentar la verdadera historia de Chambacú y sus orígenes, y en otros en los que el texto lucha por mantenerse dentro de lo literario y lo ficticio. En ambos instantes, el texto experimenta lo que Hayden White denomina corno "failure of intention" cuando se refiere al carácter metadiscursivo del discurso histórico y de la

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76 imposibilidad de no ignorar o dejar de lado algún elemento de la historia que se cuenta. De acuerdo a Hayden White, [e]very mimetic text can be shown to have left something out of the description of its object or to have put something into it that is inessential to what some reader, with more or les s authority¡ will regard as an adequate description (3) Sin embargo, ya sea que la novela Chambacú privilegie ciertos elementos sobre otros o que sus mecanismos estilísticos le resten un carácter literario que se adhiera a las tendencias dominantes, Chambacú, corral de negros alcanza los derroteros de su agenda al inscribir la historia de los chambaculeros y el significado de su apropiación de esta auto-definición en el proceso de narrar la nación. Chambacú está narrada en tercera persona por una voz omniciente que tiene completo acceso a todas las esferas de la comunidad del texto y a la vida personal de cada uno de los múltiples personajes. La novela está dividida en tres partes --"Los reclutas," "El botín" y "La batalla." El foco central de la novela es la familia de la Cotena, sus cuatro hijos, su hija y nieto. En la primera parte¡ la novela narra la persecusión y reclutamiento forzado de los chambaculeros para enviarlos a la Guerra de Corea. Uno de los hijos de la Cotena, José

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Raquel, forma parte del Batallón Colombia, el pelotón colombiano que fue enviado a la guerra de Corea por decreto de las Naciones Unidas. A diferencia de José Raquel quien se enlista voluntariamente para embarcarse hacia Corea, Máximo, el intelectual de la familia,

se resiste a ser

reclutado y organiza la comunidad chambaculera en contra de la represión y persecusión policíaca y militar de que es objeto. Por esto, Máximo es torturado y encarcelado para así servir de ejemplo a otros chambaculeros que quieran ofrecer resistencia. Los otros hijos de la Cotena, el gallero Críspulo y el boxeador Kid Medialuna, pueden evitar el reclutamiento y se concentran en la lucha diaria por la supervivencia. La hija de la Cotena, Clotilde, y su hijo Dominguito, se mantienen al lado de áquella no tanto para apoyarla en sus últimos años como para poder mantener un techo que de otra forma no tendrían. La segunda parte,

"El botín," narra el regreso de

Corea de José Raquel quien retorna triunfante a Chambacú con dos símbolos de su éxito: Una moto nueva y su esposa blanca sueca, Inge. Contrabandista, borracho, drogadicto, impotente y sin conciencia social, José Raquel consigue un puesto prominente en la policía local a cambio de convertirse en informante para obtener información sobre la Junta de Chambacú que su hermano encabeza. El propósito de

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su infiltración es también mantener al tanto a la policía sobre la agenda de la junta en cuanto a la resistencia al desalojo, a la intervención extranjera bajo el programa de la Alianza para el Progreso y a la persecusión policíaca. Máximo, el intelectual autodidacta, líder e ideólogo de Chambacú continúa su resistencia política hasta su muerte a causa de una bala desconocida en "La batalla," la última parte de la novela. Inge, la esposa de José Raquel quien adquiere una conciencia política en Chambacú y se adhiere al movimiento de resistencia por los derechos de los chambaculeros, toma el lugar de Máximo a su muerte y continúa la organización política del lugar con la ayuda de Dominguito, su sobrino. El gallero y el boxeador nunca salen adelante en sus profesiones, pero los avatares de las mismas brindan una interesante historia de trabajo, economías alternas y sobre Chambacú como espacio que produce espectáculo y boxeadores. La escena familiar del espacio de la Cotena interactúa de forma interesante con otros espacios del texto corno el bar de las Rudesindas y la casa de Bonifacio el curandero para tejer así una tela construida con el devenir cotidiano de la comunidad del lugar. Esta dinámica textual que se mueve desde un foco central e irradia hacia los diferentes espacios, personajes y eventos de la comunidad, organiza la narrativa y aparea

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lo individual con lo colectivo para demostrar la fluidez que existe entre estos ámbitos. A través de estas partes organizadas a manera de capítulos y separadas en secciones no denominadas, la vida de la

Cotena~

de sus hijos e hija y nieto le brindan al

lector acceso no sólo a los sucesos familiares, sino también a los sucesos de la comunidad, la ciudad, la nación

y aún a los acontecimientos más allá de la frontera, a nivel internacional. Así, la historia central de la novela, la historia de la familia de la Cotena, grupo matrífocal, totalmente marginalizado económicamente y sin posibilidades de cambiar su destino, al tiempo que expresa una constante resistencia a sus circunstancias, es el ámbito privado desde el cual Zapata Olivella accede al ámbito público y colectivo. El quehacer cotidiano del núcleo familiar de la Cotena se extiende de forma rizomática al quehacer de la comunidad y a la lucha diaria de los chambaculeros por la supervivencia. Seguidamente, lo anterior da paso a la examinación del efecto de la empresa modernizadora de la Cartagena de los años 50 sostenida por ideologías clasistas y racistas, y a la participación de Colombia en la Guerra

de Corea. El devenir de los miembros de la comunidad se evidencia en la vida de cada uno de los hijos y de la hija

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de la Cotena --Máximo, José Raquel, Críspulo, Kid Medialuna y Clotilde y su hijo Dominguito--. Estos informan al lector sobre las oportunidades de trabajo disponibles, las condiciones y pormenores de sus vidas en medio de explotación y estancamiento, y.la resistencia a estas imposiciones. A través de José Raquel, Zapata Olivella realza la participación de Colombia en la

Guerra de Corea

por decreto de las Naciones Unidas. El embarque voluntario de José Raquel como parte del Batallón "Colombia, su ocupación de contrabandista, su adicción al alcohol y a la marihuana y su infiltración del grupo que su hermano Máximo encabeza a cambio de un puesto en la policía, ofrecen una mirada a la heterogeneidad en actitudes e ideologías existentes entre los chambaculeros. José Raquel, ambicioso, adicto y sin conciencia de la colectividad a la que pertenece, es apto a la corrupción y al mal. Esta dinámica proyecta un elemento de causalidad y una relación directa entre las circunstancias en que está obligado a vivir y las decisiones que toma para lidiar con las mismas. Los caminos que José Raquel sigue se extienden a lo local y nacional. La ocupación de José Raquel de contrabandista en los muelles de Cartagena ofrece una mirada al contrabando, una actividad históricamente ligada a la falta de control del gobierno central sobre la Costa y sobre los márgenes de la

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nación. 13 El rol del uso de la marihuana en la novela reconoce el ya establecido uso y tráfico de narcóticos que se solidifica como una prevaleciente práctica económica. La participación de José Raquel en la Guerra de Corea inscribe el rol de los chambaculeros en el batallón enviado a cooperar con los aliados bajo decreto de las Naciones unidas. 14 Kid Medialuna, Críspulo y Clotilde, los otros hijos de la Cotena, responden a la constante compartamentalización, persecusión y marginalización a las que son sometidos participando en economías marginales para asegurar su supervivencia y la del grupo familiar. Ser boxeador y ser gallero son los trabajos disponibles para los hombres de Chambacú y constituyen la base de la economía de este espacio. A través del personaje de "Kid Medialuna," el hijo menor de la Cotena, el boxeo es analizado como espectáculo y profesión del negro. Aún cuando conlleva altos riesgos, el boxeo es el vehículo de supervivencia de los hombres chambaculeros con aspiraciones de salir adelante y poder dejar a Chambacú atrás, su hambre y su miseria. Asediados por el hambre, los boxeadores, inevitablemente, sucumben no tanto a los golpes de sus contendientes como al constante clamor de sus estómagos vacíos.

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El hambre. La tempestad del estómago como si realmente se hubiese indigestado con la pesca ilusoria (Zapata Olivella Chambacú 27) "El Zurdo" imagina olores, comidas imposibles de obtener mientras fueran perseguidos y los hombres de Chambacú estuviesen presos. Alimentado con almejas del caño infestado de excrementos, boxeadores como "EL Zurdo" entran a la lona salpicada de sangre con la esperanza de ganarse unos pesos y hacerse un nombre. Los gritos de los espectadores quienes "pedían violencia,

'nockout', muerte"

(40) denuncian los elementos

que constituyen el acto de boxear y quien lo ejecuta:

"En

el ring se despezaban. Murallas, negros. El "Zurdo" combatía a nombre de un pasado"

(40). El poderío físico del

"Zurdo" no es suficiente para ganarle al hambre y afirmar el poderío del negro: La pujanza siempre fue minada por el hambre. Ahora él lo sentía. No bastaba con ser negro. Las piernas bailaban. El cansancio. El calambre (40) La agilidad que identifica a los boxeadores de Chambacú les viene también de la necesidad misma de defenderse. Durante los desalojos por parte de la policía, los aspirantes a títulos nacionales e internacionales, aprend[en] a utilizar sus puños. El movimiento de cabeza, de piernas y

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83 brazos. El cuerpo ágil para esquivar los golpes y los yataganes (24) La agilidad y fuerza del hijo de la Cotena,

"Medialuna,· de

"Kid Centeno," "Firpito Bogotano," "Cartagenita Kid," "El Zurdo," y "Charolito" se ofrecen como espectáculo en las noches de box. Así, espectáculo y supervivencia, sufrimiento y placer se intersectan en una particular dinámica. Como espectáculo, el boxeo encierra agresión, lucha -en este caso fraticida--, ataque, sangre y muchas veces muerte; todos estos elementos que se encuentran también en la guerra. Para "Medialuna", Sln embargo, existe una clara distinción entre participar en la Guerra de Corea, y boxear: Eso de que lo embarquen a uno para llevarlo a otras tierras a matar gente sin tener ganas de pelear. ¿A son de qué? Otra cosa es el boxeo. Se lucha por afición, por ganar un título. Lo que pagan los promotores es tan poco que ni siquiera alcanza para curarse de los golpes. Eso es lo de menos. Alegra la victoria ante un público que aplaude y entusiasma. Hay veces en que se mata, pero no es la intención (24-25) Para Medialuna, el dolor y la potencial muerte que envuelve el boxeo están investidos de significado y lo definen y legitiman como púgil hábil y como fuente de gratificación para su comunidad. Se boxea por motivación personal, por

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triunfar por el grupo, y por representarlo. Los gritos del público por "--¡Chambacú!

--¡Arriba Chambacú!

(40), instan

a los boxeadores a luchar "por el título nacional"

(42)

para así prestarle visibilidad a su origen. En la guerra, en cambio, los chambaculeros son carne de cañón, sacrificados por causas beneficiosas para otros. La guerra, a su vez, es un vehículo para deshacerse de los hombres de Chambacú y la amenaza que representan. La otra ocupación accesible para los hombres de Chambacú es ser gallero. En la familia de la Cotena, Críspu10 es el gallero. Sus gallos comparten el espacio de la familia y duermen en sacos colgados del techo de paja para evitar que las ratas los ataquen, atraídas por la sangre de sus heridas. Las peleas de gallos son vistas como una ocupación proveniente de una inclinación "heredada" (32) y es parte de un ritual masculino. Aún cuando el texto no describe en detalle el mundo de la gallera y de las peleas de gallos, es evidente que, tal y como lo describe Clifford Geertz en el contexto de Bali,

"it is only

apparently cocks that are fighting there. Actually, it is men"

(417). Si bien el estudio etnográfico de Geertz sobre

las peleas de gallos está situado en una comunidad diferente, los elementos que salen a relucir en el contexto de Bali se aplican a la realidad de Chambacú. Dentro del

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85 contexto de la novela de Zapata Olivella, las peleas de gallos cumplen una función económica y social. De igual manera, en Bali las peleas de gallos están regidas por un sistema de apuestas complicado que establece las coordenadas sociales y económicas de los contrincantes y de los espectadores de acuerdo al monto de sus apuestas (425432). Vale decir, sin embargo, que el aspecto económico no es tan prominente en la realidad de Bali en contraste con la realidad del espacio de Chambacú. Consecuentemente, el elemento que crea una relación más directa entre la realidad de las peleas de gallos en estos dos espacios tiene que ver con la función de esta práctica cultural dentro de la definición de una subjetividad masculina. Geertz apunta hacia este aspecto cuando afirma que IIthe deep psychological identification of Balinese men with their cocks is unmistakable"

(417). Si se

considera que el ámbito de la gallera es un espacio netamente masculino y que ser gallero es una ocupación masculina dentro y fuera del contexto de la novela, es posible aseverar que los cuidados, la atención y la dedicación que Críspulo expresa hacia sus gallos proyecta una relación que sobrepasa lo superficialmente económico.

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Los gallos de Críspulo necesitan constante atención cada vez que regresan a la casa de la Cotena para curar sus heridas y mantenerlos vivos. Los dedos [de Críspulo] abrían sus párpados hinchados. Taponaba nuevamente sus heridas con yodo (Zapata Olivella Chambacú 36) al tiempo que los protege de las ratas hambrientas, víctimas del hambre que comparten con la familia de la Cotena. Acertadamente el texto presenta una relación entre los personajes de la novela y los numerosos animales con quienes comparten el diario vivir como una relación de tolerancia ante la imposibilidad de cambiar las circunstancias del lugar. Así, todos aceptan la interacción obligada con las ratas, las cucarachas, los perros callejeros y propios y solamente pueden tomar medidas de protección. La relación en Bali con los animales responde a una dinámica diferente regida por las creencias de una cosmogonía que percibe el animalismo as the direct inversion, aesthetically, morally, and metaphysically, of human status (Geertz 419) Según las observaciones de Geertz, a los bebés no se les permite gatear por temor a que observen un comportamiento animalístico (420). Contrariamente a este fenómeno, la

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identificación entre los hombres balineses y los gallos de pelea es indudable. Es necesario entonces examlnar cómo ocurre esta profunda identificación entre los gallos y los hombres. Entre los balineses la identificación proviene de la creencia que define el cuerpo como "a set of separate·ly animated parts"

(417) lo cual ayuda a los balineses a

distanciar su identificación con los gallos con una tendencia animalística. Dentro de este estado de cosas, "cocks are viewed as detachable, self-operating penises, ambulant genitals with alife of their own"

(417). Si bien,

no hay acceso, dice Geertz al material inconsciente que corroboraría esta afirmación, el comportamiento de los hombres balineses hacia sus gallos evidencia un comportamiento que incluye grooming them [los gallos], feeding them, discussing them, trying them out against one another, or just gazing at them with a mixture of rapt admiration and dreamy self absorption. Whenever you see a group of Balinese men squatting idly in the council shed .. half or more of them will have a rooster in their hands, bouncing gently up and down to strengthen its legs, ruffling its feathers with abstract sensuality, pushing in and out against a neighbor's rooster to rouse its spirit (418-419)

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No hay evidencia tan detallada de la relación entre Críspulo y más tarde Dominguito con los gallos de pelea. Pero sí hay evidencia de la singular característica que diferencia la escena de las peleas de gallos en Bali de la misma escena en chambacú. Mientras en Bali las creencias animalistas mantienen un distanciamiento entre gallo y dueño, la relación entre Críspulo y sus gallos tiene un carácter familiar. En primer lugar, los gallos comparten el espacio familiar y el poco alimento que la familia de Críspulo posee. Por otra parte, el ejemplo previo sobre los cuidados de Críspulo hacia sus gallos demuestran una relación particularmente cercana con los mismos. Son, en gran parte, lazos pertinentes al rol de los gallos como medios de supervivencia para Críspulo y su familia. La trayectoria de Críspulo hasta llegar a convertirse en gallero muestra un aspecto de tradición masculina que ritualiza esta práctica mediante la transmisión de generación en generación. El tío Críspulo "hereda" su interés por los gallos de su abuelo. Clotilde, la única hija de la Cotena, ve cómo, a su vez y desde temprana edad, su hijo Dominguito demuestra interés por ir a la gallera y participar en las peleas de gallos con su tío. A pesar del elemento de continuidad cultural, el carácter ritualístico de las peleas de gallo y la asistencia a la gallera, la voz

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narrativa las reconoce como actos violentos en contra de los animales mismos y como ocupación que presenta riesgos serios contra los galleros. Los gallos están constantemente muriendo y sangrando,

"adormilados por las puñaladas"

(Zapata Olivella Chambacú 36) cacarean para expresar su "alegría de regresar vivos a la querencia"

(36). Las

sangrantes heridas de los gallos y el saco ensangrentando en el que Críspulo los lleva de una pelea a otra son testimonio de las cruentas y violentas luchas en las que son obligados a participar para asegurar altas apuestas. De forma particular, la inutilidad e inefectividad de los gallos de Críspulo cuestiona directamente la masculinidad que estos están supuestos a articular. Los gallos de Críspulo están constantemente heridos y sangrientos, y se mantienen dentro de un saco ensangrentado cuando no están en la gallera. Además, los gallos de Críspulo son tuertos y demasiado viejos para entablar batallas ganadoras. Críspulo se resiste a abandonar la esperanza de ganancias y supuestos dividendos que nunca se cristalizan. El pasa por alto la muerte, una consecuencia potencial para los galleros quienes pueden morir víctimas de un espolazo letal a causa del uso de veneno en las espuelas de los gallos para hacer sus ataques más efectivos.

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Aún cuando Críspulo "traía un poco de alegría a su casa"

(24) cuando sus gallos ganan, [l]a madre, con desgano recibía el dinero que le entregaba. Una sombra le apagaba los ojos. El recuerdo del marido muerto por una puñalada de gallo (24)

En efecto, Dominguito no puede eludir su destino y sufre el espolazo envenenado de su propio gallo, la primera vez que toma parte, por su cuenta, en una pelea de gallos. Dominguito sobrevive ayudado por Bonifacio el curandero de Chambacú, y su experiencia pasa a ser un capítulo más sobre los riesgos de la ocupación. "Gallero y animal se entendían. Aceptaban mutilaciones como un ritual ineludible"

(115). Esta relación emerge como un segmento de

una cadena en la que la violencia une a los eslabones de la misma y asegura su continuidad. La ineficacia de los gallos de Críspulo apunta también a la masculinidad chambaculera como el locus de una subjetividad inepta e incapaz de producir dinero, seguridad, hijos --como en el caso de José Raquel-- y liderazgo político --como se demuestra en el caso de rnge y su participación política a la muerte de Máximo--. Para las mujeres, el panorama de trabajo es aún más estrecho y la violencia también permea las únicas ocupaciones disponibles para ellas. Clotilde, La hija de la

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Cotena, trabaja, como su madre lo hizo por muchos años, en las casas de Manga. Su trabajo en el ámbito doméstico la hace vulnerable a los avances sexuales del patrón, blanco Emiliani" Este

~le

~el

(14), de quien tiene un hijo, Dominguito.

creció en el vientre como una maldición. El pelo

rojo y la piel lechosa. Ajeno en la isla"

(22). La

presencia de Dominguito sirve de testimonio de la violación sexual de las antecesoras de Clotilde, las esclavas domésticas. Como una relación de poder que se mantiene igual y a la que se le suma un elemento de clase en la Cartagena de los 50, la novela establece el abuso sexual como una realidad para las chambaculeras jóvenes que deben someterse al trabajo doméstico en las casas de de Manga"

~los

ricos

(9).

Para otras mujeres de la novela que existen fuera de los parámetros de un núcleo familiar y matrífocal, como las hermanas Rudesindas y la Carioca, la prostitución es la única ocupación a su disposición. El espacio de la prostitución en la novela es la cantina de Constantino, espacio también del uso del alcohol y la marihuana. Bonifacio es el padrastro de las Rudesindas y su iniciador en la profesión. Este espacio público y privado a la vez, por la conexión familiar entre el dueño y las prostitutas, funciona de forma contrapuntual con el espacio familiar de

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la casa de la Cotena. La ilegitimidad de las actividades de la cantina y la ilegalidad que reina en ella están definidas en relación a la legitimidad de la familia de la Cotena. Dentro del marco de Chambacú, esta dinámica produce un efecto de heterogeneidad que dialoga con la mirada homogeneizante de los de "afuera" que define a todo Chambacú, corno espacio y colectividad, como ilegítimo. Como agente de "afuera," el Capitán Quirós posee esta visión homogeneizante de Chambacú corno enemigo que lo vencía desde la sombra. [ ... ] Chambacú. Su pensamiento se polarizaba en esa palabra. Gusto le habría dado prender la mecha a uno de sus ranchos de cartón y paja. [ . .. ] El resplandor del incendio ya se asomaba a su cara mestiza ... 'Incendiaré a Chambacú'. Hermosa quema para mirarla desde lo alto de las murallas. Diez mil casuchas apretadas, todas de paja y papel, rociadas de querosene y coronadas de fuego (12) Máximo, el hijo mayor de la Cotena, es el objetivo principal del Capitán Quirós. El único de los hijos de la Cotena que se resiste a enfocarse en la supervivencia económica, Máximo organiza a los chambaculeros para reclamar el derecho a la tierra y resistir el reclutamiento forzado para la guerra de Corea. De noche, Máximo escribe consignas en las murallas con semillas de aguacate que "al

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momento de escribirlas no se ven, pero con el sol se van poniendo rojas"

(11). Su acto de resistencia, con los

medios a su disposición, desafía y pone en cuestión la capacidad y efectividad de los medios oficiales de coerción. Para el Capitán, Máximo es un desconocido que desafiaba a su ejército ... Su fama no llegaba a atemorizarlo. Debía saber que a su paso se cerraban las puertas y enmudecían las calles. Le bastaba con señalar una casa y su tropa la tomaba por asalto. ¿Quién era ese que lo desafiaba? ¿Cómo se atrevía a desacreditar su eficiencia ante sus superiores? No habría manifestaciones, tumultos, llantos, protestas. Acallaría a los agitadores ... Las leyendas en el muro no lograrían que el pueblo se amotinase. Los batallones de reclutas colombianos venidos de todo el país, se concentrarían y partirían en silencio (12) La eficacia de la resistencia de Máximo nace de su incapacidad de resignarse al destino al que está sentenciado, como también de su estrategia de utilizar los medios del amo para conseguir su liberación y la de la colectividad a la que pertenece. Por esto, Máximo se convierte en el intelectual autodidacta, conocimiento que articula su conciencia social. Imbuído de la

militancia

política, Máximo se concentra en la organización de la comunidad para reclamar sus derechos constitucionales de

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ciudadanos colombianos. La condición de Máximo de autodidacta funciona como denuncia a la falta de acceso a la educación formal en Chambacú. Aún cuando existe una escuela en la comunidad, la escuela de la maestra Domitila, ésta no posee los recursos para impartir conocimiento. La actividad política de Máximo desenmascara y denuncia a los agentes de la violencia oficial que victimizan a los chambaculeros. Máximo caracteriza esta violencia como producto de ideologías racistas y clasistas que se expresan y convergen en la subjetividad chambaculera por su ascendencia africana y su marginalización económica. Sobre esto Máximo dice: [A] los pobres nos es imposible mantenernos unidos. Es demasiado aspirar a tener una familia. Si apenas nos miran como gentes. Ya sabe [mamita] que somos unos descendientes de esclavos. Yo soy el primero en toda mi generación que ha aprendido a leer. Solo nos dejan el derecho a tener hijos corno a las bestias, pero nada más. Ni casa, ni escuela, ni trabajo. Estamos condenados a dispersarnos, a no saber nunca donde moriremos. Esta tierra que pisamos no es nuestra. Mañana nos echarán de aquí aunque todos sepan que la hemos calzado con sudor y mangle (98) Igualmente, Máximo establece la actividad política de los chambaculeros dentro de una tradición de resistencia que se remonta a los legendarios cimarrones,15 aún presentes en

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Chambacú a través de sus descendientes procedentes del Palenque de San Basilio. 16 Con el objetivo de evitar actos subversivos corno el de Máximo y sus compañeros, la compartamentalización de los chambaculeros es fundamental. La novela enfatiza la materialidad de la presencia de los chambaculeros y de Chambacú en los límites de la urbe y cómo esta materialidad diferente e inasimilable constituye la imposibilidad de negar la misma al tiempo que previene la proyección de una imagen urbana coherente y organizada, espejo de la naciónestado. En el proceso de imaginar una comunidad nacional, ambas, la ciudad y la nación, necesitan borrar a Chambacú, por ser una constante afirmación de un sinnúmero de elementos, siendo la trata el más fundamental. Corno descendientes de esclavos que constituyen una clase social y económica en el contexto moderno, la subjetividad chambaculera es vista corno sospechosa e incapaz de hablar el lenguaje de la nación, articulado por el discurso hegemónico local y regido por el centro de la nación. El acto de borrar en la novela funciona a dos niveles: el borramiento de la memoria de la esclavitud, y la eliminación física de los individuos y el espacio que encierran esta memoria. La compartamentalización es así el primer paso en el proceso de borrar a Chambacú y a su

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colectividad. Las condiciones de esta compartamentalización apuntan a elementos significativos. Los chambaculeros están circunscritos dentro de un espacio a manera de corral donde coexisten con ratas, perros y otros animales en medio del caño de aguas negras, residuo y basurero de la urbe. El carácter residual y marginal que define a Chambacú y la miseria que reina en el mismo está descrito por Clotilde, la hija de la Cotena, cuando dice que "Chambacú es tierra de muerte"

(23).

Las casuchas de Chambacú están suspendidas sobre los manglares convertidos en cloacas que circundan las murallas de la Ciudad Vieja que anteriormente contenían a Cartagena. Por existir sobre el caño, Chambacú es un espacio insular, separado de tierra firme, cuya diferencia y aislamiento lo hace inasimilable al cuerpo de la urbe y la nación. La vida de los chambaculeros que se desarrolla dentro de este "corral" y su percepción de su propia marginalidad lleva a Críspulo a reconocer que tanto para él como para los otros chambaculeros [l]ibertad. Patria. Democracia. Son vainas que nunca hemos conocido. Ni el mismo Máximo sabrá qué quieren decir esas palabras. Para mí no hay sino Chambacú. Ni siquiera Cartagena (37) Más de diez mil familias se hacinan en Chambacú, muchas de ellas ya desalojadas de otros lugares:

"Estaban allí los

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97 apaleados, los negros recién venidos de Barú, Palenque, Malagana; a los que la policía desbarató sus techos"

(118)

Dentro del corral de Chambacú convergen así todos los desarraigados a quienes se les niega acceso a las ventajas y comodidades de la urbe. En su carácter de fosa,

corral, y

tierra de muerte, Chambacú está lejos de ser un lugar ideal para la existencia y supervivencia de sus habitantes. Sin embargo, Chambacú es el único lugar donde la comunidad, identificada como chambaculera en la novela, encuentra refugio de la persecusión de los agentes del estado y desde donde puede tener acceso, por limitado que sea, a recursos de trabajo para su supervivencia. Así, el corral que contiene a los chambaculeros toma un nuevo significado al brindarles protección a estos. A manera de palenque,17 Chambacú, regido por sus propias reglas y habitado por un heterogéneo grupo de descendientes de africanos, sirve de fortaleza a los mismos para defenderse y presta un ambiente desconocido para los soldados y para la policía. Para estos, Chambacú es territorio enemigo, húmeda"

"trincheras enemigas con su techumbre

(15). Entre las raíces del manglar en medio del

caño de aguas negras, los chambaculeros encuentran protección durante las distintas oportunidades en que son perseguidos por la policía y el ejército.

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La muerte de Máximo a manos de la policía realza el papel de este órgano oficial de control y coerción en la persecusión de los chambaculeros. En Colombia, el cuerpo policial fue establecido en 1890 para ocuparse del mantenimiento del orden público y así permitir la profesionalización del ejército. En la novela, la policía emerge como indistinguible de éste último 18 ya que está encargada de ejecutar la orden de perseguir y capturar a los hombres de Chambacú para reclutarlos forzozamente para el servicio militar en la Guerra de Corea. Las escenas introductorias de Chambacú, corral de negros en los primeros párrafos de la Primera parte de la novela están dominadas por imágenes de la persecusión de Máximo y sus compañeros por los soldados hacia Chambacú. De una vívida resonancia fílmica, estas escenas evocan elementos de la cultura popular puestos en escena en películas como Raíces, basada en la novela de Alex Haley y de testimonios de esclavos de la caza de africanos para su transporte, venta y distribución. En un eco textual de galope de botas militares de "sombras, polvo, voces[,] [d]espertaban [los soldados] a cuatro siglos dormidos"

(5).

La persecusión de los chambaculeros es una constante en la novela Chambacú y es de las más evidentes manifestaciones de violencia en la misma.

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99 Un tipo de violencia clásica ejecutada por actores oficiales y con fines políticos, la persecusión tiene varias funciones en la novela. Por una parte, la persecusión de los chambaculeros denuncia la utilización de medios violentos para restringir el acceso de los mismos al espacio urbano y contenerlos dentro de los márgenes del corral de Chambacú. La amenaza de persecusión agudiza el sentimiento de compartamentalización y alienación de los chambaculeros. La policía "[d]estruía y desalojaba. Ellos calzaban y volvían a armar sus casuchas"

(24). Al añadir el

reclutamiento forzoso de los chambaculeros para enviarlos a la Guerra de Corea, lo cual envuelve aprehensión, encarcelamiento, entrenamiento forzado y hasta tortura, la persecusión de los chambaculeros evoca la violenta e histórica persecusión, aprehensión y dispersión de los africanos esclavizados en la trata transtlántica del XIX. Esta inscripción sirve de testimonio de la continuidad histórica de una colectividad sujeta, a través de los tiempos, a constante persecusión y desterritorialización a manos de diferentes agentes. De gran forma,

la persecusión de los chambaculeros

demuestra que, en un momento en que la nación lucha por proyectarse como moderna y civilizada, lo único que cambia son los agentes de persecusión, no los objetos de dicha

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persecusión. La representación de Chambacú en la novela corno depósito de la memoria de la esclavitud transciende su status de arrabal para otorgarle un espacio dentro del devenir histórico de la ciudad, la región y de la nación. Cartagena de Indias, centro urbano moderno y antiguo centro negrero en el siglo XIX,

actúa corno un espacio

representativo de los efectos del proyecto de la Modernidad en Colombia. Esta es una coyuntura que aparea la Modernidad directamente con la institución de la esclavitud y pone en cuestión su carácter liberador. No habiendo sido afirmado suficientemente, Robin Blackburn dice, aún cuando es en el ámbito europeo, que [t]he conjunction of modernity and slavery is awkward and challenging since the most attractive element of modernity was always the promise it held out of greater personal freedom and self-realization (17) En el contexto de Colombia y de Chambacú, la novela Chambacú ofrece la representación de los efectos de este proceso modernizador y de consolidación de la naciónestado. En vez de ofrecerse corno modelo de asimilación y nacionalización, Chambacú es testimonio de alienación y marginalización, condiciones adversas para la realización individual y colectiva.

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El hambre, la falta de higiene, la falta de escuelas, la falta de entrenamiento para ejercer trabajos en la ciudad, la falta de acceso a estos trabajos, la falta de seguridad, siempre esperando ser quemados, capturados, muertos, la falta de derechos como ciudadanos, la falta de representación ante la ley que permite su persecusión, la falta de reconocimiento como agentes del desarrollo local, regional y nacional, y la falta de hombres al ser enviados forzosamente a Corea, son entre muchos otros, elementos que marcan ausencia y carencia en Chambacú. Los chambaculeros perciben esta carencia y se ven al margen de un devenir histórico que los deja de lado. [Chambacú] es la Vieja Africa transportada en los hombros de sus antepasados. Más dolorosa si la separaba de la civilización solo un caño de aguas sucias (Zapata Olivella Chambacú 99) "Chambacú sin sus hombres"

(23) que pudieran pescar, boxear

o pelear gallos está condenado al hambre. Y las mujeres sin los hombres tienen como única alternativa, "venderse"

(28)

como las Rudesindas. Los hombres chambacu1eros, sin representación jurídica y vistos como una amenaza por sus actos de resistencia ante los planes del gobierno de enviarlos a Corea, se enfrentan a la tortura y al encarcelamiento. Máximo experimenta su propia

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vulnerabilidad a manos de la policía cuando es sometido a lavativos con una manguera, eco de la emasculación que sufrían los esclavos africanos: Los policías le quitaron a manotazos los pantalones y calzoncillos. Erizados, los vellos temblaban con el sudor en las puntas. Las tortugas degolladas. Máximo las había visto sacrificar en la playa después de un combate inútil. Lucharía. Los gendarmes podrían mutilarlo pero no cambiarían su decisión. Lo empujaron al suelo. El Capitán entreabrió los labios jactanciosamente. Desenvainó el sable y con él le trazó una cruz en la ingle. El contacto de la punta fría sobre el colgajo de sus testículos. Las risotadas de los policías. Miró más allá de las botas. El muro que recortaba el patio del cuartel, donde el grupo de sus compañeros de Chambacú desmesuraban los ojos ... Seis brazos lo sujetaban bocabajo. Abrieron la llave. Una bota, la del Capitán, le comprimió el cuello contra el piso. La cánula de hierro se atornilló entre sus nalgas. Pretendían inflarlo (33) A través de sus agentes de control, la nación

--y su

sistema de dominación-- ejerce así su propia versión moderna de un proceso de dominación derivado de un sistema que insiste en recalcarles a los chambaculeros su falta de poder y de dignidad humana. En estos términos, [t]here is no system of domination that does not produce its own routine harvest of insults and injury to human dignity -the appropriation of labor, public humiliations, whippings, rapes,

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slaps, leers, contempt, ritual denigration, and so on (Scott 37) Ciertamente, la novela representa, de manera ritualística, la humillación y tortura a la que Máximo es sometido y la que es utilizada a manera de aviso para el resto de los chambaculeros. Paralelamente a la enorme carencia que existe en Chambacú, la novela también permite ver el mismo como exceso, ya que está

construído de los retazos y

desperdicios de la urbe: Recogían desperdicios en la ciudad y afianzaban las raíces. Levantaron las paredes con retazos de fique, tablas y lonas envejecidas. El techo de ramazones, palma de coco y oxidadas hojas de zinc (Zapata Olivella Chambacú 23) El exceso de insalubridad, de negros, de resistencia, de economías marginales, de aislamiento, de historia, de falta autonomía, y de terrenos valiosos para los proyectos de desarrollo turístico que el espacio presenta, lleva a los dirigentes del gobierno a vaciar y a desalojar a Chambacú. -La policía dice que todos los negros tendremos que salir de Chambacú. -Quieren arrebatarnos lo que hemos alcanzado con sudor y sangre. -Dizque van a construír aquí en la isla un hotel de lujo para los turistas. ¡Así no verán a tantos negros mugrosos! (117)

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El violento desarraigo de esta colectividad/subjetividad excesiva de los chambaculeros es un acto redundante y ejecutado sobre un grupo de individuos quienes ocupan este espacio por fuerza mayor y no por voluntad propia. Máximo reitera esta realidad en su

a~enga

a los chambaculeros para

protestar el inminente desalojo: No hemos venido acá por nuestra propia voluntad. Nos han echado de todas partes y ahora quieren arrebatarnos la fosa que hemos construído para mal morir (118) La repetida referencia a Chambacú como fosa y tierra que acalambra devela una auto-percepción de los habitantes y sus condiciones de vida que está lejos de poseer un eco de celebración. De hecho, estas repetidas referencias a fosa y a muerte denuncian el inminente destino de Chambacú a ser desalojado y desarticulado. Por otro lado, esta particular dinámica apunta a un acto de auto-afirmación de una colectividad cuya subjetividad individual y de grupo depende de su derecho a ocupar el espacio en que existe y a protestar por los derechos que le pertenecen como sujetos nacionales. Máximo articula esta posición en su arenga "[a]l muro de negros" (118) que protesta ante la inminente amenaza de desalojo: Dicen que nos darán otras tierras. ¡Mentiras! Siempre prometen. Conocen nuestra generosidad y la explotan al

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máximo. Saben de nuestra capacidad de sufrimiento y quieren matarnos de hambre. Confunden nuestra paciencia con la resignación. Basta. Resistiremos. Cada rancho será una trinchera. Cada palo un arma. Cada hijo una razón de lucha. Iremos más allá de la resistencia. Exigiremos justicia. Reclamaremos cuanto nos han quitado. Pretenden arrojarnos de estas casuchas que llamamos hogar en vez de darnos lo que nos niegan: trabajo, pan, educación, salud. ¡Organizaremos una marcha sobre la ciudad para reclamar nuestros derechos! (118) Las palabras de Máximo son un comentario sobre la relación entre ser chambaculero y habitar en Chambacú. Ser chambaculero es ser sujeto de resistencia al mismo tiempo que objeto de opresión. Vivir en Chambacú es saberse destinado a la desterritorialización y a la persecusión. Las palabras de Máximo también develan una contradicción entre una estancia de denuncia en contra de los procesos modernizadores y la frustación de los chambaculeros al ser excluídos de los mismos. En gran parte, esta posición se deriva de un distanciamiento de un origen e identidad --ser de descendencia africana-- que pasa a concentrarse en una negritud desprovista de un sentimiento afrocéntrico. Así, la negritud de los chambaculeros se experimenta a través de una clase socio-económica. Esto no elimina el cúmulo de significados racializados por ideologías dominantes

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concentrados en el término "raza" y tranferidos al locus de negritud. Sin embargo, el proyecto de Zapata Olivella se orienta más hacia la articulación de la convergencia entre raza y clase. En esta intersección, explícita en Chambacú, is the modality in which class is lived'"

"'race

(Gilroy There

Ain't no Black in the Union, Jack 30). Dentro de este marco, Paul Gilroy afirma que Uthe positions of dominant and subordinate groups are ascribed by 'race'"

(30). La

conciencia sobre la coyuntura en que existen los chambaculeros, solamente es articulada a través de Máximo. Ciertamente, el restringido movimiento de Clotilde entre las casas de Manga y Chambacú, y el de los chambaculeros que trabajan en los muelles les permite observar su desventaja y su etnicidad vis

a

vis las ventajas de los

ricos de Manga, la autoridad que se adjudican y su etnicidad. Pero sólo Máximo articula estos elementos para la colectividad en su constante nombrar de la condición de los chambaculeros como pobres y como negros descendientes de esclavos. El enfoque materialista del texto y su carácter social-realista ayudan a crear este marco en la novela. De forma aún más interesante, en el texto la interacción y representación de los elementos de raza y

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clase revela una tensión. Sin duda, el texto se yergue como una afirmación de la existencia del espacio de Chambacú, de su descendencia de esclavos africanos y de su marginalización. Además, la colectividad chambaculera y sus condiciones vida, en pleno siglo XX, es una crítica al proyecto "civilizador" de la Modernidad en Colombia. No obstante, los chambaculeros están lejos de articularse como posicionados en contra del proyecto de la Modernidad y, mucho menos, como esencialmente anti-modernos. Chambacú y la colectividad que lo ocupa, reclama lo que le ha sido negado: avance económico y acceso a las ventajas de la urbe --leáse educación, salud etc.-- tal como Máximo lo enuncia. A través de esta posición, el texto articula el deseo profundo de los chambaculeros de ser reconocidos como lo que históricamente son: El vehículo de la Modernidad en Colombia y la base de la nación. En relación a esta coyuntura,

"black people were part of the abstract

modernity they found so puzzling"

(Gilroy The Black

Atlantic ix). Visto así, las estrategias utilizadas por los chambaculeros en el texto evidencian una mirada que mantiene como objetivo el tener acceso a la realidad de "afuera," de Cartagena, a salir de Chambacú. Hay un par de elementos particulares en la novela que pueden demostrar cierta ambivalencia hacia una definitiva

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aspiración de los chambaculeros a hablar la lengua de la nación moderna. Esta ambivalencia se revela dentro del marco de la tensión entre el saber chambaculero y el saber hegémonico y dominante. Cuando Dominguito, el hijo de Clotilde, es herido por un gallo de pelea de un espolazo envenenado, la Cotena trata de conseguir atención médica en la sala de emergencias de un hospital, aconsejada por Máximo quien dice que "es mejor que lo lleve[nJ a un hospital"

(Zapata Olivella Chambacú 111). En el hospital,

los médicos diagnostican la necesidad de amputarle la pierna gangrenada a Dominguito para salvarlo. La Cotena se niega a permitir la amputación de la pierna de Dominguito y arguye que los médicos "sabrán mucho de cortar piernas, pero no cómo curar un espolazo de gallo"

(111) y procede a

llevarlo a la casa de Bonifacio, el curandero de Chambacú. Máximo insiste y le dice a su madre que "los médicos saben mejor que nosotros [los chambaculeros] lo que debe hacerse" (111) . A un primer nivel, en esta escena se enfrenta la individualidad y el saber de la Cotena, la madre analfabeta de Máximo, quien no posee ninguna confianza en los métodos de la medicina moderna, con el conocimiento de Máximo. Máximo se siente autorizado para respaldar la decisión de los médicos ya que él entiende su lenguaje y acepta su

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autoridad. "La ignorancia de los suyos le encolerizaba" (111) . Cuando la acertada decisión de la Cotena resulta en la salvación de Dominguito, el texto ofrece un testimonio de la imposibilidad del saber dominante de leer las señales de una condición de salud que es producto de una práctica cultural

y

económica particular. Bonifacio reconoce de

inmediato que la infección de la herida de Dominguito proviene del veneno usado en las espuelas del gallo de pelea. Al ver la herida, Bonifacio exclama: --Qué gangrena ni qué pan caliente. ¡Veneno! Esa espuela está emponzoñada .... El había curado muchos espolazos envenenados. Quemó una cuchilla de afeitar con un fósforo y tasajó en cruz los bordes de la herida ... Hay que quemarlo ... El yerbatero regresó de la cocina con tizón de candela (112-3) Después de varios rezos, un emplaste de varias hojas de malva amarradas con majaguas y las instrucciones para purgarlo con sal y ponerle un lavado de bicarbonato (113), Dominguito regresa a la casa de la Cotena. El tratamiento es efectivo. Dominguito sobrevive y no pierde la pierna. La eficacia del tratamiento y el acertado diagnóstico de Bonifacio ponen en cuestión el saber médico que lo hubiera

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dejado medio inválido y no le hubiera garantizado su vida ya que no reconocía siquiera las causas de la enfermedad. Sin embargo, la legitimidad del saber de Bonifacio está comprometida en el texto con la detallada y lúgubre descripción de la violenta curación de Dominguito quien debe aguantar porque "[ es] un macho"

( 112) .

Vale enlazar aquí los momentos en que el texto marca la masculinidad como elemento que legitima la experiencia de los hombres chambaculeros a muchos niveles. Ya sea que, como Dominguito y desde temprana edad, los hombres de Chambacú necesiten probar su masculinidad, ésta es el locus de todos los actos de resistencia y supervivencia vital y económica. Los hombres de Chambacú son los que penetran el espacio de la urbe para escribir sus consignas en las murallas. Son ellos también los que boxean y pelean los gallos. También son ellos los reclutados forzosamente para ir a Corea. A su vez, la falta de los mismos determina el destino de las mujeres de Chambacú quienes se ven obligadas a ser muchachas de servicio o prostitutas con excepción de Inge, la esposa blanca y sueca de José Raquel quien existe fuera de los códigos de comportamiento y la economía del espacio de Chambacú. La persecusión y captura de los hombres chambaculeros obtienen un significado que transciende la memoria de la

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esclavitud y la aprehensión de africanos. El hecho de que sean los hombres quienes deban ser evacuados de Chambacú apunta a una relación entre legitimidad y masculinidad que sitúa a los hombres chambaculeros corno los que constituyen la colectividad misma frente a los agentes de ~Chambacú

~afuera."

sin sus hombres se ensombrecía bajo el sol"

(23)

Más allá de las murallas, el hecho de que sean los hombres el blanco de persecusión, reclutamiento y eliminación constituye un acto de reconocimiento del status y poder de esta subjetividad. Los hombres corno Máximo y los otros integrantes de la Junta luchan por sus ideales de trabajo y tierra corno derechos de ciudadano. La legitimidad del status de ciudadano al que los hombres chambaculeros aspiran revela

~the

necessary relationship between

nationality, citizenship, and masculinity"

(Gilroy The

Black Atlantic 25) y que establece que the integrity of the race [léase la integridad de la comunidad negra y chambaculera) is primarily the integrity of its male heads of household and secondarily the integrity of the families over which they preside (25) Según Gilroy, el modelo que deriva de esta fórmula es la del patriarca dentro de un modelo definido por el mundo de los blancos que sostiene el rol del hombre de esposo y padre corno el elemento fundamental para la legitimación de,

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en este caso, el hombre chambaculero. 19 El ideal patriarcal no llega a articularse en Chambacú, espacio en que predominan los núcleos matrífocales. La única relación heterosexual que tiene el potencial de producir una familia tradicional y

qu~

además puede salir de Chambacú, es la

pareja de José Raquel y su esposa sueca. La impotencia sexual de José Raquel sale a relucir a pesar de su performance en la cantina de Constantino donde pasa gran

parte del tiempo. Petronila, la tía de José Raquel y quien lo crió nhabía oído decir que las Rudesindas afirmaban que José Raquel no era un hombre entero"

(Zapata Olivella

Chambacú 103). Por tanto, el único nivel en que el texto legitima la masculinidad de los chambaculeros y su potencial de ciudadanos productivos es a través de la hiperproductividad que existe en el espacio de Chambacú. De forma más central a este análisis, como colectividad, los chambaculeros en general exhiben una tolerancia a la violencia que los articula como comunidad con un pasado común de desarraigo y esclavitud y un presente de marginalización y alienación. Los chambaculeros resisten todo tipo de pruebas de supervivencia en condiciones infrahumanas, la tortura y opresión de parte de los agentes de coerción y la violación y explotación sexual. En el texto, hay una constante inscripción de

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estas experiencias y de la violencia que las enmarca que indica una preocupación por parte del autor de alejarse de toda representación de la diferencia y marginalidad de los chambaculeros desde un espacio de diferencia cultural y étnica vis

a

vis la clase alta dominante y blanca de

Cartagena. Por medio de la construcción de una narrativa que funciona en múltiples capas, la novela Chambacú se esfuerza por articular el espacio de la misma en términos de una historicidad social y política. De forma rizomática, la narrativa enlaza lo local y regional con lo nacional y continental. No existe Cartagena sin Chambacú, ni Chambacú sin Cartagena. Ambos espacios están articulados en una estrecha relación histórica, política y social. Las murallas de la Ciudad vieja de Cartagena de Indias son tanto el límite de Chambacú como el comienzo de la Cartagena ahora ya museomizada,2o apropiada como capital cultural regional y nacional, y re-significada. Ni hubiera llegado a existir la nación colombiana sin Cartagena y su puerto negrero. La emergencia de la urbe cartagenera moderna agudiza la marginalidad de Chambacú. La negritud de los chambaculeros y la historia que ésta encierra hacen de este espacio y colectividad imposibles de museomizar. La resistencia de los chambaculeros ante los diferentes tipos de violencia a los que son sometidos, hace que el último

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acto de violencia sea perpetrado sobre ellos: el desalojo y la relocalización, ambas repetidas estrategias modernizadoras, civilizadoras y homogeneizantes. Zapata Olivella ejecuta su propio acto homogeneizador a nivel textual al blanquear el lenguaje de los chambaculeros. No obstante la mayoría de los chambaculeros procede del Palenque de San Basilio, espacio que posee su propia lengua, un criollo de sustrato español y portugués, Zapata Olivella limita los momentos de especificidad lingüística a contadas interjecciones en palenquero. A nivel de prácticas y expresiones culturales, Zapata Olivella minimiza toda evidencia de elementos musicales o artísticos que puedan determinar una descendencia africana, sin remarcar a Chambacú como la cuna del carnaval costeño desde los cabildos del siglo XIX. Como antropólogo con una larga carrera de investigación sobre la presencia y herencia africanas en las Américas, Zapata Olivella posee el conocimiento y la información necesaria para inscribir los elementos linguísticos y culturales específicos al espacio de Chambacú. Ciertamente, dos de las publicaciones más completas en estos dos aspectos son posteriores al texto de Chambacú. 21 No obstante, existe información sobre el hecho de que Zapata Olivella y/o sus familiares residían en

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Chambacú. Según Juan Gutiérrez Magallanes, los Pitalúa Olivella "narraban viejas historias a su pariente Manuel Zapata para que entretejiera los últimos quejidos de aquel inmenso corral"

(45). Lo anterior afirma un acceso directo

al espacio de Chambacú y a informantes culturales residentes del lugar. Toda experiencia personal de Zapata Olivella es excluída del texto. Hay una indudable ausencia en la novela de un yo narrador que se enuncie en primera persona como testigo de las circunstancias del lugar y de sus habitantes. Este propósito es coherente con la agenda política del texto y los parámetros de un género literario que requieren una objetividad narrativa que pueda prestarle legitimidad a la historia que el texto brinda. Dentro del marco de la diferencia costeña, central en este estudio, el borramiento de la especificidad cultural chambaculera posee un singular significado. Arguyo que, en el contexto de la novela, existe una visión de cultura desprovista de un carácter contestario, a menos de que esté relacionada con prácticas económico-culturales como el boxeo y las peleas de gallos. Esto responde a una imposibilidad de ver la "culture as an enactive, enunciatory site"

(Bhabha 178). Así¡ la grave situación de

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los chambaculeros y la ya aprobada desterritorialización de los mismos emerge como el foco de la novela.

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Notas

lVer la fuente oficial: República de Colombia, Constitución política de Colombia 1991. 2Ver Williams y Martin. 3 Ver Pombo y Guerra, "Constitución de la República de Colombia, 1886."

1949, a pesar de la toma del Canal de Panamá, "se firmó en Bogotá el Pacto de Asistencia y Asesoría Militar con los Estados Unidos para el suministro de equipo al ejército y fuerza aérea" (Tirado Mejía 91) .

4 Desde

5Ver

también Fluharty y Pécaut.

6Investigación llevada a cabo en el verano del 2000 en el Archivo de Cartagena de Indias en el Palacio de la Inquisición en Cartagena, Colombia. 7Luego del traslado del mercado de Getsemaní en 1978, el cual fue un desalojo para muchos, un número de cartageneros influyentes propusieron utilizar el espacio del mercado para construir un centro de convenciones. Hubo una significativa oposición a este proyecto de parte de conocidos arquitectos como Augusto Tono Martínez quien "afirmó que la mole del Centro de convenciones iba a obstruir la visión estética y la catalogó como antiurbanística y anti-estética. Propuso también que era mejor construir estas cosas en terrenos más amplios como Chambacú" (Lemai tre y Palmeth 62) . 8 Fr iedeman

y Patiño Rosellini afirman que "aún cuando la dedicación primordial de la mano de obra estuviera concentrada en la minería, .. , El que en sus comunidades de origen los grupos africanos cautivos tuvieran un desarrollo avanzado los hacía más deseables en actividades distintas a la minería. Entonces muchos trabajaron en albañilería, carpintería, herrería y metalurgia; en los trapiches y en labores de mecánica" (59). Escalante define la caza, la agricultura, la pesca, la alfarería y la cordelería entre otras como oficios tradicionales de los palenqueros quienes también vinieron a formar parte de la población de Chambacú (29-40) .

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también Múnera para una discusión más extensa sobre el significado de la distribución de la población en los censos de estos años.

9 Ver

10Escalante describe las castas coloniales vigentes en Cartagena de Indias en el siglo XVIII. De acuerdo a este sistema, " [l]os Negros se dividían en libre [sic] y esclavos, diferenciándose en cada uno de estos dos grupos los criollos y bozales" (11). Los negros libres eran esclavos que habían comprado su libertad o eran de vientre libre. Los "vecinos," de acuerdo a Fernández de Oviedo y Valdés 202, están definidos como señores que habitan en el área, como el caso que Fernández de Oviedo relata para describir las incursiones de negros rebeldes en las haciendas de Santo Domingo: "Es de saber que entre los que alli se hallaron con el almirante [Diego Colón] estaba Melchior de Castro, vecino desta cibdad, al qual avian fecho en su hacienda y estancia el daño que se dixo de suso" (Escalante 3) l1Ver Vila Vilar en Blackburn 226. 12"A la tiña, puño y patán es un dicho popular en el Caribe colombiano que hace alusión a una acción que se lleva a cabo a pesar y en contra de todo obstáculo. El uso de la fuerza --puños y patadas-- hace referencia a una ideología popular que define el uso de la violencia como instrumento necesario y efectivo para conseguir lo que se necesita. El refrán alude específicamente a las interacciones entre adolescentes en los barrios cuando deben hacerse paso entre grupos que bloquean su camino, tumultos de gente que bloquean la vista u obstáculos que no permiten acceso a un objeto deseado. El título de este libro afirma la decisión de Chambacú como colectividad y espacio a existir y a resistir a pesar de las múltiples estrategias oficiales para eliminarlo del panorama urbano, regional y nacional. Ver también Gutiérrez Magallanes 178 para la definición que éste utiliza en su texto. 13Ver Posada Carbó y Múnera. 14 Para examinar el texto completo de la Resolución de las Naciones Unidas visitar el sitio del Truman Presidential Museum and Library, trumanlibrary.org. Como miembro de las Naciones Unidas y por la prominente autoridad de los Estados Unidos dentro de esta organización, Colombia ve una

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oportunidad de engraciarse con áquel: "Era posible y benéfico buscar un acercamiento con los Estados Unidos, cuya política tanto se había criticado. La apertura y las ventajas al capital foráneo eran un gaje, la participación en una guerra lejana la mejor prueba de buena voluntad. Que las tropas colombianas fueran a Asia a luchar por la democracia, mientras acá se limitaban las libertades y se buscaban formas no propiamente democráticas de gobierno" (Tirado Mejía 90-91) . I5 In icialmente, la palabra española cimarrón "was first used in Hispaniola to refer to the Spaniards' feral cattle, the enslaved Amerindians who escaped to the hills and, by the early 1530s, mainly to the many Africans who were escaping form slavery on the Island. That New World Spanish word which spawned English maraan, as well as French and Dutch marran (and English Seminole)-actually derives, he [the Cuban philologist José Juan Arrom] now argues, from an Amerindian (Arawakan/Taíno) root, making it one of the earliest linguistic coinages in the postcolumbian Americas" (Price xi-xii) . I6En 1774 el gobernador don Juan de Torrezar Díaz y Pimienta autorizó a las autoridades locales a ceder a los palenqueros los comunales de San Basilio, título que aparece desde 1779 y espacia que continúa siendo ocupado por descendientes de esclavos fugitivos (Escalante 25) . I7Los palenques eran lugares "where groups of maroon slaves sought refuge in the thick, tropical forests, and formed communities where they could keep their original cultures alive" (Price 74) I8La constitución de 1886 aún vigente en los años 50 a pesar de múltiples enmiendas, le dio al ejército un poder y papel significativos "como una entidad nacional que pudiese llegar con el tiempo a cimentar la osatura de la nación y garantizar la estabilidad de sus instituciones" (Valencia Tovar 298). La tecnificación y profesionalización del ejército conllevó la necesidad de la creación de la policía nacional para llevar a cabo funciones policivas a nivel local. Sin embargo, durante la guerra civil de 1895, "la policía pasó del Ministerio de Gobierno al de Guerra, lo que en la realidad del conflicto implicaba no tan sólo un cambio de funciones, sino un compromiso político contrario

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a su atmósfera profesional y un empleo diferente al que sefialaba su papel" (300). 19 Gilroy articula su análisis en relación a la novela de Martin Delany, Blake; or, the Huts of America publicada en series en 1859 en el Anglo-African Magazine y el Weekly Anglo-African. Delany "provides an opportunity to examine the distinctive effects produced where the black Atlantic politics of location frames the doorway of double consciousness" (Gilroy The Black Atlantic 19).

2°price utiliza el término "museumize" en referencia al hecho de que "in many parts of the Americas today, Maroons -like Amerindians-must fight hard and continually not be objectified and 'museumized,' as at once heroic and obsolete" (xiii). 21Ver Zapata, Nuestra voz: Aportes del habla popular latinoamericana al idioma espafiol y El hombre colombiano. Existe también una extensa colección de grabaciones musicales de ritmos negros latinoamericanos que Manuel Zapata Olivella preservó conjuntamente con su hermana, ya fallecida, Delia Zapata Olivella.

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Capítulo 2 La casa grande, novela escrita por Alvaro Cepeda Samudio, aparece en el panorama literario colombiano en un momento particular. Publicada en 1962, La casa grande está situada en los límites del período de la novelística de La Violencia (los años 50) y de los años 60, el período de culminación de las tendencias mágico-realistas del llamado Boom latinoamericano en su expresión colombiana. La novela de Cepeda Samudio forma parte de la actividad literaria presente en la década de los 60 en la costa norte de Colombia, y marca el alcance de la contribución de los escritores costeños tanto a la literatura nacional corno, posteriormente, a la mundial. En su libro Novela y poder en Colombia: 1844-1987, Rayrnond L. Williams establece que durante los 60, el boom de la novela latinoamericana tuvo también su impacto en el país [en Colombia], al divulgar ficción de características innovadoras. [El escritor costeño Gabriel] García Márquez marca el comienzo de la influencia colombiana en los escenarios culturales de todo el mundo, y también la preeminencia de La Costa en las letras nacionales (40) Sin embargo, previamente a la contribución de Gabriel García Márquez, Alvaro Cepeda Samudio, con su novela La casa grande, establece las pautas temáticas y estilísticas que determinarían el alcance de los textos costeños

121

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122 posteriores. La publicación de La casa grande crea ruptura en el período de la literatura costeña que Raymond L. Williams denomina de Transición (1828-1961)

(143),

precisamente por su carácter innovador a nivel temático y estilístico. De igual manera, la publicación de La casa grande está unida a la constitución del Grupo de Barranquilla por ser Alvaro Cepeda Samudio uno de los miembros fundadores del Grupo a finales de los años 40 y principios de los 50. El Grupo era un organismo informal artístico y literario que llegó a marcar un rumbo nuevo en la producción literaria en la Costa y se manifestó fervientemente antinacionalista en sus gustos literarios, y a favor de una apertura a la literatura extranjera. En 1950, por ejemplo, la única mención de Julio Cortázar en Colombia fue hecha por un miembro del Grupo (144) En los últimos diez años, el trabajo de Cepeda Samudio ha sido tema de tesis doctorales con un énfasis en sus innovadores logros narrativos. 1 Especialmente significativo es el hecho que el crítico colombiano Daniel Samper Pizano afirme cómo el escaso número de textos literarios publicados por Cepeda Samudio antes de su muerte, particularmente La casa grande, pueden ser considerados como el archivo de la obra de Gabriel García Márquez. Sobre esto dice Samper Pizano:

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123 Todavía recuerdo el grito y la carcajada de Cepeda cuando le regalé una edición de 'Playboy' en que se publicaba por primera vez este cuento ["El ahogado más hermoso del mundo"] de García Márquez: --No joda, esta vaina es mía, ¡Gabito se la robó! (13-14) Sin duda, el Grupo funcionaba con una" dinámica de creación colectiva nporque [algunos textos] tenían paternidad común con alguno o varios de sus amigos [de Cepeda Samudio]"

(13)

que formaban parte del Grupo. Mi estudio, no obstante, destaca La casa grande de otros textos escritos por miembros del Grupo, previos a Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, como una novela que pasa a ocupar un espacio especial dentro de la producción del Grupo y en el canon colombiano. Por su singular tratamiento de la representación del evento histórico y real de la Masacre de las Bananeras de 1928, intento demostrar que esta novela se separa de otros textos producidos por diferentes autores del Grupo temática y estilísticamente, al tiempo que subraya múltiples posibilidades de análisis. Dentro de un marco más amplio y en cuanto a las tendencias estilísticas mágico-realistas de los años 60,2 hay mérito en determinar elementos que apuntan a las cualidades mágico-realistas de La casa grande. Específicamente, la novela brinda la oportunidad de

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124 examinar muy de cerca la forma en que el espacio de la misma es delineado por los desencuentros que se originan en el tiempo de la narrativa, un momento de rápida modernización e industrialización particularmente visibles en la Costa desde la llegada de la United Fruit Company y la construcción del ferrocarril a finales del XIX. 3 Dentro de esta coyuntura de modernización del Caribe colombiano, La Zona bananera, el espacio de La casa grande, es el resultado de la aporía creada por la rearticulación de las arruinadas plantaciones decimonónicas en un pueblo olvidado y puestas a funcionar bajo un nuevo orden de producción. En lo que concierne a este estudio,

la temática de La

casa grande contiene un valor significativo. La casa grande denuncia la matanza de los jornaleros de la Zona bananera controlada por la United Fruit Company en el departamento del Magdalena en la costa norte de Colombia el 6 de diciembre de 1928. La novela define este evento como "la primera herida"

(183) que desata la progresiva

desarticulación del cuerpo de la nación y de sus órganos familiares. La casa grande obliga al lector a re-examinar ese momento y espacio, al tiempo que establece una relación simbiótica entre la modalidad de la narrativa y el objeto de la misma.

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125 La novela se desarrolla dentro de dos líneas narrativas predominantes. La primera relata los eventos que produjeron la masacre como también el momento exacto de la masacre y las repercusiones de la misma. La segunda línea narrativa examina el espacio e interacción de los miembros de la familia de la casa grande --espacio que le da el nombre a la novela-- en relación al devenir de la colectividad local y de la nación. Los personajes centrales de la novela --los soldados, los jornaleros, la hermana, el hermano, el pueblo como espacio y entidad, el padre y los hijos-- están denominados de forma genérica y organizan el orden de la narrativa y el texto de la novela. La novela está dividida en diez secciones a manera de capítulos denominadas por subtítulos genéricos que corresponden

--a excepción de los

jornaleros-- a los personajes principales de la novela y al documento y secuencia temporal que rigen el texto. La primera sección,

"Los soldados," narra el diálogo

entre dos soldados anónimos quienes tratan de dilucidar el rol que les corresponde en la Zona. Esta sección es la única sección de la novela que narra el momento de la masacre y también se ocupa de algunos de los elementos que dan lugar a la masacre. La violación/encuentro sexual de la hermana menor, personaje tipológico y central, por uno de

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126

los soldados que entablan el diálogo que abre la narrativa, también tiene lugar en esta sección. La segunda sección,

"La hermana," narra la reacción

violenta del Padre al transgresivo acto sexual de la hermana y devela una explícita relación incestuosa entre ambos. En esta sección comienza ya a verse la respuesta a la masacre desde las variadas posiciones de los diferentes miembros de la familia de la casa grande. La sección de "El Padre" describe el personaje central y patriarcal de la novela. Esta sección examina la trayectoria de este personaje dentro del ámbito familiar, político y social. Además, esta parte de la novela relata la muerte del padre a manos de un grupo de jornaleros, no sólo en protesta de la masacre, sino también como forma de eliminar el control que el padre ejerce sobre el acceso a las mujeres del pueblo. Las secciones siguientes relatan los diferentes tipos de relaciones que existen entre los miembros de la familia y el efecto de la masacre sobre éstos y sobre la comunidad. El decreto, documento real que autoriza el uso de fuerza sobre los jornaleros, está insertado en el texto como testimonio escueto de la participación de los agentes oficiales en la masacre. Las penúltimas secciones de la novela recuentan la versión oficial difundida día a día a través de los medios de comunicación en breves comunicados

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127

hasta anunciar el momento preciso de la masacre. La última sección de la novela,

"Los hijos," relata el regreso de los

hijos de la hermana menor, posibles hijos del padre o del hermano, a la casa grande ya vacía, impregnada de odio e incesto y en proceso de desintegración. El pueblo, el macro espacio donde se desarrolla la novela es un espacio penetrado por la poderosa multinacional. Esta tecnifica la producción del banano en la región. También altera el ritmo local y la organización social y económica. El resultado es un espacio re-ocupado por un nuevo orden de cosas: El pueblo comienza aquí, aquí terminan los playones y aquí está La Estación junto a la que para el tren cargado de racimos de fruta y de jornaleros. Los jornaleros se tiran de los carros abiertos y de los techos de los vagones y el tren sigue hacia el puerto .... A medida que el pueblo se aleja de La Estación hacia el centro, hacia la plaza ancha y la iglesia, las casas y las calles se van agrandando y la vida se detiene y se aquieta Alrededor de la iglesia viven los dueños de las fincas: .... y a cada muerte surge un odio nuevo y las grandes plantaciones se van desmembrando y las casonas grandes de gruesas paredes de mampostería se van haciendo más infranqueables y se van quedando más solas. El pueblo termina frente al mar: un mar desapacible y sucio al que no

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128 mira nadie. Sin embargo el pueblo termina frente al mar (130-132) La peculiar situación que se crea a partir de estas circunstancias históricas, y sus consecuentes desencuentros socio-económicos y culturales, queda plasmada en la novela dentro de los límites de este espacio costeño en proceso de cambio. La novela narra la nación colombiana en este preciso momento en que ocupa un espacio interino situado entre una supuesta pre-modernidad que funciona dentro de un modelo feudal de producción y un modelo moderno de producción industrializada basado en el monocultivo, la monopolización del mercado y la exportación. La narración de esta nueva realidad requiere el uso de estrategias textuales que reflejen la fluctuación entre una oralidad que mantiene la circularidad de los eventos históricos, y una naciente modernidad que solicita nuevas técnicas narrativas, estilos y estructuras para su articulación. Cepeda Samudio crea un efecto oral en la novela, por un lado, al permitir que los diálogos y voces de sus personajes genéricos circulen libremente sin estar limitados por un narrador que controle la narrativa. El diálogo entre los soldados en la primera sección de la novela es el mejor ejemplo de esta estrategia. De esta forma, las opiniones, pensamientos, ideas, rumores y

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129 noticias pululan libremente en los intercambios entre los diferentes personajes y le brindan al lector un amplio spectrum de información. La escueta y esporádica voz del narrador omnisciente interviene ocasionalmente para enmarcar ciertos sucesos claves en la narrativa: la masacre y la muerte del padre. Por otro lado, Cepeda Samudio crea un efecto oral y espontáneo al romper con las reglas de puntuación tradicionales con el uso de los dos puntos para concatenar las oraciones de interminables párrafos. El resultado es la creación de una narrativa sin fin que imita, en determinados instantes del texto, un fluir de la conciencia alejado del discurso directo descriptivo lo cual le da al texto una propiedad de apertura completa: una narrativa a borbotones que comunica todo lo que ha dejado de comunicarse. Este acto libre de narrar desestabiliza la temporalidad de la historia que se cuenta al entremezclar lo que pasó, con los acontecimientos aún a ocurrir y el producto de la memoria individual y colectiva. Lo anterior entra dentro del marco de las narrativas mágico-realistas las cuales parten de historias cuyas tempora1idades fluctúan. En cuanto al espacio de la novela, La casa grande plasma la realidad costeña ex-urbe de la Zona a través de

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130 una narrativa profundamente visual y audible, donde todo sub-espacio, personaje y objeto tiene vida propia y confiere significado. La casa grande posee una calidad fílmica y presenta un diseño de sabor artificial en el cual el juego entre un lenguaje escueto impregnado de la influencia del relato periodístico y múltiples temporalidades, crea historias dentro de historias, contrapunteadas e independientes al mismo tiempo. Esta calidad de narrativa es producto de la experimentación del Grupo de Barranquilla con técnicas de escritores extranjeros como William Faulkner, y es común a los textos de otros escritores del Grupo. De hecho, La casa grande posee significativas resonancias faulknerianas. Existen estudios que apuntan a la similitud entre La casa grande y el texto de Faulkner The Sound and the Fury, a nivel de temática, estructura y técnicas narrativas como es el uso de múltiples narradores. 5 Al igual que otros textos contemporáneos a La casa grande, esta novela se constituye, dice Rayrnond Williams, alrededor de dos elementos: Faulkner y la historia costeña,

es un relato corto de un poco más de

doscientas páginas y tiene como uno de sus focos,

"la

casa.,,6 Entre los años 40 y 50, vale afirmar, la mezcla de lo oral con lo moderno proviene del efecto de procesos de modernización tecnológica y socio-económica en la

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4

131 experimentación literaria de los miembros del Grupo de Barranquilla. La influencia faulkneriana en estos textos evidencia la útil adopción del acercamiento de Faulkner en el proceso de narrar y plasmar la realidad del sur de los Estados Unidos que enmarca en sus obras. 7 El acto de Cepeda Samudio de recuperar el evento de la masacre de las bananeras en los años 60 y de revelar la realidad de la Zona bananera en la Costa norte de Colombia opera a varios niveles. Posterior a la masacre de las bananeras, el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 ocasiona una ola de violencia que comienza con El Bogotazo y se extiende a otras áreas del país dejando un número de muertos aún indefinido. 8 Este fenómeno es conocido como La Violencia, y una insistente preocupación por explicar la crudeza y el alcance de esta lucha fraticida produjo la proliferación de novelas que tienen como eje el recuento de los acontecimientos de este período. Textos contemporáneos a esta época constituyeron una forma de novelización tan generalizada durante las décadas de 1950 y 1960, que antes de la aparición del Macondo garcíamarquiano, en el país, los conceptos de novela contemporánea moderna y novela de la Violencia eran sinónimos. En tal época se publicaron más de 40 trabajos de este tipo" (Williams 70)

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132

En su mayor parte, las novelas de La Violencia se adhieren a las convenciones del ensayo histórico y de las novelas social-realistas, no pudie[ndo] escapar al impulso documental, y frecuentemente estaban sobrecargadas de hechos cruentos (70) La casa grande crea una ruptura con el género de las novelas de La Violencia, primero porque su eje es la masacre de las bananeras y, segundo, porque difiere radicalmente del estilo de las novelas de La Violencia debido a la experimentación estilística que Cepeda Samudio lleva a cabo. Sin embargo, es válido afirmar que esta novela se adhiere al elemento que define el género de la novela de La Violencia ya que la práctica de la violencia, aún cuando sea una manifestación diferente de violencia, organiza la narrativa. Así, La casa grande se ocupa de recuperar un evento violento de gran magnitud y de igual relevancia que La Violencia en la historiografía nacional. A pesar de estos puntos de contacto con la narrativa de La Violencia, cabe reiterar que las características estilísticas de La casa la posicionan en un espacio aparte en relación al género de la novela de La Violencia. El objetivo primordial de la experimentación literaria de Cepeda Samudio radica en dar acceso al lector a la

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133 pluralidad de individuos, colectividades y espacios involucrados en este complejo evento. Al incluir estos múltiples elementos en la novela, Cepeda Samudio le da cabida a numerosas voces para que narren sus propias historias de la masacre. Así, éstas exponen los variados puntos de vista desde los cuales narran y las diferentes formas de narrar. La estridente polifonía de este texto produce un efecto de simultaneidad que concatena los eventos narrados,

los espacios en los que estos se

desarrollan y las voces que los inscriben. De esta forma, estos elementos y ámbitos aparecen apareados en un coro de voces que narran y sucesos que ocurren en un mismo presente rizomático y en constante movimiento. A su vez, esta dinámica altera la posicionalidad de los sujetos que narran de un momento a otro dentro de la narrativa. El deseo del texto es trascender lo documental y descriptivo para establecer el carácter de la masacre como un suceso fundacional en la desarticulación del proceso de consolidación de la nación moderna colombiana. El propósito es denunciar cómo, desde ese instante primario, la nación queda inscrita dentro de un "tiempo diferente." El carácter denunciatorio de La casa no es minimizado en ningún momento, pero la motivación del texto es, en últimas, establecer y reiterar, hasta sus páginas de

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134 cierre, lo siguiente: La matanza de los trabajadores de la Zona y las dolorosas y perennes consecuencias de la misma pudieron haber sido evitadas. Este último es el aspecto más frustrante para el lector. La novela, incesantemente, remarca las inevitables consecuencias de no haber evitado lo que pudo haber sido evitado. Cronológicamente, la masacre de las bananeras del 6 de diciembre de 1928 sirve de antecedente histórico de La Violencia y posee un significado de igual calibre en el devenir de la nación. La recuperación de este evento en la novela de Cepeda Samudio rompe con la preocupación de la novelística por mantener viva en la memoria colectiva la experiencia de La Violencia como única y nueva. Esta ruptura temática afirma la relevancia de la masacre y la define como un momento originario dentro del violento quehacer de la nación que requiere re-examinación. No obstante el alcance y gravedad del evento real de la masacre de las bananeras, ésta no se convierte en temática particular de un corpus literario, ni contemporáneo al evento ni posterior a éste. Los múltiples textos publicados sobre la masacre reclaman su estatus de documento histórico como es el caso de 120 días bajo el terror militar de Alberto Castrillón,9 o de testimonios como Sobrevivientes de las bananeras y Los sucesos de las bananeras de Carlos

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Arango y C. Cortés Vargas, respectivamente. Aún más, instancias de masacres como tema central dentro de la literatura latinoamericana son escasas y lindan con el género del testimonio al tiempo que se apoyan en los documentos oficiales para mantener mayor credibilidad. David Wi11iam Foster discute la combinación del uso de fuentes orales y documentos en la literatura latinoamericana, y la textura de la narrativa que este cruce de fuentes produce. Textos como Operación masacre de Rodo1fo Wa1sh y La noche de Tlate101co de Elena Poniatowska ejemplifican, de acuerdo a Foster, la forma en que estos autores utilizan el material de hechos históricos para producir flan especial1y productive form of documentary" (41). Foster identifica dos técnicas narrativas que sirven para enriquecer el texto retóricamente y dialogar de forma irónica con la versión oficial. Estas estrategias son la recreación dramática de los diálogos entre los participantes y el uso de la narrativa a manera de mosaico (44). En cuanto a los diálogos, the narrator frames these narrative recreations with the necessarily hypothetica1 interpretations of the participants' mental states (44) En relación al orden cronológico de la narrativa, the narrator sets the action interest aside in favor of exp10ring the comp1ex

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136 reactions of individuals involved in an irrational historical process that they only vaguely understand although they are its sacrificial victims (44) La casa grande revela su agenda denunciatoria a través de su uso de estrategias similares a las anteriores. El reducido cúmulo de textos literarios escritos sobre la masacre de las bananeras 10 es posterior a La casa grande. Sin embargo, los testimonios de sobrevivientes de la masacre de los textos de Castrillón, Arango, y Cortés Vargas, y la posibilidad de que Cepeda Samudio fuera testigo del evento cuando era niño,

le pudo brindar el

material que necesitaba para su novela. La inclusión de Cepeda Samudio de los diálogos entre los participantes del evento, tanto agentes como víctimas, también se adhiere a los parámetros anteriores. La particularidad de La casa grande, no obstante, radica en su calidad de precedente al corpus de textos y tendencia literaria que Foster identifica. Además, como periodista, Cepeda Samudio poseía ya las técnicas informativas que impregnan la novela de La casa a manos del narrador omnisciente que enmarca diferentes secciones y sucesos de la novela. 11 Otra vía de estudio de la masacre como una modalidad particular de violencia han sido las ciencias sociales las cuales se han concentrado en el estudio de las matanzas

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137 como vehículo de limpieza social (Ortiz 234). De hecho, el último estudio comprensivo sobre la Violencia, en dos tomos, Las violencias: inclusión reciente y La violencia y el municipio colombiano 1980-1997, marca dos singulares pautas. La primera pluraliza la categoría violencia para diferenciar las múltiples manifestaciones de la misma e investigar "un problema tan complejo como es el de la intensidad y diversidad de las violencias colombianas" (Arocha, Cubides y Jimeno 28-29), sus agentes y las víctimas involucradas en los intercambios violentos. La segunda pauta enmarca el estudio de la violencia entre los años 1980-1997, lo localiza en el espacio rural y deja por fuera toda alusión a un evento previo, en su calidad de precedente significativo, como es la masacre de las bananeras. A pesar de esto, el estudio incluye una mención prominente sobre La casa grande en la Presentación del volumen de Las violencias. En su aparte final, Marco Palacios, el autor de la Presentación, aparea la organización y contenido del volúmen de Las violencias. Palacios menciona, en particular, los artículos de Myriam Jimeno,

"Corrección y respeto, amor y miedo en las

experiencias de violencia;" Donny Meertens,

"Víctimas y

sobrevivientes de la guerra: tres miradas de género¡" Ximena Tabares,

"El castigo a través de los ojos de los

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138 niños," y de Francisco Gutiérrez Sanín,

"¿Ciudadanos en

armas?" corno textos que configuran un marco similar al de La casa grande. Según Palacios, [e]ste libro [Las violencias] tienta a comparar el cuadro de las violencias colombianas con el cuadro de La casa grande, la rtovela de Alvaro Cepeda Samudio. Por ejemplo, los estudios de (los autores de los mismos) Jimeno, Merteens y Tabares nos ponen en frente del drama que se despliega en torno a La Hermana, El Padre, El Hermano y los Hijos; Dávila nos habla de Los Soldados y El Decreto; Gutiérrez, de El Pueblo. Irrevocablemente un Jueves, un Viernes, un Sábado todos los personajes entrecruzan sus caminos y acaso compartan un destino común. Entonces se desvanecen los muros reales e imaginados de cada familia frente a un drama colectivo, así sea percibido en la intimidad. En la novela el drama es la masacre de las bananeras (26) Sin duda, la relación que Palacios establece entre la organización del proyecto de Las violencias en 1998, un instante de cruda, aguda y generalizada realidad violenta en Colombia, y el proyecto denunciatorio de La casa grande en 1962 es directa y valedera. No obstante, esta relación queda corta ante la falta de elaboración del estudio de la masacre de las bananeras corno un evento seminal en la proliferación de interacciones violentas en Colombia. Lo que sí hace la alusión de Palacios a la novela de Cepeda Samudio, es remarcar la

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139 vigencia de su temática --la masacre de las bananeras--, y los focos de su narrativa --la zona bananera, las fuerzas oficiales, y la interrelación entre lo público y lo privado--. Aún cuando Palacios reconoce la masacre como "el drama de la novela [La casa grande]," no hay ensayos específicos sobre esta masacre en particular --o sobre la práctica de masacrar en general--. La falta de reparo sobre el evento de la masacre de las bananeras dentro de Las violencias refleja el mismo fenómeno en los estudios sociales en general. El borramiento del evento es paralelo al borramiento del mismo en la literatura colombiana. Este no es un borramiento absoluto, sin duda alguna, pues las imágenes que aluden a la masacre en Cien años de soledad inscriben la misma en la memoria colectiva. A primera vista, la extensión de la inclusión de la masacre en Cien años y el leitmotif que reitera el número de muertos hasta casi las últimas páginas de la novela le brindan a la masacre una posición significativa dentro del texto. Desde la llegada del "rechoncho y sonriente míster Herbert"

(193) y su ingestión del primer banano, Gabriel

García Márquez recorre los hechos que llevaron a Macondo por un nuevo rumbo: Tantos cambios ocurrieron en tan poco tiempo, que ocho meses después de la visita de míster Herbert los antiguos

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140

habitantes de Macondo se levantaban temprano a conocer su propio pueblo (196) De ahí en adelante¡ interrumpida solamente por vistazos más cercanos a la vida de algunos de los personajes de la novela¡ García Márquez retoma la línea de la masacre. José Arcadio Segundo¡ el anarquista de la familia¡ es el participante directo de los Buendía en la masacre y está presente entre la muchedumbre de jornaleros que protestan frente a la estación del ferrocarril. Desde este momento¡ la narrativa recalca el número de personas presentes en ese instante y espacio: Hacia las doce¡ esperando un tren que no llegaba¡ más de tres mil personas¡ entre trabajadores¡ mujeres y niños¡ habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras (256) José Arcadio Segundo desafía a los militares a comenzar a disparar en contra de la masa de jornaleros silenciosos que se niegan a abandonar el lugar de la protesta. Herido¡ José Arcadio Segundo se despierta¡ más tarde¡ en un vagón del tren que los militares utilizaron para deshacerse de los cadáveres en el mar: Cuando José Arcadio Segundo despertó estaba bocarriba en las tinieblas. Se dio cuenta de que iba en un tren interminable y silencioso¡ y de que

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141 tenía el cabello apelmazado por la sangre seca y le dolían todos los huesos. Sintió un sueño insoportable. Dispuesto a dormir muchas horas, a salvo del terror y del horror, se acomodó del lado que menos le dolía¡ y sólo entonces descubrió que estaba acostado sobre los muertos (258) La lucidez mental de José Arcadio que la voz narrativa le confiere deja de lado toda duda de que él esté muerto. De hecho, José Arcadio Segundo salta del tren y regresa caminando a Macondo. Durante las redadas posteriores a la masacre para apresar a los dirigentes sindicales que participan en la organización de la huelga, sobreviviente fue José Arcadio Segundo·

• [e)l 6nico

(261). Sólo cuando

el ejército irrumpe en la casa de los Buendía en su b6squeda, se evidencia una aparente calidad fantasmagórica alrededor de la presencia de José Arcadio. Santa Sofía de la piedad lo esconde en el cuarto de Melquíades y sólo ella y

Aureliano Segundo pueden verlo cuando los soldados entran

a requisar el lugar: Santa Sofía de la piedad alcanzó a prevenir a José Arcadio Segundo que dormía en el cuarto de Melquíades, pero él comprendió que era demasiado tarde para intentar la fuga. De modo que Santa Sofía de la piedad volvió a cerrar la puerta, y él se puso la camisa y los zapatos, y se sentó en el catre a esperar que llegaran ... Frente al cuarto de Melquíades que estaba otra vez con candado, Santa Sofía de la piedad acudió a una 6ltima esperanza.

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142 "Hace como un siglo que no vive nadie en ese aposento," dijo. El oficial lo hizo abrir, lo recorrió con el haz de la linterna, y Aureliano Segundo y Santa Sofía de la piedad vieron los ojos árabes de José Arcadio Segundo en el momento en que pasó por su cara la ráfaga de luz, ... Pero el oficial siguió examinando la habitación con la linterna, y no dio ninguna señal de interés mientras no descubrió las setenta y dos bacinillas apelotonadas en los armarios. Entonces encendió la luz ... Detuvo la mirada en el espacio donde Aureliano Segundo y Santa Sofía de la piedad seguían viendo a José Arcadio Segundo, y también éste se dio cuenta de que el militar lo estaba viendo sin verlo (261-263) La capacidad de Santa Sofía de la piedad de percibir la presencia de José Arcadio apunta a uno de los tantos momentos milagrosos que se dan dentro de la novela. En efecto, más tarde, el texto presta evidencia de que, en el momento en que los oficiales llevan a cabo su pesquisa, José Arcadio está aún vivo. Su muerte "real" no ocurre hasta la muerte de su gemelo. Sin embargo, el lector puede identificar a José Arcadio como un fantasma,

cuya

percepción es un privilegio limitado a ciertos personajes del texto. En sí, el universo que García Márquez construye en Cien años les adjudica a los Buendía la habilidad tanto de producir milagros y eventos sobrenaturales como de aceptarlos sin cuestionar su naturaleza o causa. Como

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143 ejemplos, se pueden mencionar el regreso de Melquíades de la muerte y la ascensión de Remedios la Bella, entre muchos otros. Parte clave de este proceso de articular lo maravilloso en la novela y de brindarle un carácter cotidiano tiene que ver, no sólo con la capacidad antes mencionada de los Buendía de producir y aceptar los eventos sobrenaturales, sino también de poder percibir y contar lo real dentro de sus propios parámetros de percepción y concepción de la verdad. Dentro de este marco la calidad de fantasma de José Arcadio no debe alterar el valor de verdad del testimonio personal de José Arcadio Segundo sobre la masacre. Sin embargo, su estatus de muerto/no-muerto relativiza la historia que cuenta sobre su experiencia directa en el momento de la masacre. Este carácter entredicho es paralelo a la masiva eliminación del discurso oficial historiográfico de tanto los huelguistas como de los dirigentes sindicales que la promovieron. La manipulación efectiva de los medios de comunicación de parte de los agentes del estado y de la United Fruit, y la tergiversación de la información sobre el evento de la masacre contribuyeron al borramiento de la misma. Cien años denuncia este borramiento al reinscribir la masacre, pero la calidad fantasmagórica de José Arcadio afecta el estatus

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144 de su testimonio sobre lo sucedido. A diferencia de muchos otros momentos dentro del texto de Cien años, la percepción, relación y experiencia de la masacre como un evento que existe dentro de lo posiblemente maravilloso crea graves consecuencias a nivel de recepción por parte del lector. La fantasmagorización de José Arcadio es, sin duda, coherente con la agenda estilística de Cien años, mas relega la masacre a un ámbito liminal el cual, a su vez, le resta relevancia a la muerte de cientos de jornaleros. La reacción misma de Gabriel García Márquez al ser cuestionado sobre el evento real de la masacre, años después de la publicación de Cien Años, revela su propia falta de compromiso en el proceso de recuperar la masacre en su novela: Asked ln a 1990 interview about the number of casualties during the strike, the writer Gabriel García Márquez replied: 'There was talk of a masacre. An apocalyptic masacre. Nothing is sure, but there can't have been many deaths ... It was a problem for me ... then 1 discovered it wasn't a spectacular slaughter. In a book where things are magnified, like One Hundred Years of Solí tude... I needed to fill a whole railway with corpses. 1 couldn't stick to historical reality. 1 couldn't say there were 3, or 7, or 17 deaths. They wouldn't fill a tiny wagon. So 1 decided on 3,000 dead because that fitted the dimension of the book 1 was writing. The legend has now been adopted as history'; .. . Indeed this

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145 figure of 3,000 dead popularized by Dne Hundred Years of Solitude, is now cornmonly accepted by literary critics and Colombian history textbooks (Posada Carbó 61) La frase:

"Acuérdate siempre de que eran más de tres mil y

que los echaron al mar"

(García Márquez 298), es repetida

en la novela, primero de parte de José Arcadio Segundo y luego de parte de su hermano gemelo Aureliano Segundo, hasta la muerte de ambos. La repetición de esta figura se convierte en un eco de lo que siempre ha circulado en la memoria colectiva costeña en referencia a lo que supuestamente pasó, pero que nunca se confirmó oficialmente. Vista en relación al tratamiento de la masacre en Cien años y a la representación del fenómeno de La Violencia como evento que se repite, la centralidad de la masacre en el texto de La casa grande define la masacre de las bananeras como un evento concreto. La intención autorial apunta a la masacre como testimonio del efecto del borramiento de diferencias regionales, políticas laborales, procesos de industrialización y de participación extranjera que llevan a la utilización de recursos violentos como forma de inscribir realidades ignoradas. Al mismo tiempo, la novela confronta lo público y lo privado, para señalar el ámbito familiar como espacio que nunca se cohesiona por

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146 completo y cuya desarticulación, dinámica de poder y violencia están imbricadas con lo público. En aras de la articulación de un imaginario nacional sobre una fundación ya inestable e imposible de restaurar, este precedente es desplazado y contribuye a la repetición de actos violentos. A manera de maldición, la nación está destinada a existir bajo el código del odio y dentro de un ciclo de violencia interrumpido solamente por instantes de violencia aún más recrudecida, destructiva y generalizada. La masacre es una instancia de este tipo de violencia. La primera mención, y el único instante en que se describe la masacre en sí, está compartamentalizado en el texto dentro de un momento particular hacia el final del primer capítulo de la novela. Esta primera parte de la novela es singular por su calidad teatral. En efecto, esta sección denominada "Los soldados" fue adaptada a un guión teatral en junio de 1966 por el director Carlos José Reyes (Samper Pizano 35). Como muestra de la influencia teatral y cinematográfica sobre el trabajo de Cepeda Samudio,

"Los

soldados" presenta elementos del teatro existencialista en su expresión latinoamericana y transculturada. Obras existencialistas como No Exit de Jean Paul Sartre se proyectan a manera de reflexiones universales sobre la pérdida de contacto del hombre con su existencia y la

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147 sensación de vivir en un mundo sin sentido. 12 En Colombia, en los años sesenta, la década de la publicación de La casa grande, el teatro brechtiano reina en la dramaturgia. 13 Este es un teatro narrativo que evade toda identificación del espectador con el actor/los actores e influye en el distanciamiento del tratamiento de temas universalistas para poner en escena las denuncias contra las contradicciones sociales enmarcadas en el contexto latinoamericano y, en este caso, costeño colombiano. Carlos José Reyes, director del Nuevo Teatro pone en escena varias versiones de Soldados, la pieza teatral. La quinta versión, hecha con la colaboración de Enrique Buenaventura y Jacqueline Vidal, es, según María Mercedes de Velazco, la pieza que "el público exigía"

(91), porque

ubica los hechos históricamente. El conflicto que encarna el soldado reclutado de las masas mismas de campesinos que debe atacar es recreado a través del diálogo entre dos soldados. Buenaventura afirma que: El mitema de los Soldados es la contradicción del soldado, a la vez pueblo e instrumento de represión del pueblo. En cada acción y en todo el discurso verbal de la pieza está ese elemento de contradicción (cursivas mías 92) ~ara

enmarcar esta contradicción y proyectar el problema de

identidad e incertidumbre que los soldados experimentan,

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148 los personajes soldados son enumerados en la pieza teatral como Soldado 1 y Soldado 2. La versión reestructurada de la quinta puesta en escena de esta obra, introduce dos voces nuevas, el Tamborilero y el Boga,14 representados por los mismos soldados, con el propósito de incluir las voces de las autoridades y del pueblo. Esta estrategia de collage "al cambiar de máscara y de 'gestus'"

(95) brechtiano,

permite representar directamente el reclutamiento de soldados entre los campesinos, y el desplazamiento de clases e ideologías en este proceso. Se revela la manipulación que se hace del pueblo para evitar su unión, lo que le daría fuerza y autonomía política (93) .

Aún más, la dimensión teatral de La casa grande repecurte de forma aún más explícita sobre mis consideraciones en torno a la relación que esta novela propone entre temática y estrategias narrativas, ya mencionadas al comienzo del capítulo. Si bien el carácter innovador de La casa grande tiene que ver con los elementos ya realzados en cuanto a la combinación de géneros literarios y a la particularidad de su dicción,

la calidad teatral y dramática de, al menos, la

sección de "Los soldados" permite formular algo más preciso alrededor de la agenda de esta novela de Cepeda Samudio. El carácter escueto del diálogo entre los dos soldados en esta

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149 sección de la novela, la tipología que encarnan estos dos personajes anónimos, y la ausencia de elementos que puedan distraer al lector, proyectan cierta aura de destecnificación. Por este término quiero indicar, especifícamente, un afán por asegurar que el lector experimente las palabras, las ideas y la cosmovisión de cada uno de los parlantes, sin mediatización alguna. En vista de este precedente tan evidente en el proceso de leer esta sección de la novela, arguyo que esta decisión de Cepeda Samudio está imbricada con la agenda del llamado nuevo teatro colombiano, en boga en la época de publicación de la novela y de la puesta en escena de la primera sección de la misma. En su libro, Nuevo teatro en Colombia, Carlos Arcila examina la actividad teatral en Colombia en los años 60 y 70, y realza el cambio de derroteros de los grupos teatrales hacia un tipo de teatro cultural. En este libro, Arcila comenta especialmente sobre la experiencia de Enrique Buenaventura, director del Teatro Experimental de Cali (TEC), quien, en 1970, denuncia que la actividad teatral latinoamericana está sometida --y cada vez más-- a las arremetidas violentas y cíclicas del latinoamericanismo, de la Latinoamérica bárbara, a la enfermedad tropical de las avalanchas militares de una u otra

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150 tendencia, que arrasan con todo lo cultural, sin preguntar nada (143) Buenaventura, dice Arcila, identifica la cultura que él mismo había promovido hasta el momento como una cultura colonizada por "los mass media y la sofisticada industria espacial"

(145). La respuesta a este fenómeno debía darse,

entonces, en términos de estos elementos anteriores. Para esto, Buenaventura, según Arcila, establece la necesidad de despojar la producción teatral de efectos y técnicas que pudieran interferir con la comunicación directa de la información que la obra brindaba. Arcila cita a Buenventura quien dice: , [h]emos prescindido casi absolutamente de la escenografía y de los efectos de luces y otros recursos puramente técnicos, por dos razones: porque vivimos en un medio subdesarrollado y somos, en el sentido exacto, un teatro pobre. En segundo lugar, porque creemos que el teatro es una de las maneras de salir de la servidumbre de los medios mecánicos y masivos de comunicación. No se trata de prescindir de estos medios mecánicos, sino de marcar claramente una frontera que se tiende a borrar, la frontera entre la comunicación directa de hombre a hombre por medio del lenguaje oral y gestual, de la información propiamente dicha' (148) Para llevar a cabo este proyecto, Buenaventura consideraba necesario plasmar las vivencias concretas de personajes que experimentan situaciones verdaderas y concretas (148). Las

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151 varias versiones ya mencionadas sobre la masacre surgen de este nuevo rumbo de la actividad teatral en Colombia, particularmente. Siguiendo esta agenda, Soldados de Carlos Reyes, ya comentada, incluye material obtenido por medio de entrevistas con personas quienes participaron en los hechos y sometido a elaboración dramática. El carácter de guión teatral de la primera sección de La casa grande y su puesta en escena, entronca la novela con las tendencias teatrales prácticas e ideológicas de los años sesenta en Colombia. Además, la denuncia que hace la novela en contra de las fuerzas neo-coloniales de las multinacionales en Colombia, la problemática tecnificación de la industria bananera, y las consecuencias políticas y sociales de la explotación de los trabajadores de las bananeras ayudan a identificar elementos en esta novela de Cepeda Samudio que se enuncian en contra de los mismos procesos de neo-colonización que describe Buenaventura. La respuesta de Cepeda Samudio, a nivel narrativo, se articula, no sólo en la temática de La casa grande, sino también en su estilística, singularmente evidente en la primera sección de la novela. En esta sección de la novela, dos soldados sin nombre conversan entre sí sobre la comisión a la que han sido asignados en la Zona bananera del departamento del

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152 Magdalena en un momento dado no específico y sin ninguna descripción precisa de espacio o temporalidad, por tanto, una situación des-familiarizada. Esta abstracción de tiempo y espacio en "Los soldados" obliga al lector/espectador a

focalizar su atención sobre los individuos, sus ideas

y

reflexiones. De forma particular, cada uno de los soldados se enuncia desde diferentes puntos de vista con respecto a su rol en el mantenimiento del orden y su propia legitimidad como figura de autoridad. En sí, el errante punto de vista de cada soldado cumple la función de posicionar al lector dentro de perspectivas diferentes, a su vez dependientes de otros elementos. Esto le brinda la oportunidad al lector de examinar la misma situación desde diferentes ángulos para así considerar más de una motivación o lógica de los eventos a ocurrir. Vale decir que el intercambio entre estos dos soldados tipológicos no lleva a ninguna solución o conclusión única. Cumpliendo con este esquema, uno de los soldados enuncia sus dudas sobre "la comisión" a la que han sido asignados, porque los soldados no están "para acabar con las huelgas" (Cepeda Samudio 15). Mientras tanto, el otro soldado afirma que ellos est[án] para todo"

(15). A pesar de la polaridad

de estas afirmaciones, el diálogo entre los dos soldados es más una negociación e intercambio de opiniones, información

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153 y puntos de vista y un proceso de auto-reflexión. Estas posiciones ejemplifican, mínimamente, dos inclinaciones diferentes dentro del ejército, el cuerpo de coerción sobre el que descansa la responsabilidad de la masacre. -He estado pensando. -En qué? -En mañana. -Tienes miedo? El teniente dijo que tienen armas, pero yo no creo. -He estado pensando por qué nos mandaron. -No oíste lo que dijo el teniente: no quieren trabajar, se fueron de las fincas y están saqueando los pueblos. -Es una huelga. -Sí, pero no tienen derecho. También quieren que les aumenten los jornales. -Están en huelga (14) El anonimato de los soldados cumple también una función crucial. Tanto en el texto como a nivel teatral, el status incógnito de los soldados crea una sensación de incertidumbre que hace tangible la incertidumbre que los soldados mismos experimentan sobre la misteriosa comisión en la que deben participar y las razones por las cuales es necesario que ellos vengan a la Zona bananera. Como elemento que predispone a los soldados a ejercer una misión desconocida en contra de sujetos sobre quienes sólo saben lo que han sido informados, aquellos sólo pueden enunciarse dependientemente de su status subordinado.

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154 La caracterización de los jornaleros a través de la información que les proporciona el teniente es el elemento principal que ayuda a los soldados a articular sus propias razones y motivos para seguir las órdenes de sus superiores y encontrarle sentido a su participación en la misteriosa comisión en la Zona Bananera: -Qué vaina! Que no tengo miedo, lo que pasa es que no me gusta esto de ir a acabar con la huelga. Quién sabe si los huelguistas son los que tienen razón. -Tú que sabes. -El teniente dijo. -El teniente no sabe nada. -Eso sí es verdad. -El repite lo que dice el comandante (14-17) A pesar de la claridad de los soldados sobre el teniente como fuente de información no confiable, los soldados se debaten entre la validez de su rol en una misión desconocida y la legitimidad de las acciones de un grupo de hombres a los cuales sólo conocen a través de la caracterización de los mismos que sus superiores proyectan. El texto obliga al lector a negociar el significado y la información que se le ofrece a través del diálogo entre los dos soldados y las contadas intervenciones de un narrador omniciente y anónimo. Entre otras, el narrador interviene, por ejemplo, durante la travesía de los soldados hacia la Zona y en el capítulo que describe el pueblo.

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155 La descripción de la masacre ocurre inmediatamente después de la intervención del narrador omnisciente. En el instante anterior a la mención de la masacre, la caracterización de los jornaleros como huelguistas ilegales "que están armados"

(24), es desplazada ante la descripción

del narrador de las acciones de los mismos bajo la mirada de los soldados: los hombres fueron llegando en grupos, saliendo de todas las calles y de todas las casas que parecían desiertas y vacías. y cuando los grupos se juntaron en la estación, y ya eran una muchedumbre, se subieron a los vagones, a la locomotora. y cuando ya no había sitio en los vagones se subieron a los techos de los vagones y al techo de la locomotora. Ocuparon el tren, llenándolo con sus vestidos limpios, sus sombreros cortos de paja amarillosa y sus machetes quietos dentro de las vainas manoseadas. Cubrieron el tren, apretujándose en los carros abiertos y sobre los techos de los vagones cerrados, colgándose de las escalerillas de los freneros y de los estribos de la locomotora. y se quedaron sobre el tren, en silencio, con determinación y en paz (49-50) Lejos de adherirse a la imagen de saqueadores y huelguistas provocadores que los soldados tienen a través de la información que reciben sobre ellos, la muchedumbre de jornaleros en huelga despliega un acto de resistencia pacífica, determinada y silenciosa, sin mensajes ni

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156 intenciones ocultas pues ya existía un pliego de peticiones. La respuesta de los soldados ante esta escena es; por el contrario, violenta e incongruente con la resistencia pacífica de los jornaleros. El soldado quien, desde un principio, exhibe en el diálogo una constante preocupación en cuanto a la validez de las órdenes de sus superiores y la veracidad de la información que les ofrecen sobre los jornaleros, es el soldado que describe la matanza, y su participación personal en ella, hacia el final de la sección: -Estaban sentados sobre el techo del vagón. Yo me acerqué. Uno bajó los brazos. No sé si iba a saltar. Cuando alcé el fusil el cañón casi le tocaba la barriga. No sé si iba a saltar pero yo lo ví bajar los brazos. Con el cañon casi tocándole la barriga disparé. Quedó colgando en el aire como una cometa. Enganchado en la punta de mi fusil. Se cayó de pronto. oí el disparo. Se desenganchó de la punta del fusil y me cayó sobre la cara, sobre los hombros, sobre mis botas (51-52) La mención de éste instante, el momento preciso de la masacre y el primer momento en la narrativa donde se habla de la muerte de los jornaleros, se da en términos escuetos y meramente enunciativos, a manera de reportaje. En este párrafo particular no hay referencia al pánico, la confusión y la culpa que siente y manifiesta el soldado que

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157 ejecuta el acto de matar, y que más tarde discute con su compañero quien no está presente durante la matanza: -No es culpa tuya, tenías que hacerlo. -No, no tenía que hacerlo. -Dieron la orden de disparar. -Sí. -Dieron la orden de disparar y tuviste que hacerlo. -No tenía que matarlo, no tenía que matar a un hombre que no conocía. -Dieron la orden, todos dispararon, tú también tenías que disparar: no te preocupes tanto. -Pude alzar el fusil, nada más alzar el fusil pero no disparar. -Sí, es verdad. -Pero no lo hice. -Es por la costumbre: dieron la orden y disparaste. Tú no tienes la culpa. -Quién tiene la culpa entonces? -No sé: es la costumbre de obedecer. -Alguien tiene que tener la culpa. -Alguien no: todos: la culpa es de todos. -Maldita sea, maldita sea (52-53) Este momento central en la novela y que corresponde al evento de la masacre de las bananeras ha sido referido dentro de la historiografía tanto como "la masacre de trabajadores del año 28"

(Tirado Mejía 305) como ignorado 15

y hasta puesto en duda. 16 A pesar de su alusión, minimalista o nó, y de eventuales borramientos, la masacre perpetrada por el ejército entre los trabajadores en huelga de la United Fruit, [es un] hecho que ha quedado indeleblemente marcado en la memoria popular y colectiva, y que ha sido descrito en las novelas de Cepeda

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158 Samudio y García Márquez, cuatro décadas más tarde (Williams 124-5)17 Antes de continuar la examinación de la representación de este evento en La casa grande, vale establecer la definición de masacre. Una masacre es una "matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida"

(Real Academia Española 1332).

Como acto violento, el análisis y estudio de la masacre ha sido preocupación particular de la sociología en un afán "to account for facts"

(Simpson 24) .El acto de masacrar

pertenece, sin duda, al universo social, y la materialidad de su efecto lo constituye en lo que Durkheim denomina un "social fact." Es un hecho social porque [its] source is not the individual, [its] substratum can be no other than society, either the political society as a whole or sorne one of the partial groups it includes, such as religious denominations, political, literary, and occupational associations, etc. (25) El acto de masacrar trasciende la categoría común de hecho social al convertirse en un hecho social absoluto por el efecto totalizador de control que produce. En términos durkhenianos, un hecho social is every way of acting, fixed or not, capable of exercising on the individual an external constraint (28)

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159 Este ejercicio de control sobre el individuo en el ámbito social enmarca el acto de masacrar en su carácter absoluto ya que masacrar tiene como función ejercer el máximo y absoluto control a nivel individual y colectivo. La escena de una masacre se convierte así en un hecho ineludible, inolvidable e imposible de evadir de parte de los individuos que la presencian y experimentan su materialidad. A nivel colectivo, la participación, tanto del grupo sobre el que se efectúa la masacre como del agente de la misma, constituyen un nuevo hecho social: this joint activity takes place outside each one of us (for a plurality of consciousnesses enters into it), its necessary effects is to fix, to institute outside of us (30) Se puede decir que ocurre aquí una tensión entre lo individual y lo colectivo al igual que en relación con las instituciones que determinan el comportamiento, las prácticas sociales y las creencias de individuo/grupo (s) en cuestión. Cepeda Samudio, en su representación literaria de la masacre de las bananeras, se esfuerza por localizar este evento entre las dos dimensiones anteriores: la individual y la colectiva. Sin embargo, mientras sociólogos como Durkhein enfatizan la dimensión colectiva en su análisis

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160 final por estar más interesado en lo social y observable,lB Cepeda Samudio aísla y enmarca la dimensión individual. La primera mención de la masacre en la novela de Cepeda Samudio, focaliza el evento a nivel individual. Todo el peso de un evento que conlleva

un número de muertes aún

indefinido e involucra cientos de soldados, está sintetizado en el texto de La casa grande en la interacción entre dos individuos: un soldado, al servicio de los intereses de sus superiores, el gobierno y la clase dirigente, quien actúa como agente de violencia y muerte. Y un jornalero quien despliega el acto desafiante de mirar a su verdugo a los ojos y aceptar su muerte como inevitable. Como texto escrito con amplia posterioridad al evento, la decisión del autor de narrar el momento de la masacre y focal izarlo en el acto individual, desestabiliza, por una parte, las imágenes multitudinarias creadas dentro de la narrativa de la masacre --mayormente en la historiografía-que se concentran en las masas de jornaleros muertos y las masas de soldados que dispararon sobre ellos. Por otra parte, la focalización del momento de la masacre sobre lo individual, cuestiona la separación durkheniana entre lo colectivo y lo individual para localizar 10 individual los hábitos, creencias y prácticas sociales-- como

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161 inextricablemente unido a los actos de la colectividad y cuyo efecto final puede ser manipulado por el individuo. En la novela,

la ecuación de uno a uno, proyecta una

proximidad en la que la historia del jornalero y la del soldado, tanto dentro de sus respectivas colectividades como individualmente, es decir,

los elementos que

históricamente los sitúan en ese momento particular, emergen. Simbólicamente, esto ocurre en el instante en que el jornalero cae sobre el soldado. Anterior a este momento, la novela narra una realidad compartida entre estos dos individuos que desestabiliza toda diferencia totalizadora en el rol social de cada uno de ellos, a pesar de las caracterizaciones previas que el texto brinda. Así, el ser soldado y agente de violencia, y el ser sujeto que resiste y víctima varía en distintos momentos textuales. Desde un comienzo, los soldados presienten que han sido traídos a la Zona desde el interior del país para algo que no es una simple comisión. Como individuos a merced de la falta de información por parte del teniente y el comandante "que no sabe[n] nada"

(Cepeda Samudio 17), los

soldados son peones utilizados para ejecutar un acto letal sobre otros individuos con quienes comparten una posición de subordinación y hasta la misma procedencia:

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162 Los soldados se parecían mucho en el modo de hablar a la mayoría de los . cortadores que la Compañía había traído para el primer corte en La Gabriela ... y decían que los cortadores hasta tenían conocidos entre los soldados porque también eran cachacos (65-66) Como trabajadores, los soldados experimentan los mismos elementos que obligan a los jornaleros a demandar "que les aumenten los jornales"

(14) para sostener a sus familias.

La travesía hasta la Zona, desde el interior del país y en planchones, es difícil y "muchos tuvieron miedo durante la travesía del río"

(20). La lluvia los moja y el hambre los

debilita: "Con esta hambre no puede uno estar pendiente de nada"

(27). El hambre no es nueva para los soldados. En su

pueblo de origen, los soldados aprenden a masticar tabaco para calmar el clamor del estómago, porque "nunca había suficiente comida"

(31). El estar en el cuartel les

garantiza a los soldados un techo, pero no suficiente comida: -La misma vaina que en el cuartel. -Aquí no hay suficiente comida porque los sargentos se roban la plata. En mi casa era porque no había plata. -Se roban la plata y la comida: yo he comprado comida al proveedor y dicen que la mujer del sargento tiene una tienda para vender lo que se saca del almacén (31) Los soldados reconocen su propia posición de desventaja al servicio de superiores. Estos los utilizan para garantizar

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163 los privilegios de la United Fruit Company y de los que se benefician directamente de esta operación. Por consiguiente, los soldados se enfrentan a su propia dificultad de ocupar la posición de autoridad que les han otorgado y de obstaculizar los esfuerzos de la huelga: - ... si es una huelga tenemos que respetarla y no meternos. -Ellos son los que tienen que respetar. -A quién? -A las autoridades, a nosotros. -Nosotros no somos las autoridades: nosotros somos soldados: autoridades son los policías (16) Esta ambivalencia humaniza a los soldados en su ropa mojada, su hambre, su conciencia de la ilegitimidad de sus superiores y el verse enfrentados a, posiblemente, agredir de forma letal a otros quienes, a diferencia de ellos, se oponen a seguir siendo explotados. Los jornaleros, aún cuando no todos son nativos de la Zona, componen el pueblo que sin ellos no es sino el residuo de "las grandes plantaciones [que] se van desmembrando"

(131). No todos los jornaleros que vienen a

trabajar en las fincas de banano se quedan, pero los que lo hacen, se mudan con sus familias a los lindes de las fincas y van formando pueblos a lo largo de las carrileras del tren, a las orillas de los ríos frescos que bajan de la sierra, más cerca de las montañas (131)

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164

Esto cambia la demografía y la organización social del espacio de la novela. Los jornaleros son parte también de un movimiento mucho más amplio de oposición a las condiciones de trabajo y monto de salarios establecidos por el nuevo orden económico y de producción-de los monopolios multinacionales. El jornalero viene a constituir un nuevo tipo de trabajador que emerge en la intersección entre el campesino y el obrero. El campesino mestizo y tri-étnico "compart[eJ el mismo ethos agrario y la misma compulsión por la tierra"

(Fals Borda 4-23B) que el indígena, pero su

fuente de identificación es diferente. El campesino no sólo habrá asimilado el lenguaje, el vestido y determinadas creencias, costumbres y rasgos de la cultura urbana dominante, sino que se habrá conectado con el mundo de la burguesía, los intelectuales y políticos, especialmente a través de los mecanismos del mercado. Su centro económico de referencia no es el vecindario local ni la parcela sino el pueblo o la ciudad para cuyos habitantes produce y vende (23B) Los jornaleros no forman parte de la fuerza laboral local, sino que provienen de otras áreas del país y vienen, temporal o permanentemente, a trabajar en las plantaciones de banano. La inscripción de la organización de los jornaleros evoca los eventos que sirvieron de vehículo para una ola de protesta y organización campesina que comenzó en

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165

la Costa inicialmente como un movimiento indígena y luego se propagó al interior del país entre los obreros. 19 Dos elementos fundamentales acaban por separar a los soldados de los jornaleros a pesar de las circunstancias que intersectan a los dos grupos. Primero que todo, los soldados poseen el medio de coerción que les garantiza una supremacía sobre los jornaleros: el fusil. El fusil que los ayuda a sostenerse en el barro mientras caminan hacia el pueblo "apoyándose en las culatas de los fusiles"

(26), es

también el objeto que les brinda poderío. Con sus fusiles apretados en las manos, los soldados sienten que pueden traer a culatazos a los maquinistas que dejan de dirigir el tren como muestra de solidaridad con los jornaleros: -No habrán encontrado a los maquinistas. Tal vez no los han podido obligar a venir. -Nosotros los hubiéramos traído a culatazos. Seguro mandaron a unos pendejos. Nosotros los hubiéramos traído hace rato. -Crees tú. -Yo sí creo: a culatazos los hubiera traído yo. No creo que esos estén armados (36) El fusil es el locus de la materialidad del poder de los soldados sobre los jornaleros y una garantía de triunfo y supervivencia: -No, no tienen armas. -La vaina va a ser fácil

(23-24)

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Además de la certeza que el fusil les brinda, la constante referencia a la caracterización de los jornaleros como desarmados porque tienen "nada más los machetes"

(18),

constituye la superioridad de los jornaleros. Sin embargo, los soldados exhiben aún la incertidumbre que les causa el pensar que la huelga posee una magnitud imposible de doblegar. El soldado "de conciencia" ve la esencia de la huelga como algo invencible y se ve obligado a aceptar que tal vez no puedan parar la huelga: -A lo mejor no podemos acabar con la huelga. -Claro que acabamos. -A lo mejor no. -Entonces tú también crees que están armados (23 ) Frente a una causa que puede continuar a pesar de eliminar a los que resisten, la superioridad del fusil y la efectividad de la práctica de la violencia como medio de control quedan en entredicho. A su vez, la legitimidad de los dirigentes sindicales y la causa sindical son cuestionadas. El papel de los representantes de los sindicatos tiene un carácter fraudulento en el texto ya que el representante de los sindicatos abandona a los jornaleros a su suerte una vez que ve llegar a los soldados al pueblo: Mire: yo se lo digo: esto lo acaban a bala.

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-Si usted está tan seguro, tenemos que hacer algo para impedirlo. -Yo no puedo hacer nada ya: yo me voy esta noche. -Se va? -Sí. -Usted no puede irse; no puede irse ahora con esta situación tan difícil. -Yo terminé mi labor. -Usted no puede irse. -Yo terminé ya: lo demás es cosa de ellos. -Ellos ya no cuentan; ahora tenemos que proteger al pueblo. Ellos dieron la plata porque querían acabar con los comisariatos: usted lo sabe perfectamente. -Sí, pero no es cosa mía. -Claro que es cosa nuestra. Nosotros metimos al pueblo en esto: A ellos solamente les interesa quitarse la competencia de los comisariatos de encima. -De todas maneras el pueblo va a salir ganando algo. -Ganando qué: muertos? -A mí me trajeron para organizar una huelga, no para proteger a nadie. Como se lo digo: aquí va a haber bala y yo me voy esta noche (150) La conversación entre los líderes sindicales le resta credibilidad a la decisión de los jornaleros de resistir y presentar un pliego de peticiones a la compañía bananera, por ser éstos producto de maniobras ejecutadas bajo los intereses de los sindicatos. En sí, este aspecto involucra a los líderes sindicales en la masacre como agentes de violencia al guiar a los jornaleros por una vía de destrucción segura.

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168 La inclusión de los personajes de los líderes sindicales en el texto y su rol en los elementos que contribuyen a la masacre, le prestan al texto un carácter denunciatorio y testimonial al develar los aspectos más profundos y los múltiples agentes pertinentes al evento de la masacre. A manera de ilustración, la novela revela el fraude sindical como representación de una profunda decepción hacia las organizaciones sindicales y su rol en un posible cambio social. Una vez más, este rol está focalizado a nivel individual, en el quehacer de dos individuos a nombre de una organización y una causa lo cual marca, nuevamente, un factor de decisión personal en todo acto que circunda la masacre. El otro elemento que separa a los soldados de los jornaleros y que forma parte de la agenda de la novela tiene que ver con la certeza de que la masacre pudo haber sido evitada. Aún cuando el texto reconoce el rol de la criminalización de los jornaleros y la explotación de los soldados mismos, la orden de dispararles a los jornaleros pudo haber sido ignorada, al menos por muchos de los soldados, sino todos, para así evitar todas las muertes o muchas de ellas. La masacre pasa a ser, de esta forma, el resultado de una cuestión de decisión personal. Este es un elemento operativo dentro del texto que actúa sobre el

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169 lector a nivel pedagógico para educarlo sobre el evento y sus consecuencias. Para los soldados r

la novela trae la

decisión individual como una opción disponible ya fuera a través de la deserción o el desacato de la orden de disparar. El soldado que más tarde le dispara al jornalero y lo mata se sorprende frente a la orden de formación para contarlos r ya que es una operación de guerra y no de comisión. Este reconoce el acto de desertar como un acto de resistencia de un soldado que se niega a tomar parte en lo que se proyecta como una confrontación violenta: Está bien: que haya huído entonces r que se haya huído porque no quiera tomar parte en esto (30) Desertar es una posibilidad de oposición a su papel de verdugos que este soldado --y otros por extensión-- no escogen. Igualmente r el desacato a la orden de disparar es otra opción que el soldado no contempla hasta el momento posterior a la muerte del jornalero. Todo el análisis anterior apunta a los elementos tangibles sobre la superficie del evento narrado en la novela. Por tanto, volviendo a la escena primaria de la masacre, un elemento fundamental expone una multiplicidad de niveles y posibilidades de análisis que van más allá de las consideraciones preliminares enfocadas en la interpretación de lo que el texto ofrece. Si el motor de la

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170

narrativa se concentra en los elementos y agentes que cristalizan la matanza de los jornaleros de las bananeras, la cual converge en la muerte de un solo jornalero, el derrame de sangre se ofrecería como evidencia final y testimonio de la violencia perpetrada. Singularmente, a diferencia de otros momentos en el texto en los cuales corre la sangre¡ la muerte del jornalero está completamente desprovista de sangre. El soldado a quien le cae encima el cuerpo del jornalero¡ no queda "cubierto de sangre sino de mierda" heces¡

(52). El uso de la palabra "mierda" en vez de inserta un registro lingüístico investido con una

connotación vulgar y en capacidad de epíteto. La palabra "mierda" evoca¡ muy eficazmente¡ un conglomerado de elementos claves en el acto de masacrar. Es el nauseabundo olor a mierda¡ no a materias fecales¡

lo que permea la ropa

del soldado y lo envuelve sin poder evadirlo. El cadáver del jornalero cae [y] entonces comenzó el olor. Olía a mierda. y el olor me ha cubierto como una manta gruesa y pegajosa. He olido el cañón de mi fusil, me he olido las mangas y el pecho de la camisa¡ me he olido los pantalones y las botas: y no es sangre (52) Es significativo que sea mierda y no sangre lo que emana de la muerte del jornalero pacífico a manos del soldado. La mierda es excremento y residuo, exceso maloliente y

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171 repulsivo del ser humano. El olor de la mierda está investido con una respuesta negativa de parte de adultos quienes se distancian de su propio residuo. El juego con las heces sólo está aceptado dentro de los parámetros del desarrollo infantil antes del proceso de socialización. Las heces se eliminan sin una ritualización pública. Si, de acuerdo aRené Girard en Violence and the Sacred, there is, ... hardly any form of violence that cannot be described in terms of sacrifice (1) la muerte del jornalero posee un carácter de ofrenda y ritual dentro de cuya ecuación el olor a mierda tiene una fuerza simbólica y definitiva. Dentro de las sociedades primitivas, el sacrificio funcionaba

"as communion,

establishing and re-establishing the solidarity between the group and its god"

(Money-Kyrle 168) en la eventualidad de

plagas, hambrunas y desastres naturales. Así mismo, se utilizaban los sacrificios para enmendar una ofensa cometida por un miembro del grupo sobre otro para restituir lazos comunitarios (169). Si se tiene en cuenta que el ataque de los soldados sobre los jornaleros tiene el propósito de acabar con la huelga y "restablecer el orden" (Cepeda Samudio 177), la dimensión pública del acto de masacrar y el asesinato de un individuo que pertenece al

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172 grupo más marginal de la comunidad,

le brinda a la muerte

del jornalero un carácter de sacrificio. De hecho, la vida de la comunidad de la Zona ha sido alterada y las relaciones entre los diferentes grupos que interactúan en la Zona han sido heridas a raíz de la sublevación de los jornaleros y su resistencia a continuar trabajando bajo las injustas reglas de la United Fruit Company y la explotación de los dueños de las fincas de banano. Más específicamente, el derramamiento de sangre confirmaría el carácter de sacrificio de la muerte del jornalero. Mas es precisamente la ausencia de sangre lo que le brinda al acto de masacrar, en calidad de sacrificio, una función peculiar, dado que el olor a heces y no sangre lo que emana del cuerpo del jornalero. El olor a heces se convierte en símbolo de la materialidad de las materias fecales. A diferencia del excremento,

la sangre derramada

en un sacrificio es un símbolo de vida que posee un valor sagrado. La sangre es un elemento tanto purificador como impuro. La sangre es impura porque hay un atributo universal al derramamiento de sangre como producto directo de un acto violento y

11

[b]lood stains everything it touches

the color of violence and death" Sacred 34)

(Girard Violence and the

.20

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173 Por otra parte, la sangre es también purificadora porque la única sustancia que puede purificar la sangre derramada es la sangre misma, o sea, el derramamiento ritualizado de sangre, lo cual se constituye en sacrificio. Como tal, el sacrificio se legitima por su carácter productivo ya que tiene el potencial de ofrecer liberación de un yugo o la restitución de lo tomado. Dentro del contexto de algunos rituales, la sangre derramada constituye una ofrenda

a los dioses con el propósito de

requerir bendiciones. La sangre también es un símbolo de muerte y dolor y puede ser purificada y exenta de vileza con libaciones y oraciones. El ser sacrificado y la sangre que derrama adquieren un status especial, el cual depende del propósito del sacrificio y el status de la persona sacrificada. Los ritos de sacrificio que envuelven heces corresponden a la categoría de sacrificios que implican la corrupción o contaminación de un estado cuya pureza tiene que ver "with an old definition of dirt [y toda secreción corporal] as matter out of place"

(Douglas 35). La

jerarquía establecida para mantener estas materias impuras dentro de los espacios adjudicados está regida, según Mary Douglas, por sistemas simbólicos. Estos sistemas varían entre las sociedades pre-modernas y las modernas. La

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174 diferencia entre la forma en que estos dos tipos de sociedades considera y define los agentes de contaminación se basa en el hecho de que our idea [moderna] of dirt is dominated by knowledge of pathogenic organisms. The bacterial transmission of disease was a great nineteenth-century discovery(35) Consecuentemente, las materias fecales expulsadas del cuerpo del jornalero y lanzadas sobre el cuerpo del soldado provocan una reacción aún más grave de parte de este último que si hubiera sido sangre. El hecho de que las heces hayan sido expulsadas del cuerpo del jornalero en el momento de ser abaleado define este acto como espontáneo y, por ende, problematiza los parámetros ritualistas dentro de los que defino este momento en el texto. Sin embargo, el significado del acto y el carácter público del mismo, unido a los elemetos establecidos por René Girard, lo mantienen dentro del ámbito de los rituales de sacrificio. Particularmente importante para este estudio, los actos de sacrificio que envuelven corrupción, dice Julia Kristeva "extracts it [defilement] from repression and depraved desire"

(73). De esta forma,

se mantienen los

límites del cuerpo entre individuos. Las materiales fecales lanzadas sobre el soldado, a cuya materialidad sólo tenemos acceso a través del olor que las caracteriza,

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175 desestabilizan los límites del territorio corporal de cada uno de los individuos en cuestión. El hecho de que sea el olor el elemento que marca este instante dentro del texto es especialmente significativo. El olor marca una dimensión sensorial dentro del texto, y la materialidad de una percepción que es "translinguistic, impact"

[y que posee] magical

(74). Las heces pueden ser removidas, mientras que

el olor lo impregna todo y escapa la acción de limpieza. Teniendo en cuenta lo anterior,

la muerte del

jornalero, no es prodvctiva ni eficaz para el restablecimiento del orden social y político de la Zona, y le resta a áquel un status de mártir. En su esencia infame, injusta y repulsiva, materializada en el olor a mierda, la muerte del jornalero se constituye en desperdicio. La ausencia de sangre, simboliza el fallido esfuerzo de validar la muerte del jornalero. La falta de sangre interrumpe el acto de resistencia del jornalero y problematiza el significado de su muerte. En el sacrificio r [t]he elements of dissension scattered throughout the community are drawn to the person of the sacrificial victim and eliminated, at least temporarily, by its sacrifice (Girard Violence and the Sacred 8) La muerte del jornalero produce el efecto contrario, ya que, como parte de una masacre r

se define como un acto

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176 violento, masivo y excesivo que desata un mayor y más generalizado nivel de violencia imposible de controlar. La ausencia de sangre y su substitución por el olor a materias fecales estigmatiza y envilece el acto del soldado y todo lo que está ligado a la masacre. Dentro de este mismo continuum de violencia ineficaz, situada fuera de los parámetros del rito, el espacio de La casa grande está penetrado por múltiples interacciones violentas. Los sucesos y quehaceres que ocurren en la casa grande, espacio doméstico y privado que le da su nombre a la novela, y la familia que la habita, están imbricados con todos los aspectos de la vida del pueblo, al igual que de los soldados y los jornaleros y, especialmente, con el total de las representaciones de violencia en el texto. La casa grande está inscrita en la novela como símbolo del ámbito familiar y la clase dirigente que participa de los privilegios de las inversiones extranjeras. En efecto, la tipológica y central familia plantocrática de La casa grande es dueña de La Gabriela, una de las plantaciones de banano que vende toda su cosecha a la United Fruit Company para exportación. Lejos de ser un ámbito esencialmente privado, la estrecha relación entre el espacio público y el espacio de la casa a raíz de la participación de la familia de la casa grande en la política y socioeconomía del lugar,

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177 afirma la existencia de un continuum espacial que define el carácter familiar de lo nacional y el papel que las categorías de género sexual juegan en los dos ámbitos. Al igual que el pueblo, la familia es una colectividad que funciona bajo una jerarquía profundamente patriarcal y absolutista. La familia exhibe una dinámica patriarcal focalizada en el poder absoluto del Padre. Paralelamente, el pueblo, entendido aquí como la colectividad que ocupa el espacio de la novela, es oprimido por los patriarcas de la clase dirigente y terrateniente, aliada ya a los ejecutivos de la United Fruit Company. Como parte del período del Boom, La casa grande ofrece una visión particular de lo familiar que dialoga con las ficciones fundacionales decimonónicas. si en el siglo XIX, de acuerdo a Doris Sommer, novel national ideas are all ostensibly grounded in 'natural' heterosexual love and in the marriages that provided a figure for apparently nonviolent consolidation during internecine conflicts at midcentury" (6), en el contexto de la primera parte del siglo XX, La casa grande denuncia el fracaso de dicha agenda. De forma significativa, la violencia que sirve como base a las relaciones entre los miembros de la familia de La casa grande, ejemplifica un proyecto paralelo al de las novelas

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178

del Boom y que consiste en re-escribir las ficciones fundacionales que Sommer discute as failure of romance, the misguided political erotics that could never really bind national fathers to mothers, much less the gente decente to emerging middle and popular sectors . (27-8)

y es en esta intersección entre la gente decente -leáse la

clase alta de amarillentos pergaminos quienes acaparan el porcentaje más alto de la riqueza en Latinoamérica y cuya decencia es cuestionable-- y los sectores populares constituídos en el XX por trabajadores de industria y agricultura tecnificada, donde se evidencia el fracaso de las alianzas proyectadas desde el XIX. La casa grande, singular, anónima, estereotipada y, aparentemente, deshabitada, es un monumento de riqueza y poder. La casa está al lado del cuartel y

~es

grande, da hasta la otra

calle" (Cepeda Samudio 41). Su prominente posición en el centro del pueblo delimita el espacio de la clase dominante, la cual se establece como central dentro del espacio de la colectividad. Como un locus de poder, visible, central, único y ostensible, la

casa grande contiene la familia cuyas

relaciones evidencian una dinámica de poder y coerción que

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179

ilustra los tipos de explotación que se dan a nivel público. La violación sexual, el incesto y la jerarquía patriarcal sostenida a base de abuso físico, amenazas y miedo, constituyen las manifestaciones de violencia que determinan el zozobrante ambiente de la casa. El Padre de la casa grande, nombrado en el texto sólo por el término genérico que denomina su posición dentro del grupo familiar, posee poder absoluto sobre todos los miembros del grupo. En las secciones de "La Hermana" y "El Padre," la novela presenta el personaje del padre dentro de los dos ámbitos en que reina: la casa y el pueblo. El padre determina la jerarquía familiar, perpetúa la imposibilidad de igualdad entre los géneros y retiene el derecho a tener acceso sexual a todas las mujeres a quienes desee poseer tanto en la casa como fuera de ella. La Madre es un miembro más de la familia y su posición no es la de "una persona aparte, de una función perfectamente definida como la del Padre"

(74), sino una de nosotras [las otras mujeres de la familia]. Una especia de entidad neutra cuya existencia era tolerada, hasta propiciada, pero cuya voz y cuyas acciones no tenían importancia alguna dentro de esa extraña jerarquía que, primero el Padre y luego tú [la Hermana] habían impuesto (74)

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180

Un cierto eco a horda y a grupo social primitivo emerge al considerar la relación incestuosa entre el Padre y la Hermana menor que el texto sugiere y/o afirma de acuerdo a la ocasión. Al igual que el Padre y los otros miembros de la familia,

la Hermana es nombrada por su denominación

genérica, siempre en mayúscula a manera de categoría definida así por su posición dentro del grupo familiar. La familia de la casa grande es una unidad básica constituida por relaciones de parentesco, en este caso, que posee a relation of consanguinity, a relation between siblings, a relation between spouses, and a relation between a parent and child (Lévi Strauss Structural Analysis 46) La configuración y el establecimiento de esta unidad básica de parentesco proviene del tabú universal del incesto que prohíbe las alianzas matrimoniales dentro del mismo grupo familiar inmediato. De acuerdo a Lévi-Strauss esta prohibición is really saying that in human society aman must obtain a woman from another man who gives him a daughter or a sister(46) Este sistema de relaciones está supuesto a restablecer the initial disequilibrium produced in one generation between the group that gives the woman and the group that receives her(46)

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181 Hoy en día, se consideran más los efectos nocivos del cruce genético entre miembros del mismo grupo consanguíneo. Sin embargo, para Lévi-Strauss, los sistemas de parentesco no tienen que ver con relaciones de consanguinidad, sino con sistemas abstractos de representación (46-7). Como sistemas, estas estructuras familiares organizan la sociedad y rigen comportamientos que, potencialmente, sitúan a los individuos de la unidad familiar como trasgresores que deben sufrir graves consecuencias por sus acciones, o como miembros legítimos. Teniendo en cuenta estas consideraciones previas, el rol del incesto en La casa grande se adhiere a las premisas de Lévi-Strauss que arguyen en contra de la consanguinidad como único elemento que cohesiona la unidad familiar. Por otra parte, la transgresiva relación incestuosa entre el Padre y la hija menor proyecta la unidad familiar como una estructura que existe dentro de los parámetros de una sociedad totémica que establece sus propias reglas de diferenciación. De forma central en la novela, el rol del incesto en el universo de La casa grande formula una función del mlsmo que va más allá de los argumentos de Lévi-Strauss. En el espacio de la sociedad de la novela, el incesto entre el padre y su hija responde a un afán de auto-perpetuación

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182 familiar y socio-económica. El Padre reclama su derecho a poseer sexualmente a su propia hija como forma de mantener un orden ya en vía de destrucción. La tolerancia de este hecho de parte de todos en la familia le resta al acto del incesto su gravedad y afirma la omnipotencia del padre. Visto dentro de una dinámica que promueve la procreación entre miembros de la misma familia como forma de supervivencia del nombre y el grupo, y sin ningún poder para resistir, el incesto es apenas la propia sangre libertada dentro de un cuerpo que podía ser su mismo cuerpo [el de la Hermana]: que no necesitó mezclarse porque era su misma sangre retornando (70) Visto así, el incesto es productivo. De las alianzas entre familias dueñas de finca

--"tres familias que han casado a

sus hijos, y a los hijos de sus hijos, entre sí"

(131)-- se

percibe cómo existe también fuera de la casa grande una preocupación por mantener un orden social y económico en proceso de ser sustituído por un nuevo orden de cosas. Peculiarmente, la Hermana es partícipe consciente de esta relación incestuosa, y defensora de la jerarquía patriarcal. Ella demuestra así un comportamiento que requiere discusión. Si bien el Padre, como patriarca absoluto de la familia, ejerce su autoridad sobre las mujeres de la

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183 familia y, por tanto, la Hermana no puede eludir el ser escogida como objeto de su deseo si así él lo decide, áquella acepta y hasta dicta los términos de su relación con el Padre. Con respecto a esto, la Hermana mayor dice: Cuando ya tuvimos sentimientos definidos acerca de las personas de la casa, cuando ya supimos distinguir entre el miedo y el cariño, nosotros escogimos el miedo para el Padre y tú escogiste el cariño. Aunque ya todo estaba perfectamente definido, el Padre seguía creyendo que era su deber tratarnos a todas con una dureza igual. Pero tú eras la única que se atrevía a quebrar todas sus leyes, a pasar sobre sus prohibiciones, a disentir de sus inapelables decisiones. No supimos cuándo decidió el Padre aceptar este hecho, ni siquiera demostró que lo había aceptado. Era un acuerdo tácito entre los dos, al que había llegado sin decir una palabra, sin establecer condiciones. Un día debieron mirarse y en ese momento debieron pensar: Soy igual a él, no podrá dominarme, entre los dos manejaremos esta casa, y cuando él ya no esté la manejaré yo sola; y él: Aquí está toda mi sangre, es como yo, ella tomará mi puesto, en ella puedo confiar (77) La complicidad de la Hermana se revela en su decisión de apoyar al Padre en la persecusión legal de un grupo de jornaleros a quienes éste acusa de violarla. En esta coyuntura se une el ámbito privado al público, ya que la acusación y culpabilidad de los jornaleros sirve para sabotear la causa de la huelga.

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184 Antes de examinar la anterior situación, hay que afirmar que la Hermana sí fue violada, pero por un soldado y no por un jornalero, de acuerdo al texto. La caracterización de la violación como tal es ambigua, ya que el soldado le cuenta a su compañero que no tuvo que obligar a la Hermana a participar en el acto sexual: No tuve necesidad de ir donde las mujeres. En la casa de al lado, te acuerdas, la que estaba cerrada, hay gente. Ella debe vivir ahí porque estaba en el patio, sola en el patio. No le he visto bien la cara. Tampoco habló. Después, un rato después, se puso a llorar, no gritando, sino despacio: casi no se oía que estaba llorando. Yo no entiendo, no entiendo nada ... No me tocó, ni siquiera se agarró de mí, ni siquiera alzó los brazos. Con los ojos abiertos se dejó (50-51) Múltiples consideraciones pueden derivarse de este encuentro. Inicialmente, la intención del soldado es de saciar su deseo donde "las mujeres," las prostitutas del pueblo, y para esto le pide prestado un peso a su compañero. Sólo podría entablar un acto sexual con la Hermana, una mujer fuera del tráfico sexual en el espacio público, si impusiera su fuerza,

lo cual consideró y se

puede vislumbrar en su comentario al compañero sobre el hecho de que no la obligó:

"No la obligué. No me vas a

creer, pero no la obligué"

(51). Para la Hermana, en vista

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185 de su relación incestuosa con el Padre y un posible primer embarazo, el encuentro sexual con el soldado puede servir de encubrimiento. Otro escenario sitúa el encuentro sexual con el soldado como una estrategia consciente de la Hermana para apoyar al Padre en su esfuerzo por contribuir a desbandar la huelga. El Padre lleva a la Hermana a la Corte a hacer oficial su acusación por violación sexual y declara como culpables a un grupo de jornaleros y no al soldado: El Padre te dijo esa mañana: Ven conmigo. No tuvo necesidad de decirte dónde te iba a llevar: tú lo sabías. Eras la única en la casa que sabía lo que estaba pasando ... Parece que al principio nadie creyó en el pueblo que el Padre sería capaz de hacerlo. Pero cuando te vieron entrar con él supieron que sí lo haría (79-80) Al endorsar la Hermana el plan del Padre para desprestigiar a los líderes de la huelga, el Padre adquiere el poder de hacer que su verdad reine para evitar futuros levantamientos (80). En este momento del texto, la relación incestuosa entre el Padre y la Hermana demuestra su productividad y realza un carácter de renovada necesidad: El Padre necesitó de tí [de la Hermana}, de tu fortaleza, de tu desprecio, de tu deseo de perpetuar todo lo que significaba el apellido. Perpetuarlo en cualquier forma así fuera por medio del odio (81)

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186 Este efecto le presta a la Hermana una posición ostensible de poder en relación con el Padre y sobre los miembros de la familia y de la comunidad. El rol de la Hermana y del incesto en este texto también puede guiar al lector de vuelta en dirección a las consideraciones de los elementos de sacrificio como aura central alrededor de las manifestaciones de violencia en el texto. La participación voluntaria de la Hermana en la relación incestuosa con el Padre puede ser vista como una estrategia de defensa para evitar que alguna de las otras hermanas se conviertan en víctimas del deseo del Padre, y aún para mantener la seguridad de la Madre, a pesar de la falta de compenetración con la misma. En este papel, la Hermana es el chivo expiatorio de la familia y la que absorbe todas las consecuencias de la transgresión del Padre. Su calidad de víctima regresa al examinar la escena en la que el Padre le corta la cara con la hebilla de una espuela de montar a caballo. Esta es una de las escenas más representativas y sintéticas del poder del Padre, de la dinámica de las interacciones del grupo familiar de la casa grande, y de la magnitud del efecto de la transgresión sexual de la Hermana y del Padre. Al enterarse el Padre del encuentro sexual de la Hermana con el soldado de boca del

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187 pueblo, ante la confirmación de la Hermana del evento y de un posible embarazo, según sugiere el texto, el Padre "golpeó a la Hermana en la cara con la espuela. Es decir: con el arco y la hebilla y las correas de la espuela"

(61),

no una sino dos veces. Como ya se mencionó, este evento es crucial en el texto, pero la temporalidad del mismo crea confusión. El encuentro sexual de la Hermana con el soldado está textualmente situado en el momento de la masacre. Esto es comprobable porque el soldado regresa a su compañía después de estar con la Hermana y escucha la experiencia de su compañero sobre el asesinato del jornalero. El ataque del Padre se muestra en el texto como posiblemente provocado por su conocimiento de su encuentro sexual y público con el soldado, antes de la masacre. No obstante, después de ser atacada por el Padre, el texto la sitúa expresándose sobre el inminente ataque de los soldados sobre los jornaleros: Esa mañana, mientras desayunábamos, Carmen llegó con la noticia de que la estación estaba llena de soldados. La Hermana levantó la cara: tenía la sangre apretada y seca sobre la mejilla rota; ... Entonces tú [la otra Hermana] dijiste: Ojalá los maten a todos. Y la Hermana: No los matarán a todos, no podrán matarlos a todos ... Carmen siguió contando que la estación estaba llena de soldados (63-65)

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188 Cualquiera que sea la cronología de estos acontecimientos, la herida en la cara de la Hermana es simbólica de la herida infligida por el Padre tipológico de un género sexual, una clase social y un grupo económico y político sobre cada uno de los miembros del grupo familiar, de la colectividad de la Zona y del cuerpo de la nación. La sangre en la cara de la Hermana,

la cual ella se

niega a limpiarse permanece, corno las repetidas imágenes de cadáveres apilados en el texto, mejilla rota"

"apretada y seca sobre la

(63). La sangre seca en la cara de la hermana

se convierte en un testimonio ineludible de violencia y control. Volviendo a la discusión sobre la sangre y el simbolismo de la misma en esta novela, esta sangre seca, producto de un acto violento y recíproco por ser vengativo por parte del Padre, es impura y contaminada. En ritos sacrificatorios, [b]lood that dries on the victim soon loses its viscous quality and becomes first a dark sore, then a roughened scab. Blood that is allowed to congeal on its victim is the impure product of violence, illness, or death. In contrast to this contaminated substance is the fresh blood of newly slaughtered victims, crimson and free flowing. This blood is never allowed to congeal, but is removed without a trace as soon as the rites have been concluded (Girard Violence and the sacred 36-37)

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189 El cambio actual de la sangre derramada de líquido a sólido representa, de acuerdo aRené Girard, la dualidad de la violencia, o sea su naturaleza beneficiosa o profundamente aberrante y peligrosa. Paradójicamente, la violencia [appears] to man in its most terrifying aspect, ... ;. at other times it appears in the guise of peacemaker, graciously distributing the fruits of sacrifice (37) La sangre, corno prueba del acto sacrificatorio r respectivamente stain or cleanse r contaminate or purify, drive men to fury and murder or appease their anger and restore them to life (37) Dentro de este marco,

la sangre seca en la mejilla de la

Hermanar su impureza y la relación incestuosa en la que participa la misma con el Padre. Sea cual fuere la razón que la lleva a tornar parte consciente en esta relación r la sangre seca representa en el texto un exceso de violencia sin ninguna propiedad beneficiosa para los partícipes y mucho menos para la colectividad de la Zona. Al enlazar la huelga corno manifestación pública con lo familiar y privado, y al imbricar estos dos espacios, la herida de la Hermana es la herida del pueblo marcada por los cadáveres apilados en la plaza. La herida de la Hermana señala la "primera herida" que produce

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190 el odio que fuera acumulándose alrededor de nosotros [el pueblo y el grupo de la casa grande], que fuera llenando todos los espacios del tiempo que faltaba que estallara, esperar que hiciera crisis: que nos envolviera y nos secara el aire (Cepeda Samudio 81) Consecuentemente, el ataque sobre la Hermana y su prole ocasiona la diseminación del grupo familiar. El Hermano se va de la casa y el Padre lleva a la Hermana a vivir a otro lugar, sólo para regresar después de la muerte del Padre. Los hijos de paternidad indeterminada retornan después de la muerte de la Hermana para continuar el círculo incestuoso de un ámbito que lucha por auto-perpetuarse. Lejos de restaurar el orden, la masacre desencadena más crisis. Como un acto violento que ruega reciprocidad, la masacre provoca la unión del pueblo para asesinar al Padre como forma de venganza "por haber traído a los soldados para que [los] mataran"

(115). El acceso del Padre

a todas las mujeres del pueblo, pues él "siempre ha buscado mujer cuando él quiere"

(113), aún en contra de la voluntad

de la deseada, es parte fundamental de la conspiración contra el Padre. El Padre "es el dueño de todo y puede tener todo lo que quiera"

(113). El cumple un rol tanto de

cabeza de familia como de cabeza de la colectividad. El Padre es el padre mítico cuya muerte a manos de la colectividad de jornaleros actúa como un parricidio con el

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191 objeto de eliminarlo como el obstáculo que les niega el acceso a las mujeres del pueblo. El asesinato del Padre tiene un aspecto ritualístico al ser cometido de común acuerdo y con la participación de un buen número de miembros de la comunidad. A falta de armas,

los cavadores,

las herramientas de trabajo y símbolo de la explotación de los jornaleros, se convierten en armas para acabar con el Padre: -Los soldados tienen maúser. Nosotros no tenemos nada: la requisa cargó hasta con las rulas. -Tenemos los cavadores. -Los cavadores? -Sí: los cavadores.

4) -Ahora tendremos que matarlo. -Se irá y no podremos hacerle nada: tampoco podremos hacerle nada esta vez. -No se irá porque le tenemos miedo. -Sí, le tenemos miedo. -y por eso le vamos a matar: porque le tenemos miedo. -Es mejor que todos: por eso tenemos que juntarnos todos para matarlo. Y entonces todos los sonidos secos de la muerte y del apresuramiento se metieron atropellándose por el hueco desamparado de la puerta [del cuarto donde estaba el Padre con su amante] . La muchacha oyó el abalanzarse de los hombres y el forcejeo; oyó el rodeo jadeante alrededor del Padre; oyó el desacompasado golpear de los cavadores sobre el cuerpo que se oía ceder al ataque inexperto pero tenaz. La

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192 muchacha oyó la caída ronca del cuerpo y la caída ronca de los cavadores ya innecesarios sobre el Padre muerto (111-125) La posición del Padre como patriarca del pueblo es también explícita en la ambivalente reacción del pueblo que se aglomeró frente a la casa cuando trajeron la caja de madera húmeda y clavada a prisa donde venía el cuerpo horadado del Padre. Y esperó allí todo el día bajo la lluvia, a que le sacaran hacia la iglesia. y la siguió hasta el cementerio y la vió bajar hasta el fondo del hueco ... esperó hasta que la cubrieron de barro salitroso ... Y luego volvió a aglomerarse frente a la casa cerrada ... Y después de la novena noche ya no volvió más (87-88) Como patriarca al frente de la familia de la casa grande y de la familia extendida del pueblo y de la nación, el padre apoya los intereses de los representantes del poder oficial. El padre es también fuerza generadora tanto de odio como de sentimientos de dependencia. Las mujeres de los jornaleros que lo asesinan, revelan la ambigüedad de sus sentimientos: -No es malo: no es tan malo como dice. -El no es malo: es el dueño (113) -Ojalá no lo maten. -Ojalá, ojalá, ojalá (123) Los jornaleros también expresan ambivalencia sobre su decisión de matar al padre:

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193 -Se irá y no podremos hacerle nada esta vez. -No se irá porque sabe que le tenemos miedo. -Sí, le tenemos miedo. -y por eso le vamos a matar: porque le tenemos miedo. -No, no es por eso: es por todo lo que nos ha hecho, por todo lo que te ha hecho a tí y lo que me hará a mí si sigue viviendo: es por haber traído a los soldados para que nos mataran por lo que tenemos que matarlo a él. -Si no se va ahora, después de haber hablado con ella, [la amante] es porque no cree que nos atrevamos contra él; porque no cree que seremos capaces de matarlo. -Todavía no sabemos si seremos capaces (114-115) Al igual que la hermana menor y su decisión de aliarse al padre al tiempo que lo odia, el pueblo, a través de las voces de las mujeres del pueblo y de los jornaleros, expresa una clara dicotomía en su relación con el padre. El Padre es, al mismo tiempo,

fuente de opresión y de trabajo,

figura que representa a la comunidad local frente a las multinacionales y al gobierno central y aliado de los mismos. Su poder absoluto centraliza todas las dimensiones del pueblo

l

del espacio de la Zona y del ámbito privado.

Pero este poder requiere de la perpetuación del odio y la violencia para sobrevivir. Sólo un acto tan totalizador y aniquilador como el acto de masacrar puede, hipotéticamente, restaurar el poder

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194 del Padre y de su obsoleto orden social, económico y político. Esta dinámica de poder y violencia absolutos determina una existencia cíclica en la cual la violencia es la fundación de toda interacción y estado de cosas. La violencia emerge como una fuerza productiva dirigida hacia la generación de una nación "controlada." La violencia se convierte también en un "canal anormal"

(Arocha, Cubides y

Jimeno 21) para la producción de un estado moderno que funcione bajo un modo de producción industrializado y tecnificado, y en base a una ciudadanía armada que "habla el lenguaje de los derechos, de las virtudes y de la pedagogía"

(21). En La casa grande, el gobierno central, la

clase dirigente local representada en el Padre y en la familia de la casa grande, y en las fuerzas modernizadoras extranjeras que introducen un supuesto mejor medio de producción constituyen el dispositivo que usa la violencia como medio de generar orden, modernidad y ciudadanos colombianos. La masiva resistencia de los jornaleros desestabiliza el mecanismo violento puesto en marcha por los agentes anteriores. La imposibilidad de regenerar a los jornaleros y de asimilarlos a los procesos de cambio de la Zona y de la nación, propone su aniquilación como la única forma de eliminar una "premodernidad" que obstaculiza la autolegimitación del aparato político y socioeconómico.

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195 Irónicamente, los agentes del proyecto civilizador y normalizador de la modernidad cabalgan, en La casa grande, sobre las espaldas de figuras cuyas dinámicas de control datan de modelos ya arcaicos. Como estrategia para la autoconservación y la conservación del viejo orden, el padre arquetípico se convierte en aliado de los nuevos agentes sociales. El objetivo es producir un ciudadano a la fuerza y por la fuerza que se ajuste a una agenda regional que se amolda a los intereses del gobierno central y a los agentes extranjeros. Contrariamente, el resultado es la imposibilidad de la construcción de una ciudadanía colombiana a causa de la falta de confianza hacia un cuerpo dirigente que ve la violencia como la única forma de negociación. Múltiples relaciones fraudulentas se evidencian en el texto como producto de esta dinámica de nacionalidad forzosa: La relación incestuosa del padre hacia la hija menor y la opresión que ejerce sobre el grupo familiar en general; la relación entre el ejército y los políticos locales con los jornaleros a quienes deben proteger en vez de masacrar; y la explotación que impone la United Fruit Co. sobre los jornaleros con el apoyo de las autoridades locales, la clase dirigente y el gobierno central. Todas estas relaciones de poder desiguales y de sustrato violento

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196 le dan paso alodio que se esparce sigilosamente y atraviesa la nación, la otra casa, más grande, más desolada pero organizada por el odio, desesperadamente perdurando por el odio (Cepeda Samudio 189)

y más muerta,

"La primera herida" de la masacre, disparo"

"desde el primer

(183), materializada en la herida de la cara de la

hermana, representa la imposibilidad del cuerpo de la región y de la nación de sanar y cicatrizar. Entonces, toda la sangre seca y olvidada en la mejilla de la hermana, toda la sangre seca y olvidada en los dedos de un solo soldado, toda la sangre seca y olvidada en los andenes de las estaciones de los pueblos y sobre el barro salitroso, toda la sangre seca y olvidada en una calle oscura y estrecha, debajo de los cascos de un caballo, toda esta sangre para qué? Va a ser necesario recomenzar? (182) La re-articulación de esta realidad desmembrada y sangrante, sin embargo, es imposible sobre una base compuesta por los apilados cuerpos de las víctimas de la masacre y los vivos que permanecen a los márgenes del lenguaje de una historia nacional parcia1izada. El proyecto de La casa grande es desentrañar este proceso encubridor.

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Notas

lVer Palacios Moreno 2El

término realismo mágico define las características de algunas novelas publicadas desde los años 50 hasta los 70 y, específicamente, caracteriza a las novelas del llamado Boom latinoamericano de los escritores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. El término "mágico" se deriva de los contrastes culturales que resultan de la yuxtaposición y choque entre diferentes culturas en diferentes niveles de desarrollo. Ver Martin para la examinación de la trayectoria y de la definición más precisa del término y como el mejor estudio de esta tendencia literaria. 3Dice Williams que la United Fruit Company resultó "[eJn 1899 de la fusión de la Colombian Land Co. y la Boston Fruit Co .... que comenzó operaciones en la Costa. Dos años después había consolidado toda la producción de banano en Colombia ... Sin embargo, no fue la única empresa extranjera que realizó operaciones en la Costa. La Compañía Francesa del Alto Sinú se estableció en esta zona en 1844, y fue imitada por otras compañías extranjeras, como George D. Emory de Boston, que explotó madera también en el Sinú; la Colombia Co. que adquirió tierras en el Sinú en 1892; la South American Gulf Oil Co., presente en la Costa hacia 1920" (124-5). 4 particularmente, en relación a La casa grande existe una gran ironía en el hecho de que el Grupo de Barranquilla haya mirado hacia el sur de los Estados Unidos y William Faulkner como fuentes de inspiración para renovar sus esfuerzos literarios, al tiempo que la novela de Cepeda Samudio critica la intervención de capital norteamericano en la Costa y la explotación que la United Fruit Company ejerce sobre los trabajadores de la Zona.

5Williams identifica La hojarasca de Gabriel García Márquez como otra de las novelas del Grupo de resonancia faulkneriana "tanto en el lenguaje como en la estructura, especialmente de As 1 Lay Dying, con tres narradores principales, quienes se turnan para contar la historia, y con una introducción de tono histórico mítico, a cargo de un narrador extradiegético-heterodiegético" (145).

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6Wi11iams

reconoce la historia de la masacre de las bananeras de 1928 como un tema central en la novela, pero afirma que el foco de la novela, congruente con otras novelas de escritores del Grupo y contemporáneas a La casa grande, es "la historia de una familia poderosa en el pueblo, que habita 'La casa grande'" (145). 7Williams afirma que la influencia faulkneriana y de otros "escri tores extranj e"ros modernos" (144) determina la originalidad [cursivas mías] de la producción literaria del Grupo. Bogotazo se refiere a Bogotá, la capital de Colombia, y la explosión de violencia ocurrida en la misma el 9 de abril de 1948 a raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, líder liberal y candidato a la presidencia. Esta violencia local inauguró lo que pasó a ser denominado como La Violencia en Colombia y que se extendió al resto del país: "Bogotá comenzó a incendiarse. La tranquilidad del mediodía se convirtió en un volcán de pasiones inusitadas. La ciudad, como el país, vivieron una de las experiencias más dramáticas de su historia" (Alape "El 9 de abril, asesinato de una esperanza" 33). Ver Abella, y también de Alape, El bogotazo: memorias del olvido. 8E l

9Rodríguez Acosta, en el Prólogo del libro de Castrillón, dice lo siguiente: "La Editorial Tupac Amarú, interesada en contribuir a esclarecer nuestro desarrollo histórico, oculto y tergiversado, presenta en este volumen el más descarnado y objetivo análisis crítico que sobre la masacre de las bananeras, se haya escrito en nuestro país. Su autor, Alberto Castrillón, fue indiscutiblemente junto con Tomás Uribe Márquez, Raúl Eduardo Mahecha, Ignacio Torres Giraldo y María Cano, uno de los más connotados líderes del incipiente movimiento obrero de la época. Desempeñó un relievante papel en la organización y conducción de la huelga de 1928, que concluyera con el asesinato masivo de 1.500 colombianos. El documento que se reproduce [cursivas mías], lo constituye un mensaje que dirigiera Castrillón, al Congreso Nacional, a mediados de 1929" (7). lOVer Al varez para un resumen de los textos que, de una forma u otra, se ocupan más explícitamente de la masacre de las bananeras.

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llSamper Pizano comenta sobre otro elemento que contribuyó a otorgarle a La casa grande un carácter más fragmentado y novedoso. El efecto del juego de temporalidades y de narrativas encapsuladas proviene de la forma en que Cepeda Samudio escribió esta novela. La sección de "La hermana" fue escrita y publicada primero en 1957. la primera sección de "Los soldados" fue escrita un año más tarde. Por último, en 1960, recluídopor culpa de una supuesta tisis, que no lo era, termina La casa grande. En 1962, ola novela es publicada por Ediciones Mito. 12Ver Dauser para una visión panorámica de la evolución y las tendencias del teatro en Hispanoamérica. 13Ver Toro para un estudio de la influencia brechtiana en el teatro latinoamericano. 14La inclusión del personaje del boga es significativa ya que los bogas eran los esclavos africanos que movilizaban los champanes por el río Magdalena y mantenían el comercio y la comunicación entre la Costa y el interior del país. Ver Escalante y los múltiples estudios de Friedemann y Arocha sobre la esclavitud en Colombia y los afrocolombianos para una explicación más detallada. 15Fa l s Borda, en su extenso, inclusivo y radical estudio de la historia de la costa, en sus cuatro volúmenes, le dedica un sustancioso número de páginas al movimiento agrario y campesino que comenzó desde los años 20. Los esfuerzos de los jornaleros de las bananeras por organizarse fueron parte central de este movimiento. Sin embargo, Fals Borda no menciona la matanza de las bananeras ni tampoco aísla la Zona Bananera y el pacto económico con la United Fruit Company en el Magdalena para examinar los pormenores del evento. 16Posada-Carbó reconoce que "social tensions reached their peak in 1928, when a general strike motivated by labour conflicts and resentment from banana producers, combined with political agitation in the midst of rising unemp10yment, led to c1ashes with the Army and a violent outcome. The 1928 strike -later popularized in García Márquez's One Hundred Years of Solitude-- had far-reaching political consequences, and became a landmark in Colombian labour history" (60). Posada-Carbó se abstiene de afirmar que la violencia ocurrida fue una masacre, ya que el

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200

análisis de esta huelga "is beyond the scope of [his] book" (Nota 105, p. 60). Sin embargo, en la nota de pie de página 106, Posada-Carbó dice que "even the events of 1928 need a thorough re-examination." I7 Va l

e aquí reiterar las observaciones hechas por PosadaCarbó en la cita anterior. I8 La tendencia positivista del análisis durkheniano privilegia la materialidad del hecho social en cuanto estos "are to be treated as things" (Simpson 28). Aún más, para Durkhein, "collective thought, in its form as in its matter¡ must be studied in its entirety, in and for i tself...How much i t resembles the thought of indi viduals must be left for future investigation. It is a problem which is rather within the jurisdiction of general philosophy and abstract logic than in the science of social facts" (29). Este énfasis sobre lo colectivo no debe crear confusión sobre la definición del hecho social y su peculiaridad "of exercising a coercive influence on individual consciousnesses" (29). Existe así una diferencia entre la coerción que los hábitos ejercen sobre el individuo desde su fuente interna, y las creencias y prácticas sociales y su poder de coerción externa.

19Para un recuento detallado de la organización indígena y las subsecuentes organizaciones campesinas y obreras, ver Fals-Borda 139 A Y B; 161 A Y B. 2°El carácter impuro de la sangre proviene de las creencias que rodean el ciclo menstrual de la mujer: "Menstrual blood is regarded as impure; menstruating women are segregated from the community. They are forbidden to touch any objects of communal usage, sometimes even their own food, for risk of contamination" (Girard Violence and the Sacred 33) . Esto, dice Girard, sólo puede ser comprendido dentro de "the general category of bloodletting. Most primitive peoples take the utmost care to avoid contact with blood" (33) .

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Capítulo 3 La extensa novela de Fanny Buitrago, Los pañamanes, es lanzada al mercado en 1979 enfrentándose, directamente, a una realidad literaria abrumada por el legado de Cien años de soledad. En efecto, la casa editorial Plaza & Janés denota su conciencia de dicha realidad al imprimir en la portada de un número de ejemplares de la primera edición una inscripción que hace alusión directa a lo anterior: [Esta es] una de las novelas más genuinas de la literatura hispanoamericana contemporánea, que recuerda al Gabriel García Márquez de los primeros tiempos Estas palabras intentan insertar la novela de Buitrago dentro de la tradición literaria dominante y adherirla a un mercado ya condicionado a lo garcíamarquiano. Por otro lado, la indicación sobre la producción "temprana" de García Márquez apunta a la calidad "genuina" tanto de la novela de Buitrago como de los primeros pinos literarios de García Márquez dentro del marco de El Grupo de Barranquilla. En la era de los setenta y comienzos de los ochenta, la única referencia existente para definir y catalogar un texto literario colombiano era a través de la narrativa de García Márquez. En 1982, Antonio Benítez Rojo recupera la novela de Buitrago en su artículo,

"Los pañamanes: Mito y realidad en

201

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202 el Caribe." La revisada, editada y ampliada versión de este mismo artículo se convierte en el significativo capítulo 6, "El libro," de la Parte 111 de La isla que se repite: El Caribe y la perspectiva posmoderna. Benítez Rojo define la novela como la " [p]enúltima pieza del rompecabezas"

(221)

que es para él el Caribe. Los pañamanes, según Benítez Rojo, contribuye a completar una geografía literaria del Caribe que atiende al tema de la piel, o más bien, al tema de su irreductible memoria expresada en términos etnográficos, económicos, políticos y sociológicos (221 ) Ciertamente, Los pañamanes ayuda a llenar los vacíos que aún existen a nivel geográfico, histórico y crítico en relación al Caribe. Estoy igualmente de acuerdo con Benítez Rojo en el hecho de que todavía faltan por encajar algunas islas, ciertas ciudades y puertos, tramos costeros, penínsulas y golfos cuya ausencia configura huecos de bordes irregulares (221) y crea aporías dentro de los acercamientos discursivos para estudiar lo caribeño. El espacio de la novela de Buitrago, dice Benítez Rojo, adquiere el estatus de meta-archipiélago desde el cual extender un análisis de los efectos causados por "el repetitivo mecanismo de la Plantación"

(223).

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203 Además de esta dimensión, la preocupación de Benítez Rojo se centra en el análisis de los tres conjuntos socioculturales que él define corno presentes en la novela provenientes de las metrópolis de Inglaterra, España y Colombia. Benítez Rojo no entra en dilucidaciones detalladas en torno a las relaciones establecidas entre estos tres grupos. Tampoco considera los precedentes y resultados económicos e histórico-políticos de esta interacción, y la realidad etno-cultural que producen. Para Benítez Rojo, "su disposición es puramente accidental; es la consecuencia de los azares de la historia del Caribe" (224). Dentro de este acercamiento a la novela de Buitrago, Benítez Rojo ve la leyenda del pañamán como el vehículo que utiliza Buitrago para crear una ahistoricidad que permite aislar la memoria de la piel y su función en el espacio de la novela. De esta forma,

la novela consigue alcanzar "un

tiempo utópico donde el conflicto de la piel no actúe" (231) . En Novela y poder en Colombia, Raymond L. Williams deja de lado las consideraciones en torno a la memoria de la piel y sitúa Los pañamanes dentro de los parámetros de la Modernidad, estilística y temáticamente. Para Williams, Los pañamanes es una novela moderna por

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204 el uso de la fragmentación, el collage, [y] la multiplicidad de puntos de vista -técnicas propias de la modernidad [literaria] (247) A nivel temático, Williams dice que Los pañamanes " presenta los conflictos entre las leyendas y las tradiciones de una cultura oral en vías de desaparición, y la modernización creciente, llena de 'gente linda' (252) Las aseveraciones de Williams en torno a Los pañamanes se limitan a compararla con la producción literaria de García Márquez "y el impulso moderno"

(247) que él considera éste

le da a la literatura costeña en particular. Por tanto, Williams no reconoce los logros específicos de Buitrago y su consciente diálogo con Cien años de soledad. La tesis doctoral de Elizabeth Montes G"

El

cuestionamiento de los mecanismos de representación en la novelística de Fanny Buitrago publicada en 1997, es el estudio más reciente sobre la obra de la autora. Montes define a Buitrago corno "one of the most remarkable Colombian writers of the twentieth century" (1). Al alejarse del predominante acercamiento crítico que sobre enfatiza las influencias faulknerianas y garcíamarquianas en sus novelas, Montes se centra en the way Buitrago uses the novel as a means to explore, show and challenge the mechanisms of representation in the novel [corno género literario] (1)

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205 El objetivo de Montes es establecer los elementos que definen las novelas de Buitrago como ficciones posmodernas, ya que Buitrago explores the relations between characters and their subject positions in their representation .... studies the impact of the historical and spatial contexts in the representation of the story [and] looks at the role of the mass media culture in the production of meaning (2) Montes identifica estas características en diferentes textos de Fanny Buitrago, respectivamente. Comparto con Benítez Rojo, Williams y Montes la visión que reconoce en Los pañamanes una heterogénea temática y un estilo innovador. Esto permite examinar la novela desde múltiples puntos de vista y de acuerdo a cada agenda en cuestión. Con el afán de contribuir una perspectiva diferente a las exploraciones de los críticos ya nombrados, mi estudio se enfoca en Los pañamanes para definirlo como un ambicioso texto que dialoga, directamente, con la propuesta de identidad colombiana y latinoamericana de Cien años de soledad. Al igual que en Cien años, Los pañamanes está articulada alrededor de un archivo que contiene la información necesaria para reconstruir los últimos cien años de la historia isleña. No obstante, a diferencia de

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206 Cien años, Buitrago hace uso de la tradición oral del espacio de la novela como vehículo fundamental para articular los parámetros del espacio isleño, y su diferencia cultural, étnica y lingüística. Además, Buitrago pluraliza el eje familiar de la novela y lo extiende a un sinnúmero de familias y núcleos familiares no-consanguíneos y de múltiples orígenes nacionales y étnicos. Esta pluralidad reconoce la hibridez del espacio isleño y la contrapone a la fábula monolingüe y criollista del centro del continente. La novela narra la historia del archipiélago de San Gregorio y Fortuna localizado en el Mar Caribe. Buitrago entreteje los sucesos de la isla de San Gregorio, particularmente, con los avatares de una barra de amigos, la tinieblamenta. Denominados tinieblos por su color de piel oscura, los nueve personajes centrales, "la patota de tinieblos," ejemplifica la mezcla étnica y la diglosia que caracterizan la isla. Todos, Goyo Saldaña, Nick Boy, Terranova González, Pinky Robinson, Epaminondas Jay Long, Pepe el Tranquilo, Bello Román y Nicasio Beltrán

--a

excepción de Lord Caca-- provienen de líneas familiares que Buitrago traza hasta las familias fundadoras de la isla, directa o indirectamente; o sea, dentro de la línea patrilineal legítima o ilegítima. De una u otra forma,

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los

207 tinieblos pertenecen o se mueven dentro del espacio de El Arenal, sub-espacio de la novela, un barrio pobre, marginal y objeto de deseo de los negociantes y políticos de la isla. Este espacio contiene el grupo y las actividades que le prestan a San Gregorio su carácter caribefio, ecléctico, y culturalmente heterogéneo. En armonía con el lugar en que se mueven, los tinieblos son ladrones y pescadores, hombres de negocio y borrachos empedernidos, involucrados en una existencia que fluctúa entre la legalidad y la marginalidad. Las andanzas de los tinieblos, sus rumbas, viajes de pesca, empresas de negocios, amores, éxitos y fracasos mueven la narrativa y se ramifican en sucesos que tienen que ver con interacciones a un nivel más amplio en la novela. Goyo Saldafia es el personaje a través del cual se canaliza la historia de la isla y del grupo de amigos, ya que sU archivo personal, compuesto de múltiples fuentes,

es

el archivo de la novela. Cada uno de los dieciséis capítulos de la novela está enmarcado por un documento diferente del archivo de Goyo Saldafia al principio y al final del capítulo. Su relación con Valentina Cisneros y la relación de su compañero Nicasio Beltrán con Sabina Galende se convierten en unos de los focos centrales de la novela. Sabina Galende es una isleña indomable que se rebela en

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contra de su destino al negarse a casarse con el hijo de uno de los ricos de la isla para sacar a su familia de la pobreza. Sabina es una hechicera de irresistibles encantos y es la única mujer que irrumpe en el espacio de la tinieblamenta cuando busca refugio en el ámbito preferido del grupo, el barco de Goyo Saldaña, El pañamán. Violada y asaltada por hombres al servicio de su aspirante suegro, Sabina le da de beber a Nicasio Beltrán su secreción vaginal en una botella de ron. Nick Boy intersecta el trago y entra en un largo letargo bajo los efectos del conjuro de Sabina. Nicasio sucumbe bajo sus encantos de todas formas y se va a vivir con Sabina a El Arenal. La manipulación de Nicasio por parte de Sabina y la relación que Sabina entabla con el padre de éste, por quien lo abandona eventualmente, desencadena una serie de eventos y rivalidades en El Arenal y en la isla que actúan como el motor de la narrativa. De igual manera, la relación entre Goyo Saldaña y Valentina Cisneros, en la tercera parte de la novela, sintetiza la lucha entre pañamanes e isleños y la tensión/atracción constantes dentro de la que sobreviven. Valentina, mujer del continente y de clase alta, no puede en últimas resistir el encanto del tinieblo/pañamán; se entrega al mundo de El Arenal y sucumbe a la vida de marginalidad que Goyo Saldaña lleva.

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Todas las hazañas del grupo de amigos y de los múltiples personajes de la novela que cruzan el camino de los tinieblos son narradas en la novela a base del archivo de Goyo. Las fuentes citadas en cada capítulo y las numerosas referencias históricas que pueden ser identificadas en los textos historiográficos más prominentes y conocidos verifican los hechos que el texto ofrece. Estos datos también santifican a los personajes cuyos apellidos apuntan a los diferentes grupos que ocupan y abandonan la isla de San Gregorio dentro de un promedio de cien años. Además del posible cúmulo de significados que el siglo mencionado pueda tener en relación a Cien años de soledad, al igual que en la novela de García Márquez, la narrativa de Los pañamanes gravita alrededor de un archivo, como ya mencioné anteriormente. Este provee el material de la novela y ocupa un espacio central por la presencia del mismo dentro de todos los momentos del texto. La desaparición del archivo y de la copia que Valentina debe tener en su poder marcan la desaparición de la fuente clave de la novela la cual ocurre posteriormente a la muerte de las otras fuentes de las historias de San Gregorio: Goyo Saldaña, Sabina Galende y Nicasio Beltrán. Lo que queda es el texto de Los pañamanes como única evidencia del espacio

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210 de El Arenal y de la vida de sus habitantes y visitantes. La eminente erradicación de El Arenal para la construcción de un centro comercial y turístico se convierte en el foco de la segunda parte de la novela y proyecta las rivalidades políticas y las ideologías de clase y raza que dominan a San Gregorio. El testimonio oral de la vida de los personajes mismos, cuyas andanzas circulan en la novela entre los habitantes de El Arenal y de la isla en general es la otra fuente maestra de la novela. La oralidad del texto proviene de dos elementos deterministas que gobiernan la vida de cada uno de los personajes de la novela y del espacio isleño: la leyenda del pañamán y el mal augurio que trae la muerte de un alcatraz. En la raíz de la dinámica de todas las relaciones que se dan en la isla entre su diversa población, y ejemplificadas en el diverso grupo de los tinieblos, está la leyenda del pañamán. La leyenda ocupa un lugar central dentro de Los pañamanes. La leyenda está narrada en el primer capítulo de la novela y enmarca las historias que conforman el texto. Su visible relevancia afirma la importancia de la tradición oral tanto a nivel textual como dentro del espacio de la novela. Partiendo de esta premisa, mi estudio intenta, en primer lugar, examinar el contenido de la leyenda para

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211 identificar los elementos que la componen y su significado. Dependientemente de los materiales a mi disposición, intento proponer las posibles fuentes de donde se deriva la leyenda para develar las tradiciones que convergen en la constitución de esta leyenda explicativa y normativa. Teniendo en cuenta que el trasfondo de este estudio es la novela Cien años de soledad y, en relación a este capítulo, el uso del mito, me propongo, en primer lugar, explorar la función de la leyenda dentro del universo de la novela. De esta forma, intento argumentar que la leyenda se yergue como un código que revela la cosmogonía de ese espacio. Por medio de la evidencia que la novela brinda, arguyo también que la leyenda es utilizada en Los pañamanes para dialogar con la versión oficial de la población de las islas de San Andrés --espacio denominado San Gregorio y Fortuna en la novela-- como forma de establecer otra manera de contar la historia y de revelar otras historias. Por último, exploraré cómo la leyenda ofrece una cosmovisión del espacio insular que pluraliza la noción de nación proveniente del espacio continental la cual reconoce una mitología única en cuanto al origen racial y la realidad lingüística del espacio nacional. Por su parte, la violencia enmarcada en la leyenda del pañamán engendra la dinámica presente en las relaciones entre diferentes grupos

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212 e individuos del espacio insular y define este espacio como producto de violación y penetración. La leyenda del pañamán relata la emergencia de un naufrago español --The Spanish Man-- [que] surgió de la vecina isla de Fortuna, imponiéndose con su regia apostura a los descendientes de una próspera colonia puritana cuyos espíritus tradicionales continuaban ejerciendo discriminación entre negros y blancos, repartidos en poblaciones separadas, aunque la mayoría poseyera el color del tabaco quemado. La áspera trayectoria del Imperio Español en la trata de esclavos, el pánico de sus celosos inquisidores ante los seguidores de la reforma y su precaria condición de forastero, no le impidieron a The Spanish man agregar a su vocabulario las suficientes palabras inglesas para seducir a una mujer. El proceso que permite al semen fecundar un óvulo y transformarlo en feto cumplió normalmente su ciclo, en un silencio culpable, deshonroso. En el forcejeo de la criatura por nacer y la ira de una muerte segura envileciendo sus entrañas, la parturienta gritó ese ¡The Spanish man! colérico, pleno de odio contenido, que sonó a pañamán al apretujarse en la garganta enronquecida ... The Spanish man ... paña pañamán hijo de mala madre --en memoria de un hombre que fuera cazado como una comadreja y colgado para escarmiento de los huéspedes ingratos (Buitrago 21-22) La examinación de los diferentes elementos que articulan esta leyenda devela múltiples aspectos. Producida en el grito de muerte de la mujer a quien seduce el pañamán, el

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213 término capta significados cambiantes en el contexto de la novela. Lingüísticamente, pañamán se deriva del contacto que existe entre el inglés estándar y el español estándar en la isla, traídos por los diferentes grupos que poblaron este espacio. Singulares cambios morfológicos y una afinidad fonológica producen una palabra compuesta, producto de dos palabras diferentes: paña del español creolizado proveniente de la palabra España r y mán del inglés estándar man, hombre. En la palabra compuesta, paña es un préstamo

proveniente de un sustantivo que pasa a ser un adjetivo. Mán es un préstamo 1 que mantiene el mismo significado y

función gramatical de su lengua de origen, pero experimenta cambios a nivel morfológico al tomar un acento ortográfico de la lengua que lo asimila. Así, pañamán, Spanish man en inglés estándar, significa hombre español en el continuum lingüístico de San Gregorio. Culturalmente, el término pañamán "pronunciado despreciativamente por varias generaciones isleñas"

(20)

el locus de múltiples definiciones a través de la novela. Fundamentalmente, pañamán denomina en la isla a toda persona del continente, advenedizo a la isla de clara descendencia española, o de cualquiera otra procedencia, como forma de

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es

214 rechazo y desprecio contra el inmigrante colombiano --turco-judío-amarillo-piel blanca-- de todas maneras extraño invasor (21) Quiere decir un no-tinieblo, todo individuo que no exhibe en su piel el registro racial mezclado de los isleños. Pero un paña es también todo individuo mentiroso y deshonesto que se adhiere al decir isleño que indica la ingratitud de los que se aprovechan de la hospitalidad de los isleños donde los que lo desean pueden amasar buena fortuna. De ahí el dicho: "Paña, palomo y gato son animales ingratos.,,2 Los isleños resienten el poder que los pañamanes consiguen porque desde que los pañamanes mandaban y comandaban en San Gregorio, la vida era realmente imposible. Estaban hartos de ellos. Sí. Cualquier día ocurriría lo mismo que en Belice o Nassau. ¡Le prenderían candela a todos los edificios de la civilización¡ Echarían a todos los pañas al infierno. Comerían gustosamente sus entrañas" (73) Como advenedizos y desprovistos de un pasado identificable, los pañas pueden ser también, como dice Goyo Saldaña, "muertos de hambre,

sin la menor oportunidad de meter la

mano en el caldero"

(21). El acceso a las oportunidades

disponibles en la isla de San Gregorio, consecuentemente, está lejos de ser definido únicamente por la condición de ser paña.

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215 Al mismo tiempo, ser paña puede ser una condición difícil de definir o, más bien, un asunto de escogencia personal. Goyo Saldaña, por ejemplo, paña de nacimiento, ignoraba que él no era ni blanco ni negro ni indio ni chino ni mulato, pero parecía tener una mezcla de todo ello. Su aspecto era exótico, aterrador ... (22) A pesar del acceso que él tiene al ámbito paña de la isla --casinos, negocios, vida política a la que eventualmente se adhiere--, la vida de Goyo Saldaña transcurre en El Arenal, entre la barra de tinieblos y bajo los códigos isleños y deterministas inscritos en la tradición oral de San Gregorio. En la leyenda, el pañamán es una figura arquetípica que condensa todas las subjetividades multinacionales y multilingües que pueblan la isla, además de portar el legado de los grupos colonizadores anteriores. La imposibilidad de definir su origen se materializa en su calidad de náufrago y en el hecho de que los restos del supuesto galeón nunca son referenciados. La inexistencia de una nave denota al pañamán como producto del Mar Caribe, llamado náufrago por haber salido del mar, punto de origen de todos los otros colonos y transeúntes que vienen a la isla. El Mar Caribe es las entrañas que generan a todos los grupos que habitan la isla en diferentes momentos de su

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216 historia: los ingleses puritanos, los franceses,

los

piratas, los indios Miskitos, los esclavos y cimarrones y, por último,

los españoles. Pero el hecho de que el pañamán

provenga del útero del Caribe, el Mar Caribe, de donde todo emana en el espacio caribeño, le brinda al personaje central de la leyenda un carácter mágico. La magia, como sistema de pensamiento expresado en prácticas rituales y articulado en leyendas e historias como la leyenda del pañamán, performs a través de operaciones que [postulate] an all-embracing determinism ... [that] are divined and made use of in an all-embracing fashion (Lévi Strauss The Savage Mind 11) De acuerdo al discurso antropológico, lo mágico no se refiere, en las sociedades primitivas,3 a una "timid and stuttering form of science"

(13). Por el contrario, el

pensamiento mágico forms a well-articulated system, and is in this respect independent of that other system which constitutes science (13) La leyenda performs una operación mágica en tanto que relata cómo el agua salada del Mar Caribe vomita el pañamán, el hecho de que la comunidad lo acepta, y cómo sus acciones traicioneras son la causa de su muerte. La leyenda articula una advertencia para todo forastero que penetre el

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217 espacio isleño y quebrante el orden del lugar. Como leyenda, ésta es una "historia" que relate[s] a series of events that took place in a distant and fabulous past ... [t]he actors in tales are he roes or miraculous animals, all the actors share the corumon trait that they do not belong to the everyday world ... the tales and fables refer to events that, even when they have caused changes in the World ... , have not altered the human condition as such (Eliade 10-11) El mitema 4 de la leyenda está constituido en la coyuntura de dos formas de narrar: la historia como disciplina y discurso oficial y las historias que circulan y han circulado desde tiempos arcaicos dentro de la comunidad de la novela. El material producto de estas dos formas de percibir, registrar, contar y repetir da como resultado una leyenda que posee tanto un contenido profano, o sea relacionado con hechos "reales," como un contenido sagrado que relata lo que pasó realmente, "that really establishes the World and makes it what it is today"

(6).

A la llegada del pañamán, la leyenda dice que éste se impuso por su apostura sobre los puritanos ya establecidos en la isla. Este hecho sitúa la leyenda en el siglo XVII, época en la que una colonia puritana inglesa ocupaba la isla de Providencia. 5 El orden social de la isla, dice la leyenda, se basaba en la discriminación y segregación entre

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218 negros y blancos. El pañamán tuvo la necesidad de aprender algo de inglés para seducir a una mujer de la isla. Este elemento lingüístico pone en cuestión el origen de la mujer. La leyenda implica que el pañamán seduce a una de las colonas inglesas puritanas. 6 En efecto, de acuerdo a la organización social que la leyenda denuncia, la seducción de una esclava negra o de una mulata no constituiría una trasgresión bajo los códigos implícitos en una relación de poder que le permitía a los hombres blancos acceso a las esclavas. A pesar de esta clara alusión al origen de la mujer a quien seduce el pañamán, la leyenda contiene su propio cuestionamiento. La separación entre blancos y negros ocurre, dice la leyenda, no obstante "la mayoría [posee] el color del tabaco quemado"

(Buitrago 21). Este

factor que afirma una mezcla racial ya existente entre las poblaciones segregadas de la isla le brinda un tono diferente a la trasgresión del pañamán y la mujer "que habla inglés." La leyenda, en primera instancia, denuncia la injuria que el forastero impone sobre la comunidad al seducir a la colona. Los estrictos códigos puritanos requerirían la aprobación de la relación por parte de los líderes de la comunidad, la corte oficial y el matrimonio, además de reforzar la necesidad de contraer matrimonio con un miembro de su propio grupo social y étnico. La

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219 examinación más detallada del texto de la leyenda implica una denuncia de la mezcla obligada al referirse a la histórica penetración y a la violación sexual de mujeres "color de tabaco quemado," produciendo así "los tinieblos." Sinónimo de penumbra y semi-oscuridad, ser tinieblo es pertenecer a una categoría que evade una definición precisa, tal como le explica Belinda a su patrona, Valentina Cisneros: ¡Ah, un tinieblo! Un tinieblo podía ser muchas cosas a la vez. Dijo [Belinda]. Eso era la mismita cuestión de gustos. Ella no tenía parlamentos, modos de decirlo. ¿La señora Valentina insistía? Un tinieblo era un tinieblo. Un tinieblo entra por la ventana y sale a la madrugada por la puerta de atrás. Un tinieblo se saluda en el baile y se olvida en la calle. Un tinieblo se quiere a oscuras y se desprecia en la claridad. A un tinieblo se le fía y no se le cobra. Un tinieblo lo es y no lo es (280)

A su vez, un tinieblo es el verdadero isleño, el habitante de El Arenal, la Zona Negra de la isla, foco de actividades legales e ilegales, y objeto de deseo de los pañas que buscan controlar la economía de la isla. Dentro del universo de la novela, la leyenda del pañamán cumple la función de articular una explicación de la singular división social, racial y espacial que presenta la isla. El linchamiento del pañamán como "escarmiento de

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220 los huéspedes ingratos" (22) propone el rol del paña de chivo expiatorio, utilizado para restaurar un estado de cosas afectado por sus acciones a nivel inmediato y a nivel histórico. En Violent Origins, René Girard identifica diferentes usos de los términos "chivo expiatorio." De éstos, el uso de estos términos en los siglos XIX y XX tiene mayor relevancia y aplicación a este estudio: In the nineteenth and twentieth centuries, Frazer and others freely utilized the term scapegoat in connection with a large number of rituals. These rituals, they felt, were based on the belief that "guilt" or "sufferings" could be transferred from sorne cornmunity to a ritually designated victim, often an animal but sometimes a human being (73-74) La leyenda es efectiva en su propósito al proveer una forma de transferir la culpa de varios grupos e individuos --los puritanos, los franceses, los holandeses-- sobre el cuerpo de un ser de igual procedencia quienes, como el pañamán, penetran la isla y la ocupan con planes beneficiosos sólo para ellos. El linchamiento del pañamán constituye un ejemplo de chivo expiatorio a priori de la afirmación que la novela brinda del mismo. En primer lugar, la muerte del pañamán reúne las características de un sacrificio por su

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221 naturaleza ritualista y colectiva. Además se marca también como sacrificio por el espacio público en que tiene lugar. La muerte del pañamán a manos de los representantes de una colectividad quienes actúan de forma unánime lo define como un rito de tipo chivo expiatorio de acuerdo a los parámetros establecidos por René Girard. En el contexto de la novela, el rito cumple una función particular dentro de un ámbito moderno --utilizando modernidad y civilización como términos contiguos--. Es una muerte que desplaza la negación de la violencia que implica el acto de sacrificar al chivo expiatorio, ya que [w]hether physical or psychological, the violence directed at the victim appears to be justified --justified by the responsibility of the scapegoat in bringing about sorne evil that must be avenged, something bad or harmful that must be resisted and suppressed (79) Esta ecuación se complica al re-examinar la leyenda como un medio de repetición de un acto ya ejecutado anteriormente por otros de piel blanca como el pañamán, y provenientes del Mar Caribe: los colonos ingleses, y los anteriores pobladores holandeses y franceses. En su calidad de intrusos en un espacio cuya historia oficial de descubrimiento y población es indefinida, la transgresión del pañamán ya ha ocurrido. Previos colonos habían traído a sus esclavos para trabajar en sus casas y en sus

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222 plantaciones de tabaco y coco y, al igual que la historia del resto del Caribe, ya habían impuesto su poderío sobre las esclavas a su disposición. El color de tabaco quemado que la mayoría exhibe, según la leyenda, es testimonio de este cruce entre razas. La leyenda también proyecta una ambigüedad en cuanto a la participación de la mujer en su encuentro sexual con el pañamán. La unión y la fecundación ocurren en "un silencio culpable, deshonroso"

(Buitrago

21), pero los detalles del encuentro están definidos en términos de "seducción.,,7 Esto deja abierta la posibilidad de un consenso entre los dos individuos, al tiempo que permite interpretar el encuentro entre los mismos corno resultado de la astucia del pañamán y su "regia apostura" (21) . La astucia del pañamán apunta a una de las fuentes de la leyenda, las historias de la araña Kwaku Ananse de los Ashanti del oeste de Africa. Kwake Ananse the Spider 8 is undoubtedly the best known rascal in West Africa. Shrewd and cunning, greedy and clever, his actions are those of aman, and he only returns to the cobwebs on the ceiling when he is in trouble and escaping punishment (Appiah 9) Los héroes de estas historias son animales del bosque, corno en el caso de Nancy, su nombre en español, y también pueden ser personas de la comunidad. Las historias encierran

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223 enseñanzas sobre las consecuencias de un acto transgresivo. De igual manera, las historias de Nancy demuestran la astucia como forma de existir, sobrevivir y de evadir un posible castigo. El texto confirma la inclusión de la tradición oral africana ya apropiada en el Caribe en el folio No. 75 que cierra el capítulo 6 de la novela. Luego del comentario del narrador sobre nla mente atiborrada de intrigas y vidas ajenas"

(Buitrago 132) de Radamés Otero,

sacerdote de la Zona Negra, el capítulo cierra con el contenido de "Una historia de Nancy," "FUENTE: TRADICIÓN ORAL (133). El título de la historia es "LA LEY QUE FORMÓ A NANCY,n encabezada por el proverbio "Cualquiera que se meta en las cosas ajenas tiene que morir"

(133). Nancy vive con

su ley hasta el día en que no puede resistir preguntarle a una gallina que pasa adónde va, y muere después de hacerle la pregunta. La relación entre los dos pasajes del texto se da alrededor del padre Otero quien viene a la Zona Negra con la intención de aceptarlos [a los tinieblos] tal cual eran, ayudarles a tomar conciencia de sí mismos. Sin apiadarse de ellos o intentar reformarles a fuerza de sermones o acciones edificantes (133) La ley de Nancy se cumple al recibir el padre Otero las consecuencias de su intervención en la Zona Negra. Dentro

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224 de la misma dinámica de trasgresión y punición, en la leyenda del pañamán, éste no puede escapar su castigo. Su muerte se convierte en la moraleja de la historia/novela. Más allá de su estatus de código normativo, la novela afirma la relevancia de la tradición oral como materia que constituye la identidad del espacio y de sus habitantes. Es decir, lo oral es el producto textual de la realidad de San Gregorio. En todo momento, el acto de narrar las múltiples y rizomáticas historias que ocupan la novela es interrumpido --leáse impregnado-- por las creencias, fábulas,

apartes históricos y proverbios: En hábil continuidad surgían sangrientas expediciones bucaneras, que se confundían con las figuras estoicas de los primeros colonos ingleses y holandeses, con sus virtuosas mujeres, sus fanáticos preceptos religiosos, su falta de escrúpulos comerciales y sus esclavos negros. Las terribles andanzas del Caballero de Jamaica. La leyenda del pañamán. De cómo el reverendo Nathan Henry atravesó todo el Caribe utilizando por nave una imponente iglesia de madera, pintada en un blanco inmaculado, y pudo llegar sano y salvo al viejo puerto de El Cove, a tiempo para predicar la doctrina salvadora de la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día. La epopeya de los remotos antepasados, quienes surcaron los mares bajo las banderas de España, Inglaterra y Portugal, destinados a reemplazar a las bestias de carga, cantores de funestas melodías en las bodegas de los barcos negreros. Y la estrategia desplegada por un puñado de

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225 tipos muertos de hambre --para defender las murallas de Cartagena-- comandados por la mitad de otro tipo, alimentándose con espaldares de mecedoras y cueros de ratas, dignificados posteriormente en los anales de la patria. ¡ Oh Patria, te adoro en mi silencio mudo y temo profanar tu nombre santo! ¡Por ti he sufrido y padecido tanto, como lengua mortal decir no pudo! (15) La heterogeneidad del contenido de la dimensión oral de la novela es un espejo de la realidad del espacio de San Gregorio a la vez que la heterogeneidad de San Gregorio reproduce la misma característica en la novela. Consecuentemente, el texto proyecta una imperiosa necesidad de "crear una leyenda. Una leyenda irrebatible, una leyenda concreta, una leyenda para esconder armoniosamente la verdad (235).VI La leyenda es la novela misma en su afán de circular, por medio de la escritura, historias orales que expliquen, expandan, revelen y re-creen la realidad de San Gregorio. La relación entre oralidad y escritura, sin embargo no es armoniosa en la novela. Existe una tensión entre la oralidad y la escritura que está ejemplificada en el texto a través del "pánico ancestral de Pepe [el Tranquilo] por la palabra escrita"

(102). Para Pepe el Tranquilo, quien

nunca ha salido de la isla,

"no existía peor enemigo que la

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226

palabra escrita"

(100). Cuando Pepe recibe una carta de

manos de Sabina Galende áquella es como una acusación, como un maleficio, como un reto ... La sola idea de la aleación tinta-papel bastaba para aterrorizarle mortalmente (100) Pepe interpreta la escritura como la causa de la muerte de su protector, Campo Elías Saldaña, quien muere alcoholizado luego de perder su carrera política. Para Pepe, Campo Elías muere "a causa del papel impreso y de la palabra escrita" (100). El miedo de Pepe es ratificado al encontrar Goyo Saldaña, quien se ofrece a leerla, que, efectivamente, la carta contiene una amenaza para El Arenal y para Nicasio Beltrán. Pero Goyo opta por no informar a Pepe de los malos augurios y le dice que es una cadena de la suerte de Fray Martín de Porres, guardando así el secreto del contenido de la carta. El miedo de Pepe lo hace responder para evitar las consecuencias trágicas que pueden ocurrir al ignorar una cadena. "En la mañana compró siete sobres, y fue de casa en casa depositándolos por debajo de las puertas" (104) . El ejemplo de Pepe el Tranquilo adjudica valores a la escritura que denuncian su poder de afectar la realidad de los personajes y la realidad de la isla. Sin embargo, la novela sólo puede preservar y privilegiar lo oral por medio

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227 de la escritura, sinónimo de modernidad, estabilidad, unilateralidad y autoridad. Para conseguir su objetivo, la novela se embarca en un proyecto que lucha por inscribir lo oral. Por consiguiente, el texto presenta una narrativa controlada por un narrador hetero e intra-diegético que no permite que el contenido se separe de su acto de contar. Por medio de la repetición de ciertos elementos como la creencia sobre los malos augurios que la muerte de un alcatraz produce y la inclusión de los documentos del archivo al final de cada capítulo, la novela adquiere un patrón rítmico. Este patrón guía al lector a través de una narrativa que existe en la escritura, pero que se enuncia desde lo oral, definido aquí en relación a los conceptos de oralidad desarrollados por Walter Ong. Así, el constante uso de proverbios y dichos formulaicos están inscritos en el texto para develar su capacidad normativa actual dentro de la realidad del espacio de la novela. Todos los capítulos de la novela funcionan de forma aditiva. Es decir, están subordinados el uno al otro de forma progresiva sin contener sus propias conclusiones. Ong denomina esto "additive oral style"

(37), un estilo que

incluye porciones de discursos de suprema extensión, similares a las citas que este estudio resalta en diferentes momentos. Los pañamanes cumple también con el

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228

principio oral que agrega los elementos y personajes de la narrativa sin esforzarse por analizar cada uno de ellos. La novela rebosa en abundancia y exceso de personajes, eventos y páginas, ya que se extiende a cuatrocientos quince folios. Tanto la voz narrativa como la unidad textual proyectan un deseo de conservar las historias que constituyen el espacio de la novela e inscribir "la historia no escrita" (Buitrago 305). El propósito es restaurar un equilibrio el cual sólo existe en un momento que pertenece a una realidad anterior a la leyenda, creencia que circula, a su vez, dentro de lo oral. Las historias de la novela son producto directo en gran parte, o están basadas en eventos historiográficos los cuales son igualmente cuestionados por la tradición oral. Las constantes luchas entre grupos y entre individuos que la novela inscribe hacen referencia a una realidad impregnada de violencia y que continúa sosteniéndose dentro de parámetros que subrayan la violencia como común denominador y como factor inmutable. En los años sesenta, el tiempo de la novela, el espacio de San Gregorio y Fortuna es un Puerto Libre, exento de impuestos. Su realidad no hace eco a las divisiones regionales del continente colombiano, ni a su supuesta dicotomía racial: la tri-etnia de la Costa

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229 Atlántica versus el criollismo de los habitantes del interior. Por el contrario, el espacio isleño está constituido por una multitud impaciente y vocinglera. Zarandeada a la deriva por llamativos automóviles de último modelo y ruid0sas motocicletas corroídas por el salitre. Marinos de diversas nacionalidades, contrabandistas, pescadores, tostados aventureros, vendedores de drogas, mendigos y chanceros. Deambulaban altivos isleños de piel melada y luminosos ojos claros, atléticos suecos encandilados por el trópico, comerciantes activos y sudorosos, vagabundos de largos cabellos con las pupilas extraviadas, fanáticos propagandistas de la biblia y --de cuando en cuando-- asustados turistas que perdieron a sus compañeros de excursión y las diversiones detalladas en los elegantes folletos de la Corporación Nacional de Turismo. Pregonan los yerbateros pomadas exóticas, raíces medicinales, collares de ajo, pulseras magnéticas y jarabes concentrados teñidos de violeta, mandarina y bermellón. En los tenderetes, cubiertos con planchas de zinc, se mueven con aire soñoliento los vendedores de fruta, como dopados por el furioso zumbido de las moscas. Se trafica con niñas, copra, ácido, divisas de importación, empleos públicos, carnes congeladas, materiales de construcción, artefactos eléctricos, perfumes y whisky adulterado. Están los adivinos. Las negras de uñas platinadas. Los narradores de cuentos. Los políticos incansables. Y todos los que ignorantes del pasado legendario de la isla emergen del cieno de su historia. Todos. Unidos por el lenguaje común de la gritería. En español,

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230 patois, inglés, árabe, ruso, yidish, italiano, hebreo, chino y portugués. (13 cursivas mías) Existe en San Gregorio, en suma, elementos representativos de la realidad del espacio continental, del espacio insular caribeño y del sur de los Estados Unidos, Unidos ... "

"[t]odos.

(13). Su ya adjudicada condición de Puerto

Libre, la aleja también del modelo de monopolio económico y del monocultivo. La novela, en gran parte por medio del uso del mito, recrea exitosamente la pluralidad del espacio de San Gregorio, elementos que la cultura hegemónica continental, su discurso historiográfico y sus tendencias literarias no pueden recrear y plasmar. Los pañamanes comunica la heterogeneidad de su espacio al ofrecer una narrativa que acepta su carácter mítico al igual que su sustrato histórico. El marco que establece este sustrato está sellado con la sección introductoria de la novela. En esta sección, una "copia anexa" del archivo de Gregorio Saldaña es presentada por la autoridad isleña, el gobernador del archipiélago de San Gregorio y Fortuna Tadeo Román IV, a la señora Valentina Saldaña, nieta de Don Gregorio. Mediatizada en la figura del gobernador, Valentina Saldaña recibe autorización para utilizar esta fuente oficial

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231 con la esperanza de que a través de sus páginas [ella] pueda reconstruir parte de la historia ignorada de nuestra isla [la isla de San Gregorio] y los hechos importantes de la vida de nuestros gloriosos antepasados (9) Además, el gobernador le pide a la futura autora del texto que le permita tener acceso a las valiosas copias existentes en la NOTARÍA lA DE SAN GREGORIO y, si es posible, [le} ceda el derecho de revisar y seleccionar los inapreciables textos para darlos oportunamente a la publicidad (lO) La capacidad autorial de Valentina Saldaña y la intervención oficial del gobernador en capacidad de "editor" y keeper de este archivo secreto convergen para producir un texto con el objeto de revelar la gloria del aún desconocido pasado de la isla. Una de las versiones de la historia "conocida" de la isla está en el primer documento del archivo, el folio No. 1. La fuente está denominada como un libro de texto

-- San

Andrés y Providencia: Una geografía histórica de las islas colombianas del Mar Caribe Occidental de James J. Parsons. Este texto historiográfico es una de las dos historias más conocidas y completas del archipiélago de San Andrés y Providencia lo que permite la relación directa entre el

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232 espacio de la novela y el archipiélago. El documento es una cita directa del libro de Parsons: Exactamente cuándo fueron descubiertas estas solitarias islas y quién fue su descubridor, se desconoce. La idea popular de que fueron visitadas por Colón y de que él les puso nombre, es claramente errónea (11)9 La novela es un esfuerzo por esclarecer la veracidad de la versión oficial del origen de la isla. En otras palabras, la intención es exponer la verdadera historia del archipiélago. En sí, la cita presupone el diálogo que el texto, que emanará del archivo, entablará con los textos que ya están en circulación: el archivo personal de Goyo Saldaña, la historia de Parsons, y la tradición oral isleña. Todos estos son textos cuya legitimidad está delimitada por la escritura que los inscribe. La dinámica que existe entre estas dos formas de narrar la realidad -la oralidad y la escritura- implica un estado de cosas dentro del cual los elementos de una cultura arraigada en lo oral conviven con elementos de una sociedad alfabeta. Según Walter Ong, la presencia simultánea de estas dos dimensiones de pensamiento y expresión se debe al proceso de cambio de una sociedad oral a una sociedad escrituaria. Estos cambios son expresados en los textos que una sociedad como la anterior produce y los caracteriza por su carácter

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233 oral. "Orality-literacy polarities (157)," dice Ong, tienen que ver con the development of genres, plot, characterization, writer-reader relationships ... , and the relationship of literature to social, intellectual and psychic structures (157) Aún más, Ong apunta hacia la importancia de examinar la identidad y posición del narrador en tales textos. Este factor toma particular relevancia al considerar Los pañamanes. Fanny Buitrago no sólo se apropia de la tradición oral isleña y se autoriza como "cuentera" en el acto de escribir la novela, sino que también se apropia de las fuentes escritas acumuladas por Goyo Saldaña, y celosamente cuidadas por el gobernador para ponerlas en manos de Valentina Saldaña, la heredera del archivo. La identidad de la narradora solamente es revelada en la introducción y en el cierre de la novela cuando se notifica la desaparición de todas las copias del archivo. Durante la extensión de la novela, la voz narrativa nunca se identifica como Valentina, ni se enuncia en la primera persona, lo cual desestabiliza su identidad. La impresión inicial del lector le adjudica a Goyo Saldaña el rol de narrador. Numerosos momentos del texto remarcan el acto de contar de Goyo. Sin embargo, el hecho de que, en el tiempo en que la novela se escribe Goyo ya está muerto, apunta a

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234 su rol de narrador como privilegio donado por Valentina. En sí, Valentina le permite a Goyo recontar sus andanzas y las de los tinieblos, pero la autoridad recae, a fin de cuentas en manos de Valentina. Es ella quien define el orden de los eventos y el apareamiento de los mismos con las múltiples fuentes contenidas en el archivo --o el recuento de los mismos basado en las fuentes del archivo-- .Si la desestabilización del acto de contar y del estatus del narrador dentro del texto no fueran suficientes, el final de la novela se encarga de ponerle punto final a la primacía de la escritura, al cuestionar la existencia de la novela misma, cuya lectura se acaba de concluir. En una carta citada al final del último capítulo, el gobernador Tadeo Román IV le comunica a Valentina Saldaña que, al momento de proceder a imprimir el archivo de Goyo Saldaña, un incedio en la Notaría lA de San Gregorio y Fortuna lo redujo a cenizas. El gobernador le pide a Valentina la copia que le había sido enviada con anterioridad para proseguir con el proyecto o suspenderlo: Por tal motivo [por el incendio de la Notaría lA] ruego encarecidamente a usted, gentilísima señora y amiga, informarme en el término de la distancia acerca del destino corrido por la copia del archivo en mención, la cual tuve el placer de enviar a usted hace un tiempo. Sus noticias serán de extremo valor, pues en mi calidad de

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235 Gobernador Especial de las Islas de San Gregorio y Fortuna, debo continuar o suspender los planes relacionados con la publicación del archivo de Don Gregorio Saldaña (414) Desafortunadamente, Valentina responde vía telegrama y le comunica al gobernador que su copia del archivo había sido robado de su casa el domingo anterior: TADEO ROMÁN GOBERNADOR SAN GREGORIO ISLAS CASA DE LA GOBERNACIÓN SAN GREGORIO LAMENTO COMUNICARTE DESCONOCIDOS PENETRARON DOMINGO PASADO HORAS MADRUGADA MI RESIDENCIA VIOLENTANDO CAJA FUERTE PUNTO LLEVÁRONSE JOYAS DOCUMENTOS DINERO PUNTO TAMBIÉN ÚNICA COPIA ARCHIVO GREGORIO SAL DAÑA PUNTO ACONSÉJAME CAMINO A SEGUIR PARA SUBSANAR DESGRACIA IRREPARABLE PUNTO (414) Una adaptada rima infantil cierra la novela en una NOTA que provee las señas para regresar el libro a su lector en caso de que se perdiera. Mas los espacios de las señas están vacíos, no permitiendo así la devolución del texto cuya existencia es anulada: Si este libro se perdiere como suele suceder suplico al que lo encuentre me lo sepa devolver. No es de oro ni es de plata ni es cosita de comer. Es de un lector descuidado que no lo quiere perder. Si no me sabe mi nombre en seguida lo pondré:

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236

NOMBRE: DIRECCIÓN: CIUDAD: PAÍS: CONTINENTE:

(415)

Este controversial y sorprendente cierre de la novela, luego de que el lector se embarca en una lectura de un texto tan extenso como este, es desconcertante en un principio. A segunda vista, el significado de estas últimas dos páginas se revela para afirmar la agenda del texto ya previamente identificada: La escritura permite plasmar las historias de un lugar para su divulgación y preservación, pero, en realidad, la tradición oral sostiene y mantiene estas historias vivas en la memoria de muchos, quienes, a su vez, continúan circulándolas. Por tanto, lo escrito ya está dicho. Y lo dicho presciende --simbólicamente en este caso-- de la escritura para su circulación y preservación. No obstante, Los pañamanes es, al mismo tiempo, testimonio de la innegable utilidad de la escritura como mecanismo para mantener una tradición oral amenazada, precisamente, por la tecnología de la escritura, o sea por la Modernidad. lo Si el concepto de ciencia y su premisa positivista cuestiona la supuesta subjetividad del pensamiento de las sociedades cuya base es la oralidad, la escritura/novela, como forma de tecnificar la palabra,

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237 subvierte los preceptos de la oralidad definidos por Ong. El archivo privilegia la naturaleza del logos que inscribe y el medio que permite esta inscripción. La posición del archivo dentro de la novela también le brinda a éste una aparente primacía sobre la fuente histórica y sobre la leyenda. Sin embargo, el contenido del archivo desestabiliza su estatus. Lejos de adherirse simplemente a documentos legales, oficiales o eruditos, el archivo de Gregorio Saldaña está compuesto de documentos de innumerables categorías: correspondencia, recibos, versos de poemas, estrofas de canciones, dichos, citas de libros, recetas de cocina y oraciones, entre otras. La heterogeneidad del contenido del archivo apunta a los múltiples elementos que constituyen la historia y que contribuyen a la reconstrucción de un pasado, no del todo borrado. Cada uno de los dieciséis capítulos de la novela cierra con el contenido de una de las secciones del archivo, numerado y legitimado por el encabezamiento de la notaría y el circuito a que pertenece la misma. Este "sello" le confiere a todos los documentos incluidos en el archivo un carácter de oficialidad en cuanto a su contenido y a su fuente. Aunque ha estado guardado "en el más riguroso secreto, según los deseos de Don Gregorio Saldaña"

(10), el archivo

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238 no necesita de un traductor o de una persona que desentrañe su mensaje. Todos los documentos del archivo están escritos en español, uno de los dos lenguajes dominantes dentro del continuum lingüístico del espacio de la novela. El español es también la lengua en que está escrita la mayoría de la novela, a pesar de la insistencia en remarcar la poliglosia de la isla. Por tanto, el acceso al texto no está obstaculizado por barreras lingüísticas. Este será un punto crucial en mi análisis, en el futuro, para establecer el paralelo entre el manuscrito de Melquíades y el archivo de Gayo Saldaña. El inacabable proceso de decodificación del manuscrito de Melquíades debe comenzar por la identificación de la lengua en que está escrito. Este aspecto, por sí sólo, retrasa la comprensión de su contenido hasta el final de la novela; un conocimiento que pudo haber ofrecido otra alternativa para el final de los acontecimientos. Contrario a esto, en Los pañamanes el lenguaje, el contenido y el significado --o las historias-- alrededor de cada uno de los componentes del archivo prestan el material para desarrollar la narrativa. El aspecto desafiante de la empresa que propone la presencia del archivo de Gayo, es la necesidad de decodificar e identificar los eventos relacionados con cada

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239 uno de los documentos escogidos. Valentina Saldaña, heredera de esta responsabilidad, debe extrapolar los detalles en torno a ellos, o los elementos que cuestionan la información que el documento encierra y legitima. Como prueba de esta dinámica, el documento que transcribe la cita del libro de Parsons cierra la sección introductoria de la novela y enmarca el primer capítulo. Este primer capítulo también contiene la creencia sobre la mala suerte que la muerte de un alcatraz puede infligir sobre una persona,

junto con la leyenda del pañamán. La creencia del

alcatraz revela una relación determinista en referencia a todo lo que le ocurre a los individuos de este espacio y al destino ya trazado para el espacio insular. Pero la leyenda también posee los elementos que afirman la supervivencia de los isleños y del espacio que habitan. Si se toma como una forma de contar la historia de la isla y el origen de la colectividad isleña, la leyenda regresa, cada vez que es contada, como una explicación, siempre actual, del orden isleño. En el presente de la novela, la mujer de la leyenda toma vida en el personaje de Sabina Galende, operación que resignifica los elementos fundamentales de la leyenda misma. Aún más, Sabina Galende redefine el acto de contar, el cual está imbricado en la novela con el acto de re-

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240 escribir la historia de la isla. Al igual que el pañamán de la leyenda, la mujer a quien éste seduce es un personaje arquetípico que condensa elementos del pasado, el presente y el futuro. Como vehículo de transmisión oral y de control social, la leyenda organiza y establece las coordenadas de los grupos que pueblan la isla al tiempo que gobierna las alianzas entre familias y las interacciones sociales de la colectividad isleña. Los pañamanes conforman el grupo social invasor de oscura y cuestionable procedencia que se impone violentamente sobre el cuerpo social de la isla, engendrado en la humanidad de la mulata y víctima de su deseo de control y posesión. La obsesión de Astolfo Fernández por Sabina Galende hace eco a la economía de deseo de la leyenda dentro de la cual la mujer de la isla se convierte en objeto de deseo de The Spanish Man. Como producto de una tradición oral cambiante, la leyenda contiene los elementos que permiten su propio cuestionamiento. Al ser repetida en la novela, y tomando la novela misma como acto de repetición y de recontar, la leyenda es reorganizada para acomodar las circunstancias contemporáneas. En la novela, el personaje de Sabina Galende es el locus de las dos subjetividades articuladas en la leyenda al ser paña de nacimiento e isleña por "naturaleza."

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241 Mientras los antecedentes genealógicos de la gran mayoría de los múltiples personajes de la novela son discernidos en detalle, el origen de Sabina Galende se limita a marcar su procedencia continental. Sabina Galende es una paña de ojos azules que ya posee "el color del tabaco quemado," " [b]ruñida y morena"

(28) con el "cutis color tamarindo"

(47). Sabina es también un ser sobrenatural cuya existencia está imbricada con los elementos de la isla: [p]orque estaba desde niña incorporada a un universo pletórico de alegría, de crueldad y de muerte, en donde cada ser libraba constantemente una batalla feroz por la supervivencia. Pertenecía a él desde que aprendió a caminar con los pies desnudos y vio a un pájaro devorar un gusano palpitante y a un ternero emerger lentamente del vientre de su madre y a un ciruelo en plena floración desplomarse mutilado por voraces enemigos. Asistía embriagada, ansiosa, a la copulación de los insectos. Maravillándose ante el brote de una hoja o la metamorfosis de una larva. Fascinada con el lenguaje de los búhos y animales nocturnos. Excitada por las calcinantes masacres del verano y doblegada por el fértil paso de la lluvia. Ni la muerte de su padre logró despertar en ella el punzante dolor que experimentaba al contemplar un lagarto devorado por un gato o una rata morir con la sangre envenenada (33) El comportamiento de Sabina hace que Goyo Saldaña la perciba como poseedora de "las fuerzas del mal"

(33). En

realidad, los poderes de Sabina y su estatus de conjuradora

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242 no son reconocidos por ella misma hasta mucho más tarde, pero es conocimiento general que "Miss Saba no era una mujer para este mundo"

(48).

No obstante sus poderes físicos y parapsicológicos, y su personalidad "no-cierta"

(210), Sabina "semejaba la

víctima de un horrendo sacrificio"

(28). Sabina es escogida

como víctima, dentro de una ecuación que responde al presente de la realidad de la novela para conseguir la seguridad económica de su madre, Celmira Galende, quien "tuvo el buen tino de prometerla en matrimonio al hijo de Catalino Fernández"

(29), uno de los pañas más ricos de la

isla. Catalino Fernández poseía por herencia o hipotecas la totalidad de las casas que se levantaban en la calle principal. Todos los terrenos situados en los predios de La Alcaldía y El Matadero. Siete camiones, dos chivos, un estanco, una botica, una tienda y 20.000 cabezas de ganado. Hijo predilecto de la Comunidad, Concejal electo, Presidente de la Hermandad del Corazón de Jesús, Caballero del Santo Sepulcro, fundador del Club Social e insigne consumidor de cerveza, estaba considerado como el único político importante del lugar y el más astuto de su departamento. En consecuencia, el pueblo esperaba que Sabina Galende aceptara ser -o pasar a ser-- una de las mantenidas de Astolfo Fernández (29) Indomable, Sabina Galende se rebela en contra de su destino al negarse a casarse con Astolfo Fernández. La pérdida es

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243 formidable para Sabina y para su madre ya que Astolfo Fernández [lanza] una oferta que consideraba inmejorable ... Pesos dos mil si resultaba virgen. Sin contar los muebles, interiores de opal, chismes de cocina. Encimaba dos vacas, un ternero mamón y una casa escriturada si Sabina le paría un varón (30) Aún cuando Sabina no puede eludir convertirse en el objeto de deseo del paña Astolfo Fernández, su decisiva negativa rechaza las normas del dificultoso y reducido mercado matrimonial de la isla. Con el propósito de obligarla a casarse con su hijo y como escarmiento por rechazar a un paña, Catalino Fernández envía a un grupo de hombres a su servicio a violar a Sabina Galende para robarle su honor. Los encapuchados se llevan a Sabina y la devuelven tirándola por la ventana de su casa desde el caballo. Violada. Magullada. El orgullo vuelto ripias. Sabina Galende sólo tenía un camino a seguir y nadie se atrevió a imaginar lo contrario (34) Sin embargo, Sabina subvierte su determinado destino y rehúsa casarse con Astolfo Fernández quien "estaba dispuesto a devolver honra y prestigio a la muchacha"

(34).

Por el momento, el matrimonio, y no la muerte, es la solución para la situación de la desflorada y devaluada

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244 Sabina, consecuentemente excluida del mercado matrimonial. A pesar de esto, Sabina se niega, una vez más, a casarse con Astolfo. Seguidamente, Catalino Fernández detiene por completo la economía de la isla acabando de sopetón con un floreciente comercio de pescado y mariscos, mientras un ochenta por ciento de la población marchaba derecho a la indigencia (35) Tras los inacabables ruegos de toda la isla, eventualmente, Sabina accede a casarse con Astolfo después de ser torturada, hambreada y encerrada por su madre para presionarla a aceptar la oferta matrimonial. Mas, ya frente al altar, luego de extravagantes preparativos para la boda y escoltada por su futuro suegro y su Colt 45, Sabina [m]iró burlona al hombre que respiraba afanosamente a su lado. Y con voz segura, diáfana en su menor inflexión, lo apartó definitivamente de su vida. Acepto obligada por mi madre -dijo como si no temiera a Catalino Fernández ni a su Colt 45-. Pero aquí, ante Dios, no tengo madre ni pueblo ni quiero a Astolfo Fernández por marido (36) Sabina no puede defenderse contra la violación sexual que históricamente sufre la mujer isleña, pero a diferencia de la mujer de la leyenda quien encuentra su muerte en su encuentro con un paña, Sabina subvierte su suerte. En breve, Sabina moldea su presente y escoge su futuro. A raíz

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245 de su rebeldía, Sabina se encuentra marginada del mundo de los pañas y pasa a engrosar las filas de los tinieblos. Una vez entre los tinieblos, la pluralidad de la subjetividad de Sabina emerge más decididamente a través del efecto que produce en cada uno de ellos, excepto sobre Goyo Saldaña: A uno Sabina Galende le traía reminiscencias de su anciana madre, para el de más allá era el retrato de la tierna novia colegiala. A todos y a cada uno de los miembros de la tinieblamenta se le parecía a esa persona querida que siempre está adherida con amor doloroso a un pliegue del pasado irrecobrable (38) Sabina es así la receptora de una herencia paña ya mezclada como producto de la unión "original" de la leyenda. Sabina es también tiniebla

--isleña "verdadera"-- por decisión

propia, y recipiente de un legado de creencias que comparte con otras mujeres isleñas conocedoras de los conjuros heredados de sus antepasados africanos. Su rebeldía y poderío sobrenatural le proporcionan la posibilidad de vivir fuera de los patrones que su "pañanidad" le impone. Para Sabina, "si su desgracia era pertenecer a un hombre, escogería"

(44).

Como parte de su plan, cuando Nicasio Beltrán la lleva a El pañamán, el pesquero de Terranova González y el refugio de la tinieblamenta, Sabina observa detenidamente a

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246 cada uno de los tinieblas para escoger a su pareja. Por último, Sabina escoge a Gayo Saldaña. Para hechizarlo, Sabina deposita su secreción vaginal en su cantimplora llena de ron para controlarlo. Desdichadamente, Nick Boy intercepta el trago y entra en un largo letargo bajo los efectos del conjuro de Sabina. Sabina tiene que conformarse, provisoriamente, con el amor obsesivo de Nicasio Beltrán y se va a vivir con él a El Arenal. El comportamiento de Sabina proyecta una respuesta extrema a su previa situación de víctima mientras es asediada y violentada por Catalina Fernández. De hecho, Sabina manipula a Nicasio para asegurar su bienestar económico y hacer que éste la provea con los objetos de consumo que la apasionaban: la televisión, el radio y los electrodomésticos. Más tarde, cuando Nicasio es encarcelado por su participación en una de sus actividades ilegales, Sabina acepta los avances del padre de éste, Jerónimo Beltrán. Por último, decidida a no vivir en la pobreza, Sabina abandona a Nicasio el día que sale de la cárcel luego de hacerle el amor y darle una poción narcótica. La decisión de Sabina es casarse con el abuelo de Nicasio, Etilio Beltrán quien le da un descomunal anillo de diamantes. "El nieto [Nicasio] tenía las de perder. Feo, pobre, paña y presidiario"

(131), no puede garantizarle a

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247 Sabina la vida de las mujeres que ella ve en televisión, la fuente de sus modelos de comportamiento. La singular relación que Sabina entabla con la televisión refuerza los poderes de Sabina y le brinda los medios para manejar a los hombres a su gusto. El sacerdote de El Arenal, el padre Radamés Otero, considera el televisor de Sabina "como una afrenta clavada en la aorta" (77) en medio de la pobreza en que vivían sus habitante. La madre de Sabina, Celmira Galende "lo catalogó como un artefacto maléfico"

(77). Para Sabina, sin embargo, la

televisión la convirtió en extasiada sacerdotisa. Adoradora estupefacta de un nuevo y estrafalario rito, cuyos secretos no soñara en la insaciable sucesión de sus ambiciones. En su parecer, los sonidos, imágenes y sucesos estampados en el cristal duro y convexo emanaban de un impenetrable sortilegio creado para ella. Única persona capaz de descorrer el velo. Se enamoró perdidamente de la pantalla-fetiche, como una ninfa encantada por un cíclope, como la bella subyugada por la bestia. Cada día rodeaba el aparato con ramilletes de veraneras flores del hibisco, trocitos de queso y carne cruda, barras de chocolate y figuritas de papel, convencida de que tan portentosa deidad exigía sacrificios (77) A diferencia de las estatuas a las cuales su madre hacía ofrendas

--Santa Bárbara, San Antonio y José Gregorio

Hernández-- "[q]ue ni siquiera daba[nJ las gracias"

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(77),

248 la televisión le proporciona a Sabina los milagros que necesitaba. Frente a Sabina desfilan las mujeres transformadas en beldades con la ayuda de cremas, los milagros de la olla pitadora, y "la existencia de Parsifal el Gitano; maquillado protagonista de un truculento drama por entregas"

(78). Ante los eventos y las vidas de las que

Sabina es testigo durante jornadas completas frente al televisor, la vida de El Arenal le resulta insulsa. Para Sabina, no existen límites dentro de los cuales tiene que mantenerse. Uno de los espacios más significativos que Sabina penetra es El pañamán, el punto de reunión de la tinieblamenta. La entrada de Sabina al grupo de los tinieblos y a su espacio articula, particularmente, el significado de este último. Sabina es la única mujer que irrumpe en El pañamán, cuando busca refugio. En The Black Atlantic, Paul Gilroy establece el significado del barco como artefacto de alto nivel simbólico. Para Gilroy, el barco --a living, micro-cultural, micropolitical system in motion-- is especially important for historical and theoretical reasons ... Ships irnmediately focus attention on the middle passage, ... on the circulation of ideas and activists as well as the movement of key cultural and political artefacts (4 )

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249

El pañamán funciona en la novela como símbolo de todos

estos significados y, particularmente, como espacio en el que las leyendas e historias de la isla son preservadas al ser repetidas y articuladas por el cuentero Goyo Saldaña. Llamado de forma desafiante por el nombre del arquetípico invasor, el barco de Terranova es el espacio donde se dan "noches interminables de ron y póker, de viejos cuentos familiares, canciones arrabaleras y espirituales negros" (Buitrago 27). De hecho, la trama de la novela comienza durante el viaje de pesca de la barra de amigos. El acto de contar de Goyo es develado en este momento del texto dentro de El pañamán. La historia de la isla y las historias que componen el tejido cultural de la misma y que constituyen la narrativa de Los pañamanes son captadas en el acto de ser enunciadas por Goyo Saldaña. Enterado ya de la vida y los sucesos alrededor de Sabina Galende, el texto interrumpe el acto de contar: A estas alturas del relato Goyo Saldaña se estremeció al detectar las fuerzas del mal y pidió a los muchachos que se marcharan enseguida. Ninguno le hizo el menor caso. La curiosidad era más fuerte (33) Esta sección del texto, le recuerda al lector que la novela que lee es producto de un archivo legado por Goyo Saldaña cuyo contenido es articulado por éste en base a su

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recolección y selección personal, y al tiempo de ser leída. La articulación de Los pañamanes en el proceso de ser contada, permite dar una mirada a un orden de cosas ya diferente al que está siendo narrado. Lo narrado está siendo, simultáneamente, re-escrito y rearticulado a través de Sabina Galende. Tanto los espacios en que produce la narrativa como el material de la narrativa y el orden de los hechos están siendo re-escritos por medio de otra forma de recontar la historia. Sabina re inscribe el material de la leyenda en su propia existencia al tiempo que resignifica el contenido de la misma ayudada por las fuentes que alimentan su saber en el presente de la novela: la televisión, las telenovelas, las revistas y los artículos eléctricos. En suma, la reescritura de Sabina está regida por la modernidad que se va adentrando en la vidas de los habitantes de El Arenal y los obliga a reconsiderar el significado de lo que saben hasta el tiempo de la novela. Bajo este lente, la separación física de El pañamán, espacio flotante y en movimiento suspendido en el Mar Caribe, lo privilegia como un espacio que se mantiene ajeno a las fuerzas que maneja Sabina. Como ámbito productor y recipiente de oralidad, cuna de los tinieblos-isleños, El pañamán es símbolo de un término resignificado. Una vez que

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251 Sabina lo penetra, el barco transciende a otro nivel. El

pañamán pasa a simbolizar así la isla de San Gregorio, y revela el significado ulterior de la leyenda dentro del texto: El ayer de San Gregorio consiste en las sucesivas penetraciones por diferentes grupos de colonos, pero el San Gregorio de hoyes un espacio de pluralidad donde ser paña es ser inglés, francés, holandés, africano, indígena, árabe y más recientemente "los aventureros del espacio (78), los "gringos," denunciados en el grito ¡Go gome paña ... ! ... Pañamán no good pañamán no good fuera pañamán get out of here ... (81) y ser "paña muerto de hambre" e "isleño de la mejor cepa"

(139), como se define Nicasio Beltrán, es ser multilingüe y expresarse tanto en inglés estándar como en español estándar al igual que desde numerosos momentos dentro de este continuum. Aún más,

ser isleño es dominar también el

irreverente costeñol del norte del continente, virtud poseída 'por Terranova González alias el Manco, quien, a pesar de las perennes clases de castellano, siempre exhibe su habilidad lingüística: ¿Qué ha vidrios mis hermandades? ¿Cuál es la onda, dónde está el play, que si antes no nos vimos aquí estamos, a ponerse las pilas y mucho de folclor chévere y no me tiren escamas que este man la pasa full legal{15)

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252 La inscripción de la poliglosia del espacio de San Gregorio es una prueba más de la agenda de la novela que consiste en destabilizar todo elemento estático para denunciar la artificialidad de su legitimidad. El nombre de la isla San Gregorio y Fortuna apunta a esta dinámica anterior. San Gregorio 'proviene de José Gregorio Hernández, nombre del santificado y "célebre doctor nacido en Venezuela y fallecido en trágico accidente"

(68). El santo es invocado para curaciones de

enfermos desahuciados, para invertir la infertilidad, para corregir los problemas de vista, y los problemas de salud en general. Celmira Galende, devota del siervo, salva a Nick Boy del embrujo conjurado por su hija Sabina haciendo uso de las dos tradiciones que le brindan poder: el uso de una sustancia gelatinosa preparada para tratar "la piel embrujada de Nick Boy"

(68) y la oración al doctor José

Gregorio Hernández "por las virtudes y prerrogativas que habría] concedido"

(69). San Gregorio y Fortuna es producto

de estas fuerzas diferentes que convergen dentro de un mismo espacio aislado del continente. Los elementos que la componen, al igual que la colectividad que habita San Gregorio, poseen el estatus de lugar incierto y hasta inexistente para la mayoría del espacio nacional continental. La incertidumbre que permea la historia de San

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253 Gregorio dentro de la novela y la eliminación del espacio real de San Andrés de la historiografía nacional apuntan al uso de estrategias exclusivistas, fundamentales en el proceso de mantener una mitología nacional criolla, monolítica y monolingüe.

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254 Notas

lVer Romaine, Bilingüalism, para una explicación detallada de los tipos de préstamos y sus efectos lingüísticos. lema es la contraparte del lema continental, "Cachaco, palomo y gato son animales ingratos" el cual apunta a la tensión que existe entre los habitantes de la Costa norte de Colombia y los habitantes del interior del país. 2 Este

3 Ut ilizo el término primitivo siguiendo la terminología del discurso antropológico, pero con gran aprensión por los múltiples significados que conlleva esta decisión. Aclaro que adopto el término "primitivo" para referirme a sociedades, cualquiera que sea su organización, en un estado previo a los procesos de modernización, al tiempo que vacío estos últimos términos de toda aura que indique un estado de cosas que prime sobre la condición de estos grupos. Me adhiero además a la visión de Lévi-Strauss, en Myth and Meaning, quien indica que: "The way of thinking among people we call, usually and wrongly, 'primitive' let's describe them rather as 'without writing' (15), ya que la escritura sistematiza y estabiliza la forma en que se percibe y se entiende el Mundo.

4Utilizo aquí el término mitema para referirme al tema central de la leyenda. No lo utilizo de acuerdo a la definición de Lévi-Strauss la cual se refiere a las unidades mínimas en que se puede dividir un mito para su análisis estructural. 5Parsons dice: "En Providencia los colonos se habían dispersado por la playa alrededor de la isla, formando varios centros habitados en la desembocadura de los arroyos que cruzan la isla con aguas permanentes. En una época había hasta tres pastores religiosos, cada uno con su propia iglesia parroquial. La población principal de Providencia estaba localizada en la costa noroeste sobre la Bahía Catalina, en el sitio que hoy se denomina Old Town. Se llamaba New Westminster, con un núcleo de 30 casas de madera, más una iglesia en ladrillo, y la casa del gobernador. Existe un buen récord de los gobernadores, con sus nombres, pero todo el vestigio de las estructuras de casas y demás edificaciones fueron borrados (sic); aún la propia existencia de una colonia puritana en la isla de

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255

Providencia hace más de tres siglos, es cosa desconocida a todos menos a un puñado de sus actuales habitantes" (25). 6 Ver

Parsons 23.

7 La

transcripción de Buitrago de la leyenda del pañamán en Bahía Sonora, una colección de relatos de Fanny Buitrago previa a Los pañamanes, se lee como a continuación en relación a la "seducción" de la mujer isleña y a su etnicidad: "En sus días de soledad y en sus noches de duermevela, sintiendo el zumbar de los mosquitos y presintiendo los reclamos de la luna, el hombre español soñaba con el cadencioso caminar de la muchacha más hermosa de la isla. y aprendía suaves palabras inglesas, con el deseo de susurrarlas a su amor, para acompañar con ellas sus presentes de frutas y flores, realizados con todo el sigilo que su condición de forastero requería. La leyenda dice que el hombre español perdió a la muchacha. Lentamente su vientre liso comenzó a desfigurarse, el rostro moreno perdió suavidad y bajo sus enormes ojos, surgieron ojeras color aceituna. ¡El escándalo barrió las playas como huracán enfurecido ... ! Siempre los dientes cerrados, miedo o pesadilla, ocultando el nombre de aquel que había traicionado su amor" (158). Ghana,las historias de Anansi son llamadas anansesem spider tales en Asante-Twi, el idioma de los Ashanti.

8 En

9

Ver Parsons 20.

lOOng invita a considerar también el advenimiento del "electronic processing of the word [and how it] has profoundly affected and, indeed, basically determined the evolution of verbal art genres, and of course simultaneously the successive modes of characterization and of plot (158)."

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Conclusión Entre los años cuarenta a los cincuenta, la Costa Atlántica colombiana fue la cuna de un grupo de escritores denominado El Grupo de Barranquilla. El grupo cuestionaba las tendencias literarias emitidas por los intelectuales criollistas de Bogotá, la capital del país. Sus derroteros se orientaban hacia una modernización literaria la cual veían como contingente al acelerado proceso modernizador que experimentaba este espacio caribeño. La agenda ideológica de los miembros de El Grupo de Barranquilla cuestionaba la noción de identidad nacional y de nación formulada desde el centralismo capitalino. Gabriel García Márquez y Alvaro Cepeda Samudio eran miembros constantes del grupo durante su existencia. Los otros dos escritores que ocupan este estudio, Manuel Zapata Olivella y Fanny Buitrago, tenían una relación menos definitiva con el grupo. La publicación de Cien años de soledad en 1967 le prestó relevancia a este grupo de escritores, ya que los críticos, en busca de la trayectoria de García Márquez, recuperaron los pormenores de la actividad literaria del mismo. Las preocupaciones del grupo y sus objetivos se disiparon en el proceso de realzar la experimentación estilística que caracterizó la producción textual y

256

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257 artística de sus miembros, y por el éxito de García Márquez. Mi exploración de Chambacú, corral de negros de Manuel Zapata Olivella, La casa grande de Alvaro Cepeda Samudio y Los pañamanes de Fanny Buitrago tiene como objeto examinar el tratamiento de los tres elementos claves que encontraron una singular expresión en Cien años de soledad: raza, mito e historia. Vistos a través del lente de la violencia, estos tres textos proyectan tratamientos alternos de cada uno de estos elementos, respectivamente. Como testimonio de la realidad del espacio de Chambacú, un asentamiento urbano cartagenero de descendientes de africanos, Chambacú, corral de negros plantea una definición de raza imbricada con el elemento de clase. Chambacú se yergue también como depósito de la memoria de la esclavitud en Colombia. El texto de Chambacú afirma así el rol de la trata transatlántica de esclavos y la institución de la esclavitud como vehículos de la Modernidad tanto en el Nuevo Mundo como en Colombia. La marginalidad de los chambaculeros inscrita en el texto de Zapata Olivella, denuncia el fallido proceso de consolidación nacional, ya evidente en los años cincuenta. En este contexto, Chambacú revela el elemento de raza en el espacio colombiano como un proceso exclusivista propio de

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258 todo proyecto de construcción nacional e implementación de la Modernidad. La exclusión ocurre en base a persistentes ideologías racistas que equiparan al sujeto nacional moderno ideal con una capacidad para asimilar lo que Paul Gilroy denomina, en The Black Atlantic, "universal values of thrift, temperance, and hard work"

(25). La

imposibilidad de los chambaculeros de alcanzar estos ideales surge de una existencia que se mueve dentro de un sistema que los aliena y limita su acceso a los recursos económicos y sociales de la urbe. Sin embargo, la consecuente marginalidad de los chambaculeros no es percibida como producto de la compartamentalización de los mismos. Por el contrario, la clase y cultura dominantes cartagenera y colombiana identifican el atraso de los chambaculeros como producto de una ideología y actitud frente a la vida relacionada con los "Costeño working habits"

(Posada Carbó 230). Como una subjetividad definida

en gran parte por sus características étnicas, la categoría

Costeño está investida de valores que provienen de su herencia africana. Mediante Chambacú, Zapata Olivella extiende su acto denunciatorio a nivel panamericano. Al participar en un esfuerzo por mantener viva la memoria de la esclavitud y revelar el efecto de las políticas norteamericanas y de la Guerra de Corea, Chambacú sirve de

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259

puente discursivo para enlazar la realidad histórica de los chambaculeros con la realidad del espacio estadonunidense. Quizás, el aspecto que le brinda mayor relevancia a esta novela, es la recuperación de la memoria de la esclavitud en Colombia, ya que es un hecho que para muchos "se confundía con la leyenda"

(Zapata Olivella 121). Dentro

de la escena literaria regional, nacional y continental, Chambacú responde estilísticamente al acto de borramiento y blanqueamiento que las narrativas de tendencias literarias dominantes ejecutan sobre la realidad de los afrocolombianos, la trata y las ideologías racistas. Chambacú denuncia the ethnohistorical specificity of dominant approaches to cultural politics, social movements, and oppositional consciousnesses (Gilroy The Black Atlantic 9) lo cual marca el carácter

~nacional"

que se le adjudica,

especialmente, a la producción cultural de un país dado. La casa grande de Alvaro Cepeda Samudio difiere temática y estilísticamente de las estrategias narrativas del texto de Zapata Olivella. Particularmente, es un texto que marca una pauta en la literatura costeña por su hibridismo estilístico que combina el diálogo directo, el guión de teatro, el fluir de la conciencia, el uso del documento, el rompimiento con las reglas de puntuación y

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260 dicción, y la narración periodística. El propósito de la heterogeneidad de la narrativa de Cepeda Samudio es develar las múltiples y necesarias fuentes del discurso historiográfico. Igualmente, Cepeda desestabiliza la temporalidad del hecho histórico, el cual enmarca dentro de la memoria individual y la colectiva. Definido por críticos literarios como un texto de resonancia faulkneriana, La casa grande utiliza múltiples narradores y constantemente relocaliza los focos de enunciación de la narrativa. Si estilísticamente La casa grande se aleja de las estrategias narrativas de Chambacú, los dos textos convergen en su carácter denunciatorio, ya que Cepeda Samudio se centra en la revisión del evento histórico de la masacre de las bananeras de 1928 en Ciénaga, Magdalena. A diferencia de la agenda de Chambacú, la cual se concentra en la experiencia colectiva de los habitantes del espacio real de Chambacú, La casa grande está focalizada en la dimensión individual. En esta novela, Cepeda Samudio explora los roles de los agentes y víctimas de la masacre como subjetividades que están en constante movimiento dentro del texto. El escrutinio de la masacre que Cepeda Samudio lleva a cabo en su novela, propone la masacre como un acto ritualista que lo sitúa dentro de los parámetros del

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261

sacrificio. La consecuente agudización de las interacciones violentas que ocurren después de la masacre denota la misma como un acto de desperdicio que no consigue la restauración del orden y de la normalidad dentro del espacio de la novela, objetivos buscados en el acto de sacrificar. Para Cepeda Samudio, la violencia que permea lo público está profundamente imbricada con las interacciones violentas dentro del espacio privado. La novela denuncia la imposibilidad de todos los miembros del cuerpo político de la Zona y de la casa, espacios alegóricos del carácter doméstico de la nación, de prescindir de la violencia como forma de producir resultados a todos los niveles inscritos en el texto. El incesto que ocurre entre el padre de la casa grande y la hermana menor, y el parricidio cometido contra el padre por los jornaleros como acto recíproco de la masacre, apuntan a la realidad de una sociedad premoderna que privilegia los intereses del patriarcado, de la clase dominante y de los extranjeros. De los tres textos incluidos en este estudio, Los pañamanes de Fanny Buitrago es quizás la novela que más directamente dialoga con Cien años de soledad. La presencia del archivo de Goyo Saldaña y su rol dentro de la novela de Buitrago, propone la redefinición del mismo. Así, no sólo los documentos legales poseen el carácter de verdad que les

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262 otorga su estatus ante la ley. Por el contrario, el archivo que organiza las historias personales y la historia del espacio isleño requiere de una fuente tan heterogénea como este último. Además, es un archivo al que todos pueden tener acceso ya que está escrito en español, una de las lenguas estándar de la isla de San Gregorio y Fortuna. La escritura, como la única forma de preservar el archivo, también juega un papel importante en la conservación de la tradición oral de la isla, otro componente importante del mismo. A su vez, la escritura está definida dentro de la novela como un elemento moderno que trae consigo un cambio del orden del espacio isleño. El componente oral de esta novela de Buitrago está presente en el carácter oral de su narrativa que se devela en el proceso de ser contada por Goyo Saldaña, el keeper del Archivo. Lo oral también está presente en la inclusión de la leyenda del pañamán como historia que circula dentro de la realidad de la isla y del texto. La leyenda organiza estos ámbitos y produce una narrativa que examina el presente de la isla como producto de un pasado, con consecuencias en el presente y con proyección futura. En su calidad de mito de origen, la leyenda del pañamán revela el hibridismo racial, cultural y lingüístico que constituye el espacio isleño, lo cual define el mismo en forma rizomática

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263

y pluralista. Este elemento cuestiona la fábula continental colombiana criollista y monolingüe, al tiempo que denuncia su violento sustrato. Vistos conjuntamente, Chambacú, La casa grande y Los pañamanes, y los espacios inscritos en ellos --Chambacú, la Zona bananera y el archipiélago de San Andrés y Providencia--, éstos se yerguen como focos que cuestionan lo nacional y sus procesos exclusivistas. Las tres realidades plasmadas en estos textos ofrecen diferentes tipos de resistencia a ser absorbidos y reconvertidos o eliminados como parte, o como obstáculo, a los procesos modernizadores que toman lugar en el espacio caribeño colombiano. La violencia que subraya la dinámica de cada uno de estos textos, denuncia el carácter violento de estos mismos procesos, elemento que define el proyecto de la Modernidad en el Nuevo Mundo y, en este caso, en Colombia, aún cuando ninguno de estos textos enuncia una agenda netamente anti-moderna. Bajo el lente de estos tres textos, el estatus de Cien años como una narrativa local y regional representativa es desestabilizada. La compleja dinámica que Cien años ofrece de la región y del país es producto de los elementos históricos y discursivos, y de las tradiciones literarias a las que responde. Esto deja de lado la consideración de

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264 espacios, realidades y eventos que determinan la singular identidad e historia del Caribe colombiano. En gran parte, esta dinámica es parte de los requisitos del mercado simbólico y las exclusiones que debe ejecutar para producir ~lo

nacional." Manteniendo a Cien años como el trasfondo que los

enmarca dentro de la producción literaria nacional, vale afirmar que procesos de recepción y de canonización en el mercado simbólico

--utilizando las palabras de Néstor

García Canclini--, se manifiestan como construcciones culturales multicondicionadas por actores que trascienden lo artístico o simbólico (18) Es decir, son esencialmente "producidas" bajo estrategias provenientes de los desencuentros entre el modernismo cultural y la modernización a nivel de sociedad. Parte fundamental del proceso de eliminar la discrepancia entre estos dos aspectos y en aras de obtener un supuesto estado de Modernidad es la de excluir, de acuerdo a Paul Gilroy, todas las rebeliones literarias, de resistencia y recuperación, al igual que todas las manifestaciones disonantes que puedan desestabilizar el requisito de homogeneidad que la Modernidad demanda.

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