Agradecimientos. Biblioteca Popular Pocho Lepratti

¡Pocho Vive! 1 Agradecimientos En diciembre del 2002, al cumplirse el primer año del asesinato de Claudio Lepratti, lanzamos una convocatoria abier

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Agradecimientos
Índice Nota del autor (cómo empezar...)......................... 11 Libro interactivo.................................................... 13 La moder

III. Agradecimientos
II III Agradecimientos Quiero dar las gracias a mis padres: Lina y Hugo por el enorme esfuerzo y sacrificio que hicieron para darme la oportunidad

Story Transcript

¡Pocho Vive!

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Agradecimientos En diciembre del 2002, al cumplirse el primer año del asesinato de Claudio Lepratti, lanzamos una convocatoria abierta a todos los que quisieran escribir sobre su vida, o acerca de los hechos del diciembre trágico. Hasta fines del año 2003 se recibieron materiales con diversos modalidades: poesías, relatos, informes, cuentos cortos que llegaron desde distintos puntos de la ciudad de Rosario y por supuesto de Concepción del Uruguay, provincia de entre Ríos, lugar de nacimiento del Pocho. El objetivo era simple, aunque no por ello exento de dificultades organizativas: colaborar con la memoria histórica a través de la palabra del pueblo, de los que lo conocieron, de sus amigos y de tantos otros que sin conocerlo se conmovieron profundamente y, también, rescatar en su figura la vida de tantos otros Pochos que entregan lo mejor de sí, por atreverse a luchar por futuro distinto. Y cumplir con lo que se espera de una biblioteca popular, ser herramienta para difundir la cultura que se produce cotidianamente en cada barrio, en cada vecindario. Para la recepción de los trabajos se convocó a reconocidos referentes del campo popular, que colaboraron abiertamente: los periodistas Marcelo Nocetti, Osvaldo Aguirre, Manolo Robles, José Maggi, Yayo Ekdesman, Carlos del Frade y Hernán López Echague, Gustavo Martínez de ATE / CTA, Celeste Lepratti, el historiador Noni Cerruti, el padre Joaquín Núñez y por las organizaciones de Ludueña Emilio Abecasis . Asimismo, queremos destacar el aporte fundamental realizado por Varón, Natalia, Manuel y tantos otros compañeros del grupo La Vagancia que recogieron y nos hicieron llegar escritos de gente del barrio y de otras organizaciones ligadas al trabajo de Pocho, al accionar permanente de la familia Lepratti, especialmente al querido Orlando Lepratti, padre de Claudio – a cuya memoria está dedicado este libro- por todo el esfuerzo y cariño que continuamente puso para que la realización de esta publicación pudiera llevarse a cabo, a la Comisión Investigadora No Gubernamental, a los que nos hicieron llegar sus producciones por e-mail, a los que se acercaron a la Biblioteca, a Elizabeth Herrmann, que ordenó y transcribió todos los materiales, a Antonio Tesolini, al Gato Brufman y a la incansable militancia social de Gustavo Martínez. Para finalizar, nuestro reconocimiento a quienes hicieron posible que hoy este libro llegue a sus manos: al Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Rosario y al Poder Ejecutivo de la ciudad, que a través del Intendente Miguel Lifschitz y luego la Secretaría de Cultura nos permiten afirmar con más fuerza que nunca ¡ Pocho Vive ! Biblioteca Popular Pocho Lepratti

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Prólogo POCHOrmiga Gustavo Martínez

...POCHO era y es una hormiga, pero una hormiga muy, pero muy especial. Exploradora y a la vez Obrera (altamente calificada), sin mencionar, por supuesto, las tareas de organización interna de los hormigueros y las vinculadas con la capacitación de nuevos líderes comunitarios. En su trabajo de hormiga, localizó los cien lugares del Gran Rosario y del Cordón Industrial donde está el alimento y los materiales necesarios para la construcción del Hormiguero Nuevo, el Hormiguero Grande que otros soñaron, una verdadera Patria donde Todas las Hormigas sean Hermanas. Pocho exploraba y señalizaba los caminos que recorría para que todas las hormigas honestas, dignas y luchadoras se fuesen encontrando, compartiendo sus conocimientos, sus experiencias en la construcción, sus fuerzas y todas las reservas que empezaron a guardar cuando el Rey de los hormiguicidas pronunció aquello de que "Hay que pasar el invierno", (mientras aplicaba el plan del invierno eterno). - “¡El invierno eterno no existe, si despertamos se va!”, andaba gritando y predicando el Pocho con su Bicicleta.– “¡Podemos y debemos construir la Primavera!!!”, para eso usaba su garganta y su sangre esta Hormiga ciclista que pedaleaba y pedaleaba bajo la lluvia, contra el viento, cagándose de frío, de calor y de risa hasta llegar a la otra punta del camino, que, para él era apenitas el inicio de otro y otro.

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El "NOSOTROS" de Pocho era un nosotros mucho pero mucho más grande que el que podamos pensar y recorrer en auto o en tren. Era un nosotros como de doscientos idiomas, mil religiones y millones de fiestas de cumpleaños y pesebres. No se limitaba a las hormigas negras, rojas, cumbieras, tangueras, grandes, medianas, pequeñas, diestras, zurdas, chuecas, NO, él creía en un mundo construido por hormigas granito a granito, donde pudieran vivir cómodamente caballos, grillos, perros, abejas, abogados, unicornios, dentistas, elefantes blancos, psicólogos, pastores alemanes y de los otros también. Y también tenía un plan secreto para vegetarianizar a los hermanos carnívoros e insectívoros, especialmente a los osos hormigueros que con la excusa del neoliberalismo, el fin de la historia y la cadena alimenticia colaboran con el exterminio de hormigas. Pocho exploraba y señalizaba los caminos como decía, pero mientras tanto hacía el trabajo de obrera, transportando pesadas cargas en su mochila que se vaciaba sólo para llenarse nuevamente con auténticos productos regionales. La mochila de POCHOrmiga era algo así como un muestrario de hojitas, semillas, boletines, afiches, revistas, y convocatorias de decenas de organizaciones de hormigas rebeldes y solidarias; y en un costado: mate, yerba, gomines, agenda, parches, torta asada o frita, solución y algún paquete de fideos (y una cebolla) para improvisar un guiso. Cada cosa que sacaba iba acompañada de una sintética, efectiva y particular explicación sobre los autores, sus objetivos y su forma de organización, y por supuesto alguna referencia a la necesidad de apoyar y/o trabajar en conjunto. Breve y telegráfico era si accidentalmente salía rodando la cebolla: -"para el guiso" (y punto). En un acto convocado por el Encuentro de hormigas en defensa de la salud pública, frente al Vilela, (antes del asesinato de Pocho), una Hormiga periodista nos contó que una hormiguita muy chiquita que acompañaba a su mamá en el reclamo desesperado de comida, había recibido como respuesta oficial una bala de goma en la pancita. Plomo en lugar de alimento, plomo en lugar de caricias, cosquillas y mimos. Nos habló de lo tremendo de este hecho por lo simbólico y por cómo desnudaba la perversidad y la crueldad de los planes hormiguicidas. 4

Ignorábamos, en ese momento, que a las pocas horas, un 19 de diciembre a las 18hs, en la escuela de uno de los hormigueros más pobres de Rosario, sucedería otro hecho cargado del mismo simbolismo. Esta vez no fue en la panza, Pocho no reclamaba comida para él, estaba usando su garganta como siempre, para predicar que el invierno eterno es un verso, que podemos y debemos construir la primavera, y exigiendo a viva voz a las hormigas que andan con armas y sin memoria, (las que visten uniformes color azul mercenario que es el color más triste de todos) que dejasen de matar y reprimir a quienes deberían estar defendiendo. La garganta de Pocho era para eso, para intentar lo que para otros es imposible; y ahí fue el disparo, no fue a la panza. A la pancita va cuando pedís comida, cuando gritás por los otros va a la garganta. Hoy pasé por una de las tantas asambleas de hormigas, siguen preocupadas por hacerle entender a todas las otras especies cómo y quién era El Pocho, buscan y buscan traducir con palabras y gestos tanto amor y compromiso, tratan de encontrar algún sinónimo, algo que defina a ese flaco despeinado, ex-seminarista, profesor de filosofía, cocinero - murguero delegado - campamentero - catequista - organizador de no se sabe cuántos grupos de hormigas. Si bien sigue el debate (y seguirá), es una necesidad compartir lo que se dijo y también lo que me pareció y quise escuchar: "Pocho era el Taller de Alas de Colibríes que canta Silvio... era un horno de pan,... era el principito,... parecía una carpa para dos personas pero cuando lo conocías era un camping cincuenta estrellas,... era un despertador... un multiplicador de panes y guisos,... un santo,… era como Cristo,... como el Che... un amigo, un hermano, un compañero... el compañero,... era como un padre,... era el mate cocido calentito para el alma,... el espejo para ver todo lo que nos falta comprometernos... un quijote en bicicleta que no perdía el tiempo con los molinos de viento,... era el chef guisero de la solidaridad y la cebolla,... era el puente, el durazno y el país de Benedetti pero las tres cosas juntas, era la chata que te levanta en la ruta después de hacer diez horas dedo,... era la violadesantana,

charangodejaime,

violindepetecoydevechio,

bandoneóndepichucopiazzolayjuarez,… qué sé yo, era todo eso y no se fue: lo fueron, lo mataron, lo fusilaron, lo empalaron, lo crucificaron como al otro flaco

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que nunca anduvo en bicicleta, los mismos de siempre, los mismos que asesinaron, torturaron y desaparecieron a toda una generación de hormigas. Y ahora andamos con el Pocho por las calles, cargándolo en las pancartas junto a Juan, a Yanina, a Graciela y a todas las hormigas ejecutadas, cargándolo en las pancartas porque se quedó sin sangre de tanto "hacer el amor" como dice Varón. Eso sí, no era de los que se van así nomás, no te lo decía directamente, pero algo picando dejaba el muy guacho. En las chapas del techo de la escuela donde lo crucificaron alguna Pocheada se mandó. Seguro que esa mancha ahí arriba, el charco seco, es mucho más que eso. Tal vez un mapa, un sueño, una flecha que señala por donde va a llegar el fin del invierno o simplemente algunas tareas o notas de viaje, pero seguro que algo dibujado, escrito o manchado dejó para todas las hormigas que formaban ese “nosotros” hermosamente grande que él palpaba, sentía y construía todos los días. Una hormiga chaqueña, conocida en el ambiente masculino como Manolo y en el femenino como Manuel Daniel, con mucho respeto y mucha más ternura escribió una nota que tituló: ‘Pocho de Ludueña al Cielo’. Y si lo dicen los diarios, y lo dice Manolo así debe ser, ahí andará Pocho desparramando nubes con su bicicleta, sacándose el gusto de organizar campamentos, mateadas y guisos con todos los pibes que no llegaron a conocerlo porque "se murieron" antes a causa de gatillo fácil, hambre, enfermedades curables, "suicidios carcelarios", bolsitas y submarinos, y otros tantos accidentes del capitalismo. El Tata Dios tendrá que bancarse andar esquivando los piolines de las carpas y soportar celestialmente a la más maravillosa música que es la murga ensayando hasta la madrugada, pero, a lo mejor, podrá enterarse a través de Pocho (si previamente el Sup de allá arriba compromete su apoyo irrestricto e incondicional a la causa) quién es el que anda regalando botellas con un velero enorme adentro sin su permiso y quiénes son los que cuando todos duermen pintan en las paredes del cielo, los Ángeles de Lata, los Chicos del Pueblo, las luciérnagas, las lucecitas, los Juanes, las Gracielas, las Yaninas, los Cañetes, Los Perros, Los Huesos, los Ninguneados, los Chuecos, Los Lápices, las Hormiguitas, “Los murguistas, seguimos de pie y luchando”.

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NO OLVIDAMOS- NO PERDONAMOS - NO NOS RECONCILIAMOS LA LUCHA SIGUE

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La vida de Claudio Lepratti Datos biográficos

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Quién es Pocho Concepción Claudio Lepratti nació el 27 de febrero de 1966 en Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos. Hijo de Orlando Lepratti y Dalis Bel, el mayor de los seis hermanos Lepratti: Osvaldo, Laura, Martín, Celeste y Camilo. Su familia vive en Colonia los Ceibos que queda a pocos Kilómetros de Concepción del Uruguay. Cursó la escuela primaria en la Escuela N° 30 “Alejandro Aguado” y la escuela secundaria en el Colegio “Santa Teresita” de Concepción del Uruguay, perteneciente a la orden Salesiana. Entre 1983 y 1985 estudió Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral como alumno libre. Durante estos mismos años Claudio se desempeñó como cooperador salesiano. En 1986 ingresa como seminarista en el Instituto Salesiano “Ceferino Namuncurá” de la localidad de Funes (Santa Fe) y elige la carrera religiosa de “hermano coadjutor”, Rosario Cinco años más tarde, abandona el seminario y se radica definitivamente en la Ciudad de Rosario. Su primer domicilio es en el Barrio Empalme Graneros, y al año se muda al Barrio Ludueña donde empieza a participar activamente en las organizaciones de base que durante más de treinta años vino promoviendo el Padre Edgardo Montaldo, el referente religioso, social y ético que encontró Pocho Lepratti en su búsqueda de llevar al terreno de las realidades su opción por los pobres. La militancia social

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Pocho entre otras tantas actividades, participó y promovió la formación de una veintena de grupos de niños y jóvenes de las barriadas populares de Rosario. Entre los grupos que creó y coordinó en el barrio Ludueña se encuentran la Coordinadora Juvenil de la Vicaría Sagrado Corazón del Barrio Ludueña, La Vagancia (éste fue el primer grupo que formó), Los Gatos, Los Pelos Duros, Grupo de San Cayetano, Los Piqueteros de Lourdes LPDL, Los Ropes, y La Murga de los Trapos, agrupación que surgió por iniciativa de la Vagancia. También participó en instancias de coordinación con otros grupos como la revista El Angel de Lata, Los Movimientos Chicos del Pueblo y con todas las comunidades eclesiales de Base, entre las cuales se encuentran Desde el Pie y Poryajhú (‘pobres’ en guaraní). En el mismo barrio Ludueña Claudio promovió la realización de campamentos y talleres de formación. Fue un promotor de grupos de huertas orgánicas y cría de pollos a través de su participación en el ProHuerta. Colaboró en la multiplicación de Talleres en los barrios en el marco de los cuales se formaron grupos de mujeres y jóvenes en temáticas como prevención en salud, y tareas como la producción de jabón, fabricación de hornos y desarrollo de comedores comunitarios, etc. Ideó junto a la gente del barrio Ludueña los periódicos LA NOTA y la NOTITA, los cuales eran realizados por los propios pibes a través de la participación en un taller de comunicación popular. Particípó en Proyectos de prevención del VIH/SIDA, particularmente en el proyecto VIH/SIDA y el Mundo del Trabajo que coordinó acciones durante más de un año con el apoyo del PROMUSIDA de la Municipalidad de Rosario, proyecto que articulara los esfuerzos de organizaciones como la CTC, AMMAR, ATE, CTA, CEDIS, EISEA, SERPAJ, PMSIDA y posteriormente la Biblioteca Popular “Pocho Lepratti”. Integró la pastoral juvenil, y en su esfuerzo por formarse y compartir las experiencias de organización y lucha popular de nuestra zona, participó en un centenar de encuentros nacionales e internacionales como los Seminarios de Formación Teológica, los cuales que se realizan habitualmente cada año, encuentros y congresos culturales, gremiales, cristianos, etc. 10

En el año 2001 viajó al seminario del Cesep de Brasil, en el que se encontró con algunas de las más importantes experiencias de organización y lucha popular de América Latina, por ejemplo las desarrolladas por las comunidades eclesiales de Base de Brasil, el Movimiento de los Sin Tierra, el Zapatismo del Estado de Chiapas en el sur de México, el Centro Memorial Martín L King de Cuba y un centenar de militantes de base de otros países Militancia gremial y laburo. En su actividad gremial fue delegado de Base y congresal provincial de ATE, y congresal de la CTA. Claudio militó y acompañó activamente la organización de la lucha en solidaridad con los trabajadores en conflicto a través de movilizaciones, instalación de carpas de protesta, huelgas, etc. Trabajó en el Crecer 19, y dando clases en la escuela del barrio Ludueña conocida como “la escuela del Padre Edgardo Montaldo” – ya que fue el Padre Montaldo quien, junto a los primeros jóvenes y vecinos del barrio que se acercaron a trabajar junto a él, soñaron y lucharon hace más de treinta años para construirlaTrabajó también en la Cocina Centralizada de Rosario desde fines de 1992 hasta diciembre de 1996, cuando después de un duro conflicto de los trabajadores no docentes de los comedores escolares, - entre los que Pocho jugaba un papel central en la organización - el conflicto culminó cuando se logró que el Gobierno Provincial tomara a un grupo de trabajadores, entre los que se encontraba Pocho, y a partir de entonces pasó a desempeñarse como personal no docente de comedores escolares en la Escuela 756 del barrio Las Flores, hasta el día en que lo asesinaron.

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El Contexto Político y Social Investigación, reflexiones, periodismo e historia

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COMISION INVESTIGADORA NO GUBERNAMENTAL

INFORME "Y dispararon una segunda vez contra el pecho del pueblo y una tercera vez y entonces el pueblo se detuvo a levantar sus muertos de las piedras amargas." "Fue una jornada más en el proceso de la rueda que gira y ahora esos dulces muertos valen y mandan más que sus verdugos" Epitafio para cuatro Tumbas. Raúl Gonzalez Tuñon

Las protestas sociales que se fueron manifestando en el 2001 hicieron eclosión al finalizar el año.En diciembre, las calles de los barrios fueron ocupadas por gente que reclamaba alimentos. La policía provincial dispuso un operativo represivo de gran magnitud y consecuencia de ello resultaron víctimas fatales las siguientes personas: Juan Alberto Delgado, Rubén Pereyra, Ricardo Villalba, Walter Campos, Yanina García, Graciela Acosta, Claudio Lepratti (todos por balas policiales) y Graciela Machado y Marcelo Paccini. La Comisión Investigadora No Gubernamental se siente obligada a participar en el libro homenaje dedicado a Pocho Lepratti, con un informe referido a la causa judicial ( Expediente 2100-01 caratulado Velázquez Esteban sobre homicidio simple) actualmente en trámite. La causa por el homicidio de Claudio (Pocho) Lepratti, se inició ante el juzgado de Instrucción Nro. 13 a cargo del Dr. Osvaldo Barbero. Concluida la instrucción pasó al Juzgado de Sentencia Nro. 5 a cargo del Dr. Ernesto Genesio, quien dictó sentencia condenatoria. La sentencia fue apelada por todas las partes y la causa se encuentra en trámite ante la Cámara de Apelaciones en lo Penal. Lepratti se encontraba en la escuela del barrio las Flores donde trabajaba en el comedor. Estaba en los techos de la misma observando la represión que 13

ocurría a unos 300 metros, en la Avda. de Circunvalación. En ese momento y encontrándose Lepratti con otros tres compañeros de trabajo, pasa el móvil 2270 del comando radioeléctrico. Atento que desde los móviles disparaban al aire, Lepratti les grita que dejen de disparar pues en la Escuela había niños. El móvil frena se bajan los agentes Pérez, de adelante y Velázquez de la parte posterior y abren fuego contra Lepratti. Los testigos identifican que es el disparo efectuado por Velázquez el que causa la herida en la garganta que quitó la vida de aquel. El Juez de Instrucción procesa en un primer término a ambos policías, centrando la responsabilidad de Pérez en su carácter de personal a cargo del móvil, pero apelada la resolución, la Sala 4ta de la Cámara Penal, entiende que solo podrá procesarse a quien resulte autor material del hecho y determinado que el tiro mortal lo efectuó Velázquez, solo este queda procesado, siendo desincriminado Pérez. Esta causa, como las demás, tampoco estuvo exenta de irregularidades. En efecto, una de las testigos manifiesta que efectuó la denuncia de lo ocurrido en la comisaría sub20 y que no se la tomaron por escrito. Del acta de procedimiento y de las constancias del libro de la comisaría surge que la testigo habría manifestado que Lepratti falleció en un enfrentamiento. La falta de coincidencia de la declaración de la testigo en sede judicial, el irregular asentamiento de la denuncia, la no coincidencia de la hora de la misma, determinó que el Juez de Instrucción iniciara causa contra el comisario y el personal de dicha comisaría. Por otra parte el móvil interviniente, tiene dos impactos de bala que, se encuentra acreditado, no pudieron efectuarse desde la escuela, lo que hace sospechar que se realizaron con posterioridad y para dar crédito a la versión policial. También se detectaron irregularidades en la inspección ocular. De hecho su realización ni siquiera consta en el Libro de Guardia de la comisaría. Por último, en un intento más de perjudicar la investigación, se "armó" una causa póstuma contra Claudio Lepratti, por resistencia a la autoridad. El 5 de agosto de 2004 sentencian a Velázquez a 14 años de prisión mediante resolución Nro. 104 autos: VELAZQUEZ, ESTEBAN ERNESTO s/ HOMICIDIO Expte. Nro. 172/200. La sentencia en sus párrafos más significativos expresa que “Queda claro, entonces, que el móvil policial detuvo la marcha, que desde el techo de la escuela les gritaron que no tiraran porque 14

había chicos, insultando también a los policías, que el patrullero se detuvo y descendió Velázquez, quien efectuó un disparo hacia las personas que estaban en el techo; en este aspecto, los testigos ubican en forma temporal el momento del disparo efectuado desde la posición en que estaba Velázquez y cuando Lepratti fue alcanzado por dicho disparo que lo hirió de muerte.” “Tampoco se ha acreditado que las personas que estaban sobre la escuela hubieran agredido con disparos de arma de fuego a los policías, ya que la pericia da cuenta de que los disparos que impactaron en el rodado fue uno “en paralelismo” y el otro en un ángulo que va de abajo hacia arriba, consecuentemente, de haber sido agredidos desde el techo de la escuela, la trayectoria del disparo hubiera sido otra.” “Resulta necesario considerar que, aunque hubieran recibido agresiones por medio de piedras y demás objetos contundentes, tal situación no justificaría desde ningún punto de vista que se disparara sobre un grupo de personas que estaban sobre un techo, no se ejerció desde ningún punto de vista el derecho a la defensa; por otro lado, de haber sido agredidos, no hubieran descendido en forma erguida, menos aún de haber sentido disparos, por el contrario un policía por mínima experiencia que tenga, si hubiera tenido el conocimiento de los disparos se habría agazapado para salvaguardar su vida. En las distintas fotografías que ilustran la reconstrucción, se nota que los uniformados bajaron erguidos y en esa posición fue cuando Velázquez disparó causándole la muerte a Lepratti. “....evidentemente, la intención de Velázquez fue la de matar, ello se infiere que efectuar un disparo con una escopeta a corta distancia necesariamente debía tener el conocimiento de lo letal de dicho disparo, es decir, que cuando efectuó el mismo su intención fue la de quitarle la vida; debe tenerse en cuenta que Velázquez es policía, no un neófito en el empleo de arma y sabía perfectamente de lo mortal que es un disparo con esa clase de arma, tampoco podía ignorar que los cartuchos con que la escopeta estaba cargada no eran precisamente de los denominados antidisturbio, fue él quien cargó el arma y quien la disparó, es decir, que existe relación de causalidad entre la muerte y la conducta del reo consistente en haberle efectuado un disparo contra la víctima. Asimismo, Velázquez obró con dolo directo, con intención de matar, que se desprende de la circunstancia de haberle disparado 15

a corta distancia con una escopeta, un disparo de esa característica no es precisamente para amedrentar sino para matar. Además, se da en la especie el supuesto contemplado en el artículo 41 bis del Código Penal, toda vez que el homicidio se cometió con violencia en la persona de la víctima por medio de un arma de fuego, supuesto éste que eleva la pena en su mínimo y su máximo." "En orden a la pena a aplicar, es justa la de catorce años de prisión, accesorias legales y costas, en razón de la naturaleza del hecho, su forma comisiva, las circunstancias en que ocurrió, como asimismo el hecho de que Velázquez es un empleado policial a quien se le confió la seguridad de los ciudadanos y lejos de cumplir con su obligación, utilizó, estando en funciones, el arma para matar a una persona que se encontraba sobre los techos de la escuela, no obstante ello, tengo en cuenta como atenuante la falta de antecedentes de condena y su juventud y como agravante su mayor peligrosidad y falta de controles inhibitorios que lo llevaron a responder con disparos un mero insulto” Por otra parte como consecuencia de las irregularidades detectadas en la causa se inicia otro sumario Caratulado: “Personal policial Sub-Cria 20° s/ encubrimiento y falsedad ideológica de Instrumento Público” Expte. 487/02 y Posteriormente “Maldonado J. Manuel y otros s/ encubrimiento y falsedad Ideológica” Expte. 443/04. Como se expusiera más arriba se inicia el expediente con copias del sumario 2100/01 caratulado en aquella oportunidad “Pérez, Rubén Darío y Otro s/ Homicidio” con procedencia del mismo Juzgado de instrucción N° 13°. En fecha 4 de junio de 2.002 y a partir de discordancias con el asiento de fs. 253 del Libro de Guardia de la sub Comisaría 20° correspondiente a las 18:40 hs. y declaración testimonial de Graciela Noemí Cappelano por la probable comisión de delitos de acción de ejercicio público.Capellano afirma en su testimonial recabada en el sumario en que se investiga la muerte de Lepratti que en momentos posteriores al homicidio va a la comisaría pidiendo hablar con el jefe por este homicidio, el sumariante le toma los datos y el relato de lo que vio no lo asienta por escrito, asimismo hace referencia a haberse encontrado en el mismo momento con el policía que disparó y hasta le pide al sumariante el nombre del policía. Contradictoriamente en el Libro de Guardia se asienta que momentos antes y en un tumulto 16

originado en la vía pública y en las inmediaciones de dicho establecimiento (Gorriti y Liniers) fue herido Claudio Lepratti por un escopetazo efectuado por un personal policial. Se oficia a la división judicial a los fines de que recabe la nómina del personal policial que prestaba servicios en la Cria. en esa fecha a los fines de sindicar a los posibles responsables penales. Testimonial Miérez: (quien lleva a Claudio al Hospital y acompaña a Capellano) afirma que Graciela Capellano hace la denuncia formal contra el policía que había disparado y que estaba ahí manifestando también que iban en el móvil 2270. Relata Miéres que ve el móvil en la puerta y que no tenía signos de vidrios rotos o haber sido baleado. Se agregan copias del acta de procedimiento, de la inspección ocular, acta secuestro armamento y de la unidad móvil, testimoniales, pericia balística de la policía y de gendarmería. Se ordena la indagatoria del comisario De la Torre, en la misma se abstiene de declarar.Fs. 112 la Fiscal solicita indagatoria al personal policial que participó en el homicidio de Lepratti y al personal policial adscripto a la Cria. sub. 20 por falsedad ideológica de instrumento público.Todos los imputados se abstienen de declarar.Un año y medio luego de iniciarse la presente investigación y en fecha 30 de diciembre de 2.003 se dicta mediante resolución N° 1292 el procesamiento de Roberto De la Torre, Rubén Darío Pérez, Marcelo Fabián Arrúa, Jorge Alberto Orué, Eduardo Tomás Jones, Edgardo Ruben Orgaz, Carlos Alberto de Souza, Miriam Edith Fernández y Ernesto Francisco Romero por lo delitos de encubrimiento agravado y falsedad ideológica de instrumento público. Se fundamenta en sus considerandos que: puede afirmarse que el móvil policial se dirigió sin escalas y de inmediato a la Cria sub 20 luego del suceso mortal, que se ignoró el relato imputativo de la testigo Capellano en sede policial, falseándose la realidad de los hechos en el libro memorándum de guardia, y que se omitió intencionalmente la puesta en conocimiento de lo sucedido al librase consulta al tribunal. Que de la pericial de Gendarmería sobre el vehículo y de las declaraciones testimoniales en que indican que el vehículo no tendría impactos en el momento de encontrase estacionado en la seccional permite 17

endilgarles la producción intencional de los impactos en el marco de la planificación encubridora de cualquier rastro del delito.Después de procesado todo el personal de la comisaría sub20, uno de ellos el sargento Jorge alberto Orué, rompe el silencio. Orué solicita ampliación de indagatoria en donde y manifiesta: que alrededor de las 16 hs. entra personal del comando radioeléctrico y se comenta que habían herido a una persona en el techo de la escuela y que le habían pegado un tiro en el cuello con una escopeta, recordando que un sargento de apellido Velázquez, manifestó que le había tirado pero se encontraba sorprendido porque solo poseía cartuchos de goma. Luego a las 17:30 llega personal de la división judicial, los jefes del comando radioeléctico (CRE) de Arroyo Seco quienes subieron con Velázquez a la planta alta de la dependencia. Manifiesta que de Souza, asienta en el Libro de Guardia el acta de procedimiento que le ordenaron sus superiores quienes serían personal de la División Judicial, el comisario y los jefes del CRE de Arroyo Seco. Además, manifiesta que el acta de inspección ocular y croquis demostrativo lo habría confeccionado Orgaz. Expresa también que estuvo toda la tarde en la Seccional el jefe de orden público, Gratarola. Luego de estas declaraciones se amplió la investigación quedando involucrado más personal policial llegando la investigación hasta el actual Jefe de la Unidad Regional II comisario José Maldonado, aunque posteriormente fue sobreseído. La causa fue remitida por el Juez de Instrucción de la 13 Nominación al Juez de la 14ª, donde tramita actualmente. NOTA DE LOS EDITORES En la ciudad de Rosario a los 22 días del mes de Julio de 2.002 se constituyó la "Comisión Investigadora no Gubernamental" de los hechos acontecidos en el mes de Diciembre en distintos lugares de la Provincia de Santa Fe. Su finalidad, esclarecer las circunstancias de las distintas acciones que produjeron muertos, heridos y detenidos en la Sociedad Civil. La identificación

de

responsabilidades

los

responsables

correspondientes

de a

los las

actos

represivos

instituciones

son

y

las

tareas

determinantes de la comisión investigadora. 18

Se establece como lugar de funcionamiento el domicilio sito en calle Zeballos1410-Rosario-Te.0341-4450082 email:[email protected] Integrantes: Profesor Iván Hernández Larguía APDH. Rosario. Comisión directiva del Museo de la memoria. Profesor Rubén Naranjo. Foro Memoria y Sociedad. Sacerdotes de la Carpa de la resistencia. Padre Salvador Yaco, padre Daniel Siñeriz, padre Juan José Gravet, Padre Nestor Negri, Padre Marcelo Valsecchi. Coordinadora de Trabajo Carcelario: Dr. Federico Garat, Dra. Carmen Maidagan, Antonio Tesolini, Mariana Hernández, Lilian Echegoy, Gustavo Martinez:Secretario Adjunto ATE-Rosario Centro de Estudios e Investigaciones en Derechos Humanos de la Facultad de Derecho. UNR: Dr. Enrique Font, Dra. Paula Moretti, Dra. Ana Oberlin, Dra. Florencia Barrera. Diputados Provinciales: Eduardo DiPolina, Dra. Alicia Tate, Dr. Angel Dambrosio, Dr. Eduardo Cecchi, Dr. Federico Pezz. Diputados Nacionales por la Provincia de Santa Fe: Alicia Gutiérrez, Alberto Piccinini.

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Alegría Cero Por Nicolás Loyarte

I. Alegría Cero La ciudad de Santa Fe amanece con movilizaciones de grupos de piqueteros que van a supermercados a pedir comida. Otros son recibidos por el ministro de gobierno, Lorenzo Domínguez. Mañana van a cobrar los precarios planes de empleo que se les adeuda –les dice en funcionario. Entonces se van al banco Nación y esperan. Hace mucho calor este miércoles 19 de diciembre de 2001, a días de la navidad. En Emaus, el padre Edgardo Stoffel, de la pastoral social de la Iglesia, anuncia lo que muchos allí esperan. Mañana los supermercadistas van a comenzar a dar comida a los pobres de Santa Fe -se queja porque ni la Provincia ni la Municipalidad se quisieron hacer cargo de la distribución. Los pobres que están en el lugar lo escuchan y esperan. Se pasan la noche esperando en el hall de la pequeña casita. Todas las respuestas llegan mañana, mientras tanto el clima social se recalienta. Mediodía. Los noticieros muestran la ola de saqueos que ya comenzó en todo el país. Emiten la entrevista con el padre Stoffel. La comida se repartirá mañana -repite la voz ahora en la pantalla. Reina la confusión informativa. La gente del norte de la ciudad sale a las calles y se va a la puerta de los supermercados a esperar. No son de ningún grupo de piqueteros. Hace dos días que les prometieron los bolsones de ayuda. Un grupo de vecinos de La Chaqueñada llega al “Super 2000”, en General Paz y Javier de la Rosa. -Dicen que acá van a dar comida. -Yo lo escuché en la radio –asiente otro entre la multitud-. -Queremos comida, queremos comida –canta un grupito cerca de la esquina-. -¡Una ambulancia! –grita desesperada una señora desde la otra punta. Todos miran hacia allá. Una mujer está en el piso desvanecida. Se descompuso entre los apretujones de la gente que pugna por alcanzar el mejor

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lugar en la alocada cola que formaron espontáneamente. Un periodista llama al servicio de emergencia médica desde su celular, mientras los familiares piden que todos se corran para darle aire y la apantallan con un pedazo de cartón que un pibe cuida autos alcanzó. -Van a dar bolsones de comida a las cinco de la tarde en la Basílica de Guadalupe –se pasan la bola-. Corre la versión de que habrían sido instigados para ir a pedir por una FM trucha que funciona en el barrio, desde donde habrían partido arengas convocando a la gente a que vaya al super donde les iban a dar alimentos. Allí están y esperan. Otro grupo se descuelga de la movilización unas cuadras. Comienza el primer saqueo en la ciudad. Es el supermercado Manasseri, en Javier de la Rosa, a tres cuadras de la Basílica. Se llevan comida, la plata y las computadoras. Rompen todo. Alberto Manasseri es su dueño. Estaba reunido con los supermercadistas de la ciudad para ver cuánto le iba a donar a la gente cuando lo saquearon. - Se van a la puta madre que los parió –dice llorando ante las cámaras, con sus ojos perdidos y las venas del cuello marcadas en la piel. Llora y repite que todos se van a la puta madre que los parió-. Al norte de la ciudad la cosa está mucho más pesada. La gente intenta robar en otros supermercados. Los rodean y aguantan; aguantan, hasta que no da para más. Blas Parera al 5800. Allí saquean otro supermercado. Es el Bienestar. Pedro Bré, su dueño, maldice a todos. La gente sigue agolpada en distintos supermercados y comienza la represión policial. En otra sucursal de la cadena Bienestar que está más al norte cae muerto un pibe de quince años. Marcelo Alejandro Pacini queda tendido en el piso, no de hambre todavía. Recibe una perdigonada de un escopetazo disparado por el almacenero Víctor Clemente, un comerciante desbordado que trabaja a cien metros del super, en Blas Parera al 8900. Marcelo Pacini había ido con sus hermanos y otros vecinos en busca del bolsón. Más tarde su madre, desenfocada, está en la Municipalidad pidiendo ayuda para poder comprar el cajoncito para enterrar a su hijo. El resto de la gente en ese lugar sigue queriendo saquear el supermercado. La policía

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sigue reprimiendo. Hay heridos y detenidos. Otra persona, María Chapú, de 17 años, recibe un balazo que casi le desprende un brazo. Ya nadie habla del campeonato que Racing podía ganar el domingo, después de 35 años. La última fecha del Apertura. En Santa Fe tampoco se habla del clásico, Colón – Unión, que también se jugaría el domingo. Se apaga el folklore y las gastadas. Cae el sol. El secretario de Seguridad Pública provincial, Enrique Alvarez, describe el panorama como un estado de tensa calma. Los números en nuestra provincia son fatales, las cifras oficiales arrojan: seis muertos, cincuenta heridos y 165 detenidos. Pero no son cifras, no son números; son gente desesperada que salió en masa entre los pocos activistas. Las imágenes televisivas muestran lo mismo en cada provincia. En todas partes la respuesta fue la represión. El país es un caos. Se habla de dieciséis muertos. Todos esperan las novedades nacionales. De la Rúa se toma su tiempo. A las once de la noche se emite un mensaje grabado en cadena nacional en el que se destaca la necesidad de mano dura con la gente, tildándola de delincuentes que se aprovechan ante la necesidad de unos pocos. -Rige el Estado de Sitio en todo el país por treinta días y se recortan las libertades individuales –anuncia el presidente-. De la Rúa no habla de medidas políticas ni económicas para combatir la crisis. Tampoco habla de renuncias. Las medidas dispuestas por el ministro de economía, Domingo Cavallo, que tienen que ver con recortes de sueldos, “el corralito” bancario -por el cual nadie puede extraer más de 250 pesos de los cajeros-, y el achicamiento de los compromisos del Estado para alcanzar el déficit cero y cumplir con el pago de los intereses de la deuda externa parecen jaquear al gobierno. A esto hay que sumarle un nuevo medidor económico de moda (aprovechado políticamente por intereses de sectores opositores), que nos coloca al tope del ranking mundial, el riesgo país. Argentina arde. La clase media en Buenos Aires sale a las calles con cacerolas y le pone ruido al calor. Esta nueva forma de hacerse escuchar será bautizada más tarde como el cacerolazo. Otros van en su auto a tocar bocina a la Casa Rosada. Quieren despertar al presidente, que ya se fue entre penumbras a su casa. Sin 22

embargo, Cavallo presenta su renuncia y corren las versiones de que huye del país en avión hacia Miami. Pide seguridad para su familia. Romina, Marcelo y Claudio. Bala perdida, furia y locura de comerciantes, ¿represión sistemática? A Marcelo Pacini ya se le se suman otros tres muertos confirmados en Rosario y un total de nueve en todo el país. Romina Iturrain tiene quince años, igual que Marcelo. Se había llevado una materia a diciembre y esta tarde la aprobó. Salió corriendo a la casa de su tía – en Paraná- para contarle. De pronto hay corridas y tiros allí afuera; a metros hay una de las sucursales de la cadena de megamercados Wall Mart. Ella toma mate en el frente de la casa cuando una bala perdida entra a la vivienda y se duerme con ella para siempre. Marcelo y Romina estaban en la ebullición de la vida. Las radios hablan de un país incendiado. Claudio Lepratti es profesor de Filosofía. Alterna su saber intelectual con su militancia social. Es afiliado a ATE y trabaja cocinando el único plato de comida que muchos chicos de la villa comen en el día, en el barrio Las Flores de Rosario. El Pocho -como le dicen- no sólo se ocupa de lo indispensable. Coordina trabajos en una barrita de pibes del barrio Ludueña y les enseña que la alegría a veces puede salir de un tambor, un zurdo, y un cuerpo “quebrado” que murguea descolocado. Entre los disturbios se asoma desde el techo de la escuela N° 756 para putear a los policías que allí abajo disparaban contra un grupo de personas. -No tiren, cagones. La escuela está llena de chicos –les grita desde la altura-. ¡No tiren! El Pocho es confundido con un francotirador por la policía. Un francotirador. Cae muerto de un disparo de itaka en el cuello. Otra víctima de la feroz represión. Ya entrada la noche, el intendente Marcelo Alvarez se reúne de urgencia con todo su gabinete y anuncia un cronograma de ayuda social. Pasa la recolectora de basura: algo sigue funcionando. A las cinco de la mañana se conoce la noticia, renuncia todo el gabinete del presidente Fernando De la Rúa. Convocan a un gobierno de coalición. Otra reunión de gabinete. En este caso es el gobernador Carlos Reutemann. Llama 23

a su gente a primera hora de la mañana y anuncia la creación de un comité de crisis en la provincia. Ya no hay gente en la puerta de los supermercados durante el amanecer. Pasa la barredora municipal, señal de que algo allí afuera sigue funcionando. Toda la información es relativa, hay un gran vacío, nadie puede confirmar nada. Hay un gran vacío. La pregunta nace entre la gente y se repite, ¿hizo falta todo esto? Aparecen las primeras tapas de los matutinos: La Nación dice “Rige el Estado de Sitio después de los saqueos y se fue Cavallo”. La Capital, de Rosario, titula “Argentinazo”. El mismo título pondrá la revista Noticias. Página/12 dice: “Estalló la gente y renunció Cavallo”. Una mujer de 33 años habla por LT 10 llorando. Tiene tres hijos chiquitos y dice que nunca vio algo así. Pide que la gente no pierda su dignidad. En Capital Federal el clima se recalienta. La gente gana la histórica Plaza de Mayo y pide la renuncia del presidente Fernando De la Rúa. Primero son unos pocos. Cada vez son más. Comienza otra jornada caliente. Cerca del mediodía vuelve la represión. En Buenos Aires la noche estuvo signada por la violencia urbana, los saqueos y el clima de anarquía. Un comerciante coreano que ayer lloraba ante las cámaras de televisión mientras miraba cómo lo saqueaban sus propios vecinos se suicida. Algunas personas se paran frente a los comercios vecinos armados de palos y enfrentan a los saqueadores. Pobres contra pobres. Mientras tanto De la Rúa no dice nada. Desde la plaza lo chiflan, le gritan, y nada. Desmienten que Cavallo se haya fugado a Miami; la justicia ordena que no salga del país por las investigaciones que se tramitan en la causa por la venta ilegal de armas, en la que está involucrado. Las fuerzas de seguridad reprimen a mansalva en la plaza poblada de todo tipo de gente. Entre ellos está el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, están las Madres, hay banderas argentinas. Hay al menos cinco muertos: Carlos Petete Almirón, Marcelo Riva, Diego Lamagna, Alberto Márquez y Gustavo Benedetto. El presidente vuelve a convocar al justicialismo para formar un gobierno de coalición, pero esta vez no hay respuesta. Más tarde los peronistas –que están reunidos en San Luis- informan que no participarán de ningún gobierno de coalición. De la Rúa está solo en la Rosada. Solo. 24

Llega la tarde-noche del jueves 20 de diciembre de 2001. Ese día De la Rúa ordena a su fotógrafo personal que lo acompañe a su despacho, redacta su renuncia de puño y letra, junta sus cosas del escritorio; el momento queda inmortalizado con un flash. No ha salido en ningún momento a hablar de los muertos ni de nada. Prefirió el silencio asesino, mientras la gente allí en la calle. La noticia se conoce por la radio y la televisión, y el clima social se descomprime sólo un poco. A las 19.48 un helicóptero sobrevuela la Casa Rosada. Hay miradas de desconcierto, otras esperanzadas. Desciende en el techo. Una cámara de TV capta el momento en el que De la Rúa camina hacia el helicóptero. Sube una escalera, asciende, y se va. Huye. La misma cámara toma los silbidos intensos que retumban agudos. Al otro día De la Rúa volverá a la Rosada con la excusa de levantar el Estado de Sitio antes de entregar su cargo. No quiere que quede grabada en la retina de los argentinos su huida por los techos, mañana querrá decir que salió caminando, no como Isabelita. Pero ya es tarde. Todos se quedan con la primera imagen. Muere un herido más. Son treinta personas en todo el país. Treinta inmolados por una causa social; haya sido organizado en algunos casos por activistas, o no. En estos tiempos, en este nuevo milenio desde donde se sentencia la muerte de las ideologías, ya nadie cree que algo así pueda suceder en el país del fondo del mundo. Así lo vive la gente, que se hace protagonista. II. La vergüenza política Lo que viene ya es sabido. Asume el presidente de la cámara de senadores como presidente provisional, el misionero justicialista Ramón Puerta. Convoca a elegir al nuevo presidente. Es el actual gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, más conocido como El Adolfo. Más tarde la página web de Telenoche Investiga (Grupo Clarín) elimina de su sitio la investigación realizada sobre el gran crecimiento de su patrimonio y las denuncias sobre evasión impositiva en su contra. Sin embargo, algunos periodistas, asesorados por hackers, logran obtener el documento y lo masifican vía mail. El sábado

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asume Rodríguez Saá y anuncia una serie de medidas que buscan modificar todo. -“Voy a crear un millón de puestos de trabajo en un mes, por ahora no vamos a seguir pagando la deuda externa, reduciré los sueldos de los funcionarios nacionales y todo el parque automotor y aeronáutico oficial está en venta”. Los congresales lo aplauden eufóricos al ritmo de la marcha peronista. Atrás quedaron los conceptos ahora vacíos de déficit cero y riesgo país. La sonrisa no condice con la gente. Menos con los santafesinos, cuando se enteran que los ex gobernadores provinciales José María Vernet y Víctor Félix Reviglio serán el ministro de Relaciones Exteriores y el secretario de Política Sanitaria, acompañados de otra comprovinciana, Liliana Isabel Gurdulich de Correa, quien asume como secretaria de Tecnología y Ciencia. En la calle hay expectativas, pero con el correr de las horas todo se diluye. Los precios en supermercados y comercios son remarcados con un aumento de

hasta

el

treinta

por

ciento,

las

farmacias

comienzan

con

el

desabastecimiento de medicamentos extranjeros y nacionales, estos últimos debido a la especulación económica, las industrias paran su producción ante la incertidumbre. En Navidad nadie gasta un fósforo. Las cacerolas se mantienen detrás de la puerta. Nada parece haber cambiado. Los hinchas de Racing se movilizan hasta la Asociación de Fútbol Argentino para protestar. Quieren que su equipo juegue el partido que falta para poder salir campeón. Un hincha desaforado grita ante las cámaras de TV que él garantiza la seguridad. Parece increíble. Una vergüenza. El presidente de la AFA, Julio Grondona, visita a Rodríguez Saá y negocia para que el jueves se jueguen dos partidos y así poder definir el campeonato: Vélez – Racing y River – Rosario Central. El resto de la última fecha, que había sido suspendida, se completará en febrero; entre ellos el clásico santafesino. El miércoles 26 de diciembre 150 vecinos de Reviglio en nuestra ciudad le hacen un escrache público -cacerolas en mano- en la puerta de su casa. El jueves 27 Carlos Menem visita a Rodriquez Saá en la Casa Rosada y cuando sale anuncia él alguna de las nuevas medidas para la industria. Las anuncia él, no el presidente. Esa es la primera aparición pública del titiritero, después de 26

tanta historia junta. Las muertes, los cacerolazos, los saqueos, fueron mensajes sordos a una clase dirigente que sigue sin escuchar. Es sólo el comienzo de más de lo mismo. Ese mismo día Racing sale campeón después de 35 años de espera. Empata uno a uno con Vélez con un cuestionadísimo arbitraje. River golea a Central seis a uno, pero no le alcanza. Podía forzar a un partido desempate sólo si Racing perdía. El campeonato de la academia es un granito más de arena a tanto absurdo. El obelisco se vuelve a llenar de banderas celestes y blancas. Unas horas antes el que portaba las banderas era el pueblo. Ahora le toca al opio de los pueblos. Que se vayan todos. Durante la noche del viernes 28 la gente vuelve a salir a la calle para hacerle un cacerolazo al gobierno. Piden que renuncien todos los funcionarios desprestigiados. Los infiltrados vuelven a realizar algunos saqueos aislados y la policía reprime. Automáticamente el funcionario más cuestionado, Carlos Grosso, renuncia a su cargo de asesor de la jefatura de gabinete. La gente sale contra radicales, contra peronistas, el cacerolazo ya es una nueva modalidad de protesta con marca registrada. León Gieco grita dulcemente desde su nuevo disco: Canción para cantar unidos y haciendo frente a la intolerancia ciega de unos pocos dementes que arrastran en su discurso la sangre de un pueblo débil. Canción para aclarar las cosas que están pendientes, justicia que queda chica donde la vida no vale. Por tantos gobiernos sordos, más fotos y más escraches... Cuando León escribía, nadie sabía lo que vendría. La carátula, triple homicidio. Al otro día Adrián, Cristian y el Gallego -tres pibes de barrio-, toman cerveza en una estación de servicio de Floresta, en Buenos Aires. Un televisor muestra las golpizas que recibieron algunos policías durante la protesta de la noche anterior. -“Está bien, eso es en respuesta por lo que hicieron la semana pasada” – comenta sonriente Maxi mientras mira a los manifestantes golpear a un policía-. -Se lo merecen -dice el Gallego-. -Cobren, ratis –agrega Adrián mirando el televisor-.

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Un suboficial retirado de la Federal que trabaja como custodia del lugar los escucha. Se acerca y sin mediar explicaciones le dispara un tiro en la cabeza a Maxi, que cae al piso, golpea al Gallego y lo asesina de dos tiros, para terminar matando a Adrián, gatillando una vez más su arma. No conforme con todo, saca los cuerpos del local tomados de los pelos y los deja ahí afuera, uno arriba del otro. La furia vuelve a ganar las calles de Floresta. Los vecinos y familiares se van hasta la puerta de la comisaría 43, en Gaona y Bahía Blanca. La atacan a piedrazos, rompen todo y se pelean con la policía. La represión dura horas. Más tarde será relevada toda la cúpula de la comisaría por los enfrentamientos. El saldo de la feroz masacre tiene nombres y apellidos: Daniel Enrique Matassa, de 23 años; Cristian “El Gallego” Gómez, de 25; y Maximiliano Tasca, también de 25 años. El justicialismo muestra su hilacha. Las disputas de poder recalientan la interna peronista. El presidente Rodríguez Saá convoca para mañana domingo a todos los gobernadores a la quinta de Chapadmalal, cerca de Mar del Plata. Al otro día sólo llegan algunos. Las ausencias de De la Sota (Córdoba), Reutemann (Santa Fe) y otros desencaja al presidente. Los ausentes dicen que no fueron por el mal tiempo; la ruta estaba cortada por gente que había iniciado otro cacerolazo. Ni bien empezado el encuentro, Rodríguez Saá comenta que está cansado de luchar sin el apoyo de sus copartidarios, a siete días de haber asumido. Se levanta del sillón y, como un niño, anuncia: -“Me voy a San Luis a renunciar”. Las internas justicialistas son cada vez más fuertes. Los políticos siguen priorizando sus intereses, antes que la gente. Nada parece haber cambiado respecto de una semana atrás, cuando la gente echaba a los gritos a De la Rúa; de hace diez años atrás, cuando la gente votaba a Menem; de hace veinte años, cuando se quiso construir una democracia sin justicia, de la mano de Alfonsín. Obediencia Debida y Punto Final. Los medios anuncian que a las nueve habla el presidente. Si bien hay trascendidos, nadie se anima a asegurar su renuncia. Recién a las once de la noche Adolfo Rodríguez Saá comienza su discurso en cadena nacional desde su casa. 28

-“No quiero ser el presidente de la represión y las promesas incumplidas, no tengo el apoyo de los propios gobernadores justicialistas. He decidido renunciar a mi cargo de manera indeclinable” –dice, y como en un film le entrega el mensaje al edecán, que se lo llevará al presidente de la cámara de senadores y ex presidente interino, Ramón Puerta. A esto le adosa un parte médico, para no seguir en el cargo hasta que la asamblea legislativa se reúna y le acepte la renuncia. No quiere saber nada, se lava las manos-. Otra vez debe asumir el misionero Puerta, pero ahora dice no. Al igual que Rodríguez Saá, alega estar enfermo y se saca el problema de encima, nos saca de encima. Entonces debe quedar a cargo de la presidencia de la nación el titular de la cámara de diputados, el justicialista Eduardo Camaño. Termina la semana en la que tuvimos como presidente a Rodríguez Saá. Muchas sonrisas se fueron apagando con el año. Mañana es 31, el último día de este 2001. Amanece con las noticias de la noche anterior en las tapas de los diarios. El presidente Camaño convoca para el primer día de 2002 a la asamblea legislativa. Ya se habla del sucesor: Eduardo Duhalde (PJ). Una persona cuestionada que le quiso hacer sombra a Carlos Menem presentándose como candidato a presidente en las últimas elecciones (1999), luego de un quiebre en la relación entre ambos; el mismo que fue su vicepresidente (1989 – 91); el hombre señalado en la muerte del fotógrafo José Luis Cabezas durante su largo mandato como gobernador de Buenos Aires (1991 – 99) –caso en el que luego devino el suicidio del empresario Alfredo Yabrán-; el político de turno cuando la policía Bonaerense se adosó el mote de narco-policía y, llamativamente, el autor de libros como Los políticos y las drogas (1988), Hacia un mundo sin drogas (1994) o Política, familia, sociedad y drogas (1997). Efectivamente, el lunes primero de año el senador Duhalde es elegido como nuevo presidente, esta vez hasta el nueve de diciembre de 2003, para terminar el ciclo iniciado por De la Rúa. Afuera del congreso los cacos del ahora primer mandatario, que fueron a aguantarlo con banderas, echan a piedrazos a los manifestantes de izquierda que habían ido a protestar por su elección. En diez días pasaron seis presidentes en Argentina: De la Rúa, Puerta, Rodríguez Saá, nuevamente Puerta, Camaño y Duhalde. A los muertos durante las protestas se le suman tres más. Uno de ellos era un militante de izquierda de la ciudad 29

de Paraná que estaba desaparecido y fue encontrado en un baldío después de varios días. El flamante presidente no tiene la sonrisa de Rodríguez Saá en su rostro. En el acto de asunción ya no se canta la marcha peronista. Los anuncios son mesurados e impregnados de cautela. -“Hay que sentar las bases para realizar profundas reformas en el Estado. Hay que refundar la patria, barajar y dar de nuevo”. Quiere convocar a varios radicales para componer el nuevo gabinete. Estos políticos nada nuevos saben que no pueden dar otro paso en falso porque la gente está expectante con las cacerolas en la mano. Parece mentira, pero siguen sin escuchar al pueblo. No toman conciencia de la dramática situación social que se vive. Siguen negociando. Los reutemannistas Oscar Lamberto y Miguel Angel Paulón asumen como secretario de Hacienda y secretario de la Producción de Duhalde. Pero a los pocos meses se irán del gobierno nacional. En la esfera provincial, Reutemann cambia sus fichas. Lorenzo Domínguez deja el ministerio de gobierno y José Storani hace lo propio en el cargo de jefe de la policía provincial. Asumen Esteban Borgonovo y el comisario Rubén Milicich, que hasta entonces era el subjefe. Los organismos de Derechos Humanos no pueden creer que no sea relevado el cuestionado subsecretario de seguridad pública, Enrique Alvarez. Un ex integrante de la SIDE y el responsable de contener los desbordes sociales en busca de evitar enfrentamientos, mientras que los muertos por presuntas balas policiales en la provincia se apilan en ocho: Claudio Lepratti, Graciela Acosta, Juan Alberto Delgado, Walter Campos, Liliana Yanina García, Rubén Pereyra, Ricardo Villalba y Graciela Machado. III. Muertos de plomo Durante los primeros días de 2002 la economía sigue paralizada. Esto significa que el productor no produce, el proveedor no entrega mercadería y el comerciante no vende. Todos especulan con los precios y esperan que se aclare el panorama. El fin de la convertibilidad ya es una realidad pero sigue el corralito. El dólar se cotiza cada vez más. Sigue la remarcación y el aumento de precios. Otra vez la inflación. Cada vez hay más desabastecimiento. Por 30

momentos las farmacias no tienen ni insulina para vender. Si no se soluciona el problema esto produce la muerte segura de mucha gente. Quizá algo se haya sembrado. La gente que salió a protestar con la cacerola en la mano se reunió luego en Asambleas barriales. Nadie le cree al sistema financiero. No se debe jugar con fuego - dicen en la cuadra. Algunos se aferraron a sus valores espirituales, a la familia, a los amigos, al barrio, a la gente. Y la gente parece mirarse de otra manera. La contracara. Los problemas están, y enfadan. El stress aumenta, la caída del trabajo y el alevoso aumento de la desocupación golpean cada vez más puertas, y para qué seguir enumerando. Hacia dónde camina Argentina. Esa es la pregunta, la incógnita. Desde aquel 19 de diciembre pasaron seis presidentes, varios gabinetes, cacerolazos, marchas, escraches, asambleas barriales; pocos hablan de los argentinos muertos en todo el país en estos duros días. Muertos en la ciudad de Santa Fe: 1. Marcelo Alejandro Pacini (15). Muerto por un comerciante. Muertos en la ciudad de Rosario (Sta. Fe): 2. Claudio Lepratti (40). Muerto por la policía. 3. Graciela Acosta (35). Muerta presuntamente por la policía. 4. Juan Alberto Delgado (24). Muerto presuntamente por la policía. 5. Rubén Pereyra (20). Muerto presuntamente por la policía. 6. Walter Campos (17). Muerto presuntamente por la policía. 7. Liliana Yanina García (18). Muerta presuntamente por la policía. 8. Ricardo Villalba (16). Muerto presuntamente por la policía. 9. Graciela Machado (35). Muerta de un ataque al corazón durante un saqueo. Muertos en el Gran Buenos Aires: 10. Damián Vicente Ramírez (14). Muerto por un comerciante. 11. Ariel Maximiliano Salas (30). Muerto por un comerciante. 12. Pablo Marcelo Guías (23). Se desconoce (recibió un puntazo). 13. Roberto Agustín Gramajo (19). Balazo, se desconoce. 14. Víctor Ariel Enrique (21). Se desconoce. 31

15. Eduardo Legembere (20). Se desconoce. 16. Diego Avila (24). Se desconoce. 17. María Rosales (28). Se desconoce. 18. Julio Hernán Flores (15) Balazo de un saqueador. 19. Daniel Enrique Mataza (23). Lo mató un ex policía, custodio. 20. Cristian Gómez (25). Lo mató un ex policía, custodio. 21. Maximiliano Tasca (25). Lo mató un ex policía, custodio. Muertos en la Plaza de Mayo (Capital Federal): 22. Carlos Petete Almirón (23). Presunta bala policial. 23. Marcelo Riva (31). Presunta bala policial. 24. Diego Lamagna (17). Presunta bala policial. 25. Alberto Márquez (57). Presunta bala policial. 26. Gustavo Benedetto (23). Presunta bala policial. 27. Rubén Aredes (30). Presunta bala policial. Muertos en Paraná (Entre Ríos): 28. Romina Iturrain (15). Presunta bala policial. 29. Eloísa Rosa Paniagua (13). Presunta bala policial. 30. José Daniel Rodríguez (25). Secuestrado, asesinado, arrojado a un baldío. Muerto en la ciudad de Cipoletti (Río Negro): 31. Elvira Abaca (42). Presunta bala policial. Muerto en la ciudad de Corrientes: 32. Ramón Alberto Arapi (23). Presunta bala policial. Muerto en la ciudad de Córdoba: 33. David Ernesto Moreno (13). Presunta bala policial (perdida ¿?). Muerto en la ciudad de San Miguel de Tucumán: 34. Luis Fernández (27). Presunta bala policial.

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En algunas listas aparecieron los nombres de Juan A. Torres (¿Corrientes?) y Sandra Ríos (¿Rosario?). Según fuentes consultadas, no se logró determinar si fueron asesinados durante los hechos políticos de diciembre. Se mencionó además un matrimonio coreano que se habría suicidado en Buenos Aires, del cual no se obtuvieron datos. De los 34 muertos ocho son menores de 18 años; 17 murieron en Buenos Aires y Capital Federal, nueve en la provincia de Santa Fe, y tres en Entre Ríos; cuatro son mujeres y el resto varones. Al menos veinte murieron presuntamente por balas policiales. IV.¿Quién se hace cargo? Las muertes de diciembre en todo el país fueron producidas en circunstancias diversas. Represión policial, lucha de pobres contra pobres, comerciantes que veían la impunidad de los saqueos mientras la policía no actuaba, abusos en la actuación policial. Hubo al menos 34 causas, 34 muertos. Pero también hubo miles de heridos, gente con secuelas irreparables y violación de derechos. Hubo represión desmedida y detenciones ilegales. Los responsables pueden dividirse en dos: políticos y materiales o directos. Queda en manos de la Justicia –tan cuestionada- echar luz sobre cada caso y responder si hubo o no un plan represivo sistemático tanto en Plaza de Mayo como en la ciudad de Rosario y sus alrededores. Como así también investigar cada asesinato producido en el país. En el primer caso, son investigados el presidente, Fernando De la Rúa, como máximo responsable de gobierno; el ex ministro del interior, Ramón Mestre; el ex secretario de seguridad interior, Enrique Mathov; y el ex jefe de la policía de Buenos Aires, Rubén Santos. Estos dos últimos fueron citados a declarar y detenidos bajo el cargo de abuso de autoridad y privación ilegal de la libertad por la jueza federal de primera instancia María Servini de Cubría. Sin embargo, ambos apelaron el fallo en la sala I de la Cámara Federal, y podrían quedar en libertad si se evalúa que –como fueron encarados los delitos (si son o no responsables de homicidio)- son excarcelables. El presidente De la Rúa declaró ante la jueza Servini de Cubría que se enteró de las muertes por televisión. Ja, ja, ja. El

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interrogatorio se circunscribió a cosas que el ex presidente podía responder y defenderse tranquilo. Respecto de las muertes de Rosario, la Justicia debe investigar quiénes dispararon las armas que mataron a la gente, pero además existen responsables políticos. El jefe de la Unidad Regional II de policía, con asiento en Rosario, era el comisario mayor Jorge Saul Pupulín; el jefe de las Tropas de Operaciones Especiales de la policía provincial era por entonces el comisario inspector Víctor Sarnagia; el por entonces secretario de Seguridad Pública de la provincia, el Lic. Enrique Alvarez; el por entonces jefe de Policía era el comisario mayor José Storani; el por entonces Ministro de Gobierno, Lorenzo Domínguez; y el gobernador de Santa Fe, Carlos Alberto Reutemann. En esa jerarquía deben ser investigados los responsables políticos de semejante masacre. El gobernador Reutemann desplazó de sus cargos a fines de 2001 a Domínguez y Storani, y un año después a Enrique Alvarez. Más allá de las investigaciones que realiza la Justicia ordinaria, otras vías son la División de Asuntos Internos de la Policía provincial y el poder Legislativo, desde su comisión de Derechos Humanos o mediante la posibilidad de crear una comisión especial que investigue las muertes de diciembre en el ámbito provincial. Pero el oficialismo se opuso a la creación de dicha comisión, por lo que se formó una Comisión Investigadora No gubernamental, integrada por legisladores, abogados, representantes de organismos de Derechos Humanos y otros. Por otra parte, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Rosario presentó una denuncia ante Naciones Unidas, en Ginebra (Suiza). --------------------------------------------------------Apéndice. De carne y hueso Cada muerte tiene sus circunstancias. Los hombres y mujeres asesinados durante la masacre de diciembre desatada en el país fueron muertos por la represión policial o por la locura que se adueñó de algunos comerciantes desesperados. Detrás de cada hecho hay una historia teñida de desesperación, barbarie o irracionalidad. Aquí están los más de treinta muertos.

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Santa Fe Uno. Marcelo Alejandro Pacini tenía 15 años. Vivía junto a su familia en Carrasco al 10.400 del barrio Cabaña Leiva, al norte de la ciudad de Santa Fe (su padre, Miguel Angel Pacini; su madre, Catalina Eduarda Sánchez; y sus hermanos Víctor, Miguel, Jonatan, Héctor, María Inés, Nélida, Alejandra, Vanesa y Natalia). Fue asesinado por un almacenero, Víctor Clemente, a cien metros de la sucursal de la cadena de supermercados Bienestar ubicada en avenida Blas Parera al 8900 (y J. R. Méndez), donde recibió un impacto de gruesa perdigonada de plomo de escopeta en el cuello. Había ido junto a sus hermanos a buscar comida. En ese lugar también hubo represión policial para disuadir a la gente que pretendía ingresar al supermercado. El juez de instrucción de cuarta nominación, Rubén Saurín, dictó en primera instancia la falta de mérito para Víctor Clemente, pero tanto el fiscal interviniente en la causa como la Cámara de Apelaciones revocaron la decisión. Posteriormente ordenó la reconstrucción del hecho -entre otras diligencias- y dictó el procesamiento de Clemente por el cargo de homicidio en exceso de legítima defensa. Clemente está en libertad. Ningún funcionario político ha declarado en sede judicial aún. Rosario Dos. Claudio Lepratti tenía 35 años. El cocinero de la escuela N° 756 de Rosario estaba preparando la comida cuando escuchó algunos disparos. El clima estaba caliente en todas partes y el barrio Las Flores no era un oasis. Subió al techo del edificio junto a dos compañeras del comedor y un profesor de matemáticas. Querían ver qué pasaba. Ante sus ojos unos policías disparaban contra un grupo de personas. Instintivamente el Pocho –como le decían- comenzó a gritarles que no disparen, porque la escuela estaba llena de chicos y temía que fueran alcanzados por las balas. Cuando empezó a putear a los policías desde el techo, el agente Esteban Velázquez lo apuntó con su itaka desde el suelo a sólo diez metros de distancia. Midió con precisión y gatilló. Los perdigones de plomo se incrustaron en el cuello del Pocho Lepratti que cayó fusilado sobre el techo, destrozándole la tráquea y produciendo múltiples 35

hemorragias internas. Entre la desesperación y el desconcierto, sus compañeros ayudaron a llevarlo al hospital de emergencias Clemente Alvarez. Los policías subieron nuevamente al patrullero y se fueron del lugar sin siquiera continuar el procedimiento. Todo esfuerzo fue en vano. Lepratti murió minutos después en el hospital. El agente Esteban Velázquez y su compañero, el sargento Rubén Pérez (ambos pertenecientes al Comando Radioeléctrico de Arroyo Seco), dijeron que dispararon contra Lepratti tras escuchar detonaciones de una arma de pequeño calibre. Pero cuando se lo tenían que contar al juez de instrucción Osvaldo Barbero la historia se dividió en dos y solitos se embarraron hasta el cuello. Uno dijo que escucharon los disparos antes de bajarse del patrullero (móvil 2270 perteneciente a la policía de la provincia de Santa Fe, modelo WW Corsa) y el otro aseguró que los disparos comenzaron cuando se ubicaron detrás del coche. La falta de coherencia entre los relatos de los policías y el testimonio de un testigo convencieron al juez que los testimonios habían sido fabulados. Velázquez y Pérez fueron denunciados por las autoridades de la escuela N° 756 y procesados a principios de abril de 2002 por homicidio simple bajo el cargo de autor y partícipe primario, respectivamente. A ambos se les dictó prisión preventiva y se les trabó un embargo por 120 mil pesos sobre los bienes de Velázquez y de 90 mil sobre los de Pérez (juzgado penal de instrucción N° 13 de la ciudad de Rosario, a cargo del Dr. Osvaldo Barbero). Velásquez sigue detenido, Pérez está en libertad. Aquel 19 de diciembre los policías se enfrentaban a un grupo de no más de cinco personas en la esquina de España y Caña de Ambar, junto a la escuela donde trabajaba Lepratti. Lejos de la frialdad o la mesura en su accionar, los agentes desplegaron su agresividad descontrolada empuñando armas largas (itakas sin culata) con munición metálica y no de postas de goma, sin medir las consecuencias. Claudio Lepratti había nacido el 27 de febrero de 1966. Tenía 35 años cuando lo encontró la muerte. Ese mismo año se había graduado en Filosofía en la Universidad Nacional de Rosario. Era un militante perteneciente al grupo cristiano de la Vicaría Sagrado Corazón de Ludueña, de derechos humanos y también participaba como afiliado a la Asociación de Trabajadores del Estado 36

(ATE). Tras su muerte, en busca de justicia, los organismos por los Derechos Humanos de Rosario montaron una carpa en la plaza San Martín de esa ciudad. Carpa que más tarde llegó hasta la propia Legislatura provincial en La Capital, el jueves 4 de abril de 2002. Aquella mañana los militantes sociales fueron escuchados por los legisladores, a quienes les pudieron dejar su tremendo dolor sobre la mesa. Les reclamaron la creación de una comisión investigadora de las muertes de diciembre. Los pibes que aprendían murga con el Pocho en el barrio Ludueña festejaron su cumpleaños, el 27 de febrero de ese año, con una actuación acompañada de un guiso, unas tortas y la inmortalidad desplegada en un par de murales pintados por los propios jóvenes del barrio. Así Lepratti se convirtió en el muerto que habla por la boca de otros, por las manos de tantos, por la idea de muchos. De las siete muertes que tuvieron lugar en el Gran Rosario en diciembre ésta es la única en la que luego de los primeros cinco meses la justicia procesó a sus autores materiales. En la muerte de Lepratti como en las otras queda lugar ahora para determinar si existen autores ideológicos. Tres. Graciela Acosta tenía 35 años y siete hijos. Murió el diecinueve de diciembre cerca de la hora 17. Era miembro de un organismo de Derechos Humanos de Villa Gobernador Gálvez y trabajaba en la Comisión de Desocupados de esa localidad santafesina. Según la revista El Eslabón, su muerte fue presenciada por periodistas que la describieron por radio en vivo (Marcelo Nocetti, LT8). La tarde del 19 de diciembre estaba a doscientos metros del supermercado La Gallega, junto a su amiga, Mónica Cabrera. Ambas buscaban a sus hijos en el tumulto. Cabrera le relató a El Eslabón: “Estábamos a dos cuadras pero hubo un desbande y la gente retrocedió hacia nuestro lado. Fue un descontrol. En un momento escuché que Graciela me dice “están tirando, están tirando”. En seguida vi que se cayó de rodillas y luego para atrás. Pensé que le habían tirado con una bala de goma, pero cuando levanto la cabeza, veo que el policía apuntaba. Me tiro, la agarro de los brazos y trato de sacarla. La arrastré a un pasillo pero no reaccionaba. “Me pegaron un tiro”, me decía. Ella estaba de espaldas porque se iba del lugar. El primer tiro fue en la espalda y el segundo le dio en el pecho. Le partió el hígado, una 37

arteria y los intestinos... Yo vi al policía que le disparó. Vi la fisonomía perfectamente. Y si lo veo lo reconozco. Es más, hay unos treinta testigos que lo vieron”. Mónica sostenía a Graciela en el suelo, cuando le colocó su mano en la herida del pecho, que le ardía tremendamente, se quedó con el plomo de la bala en la mano. Este elemento fue presentado como evidencia en la causa judicial. Cuatro. Juan Alberto Delgado tenía 24 años. Al igual que Acosta, su muerte fue relatada por radio y hoy está caratulada como homicidio. Aquí su hermana reconstruye lo sucedido. -El diecinueve de diciembre, Juan había ido a buscar unas cajas de mercadería que habían prometido a la esquina de Necochea y Pascó junto a otra gente. En el barrio no hubo saqueos, lo que pasó fue una emboscada. El hijo de un supermercadista salió a decir que no iban a permitir que los saqueen, y que les darían cajas de mercadería. Tenía una ametralladora. Después fue la represión. A mi hermano le pegaron un escopetazo en las costillas, un tiro de (pistola) 9 mm, le rompieron la cabeza y falleció. No dejaron que lo atiendan. Vino la ambulancia, pero dijeron que ya estaba muerto. -¿De dónde partieron los disparos? -De la policía. -¿Todos? -Todos los disparos fueron de la policía. -¿Tu hermano recibió balas de plomo? -Sí, balas de verdad. -¿Identificaron de dónde pertenecía la policía? -Estaban del Comando (Radioeléctrico) y de la seccional cuarta. Pero del lado que estaba mi hermano eran los de la seccional cuarta. -¿Hay algún detenido responsable de la muerte de su hermano? -No, todavía no hay ningún detenido. Pero estamos al tanto de quién podría haber sido. Ya declaró un testigo que dijo reconocer al policía. En los próximos días se lo citará para una rueda de reconocimiento. -¿Tu hermano estaba armado? -No. -¿Otra gente que estaba con él? 38

-No, en el lugar no había armas. Aparte, fue un pedido de mercadería, de comida, porque la gente lamentablemente –vamos a decir la verdad- estaba con hambre, ¿entendés? -¿Hubo otro heridos en el lugar donde murió tu hermano? -Sí, aparte había chicos. A una persona le rompieron acá (señalando la nuca) con una escopeta. -¿Con balas de plomo? -Con balas de plomo, pero no falleció, ahora está bien gracias a Dios. Había otros chicos heridos con balas de goma y mujeres embarazadas que las lastimaron un montón. Según El Eslabón, Delgado fue perseguido por un policía por Necochea desde la esquina de Cochabamba hasta Pascó, donde trastabilló y, derribado en el suelo, un policía lo remató. El joven tenía antecedentes penales, por lo que su hermana le dijo a LT8 que “se la tenían jurada”. Cinco. Rubén Pereyra tenía 20 años. Vivía en el humilde barrio Las Flores, de Rosario, y tenía una nena de dos años cuando fue muerto como consecuencia de heridas de bala. La minuta de comunicación presentada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Rosario ante la comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra (Suiza), señala que en ese barrio “la represión policial se desencadenó con particular violencia y ensañamiento”. El informe elaborado por la Dirección de Asuntos Internos de la Policía Provincial revela que murió por una “bala trasante o perforante –fusil Fal o pistola 9 mm-. No se recuperó el proyectil”. La Comisión No Gubernamental investigó esta muerte y determinó que: “Rubén estaba junto a un grupo que, en la autopista Rosario-Buenos Aires, detenía camiones en la noche del 19. Según los testimonios, cuando detuvieron el ómnibus de larga distancia, Pereyra alcanzó a sacar un bolso, y a su lado había un joven y una joven haciendo lo mismo. Uno testigo relató haber escuchado 5 o 6 tiros seguidos, y cuando se dio vuelta vio que Rubén estaba caído en el piso y que la parejita que estaba a su lado lo socorría. Según el testimonio brindado por esta joven que lo ayudó, Pereyra cayó arrodillado, motivo por el cual ella y su pareja acudieron a ayudarlo. Pereyra se levantó y les dijo que estaba bien y que podía seguir. Pero metros más adelante volvió a caer, sobre un puente que cruza el

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zanjón que está entre la autopista y el terraplén que separa al barrio de la autopista. En ese lugar es socorrido por Raúl Enrique Cardozo, un vecino del barrio que, desde el terraplén, observaba la represión policial y que prestó declaración testimonial en el Juzgado de Instrucción 13. Cardozo socorrió a Pereyra y junto con un joven lo cargaron hasta la intersección de Flor de Nácar y Hortensia. Si bien un testigo entrevistado que vive cerca de donde ocurrió la muerte dijo que los disparos los había efectuado una persona que bajó del colectivo —testimonio confuso y poco creíble, ya que no había luz y esta persona se encontraba bastante alejada del lugar—, el resto de los testigos, que estaban con Pereyra cuando fue herido y que participaron del saqueo, coinciden en declarar que la puerta del colectivo en ningún momento se abrió y que, por ende, mucho menos alguien bajó del mismo. Todos coinciden en que los disparos provenían de los grupos de policías. En este sentido, Cardozo, en su declaración ante el juez de instrucción confirma este hecho: “...escuchaba las explosiones fuertes que provenían del lugar donde estaba la policía hacia donde corría la gente... Se veía el reflejo de la luz [de las deflagraciones], bastante fuerte. Algunos fogonazos se veían para arriba y otros más bajos, en dirección a la gente” Varias personas fueron detenidas con posterioridad al asesinato de Pereyra. Pese a ser contactadas por integrantes de la CI, estas personas no quisieron testimoniar porque manifestaron tener temor a sufrir represalias por parte de la policía. Sólo una de estas personas relató que al ser detenidas fueron duramente golpeadas por la policía y amenazados para que no denunciaran estos hechos. Este testigo indicó, además, que los policías le dijeron “acá no pasó nada, acá cayó un delincuente”, en referencia a Pereyra. Según relataron familiares de Pereyra, cuando regresaban del Hospital trasladando con ellos el cuerpo de Rubén para velarlo, en la entrada al barrio había gran cantidad de policías apostados en numerosos móviles policiales que intentaron impedirles el acceso. Finalmente, lograron que les permitieran ingresar al barrio. Más tarde, cuando se dirigían al cementerio relataron que los policías dispararon a los distintos vehículos que formaban el cortejo. Los familiares de Pereyra están seguros de que los policías que dispararon sabían que se trataba del cortejo que trasladaba el cuerpo del joven y que por eso los agredieron”, señala un informe elaborado a un año de los hechos por la Comisión No Gubernamental. 40

Seis. Walter Campos tenía 17 años. El 21 de diciembre estaba en una cola para recibir un bolsón de comida para su familia. En ese momento la policía lo corrió junto a otros pibes. Fue muerto a doscientos metros del lugar, en Olivé 1300 bis de Empalme Graneros, Rosario. El Eslabón relató que Walter fue perseguido por un oficial de las Tropas de Operaciones Especiales de la policía provincial que lo ejecutó por la espalda con una sofisticada arma dotada de mira telescópica. La policía dijo que estaba armado, pero la familia sostuvo que sólo tenía una bolsita de pegamento en sus manos. Según la Convención de los Derechos del Niño, Walter era eso, técnicamente un niño. El informe elaborado por la Dirección de Asuntos Internos de la Policía Provincial revela que “la muerte se produjo como consecuencia de un impacto de bala trasante o perforante –fusil Fal-. No se recuperó el proyectil”. Siete. Liliana Yanina García tenía 18 años. El 19 de diciembre cerca de las 18, al escuchar los tiros y sonidos de los patrulleros salió a la vereda a buscar a su hija, en la esquina de Pasco (4590) y Gutemberg –donde hay una sucursal del Supermarket, pero nunca llegó. Recibió un tiro en el abdomen cuando salía, en el patio delantero de la casa, y cayó herida de muerte. Fallece a las 22.15 en el hospital Centenario. El informe elaborado por la Dirección de Asuntos Internos de la Policía Provincial revela que murió por una “herida provocada por una bala trasante o perforante –fusil Fal o pistola 9 mm-. No se recuperó el proyectil”. La pericia balística determinó que la muerte fue ocasionada por un perdigón de escopeta calibre 12,70. Un vecino le relató a la Comisión No Gubernamental: “Cuando pasa esto yo estoy en frente de la casa de Yanina, me agacho a buscar una piedra y la veo a Yanina que estaba en la casa y me sonríe, yo seguí todo y me doy vuelta veo que están levantando a alguien, y era ella y sacaron y la cargaron en un auto, y ahí me dio bronca, nos dio bronca y los que estábamos ahí, empezamos a tirar mas piedras y los milicos retrocedieron, y no se si dieron cuenta de lo que hicieron y se fueron,-a qué distancia estaba el policía que tiró -- estaba a 25 o 30 m del frente de la casa de Yanina, el policía estaba en último árbol que estaba frente a la casa de Yanina, pienso que la bala vino de ahí. Pienso que la bala vino cruzada porque había casas de la misma mano, había otros policías más atrás, había por toda la vereda, ocupaban toda la cuadra. Había dos grupos de policías que venían 41

por las dos manos tirando balas y gases lacrimógenos, venían por Pasco de las dos manos avanzando hacia Pascual Rosas, por eso creo que le tiran desde enfrente porque de la vereda de Yanina hay casas…”. Ocho. Ricardo Villalba tenía sólo 16 años. Recibió un tiro en la cabeza que lo mató. Su fallecimiento se produjo luego de una agonía de varios días en el Hospital Centenario. Vivía en villa La Cerámica, de Rosario. Al igual que Walter Campos, Ricardo era un niño. Nueve. Graciela Machado estaba junto a uno de sus hijos y su nuera durante el saqueo en el supermercado La Gallega, en Villa Gobernador Gálvez, dentro del Gran Rosario. Durante la represión y los saqueos, cerca de la hora 16, Graciela se descompensó en el tumulto y murió luego en el trayecto al hospital de un ataque al corazón. Tenía nueve hijos y uno de ellos manifestó que padecía un problema cardíaco producto del mal de chagas. La muerte de Graciela fue denunciada por Antonio Tesolini, miembro de la Comisión Investigadora No Gubernamental, a un año de la represión. Respecto de las causas en que encontró la muerte Graciela Machado durante los dramáticos episodios de diciembre pasado, Tesolini señaló al programa Planeta Radio que se emite por LT10 Radio Universidad de Santa Fe que “ella se encontraba solicitando comida en inmediaciones del supermercado La Gallega, en Villa Gobernador Gálvez y al momento de desatarse la represión policial con balas de fuego y a través de gases lacrimógenos, la mujer en medio de los incidentes sufre un paro cardíaco fulminante y queda tendida en el suelo (...) La muerte de Graciela Machado se enmarca en lo que nosotros llamamos, muertes por emboscadas. Ella estaba en el mismo lugar donde se encontraba otra de las víctimas asesinadas por la policía, Graciela Acosta. Las dos estaban en las inmediaciones del supermercado La Gallega en Villa Gobernador Gálvez”. Gran Buenos Aires Diez. Damián Vicente Ramírez tenía 14 años. Fue muerto de un disparo en la cabeza que partió desde un comercio en Laferrere, partido de La Matanza.

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Once. Ariel Maximiliano Salas tenía 30 años. Murió de un escopetazo disparado desde un comercio en Laferrere, partido de La Matanza, donde se producían los mismos saqueos en los que murió Ramírez. Doce. Pablo Marcelo Guías tenía 23 años. Murió producto de un puntazo en el riñón, recibido en un mercado de Francisco Solano, partido de Quimes. Trece. Roberto Agustín Gramajo tenía 19 años. Recibió un balazo en el autoservicio Nico, de Don Orione, partido de Almirante Brown. Catorce. Víctor Ariel Enrique tenía 21 años. Estaba en el negocio Arca de Noé, en Don Orione, partido de Almirante Brown. Quince. Eduardo Legembere tenía 20 años. Recibió tres disparos cuando estaba en el mercado Steffi, de Libertad, en Merlo. Dieciséis. Diego Avila tenía 24 años. Murió de un balazo en la cabeza en el supermercado Family de Villa Fiorito, Lanús. Diecisiete. María Rosales tenía 28 años. Fue muerta de un balazo en un hipermercado de V. Centenario, Lomas de Zamora. Dieciocho.

Julio

Hernán

Flores

tenía

15

años.

Custodiaba

el

supermercado que su tío tiene en el barrio Arco Iris de Merlo cuando recibió un balazo letal. Diecinueve. Daniel Enrique Matassa tenía 23 años. Fue ejecutado por un ex oficial de la policía federal en una estación de servicio de Floresta, cuando mencionó que se sentía feliz mientras veía como golpeaban a un policía en la pantalla de un televisor del local. Veinte.

Cristian Gómez

tenía

25

años. Murió

bajo

las mismas

circunstancias que Matassa.

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Veintiuno. Maximiliano Tasca tenía 25 años. Murió junto a Matassa y Gómez, asesinado por la misma persona. Muertos en la Plaza de Mayo Veintidós. Carlos Petete Almirón tenía 23 años y era militante de la Correpi. Murió el 20 de diciembre en el Hospital Argerich producto de un balazo recibido en el tórax en la esquina de Hipólito Irigoyen y 9 de Julio. Veintitrés. Marcelo Gustavo (o Gastón) Riva tenía 31 años, estaba casado con María Mercedes Arena, quien ahora contiene a sus tres hijos: Camila (8), Agustína (3) y Matías (2). Fue asesinado el 20 de diciembre en Tacuarí y Avenida de Mayo. Era mensajero y trabajaba en su motocicleta. Alrededor de las 15.30 Marcelo circulaba en su moto Honda junto a un grupo que arengaba y avanzaba aprovechando el repliegue policial. Pero la Guardia de Infantería abrió fuego y acertó en su humanidad quitándole la vida. Veinticuatro. Diego Lamagna tenía 17 años. Era un manifestante más no alineado bajo ninguna bandera política. Había partido cerca de las 15 desde Sarandi, donde vivía junto a su madre. Murió el 20 de diciembre en la esquina de Hipólito Irigoyen y 9 de Julio, al igual que Almirón. Fue asesinado por un perdigón de plomo disparado desde un auto particular. Veinticinco. Alberto Márquez tenía 57 años. Murió durante la jornada del 20 de diciembre en la esquina de Sarmiento y 9 de Julio. En ese lugar también fue herido gravemente Martín Galli. Un artículo publicado por la revista Viva señala que en la mencionada esquina aparecieron un camioneta 4x4 clara, un Volkswagen Gol rojo y un Fiat Palio blanco. De cada uno se bajaron tres o cuatro personas. Sólo una de ellas tenía uniforme policial. Empezaron a dispararle a todo lo que tenían delante (gente). Martín corrió, pero recibió un disparo en la nuca que lo dejó tirado en el piso con convulsiones. La policía tiraba gases desde tres frentes: Corrientes, Diagonal Norte y Sarmiento. A metros de allí, Alberto recibió un disparo en el pecho y perdió la vida. Una persona asistió a Martín y le salvó la vida, aunque quedó postrado de por vida. 44

Veintiséis. Gustavo Benedetto tenía 23 años. Salió desde La Tablada (o Ramos Mejía) rumbo a la plaza a las 15, enfurecido por lo que veía en televisión. A minutos de llegar murió de un disparo que partió desde armas manipuladas por hombres de civil apostados en el edificio en el que funciona el HSBC, en Avenida de Mayo 630 (y Chacabuco), aquel 20 de diciembre. Veintisiete. Rubén Aredes tenía 30 años. Fue herido de muerte en la plaza de Mayo. Recibió cuatro balazos y falleció más tarde en el hospital municipal Santojanni. En primer momento, se dudó sobre si había participado de la revuelta de plaza de Mayo, aunque luego confirmaron que había sido heridos en dichas circunstancias. Paraná (E. R.) Veintiocho. Romina Iturrain tenía 15 años. Murió el 20 de diciembre, al recibir una bala perdida durante los saqueos producidos en una sucursal de la cadena de supermercados Wall Mart en la ciudad de Paraná. Estaba tomando mates en la casa de su tía, frente al comercio, cuando fue herida de gravedad, y más tarde falleció en el hospital San Martín. Veintinueve. Eloisa Rosa Paniagua tenía 13 años. Murió de un disparo cuando la policía perseguía a saqueadores, el 20 de diciembre. A eso de las 16, Eloísa corría con familiares y amigos tras intentar ingresar a dos supermercados ubicados cerca del parque Berduc cuando una bala le ingresó por la boca y le salió luego por la parte posterior del cráneo, lo que le provocó pérdida de masa encefálica y, consecuentemente, su muerte. La bala habría partido de un arma policial. Era un proyectil encamisado, por lo que no dejó imágenes de plomo en el cuerpo. Treinta. José Daniel Rodríguez tenía 25 años. Su muerte fue un macabro hallazgo. El 19 de diciembre José salió de la casa donde vivía junto a una familia amiga, en Ameghino y Mosconi de Paraná, para ir a reclamar comida a la sucursal de la cadena de supermercados Wall Mart ubicada en Anacleto 45

Medina y Larramendi. Allí fue visto por última vez con vida. Tras la violenta jornada del 19 José no regresó a su casa, por lo que el 20 de diciembre se presentó en Tribunales un habeas corpus en reclamo de que se establezca su paradero. El miércoles 2 de enero de 2002 un vecino que recorría el Parque Urquiza encontró el cadáver de José Rodríguez en un avanzado estado de descomposición. Este joven militante era un desocupado de la Corriente Clasista y Combativa (CCC). Según publicó Análisis Digital el día de su hallazgo, personal policial de la Comisaría Quinta de Paraná estarían comprometidos en el episodio, ya que varios testigos habrían observado cuando el dirigente fue levantado por una móvil policial. Cipolleti (R. N.) Treinta y uno. Elvira Abaca tenía 42 años. Murió tras una gresca con efectivos policiales que intentaban reprimir un saqueo. Recibió un disparo de arma de fuego en su espalda que la mató. Corrientes Treinta y dos. Ramón Arapi tenía 23 años. Murió como consecuencia de un disparo de itaka disparada por policías que le produjo una fatal herida cardiaca. El hecho ocurrió durante la madrugada, cerca de las cuatro de la mañana del 21 de diciembre, en el barrio Nuevo. Tras recibir el disparo, el joven fue trasladado al hospital Escuela de Corrientes capital, pero llegó muerto. Su hermana mencionó al periódico Corrientes Noticias que Ramón estaba tomando tereré en la vereda junto a sus amigos cuando se desató la locura. Córdoba Treinta y tres. David Ernesto Moreno tenía 13 años. Hacía tres semanas había festejado su cumpleaños. El atorrante estaba contento, había aprobado siete de las nueve materias que rindió en diciembre en el Ipem 17, cerca de villa 9 de Julio (Córdoba), donde vivía, lo que le daba el pase para poder cursar 46

segundo año. La siesta del 20 de diciembre fue hasta el supermercado Mini Sol, a siete cuadras de su casa, para ver cómo un grupo de vecinos intentaba saquear el local. De un momento a otro la policía apostada en el lugar comenzó a disparar contra la gente. David corrió entre los gritos, caídas, y gases por calle Piedra Labrada hacia Tupac Yupanqui. Varios recibieron balazos en sus espaldas, David cayó de boca al suelo con su rostro bañado de sangre. A metros cayeron una mujer y otro hombre. Él quedó tirado solo en la calle. Un policía con una escopeta se acercó y lo pateó en el hombro para que se levantara. Pero lo que pateaba ya no era David. Recibió una bala mortal en la nuca, entre otros cuatro impactos de goma y plomo. De la nuca le extrajeron una posta de plomo que pertenecía a un cartucho disparado por una escopeta calibre 12/70, que usa la policía. El cuerpo de David fue llevado a un dispensario. Las cámaras de televisión registraron el momento, su hermana miraba cómo sacaba ese cuerpo envuelto en una sábana manchada de sangre sin saber de quien se trataba. Su padre, empleado de Vialidad Nacional, estaba internado con hipertensión. A medianoche su madre fue hasta la Jefatura de Policía y reconoció a su hijo. El responsable del operativo era el comisario Luis Farías. La Justicia no encontró en los meses posteriores ningún responsable del hecho y sigue investigando desde la fiscalía a cargo del Dr. Eduardo Soria. Tucumán Treinta y cuatro. Luis Alberto Fernández tenía 27 años. El 20 de diciembre recibió un balazo de 9 mm en la cabeza que lo dejó primero en vida vegetativa en el hospital Padilla de San Miguel de Tucumán, y luego le produjo la muerte. El hecho ocurrió frente al hipermercado Libertad, ubicado en avenida Roca 3400, mientras se producían los saqueos. Nicolás Loyarte. Santa Fe, 2002 [email protected]

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“No disparen, hay chicos comiendo”

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Del padre mío al nuestro (Contratapa de Rosario12) Por Edgardo Montaldo* * La bandera, un país y su gente. País es la tierra y su naturaleza; la producción y la riqueza; es su gente y la casa y el barrio en que vive. Ciudadanos son también los excluidos que no acceden al dominio de esa tierra y sus riquezas. La bandera es el símbolo de lo que es y tiene un país. * Los piratas. A lo largo de la historia, siempre existieron los que se adueñan de lo ajeno, en asociaciones "legales" legitimadas por ladrones y asesinos de dentro y fuera del país. Es deber del gobierno dar respuestas de fondo para que la gente del país pueda celebrar los colores de su bandera, aunque quede fuera del mundial. El empobrecimiento a que llegó por corrupción y "venta" de sus riquezas, lo dejó sin ninguna de las joyas de la abuela. La tarea de los funcionarios de turno no es dar de comer con limosnas mentirosas sino dejar comer con un trabajo digno y productivo, logrando la distribución equitativa de las riquezas. * Mateando en el barrio. La situación cruel que se agrava día a día nos ofrece dos caminos a elegir. Uno es el camino de los que se comunican y se suman para que crezca el número de vecinos que se juegan en la marcha de proyectos y actividades que logren terminar con la podredumbre que excluye a multitudes. La cantidad de grupos que están en esto: comunidades, comedores, huertas, costureros, trueque, cacerolazos, asambleas barriales... ayuda a no bajar los brazos. Pero está también el camino de los que son llevados a buscar "salvarse", jodiendo a los demás, en "obediencia debida" a los poderosos. Eligen los atropellos, la delincuencia, la droga... y ponen palos en la rueda a los que

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resisten a la exclusión social. Hay quienes hasta sacrifican a sus hijos en los semáforos para que traigan una monedita a casa. * Fiesta suspendida. Nuestros niños, los últimos invitados a la fiesta de la vida, se sienten engañados. Son los principales desheredados por los sinvergüenzas que se adueñan de todo lo nuestro. Nuestro Padre Dios decidió regalarnos lo mejor del cielo, su Hijo Jesús, para enseñarnos a defender y gozar la vida en nuestro violento planeta tierra. * Señor, Dios de la vida, que tu nombre bendiga nuestras tareas y progresos, para que soñemos otro tiempo, el tiempo de lograr un mundo donde quepan todos los mundos. Que el pan nuestro de cada día sea el fruto de un trabajo digno, que logre "comer en casa" en familia. Que no paguemos deudas externas y ajenas, a costa de perder lo nuestro que Tú nos diste. No nos dejes caer en la tentación de adquirir tarjeta de corrupto para aprovechar ocasiones oportunas. Y libra a nuestros niños y jóvenes de la violencia, la delincuencia, el "negocio intocable" de la droga... y a todos de la injusticia, la impunidad y la represión. Y porque hay que seguir andando nomás, que seamos la esperanza de un tiempo que vendrá, ya que estamos en el tiempo exacto para programar el mundo que queremos. Así sea. "Quien desea librar el Buen Combate tiene que mirar el mundo como si fuese un inmenso tesoro, que está allí esperándolo para ser descubierto y conquistado" (de ‘El Peregrino’, Paulo Coelho). El diario La Jornada de México sintetizó el 2 de enero de 2002 la muerte de Pocho (Lepratti): "Cuando se hizo noche en la Argentina, muchas estrellas salieron a la calle para pelear por la claridad". •

Sacerdote salesiano. Responsable de las comunidades y proyectos del Sagrado Corazón, barrio Ludueña.

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El Pocho, de Ludueña al cielo Claudio Lepratti fue homenajeado ayer por sus vecinos del lugar donde actuaba, por el personal de la escuela de barrio Las Flores en la que trabajaba y por sus compañeros de militancia en favor de los que más mueren. La despedida a Claudio fue un testimonio elocuente del reconocimiento que su labor había logrado en el barrio. Lágrimas de humildes homenajearon al Pocho Lepratti, militante popular asesinado anteayer por un policía en la escuela Mariano Serrano, donde cocinaba alimentos y proyectos. Lágrimas humildes, pacientes, serenas. Pero firmes. Lágrimas como la de los pibes de la agrupación La Vagancia, que Pocho coordinaba, "aunque a él no le gustaba el título de coordinador", aclara Milton, un muchacho de morochos 17 años. "Siempre nos decía que pase lo que pase sigamos adelante. Que si terminamos la primaria empecemos la secundaria. Que nada nos pare. Y nosotros vamos a seguir", afirma Milton en el patio de la escuela de barrio Ludueña en la que ayer el Pocho fue saludado por los suyos. La misma escuela que en su patio alberga un saloncito que es punto de encuentro de los pibes de La Vagancia. Saloncito que el mismo Pocho, con Milton y los demás chicos de la agrupación, había pintado de blanco hace un par de días. Oriundo de Concepción del Uruguay, adonde sus familiares trasladaron su cuerpo ayer para enterrarlo, el Pocho caminó Rosario varios años. Trabajó en la Cocina Centralizada, de la que fue despedido, y después consiguió empleo en el gobierno provincial, que lo mandó a cocinar en Las Flores. De ATE y de la CTA Pocho supo de la necesidad de la unidad y la predicó siempre. Como predicó siempre, más con actos que con palabras, su fe católica, que lo llevó a estudiar para cura en un seminario. Aunque no llegó al sacerdocio, Pocho bien puede ser un santo. Eso sugiere el padre Edgardo Montaldo: "La figura de Pocho es la de aquél que se entregó a la causa, a los demás", dice. Cobijado por Montaldo, Pocho se entregó particularmente a los adolescentes de Ludueña y les dictó catequesis, los convocó a campamentos, les enseñó a tocar la guitarra, los instó a estudiar, a ser solidarios, a vivir con 51

dignidad a pesar de la pobreza, a no bajar nunca los brazos. "Cuando nosotros por ahí nos cortábamos nos iba a buscar casa por casa", apunta Milton. Casa por casa, Ludueña lo va a extrañar. Las lágrimas, ayer, se mezclaron con aplausos. "Por un lado esto nos llena de tristeza, pero por otro lado es una inyección de entusiasmo para no bajar los brazos", señala Montaldo, incansable pastor de los momentos duros. "El Pocho para nosotros era un padre", dice Milton. "Era un buen hijo", llora el papá del Pocho. El Pocho está allá en el cielo con el Padre. Y acá abajo, gracias a Dios, quedan muchos Pochos. "Nosotros siempre ponemos los muertos", llora un militante. Pero nunca nos matan del todo. Manolo Robles

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Pocho Lepratti en PuntoDoc Este es el informe que presentó PuntoDoc en su programa del miércoles 5 de junio de 2002 sobre el asesinato de Claudio Pocho Lepratti, militante de ATE en Rosario.

El 20 de diciembre del año pasado marcó el final del gobierno de De la Rúa. La represión de aquel día aún se está investigando pero hay varios funcionarios detenidos y falta dilucidar si hubo o no un complot, es decir si los saqueos que precedieron las manifestaciones fueron premeditados. Lo que sí se sabe es que la represión policial fue feroz y no ocurrió sólo en Capital Federal. Rosario, al igual que Buenos Aires y las grandes ciudades del país, había estallado. La Policía parecía tener rienda suelta para la represión. En esa ciudad mataron a siete personas. Y hoy uno de ellos se está convirtiendo en un ícono de los marginados. Se llama Claudio Lepratti, conocido como "el Pocho", el Ángel de Lata. Pero todo parece indicar que la muerte de Lepratti no fue otro caso de represión policial. Sus familiares y amigos creen que lo fusilaron. Diego Portesio, un testigo clave, asegura que un policía se bajó de un patrullero y le pegó un tiro. Con una itaka y un solo disparo mató a Pocho. El tiro que dio en la garganta lo desangró y provocó su muerte camino al hospital. Para Esteban Borgonovo, el ministro de gobierno de Santa Fe, los policías actuaron por su cuenta. Pero parece que hay cosas que no cambiaron: el subsecretario de seguridad en el momento que Lepratti murió, Enrique Álvarez, sigue aún en sus funciones. Álvarez fue parte de la SIDE durante la dictadura militar y está vinculado a Carlos Reutemann, el actual gobernador de Santa Fe, desde 1994. 53

Eduardo Di Polina, diputado provincial por el partido Socialista Popular, denuncia que Álvarez tuvo participación directa en el accionar de las fuerzas de seguridad y que a Pocho lo mató una bala policial. Actualmente los dos policías procesados por el homicidio de Pocho Lepratti, Rubén Pérez y Esteban Velásquez se encuentran detenidos a la espera de una sentencia definitiva. Sin embargo, hay algo que sí cambió: desde la muerte de Claudio Lepratti, "el Pocho", la ciudad de Rosario ya no es la misma. En las paredes, en las calles, en los postes de luz, hay pintadas que crecen y se multiplican. Y en estas pintadas hay un nombre que para los más humildes es sinónimo de lucha y esperanza. Sus seguidores lo sienten como un santo, le prenden velas y rezan por él. Los vecinos lo extrañan y recuerdan como un muchacho solidario y trabajador. Con su muerte nació un mito... Fuente: http://www.puntodoc.com.ar/

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"El Pocho vive en el corazón y en los rostros de los que exigen justicia" Así reza uno de los graffitis en Ludueña, el barrio donde desarrollaba su militancia social el ex seminarista. Claudio Lepratti fue una de las siete víctimas rosarinas del Diciembre Negro. "El Pocho vive en el corazón y en los rostros de los que exigen justicia", así reza uno de los graffitis en Ludueña, el barrio donde desarrollaba su militancia social el ex seminarista.

Ludueña es uno de los barrios de Rosario más golpeados por la crisis económica y social que padece todo el país. Enclavada en su corazón está la villa en donde cumple su tarea pastoral el padre Edgardo Montaldo, titular de la Vicaría del Sagrado Corazón. En incontables paredes de esa barriada se reivindica, aerosol mediante, la memoria y la obra de quien fuera precisamente uno de los más estrechos colaboradores del sacerdote salesiano. El nombre de Claudio Pocho Lepratti aparece entrelazado a leyendas como: "¡Pocho vive, carajo!", "El San Pocho de Ludueña", "Pocho, tu lucha seguirá" o la contundente "El Pocho vive en el corazón y en los rostros de los que exigen justicia". En uno de esos paredones se deja constancia del afecto y el crecimiento en las conciencias que Lepratti despertó fundamentalmente en los jóvenes más humildes de la zona, cuando estamparon "El Pocho nos muestra el camino", al tiempo que le desean un fraternal "Feliz cumple" con una fecha debajo: 27/02/02. Sin embargo, Pocho hacía ya más de dos meses que había caído bajo las balas policiales en los trágicos episodios que desembocaron en la caída del presidente Fernando de la Rúa, cuando clamaba por el cese de la represión desde el techo de una escuela de barrio Las Flores, en cuyo comedor trabajaba. 55

Un "cristiano revolucionario" Lepratti, un ex seminarista y profesor de filosofía a punto de cumplir 36 años, que había consagrado sus mejores años al rescate de la juventud en riesgo social y se autodefinía como "un cristiano revolucionario", fue una de las siete víctimas rosarinas de la violencia que enlutó al país en lo que se dio en llamar el Diciembre Negro. Pocho fue velado en el patio de la escuelita del padre Edgardo, con el marco de una impresionante muestra de dolor popular. Cientos de personas quisieron darle un último abrazo, antes de que su cuerpo fuera trasladado a Concepción del Uruguay, la tierra que lo viera nacer y en donde ahora descansa. El hombre que decidió no entrar en el aparato formal de la Iglesia pero que conservó hasta su último aliento los votos de pobreza y abstinencia, demostró con su praxis social que había comprendido en forma cabal el mensaje del Evangelio. El padre Montaldo, un testigo privilegiado de la tarea pastoral y social de Pocho, apeló a un artículo aparecido en el diario mejicano ‘La Jornada’ para delinear su perfil: "Cuando se hizo noche en Argentina, muchas estrellas salieron a la calle para pelear por la claridad", y recordó que al joven entrerriano lo habían matado "en su lugar de trabajo, todo un signo si pensamos que la mayoría de los desaparecidos durante el Proceso eran trabajadores". Montaldo recordó a La Capital que el día del velatorio de Lepratti, un policía de la comisaría 12ª lo abordó "preocupado por las connotaciones que podría tener ese acontecimiento", a lo cual el sacerdote respondió que "a Pocho lo mató un cana en su lugar de trabajo y sus compañeros de la Comisaría le podrán contar, en relación con la historia del barrio, la cantidad de adolescentes y jóvenes que no conocieron la Seccional gracias a su prédica".

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El sacerdote aseguró que "en un momento en que la mayoría de los chicos que andan desorientados y desocupados se juntan alrededor del gran negocio de la droga y la delincuencia, muchos de ellos se nuclearon alrededor de sus sueños e inquietudes". Montaldo precisó que Pocho, luego de abandonar el seminario salesiano de Funes, en 1991, se quedó a vivir en un humilde rancho de Ludueña y se acercó a colaborar en la tarea de contención social de los adolescentes y jóvenes del barrio, al tiempo que militaba gremialmente en la Cocina Centralizada, donde fue delegado y participó en la histórica carpa como uno de los tantos despedidos por su actividad sindical. El vicario de Ludueña completó su retrato afirmando que "se consagró por entero a un proyecto de liberación" y que "más allá de su generosidad, ella iba en profundidad buscando sumarse y sumar en la búsqueda de una sociedad más justa". Uno de los pasajes más conmovedores de la Biblia dice: "No hay amor más grande que el de aquel que da la vida por sus amigos". Y Pocho la dio. Aquella fatídica tarde del 19 de diciembre de 2001, se subió al techo de la escuela de Las Flores y trató de detener la represión que se abatía sobre los vecinos del barrio, muchos de ellos padres y alumnos del establecimiento. Sus últimas palabras fueron: "¡Dejen de tirar, que hay pibes comiendo!". Esos mismos pibes de Ludueña dicen que ahora "Pocho vive" para siempre y que sigue tomando mate con ellos entre los estrechos callejones de la villa. Eduardo Valverde / La Capital / 19 de Agosto de 2002

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Una vida dedicada a los demás En los barrios pobres de la Argentina se lloran las consecuencias humanas del levantamiento popular. La trayectoria de lucha de algunas de las víctimas hace sospechar que sus muertes no fueron casuales. Cuando todo era noche en Argentina, muchas estrellas salieron a la calle para pelear por la claridad. Bajo el manto de la nueva paz oficial, el recuerdo de los muertos que dejaron las jornadas del 19 y 20 de diciembre, surge como una necesidad inseparable de la construcción colectiva del futuro. Si algo verdadero y material dejó el levantamiento popular, fue la muerte de al menos 29 personas, reconocidas oficialmente. La mayoría de ellos fueron asesinados por la fuerza pública como si se tratara de blancos estratégicos. En la ciudad de Rosario, tercera en importancia detrás de Buenos Aires y Córdoba - pero con el mayor índice de desempleo -, ocho fueron las víctimas fatales de los recientes episodios. Según los datos oficiales, más del 20% del millón y medio de rosarinos no encuentra trabajo en el que fue el centro portuario más importante del país. Rodeada de un cordón industrial, Rosario crece en medio de la tierra más fértil del país, a pesar de esto, viven 155 mil personas en villas miserias sin los servicios más básicos. Desde el regreso de la democracia en 1983, aquí se han producido 75 muertes a causa del gatillo fácil, asesinatos policiales con un denominador común: el único delito de las víctimas es ser pobre. De esta cifra, 53 se cometieron durante el año 2000, la mayoría dentro de instituciones policiales y penitenciarias. El Pocho

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En 1989, mientras Raúl Alfonsín abandonaba la presidencia presionado por los primeros saqueos de la historia argentina, Claudio Lepratti, conocido por su gente como El Pocho, llegaba a Rosario. Cuando la semana pasada se originó la segunda oleada de saqueos populares, El Pocho partió a trabajar como cualquier día. Oriundo de un pequeño pueblo de la provincia de Entre Ríos y miembro de una familia de agricultores pobres, llegó a Rosario con lo puesto para dedicarse de lleno a la militancia popular. El barrio pobre de Ludueña Norte lo cobijó. Allí, El Pocho comenzó a estudiar sacerdocio en la escuela - parroquia del padre Edgardo Montaldo. También se recibió de profesor de filosofía y así empezó a predicar su visión del mundo entre los más pobres. Selló su destino junto a los que no tienen nombre, rostro, trabajo, ni alimento, cuando decidió vivir en una pequeña casita de madera en pleno corazón del Ludueña. El Pocho donaba su desnutrido sueldo para la realización de eventos barriales. "Al no tener trabajo, nosotros nos sentimos mal. El trabajo es lo que nos hace vivir bien y ascender como personas. A su vez, la falta de trabajo nos hace un mal enorme, es lo que nos incita a la violencia, a la droga y a la delincuencia", expresó en alguna ocasión el Pocho. En la escuela del barrio Ludueña, Claudio germinó lo que fue su logro más significativo: organizó y coordinó varios grupos de jóvenes del barrio que se reunían a aprender cómo esquivar los sinsabores de la vida en una villa miseria. La Vagancia, Los Gatos, Los Piqueteros, Los Rope, Las Terribles, La Murga de los Trapos y Los Peloduros son algunos de estos grupos con los que El Pocho compartió noches enteras de guitarreadas y campamentos en los que la solidaridad se constituía en el valor fundamental.

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Sobre este trabajo Claudio reflexionó en 1999: "Ahora entendemos discusiones que hace cuatro o cinco años no entendíamos. Recién ahora vemos algunas cosas eran más fáciles de lo que creíamos. Por eso podemos estar contentos, porque en algunas cosas hemos crecido. Había cosas que se iban reclamando por parte de los chicos y que con el tiempo hemos aprendido a dar respuesta". *** La Vagancia, bajo la dirección de Lepratti, elaboró una publicación barrial llamada El Ángel de Lata. La revista es vendida por chicos de la calle. "Somos los que hicimos las marchas, los paticortos, pelo duro que pedimos respeto cuando estamos trabajando, los que peleamos por la dignidad del que anda abriendo puertas, vendiendo flores, limpiando vidrios para no manguear (robar). Los que defendemos nuestro trabajo, porque el pan es fruto de nuestro esfuerzo, y si no... no hay pan. Somos los que denunciamos la explotación de los padres y los chicos, los que acusamos a los señores dueños de todo... hasta de la tierra que en un tiempo fue de todos... Somos los pibes que andamos sedientos de vida, con hambre de afecto y con los bolsillos del alma llenos de golpes y curtidas". Así arrancó la editorial de la primer número de El Ángel de Lata, a mediados del 2000. Además, El Pocho se dedicó a trabajar en la escuela Nº 756 del barrio Las Flores, una de las villas miseria más grandes de la ciudad. Claudio trabajaba de cocinero para cientos de chicos cocidos por el frío y el desamparo. Fue justamente esa escuela la que el miércoles 19 encontró al Pocho desangrándose en el techo. Esa tarde, Las Flores se había levantado, como tantos otros barrios pobres del país, y había decidido salir a conquistar lo que por derecho le corresponde: la dignidad, que a veces viene en forma de alimento. Los saqueos a supermercados y tiendas comerciales se sucedían uno tras otro y la excusa para la represión policial no se hizo esperar.

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Al ver el salvajismo con el que la policía rosarina y la Gendarmería nacional molía a palos a los villeros, El Pocho subió al techo de la escuelita para calmar los ánimos de la gente y exigió a la policía el cese de la represión. Esas fueron sus últimas palabras. Una bala policial se le incrustó por la garganta y su cuerpo se desplomó al instante. "Al Pocho lo mataron mientras trabajaba. Eso es todo un signo: la mayoría de los desaparecidos de la dictadura militar eran simplemente trabajadores", cuenta el padre Montaldo. A su velorio en la escuelita de Ludueña llegaron cientos de personas de diversas zonas de la ciudad. Esa tarde, Milton, integrante de La Vagancia recordó: "Siempre nos decía que pase lo que pase sigamos para adelante. Que si terminamos la escuela primaria empecemos la secundaria. Que nada nos pare. Y por eso ahora nosotros vamos a seguir". Otra vez el tiro les salió por la culata, las numerosas manifestaciones de recuerdo y en reclamo de justicia por su muerte, dan muestra clara de que El Pocho partió para renacer en mil caritas curtidas por el desconsuelo.* Daniel EKDESMAN (Diario LA JORNADA.30 de Dic de 2001.México)

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LEPRATTI: UNA CALLE DE OTRA CIUDAD EN LA MISMA CIUDAD

CONOCER. No nos conocimos con Claudio “Pocho” Lepratti. Jamás hicimos una tarea concreta juntos, ni compartimos una rueda de mate ni debatimos acerca de algún problema a resolver. No nos conocimos en el sentido que la opresora civilización occidental y cristiana le da a la palabra; en ese significado de áspera posesión, de pretendida exactitud y contacto material que se le da al verbo conocer. Pero estábamos y estamos cerca, al igual que con otras compañeras y compañeros con las que caminamos las interminables calles de los sueños. Y de la vida. Y de Rosario. Habremos compartido el paso de varias marchas, muchas veces nos habremos cruzado sin registro por las veredas de nuestra ciudad pero hubo un lugar (que era nido más que lugar) donde seguramente estuvimos muy cerca en el 2001. Fue en el Centro de Capacitación Laboral de ATE. O ATE-calle Corrientes.

LUGAR. Rosario es un lugar con muchos lugares. A principios de ese año, escuchamos por radio Universidad que había una reunión en la que se convocaba a los artistas rosarinos para realizar algo por el 24 de marzo, una muestra o una cosa así, que se iba a llamar “Galpón Abierto”. Fuimos y la experiencia de “Galpón Abierto” fracasó como espectáculo, pero fue feliz en cuanto a encuentro y a posibilidades de movernos. Estábamos en la necesidad de actuar y en la búsqueda de pensamientos nuevos. Era una inquietud que estaba en el aire, pero no cuajaba porque no existía el lugar de encuentro. Pudo haber sido en muchos sitios, pero fue en ese local de ATE que Gustavo Martínez (su secretario de organización) socializó, muchas semillas encontraron tierra para poder germinar. Sin más condicionamientos que los de la vida. La experiencia de ATE-calle Corrientes fue indicio de otra ciudad, de nuevas ideas y haceres que se iban dando como nuevas formas, pero continuando y trabajando el legado de los setentas. Y de todas las rebeldías habidas por

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estas tierras, desde los pueblos originarios que alzaron sus lanzas contra las invasores españoles alrededor del fuerte Corpus Christi en la desembocadura del Carcarañá, hasta los que buscábamos un nuevo andar en la lucha. Así, en el Centro de Capacitación Laboral de ATE se reunían alrededor de una veintena de diversas organizaciones gremiales y sociales, muchas veces con posiciones ideológicas encontradas, pero que sostenían la misma afinidad de superar la injusticia social. PALABRAS DE URGENCIA Y NECESIDAD. Si tuviéramos la locura responsable de escribir una sola palabra justa en la distancia que hay entre el obrero y la herramienta, la poesía sería una transformación permanente, imitada por la semilla para ser planta, por la flor para ser semilla por la realidad para ser sueño en la vida del Pocho Lepratti Uno escribe porque no encuentra otra forma de respirar. Éstas, eran palabras que se estaban trabajando desde hacía tiempo y no se terminaban de resolver. La injusticia de la muerte de Claudio apuró el trámite. Aún así, la satisfacción de la sola escritura no brinda la certidumbre del valor social de lo escrito.

CALLE. fr., Rue; it., Via, calle; i., Street; a., Strasse (del latín callis, senda). f. Camino entre casas o paredes por el que se transita en poblado. // Pueblo pequeño que depende de otro principal y que participa de sus privilegios (ant.) . // Impr. Línea de espacios vertical u oblicua que se forma

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ocasionalmente en una composición tipográfica y la afea. //

- de árboles.

Espacio o camino entre dos hileras de ellos. // - pública. La de uso comunal // Hacer o abrir calle. loc. fig. Separar o separarse la gente para dejar paso. No sólo la teoría del valor está en crisis, vivimos en una época donde las más sencillas palabras pierden sus significados. Y más que perdidos, los significados son saqueados según las necesidades de los opresores. Transcribo lo que se puede leer en un diccionario de 1.977 sólo para tener una referencia. La realidad no vive en las academias. Tal vez, calle fue la primera palabra que el hombre escribió sobre la tierra. Antes que las pinturas rupestres, antes que el uso del fuego y los utensilios rudimentarios, antes que la palabra misma. Al erguirse, caminar

y usar el

mismo sendero varias veces y en forma colectiva, dejando sus huellas, los hombres y mujeres primitivos empezaron a escribir su continuidad en el espacio y el tiempo en la porción local del infinito. Cubriéndolo de senderos. Travesías que fueron parte esencial en la exploración de esa supuesta ajenidad: la naturaleza. Hay una estrecha relación entre hacer calles y hacer sociedad, entre las calles y la linealidad artificiosa con que se interpreta la Historia. Las calles pueden convertirse en signos, enigmas, pruebas y en un montón de artilugios intelectuales de cualquier pelaje; pero antes que nada, son parte indispensable de nuestra cotidianeidad. Y lo cotidiano, es ante todo el presente viviéndose en nuestra ciudad. Tal vez haya muchas calles Lepratti. Nunca estarán en ningún

plano.

Alguna quizá abarque un itinerario que jamás se transitó. Y otra nazca en Ludueña y muera en Las Flores (o al revés), haciendo un recorrido parecido al que hacía Pocho cuando iba al laburo. ¿Era el mismo todos los días? ¿En algún tramo se podía volar? ¿Tenía desvíos o paradas? ¿Era laberíntico o invisible? Lepratti es una calle viva. Como una palabra nueva.

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PALABRA Y PODER. Nunca leí a Spinoza, pero leí que dijo que “el poder es el lugar de la tristeza y de la impotencia más absoluta”. Está bueno eso. Y continuando con esa idea se puede decir que la libertad no puede existir (ni existió) en ninguna forma de poder. Hay momentos en que el poder abre un poquito más la canilla y deja caer algunos chorritos más de relativa independencia. Pero la vuelve a cerrar apenas puede. El poder es lo que cercena la vida. La palabra es incisión en el infinito, devenir en la nada, suceso en la vida. Gustavo Martínez me contó que el Pocho escribía cosas en servilletas de papel, en cualquier hoja que encontraba y las guardaba en un armario. Tal vez con la esperanza de juntarlas, recopilarlas, hacerlas herramientas para compartir. Tal vez tenía el sueño secreto de ser escritor. El poder habla pero no escucha. Desde la Biblia al Contrato Social, usa la palabra sólo para ejercer la esclavitud bajo la hipócrita apariencia de ser el “orden” menos injusto. Rodolfo Walsh en 1969, después del Cordobazo, escribió: "Cuando cuarenta mil hombres y mujeres salen a la calle, como en Córdoba, un héroe es cualquiera". Pero cualquiera no es un héroe. Cualquiera no se anima a serlo. Cualquiera no se atreve a hablarle al poder, a enfrentarlo sin más armas que la sola palabra. Cualquiera no tiene huevos para gritarle a la cana asesina: “Hijos de puta, dejen de tirar, ¿no ven que hay pibes buscando comida? Salvando las distancias, el Pocho gritó el 19 de Diciembre del 2002 lo mismo que Rodolfo Walsh había escrito el 24 de marzo de l977 en la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”. Fueron hombres que no se callaron la boca. Y en esencia, los mataron por lo mismo. Por atreverse a “hablarle” al poder. El poder no dialoga, no acepta más palabras que las propias de la muerte.

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ALEGATO DE UNA BICICLETA. Soy una bicicleta rodado 28 tipo inglesa, negra, de hombre. Como dicen ustedes. Tengo casi nueve años, edad más que respetable para una de nosotras. Tres veces me cambiaron la cadena y el piñón, cinco las cubiertas. Los frenos me funcionan bien. Aunque una de las pastillas de mi rueda trasera está gastada y habría que cambiarla. Pero como están las cosas, no se sabe cuándo. Una bicicleta común, como cualquiera, capaz de poner en desequilibrio a la quietud. Aunque madura, estoy en buen estado y tengo mis capacidades íntegras. Puedo defenderme sola en todo ese tonto bardo que armaron unos burócratas que gobiernan para una sociedad que ya no existe. Todos opinaron, todos se metieron en la polémica de la legislación de las bicis. O del cambio de nombre de las calles. Pero nadie se preocupó por saber cuál era nuestra opinión. ¿Acaso no éramos también protagonistas del asunto? Claro, todo parece estar siempre tan lejos de la vida, tan inconscientes están todos en medio de la locura de la miseria; que no se dan cuenta que tenemos alma, sentimientos, raciocinio. Se creen que somos nada más que piezas de metal, goma y plástico. Un frío cuadro de tubos, un manubrio y dos ruedas. O cualquiera de esas brillantes basuras descartables con que intentan aturdir el vacío de sus días. No, las bicicletas somos las herramientas menos máquinas de la historia. Algo así como un descuido de la naturaleza, una cariñosa fuga de la técnica. En nosotras, el músculo se amalgama con el mineral, la distancia se mixtura con el tiempo, el sueño armoniza con la realidad. Fuimos soñadas por miles de hombres anónimos hasta que un día Leonardo Da Vinci nos dibujó. Tardamos unos 400 años en aparecer tal como nos vemos hoy, tan prácticas, inocentes, hermosas y elegantes. Estamos en todo el mundo, somos algo verdaderamente socialista (aunque ya no sé qué significa esa palabra), una forma de la libertad, un ejemplo de democracia directa. No hacemos discriminación de ningún tipo, nos complementamos con los niños y los viejos, los ricos y los pobres, los hombres y las mujeres, los homosexuales y las lesbianas, los judíos y los musulmanes. Nosotras sabemos que sólo existimos al andar y que andamos sólo con esa parte ajena y nuestra que son los humanos. Nosotras y ellos somos parte de la misma persistencia. Somos como una metáfora del amor. Eso, una entrega desinteresada y recíproca. 66

Nací en un taller cerca de Oroño y Circunvalación. No sé si todavía estará, hace mucho que no paso por allí. Unos días más tarde me subieron a una camioneta y me dejaron en la vidriera de una bicicletería de España y Pellegrini. Allí conocí a la Gringa, mi primera dueña. Digo dueña para que me entiendan, nada más. Nosotras no somos propiedad de nadie. La Gringa se llamaba Lorena y estudiaba Bellas Artes. Era de un pueblo del norte santafesino me parece, San Guillermo. Y cada vez que podía, aprovechaba los feriados largos para ir a visitar a sus padres. Yo la extrañaba entonces. Una se encariña. La Gringa era un dulce, una flaquita rubia y etérea, tan frágil que casi no pesaba sobre mí. Íbamos a todas partes. Vivimos casi dos años y medio juntas. Ella me dejaba atada en el patio de la facultad junto a otras bicis. Allí lo conocí a Javier, quién me desató una tarde y me llevó a la Cerámica. Esa tarde Javier discutió con su hermano porque no quiso que me incluyeran en el trueque de unos porros. Dijo que me necesitaban para ir a buscar cartón a la calle San Luis. Me disfrazó un poquito, me puso unas calcos en la horquilla, me sacó la gomaespuma que me cubría el manubrio, me intercaló unos cidís en los rayos y me quitó el portaequipajes delantero, donde la Gringa ponía sus carpetas y láminas. Javier tenía casi treinta años y era un tipo laburador. Con lluvia o con sol, en invierno y en verano, durante 3 años, al atardecer cortábamos por Molina hasta Travesía y de allí al Cruce Alberdi. En quince minutos estábamos en el centro. Los empleados de las tiendas de calle San Luis ya nos conocían, nos guardaban los papeles y el cartón. Había que estar a horario para no perder la cuadra. Pero después, cuando el dólar estuvo barato, el precio del papel fue bajando mucho, hasta casi no valer nada. El papel nuevo que traían de Brasil costaba menos que el reciclado. El cirujeo no daba. Javier me cambió por un radiograbador a unos chicos que reventaban casas de fin de semana en Baigorria. Esa etapa de mi vida fue cualquierita. Iba de mano en mano, nadie me cuidaba. Allí fue cuando en un raje, me llevé por delante un bloque de hormigón, y se me descentró la rueda delantera. Y nunca la arreglaron bien. También se me oxidó el manubrio, por dejarme siempre tirada contra el cerco

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de alambre tejido. O en cualquier lado, no quiero acordarme de las heladas que pasé a la intemperie. Ahora, hace tres años que estoy viviendo en la Sexta, en la casa de Gladys. Me cuida mucho. Y a veces me habla, me cuenta cosas. De cuando tenía trabajo y un amor. Todos los días vamos al club del trueque de la Pérgola. Gladys hace mermeladas. De todas las frutas, son muy ricas a pesar de que le pone mucha calabaza y papa del aire. Yo duermo bajo el alero del pasillo junto a una Graciela que, aunque es más viejita que yo, la quiero como a una hija. Una mañana, mientras íbamos para el centro, me enteré de todo. De esos reglamentos. Quise alzar mi voz para denunciar el genocidio silencioso que se tramaba en el estúpido proyecto. Había algo sucio y oscuro en el supuesto intento de terminar con los “riesgos” del ciclista. Algo más que una simple ordenanza que nos obligaría a llevar bichito de luz, ojos de gato, espejo retrovisor, refractarios en las pedaleras, timbre y código de barras. Estaba segura que ese iluminado señor no sabía ni cuánto costaba el parche y la solución, ni arreglar una pinchadura con hilo. Debajo del barniz de lo “políticamente correcto”, detrás de la esquizofrenia civilizante hay algo más que un prejuicio encubierto en un reglamento desubicado. Los desocupados de hoy, son los desamparados de siempre. Pobreza y racismo siempre van juntos. Los desocupados son los indios, los negros y los “cabecitas” de ayer. Las bicicletas somos para esta gente como caballos de los gauchos. Por eso nos atacan. Dicen que legislan y sólo descuartizan la libertad. Las bicicletas somos distintas e iguales a la vez. Tal vez por eso el Pocho nos eligió para andar la vida. ¿Y qué quieren que les diga, yo siento una alegría especial cuando con Gladys vamos por la calle Lepratti. Es como si nos moviéramos por un tiempo más limpio. Siento lo mismo que sienten los chicos cuando andan en bici por primera vez. Es como si anduviéramos por una ciudad nueva, aunque sigamos andando en la vieja. Como si el presente y el pasado fueran simultáneos, y en esa simultaneidad, se nos ofrecieran adelantos del futuro.

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APUNTES SOBRE LA BELLEZA Y SUS ALREDEDORES. El arte es trabajo: el trabajo de la búsqueda infinita de la belleza. Salvaje, ordinaria y cotidiana, la belleza está en cada uno de nosotros y en la naturaleza que nos rodea. Es una utopía salvaje y desnuda. No es dominio de ninguna clase social. Si hay hambre, es comida. Si hay miseria, es trabajo. La belleza no tiene fórmulas exactas: es algo muy parecido al amor. Nadie es inocente en el arte, pero no todos somos culpables. El laburo de un artista no se diferencia del de un tornero o un programador. Un artista, un albañil y la chica que maneja la fotocopiadora producen a la vez cosas muy diferentes e indispensables para el goce de la belleza. No hay belleza sin identidad. No hay utopías sin tradición. El arte está vivo sólo cuando la forma no se diferencia del contenido. La belleza es un animal llamado mujer que duerme conmigo algunas noches. El artista hace comulgar el sueño con la realidad. Hoy la belleza está en cautiverio. A lo largo de la Historia, el Poder ha contaminado la naturaleza y ha prostituido a los artistas convirtiéndolos en ávidos mercenarios, en serviles creadores de obras que representan los valores y puntos de vista de la dominación. Encarcelada por el poder fue travestida en algo exótico, corrompida hasta el hermetismo y violada hasta ser un inaccesible bien de cambio que, puesto en el mercado, sólo puede ser gozado por una élite autodistinguida. La belleza no sólo es cautiva del Poder, también es víctima de nuestras mierdas íntimas. Es una utopía universal y local, individual y social al mismo tiempo. Es una gota de sudor con pasado y futuro, el presente siempre es la realidad. En síntesis: la belleza es un gol de Ñuls en el arco de Central. Es un deseo, un pecado maravilloso pero jamás será un crimen. El arte es un síntoma de la lucha, no tráfico de belleza envasada. En una huerta comunitaria o en un corte de ruta, hay más belleza que en mil perfomances del Centro Cultural Parque de España.

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En este presente signado por la dependencia, la invasión cultural nos asfixia con bellezas clonadas. El trabajo siempre es transformación de la realidad. La responsabilidad del artista es resistir creando bellezas indomables, mimetizarse desde el pueblo abrevando sus tradiciones y laburar junto a todos los que sueñan y combaten para liberar el porvenir. Desde el ahora. MEMORIA. Uno de los espacios que se reunían en ATE- calle Corrientes, era un taller de memoria integrado en su mayor parte por estudiantes universitarios que hacían militancia social. Nos habíamos conocido en el Museo de la Memoria. Nos habíamos corrido de allí por profundas diferencias ideológicas en los días previos al 19 y 20. Estábamos haciendo una investigación sobre el CCD La Calamita. Nos cubrían un montón de interrogantes y vacilaciones junto con las certidumbres de lo que “no” queríamos hacer. ¿Qué es la memoria? ¿Una cápsula de tiempo en poder de los sectores dominantes? ¿Un saber que sólo conserva la parte “lúcida” de la sociedad? ¿Un cadáver momificado que algunos exhiben como un trofeo? ¿O es una construcción viva, problemática, inacabable y colectiva; que no se puede congelar en ninguna institución? ¿La memoria es un ejercicio hipócrita para sostener el status quo por decreto municipal, una travesura del “progresismo político”, o es una herramienta que puede ser usada para ser individuos plenos en una sociedad más justa? ¿Y qué es el tiempo? Porque tampoco se puede “hablar” de memoria sin dejar de pensar al tiempo como fechas, segundos, minutos que se pueden medir con máquinas medievales. El tiempo no es lineal, no se puede analizar como una muestra de sangre y cualquier “conclusión” o “síntesis final” que sobre él se tenga será imperfecta. Siempre ¿Y cuando empieza el pasado? La memoria no es retórica de la represión. El Terrorismo de Estado no es virtud de las dictaduras, existe en todas las formas del autodenominado “estado de derecho”. Estábamos debatiendo todo esto, cuando se nos ocurrió atrevernos a cambiarle el nombre a la calle que homenajea al genocida Julio Argentino Roca 70

por el de Pocho Lepratti. Nos entusiasmó. Las ideas justas y necesarias entusiasman. Se materializan sin trámites burocráticos. Y lo hicimos. No nos desesperamos por hallar las elucubraciones (como algunas de las que escribo) que fundamentaran la acción. Lo haremos cada vez que lo consideremos necesario, lo hicimos, lo hacemos. Con ese desparpajo que jamás recibirá títulos en las academias, con ese gesto que no es representación sino esencia, con ese aire que está más inmediato a la vida que a las supuestas ciencias. Hoy una calle se llama Lepratti. Cuando le cambiamos el nombre, no sólo estamos alzando una vida. Estamos diciendo que no podemos seguir andando por una calle que festeja a un asesino que, con el Remington, el ferrocarril y el telégrafo masacró a los pueblos originarios de estas tierras para que el imperialismo inglés iniciara la explotación que hoy continúa Estados Unidos de Norteamérica. Estamos diciendo: “Hijos de puta, dejen de tirar, ¿no ven que hay pibes buscando comida? NOMBRE. Mi abuelo le seguía diciendo “Plata” a la calle Ovidio Lagos y “Sunchales” a la estación Rosario Norte casi 50 años después de que la burguesía en ascenso las renombrara. Nosotros le decimos Lepratti a la calle Lepratti antes de que la calle se llame así. Cuando se le cambian los nombres a las cosas es difícil acostumbrarse. Uno nombra las cosas y de alguna forma las limita, las delata. Y el poder (en cualquiera de sus formas), nunca está saciado y siempre está al acecho, las ubica y las sojuzga. Tal vez por eso planteamos que el cambio de nombre fuera efímero, anónimo y “de hecho”(no necesitamos que los gerentes de turno nos legitimen, pero tampoco les queremos imponer a los demás nuestras ilusiones reales). Alguna vez, creímos que para vivir en plenitud había que tomar el poder por asalto, ser vanguardia, organizarnos en partidos. Y aún en nuestra honestidad, reproducíamos el mismo sistema que queríamos combatir. El poder no se toma ni se construye, el poder siempre “te” toma y “te” destruye.

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La calle Lepratti es vislumbre de la ciudad de los sueños en medio de la ciudad de las pesadillas. Es presencia del devenir en el ahora. Al nombrar la calle Lepratti, vamos aprendiendo a caminar de nuevo entre la tradición y la novedad, vamos haciendo visible esa ciudad imposible donde hay una, dos, tres, muchas calles Lepratti. INTERVENCIÓN. Hay algunos momentos felices donde nos desprendemos de la mugre de las apariencias y nos bañamos en las esencias. Es un paso perdido que nos hace encontrar en el espacio. Allí la vida no se diferencia de la vida. Así, en el local de ATE-Corrientes fuimos organizando el cambio de nombre. Un compañero nos hizo unas fajas de papel en serigrafía que decían “POCHO LEPRATTI” en el mismo matiz azul y con igual tipo de letras usado por el poder hecho municipalidad. A eso les sumamos unos afiches tipo A4 para darle al vecino que se asombrara con el cambio, alguna información de nuestro por qué. Explicábamos que nos negábamos a seguir caminando por una calle que homenajeaba a un genocida y que queríamos caminar por una calle que recordaba a uno de los fusilados por la policía provincial del gobernador Reutemann en las calles rosarinas durante el 19 y 20. Se discutieron las leyendas que iban a llevar los afiches. Se decidió cambiarle el nombre a todas las esquinas, desde Avenida Pellegrini hasta Brown. Y para que durara más, se resolvió hacerlo un jueves 18, para que durara todo el fin de semana y coincidiera con una marcha que organismos de DDHH hacían por el esclarecimiento de los crímenes de Reutemann. A nuestro espacio incial se iba sumando gente identificada con la acción. Uno traía un paquete de harina sacado de los que usaba para hacer el pan con el que se ganaba el pan, otro traía una escalera, otros ofrecían sus teléfonos celulares, otros buscaban tachos y pinceles, otros cocían el engrudo con la receta de un veterano setentista. Había esa insondable felicidad que se da cuando se realiza un deseo íntimo compartido con gente desconocida. Había ese aire de “minga” y como dice el poeta Agüero, “nadie era el amo allí; todos eran obreros con la luz en el pecho del hombre solidario; nadie mordía el agrio rencor ni la amargura del que siente en el cuello el dogal de proletario”.

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En menos de media hora, una calle cambió de nombre. Participaron muchos compañeros de distintas generaciones. Y todos regresaban al lugar del reencuentro con la alegría más grande ¿Fue arte? ¿Fue un acto político? ¿Fue un ejercicio de memoria? Fue todas las cosas a la vez, la vida es una continuidad sin compartimentos estancos. Fue un acto colectivo de resistencia a la mutilación, creando en lo viejo signos de lo nuevo. Sin autor individual. El anonimato no significa la ausencia de autor, sino la ausencia de palabras, de formas de organización que identifiquen nuestro “poder ser”. Un gesto de fidelidad a la vida desconociendo de los signos del poder e instalando la vida (el movimiento) en la supuesta eternidad del status quo dominante. Todos somos cualquiera y cualquiera puede ser como Pocho. Si les ponemos el cuerpo a los sueños, podremos andar hacia la plenitud original con la búsqueda de nuevas formas de relaciones humanas. Por una calle de otra ciudad en la misma ciudad. Hugo Alberto Ojeda

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1º Jornada de Educación Popular “Claudio Lepratti” Pocho vive El 19 diciembre de 2001 quedó en la memoria de todos los argentinos, pero hay 35 familias en nuestro país, para las cuales, esa fecha, representa más que el inicio de un nuevo país o un jalón de nuestro postergado protagonismo social. Para ellos ese día representa la pérdida de un ser amado a manos de la violencia injustificable, y los Lepratti son parte de este costado de la historia. “Las balas que apagaron su vida el 19 de diciembre no lo mataron sino que lo multiplicaron en todas las personas que compartieron su trabajo en Rosario”, dijo uno de los oradores de la jornada. Y ese fue el espíritu que envolvió a esta propuesta motorizada por Laura y Celeste Lepratti (hermanas de Pocho), recordar a Claudio como lo que era: un Educador popular y en consecuencia homenajearlo promoviendo un espacio de reflexión, participación y compromiso en su ciudad natal, Concepción del Uruguay. El día se dividió en dos momentos. Por la mañana se escucharon testimonios de quienes lo conocieron personalmente y de quienes sólo lo conocen por la repercusión que alcanzó su trabajo comunitario y su muerte. En este marco se escuchó la palabra de sus familiares, de sus ex compañeros del colegio salesiano, de Milton Halsouet del grupo juvenil “La Vagancia”, y de algunos vecinos de Concepción. Luego se proyectaron dos videos realizados en homenaje a Claudio Lepratti. Por la tarde, se realizó un taller sobre Educación Popular coordinado por Cristina Catano de Fundación SES, con la intención de instalar el tema en la región. Entre el centenar de participantes se contaron docentes, grupos salesianos, gente de Acción Católica, de la Universidad Nacional de Entre Ríos, de una granja de rehabilitación de la zona, de gremios de Santa Fe y de organizaciones sociales de Buenos Aires y Rosario.

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¿Quién era el Pocho? Claudio Lepratti, era un profesor de Filosofía, o un ex seminarista o militante de ATE según a quién consultemos. Pero si le preguntamos a quienes compartieron los últimos diez años de su vida en el Barrio Ludueña, Claudio era el Pocho-Hormiga que, con su bicicleta, llegaba a donde lo necesitaban en los barrios marginados de la Chicago argentina. Era el Pocho-Hormiga fundador de grupos juveniles y activo miembro de la Coordinadora Juvenil de Rosario. En síntesis un tipazo. Un compañero y guía de los pibes de la villa. Este fue el Claudio que asesinaron en el techo de la Escuela 756 del barrio Las Flores, lugar donde trabajaba como cocinero y motor del comedor escolar. Ese 19 de diciembre de 2001, su crimen fue tratar de impedir que los violentos llegaran a sus chicos que estaban comiendo en ese momento, en ese 19 de diciembre, en esa escuela. Según consta en la página de la CTA: “No existe antecedente alguno de un trabajador de la educación asesinado en un local escolar en el período constitucional ni siquiera en la última y nefasta dictadura militar.” Y esto no es aleatorio o marginal, este detalle demuestra cabalmente que la obscenidad de la violencia sigue y seguirá avanzando, en dictadura o democracia, si no se exige justicia y el debido castigo de los culpables. Celeste Lepratti, hermana de Claudio Lepratti “No teníamos idea de la dimensión de su trabajo en Rosario.”

“Tiene los mismos ojos claros y la mirada buenaza de Pocho” me aclara alguien que conoció de cerca a Claudio. Celeste, de 25 años, además de su apellido y de su fisonomía de criolla-gringa, comparte con su hermano la

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profesión, ya que es docente y secretaria de la Escuela Rural N° 88 de Colonia Elia, Departamento de Concepción del Uruguay. No resulta un dato menor saber que de los seis hermanos Lepratti, tres se dedicaron a la docencia: Claudio, Laura y finalmente Celeste. SES - ¿Por qué un homenaje a Pocho en el marco de un taller de Educación Popular? C.L. – Cuando pensamos qué podíamos realizar al año del fallecimiento de Claudio, no queríamos que se tratase de un acto formal, queríamos que fuera un puntapié de otro tipo de cosa. En primer término porque Claudio nunca hubiera aceptado un homenaje ni nada por el estilo. Entonces creímos que en el marco de la jornada debíamos comenzar con algo que él hubiera avalado. ¡Ojalá que esto siga, que continúe y que la gente de Concepción y de la región se prenda!... y pueda llegar a mucha gente: a la que está haciendo trabajo comunitario en los barrios y también al docente, porque sería bueno que algunos aspectos de la Educación Popular se incorporarán en la curricula escolar. SES - ¿Por qué incorporar al docente del ámbito formal? C.L. – Como docente, Claudio también lo era, nos encontramos en Entre Ríos con una situación terrible. La provincia está desbordada desde lo social y lo educativo. A pesar de los cambios que se pautan desde el año ‘94 creemos que la educación formal no se propone formar personas, ciudadanos, sino consumidores. Entonces, como pensamos que la Educación Popular apunta a eso que le falta a la educación formal y creemos que se debe complementar desde ese lugar, eso es lo que hay que tratar de realizar. SES - ¿Qué posibilitaría este cambio de mirada? C.L. – Creo que posibilitaría cambiar cosas. Sobre todo que a los chicos, se los vea de otra manera y empiece uno a preocuparse más por lo que está detrás de ese chico: sus realidades, sus raíces. Y a partir de allí, creo, que se pueden hacer cosas mucho más productivas que las que ofrece el sistema educativo actualmente, que es tan frío, tan distante y que tantas veces ni

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siquiera sabemos los nombres de los chicos o no sabemos si los chicos tienen un problema. SES - ¿Qué respuestas encontraste? C.L. – Por ahí, de diez personas con las que hablás, una te escucha sobre estos cambios. Es una a la que le parece que sí, que hay que empezar a hacer y cambiar algo, pero en general hay bastante resistencia. A veces se prefiere no cambiar que incurrir en otros caminos. Pero no es sólo resistencia sino también comodidad y falta de compromiso de parte de algunos docentes. SES - Por último, ¿Qué impresión tenés, hoy, de Pocho? C.L. - La de una persona de la cual hasta hoy me sigo sorprendiendo por todo lo que se comenta y se escucha. La dimensión de su trabajo en Rosario, te digo la verdad, no la teníamos, y hasta el día de hoy nos sigue sorprendiendo. Cuando Claudio nos visitaba no contaba nada. Por otra parte tengo bronca, pero, como me parece que construir desde la bronca es muy difícil trato de partir de otro lugar. Después de la muerte de él nos ha quedado un gran compromiso a todos y hay que empezar a devolver eso. Ya en el final de la charla recuerda que la labor de su hermano la compromete aún más con los 110 chicos de “su” escuela rural donde funciona la Primaria, EGB1, EGB2, Intermedia y Polimodal de Colonia Elia. Comenta con ironía que no se arrepiente de haber optado por la docencia en vez de la carrera de Derecho, pero reconoce que sí le gustaría perfeccionarme en Filosofía, como Pocho. Da por terminada la entrevista y antes de retirarse comenta: “su asesinato no puede quedar así y en algún momento considero que va a haber justicia”. Milton Halsouet, integrante del grupo “La Vagancia”. “El Pocho me enseñó casi todo”

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Milton lleva unos trajinados 18 años. De chico supo cirujear para ganarse el mango, hoy labura desde su agrupación “La Vagancia” de Rosario para crear “Un mundo donde quepan todos los mundos”. Alto, morocho y sin el fanatismo futbolero que divide a los rosarinos en “leprosos y canallas”, repite constante el latiguillo que lo llevó a esta jornada en Concepción del Uruguay: “El Pocho me enseñó casi todo”. SES - ¿Por qué decís esto? Milton - Porque mi viejo murió cuando yo era pibe. Por eso yo lo veo al Pocho como a un padre, como uno de esos hermanos que escuchan y tratan de ser positivos siempre, y te transmiten esa energía que hace tanto bien. SES - ¿En qué te escuchó y en qué te transmitió energía? Milton – De chico íbamos con mi familia al centro de Rosario para juntar los cartones para después venderlos y veía que nosotros no teníamos nada y había otros que tenían mucho y bueno a partir ahí pensaba qué podía hacer para cambiar la cosa. Allá por el ´94 o el ´95, un amigo me invitó para que fuera a un campamento y ahí lo conozco a Pocho, que ya estaba instalado en el barrio y ya trabajaba con “La Vagancia”. Ahí empecé a ir a los grupos. Era la primera vez que entraba en un grupo y me acordé que de chico yo pensaba con cambiar esto y creía que era el único que soñaba con ello. Al entrar en la Vagancia me di cuenta que había un montón de pibes que pensaban igual que yo. Eso me pegó mucho, eso me dio ganas de hacer cosas. SES - ¿Qué papel desempañaba Pocho en los grupos? Milton – Pocho era importante para nosotros porque era un compañero, un hermano solidario, coherente, enseñaba por lo que decía y por lo que hacía. Pocho traía comida para el que la necesitaba del comedor donde trabajaba, era el que nos acompañaba a una marcha, a trabajar con los Chicos del Pueblo, a hacer un piquete. El no obligaba a nadie, decía: ”hay tal cosa por esto y esto. Vamos, no vamos... ¿qué hacemos?”

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SES - ¿Cuántos pibes participan en los grupos? Milton – En La vagancia llegamos a ser 25, ahora somos menos. Y como en cada grupo son unos 20 pibes y son 8 grupos (Los gatos, Los peloduros, Los ropes, Las terribles, Los piqueteros, etc) debemos ser más o menos unos 150. SES - ¿Qué deuda consideras que tenés con Pocho? Milton – En el 98 terminé la primaria, y Pocho me insistía siempre para que me metiera en la secundaria y yo nunca empezaba. Y unos días antes a que lo mataran él estaba hablando conmigo y me dijo: “¿Y? ¿Te fuiste a anotar a la escuela?” y yo le dije: ”no tuve tiempo”. Una de las deudas con Pocho es esa, por eso este año terminé el primer año del secundario. Y este primer año me parece que se lo debo a él. La otra, es hacerme los documentos porque él me decía que era importante, ya hice los trámites y estoy esperando que me los den. Ya cerrando la charla me confiesa: “voy a seguir, y así como él puso el pecho, me parece que nosotros ya estamos de algún modo involucrados para seguir haciendo lo que él hacía, y si hay que poner el pecho lo vamos a poner, porque así era el Pocho.” Y se marcha para colaborar con sus compañeros de La Vagancia y hacer posible eso que repetía su compañero Claudio Lepratti: “Un mundo donde quepan todos los mundos”. Nota de los editores: Dos meses antes de la edición de este libro Milton terminó sus estudios y se recibió. Se realizó una pequeña fiesta a la que concurrieron sus amigos de siempre y a la que asistió, con orgullo Orlando, el papá de Pocho, unos días antes que su cansado corazón dijera basta.

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La Marcha por la Vida continúa en Entre Ríos El Palmar y Gualeguaychú Gualeguaychú, 6 de Noviembre.- Después de cargar las pilas en el Parque Nacional El Palmar los Chicos del Pueblo, que vienen marchando desde Iguazú, continuaron su travesía hasta Gualeguaychú, donde los gurises los recibieron en un emotivo acto desplegado en la plaza principal de su ciudad. Los Chicos del Pueblo se despidieron hoy de Concordia después de tomar un contundente desayuno de leche caliente, bollos y tortitas negras cocinadas especialmente para la ocasión por los niños de la Escuela 73 Francisco Ramírez. Acto seguido se subieron a los micros y partieron rumbo al Parque Nacional "El Palmar" de Colón, a unos 70 kilómetros de Concordia, donde disfrutaron del sol, el aire fresco y el paisaje a las orillas del río Uruguay. Allí los recibió la gente de CTA y los guarda-parques, que a pesar de tener asueto por conmemorarse el Día de los Parques Nacionales, decidieron compartir un rato con los niños y contarles la historia del parque: "el lugar donde está la mayor concentración de palmeras yatay del país" como les contó uno de ellos después de comer todos juntos las hamburguesas caseras que habían preparado. Luego del descanso y de disfrutar junto al Ballet "Corazón de arrozal" algunos números de danzas norteñas y del litoral, los niños ya estaban listos para continuar los 180 kilómetros que lo separaban de la próxima estación: Gualeguaychú. A unos 50 kilómetros de Gualeguaychú, familiares y compañeros de Claudio "Pocho" Lepratti esperaron la caravana a un costado de la ruta con carteles que rezaban: "cuando hay muchos hombres sin dignidad, hay otros que llevan en sí la dignidad de muchos".

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Alrededor de las 5 de la tarde, el contingente ingresó a la ciudad por el norte, por la avenida Primera Junta, y fue conducida por una caravana de autos hasta la calle San Juan, donde lo esperaba una discreta columna que fue creciendo a medida que avanzaba por las calles de la ciudad. Aurora Fraccarolli, Madre de Plaza de Mayo de Gualeguaychú, estuvo presente acompañando a los niños y comentó que "la lucha de los chicos porque sus padres tengan trabajo es digna pero a la vez es brutal" y agregó que "tenemos que seguir luchando hasta que llegue el día en que los niños puedan estar jugando". "Lo único que les puedo decir es que sigan adelante, que no bajen los brazos, que tienen un gran ejemplo con los 30 mil desaparecidos" concluyó. Además, marcharon con los Chicos del Pueblo en defensa de sus derechos: la Escuela 58, el Jardín maternal Segunda Mamá, la "murguita del oeste", la Guardería Madres Cuidadoras, que fueron con sus bombos y cornetas, y la Escuela Gervasio Méndez. También estaba la escuela de Horticultura Nº 89, que caminó al son de los tambores y los bombos, que los estudiantes prepararon para la ocasión junto a su maestra de música. De esta forma, los gurises se fueron sumando cantando "mamá yo quiero estudiar en una escuela nacional y popular", atravesando las calles de la ciudad que lucían todos sus cordones blanqueados con la inscripción: "bienvenidos los chicos del pueblo a Gualeguaychú". Además, sobre las calles que pisaron los marchantes se podían leer palabras pintadas en el suelo, como "sueños", "trabajo", "futuro", "alegría" y "educación". Y llegaron a la Plaza San Martín, donde un palco con decenas de banderas colgadas y cientos de niños los esperaban para agasajarlos y demostrar su solidaridad con la Marcha. Un niño de la Escuela de Horticultura fue el primero que tomó el micrófono y dijo modo a bienvenida: "estamos contentos por recibirlos en nuestra ciudad. Los apoyamos porque queremos lo mismo que ustedes: defender nuestros derechos, alimentos, amistad, amor, educación, salud y comprensión" y agregó 81

"valoramos que caminen por el país llevando mensajes de optimismo frente a la mala situación que afrontamos en este momento y esperamos que cuando escuchen estas palabras sientan las fuerzas que necesitan para seguir adelante". Después le tocó el turno a Carlos, un nene de 10 años del Movimiento Campesino de Santiago de Estero que marcha por la vida, quien dijo: "aquí estamos luchando porque queremos que se cumplan los derechos del niño y niños somos todos, los de la ciudad y los del campo". El acto se completó con un malambo interpretado por el grupo Danzarte, y finalmente, el broche de oro de la tarde lo dio un grupo de abuelos, "Papel Nono", que interpretó disfrazado con lentejuelas de colores tres canciones con los instrumentos de papel que ellos mismos producen. Por último, los chicos de las diferentes escuelas subieron al palco para regalarles a los Chicos del Pueblo, que vienen marchando desde Misiones, sus cartitas, banderas y pancartas de colores para llevar a la porteña plaza de Mayo dentro de dos días. La comitiva pasará la noche en el Club Pueblo Nuevo, del barrio con el mismo nombre que desde 1987 sufre las consecuencias del cierre del frigorífico que daba trabajo a los habitantes del lugar. Mañana temprano los niños partirán rumbo a La Matanza, para continuar con su travesía hasta Plaza de Mayo. Pocho de Ludueña Claudio "Pocho" Lepratti tenía 35 años cuando fue asesinado por la policía de Santa Fe el 19 de diciembre del 2001, al intentar frenar, desde la terraza de la Escuela 756 de Las Flores, los disparos que la policía tiraba contra los pibes que merodeaban las calles de España y Circunvalación.

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Había llegado de Concepción Uruguay hacía unos años y se había instalado a vivir en una villa para ayudar a los más necesitados. Coordinaba talleres para niños y adolescentes, daba clases de filosofía y teología en la escuela de la parroquia del padre Edgardo Montaldo y colaboraba en el comedor de la escuela 756 de Las Flores. La revista "Angel de Lata", que él había fundado, dedicó un especial en su memoria en su último número, editado el pasado septiembre. Allí, Adán escribió: "Pocho, mi amigo, tu amigo. Pocho no era tuyo ni mío, ni de un color ni de otro. Él era de todos los hombres y mujeres que peleaban para construir un mundo de iguales. "En el mundo que él soñaba, los niños comían, estudiaban y reían. En el mundo que intentó hacer, los padres de estos pibes iban a tener trabajo. "Seguiremos luchando ya que somos semilla de este laburante de la dignidad. Los Pochos de los rebrotes aturdirán las calles. Su fuerza estará en cada lucha". La "Marcha por la vida" recibió hoy de sus familiares y amigos varias pancartas con su foto para que Pocho pueda acompañar a los Chicos del Pueblo en su camino.

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Reflexiones Políticas

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La política ¿es? Por María Massa

La política es. Comienzo así, con una afirmación acerca de un título que la interroga. En el juego de sentido que la propuesta que hoy nos convoca “La política que viene”, me permite pensar en la política como siendo en cada acción, ya sea singular, grupal o institucional. En principio esta conclusión intenta re-pensar aquella frase que tanto se escucha en estos tiempos: “yo no hago política”. Sucedánea de otras que desde hace años pretenden descalificar toda acción de movilización colectiva: “paro político”, “marcha política”, etc. Así se pretendió, y por cierto tuvo eficacia, dejar la política para los políticos y con ello los destinos en manos de la representación que esta democracia embandera. Por cierto, ello no fue posible sin los años del terror del proceso militar y la desaparición de 30.000 compañeros. Así como Charly García cantó “la sal no sala y el azúcar no endulza”, hoy hay consenso respecto a que los políticos “no representan” a sus votantes. Desde los hechos del 19 y 20 de diciembre del 2001, las movilizaciones populares comenzaron a tomar en las zonas urbanas la forma de asamblea barrial. Así comenzaron una organización popular de trabajo atravesada por la horizontalidad y bajo el nombre tomado de otras experiencias: ‘colectivo’. De esta manera y con dificultades comenzaron a articular acciones conjuntas con otro tipo de movilización colectiva, que con mayor tiempo de existencia, se denomina ‘piqueteros’. Así encontramos en esos movimientos a la política siendo, con flujos y reflujos, la vía novedosa de presentación de demandas populares. La vía novedosa que nos saca del lugar de víctimas para ubicarnos en la resistencia a través de una lucha. Y así es que ubiqué al comienzo la política en su status ontológico: es, -y dije-, en cada acción singular, grupal o institucional. Por ejemplo, hay una posición política (singular) en el ejercicio de una profesión: recuerdo cuando a finales de los 90 una docente del programa UBA XXII por la Facultad de Sociales, tuvo un incidente por negarse a dar clases a detenidos represores.

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El planteo fue que sin desconocer el derecho a estudiar, en lo personal, su límite era no dar clases a quienes habían cometido crímenes de lesa humanidad. Vemos así cómo una posición política, sostiene una posición ética. No hay una sin la otra. Respecto a una posición política grupal quiero contarles de una experiencia en la cual participo como docente por la Facultad de Psicología de la UBA: se trata de la Universidad en las Cárceles Programa UBA XXII. Esta experiencia se origina allá por 1985 y se oficializa en 1988, momento en que la Universidad de Buenos Aires firma con el Servicio Penitenciario Federal y el Ministerio de Justicia un convenio que está vigente hasta la fecha. Esta es una experiencia inédita en los sistemas carcelarios vigentes ya que no surgió como una política del Estado, sino por la propia gestión y decisión de un grupo de internos. Así los centros de estudio en cárceles funcionan bajo el modo de autodisciplina y autogestión. Lo subversivo de esta experiencia es que plantea un modo de lucha de los internos-estudiantes bajo la modalidad de una resistencia no violenta. Resistencia que pueden llevar adelante porque dejaron de ser víctimas del sistema carcelario, del sistema penal a partir de poder pensar su situación a través de la apertura de discursos que recorren los pasillos y aulas de estos centros de estudio. Si la ejecución de la pena privativa de la libertad (ley 24.660) es el síntoma de una sociedad que excluye radicalmente a una importante cantidad de sus miembros, los centros de estudio permiten pensar desde el lugar mismo de ese síntoma (entendido como lo que no funciona en otro lugar), a saber, al propio Servicio Penitenciario Federal, la justicia y también a la misma universidad. Y esta política grupal de los internos –estudiantes que han pasado durante estos 17 años por dichos centros de estudio–, ha permitido, con sus altibajos, sostener sin violencia la resistencia a una política del Estado de exclusión radical. Respecto a las políticas del Estado, puedo comentar acerca de las que se llevan a cabo por la represión de las fuerzas de seguridad, como la policía, gendarmería y prefectura, y también de las acciones que llevan a la judicialización del conflicto social.

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Acciones que hacen que muchos familiares lleven adelante medidas de lucha, como escraches a los asesinos, a los jueces, como así también marchas y recitales. Esta resistencia es acompañada por profesionales que ejercen en acto su posición política: dar batalla en los diferentes campos en los que se juega esta política de exclusión social. Recordando al Martín Fierro encontramos en estos versos de José Hernández, escritos hace más de 130 años, el saber (no sabido) de las voces de la calle: Es la ley como la lluvia Nunca puede ser pareja, El que la aguanta se queja, Pero el asunto es sencillo, La ley es como el cuchillo, No ofende a quien lo maneja. Y es así que nos encontramos con los muertos por la policía del gatillo fácil, modo que nombra la práctica de la pena de muerte por aquellos que llevan adelante la política (versión vernácula) de la “tolerancia cero”. En lo que concierne a la judicialización del conflicto social, y a partir “de las nuevas formas de lucha que encaran los sectores populares, hace que se haga necesario para el sistema, inventar “nuevos delitos” mediante la redacción de nuevas

leyes

o

en

su

defecto

“descubrir

nuevos delitos”

forzando

interpretaciones que, a veces, los mismos fiscales y jueces no pueden sostener con una mínima seriedad jurídica ante sus propios pares. Un ejemplo de ello fue la detención de 59 piqueteros del Movimiento Teresa Rodríguez en agosto de 2001, quienes llevaron detenidos 30 días, para que después de la lucha por su libertad, se pusiera en descubierto que la acusación era tan insostenible, que otro juez, esta vez del fuero federal (Dr. Corazza) se vio obligado a declarar la inexistencia del delito y ordenar la libertad de todos los piqueteros. (Dr. Pandolfi, Claudio; Revista AntiRepresivo, Mayo 2002, pág. 14 y 15)”. La política es en estas acciones, sólo porque en la resistencia (del latín: re sistere) algo de una vuelta sobre la existencia del sujeto se ha puesto en acto, y ese acto no es sin consecuencias. La experiencia de la Universidad en las cárceles, como las luchas populares, son como la gota de agua que horada la piedra. El poder no hay que tomarlo, sino ejercerlo. Cuando un paciente le preguntaba a Freud cuánto tiempo llevaría el tratamiento, él le respondía que se trataba de comenzar a caminar, sólo así se podía ver el paso, y de acuerdo a ese paso sería el tiempo. El tiempo es una experiencia subjetiva, y tal como cierta vez dijera Albert Einstein a su secretaria 87

cuando ella le comentó que no sabía muy bien qué responder cuando le preguntaban acerca de la teoría de la relatividad del tiempo: “cuando una hora es un minuto y un minuto es una hora”. Y el tiempo (qué falta para visualizar algún cambio en los destinos del país) junto con el qué hacer, son dos preguntas que apremian y obstaculizan medidas de acción. Lo que sí es cierto es que no hay que detener las acciones en el colectivo de las asambleas, así como no lo hacen los piqueteros y eso es en sí la respuesta por el hacer: no abandonar la lucha. El “Pocho” de Ludueña vive. Vive en cada pintada que lo nombra. Vive en cada graffiti donde aparece su bicicleta. Vive en cada militante que, como los hongos en mañana de rocío invernal, ha tomado su bandera. La represión continuará adoptando nuevas formas de control social, pero recordemos a Sarmiento: “Bárbaros, las ideas no se matan”. (María Massa –Psicoanalista- Docente en la Facultad de Psicología UBA. Colaboradora de CORREPI.)

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Adiós NO, Hasta Siempre Por Javier Gatti

Del 19 al 21 de diciembre pasó de todo. El pueblo ganó las calles por el hambre y la desocupación, gritando a viva voz su elemental derecho de vivir dignamente y tener algo de lo que nunca pudieron. Guerra de pobres contra pobres y de todos contra el gobierno. Cavallo renunció y se escondió, De la Rúa decretó inconstitucional e irresponsablemente el Estado de Sitio y el país salió a golpearle la conciencia a cacerola limpia. Tensa fiesta popular, lucha pacífica, represión y supervivencia violenta. En ese marco fue asesinado Claudio Lepratti, militante de ATE y de los pobres de Barrio Ludueña, trabajador del comedor escolar de la Escuela 756, fundador del grupo de adolescentes "La Vagancia" y activo miembro de la Coordinadora Juvenil de Rosario, buen tipo y compañero insustituible en la lucha por un país mejor. 34 muertos, más de 200 heridos y contusos, un gobierno fracasando sin grandeza ni destino y una victoria que marcó la conciencia popular, fue el saldo de 72 horas terribles y decisivas. Y Claudio es parte del costo irreparable de esta lucha popular, uno de los que nos exige más pelea, claridad en la defensa de nuestros derechos y compromiso con los más humildes. En Rosario una multitud lo lloró y abrazó su recuerdo. En Santa Fe un puñado de delegados y militantes le rindió un breve homenaje y en Concepción del Uruguay (su ciudad natal sacudida por los saqueos y la desocupación) lo recibieron con dolor. Infames, brutales, alevosos e insignificantes, así son sus asesinos. Hermosa, breve, intensa y luminosa, así fue su vida

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Cientos de personas manifestaron el 24 de diciembre pidiendo justicia, castigo a los asesinos de Claudio y de todos los inocentes que murieron defendiendo la Patria, defendiendo su dignidad y la de sus hijos. Quienes cegaron su vida, saben quién era el "Pocho", no entienden de su grandeza, pero tendrán que pagar por su vida.

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Germán Ulrich De la verdad fui solidario: de instaurar luz en la tierra Quise ser común como el pan: la lucha no me encontró ausente. Pero aquí estoy con lo que amé, Con la soledad que perdí: Junto a esta piedra no reposo. Trabaja el mar en mi silencio. Nada más. Pablo Neruda.

Su sentimiento de vida, su vitalidad, su apetito desenfrenado de vivir y su repugnancia a morirse. Con esas armas –que imaginó Unamuno- trató de contrarrestar la obra de la razón. Difícil es definir a Claudio Pocho Lepratti, el notable militante social asesinado por una bala de la policía santafesina el 19 de diciembre de 2001. Quizás fue una prueba de que la humanidad no es una raza en retirada, tal vez una pieza más en el engranaje de la dignidad, o apenas un hombre que vivió al amparo de la infinita belleza que sólo otorga el compromiso militante. “No tiren, hijos de puta, que acá hay chicos comiendo”, gritó Pocho desde la terraza de la escuela 756 del barrio rosarino Las Flores, donde era ayudante de cocina. No pudo, no quiso, evitar la tierna temeridad al ver cómo la policía reprimía a mansalva mujeres y niños en una zona alejada de los saqueos de aquellas tardes de hartazgo. El sargento Rubén Pérez y el agente Esteban Velásquez bajaron del móvil 2270 del comando radioeléctrico y - llamativamente envalentonados, como toda la fuerza en esos días- dispararon con un arma calibre 12/70 que depositó un plomo en su garganta. Ni Pérez ni Velásquez, tampoco De la Rúa ni Reutemann, sabían quién caía muerto. O tal vez sí. Pocho Lepratti nació en 1966 en la bellísima Concepción del Uruguay. En 1989, mientras Raúl Alfonsín huía del poder aterrado por los primeros saqueos de la historia argentina, Pocho llegó a Rosario para estudiar en el seminario salesiano.

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Abandonó la vida religiosa, pero se mudó a una villa de barrio Ludueña y fue catequista, encargado de la pastoral juvenil y coordinador de grupos de niños y adolescentes. Acompañó proyectos como la murga de ”Los Trapos”, la organización “Chicos del Pueblo” y la revista “El ángel de la lata”. El dirigente de ATE Gustavo Martínez, su amigo-hermano, asegura que Pocho era un creador de conciencias. “Se preocupaba de que los pibes abrieran horizontes. Invertía su sueldo en enviar a los chicos a encuentros. Nunca ropa nueva o un autito... pero para los chicos siempre había”. Pocho hablaba poco, y bajito. Lloraba cuando el tema era la pobreza de sus pibes, se emocionaba con cada logro, con el renacer de una esperanza y, sobre todo, amaba. Había adoptado los votos de pobreza y abstinencia, y su mirada plena de paz, que hoy tiene forma de pancarta, es un atronador reclamo de Justicia. En barrio Ludueña se hizo carne que sus asesinos lo eternizaron, no lo mataron. Lo sembraron, pues muchos Pochos y Pochas están surgiendo tras su ejemplo de entrega y servicio. "Al no tener trabajo, nos sentimos mal. El trabajo es lo que nos hace vivir bien y ascender como personas. No tenerlo nos hace un mal enorme, nos incita a la violencia, a la droga y a la delincuencia", expresaba Pocho. En Ludueña, Claudio germinó su logro más significativo: organizó y coordinó varios grupos de jóvenes que se reunían a aprender cómo esquivar los sinsabores de la vida en la villa. La Vagancia, Los Gatos, Los Rope, Los Piqueteros, Las Terribles y Los Peloduros son algunos ejemplos. Sobre ese trabajo, Pocho decía: "Ahora entendemos discusiones que hace cuatro o cinco años no entendíamos. Ahora vemos que algunas cosas eran más fáciles de lo que creíamos. Por eso podemos estar contentos, porque en algunas cosas hemos crecido". Prefería el silencio sobre su obra, tal vez porque era demasiado evidente que sus pibes no conocieron la droga ni las seccionales gracias a su guía. Era un luchador en favor de los que más caen diariamente. Milton, un chico de 17 años de La Vagancia, testimonia: “Siempre nos decía que pase lo que pase, sigamos adelante. Que si terminamos la primaria,

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empecemos la secundaria. Que nada nos pare. Y nosotros vamos a seguir. Cuando por ahí nos ‘cortábamos’, Pocho nos iba a buscar casa por casa". Los chicos de la revista El Angel de la Lata, a manera de declaración de principios, escribieron en su primer editorial: "Somos los que hicimos las marchas, los paticortos, los peloduros que pedimos respeto cuando estamos trabajando, los que peleamos por la dignidad del que anda abriendo puertas, vendiendo flores, limpiando vidrios para no manguear. Los que defendemos nuestro trabajo, porque el pan es fruto de nuestro esfuerzo, y si no... no hay pan”. Pocho iba armado de una gran “paciencia impaciente” y de su bicicleta. Con ella cruzaba Rosario por la peligrosa avenida Circunvalación, desde Ludueña hasta Las Flores. “No quieras cambiarme la política”, recomendó, cuando un compañero le sugirió que se comprara una moto para acortar sus travesías. En su mochila llevaba agenda, parches y gomines, el equipo de mate, la yerba, torta asada o frita, un paquete de fideos y una cebolla. Y para todo tenía una

explicación,

breve

y

contundente.

Si

la

cebolla

salía

rodando

accidentalmente, Pocho informaba: “para el guiso”. Ese que improvisaba cuando la necesidad ajena lo ameritaba. Con Gustavo Martínez hablaban un día de una nena baleada en la pancita por la policía, durante una manifestación. “Si pedís comida la bala es en la panza”, dijo entonces Lepratti. “Si gritás por los otros, la bala pega en la garganta”, dice hoy Martínez. Este flaco despeinado, ex seminarista, profesor de filosofía y de guitarra, militante de ATE y CTA, cocinero, murguero, delegado, campamentero, catequista, organizador de grupos y creador de conciencias, luchaba para que los pibes no mueran de gatillo fácil, hambre, enfermedades curables y “suicidios carcelarios”, todos flagelos muy comunes en Santa Fe. Según Martínez, “Pocho era un taller de alas de colibríes, un horno de pan, el Principito, un multiplicador de panes y guisos, un santo, era como Cristo, como el Che, un amigo, un hermano, un compañero, EL compañero, era como un padre, era el mate cocido calentito para el alma, el espejo para ver todo lo que nos falta comprometernos”.

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“Era un quijote en bicicleta que no perdía el tiempo con los molinos de viento, era el chef guisero de la solidaridad y la cebolla, era el puente, el durazno y el país de Benedetti, pero las tres cosas juntas. Era lavioladesantana,

charangodejaime,

violindepetecoydevechio,

bandoneondepichucopiazzolayjuarez, era todo eso, y no se fue. Lo fueron, lo mataron, lo fusilaron, lo empalaron, lo crucificaron como al otro flaco que nunca anduvo en bicicleta, los mismos de siempre, los que asesinaron, torturaron y desaparecieron a toda una generación. “El Pocho para nosotros era un padre”, dice Milton. “Era un buen hijo”, llora el papá del Pocho. “Nosotros siempre ponemos los muertos”, lamenta un militante. “Pero -desafía el periodista y compañero Manolo Robles-, nunca nos matan del todo”. Como al Pocho. Porque en Ludueña, y en todo Rosario, se sabe que Pocho Vive.

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“Un Pocho, dos Pochos, cien Pochos” “El que no lucha por lo que quiere, no merece lo que desea”, Darío Santillán.

Yo no conocí a Pocho. Quiero decir: nunca me senté a hablar con él ni a matear ni a compartir plato, cuchara y guiso; nunca nos estrechamos las manos ni nos miramos a los ojos parados sobre el piso de tierra y bajo el cielo de chapa de su compromiso de vida. Sin embargo, hoy tengo el privilegio de poder escribir sobre él. Yo no conocí a Claudio Lepratti aunque, de a poquito, lo voy conociendo. Fui aprendiendo que él era/es un sensible navegante de las jodidas aguas sociales del mar de los sueños. De a poquito, fui entendiendo que él se enamoró de la hermosa idea de cambiar el mundo y que el cuerpo concreto de ese amor se llama Ludueña. Fue allí, entonces, donde este convencido navegante decidió descansar y dejar de pedalear durante las madrugadas. Ahí, en Ludueña norte, el Pocho echó su ancla y comenzó a cambiar el mundo de la única forma posible: empezando por ser uno mismo lo que queremos que todos sean. Sembró la semilla, la regó con constancia y empezó a ver la planta crecer. Miro, ahora, esta hoja sobre la que voy escribiendo y se me cruza un puñado de imágenes: dibujos, paredes, suelos, letras, banderas, caras. Todo tiene que ver con Pocho, pero ninguna de esas imágenes es la cara de él. Es lógico que sea así, ya que yo no conocí a Pocho sino a través de “los demás”, esos “demás” que para él nunca estuvieron de más, a los cuales entregó su vida, a quienes enseñó, de quienes aprendió. Pienso en Claudio pero veo a la Flaca, a Lucas, a Varón y a Vanesa (y a la Juli), a Manuel, a Salvador, a Edgardo, a Marcelo, al Loki, a Milton, al Malevo, a Emilio, a Maxi, a Juan Carlos... Viéndolos a ellos, que es mi única forma de verlo a él, entiendo un poco más quién era/es ese tipo perteneciente a la extraña clase de seres humanos que piensa como siente, dice lo que piensa y hace lo que dice.

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Un cualquier atardecer de verano cruzo en diagonal la Plaza Pocho Lepratti (imagino que se llama así la plaza que está en V. Sarsfield y Liniers, ¿no?) y desde el suelo me recibe un grupo de grandes hormigas con nombres; sigo, y me encuentro con una rayuela que tiene su fin, su cielo, bien pegadito a esas hormigas que tanto desprecian y que él, el Pocho, tanto amó/ama. Mientras apoyo un pie en las hormigas y el otro en el cielo, pienso qué linda metáfora se dibuja en el suelo del Ludueña: a metros del paredón tatuado con palabras y sentimientos, el cielo de los pibes y las pibas que juegan a la rayuela en la Plaza Pocho Lepratti está de cara a las hormigas rebeldes del barrio que la gran hormiga entrerriana ayudó a organizarse. Y, aclaro, yo no creo en las casualidades. Dejo atrás esa plaza y esas calles y me dedico a patear algunas otras de Rosario. En todas, las paredes, que son la última voz de los que no tenemos voz, coinciden: ¡Pocho vive! Me escapo de Rosario, me refugio en San Francisco Solano, mi queridísimo Ludueña bonaerense y las paredes insisten: allá en el sur del Gran Buenos Aires Pocho se dice Darío y se dice Maxi. Me zambullo, entonces, bajo algún otro cielo de chapa y siempre desde las paredes, un muchacho despeinado sonríe y saluda desde una bici y pedalea contra el viento y a favor de la vida. Aquí como allá ¡Pocho vive! Allá, como aquí, los luchadores y las luchadoras de Solano escriben con el cuerpo todo lo que “El hambre no se tolera, la dignidad no se negocia” Aquí como allá la dignidad y la coherencia se dibujan con sangre. Y vuelvo a aclarar, yo no creo en las casualidades. Yo no conocí a Pocho. Yo no tengo anécdotas para contar ni tuve lágrimas para llorar. Yo no conocí a Claudio, pero tengo el orgullo de conocerlo de la mejor manera en que se puede conocer a una persona: a través de los hechos. En forma muy chiquitita, puedo decir que un poco lo conozco porque los veo a Varón y a Lucas con sus gorritas de campesinos sin tierra de Brasil; la veo a Vanesa mostrándome un encendedor que dice “Bienvenido Subcomandante Marcos”; la escucho a la Flaca contando con desazón que tuvo que guardarse sus ganas de viajar al gran Buenos Aires para conocer más Pochos, más lucha, más dignidad; oigo, miro y siento la alegría que nace de tambores y 96

redoblantes, entre caras pintadas, cuerpos libres y pilchas murgueras; veo que las luces se caen del cielo y en el patio del Pocho se ilumina la vida cuando sus pibes y sus pibas se sientan en ronda y matean y discuten y proyectan, es decir, van pariendo el futuro sobre su mismo suelo de tierra y bajo su mismo cielo de chapa. Y con su misma dignidad. “Pelado” Martin

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Entrevista a Hernán López Echagûe 1- Has venido recorriendo el país, a lo largo y ancho de su empobrecimiento, pero también dando cuenta de los denodados esfuerzos, que desde abajo se vienen haciendo para dar lugar a nuevas expresiones populares y que señalan la clara emergencia de otras subjetividades disputando el campo social y político. Invisibilizar todas estas construcciones que cotidianamente se producen- atravesando todo el país- y reducir la política a los resultados de las elecciones del 27 de abril, son parte de una misma estrategia para sostener los valores de lo instituido? RESPUESTA: Si uno pasa la vista por el devenir de distintas democracias a lo largo de las últimas décadas, es fácil advertir que el propósito casi excluyente de los poderes políticos de turno no fue otro que la creación de sociedades esclavas en donde imperen el amor y el respeto hacia semejante estado de esclavitud. Argentina, me parece, se ha convertido en un descuadernado territorio habitado de gente que, en su mayor parte, vive esclavizada en función de un amor perverso, vano e inconducente hacia el fetiche de una democracia que no contempla de modo alguno sus deseos. Y jamás lo hará. Una democracia donde todos los deseos y necesidades básicas del pobre están castigados con la cárcel, el asesinato y la persecución judicial, no es una democracia. Infelizmente, para buena parte de los argentinos democracia es sinónimo de sistema. Ergo, quien está contra el sistema, está contra la democracia, y viceversa. Ha transcurrido más de un año del estallido y todo indica que la buena o mala fortuna del país de modo alguno depende de lo que puedan hacer estos candidatos peripatéticos que repletan diarios y noticieros con sus discursos de morondanga; criaturas estrafalarias que hablan sin decir, que dejan caer palabras como granos de maíz. Candidatos que parecen burlarse de la sangre ajena. A lo largo del último año, y durante los primeros meses del presente, tuve la suerte de recorrer distintos rincones de Neuquén, Río Negro, Córdoba y

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Rosario; Santiago del Estero, Salta, Jujuy y el gran Buenos Aires. Y me atrevo a pensar que la factibilidad de un cambio está en la conducta ejemplar de los movimientos y organizaciones de trabajadores desocupados, de campesinos, de agrupaciones sociales que, distantes, muy distantes de los influjos de los partidos políticos, dan la impresión de haber comprendido con rara sabiduría los sucesos de diciembre y, por tanto, han resuelto prescindir de intermediarios ubicuos y tomar el curso de la historia en sus manos. Un mundo en continua ebullición, subterráneo, ajeno a los ojos de la mayor parte de la sociedad, pero que sin embargo tendría que ser noticia diaria, pues lo habitan miles de personas que han decidido echar por tierra toda respuesta formal, engañosa y heredada. Han plagado el aire de interrogantes. Entretanto, con una urgencia y convicción propias de hormigas hacendosas, se encuentran absortas en la construcción de una respuesta. Una punzadora realidad a salvo de líderes iluminados, de vanas disquisiciones acerca de la pelambre de dirigentes políticos y sindicales; desprovista, en fin, de inconducentes batallas dialécticas sobre las posibilidades electorales de un candidato u otro. Me refiero, desde luego, a todas aquellas organizaciones que han hecho de la autonomía, de la independencia y de la horizontalidad, sus principios motores. Reivindicar la gallardía de los asesinados en diciembre de 2001, y, simultáneamente, contemplar con amabilidad este proceso electoral fundado en la desfachatez, en la más atroz de las contumacias, en el anhelo de perpetuar un estado de cosas cuyo lugar común es la muerte, en el sentido más lato de la palabra muerte, se me antoja insultante. Una sociedad donde priman el temor a un cambio profundo y definitivo, y una buena dosis de desdén hacia el vecino, corre el riesgo de ahondar aún más el estado de miseria y despojo en que vivimos sumergidos desde hace décadas. 2- Estos nuevos sujetos sociales, que se expresan desde la multiplicidad, en los piquetes, en los movimientos territoriales, en espacios asamblearios o comedores barriales rescatan qué tipo de saberes y experiencias políticosociales? RESPUESTA: 99

Hay un nuevo sujeto social que tiene como rasgos más distintivos la perplejidad y la ausencia de respuestas estructuradas a los conflictos que día tras día se le presentan. La incertidumbre no es un estado de ignorancia y mucho menos letargo, al contrario, es un estado de reflexión y continua construcción hacia dentro. Tiene un valor sustantivo. He visto y conocido de todo un poco. Campesinos que luchan diariamente por sus tierras y rescatan los ejemplos del zapatismo y del Movimiento Sin Tierra, de Brasil; grupos de jóvenes, como La Vagancia, que han ido construyendo un espacio de debate, crecimiento y solidaridad a partir de campamentos y guitarreadas donde una lectura novedosa del cristianismo fue el punto focal; obreros que con rara convicción y coraje recuperaron la fábrica que un empresario delincuente había vaciado de la noche a la mañana; trabajadores desocupados que se han reunido alrededor de la búsqueda de respuestas inmediatas a sus carencias, haciendo de la autonomía y la horizontalidad sus premisas; cooperativas del norte del país que, como PUNHA (Por Un Nuevo Hombre Americano), de Abra Pampa, Jujuy, han sabido conjugar la producción con el anhelo de construcción de un hombre nuevo, solidario, comprometido con el destino de su prójimo. He visto eso y mucho más, y en ninguno de ellos he podido percibir ni una mísera gota del setentismo con que se los suele acusar desde las páginas de los grandes y mezquinos medios de comunicación. Como expresa la Universidad Trashumante entre sus principios: “Debemos trabajar para ayudar a construir una revolución, un cambio de paradigma, revolución que necesariamente debe ser epocal, es decir, sin nostalgia de lo ocurrido en tiempos anteriores y también sin anticipos dogmáticos que determinen, de antemano y sin reflexión, los rumbos a seguir”. En este tipo de conducta y pensamiento, que he podido percibir en la mayor parte de las experiencias que he conocido, puede uno vislumbrar un cambio. 3-Aníbal Verón, Teresa Rodríguez, Darío Santillán, Maximiliano Kosteki, Pocho Lepratti son sólo apenas unos pocos de los muchos nombres, que esta democracia excluyente ha cobrado con sus riquísimas vidas. Sin embargo, aún después de sus asesinatos siguen generando- de maneras diversas- nuevos

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lazos sociales. ¿Vislumbrás posibilidades donde se entretejan con mayor consistencia estas redes, hoy dispersas? RESPUESTA: Sí, desde luego, es fácil percibir que se están tejiendo lazos, puentes, entre los distintos movimientos y organizaciones. Y no son sólo las muertes las que mueven a unos y otros a comunicarse, articular acciones, entablar diálogos. A veces es la muerte la que torna visible a un movimiento o agrupación que hasta ese momento permanecía en las tinieblas, más allá de que llevara adelante un trabajo de años, serio y responsable, y, en particular, prometedor. Como alguna vez ha dicho el Pocho Lepratti, la búsqueda de nuevos conocimientos a partir del contacto de una organización con otra, es contínua. Hay una necesidad imperiosa de aprehender de experiencias distantes en la geografía pero cercanas en cuanto al propósito fundamental de luchar por una sociedad más digna y justa para todos. Por ejemplo, me llamó mucho la atención que en Abra Pampa, Jujuy, en tanto conversaba con un miembro de la cooperativa PUNHA, en una de las paredes había un afiche del Pocho. Quise saber por qué, y entonces supe que en alguna ocasión habían compartido un campamento, y que el ejemplo de la vida que llevaba adelante el Pocho quedó muy marcado entre ese maravilloso grupo de personas de la Puna. 4-Una de las cuestiones que unifica estas diferentes expresiones de la multiplicidad del campo popular que han aparecido fuertemente en los últimos años, sin duda lo constituyen las prácticas de Educación Popular, ¿cuáles son las significaciones que has observado, que se le otorga en las diferentes experiencias que has podido conocer y qué impacto te parece que tienen? RESPUESTA: Los talleres de Educación Popular cumplen un papel de insondable importancia en la construcción interior de las personas, en particular, claro, de los millones de personas que viven en la exclusión permanente, sin acceso alguno a la información, a los hechos culturales más relevantes, a las experiencias organizativas que muchas veces ocurren a pocas cuadras de su 101

lugar de residencia. Quebrar ese tipo de educación que Paulo Freire denominaba “bancaria”, es decir, donde un maestro, desde un atalaya, se dedica a depositar conocimientos ambiguos en el cráneo de sus alumnos, sin dar lugar al intercambio de opiniones, de miradas quizá encontradas, se me antoja básico. No en vano uno de los pilares en que apoyan su acción los gobiernos totalitarios, es el oscurantismo, en el ocultamiento de la verdad y en una prolija y continua maquinaria destinada a impedir la instrucción. 5- Cuando visitaste Rosario la última vez, tu visita a Ludueña se extendió más de lo que tenías previsto, visitaste el barrio y finalmente te quedaste para ver cómo la Plaza se llenaba para el festejo del cumpleaños del Pocho. ¿Qué sensaciones te generaron esos encuentros? RESPUESTA: Difícil explicarlo en pocas palabras. Diríase que hubo un formidable encadenamiento de sensaciones. Emoción, extrañamiento, ganas de aplaudir el interminable desfile de comparsas y murgas hasta desollarse las manos, un vehemente deseo de perpetuar en el tiempo ese momento, de filmarlo todo y distribuir el material por cada uno de los rincones del país con el simple consejo: “Observen, esto es apenas una sencilla muestra de lo que puede hacerse cuando en el interior de un grupo de jóvenes imperan la pasión y la solidaridad”. Fue una noche ejemplar, de la que todavía no he podido apartarme. Por lo demás, las distintas charlas con Manu, Varón, Emilio, Lucas, el padre Montaldo, la Flaca, etc., etc., comportaron para mí una colosal lección de vida. La existencia de La Vagancia es un modelo a seguir en muchas partes. Todos exhalan una alegría, un magnífico anhelo de construcción, que rara vez puede uno observar. 6- La más corta y sencilla... ¿ Pocho vive?.RESPUESTA: Creo que la mejor respuesta la ofreció la murga de los Trapos, de Ludueña, aquella formidable noche del 27 de febrero pasado. Tomando como base la

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música de la canción “Murguita del sur”, de la Bersuit Vergarabat, los pibes a los que Pocho dedicó su vida, cantaron: “Era el Pocho, es el Pocho de Ludueña al que siempre vamos a recordar en su plaza festejando su cumpleaños y este año le hacemos un carnaval. Baila y baila la murguita de Ludueña y esa bici que no parará de andar, repartiendo sonrisa hecha carcajada la alegría nunca más se irá de acá. ¡Cuál es! Esa bici que anda sola en busca de la memoria de los que hoy no están acá. ¡Después! Van hormigas en bicicleta pintando los murales por toda la ciudad. Era el Pocho, es el Pocho de Ludueña al que siempre lo vamos a querer hoy su cara está en todas las remeras Pocho vive, hoy no para de nacer”.

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Testimonios

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Memorias del Gato Por dónde andará este guacho… si a todos nos pasa lo mismo; estamos seguros que en cualquier momento se nos cruza la bici con ruido a guardacadena golpeteando en los pozos de la tierra cuando se mete rancho por rancho entre los pasillos a levantar a los pibes. En algún lado debe andar organizando una movilización de bicis recauchutadas que se quedan a mitad de camino hasta el próximo guiso de esperanza. O desmontando mochilas de latas, repartiendo panes, y fritando cebollas para sentirnos parte de un sueño que se sueña juntos. Me acuerdo cuando el Pelado Esquivel nos llevó a la casita de Sagrada Familia, "el comedor" donde se juntaban en las noches a comer tortas fritas bajadas con mate. Cruzamos entre los yuyos el descampado en el que los futboleros paran todo cada vez que el cura Edgardo pasa por el medio de la cancha en su Renault 12 gris abollado, rumbo a la misa de los domingos. Y terminamos metiéndonos entre casillas de luces mortecinas, allí dónde los pibes se reunían a lamerse las heridas y entre festejo y festejo, siempre algún piedrazo de un vecino medio sacado y en pedo pegaba a puteada limpia contra las chapas del techo queriendo que se callen. Una garrafa a punto de terminarse; el eterno archivo de "La Nota" que armaba Manuel, y Pocho coordinando la batalla a puro corazón. Así lo vi aquella vez. Y ahí comencé a saber quién era, a sentirlo compañero… -¡¡Pochito querido!! (El célebre saludo). -Qué tal Gustavo, qué tal, todo bien... Y los pelos rubios como peluca enredada de viento, sacudiendo la cabeza, como afirmando que no hay de qué preocuparse… Una vuelta nos habíamos enterado de la lucha de los trabajadores de ATILRA. Les habían echado a varios compañeros de NESTLE, la

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planta que está allá por la circunvalación cerca del MACRO. Era un invierno, ya no sé muy bien de qué año, creo que el '95. Se nos había puesto en la cabeza que era una experiencia importante para los pibes llevar la solidaridad a la lucha y compartir la pelea con los laburantes. La idea era impedir que entraran o salieran los camiones de reparto en protesta por los compañeros. Los camiones salían de la planta a las cinco de la mañana y en esa época, hacía un frío de cagarse. Pocho no dudó; como no dudó cuando el gringo Angel Porcu le plantó la carpa en la vereda a la cocina centralizada y se sumó a su pelea. Arrancábamos a las cuatro de la mañana desde casa y recorríamos toda la circunvalación hasta llegar allá en medio de la oscuridad. Venían Mariana, la Gringa y Carlitos, un ex preso que había descubierto medio tarde la lucha por la liberación. De una lealtad inquebrantable y con una voluntad de pelea como pocos, nos ayudaba en el laburo con los pibes. Siempre lo gastaba a Pocho por su "celibato": -Pero Pocho, decime, (revoleando los ojitos y levantando las cejas), nunca te dieron ganas?, y Pocho firme e inmutable… En aquella historia la cana había puesto a prueba todo un nuevo dispositivo de seguridad que después se repetiría en los escraches. Se atrincheraban entre rejas con las que rodeaban el punto a defender, y operaban en toda la zona con la guardia de infantería, la motorizada, la montada y los perros. Eran no más de treinta laburantes calentándose con los fueguitos de la noche, apoyados por otro tanto, y un reguero de yuta y de botones que no tenía relación alguna. Nosotros llegábamos a la zona a eso de las cinco de la mañana, y como yo entraba a trabajar a las ocho en el centro, me volvía a casa a sacarme el olor a humo y a vestirme con aire de oficina, y ellos se quedaban. Después al mediodía volvía y me sumaba. Así durante casi una semana. Me acuerdo que una siesta de esas, cuando vuelvo, Carlitos y los pibes estaban eufóricos por "el combate". Entre las tantas provocaciones 106

de la cana, una vuelta, "las escaramuzas" lo tuvieron a Pocho -que era más bueno que Piluso- en el centro de la escena. Parece que cuando prendieron a uno queriéndoselo llevar detenido, el Pocho se prendió a tironear para el otro lado y en la revuelta, todo el mundo quedó sorprendido de su decisión para aguantarse la cinchada cuerpo a cuerpo con "la ley". Lo mismo la famosa bicicleta, trofeo de victoria que fue rescatada para "las fuerzas populares", quedó inscripta como símbolo de la lucha social. Desde entonces sellamos nuestra alianza con Barbero, Hernández (un morochazo de origen radical y "de Tosco") y todos los muchachos de ATILRA que siempre aportaron a las marchas de los "Chicos del Pueblo". Esa era la época en que armábamos los domingos a la noche en casa, el Taller sobre la Historia Social del Trabajo. Los pibes del barrio se venían con Pocho a la cabeza comandando la tropa, y algunos de los chicos de HIJOS que estaban laburando en Ludueña que se sumaban al recorrido. Ayer miércoles 26 de marzo del 2003, me fui al anfiteatro, al festival que organizó la gente del Centro Popular de la Memoria. Estaba de bote a bote. Todavía nos andaba zumbando en la oreja los ecos de un 24 maravilloso, con cuadras y cuadras de un pueblo con mucho resto que no se resigna. Y ahí andaba el gordo Nocetti mate en mano queriendo amenizar, con ese aire "sueñero" con que maneja el micrófono como si estuviera charlando con vos en el patio de tu casa. Y apareció "el Perro Méndez" con sus guitarras orientales zitarrozeándonos la tristeza de su paisito lleno de pobres, su doña Soledad, su "loco Antonio", y un "hueso" de tamboriles resonando en un solo que tronaba entre la buena onda de la gente. Vinieron Los Huahuitas calentando la noche con olor a goma quemada; la magia salvadora de Trapani tocando su serrucho, su grifería, su charangüí… Y entonces apareció Peteco, callado, silencioso. El gordo presentándolo a toda orquesta con la misma mano franca con que unos días antes nos bancó en otro festival por la educación que organizamos 107

con los pibes del barrio, las bibliotecas populares y los piqueteros "de Pié". Pero el negro Carabajal inmutable, como si recién saliera del sarcófago. Entonces la noche se abrió de par en par y la manada se bailó todo. De chacarera en chacarera, hasta un tango y un bolero "para apretar". Peteco nos hizo sentir un poquito más juntos, un poquito menos mezquinos, un poquito más afectuosos porque de eso, también venimos heridos… y ahí es cuando te das cuenta de las ausencias, tarareando bajito la mazamorra mientras él te cuenta en secreto, cómo sacarle el gusto a tu propia tierra. De pronto me di cuenta que se me nublaron los ojos, su voz empezó a sonar en la canción con que Pocho se despide en cámara lenta en aquel video que hicimos después de su última Marcha Por La Vida. Su mirada transparente, su gorrita del Movimiento Sin Tierra, el buzo rojo con el que lo filmamos en La Grieta del flaco Palermo, y su gesto de andar pidiendo disculpas… El 18 de diciembre del 2001, un día antes de la masacre, Pocho me dijo: -Gato, vos te vas de vacaciones en enero? -Pero no Pochito -le dijesi estamos todos muertos... -Bueno, -me encaró- entonces preparemos los talleres sobre "La Historia Social del Trabajo" para los pibes… El 21 de diciembre, el paredón de enfrente de la plaza de Ludueña amaneció pintado: "SAN POCHO DE LUDUEÑA, MARTIR DE LOS CHICOS DEL PUEBLO. ¡POCHO TE QUIERO!" Ahora, cada vez que Febrero se nos termina, hay una fiesta de cumpleaños que a pura murga y redoblante cruza la plaza montada en una bicicleta imaginaria, haciendo el mismo ruido a guardacadena, 108

despertando los críos rancho por rancho, desplegando las alas para aprender a volar.-

Gustavo Brufman

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Siempre vivo, nunca muerto :María Belén Sigot “ Mala noticia para los ingenieros del horror : la máquina de la muerte produce vida.” Eduardo Galeano ( La canción de los presos) “ ¿O ha muerto nunca, en ninguna parte, porque no se equivocó en lo que de veras vale para todas las horas y lugares y ritmos y maneras? “Vivir es darse, creía y se dio” Eduardo Galeano Memoria del Fuego III

Escrita en tinta verde, el paredón grita Pocho vive. Yo lo miro y me digo que sí, que el Pocho está vivo, bien vivito, que si lo mataron fue para que ya nunca más tenga que morirse. Y que su muerte fue una muerte que hizo que les saliera el tiro por la culata a los que quisieron ultimarlo y que sin embargo no lograron otra cosa que acamparlo para siempre en la vida más viva de todas. Porque ahora sí que ya no habrá más bala que pueda derrumbarlo, al Pocho, al hormiga, al rubio comandante bicicletero, a ese ángel al que sólo le faltaban un buen par de alas( y que ahora sí las tiene) Hay una canción de Ismael Serrano que dice” dudo si en verdad hubo un antes, sólo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un después.”; y no sé, pero cuando la escucho me acuerdo del Pocho, de su historia, de lo que supe, lo que me fueron contando después de aquel 19 de diciembre al que no hay adjetivo que quiera , ni pueda colocarle. Porque yo del Pocho no supe nunca nada antes , yo a él lo fui sabiendo poco a poco después . Y por eso pienso que su muerte fue muerte que de alguna manera llamó a la vida. Porque fuimos muchos los que descubrimos, a partir de aquel disparo, que el Pocho existía. Y supimos lo mucho que ese hormiguita hacía, y sigue haciendo, porque a través de los que lo continúan, los que lo reanudan, los que lo renacen, los que lo vuelven, Pocho anda por las calles revivido eternamente : fortaleciendo manos constructoras de mundos mejores y aguijoneando conciencias que empiezan a despertarse de cómodas e insensibles modorras. Y ahora que no hay tiro, no habrá tiro, que traiga el olvido. Y mientras tanto, Pocho vivo para siempre, Pocho resucitado perpetuamente, está en todos lados: en ese alarido verde del paredón, en la canción de Gieco, en los que le pelean palmo a palmo los territorios a este tiempo de mucho tener y poco ser, y en ese alumno que en la clase de literatura me dijo que el Pocho era – es –como el don Quijote, no por arremetedor de molinos de viento, sino por haber sido – por ser –un hombre transformador de realidades. Don Quijote imaginaba ejércitos en los rebaños- me dijoy el Pocho veía justicia y futuro donde nadie quería verlos y sin embargo bien que podría, debería, tendría que hacerlos. Y Pocho sigue y seguirá pedaleando en bicicletas de nubes para decirnos siempre que sí, que se puede, que vale la pena tratar de cambiar este mundo injusto y que no importa que te detengan tu corazón indetenible porque si tus huellas valen la pena, seguro que habrá alguien, que habrá muchos que las seguirán haciendo. Y que te mantendrán despierto, a pesar de tanta noche…

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Compañeros Te conocí hacia el año 1992 y fuimos compañeros de trabajo en la ex Cocina Centralizada de Rosario. Compartimos cuatro meses de carpa luego de ser despedidos por defender los derechos de los trabajadores. Vos creyente. Yo ateo. Eso nunca fue obstáculo para que ambos reconociéramos en Cristo y en el Che a dos hombres valerosos, que en distintos tiempos

y distintas ideologías tuvieron el mismo ideal y lucharon

contra la opresión, la esclavitud y la explotación de los pobres por los ricos, por cuyos motivos, los esbirros del imperio dominante, los persiguieron y los asesinaron. El 19 de diciembre de 2001, un policía represor del régimen explotador actual, te asesinó cobardemente. Pero vos Pocho, al igual que Cristo y el Che no estás muerto. Vivirás para siempre en la conciencia y el corazón de los que te recordaremos siempre siguiendo tu ejemplo de vida, humildad y lucha junto a los pobres. Hoy con toda mi fuerza digo que es un orgullo haberte conocido y ser tu compañero de lucha. Angel Porcu

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EL POCHO: EL CAMINO A SEGUIR POR LOS NO DOCENTES ¿ Por qué surgió la agrupación “Claudio Pocho Lepratti”? Claudio Pocho Leprati era hijo de una familia campesina de pequeños propietarios de Entre Ríos. Licenciado en Filosofía, estudiaba teología y aunque no llegó a ser cura hizo votos de pobreza y de castidad (según contara su hermana en una entrevista sobre un video de Pocho). Se vino a Rosario, instalándose en una villa del barrio de Ludueña, colaborando con el padre Montaldo en la Vicaría Sagrado Corazón, trabajando con grupo de jóvenes y niños organizando una biblioteca, la agrupación “ La Vagancia” y editando la revista “ El Angel de Lata”. En 1992 entró a trabajar en la ex cocina centralizada de Felipe Moré 960 de Rosario, integrándose a la lucha que se llevaba adelante en defensa de los derechos de los trabajadores. Pocho, como todos lo llamábamos, era un compañero con una gran humildad y solidaridad, sabía escuchar y hablaba lo justo y necesario, con una arraigada sensibilidad anta las injusticias sociales que afectan particularmente a los niños y jóvenes más desprotegidos de esta sociedad injusta. A fines de 1996 y principios de 1997 al ser despedido un compañero de la ex cocina centralizada, Pocho fue uno de los compañeros más activos en reclamar su reincorporación, lo que motivó que la federación de cooperadoras escolares, encabezada por Augusto Duri, administrador del emprendimiento, lo despidiera también a él; por lo que siguió la lucha junto al otro compañero, conviviendo en una carpa instalada frente al lugar de trabajo que manos anónimas intentaron quemar y no lo lograron. Cuando la cocina fue cerrada por el Ministerio de Educación, se siguió la lucha hasta ser reincorporados como empleados provinciales y reubicados en los comedores escolares. Pocho fue a la Escuela Nº 756 de la zona sur de Rosario, mientras que el otro compañero fue reubicado en la escuela Nº 6381 de Capitán Bermudez. Pocho fue integrante de la junta interna del personal no docente en el gremio ATE, manteniendo siempre en alto la bandera de la lucha en defensa de los derechos e intereses de la clase trabajadora, condenando las injusticias y opresión sobre los pobres. Así fue que en la jornada del 19 de Diciembre de 2001, en plena bancarrota del gobierno de De la Rúa, con la gente cortando las calles, en una legítima forma de protesta, y ante la

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represión policial desatada a pocas cuadras de la escuela en la que trabajaba, el Pocho subió a la terraza junto a otros compañeros y desde allí pedía que parasen la represión. Un policía esbirro del régimen explotador le disparó un tiro de itaka destrozándole la garganta, asesinándolo cobardemente pues a sus palabras cuyas últimas fueron: “ no tiren que aquí hay chicos comiendo”, se le respondió con balas. Los trabajadores no docentes que compartimos y valoramos los sentimientos y entrega de Claudio Pocho Lepratti resolvimos levantar su bandera de lucha y conformar una agrupación que lleve su nombre como ejemplo de lucha en defensa de los derechos de todos los trabajadores (ocupados y desocupados) y todos los sectores populares afectados por esta política de superexplotación, marginación, miseria y hambre.

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"Aquel diciembre..." ( a Pocho Lepratti ) "Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado es mejor. Mañana es mejor" (Luis Alberto Spinetta).-

... Transito esta calle de adoquines... La suela de mis zapatos resbalan levemente sobre la capa de humedad... Este maldito calor, esta maldita humedad de este maldito verano... Diciembre es un mes de mierda... Ese pelotudo de Papá Noel queriéndonos convencer de que debemos ser felices comprando las pelotudeces que nos ofrece... Algo se percibe en el aire... Algo se percibe en la gente... Esto no da para más... Algo tiene que pasar. Camino abstraído pensando en qué puedo regalarle a mis hijos. Navidad ya está cerca; seguramente un libro o un disco compacto o una agenda (más o menos lo mismo de siempre y a la altura de mi escaso presupuesto). Debería hablar con la madre a ver qué les va a regalar ella, por ahí me ahorro unos pesos; no digo ponernos de acuerdo (a esta altura eso ya es imposible). Casi sin darme cuenta desemboco en la plaza. Cuando me detengo a prender un cigarrillo, tomo conciencia de mi alrededor. Cientos y cientos de personas ya se encuentran ocupándola y otras tantas vienen en camino... Algo está por pasar... Algo ya está pasando... Mientras tanto en los barrios, aquellos eternamente postergados también reaccionan... y salen... y reclaman... y toman por sí lo que les corresponde... Lo que eternamente les vienen negando... Pero ellos reaccionan. "Ellos" los que postergan, los que hambrean... y mandan a sus esbirros. Los que hablan de violencia armados hasta los dientes. Los que no tienen escrúpulos. Los que no reparan en niños, ancianos, mujeres embarazadas... Pero sí reparan en vos... Reparan en tu valentía, en tu coraje, en tu forma de plantarte frente a sus armas homicidas... Reparan en vos, Pocho... Reparan en tu compromiso, en tu manera de involucrarte con la organización de tu pueblo. Reparan en vos Pocho... Y entonces te disparan... Y caés... "Ellos" creen haber

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logrado su cometido. No saben cuán equivocados están… Ignoran que con tu caída muchos más se levantan. Ignoran que por vos muchos más recogerán tus banderas. Hasta los que hasta ayer fueron indiferentes verán en vos un motivo para continuar la lucha. Me sumo a la plaza y a sus sonidos... y a sus reclamos... y me confundo con el pueblo que reclama, que está harto... pero que por fin se puso en marcha. Víctor Manuel Quinteros

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Dionisio, el que no soñaba Javier Núñez En los ojos se le notaban las secuelas de una noche larga y penosa. Creía haber dormido de a ratos, pero no podía asegurarlo. Lo único que recordaba era no haber podido silenciar los gritos y los tiros en su cabeza, haberlos sentido durante toda la noche mientras se le colaban entre los recuerdos y astillaban el silencio con su virulento estampido. La única forma que había tenido de tapar los tiros que le retumbaban en la cabeza había sido el llanto. Un llanto profundo e impotente, que le anegó las pupilas insomnes y le lavó la carita sucia de tierra, polvo y miserias que la vida le había ido adhiriendo a la piel. El Dioni no tenía más de once años, pero en sus ojos tristes y cansados se reflejaba una desesperanza tan profunda, que costaba entender cómo habían bastado tan pocos años para grabarle en la mirada aquella pena milenaria. Y no bastaban los techos de chapa, ni las sábanas de cartón y papeles de diario, ni los pies sucios y los platos vacíos para comprenderlo. No, había que ir más allá de las circunstancias que condicionaban su cotidianeidad para abarcar la magnitud de su desazón y comprenderla; y echar un vistazo a la indiferencia que tejía su red en las calles que rodeaban el barrio Ludueña; a la marginación que le ponía el cepo a su futuro subyugando sus ilusiones. Bastaba una mirada a la mezquina realidad minada de obstáculos para comprender el desánimo que había copado sus pupilas. Quizás por eso, por el hambre que le picaba desde siempre en el bagre y en el alma, por esos bolsillos rotos por donde se le habían ido perdiendo esperanzas por el camino, el Dioni era un pibe que no soñaba. Siempre había tenido noches largas. Sobre todo en los inviernos crueles de Ludueña, con ese frío que se colaba por debajo de las paredes endebles o goteaba desde el tiritante techo de chapa. Pero sus noches estaban cubiertas por un velo oscuro y silencioso, un vacío infinito y absoluto que lo envolvía hasta el siguiente despertar y que le dejaba un gusto agrio en el alma y en el

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paladar por esa carencia de sueños que por unas horas era tan parecida a la muerte o a la nada. El Dioni se levantó y salió a la calle para sentarse en la puerta a fumar medio cigarrillo que había guardado la noche anterior, como para llenarse el cuerpo aunque más no fuera con humo. Era diciembre, y el sol que se había trepado a lo alto de cielo castigaba el barrio con su saña opulenta, jugando a desprender reflejos tornasolados de los techos de chapa. Había algo de movimiento, bastante más de lo habitual por aquellas horas, pero el Dioni terminó de fumar su cigarrillo sin prisas. En eso pasó el Chelo, que debía andar pisando los quince, y le puso una mano en el hombro. Sus ojos mostraban las secuelas de una noche igual a la del Dioni. - ¿Qué hacés acá? – le dijo - ¿No vas para la escuelita? - Qué sé yo – se encogió de hombros El Dioni. Su gesto decía lo que sus labios callaban, de modo que El Chelo le sacudió la espalda con una palmada y siguió su camino. - Bueno, nos vemos – dijo mientras se alejaba. Seguía pasando gente, y algunos le volvían a preguntar lo mismo. Pero a todos les respondía de la misma forma; de sólo pensar en tratar de explicar algo se le formaba un nudo en la garganta en donde se atoraban todas sus palabras. El Pocho le había cambiado la vida. Tal vez, de no haber sido por él, hubiese terminado como su hermano mayor, que purgaba en Coronda una condena de cinco años. Pero había llegado el Pocho, montado en su bici como algunos van montados a los sueños, y con esa fuerza que tenía en las palabras y el desparpajo de esa sonrisa que acariciaba el alma como el mate cocido caliente en invierno, lo había convencido de sumarse al grupo La Vagancia. En esas tardes, apiñados en el saloncito que la escuela les prestaba para las reuniones de la agrupación – ese mismo salón que apenas hacía unos días habían terminado junto al Pocho de pintar de blanco –, fue donde El Dioni comenzó a creer en la posibilidad de un futuro diferente. Y lo creyó gracias al Pocho, a su fuerza contagiosa, a su fe ciega en la solidaridad y en la lucha digna. Lo creyó por sus acciones y no por sus palabras. Porque si alguno de los chicos de la agrupación se colgaba y dejaba de aparecer por las reuniones, el Pocho iba casa por casa a golpear las puertas y rescatarlo de la desidia cotidiana para 117

montarlo de nuevo en un proyecto de constitución de nuevos horizontes para todos. Sí, el Pocho le había hecho creer que todo podía ser distinto; que si le daba para adelante las cosas iban a mejorar. Una vez más, El Dioni se quebró y sucumbió a ese llanto amargo y sereno que lo atormentaba desde el día anterior, con los ojos secos ya de tanta indignación y tanta bronca. Lo habían matado al Pocho, le habían arrancado de las calles del barrio aquel ángel solidario que los guiaba día tras día. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano y se levantó por fin, empezando a caminar con pasos lentos pero seguros. Sus pies recorrieron de memoria el camino hasta la escuela, y sin palabras se mezcló entre la gente que se había congregado para darle el último adiós al Pocho. Era 20 de diciembre, en un verano aciago que quedaría grabado en la memoria colectiva a fuerza de muertos empeñados en combatir el olvido desde pancartas y paredes. El patio de la escuela estaba colmado por una multitud que se había agolpado espontáneamente. Se mezclaban periodistas con los chicos de la escuela y del barrio; las lágrimas humildes y desconsoladas matizaban las salvas de aplausos que se elevaban al cielo en algunos pasajes de las emotivas palabras del padre Montaldo o en el quebrado desconsuelo del padre del Pocho, antes de llevarse el cuerpo rumbo a Concepción del Uruguay para refugiarlo en su última morada. La multitud, con la dignidad atravesada en la garganta, despedía al Pocho con emoción y lágrimas, pero con una inquebrantable firmeza. Era como si esa férrea voluntad del Pocho se hubiese prendido en todos y cada uno de los presentes, con esa determinación contagiosa que hacía que hubiera que cortarle los brazos para que los bajara. Entonces el Dioni, mezclado entre tantos recientes huérfanos de guía y de afecto, se dio cuenta que el Pocho se había ido para siempre, pero que su sueño y su esfuerzo seguían ahí, latiendo en cada corazón que lo añoraba; respirando en cada voz que lo nombraba. Y los carteles, las pintadas y las voces eran una buena forma de desterrar esa muerte que amenazaba con dejarlos de rodillas; y ponerse de pie para seguir adelante. El Pocho se había ido pero les había dejado un sueño, y no había forma de matar un sueño. Y entre lágrimas firmes y serenas, atisbando ese rayo de esperanza que se filtraba en aquel cielo encapotado de amargura, El Dioni se sintió mejor. 118

- Puta madre – dijo –. Hay tanto Pocho suelto… Y esa noche, combatiendo las penurias cotidianas como el último bastión de defensa de las utopías, el Dioni empezó a soñar. Y los sueños se le llenaron de hormigas laboriosas y de bicicletas que pedaleaban contra el viento.

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Cielito y cielo .....“bellamente encielado más gorrión que nunca más azul que nunca más música y ramaje de savia popular que nunca” ... Humberto Costantini

Desde dónde te abordo si apenas te conozco. Tengo que encontrarle el flanco a esa brisa buena que viene del barrio. A esa brisa buena que inunda esta ciudad y se llama Pocho. Entonces me fundo en el cielo azul que aquella mañana te envolvía, cuando levantando los brazos pedías tranquilidad y calma. Yo le pido ahora a ese cielo de aire tibio que me cuente mientras acunaba tus ojos negros, tu barba negra, tu cuerpo blanco e inocente que como un Cristo flameaba sobre una terraza. Desde mis ojos cerrados que es desde el único lugar desde donde puedo pensarte, un rumor de aquel aire me habla de tu obra, de tus chicos, despojado, verdaderamente despojado, de la piel hacia afuera, para que el interminable desamparo no lo sea tanto. Te imagino cayendo sobre un cielo cansado. Sobre un cielo cansado y descalzo. Desde la estatura de esa terraza te imagino acunado por ese cielo derrotado. Y con vos cayendo todos profundamente derrotados. Porque la ciudad una vez más parió un héroe, que en vez de tenderle los brazos lo tiró por la cornisa.. No, no me alcanza que la calle Roca diga Pocho en sus ochavas, si allá en el barrio tus brazos están atados y tu voz cubierta de telarañas. Entonces una y mil veces, casi como un ruego, quiero volver a aquel cielo como único escondite de los tipos limpios. Porque desde ese territorio de pájaros te crecía la pena. Porque tal vez desde ese territorio de pájaros sobrevuele otro Pocho que con alas igualmente abiertas se pose junto a los que ya vienen con el barro a cuestas. Y pensar que creí no conocerte. Gustavo Salut

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El Seminario La Juventud Pastoral Cristiana

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A QUIEN CORRESPONDA l986, Funes, Santa Fe ....media mañana del 12 de marzo de 1986. EL Padre Francisco Tesarollo nos dijo: -Bajen, por favor, a esperar a un nuevo prenovicio que está por llegar. Al poco rato, desde el hall de entrada ningún auto se divisaba. En ese tiempo, todo alrededor era campo y ruta. De pronto, y sin habernos percatado, apareció un joven portando dos valijas grandes y una singular sonrisa, comúnmente vestido y con cierta timidez nos preguntó si ese lugar era el seminario salesiano. Alguien le contestó que sí, otros tomaron sus valijas, le avisamos al Padre y yo extendí mi mano para recibir a quien, luego de las presentaciones con la comunidad dijo llamarse: Claudio Lepratti. Se expresaba con un idioma claro y sincero. Era muy atento y servicial. Su simpleza me hacía bien y con él me podía expresar sin rodeos. Recuerdo que jugaba al fútbol -en invierno- descalzo. Tenía una voz aguda y medio disfónica, pero dulce y alegre. Enseguida me contó acerca de su casa, de sus padres y de sus hermanos - uno de ellos me escribió y luego lo conocí personalmente, pues vino a vernos. Yo tenía, en ese entonces, una mirada lejana del mundo de los pobres -a pesar de provenir de una familia común - y, Claudio me contaba sus opiniones sobre el prójimo en forma madura y solidaria, por lo que yo quedaba asombrado. Una vez sus padres le enviaron una cantidad de quesos y él los compartìó generosamente con todos en los "tentempié" que teníamos a eso de las diez y donde charlábamos distendidamente tomando mates y cantando folklore. Cierto día meditamos sobre Mateo 3.10 donde el Bautista dice: "El hacha está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego". Entonces cada vez que discutíamos sobre discriminación, violaciones de los derechos humanos, hambre y enfermedades del mundo que figuraban en el documento Puebla con él reíamos diciendo que

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había que dar "hacha", como asegurando que no debíamos dejarnos vencer por el mundo patético circundante y por la realidad acuciante en la que vivíamos las sociedades latinoamericanas. Durante el Congreso Arquidiocesano de Catequesis, entoné el Himno de ese evento que pertenecía a la Hermana Beatriz Casiello y al Reverendo Marcelo Cevesato y me acompañaban en voces e instrumentalmente mis compañeros salesianos. Claudio en esa oportunidad hizo de "plomo" cargando los equipos e instrumentos e hizo de "hinchada tipo cancha “con otros compañeros - esto ocurría en el Teatro El Círculo, frente a toda la jerarquía eclesiástica de Rosario y sus alrededores - también estaban presentes ocho Obispos invitados de otras regiones. Otro día, luego de coincidir en la admiración por la Hna Beatriz Casiello y por el entonces Rvdo.Cardelli -hoy Obispo, elegimos participar de unos talleres que se realizaban en el colegio Misericordia sobre metodología catequística destinada a niños down. Ahora discierno que yo iba por curiosidad y él, para estar más cerca de los más necesitados. Otra vez los prenovicios estábamos encargados de organizar los preparativos de la Fiesta de Pentecostés en la comunidad y cuando estábamos planificando la misma hubo algo que yo dije que los "hacía volar de risa". Uno comentó: podríamos hacer tarjetas con un don del Espíritu Santo escrito sobre ellas y luego dejarlos en cada mesa de luz de nuestro pabellón, de este modo, cuando se levanten los de nuestra comunidad se encontrarán con ese signo cerca suyo como un aliciente por la espera del día de Pentecostés. Yo, -en chiste agregué-: mejor ponemos esas tarjetas en las medias de cada uno y cuando quieran ponérselas se encontrarán con la sorpresa! Ese chiste, lo hacía volar de alegría una y otra vez, y repetía: !"Qué locura encontrarse con un Don en la media, já, já, já "! ¡Qué alma simple! Un detalle de su personalidad era que muchos de sus apuntes tomados de las clases que teníamos en el Profesorado de Filosofía eran anotados en el reverso de votos del partido peronista, radical, frente patriótico y eso nos llamaba la atención, unos, por ser demasiado jóvenes y otros porque éramos muy mediocres. Una anécdota milagrosa fue la siguiente: era un 14 de agosto de lluvias, frío y ventoso. Algo en mi interior me dijo: "Pintá mi imagen y mañana colgala en el pasillo. Cuando todos se levanten me verán allí y seré un 123

signo de mi presencia entre ustedes." Durante la cena le dije al director P. Tesarrollo mi idea y me autorizó a quedarme después de comer y de las oraciones comunitarias a realizar la acción, pero -agregó- buscá a alguien para que te acompañe mientras tanto. Eran ya las 0,30 del día 15 y mi pintura con la imagen de la Virgen Asunta al cielo entre nubes no secaba sobre el papel que medía dos metros por uno de ancho. Claudio había leído en voz alta hasta recién un poco de Lógica y un poco de Aristóteles mientras cebaba mates. Después de irse a dormir apagué la luz de la sala donde estábamos y recordé las palabras que me dijo: No te preocupes que quede borroso y no seque, la Virgen está contenta porque le obedeciste. Dormí y me levanté antes que todos para ir a colgar el afiche que había pintado en témperas y verdaderamente no podía creer lo que veía: la Asunción de María estaba coloreada en forma nítida y clara, yo diría "perfecta". Al verla, todos quedaron admirados, pero Claudio que volaba de alegría, y me decía por lo bajo: "Cómo te quiere María".Yo, callaba absorto... Este joven de Dios habría llegado a ser un santo para los hombres si hubiera seguido entre nosotros... pero estoy seguro que el Señor ya lo recibió como amigo suyo. Claudio siempre escribía. Escribía reflexiones, pensamientos y muchas cartas. Su necesidad de hacer el bien y comunicar la palabra de Dios era fuerte. Una vez me dijo: "Hermano, hice estos versos, a ver si le podés poner música": Me estoy desangrando hasta que llegue el Reino. Descubro al hermano que nunca llega a su pan. Descubro hermanos que ven a su padre bajo vino. (etc.) (Conservo el total de los versos de su puño y letra).

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El quería adiestrarse de todas las maneras para su acción y como no poseía oído musical muy desarrollado y no era afinado, me pidió por lo menos aprender algunos acordes en la guitarra para no desilusionar a los chicos cuando le pidieran que hiciese música durante su trabajo con ellos. !Qué humildad! Había otro seminarista que era de Santa Fe- Julio Firmani- a quien Claudio quería mucho por su profundidad, su simpleza, su candidez y su nobleza. Otro era Gabriel Repetto de San Nicolás que sólo tenía diecisiete años y era tan alegre, y deportista que lo recuerdo colocando un libro sobre el suelo, se paraba con las manos y estudiaba así, en esa postura por largo tiempo. También estaba Adrián Ghirardi - hoy sacerdote- quien lo bautizó "POCHO" porque alguien dijo que Claudio era peronista por los papeles en los que escribía. Con nosotros estaba Eduardo Pietrapertosa, de Rosario; Roberto Domínguez de Corrientes y Norberto Cancinos de San Nicolás. Estábamos dirigidos por dos seminaristas mayores, hoy sacerdotes: Marcelo Ciavatti que está en Africa y Víctor Terenzano quien en su oportunidad viajó a Roma a realizar cursos de perfeccionamiento. Luego de aquellos tiempos me lo encontré en la "bici" recorriendo la ciudad y haciendo cosas por otros. Siempre nos saludamos con gran cariño fraterno y una vez le pregunté: Claudio, ¿Por qué siendo Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación trabajás en la Cocina Centralizada por un pequeño sueldo y vivís cerca de la villa?. Él me dijo: "Los chicos de allá me han atrapado. Yo los necesito y siento que hay cosas que puedo darles también y a vos, te necesitan cantando!!!” ALEJANDRO BOGADO Músico, compañero de Claudio en el Seminario Salesiano en Funes -

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Un fragmento de la vida de Pocho según Cris. Un día a fines del año 2002 Manuel me agarró del brazo y me dijo: “Tenés que escribir algo sobre el Pocho, porque somos pocos los que nos acordamos qué andaba haciendo por aquella época”. Le prometí que lo haría... algunas cosas siempre se postergan porque son muy dolorosas. Pero llega ese día en que el compromiso, en realidad, es directamente con el Pocho, y no hay salida. Con Pocho que me mira desde su foto que nunca abandona mi escritorio (junto a la de much@s otr@s que me ayudan a pensar para al menos equivocarme con convicción). Mi recuerdo breve, tal vez fragmentario, del Pocho Misionero. Yo conocí a Pocho, cuando no era Pocho. Digo, tod@s le decíamos Claudio y era un pibe misionero del grupo de los salesianos, de la banda de Edgardo Montaldo. Fue en el año 1990 cuando Jorge Aloi (que hoy es párroco de Oliveros) nos invitó a una reunión para comenzar a organizar una suerte de Pastoral Misionera. Quienes asistimos a esa reunión (que creo recordar fue en el Colegio La Salle) estábamos sufriendo un problema de identidad, cosa bastante habitual en l@s cristian@s cuando caemos en la cuenta de que nuestro trabajo es más político que pastoral. En fin, éramos un poco jóvenes para integrarnos a la Pastoral Social, éramos muy grandes para Pastoral Juvenil y poc@s íbamos a la Universidad, por lo que Pastoral Universitaria estaba fuera de la cuestión (no sólo por no pertenecer al ámbito sino por cuestiones metodológicas e ideológicas). El problema es que como cristian@s no encajábamos en ningún lado. Además, se sabe, l@s cristian@s que hemos abrazado con pasión la opción por los pobres somos un tanto fronteriz@s, estamos siempre por los bordes: demasiado zurdos para la Iglesia, demasiado conservadores y reformistas para algun@s de nuestr@s compañer@s de izquierda. Cuando uno va entrando en esta iglesia diferente de la heredada y aprendida en los catecismos clásicos, va encontrando advertencias (incluso en el Evangeliio) de que la mano no viene fácil, de que seremos perseguid@s, denostad@s, muert@s. Pero también está esa comprensión de esa otra sociedad posible que en tanto Reino, está todavía a medio construir y que constituye el mayor

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desafío. Al momento de poner las cosas en la balanza, parece que la cosa viene hasta equilibrada. Aunque no siempre, como le pasó al Pocho. Vuelvo al año 90 y con mucha fuerza e innumerables reuniones, generosamente rociadas con... mates, nace la Pastoral Misionera Diocesana, aunque acéfala porque a Jorge Aloi lo trasladan lejos de nosotros (algo olfateaban). No fue una catástrofe pero sí una gran pérdida: l@s laic@s desde el Concilio hemos sido habilitad@s a tomar en nuestras manos las decisiones y las formas de hacer realidad el Evangelio en el que creemos, todo un ejemplo de democracia participativa que much@s todavía no entienden. Nos parecía bueno (y sólo eso) ir a charlar con el Obispo López para contarle en qué andaban sus ovejas (negras) y nunca quiso recibirnos porque esa Pastoral no existía en Rosario. O sea, nosotr@s no existíamos. Sin embargo, nuestro trabajo cotidiano en los barrios, nuestros veranos o inviernos en los lugares más alejados del país compartiendo con, paradoja mediante, l@s más prójimos y a la vez l@s más lejan@s no eran ilusiones ópticas y cada minuto vivido con l@s pobres iba dejando marcas en nuestra piel y en nuestra alma. También en nuestra conciencia que tenía cada vez más claro que lo que hacíamos se ignoraba para barrer la tierra debajo de la alfombra... y tener un problema menos. Seguimos adelante. Si el Obispo no nos daba su bendición tal vez era todo un signo... Releo las actas de nuestras reuniones que fueron del 90 al 93 cuidadosamente guardadas, hoy casi como una reliquia, y no había una reunión en la que “Claudio” (debidamente anotado) no estuviera, junto a Manuel, el eterno copiloto. Desde el principio fue lo que tod@s, desde diversos ámbitos, recordamos con claridad: la bici, los largos silencios, los amagues a decir algo y arrepentirse, la palabra justa, la sonrisa eterna aunque todo viniera serio... Nos organizamos en comisiones y él coordinaba la de prensa y difusión; se le ocurrió hacer un boletín que en el primer número no tuvo nombre porque Claudio quería que lo bautizáramos entre tod@s. Finalmente se llamó “Tejiendo esperanza” y tuvo su número 2. Escribía Claudio en el Editorial del número 1 una historia del grupo muy parecida a la que les cuento, manteniendo ese saborcito a clandestino que tanto nos gustaba. Claudio organizó la biblioteca misionera, nos suscribió a las revistas de INCUPO, nos sugería qué leer para ahorrarnos el trabajo de 127

elegir...,siempre estaba allí. Estuvimos en un Encuentro de Jóvenes de Paraná donde l@s misioner@s fuimos un poco maltratad@s: de nuevo no había lugar para nosotr@s, casi como Jesús cuando quiso nacer. Esto, en lugar de desanimarnos, nos dio más fuerza. En el año 92 nos fuimos tod@s al Encuentro Nacional de Misioneros en Posadas y por fin nos encontramos con nuestros iguales: chicos y chicas de todo el país que estaban comprometi@s como nosotr@s en el trabajo con el pueblo. El equipo siguió funcionando hasta el año 93 en que nos fuimos diluyendo porque cada vez estábamos involucrad@s en más cosas: la tarea era cada vez más grande, más dura. Eran las épocas del dólar barato, del microondas y de los viajes a Miami, del aumento paralelo de la pobreza, de la desocupación, del doloroso aprendizaje que implicaba vivir en el neoliberalismo y la globalización financiera. Volvíamos a Medellín para no errar el camino: ver, juzgar y obrar. Cada un@ en lo suyo, en su comunidad, en su barrio seguía construyendo el Reino. A Pocho (ya no más Claudio) lo vi pasar innumerables veces por casa con su bici, lo vi en las marchas, lo vi en el Grito de l@s Excluid@s, en la calle, siempre con la sonrisa y el abrazo fuerte. Siempre allí, como en las reuniones del grupo misionero. De Pocho tuve noticias frescas porque algunos de los pibes de La Vagancia se venían a la Aire Libre al taller de redacción y diseño donde estábamos armando un número del Ángel de Lata... y siempre mandaba saludos. Muchas veces pensé “me tengo que ir a Ludueña a tomar unos mates con el Pocho”. Y uno deja pasar esas cosas porque supone que los buenos tipos siempre estarán allí. A Pocho lo vi, muerto, el 20 de diciembre y no recuerdo haber llorado tanto por nadie en mi vida, no recuerdo haberme encontrado con tant@s compañer@s de tantos años de militancia (que ni sabía que lo conocían) en ese día de tanto dolor, de tanta impotencia, de tanto no sé cómo llamarlo porque nos superaba, no recuerdo haberme hecho tantas preguntas que no tenían respuesta. También me di cuenta ese día de lo presente que él estaba siempre aunque no nos encontráramos seguido, de que estábamos recorriendo caminos parecidos, por distintos senderos. A Pocho, ahora lo veo siempre porque en cada lugar donde estoy, alguien lo recuerda como si estuviera por aparecer en cualquier momento. En su 128

recuerdo, y por esa insoportable impunidad que rodea su muerte, llevo una cinta negra cada 19, desde ése 19 donde se fue a bicicletear por otros reinos. Y la cinta siempre genera la pregunta del por qué, y es mi revancha, es mi oportunidad de hacer la pedagogía de Pocho, porque era eso sencillamente, un Maestro. Y como entonces, vienen a mí,

fuertes,

esas palabras de una

canción vieja de Alma y Vida, que pusimos junto a su foto en la Carpa de la Resistencia: “Tu lucha no morirá jamás”. ¡POCHO VIVE! Rosario, 1º de mayo de 2003. Cris Martínez

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A mi amigo muy querido y compañero Pocho quien vive entre todos nosotros: " La no violencia no es una vestimenta que uno se pone y se saca a voluntad. Su sede se encuentra en el corazón y debe ser inseparable de nuestro ser." M. Ghandi. ”El camino de Jericó debe ser hecho de otra manera para que hombres y mujeres ya no sigan siendo golpeados y despojados en los caminos de la vida”. Martin Luther King.

En una página de un viejo cuaderno de hace unos cinco años encontré estos nombres de adolescentes y jóvenes: Natalia Martín, 19 años; Anando Aguirre, 22 años; Luis, 16 años; Benjamín González, 15 años; Leandro Pereira, 14 años; Lucas López, 16 años; Jorge González, 14 años; Manuel López, 22 años; Pocho, 31 años; Sergio López, 19 años; Pablo Ramírez, 15 años... Sí, Pocho estaba entre ellos una siesta de un sábado gris de mayo en una pequeña y pobre salita de la Escuela 1027, Vicaría Sagrado Corazón, Obra Salesiana Don Bosco, Barrio Ludueña de nuestra ciudad. En ella realizábamos dibujos, pinturas, compartíamos poesías, lecturas, pensamientos, con la alegría que da la intimidad. Era uno más entre ellos, silencioso, siempre escuchando a todos, asintiendo con su característico movimiento que lo individualizaba, con su campera de nylon azul oscura bien finita, como siempre casi sin abrigo, con las manos heladas de su andar permanente en bicicleta... Concurrió algunas veces al taller para incentivar a otros la posibilidad de expresión y comunicación a través del Arte. Y, de esa manera participando en los procesos creativos y sociales lograr la inclusión desde la exclusión, pero manteniendo, defendiendo las particularidades indelegables de toda una población marginada.

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Así participamos juntos varios días con los jóvenes en el Pabellón de la Juventud de nuestra ciudad en un encuentro de proyectos voluntarios; en una instalación “Oda al Aire”, para que nunca sea vendido, en esta sociedad tan consumista, en la plaza San Martín de nuestra ciudad un 12 de Octubre en cuya fecha parte de la Iglesia celebra el Grito de los Excluidos. Participamos juntos en Seminarios de Formación Teológica, él siempre haciéndose cargo de los más pobres adolescentes y jóvenes, ahorrando juntos con muchos sacrificios para estos eventos y también espiritualmente formarlos para participar activamente en ellos, pues creía en esta única forma de ser Iglesia, la Iglesia de Jesús, la que por bautizados estamos obligados a los demás procurando el Reino de Dios en la tierra. Vivió encarnando lo que Jesús dijo "Hagan lo que digo", y no el tan humano, generalizado y pedigueño "Señor, Señor..."" Sí, Pocho quiero decirte que tenías en tu interior, la profunda paz y felicidad, resultado del amor generoso a todos los más indefensos, los más excluidos; acompañado del desprendimiento total de todo lo material, de ser bien visto, apreciado, exitoso.. Aunque muchas veces se te veia triste ante tantas situaciones extremas de miseria, estragos por la droga, delincuencia por la marginación y el desempleo, tenías interiormente la alegría y la paz que da la verdadera entrega con la sencillez profunda, resultado de la fuerza de voluntad, el esfuerzo para compartir

todo

con

los

amigos,

los

hermanos

del

barrio.

Tuviste

permanentemente no sólo la intención sino la decisión de ver lo bueno en todos los demás para lograr una apertura total, ser abiertos, receptivos, y de esta manera las semillas de autoestima y respeto mutuo siempre germinaron y crecieron, con el convencimiento absoluto de pensar cada uno por sí mismo y la necesidad del diálogo y del acuerdo consensuado en todas las decisiones. Siempre todos compartían las charlas en grupos en círculos buscando las diversas miradas en cada tema con respeto permanente a los pluralismos y a las diversidades.

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Tres trabajos tenías, eras profesor en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Escuela del Ludueña, eras cocinero en la escuela de Las Flores donde te asesinaron tan injusta y cobardemente, y en un centro Crecer donde coordinabas e impulsabas a los vecinos a realizar microemprendimientos como la cría de conejos, huertas, etc... "Donde hay un mundo, que quepan muchos más..."; no sólo compartías el pan, la ropa sino también tus tres sueldos duramente ganados sin gastar nada para lo individual. Todo lo compartías. Estuve varias veces en tu casita en un pasillo de tierra de los tantos laberintos y encrucijadas del Ludueña, sí me asombró mucho, hasta las lágrimas, ver cómo vivías sin jamás quejarte; sin ventanas ni vidrios, era de bloques sin revocar, y el viento corría con todas sus fuerzas, en cada rincón de tu pequeño lugar, que compartiste incluso el terreno con otra familia en Tte. Agneta 370 bis., ahora con entrada por Gorriti a través de la Comunidad Caminando con María. Todavía permanecés en mi agenda y en mi corazón y muchas veces hablo contigo como lo hacía anteriormente para consultarte cómo seguir andando... Sí, te identificaste totalmente con los hermanos tirados al lado del camino de esta sociedad salvaje, pagaste con tu vida el haberlos hecho sentir dignos hijos de Dios, no esclavos ni engranajes, merecedores de alcanzar sueños y luchar por ellos, dándoles el coraje de enfrentar los miedos y angustias, ayudarles a “mirar la inmensidad del mar”, como en el cuento de Galeano, donde el niño le pide a su padre ayuda para poder ver esa inmensidad... Tus pasos Pocho dejaron huellas muy marcadas en todos los que tuvimos la oportunidad de conocerte, ya que significaron con acciones de vida, profecías de humanidad, de diálogo, de respeto profundo a las diferencias, la no resignación ante la explotación injusta, porque tu solidaridad siempre fue crítica de las causas de nuestra miseria -tanto material como moral- en las que estamos inmersos.

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Sí, de todas las memorias y sufrimientos rescataste el valor de la vida y el don de evocar los sueños, caminando hacia un mañana mejor, de la mano tomados, sintiendo el afecto puro de la mano amiga, del abrazo compartido... ¿Y ha de morir contigo el mundo mago donde guarda el recuerdo los hábitos más puros de la vida,...? ........................................ Y ha de morir contigo el mundo tuyo, la vieja vida en orden tuyo y nuevo? ¿Los yunques y crisoles de tu alma trabajan para el polvo y para el viento? (Antonio Machado) No, Pocho, no murió contigo el mundo tuyo, estás con tus ojos bien abiertos, a veces empañados de lágrimas como “nuestro hombre de maíz”, quien en el Génesis de nuestra cultura precolombina Dios creó tan similar a la Divinidad misma. Luego Dios lo hizo llorar, para que su mirada fuera una de las tantas verdades de la Divinidad misma sin poder un solo “Hombre de Maíz” alcanzar por sí solo las infinitas facetas de la Verdad. Estás vivo en cada joven compañero o muchacha que cada sábado en los llamados oratorios buscan a los más pequeños y los llevan a las plazas del Ludueña, a jugar, a reír, a disfrutar, a compartir las meriendas, en los jóvenes pobres del barrio que se sientan a compartir ideas, a estudiar, a ser conscientes de su filiación de ser hijos de Dios, de su dignidad como tales, que los impulsa a mirar por un mañana mejor produciendo pequeños o grandes cambios en su interior, los cuales los llevan a resistir, a no resignarse a ser parte de un engranaje de exclusión que este mundo está produciendo. En este caminar por la dignidad humana y condiciones intrínsecas que hacen al derecho a la vida, tus huellas están bien grabadas en todos nosotros pues significan humanidad, compromiso, solidaridad crítica de las causas de la opresión, no sólo respeto por el otro sino hacer realidad el sentimiento de alteridad que este mundo ha perdido. 133

El sentido de compartir “la fiesta”, el famoso guiso, era la excusa para, con el corazón agradecido, sentir al otro verdaderamente como hermano, conocerlo, y te quiero decir que así me lo hicieron sentir sin diferencias de edades, de educación, y de sexo, fui sincera y gratamente sorprendida del trato igualitario y sincero. Así como Jesús realizó su primer milagro, a instancias de su madre, de transformar el agua en vino en una fiesta y no en un templo, así se reproducen tantos milagros de buenas obras anónimas de tantos chicos y chicas de nuestras comunidades pues cuando las fuerzas humanas se unen, se multiplican. El dinero y los valores económicos no unen a los seres humanos. Pueden intercambiarse o acrecentarse, pero en sí mismos no tienen la fuerza para unir. Sólo el encuentro real y profundo con el otro, con sus esperanzas y temores, con sus sufrimientos y alegrías

pueden generar la

energía para construir una nueva sociedad. El verdadero diálogo profundo y el intercambio del pensar y el hacer lo aprendí de las prácticas permanentes de las comunidades de la Vicaría. No, Pocho, no murió contigo el mundo tuyo, estás con tus ojos bien abiertos, a veces empañados de lágrimas, pero con una oración de gracias a pesar de todas las dificultades, en todas las comunidades cristianas del Ludueña. Querido Pocho, fuiste mártir por tu inmenso amor hacia los que no cuentan en un mundo manipulado por pocos, pero estás vivo como Jesús en cada uno de ellos. Pocho vive!!!! Alicia Vogel

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Pocho, una razón para seguir andando Me pidieron que dé por escrito mi testimonio sobre Pocho Lepratti y acepté pensando que sería fácil decir cómo era y quién fue Pocho para mí. Hoy, al tratar de hacerlo me ganaron las lágrimas y supe que no es posible acostumbrarse, que la tristeza de no tenerlo físicamente está escondida, que al pensar en él aparece y aún queda la bronca. Si bien con Pocho no nos veíamos a diario y no realizábamos nuestro trabajo social juntos, con sólo saber que podía contar con él muchas cosas se me hacían más fáciles. Ante las desilusiones del trabajo pastoral con su charla y mates amargos de por medio, me ayudaba a disipar las penas. Lo conocí en febrero de 1993, en el VIII Seminario de Formación Teológica que se realizó en Rosario. Yo coordiné el grupo I del ámbito Villas y él fue secretario del mismo durante toda la semana. Luego de compartir esa experiencia nos empezamos a encontrar en distintas reuniones de la diócesis; en talleres, en el grupo de formación para preparar los talleres, en visitas rápidas que me hacía en su bici alcanzándome “material bíblico” (avisos de encuentros de formación, encuentros de CEBs, la revista La Nota, el primer número de la revista El Angel de Lata) en las marchas pidiendo justicia y en los preparativos de cada uno de los S.F.T. que vivimos juntos en La Reja (Moreno Bs.As.), Berazategui, La Rioja, Jujuy, Santiago del Estero, General Roca, Capital Federal. En cada uno de ellos pude compartir con Pocho, descubrir y apreciar su fuerza, su humildad, su lucha, su esfuerzo multiplicado por conseguir la mayor cantidad de dinero para que participen muchos más chicos del seminario. Su ilusión era que los chicos al regresar y compartir sus experiencias, otros chicos se contagiasen de su entusiasmo y quisiesen participar ellos también. En esa tarea lo acompañé como tesorera y consejera, por la confianza y el cariño que nos teníamos, muchas veces me enojé con él por no entender por qué tenía que desgastarse buscando y pedaleando, por qué no los “apuraba”, por qué no era un poco egoísta y dejaba “colgados” a los que no se preocupaban. Le decía: “¿Por qué no viajás con menos chicos y así tenés más tranquilidad?”

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Nunca logré con mi enojo borrar su sonrisa ni su “Sí, Sí, Sí” permanente. Siempre obtuve una palmadita y un “Ya vamos a ver si lo arreglamos la próxima vez, ¿eh?” Al seminario de La Rioja del año 2001 fueron muy pocos chicos porque no lograron juntar mucho dinero, él no participó dejando su lugar a otro. A mí eso me dio mucha rabia e impotencia y se lo hice saber, me respondió “van los que tienen que ir, así está bien, cuídalos” Creo que recién entendí a Pocho cuando lo asesinaron, cuando lo vi en el cajón rodeado de los suyos, tan aplaudido, tan querido, tan venerado por todo el barrio, ese barrio pobre que siempre lo tuvo dando todo de lo poco que él tenía. Llorado por su gente, los jóvenes que no pedían a Dios venganza sino justicia, que no amenazaban con represalias a la “maldita yuta”sino que se comprometían a seguir sus enseñanzas, a no aflojar. De entre esos adolescente y jóvenes recuerdo al grupo “La Vagancia” en su inicio, tenían entre 14 y 16 años cuando Pocho los llevó a participar de los S.F.T y hoy que andan por los veintitantos llevan su bandera. Crecieron física y mentalmente, estoy segura que son ellos los que no van a dejar que sea en vano el trabajo social de Pocho. Para terminar quiero decir que fue un tipo elegido por el “Tata Dios” para laburar con todo por el Reino. Un flaco que no llevaba la Biblia encima todos los días en su mochila pero que siempre tuvo la Palabra de Dios al hombro hecha carne, hecha vida, dando constante testimonio de amor. Cercano a los jóvenes, amándolos como “su” Don Bosco le enseñó, nos contagió a muchos “viejos” a disculparlos más, a contenerlos más, a aceptarlos más, en fin, a amarlos, y tratamos de acompañarlo como pudimos a vivir su “estilo Pocho” de vida, su compromiso con el Evangelio. Sé que Pocho desde Dios nos sonríe y desde nosotros nos empuja a seguir en la lucha, nos anima a no desanimarnos, nos alienta a “seguir andando nomás” deseando y exigiendo JUSTICIA, PAN y PAZ para todos. AMEN. María Rosa Farinetti de Luna. Participante del Seminario de Formación Teológica

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Los Barrios

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LAMENTO POR EL ÁNGEL Sergio Ferreyra

Seguro que todos éramos más crueles antes de los saqueos y de que lo mataran al Pocho. A las putas las llamábamos putas y nos reíamos de ellas, agrupadas siempre contra el paredón de la maestranza, feas y tristes, muertas de frío. En el barrio viejo se repetían los caserones abandonados mil veces, y una más vueltos a ocupar por linyeras anémicos, de facciones de apóstoles y sombras remendadas en torno a un fuego blanco; gatos en celo aullaban las azoteas como brujas cínicas, y cartoneros ávidos esperaban la luna para salir en hordas a cazar perros por el empedrado. Alicia era una más del barrio viejo que se metió a puta y le fue mal. El conejo falaz del país de las pesadillas ya había tratado de seducirla con mentiras inglesas: ella le cortó el pescuezo de un solo tajo, lo desnudó de su espuma perfumada —cuerito que tiró al piso junto a su camastro de harapos, para apoyar los pies— y echó el cadáver inerme y trémulo en la cacerola del guiso. Aquella noche eructó tres veces mientras estiraba en torno de sus muslos sucios unas medias agujereadas. Alicia se fue hundiendo en la noche con el sonido par de unos suecos ajenos. Por supuesto, ignoraba ella que el Pocho se había mudado semanas antes al otro lado del paredón de la maestranza, a la villa de emergencia, y que pordioseros y ladrones lo nombraban a él cuando decían el ángel. Ella también era cruel y los descalificaba muertos de hambre peores que yo, y no pedía ayuda y no la daba. El primer tipo que se le acercó era un pobre tipo: el auto prestado, un billete chico, las palabras entre la barba olían a alcohol barato. Alicia aceptó enseguida, por hambre y porque ella valía un billete chico. Después, cabalgó sobre su temblor helado, sobre su piel de tabaco. Él se aferraba al volante para no volver a acariciar por error las costillas nítidas de ella, el pelo graso, las nalgas mezquinas. Ella le tajeó la camisa con las uñas, también la carne del pecho. Por hambre le lamió la sangre y le pegaba una y otra vez cuando lo

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sentía desfallecer, para obligarlo a seguir. El pobre tipo se enamoró de la puta fea y nosotros nos burlamos de ellos, pero esa no era la historia importante. El tema era el Pocho, que en la villa multiplicaba panes y pescados, y sabía oraciones para arrancarte del cuerpo el diablo de la angustia. Raro el Pocho: no siendo cura había hecho voto de castidad, y de pobreza. De obediencia jamás. De obediencia nunca. El pobre tipo había vuelto a buscar a Alicia, impermeable a los rechazos. Se quedó sin billetes cuando ya no le prestaron el auto. Ella lo insultaba a gritos porque le obstaculizaba oportunidades mejores, bueno, mentía, pero eso supo aducir para ahuyentarlo. Una mañana húmeda, el tipo llegó al umbral del viejo caserón casi derrumbado donde ella vivía. Se desnudó prolijamente, apilando la ropa en la vereda. Después gritó: ¡Che, acá vine! Se sentó tembloroso, tal su costumbre. Las lágrimas entre las rodillas huesudas. Era un pobre tipo alto. Vio un mendigo juntar la ropa, convidarle un pucho apagado que había despegado de su oreja. El viento lo fue cubriendo de otoño y de diarios amarillos contra la pesada puerta del caserón. Después, el invierno lo develó esperándola. Unos gatos en celo quisieron comerle los grises testículos mustios. Esa madrugada su largo grito se clavó en la piel del horizonte. Primero la sangre, luego la luz. Nadie volvió a ver a Alicia. En el barrio viejo decían que había muerto. Una nena descalza, maquillada de tierra, junto al que estaba sentado en el umbral. Golpeó con la punta de los dedos de su pie el tobillo casi azul. Entonces ella vio como el rostro de un fantasma alzarse de su máscara de rodillas; él vio como la imagen de un sueño en el lejano extremo luminoso de un túnel. La mano extendida de la nena ofrecía un resto de pan poco babeado. La gente del barrio viejo miraba por las noches la ventana desencajada del caserón, para ver si el resplandor de los huesos de Alicia les daba novedad Los saqueos empezaron junto con el verano. Se habían movido los agitadores, es cierto, pero más que nadie el hambre, las enfermedades, ni agua limpia tenían en la villa: por miles salieron de las ciénagas del basural, de las tinieblas del callejón, del otro lado de los terraplenes cuyos zanjones 140

caprichosos de aguas servidas, y jaurías verdes desgarrándose en la disputa por el despojo de una rata. Del reverso de las cuentas pendientes, donde lo único fácil es multiplicarse, salieron multiplicados. Nunca terminaba de pasar bajo las ventanas la masa compacta y abrasiva, con su olor acre de caballos, de humo, de semen de cebolla. A su paso los árboles quedaron sin hojas, las veredas sin baldosas, los autos oxidados y sin ruedas. Si parecían inmortales, porque dos veces no se puede morir. Venían embozados, con palos en las manos. Sus cachorros prendidos a los pezones secos. Aquella era la historia, sin duda. Oscureció a las 13 y los dueños de las sombras encendieron antorchas porque, curiosamente, los dueños del fuego también eran ellos, los que no cuelgan peces eléctricos del cielorraso, porque no poseen peces, ni electricidad ni cielorraso. Y aun con las caras cubiertas se reconocían por el hedor: allá los cirujas que se quedaron sin carros, allá la madre que los parió, allá los asistentes sociales excluidos de los planes del Banco Mundial, allá las putas del paredón de la maestranza que terminaron solas, viejas. Para entonces, ellos y nosotros habíamos dejado de ser tan crueles. Después, ya se imaginará, la policía, eyaculados por los dispositivos de seguridad y mano dura, espermas de metal con sus sirenas aullando como cínicas brujas; sus perros de pólvora mordían aquella carne amarga. Treinta y tres muertos, Nicolás, vos hiciste el terrible balance, uno de ellos el Pocho, que seguro era ángel, porque suspendido a cuatro metros del suelo, hermoso y feroz, ofrecía la vida en la garganta, ¡dejen de tirarle a la gente, cagones!, gritaba, apuntándolos con el dedo. El tiro de escopeta lo derribó. Los asesinos alegarían más tarde en su defensa que el Pocho no volaba, estaba en lo alto, allá, sí, es verdad, pero crucificado. El cuerpo al desplomarse erigió gigantesca rosa de polvo gris, golpe del cuerpo en la tierra fue el trueno, el sismo fue, el último antes de un silencio que duró para siempre. Los del barrio viejo dicen que en la villa ya no hay quien camine con la cabeza en alto; dicen que no hay paredón que no esté escrito en la ciudad: ¡Pocho vive! Con pintura, con alquitrán, con carbón, con mierda: ¡Pocho vive, carajo! ¡Mueran los asesinos! Tantas cosas los del barrio viejo dicen: que, al día siguiente de la tragedia, Alicia ya no tan cruel salió por fin del caserón, con un ruidito de óxido. Ayudó a incorporarse al pobre tipo entumecido. Hubo una 141

música de huesos desafinados. Le pasó el largo brazo flaco por sobre su hombro con un amor minúsculo. Dicen los del barrio viejo que los vieron, dos sombras contra el sol anaranjado: ella con la pollera en jirones, él con los testículos mustios casi hasta las rodillas; bajaban lentamente por el callejón de piedra.

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No disparen “Soy entrerriano”, -así se presentó- “de Concepción del Uruguay”. “Me dicen Pocho, no sé por qué. Vine a Rosario, a estudiar de seminarista hace algunos años, pero es bastante bravo, estoy pensando en abandonar. Y ustedes ¿qué hacen, son vecinos de la parroquia?”, preguntó, al ver que todos le prestábamos atención cuando entró al salón. Había bajado de su bicicleta, su fiel amiga que lo llevaba a donde él deseara. La tarde era tibia y el cielo celeste y sin nubes. “Vamos, arrímense -pidió- no los voy a morder” y eso despertó en varios una sonrisa nerviosa. Los humildes jóvenes, alborotados hasta su ingreso, comenzaron a acercarse con cierta desconfianza. Al fin… era un extraño.“ Vosme señaló con el índice- ayúdame, pondremos estas sillas a un costado y nos sentaremos en semicírculo”. La charla informal se extendió hasta la hora del mate cocido. Nos contó de su familia y de su estadía en el seminario. El sábado siguiente, volvimos a reunirnos, pero ahora Pocho pareció tener un plan trazado cuando dijo ¿ Les parece que hablemos de la cuestión de la droga? Terminada la reunión, organizamos un partido de fútbol. El flaco decía haber jugado de “ nueve” en el equipo de los Panza Verde. Los encuentros en la parroquia del barrio se repitieron en varios temarios: falta de trabajo, educación; inseguridad y de más. Claudio “Pocho” Lepratti era un hombre sencillo, educado y que valoraba en su justa medida los bienes materiales. Eso me impresionó desde un principio. Nada de deseos desmedidos ni gustos extravagantes. Llegaba al barrio montado en una bicicleta, saludaba a todos y enseguida sabía quién precisaba ayuda. Se ofrecía a colaborar en levantar tanto una habitación de ladrillos, como en pintar una pared o cambiar las chapas de zinc de esas humildes viviendas. Realmente me sorprendía por su disponibilidad. Lo más llamativo era su don de gente y su apego a los chicos. Algo o alguien le había enseñado que ahí, en la infancia, se encontraba lo más puro y necesitado de la poblacion, también era el sector que mejor podía proyectarnos al futuro.

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Organizó en poco tiempo, junto a un grupo de madres, un comedor barrial, almorzaban hijos de desocupados y algunos ancianos, y él era el encargado de preparar la comida. Buena mano para la gastronomía. Además, habílisimo para reclamar ayuda en todo el barrio. Él había formado una gran familia. Cada uno sumaba lo que podía, y todos disfrutaban del momento. Tuvimos por fin ilusiones. Siempre recordamos aquel día del niño en el que se disfrazó de payaso y jugó con una alegría tal, que hacía olvidar los sinsabores de la pobreza. Todos colaboraron, hubo música y bailamos. La idea del Pocho era superar el mal momento que chicos y padres estábamos sufriendo y buscaba dentro de su filosofía humanista integrar a toda esa “vagancia” como nos gustaba denominarnos. ”Si nos juntamos con educación y organización podremos salir de esta situación y disfrutar de una historia diferente para todos”- sostenía. “Resistir, no bajar los brazos, ni contestar a los violentos” era su propuesta. “Ellos usan la fuerza de los de arriba, de los que tienen la panza llena de comer bien y duermen abrigados. Esa es la diferencia que debemos zanjar, tendiendo un puente y demostrando que todos somos iguales, que el color de nuestra piel puede ser más oscura y nuestro pelo más hirsuto. pero que en nuestro interior sentimos, deseamos, reímos y lloramos por parecidas cosas” “Un par de zapatos de cuero, lustrosos, pueden sostener a una persona indecente. Nosotros, los humildes con un par de alpargatas limpias podemos, actuando honestamente, aventajarlas en una sociedad donde impere la justicia” Pocho nos alentaba constantemente. Era un militante de la vida, un gestor fervoroso por un mundo nuevo y cambiante, amigo de la organización de variadas actividades y enseñar respetando. Tenía una férrea voluntad, deseaba lograr una sociedad justa e igualitaria. Era un flaco de pelo largo y limpio, despeinado por su enérgica actividad. Nunca se estaba quieto, proponía y filosofaba con conocimiento, aceptaba otras ideas, discutía y buscaba caminos de encuentro. Para mí era un ser que vivía fuera de tiempo. Un espadachín de la liberación moral y verdadero militante de las causas populares. Era, así lo consideraba yo, una verdadera utopía viviente.

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Su visión del mundo era redonda como una naranja dulce y brillante, algo “alocada”, tal vez. “Los tiempos presentes se están desarmando a nuestro favor, la solidaridad se impondrá, es cuestión de mantener una militante paciencia, sin renunciar a nuestras exigencias” esa era su carta de presentación, su as de espadas en el que se jugaba por algo más que un puñado de porotos. “Sí, pero, hasta cuándo seguiremos en la cola a la espera de que mejore nuestra realidad” -le dije casi con desánimo- y continué: “queremos, necesitamos nuestro propio espacio”, exclamé casi con fastidio. Los compañeros asentían y aprobaron mis palabras con la mirada y hubo momentos de tensa algarabía. Pocho se sumó a ella dándome una palmada. Otro día Claudio nos enseñó, era un maestro para eso, que el bien material alcanza, pero que el alimento esencial es el pan de la justicia, de la verdad, aquel que no se destruye y es apetecido por los otros. Todo lo que llegue al corazón y al alma en un gesto desinteresado, hasta una sonrisa, es de alcance infinito. “Toda nuestra existencia sería mejor si fuera más justa” decía. Es por ese motivo que Lepratti nos proponía la liberación, una herramienta para alcanzar el amor en este mundo. Eliminar las miserias e injusticias. Tomar conciencia de la realidad, pero no venderse a los poderosos. Una tarde del mes de diciembre, la gente se hartó de promesas y salió a pedir lo que le corresponde por derecho natural. Los poderosos ordenaban reprimir sin miramientos. Claudio sintió en carne propia que era preciso calmar los ánimos de quienes disparaban y para ello no dudó en subir al techo de la escuela para exigir tranquilidad. Su espíritu etéreo comenzó a elevarse, poco a poco, y se perdió entre las blancas nubes empujadas vaya a saber hacia qué infinito lugar. Cuentan los viejos habitantes del barrio Las Flores, que todas las tardes, a la hora precisa en que Pocho aparecía por aquellas latitudes, se siente una melodía celestial y una cálida brisa alcanza a los corazones de aquel ambiente Juan Fernando Bianchi

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La Luz Sabés, Pocho, la primera vez que te vi, en tu bicicleta, rodeado de niños, me acordé de aquel personaje tan dulce, el extraterrestre ET, de aquella película inolvidable, que podía volar en su bicicleta, igual que vos, que un día te volaste al cielo, sin la bicicleta, claro, pero con todo el recuerdo y la sonrisa de un barrio que no ha podido olvidarte y que no podrá reemplazarte jamás. Te acordás, el extraterrestre aquel, tenía un dedo luminoso y con él curaba las heridas de los chicos, igual que vos, nada más que tu luz estaba en tu corazón y con él iluminabas como un faro. El faro que guía a los perdidos y ayuda a encontrar el buen camino, así, de esta forma eras para nosotros como el faro en las tormentas. Tu palabra, tu imagen, tu acción, siempre dispuesto a la emergencia, siempre en la lucha por los pobres y por los necesitados de justicia, aquellos a quienes nadie recuerda salvo para cuando los necesitan para sus intereses personales. En cambio, vos Pocho, nunca pediste, ni quisiste nada a cambio de tu trabajo, de tu amor, de tu fe por la gente, por los niños, por los compañeros. Pero un día alguien con poder, se sintió molesto por tu luz, el temor a que despertaran las conciencias dormidas de los humildes, de los castigados, de los que para comer deben buscar en la basura o en el delito, de aquellos que para olvidar sus sufrimientos buscan refugio en el alcohol, o en las drogas. Sí Pocho, vos molestabas, molestabas a los que lucran con la miseria ajena, con el dolor y con el vicio que ellos fomentan y que con sus dineros pagan a mercenarios camuflados de servidores de la ley y el orden, que matan para apagar esas luces. Pero no lo lograron, ni lo lograrán, la luz sigue encendida en el recuerdo, en la esperanza de otros Pochos, que vendrán a recoger tu flama. Muchas de tus semillas sembradas brotarán y echarán raíces y formarán montes de luces, para terminar con el hambre, con la desocupación, con la pobreza y con la injusticia. Por eso te recordamos hoy, Pocho Lepratti, nuestro ET, nuestro guía, nuestro faro y sabemos que no se apagará tu luz con la que vigilaremos noche y día a los que pretendan dejarnos a oscuras.

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El poder es tan necio y tan carente de razonamiento que no entiende que si antes había una luz encendida, después de tu muerte hay diez, cien Pochos Lepratti. Y pronto serán miles las luces que encandilarán a los necios y ya no podrán apagarlas aunque vuelquen toda el agua de nuestro río, porque esa luz es luz del alma, del espíritu del amor, de la lucha, de la igualdad. No pueden sostener más las mentiras, las promesas vacías, la hipocresía de llorar con un solo ojo... Este pueblo se cansó, Pocho y ya dijo basta, se terminó. Tu fe en Dios, tu amor por Jesús, el primero que encendió la luz divina y alumbró el camino, hoy seguramente te ha recompensado y te tendrá a su lado. Nosotros Pocho, simplemente, nunca te olvidaremos. Francisco Agostinetti

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El Pocho: Así lo apodan todos aquellos que compartieron su camino. “Pocho Vive”, está presente en la memoria de todos los que siguen caminando. “San Pocho de Ludueña”, lo describe en cuerpo y alma. Decir Pocho es hablar de justicia e igualdad. Padre, hermano, amigo, guía espiritual. _ “¿No tenés qué comer? Andá a lo de Pocho que él te va a dar.” _ “¿No tenés dónde ir? Pocho en la casa te hace un lugar”. _ “¿Estás en líos y no sabés qué hacer? Seguíme, vení y escuchalo a Pocho. _ ¿No querés ir? Pará, Pocho va a venir. Ese es Claudio Hugo Lepratti. Claudio Pocho Lepratti POR ALEJANDRA CHORT ¿Qué querés que te cuente del Pocho? Vení, sentate, vamos a tomar unos mates... ¿Y qué te puedo decir? Yo un día, estaba parada por acá, en la calle cerca del comedor del padre Edgardo. Pasa un melenudo en bici que se para y me pregunta: _ ¡Y vos! ¿Qué hacés? _ ¡Y a vos! ¿Qué te importa? - Le dije buscando pelea -. Me miró, sonrió y se alejó pedaleando... “Un boludo que no es del Ludueña y se perdió”. Pero va que un día mi vieja me dice: _ ¡Andá a la misa del padre Montaldo! ¡Dale que le va a hablar a los chicos! _ ¿Y? –Le dije -. _ ¡No te la pierdas, nena! ¡Van todos tus amigos! Fui rezongando. ¡Pero fui! No va que me lo cruzo en la vicaría, a este tipo. Me guiñó un ojo y yo en respuesta levanté la mano. Mientras pensaba: ¿Y éste? ¡Me saluda como si nos conociéramos desde siempre!

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Me entró curiosidad, porque de nunca verlo pasar, empecé a verlo todos los días y a cualquier hora. Subido en su bici. Yendo y viniendo. Por eso pregunté: _ ¿Che, quién es? _ ¿Quién? ¿El barbudo de la bici? Ése, es Claudio. Vive atrás de la casa de Milton – Me contestó un amigo. _ ¿Y qué hace acá? _ No sé. Los pibes dicen que viene a enseñar la palabra. _ ¿Qué palabra? _ ¡El Evangelio! La palabra de Dios, pero de una manera piola. Lo que pasa, que... Creo que él estudiaba para ser cura como Edgardo, pero dejó y se vino para acá. Igual, los que lo conocen dicen que sigue con los votos de pobreza y castidad. _ ¡Y si vino para acá, lo de pobreza lo va a cumplir seguro! En realidad, antes pensaba que el tipo estaba chiflado. Pero al conocerlo me hizo entender un montón de cosas. “La elección de abandonar la Iglesia, pero no el corazón de la misma, los pobres, los débiles y desamparados”. Pocho vino para trabajar con nosotros. Sabés que es mentira eso de que es lindo dar vueltas sin hacer nada, sin ir a ningún lado. Te cansás, entrás como en un estado de somnolencia, donde no sabés si lo que está pasando, te pasa realmente a vos. Perdés el valor de las cosas, todo te da igual... Los domingos al mediodía nos juntábamos siempre detrás de la capilla y cada vez éramos menos. ¿Y estos locos dónde están? –Pregunté. Me enteré que estaban mateando con el Pocho en el saloncito de la vicaría, que después de estar años sucio y abandonado entre un grupo de pibes lo arreglaron formando un espacio de “encuentro para los jóvenes”. Y nos mandamos para allá, para ver si ligábamos unas facturitas. Hablaban de todo un poco, de las clases de catequesis a la cual algunos concurrían... Pero en verdad, yo no me enganchaba, quería salir, me sentía como un perro enjaulado, ahí charlando. Mi vieja siempre me decía: “Pero vos nena tenés el diablo metido en el cuerpo.” - cuando yo le contaba. Un día lo vi a Monchi, guitarra en mano. 149

_ ¿Qué hacés, che? – le dije _ Me voy al Taller. _ ¿Taller? _ ¿Qué no te enteraste? En la casa del Pocho podés estudiar guitarra. ¡Anotate! _ ¿Yo? Si no sé tocar ni el timbre. Pero él sabía que a mí me gustaba la música, y me dijo: _ Podés cantar. _ ¿Yo? _ Bueno, silbar. No sé, vení y vemos. Y como a curiosa no me gana nadie, ahí estaba yo, presente en el Taller de guitarra. Y no era un tallercito, era El Taller, con profe y todo. Así empecé. Pero esto no quedaba en tocar un rato nomás, o sacarte las ganas de cantar. Nos empezamos a conocer más entre el grupo de pibes que frecuentaba el Taller y otras reuniones que se iban dando con Pocho a la cabeza. Que juntarnos a tomar mate, un paseo organizado que se daba por ahí, hasta ver un par de películas en la casa de alguno de los chicos. ¡Y el gran guiso gran en la casa del Pocho! Me acuerdo lo que trabajó Claudio con un par de pibes más, arreglando un salón que hizo las veces de lugar donde se daba catequesis a los adolescentes que querían confirmarse. Primero había una mesa con dos bancos, era lo que se pudo conseguir y la instalación para darle luz al lugar. Pero cuando se inauguró se encontraron con que se habían robado toda la instalación eléctrica; eso no les hizo bajar los brazos, al contrario, empezaron igual. ¡Y con una alegría! Nosotros queríamos hacer un campamento. Bueno, yo fui siempre un poco vaga en eso de organizar. Sabíamos de los campamentos de parte de los salesianos de Funes y teníamos ganas de hacer uno. ¡Y lo hicimos che! Fue con un poquito más de trabajo de lo que pensábamos, pero nos sirvió. Aprendimos un toco, que armar las actividades, horarios, comida, transporte, conseguir el lugar, asumir responsabilidades.

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¡Salió rebueno! Fue una buena experiencia, es como que se formó otro tipo de relación entre todos y ahí el 11 de noviembre de 1993 surge el grupo “La Vagancia”, apodo que a más de uno nos identifica. Y el Pocho estaba en todo, catequesis, Taller, mateada, los guisos hechos por él. Siempre hablándonos, siempre observando y preguntándonos por lo que nos gustaba. Y vos le decías, no sé, algo loco como “me gustaría volar” y al otro día te organizaba un Taller de Vuelo. Él de acuerdo a las necesidades y a través de nuestras inquietudes iba formando talleres, grupos, reuniones. Nos expresábamos, nos sentíamos útiles, libres, aprendíamos nuestros valores, nuestros derechos y responsabilidades. ¿La escuela? ¿Para qué?, le decíamos.- Si no te sirve para nada, no hay laburo, no hay nada. Pero él decía que está bien que en ese momento no había trabajo,

pero

eso

no

importaba.

“Vos

tenés

que

estudiar,

adquirir

conocimientos, pelear por lo tuyo y por los que están con vos. Así aprendes a defenderte, a pensar con cabeza propia y no con las cosas que te dicen los demás”, nos decía. ¡Y ahora estoy estudiando! Me falta poquito y termino la secundaria, otros pibes ya la terminaron y a algunos les falta rendir un par de materias. ¡Quién te ha visto y quién te ve!, diría mi vieja. Zafé de la droga. ¡Ah..! Esa es otra que no te conté. No te digo que fue tan fácil como empezar el Taller de guitarra, pero gracias a Dios, sí a Dios, que puso en mi camino a Pocho y al padre Edgardo. Ellos me mostraron que la droga te destruye, te engaña, te va consumiendo de a poco. Me enseñaron que la droga es el negocio de los poderosos que te la dan, te la regalan. La meten en la villa para que no molestes y si te morís, mejor. Uno menos que no va a abrir la boca, uno menos que se revele ante el Sistema. Y como yo zafamos muchos. Gracias a nuestro angelito “San Pocho de Ludueña”, como lo saben llamar. Además nos sirvió para concientizar a un montón de pibes, que no se dejen engañar y no entren en esa mierda. Como te decía, para que no entren en esa mierda. Te cuento otra. Para que veas la constancia que tenía Claudio, nunca vi a un tipo con tanta paciencia. Porque por ahí nos hacíamos la rata a algunas 151

reuniones, pero seguro que no pasaba mucho tiempo sin tener noticias de él. O te mandaba a llamar papel de por medio o te iba a buscar a tu casa papel en mano. Y vos ya te lo veías venir, después si no ibas ya lo esperabas sabiendo que se venía el sermón. Y digo, ¡Pucha! Pensar que antes lo esquivaba para no recibir ese sermón que bien merecido lo tenía. Y ahora lo espero... Lo necesito... ¡Lo extraño tanto! Bueno, el famoso papelito decía: ¿Por qué estamos? ¿Para qué estamos? ¿Por qué tenemos que estar? ¿Por qué tenemos que seguir? ¿Queremos seguir? ¿Qué es “La Vagancia”? ¿Por qué estamos en “La Vagancia”? ¿Qué queremos de “La Vagancia”? Te puedo asegurar que hasta que no le dabas el papel con todo contestado el vago no aflojaba. Iba y venía, dos, tres, cuatro veces, hasta que recibía el papel con todo hecho. Lo tenías que contestar porque él seguro iba a volver a pasar. Después estaba el Taller de La Nota. ¡Esa fue mundial! Eso sí que era todo a pulmón. Nos reuníamos en la casa de Walter, porque la mamá era la única del barrio que tenía máquina de escribir y todo el mundo hasta no sé que horas de la noche haciendo notita por notita. Ahí se escribían las actividades que realizaban los grupos y algunos chimentos. “La Notita” fue el primer medio de comunicación barrial que tuvimos. Al principio hacíamos una por una y se daba una por grupo, hasta que después pudimos hacer fotocopias y era una por cada integrante de grupo. Estaba bueno eso, lo leía toda tu familia y así se enteraban que se estaba haciendo en el comedor del padre Edgardo junto a las mamás, lo que hacías vos en los Talleres y aparte te informaba los horarios de reunión y las actividades que se realizaban. A medida que esa notita se fue agrandando y pasó a ser “La Nota” el compromiso era mayor. No sólo se informaba con un cronograma las actividades del grupo La Vagancia, del Movimiento de Juventud Salesiana, charlas en la Vicaría del Sagrado Corazón, los fogones y campamentos que se organizaban, sino que también pasaba por la participación de encuentros con jóvenes de otros barrios y localidades. Además de convocatorias a marchas

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por los Derechos Humanos, Asamblea de Derechos Sociales y las marchas de los Chicos del Pueblo pidiendo por los Derechos del Niño. Todo esto venía del lado de Pocho, él nos empujaba, empujar en el buen sentido de la palabra. Vos lo seguías con los ojos cerrados, sabías que si él estaba en la protesta, seguro el pedido era justo y necesario. Así conocimos a muchos de sus compañeros de trabajo. Me acuerdo cuando íbamos a la carpa que habían puesto los trabajadores de ATE, incluido Claudio. A algunos ya los conocíamos de alguna que otra marcha. Para esa época, la lucha era por el reconocimiento de los trabajadores en negro como empleados interinos de la cocina centralizada perteneciente a la provincia de Santa Fe. Eran más del 50% los empleados en negro y sin derecho alguno. Pocho nos explicaba sobre los derechos del trabajador y por lo que estaban peleando. Él nos enseñaba que teníamos que solidarizarnos con quien estaba sufriendo y luchaba por una salida a sus necesidades y la del prójimo. Decía: “Si vos ves que el camino está embarrado, tenés que cruzarlo igual. Cuanto más barro haya más va a costar, pero después cuando llegás al otro lado la satisfacción por lo conseguido es incomparable. Y esto se logra utilizando todas las herramientas posibles y necesarias para cada caso. Te podés arremangar el pantalón y mandarte, cruzarlo descalzo, conseguirte unas botas, pero te mandás, no aflojás.” De esta manera nos mostraba que en los peores momentos era cuando más unidos teníamos que estar para seguir luchando. Y como Pocho nos enseñaba a usar todas las herramientas posibles y juntos seguir la pelea, te cuento, él estaba en esta lucha de la carpa con los compañeros de la cocina centralizada, como delegado de ATE y de CTA, entonces recurría a panfletos como volantes, afiches y hasta inscripciones en las paredes a escondidas reclamando por el reconocimiento y los derechos del trabajador. En una de esas pintadas sé que lo engancharon y así terminó despedido junto a Angel, el primer trabajador en negro que echaron. Los pibes del barrio nos íbamos mate y guitarra en mano a hacer el aguante en la carpa. Pero fijate que ahí se concentraba gente de todos lados, que los mismos de ATE nos decían que no sabían quiénes eran. Algunos eran amigos de otros sindicatos pero a estos se sumaban los de Villa Banana, los de la Facultad, y 153

los organismos de Derechos Humanos, todos congregados por Pocho. Lo gracioso de esto es que a veces estábamos más tiempo algunos de nosotros tomando unos mates o guitarreando en la carpa que el mismo Claudio. Él pasaba y te decía “ahora vengo”. Cargaba mochila al hombro, se subía a la bici y ya sabíamos que ese “ahora vengo” incluía un par de horas extras. Desaparecía... Capaz que a las cuatro, cinco horas estaba de vuelta, contento con un pan casero bajo el brazo que había hecho con los pibes en algún barrio. Humm...¡Qué hambre! Siento olorcito a pan recién hecho. Pensar que para traer medio kilo de pan a la mesa... Con todos los cartones y papel que tengo que juntar me armo una casa con dos piezas, techo, piso, hasta puertas de cartón y así y todo no me alcanza para el pan. ¿Pero, quién le iba a decir algo al Pocho? Ya todos sabían que él no desaparecía porque sí. En el mismo día era capaz de ir a la tarde y sentar a la mesa a los pibes de Villa Banana, darles un mate cocido con facturas y ponerlos a hacer la tarea, como después nos contaron los chicos de la Escuela 84 que está acá en el barrio que él lo hacía también con ellos. De ahí se iba para la Facu, de ahí a conversar con el grupo de la Iglesia de Capitán Bermúdez, a repartír las semillitas de la Prohuerta, que sé yo adonde más... Y a la carpa. Como resultado de esta lucha a Pocho y al otro compañero los reincorporaron. Por supuesto siguieron la pelea desde su lugar de trabajo. ¡Y el grupo “La Vagancia” se agrandó! Porque en más de un guiso o una misa con el padre Edgardo estaban presentes compartiendo esos momentos con nosotros los compañeros del laburo de Claudio que habíamos conocido. A lo mejor así como lo estoy contando suena fácil todo esto, pero en cada cosa había que poner mucho empeño, y no todo era risas y satisfacciones. Vos ya tenías claro que había que estudiar, pero a la vez necesitabas trabajar de algo, que sé yo, de albañil, juntar cartones, salir a vender cosas por la calle. Porque tu viejo está sin trabajo, capaz que a tu vieja la tenés enferma y hace falta comprarle algún medicamento, tus hermanos están creciendo y cada vez necesitan más cosas, sobre todo el pan en la mesa todos los días. Y te vienen con la noticia que tu mejor amigo cayó preso, entonces a veces se te van las ganas, las cosas no salen como esperabas y te sentís fracasado... Incapaz tan siquiera de alimentar a tu familia. 154

Pasamos muchos momentos de tensión en el barrio, donde algunas actividades se cortaban o quedaban a mitad de planes. Pero ahí estaba Pocho, se caía un proyecto, armaba otro. Nos enseñó a servir a la comunidad, ser activos, asumir tareas como la que tuvimos en la comunidad Caminando con María con la preparación de un horno tipo chileno que nos llevó unos cinco meses entre desarmar una casilla, levantar el terreno, preparar el barro y conocer cómo eran esos hornos viendo el de la Comunidad San Cayetano. Teníamos las clases de Catequesis, apoyo escolar en Sagrada Familia, La Nota, los campamentos. Es verdad que no todos participábamos de estos servicios, pero se formó un equipo en el grupo La Vagancia llamado Comunidad de Animadores, con nueve responsables que comenzaron a dirigir por un lado al grupo y por otro a trabajar en su formación. Entonces, dos días eran de reflexión y formación, otro día de recreación y otros dos días este equipo de animadores se reunía para planificar y evaluar las actividades. Todo esto organizado por los pibes con Pocho. ¡No sé si en eso de la organización Claudio la tenía clara! Después el equipo se disolvió pero ya estaba instalada muy firme cada actividad y el grupo La Vagancia bien consolidado. ¡Te puedo contar tantas cosas que compartí con el Pocho! ¡Nos enseñó tanto, vivimos tantas experiencias juntos! Nos íbamos en bici o caminando a la Florida, al Parque Alem, a Funes. Visitamos a otros adolescentes y jóvenes que como nosotros se estaban organizando y sacando adelante a la comunidad del lugar, como los pibes en Capitán Bermúdez, los chicos de la Facultad de Agronomía en Zavalla, la gente que conocimos en las peregrinaciones a San Nicolás. Así intercambiamos experiencias, ellos aprendían de nosotros y nosotros de ellos. Compartíamos necesidades y veíamos que más allá de nuestro barrio había personas que necesitaban tanto o más que nosotros. ¡Y nos sentíamos bien, útiles, queridos, acompañados, comprendidos! Sabíamos que del otro lado, pasando nuestras casas, alguien nos estaba esperando para compartir cosas, alguien nos escuchaba y nos necesitaba como nosotros a ellos. También pasamos por algunas frustraciones, como el tema de la Biblioteca. Surgió como una necesidad del grupo de animadores de La Vagancia junto con el apoyo escolar para secundarios. El tema llegó lejos, la Asociación de 155

Bibliotecas Populares Argentinas nos dio más de mil libros bajo la propuesta de hacer una Biblioteca Popular en el barrio y así la Municipalidad habilitó una casa. Pero había gente grande de otro lado acompañándonos en este trabajo que decidió poner sus reglas y objetivos. Y simplemente porque ellos lo decidieron, acusándonos de que nosotros éramos descerebrados manejados por un grupo de comunistas, disolvieron la biblioteca. ¡Igual luchamos por la devolución y el reconocimiento de este espacio educativo! Pero faltó credibilidad para con los jóvenes de parte de cierto sector de adultos y nos sentimos desanimados, humillados. Pero estábamos unidos y como decía Pocho: “¡La lucha sigue!” “¡Vamos, a no aflojar!” Fortalecidos, continuamos junto a la Pastoral Juvenil los cursos, talleres, encuentros de formación en Biblia, educación popular, memoria, comunicación y la participación en actos por los Derechos Humanos, reclamos por trabajo y dignidad, y cuanta actividad y propuestas se nos cruzara y fuera posible hacer. Así nació la Coordinadora, con delegados de los espacios juveniles de la vicaría. Comenzaron las Asambleas que evaluaban lo hecho durante el año y la planificación de actividades para el año entrante. De manera democrática y organizada se escuchaba la voz de cada integrante de los distintos grupos, que en estas reuniones se veían representados por sus delegados, planteando distintas temáticas, dando y recibiendo ideas y propuestas nuevas. Hoy las actividades, ideas y propuestas siguen... Continuamos la lucha y trabajando con los pibes. Hay un par de nosotros que ya estamos más que grandecitos, pero le damos para adelante y juntamos a los más chiquitos como hacía Claudio con nosotros y hacemos distintas actividades. Sobre todo les hablamos mucho de todo lo que rodea al tema de la droga, de la delincuencia, de la Poli, del Gobierno, qué pasa con la violencia, de la religión. ¿Porque sabés? El hambre te debilita, te deja con las defensas bajas, lleno de frustración. Por eso es importante que acompañemos responsablemente a estos chicos y les hagamos ver sus propias opciones, animarlos a concretar sus proyectos. Los grupos formados por chicos y chicas hoy en día son muchos, además de La Vagancia, el grupo de San Cayetano, 156

Los Vaguitos, Los Gatos, Las Terribles, Los Ropes, Los Peloduros, más todos los que se van sumando. Cuando Pocho nos enseñó que nosotros como Grupo debíamos ser visibles, respetados y escuchados, yo no lo entendía. Creía que para que alguien me escuche, gritando más fuerte que el otro ya estaba; que para ser visible con romper los vidrios de la escuela a piedrazos se iban a dar cuenta que estaba y así me iban a respetar. Pero él me demostró que era de otra manera, que para que me respeten yo tenía que empezar por respetar al otro; para que me escuchen debía aprender a escuchar, y participando en actividades donde nosotros mismos éramos protagonistas me haría visible. Claudio nos remarcó la importancia de buscar propuestas de acción hacia la comunidad, comunicar todo y a todos las expectativas, actividades y problemas. Tender puentes hacia otros grupos barriales, hacia la Parroquia, la Municipalidad, los grupos políticos, asambleas de los distintos barrios, organizaciones gremiales; de manera de ser oídos y tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones. Sí, ya sé. ¡Estoy dando vueltas, no! Ya tomamos tres pavas de mate y la cuarta está fría... En realidad ese día me levanté tarde, porque la noche anterior estuve hasta no sé que hora charlando con las pibas. Tenía que ir a la tarde a limpiar unas oficinas con mi tía, creo que a una Compañía de Seguros en zona sur, y mi vieja me dijo que no fuera. _ ¡Está todo revuelto! Acá nomás están saqueando los almacenes. Como en el 89’... Ya salieron a reprimir. Mira si te ligas unos palos o te meten presa sin tener nada que ver. Otra vez ni la hubiera escuchado y testaruda me iba igual; pero esta vez su expresión era distinta, sus ojos expresaban dolor y lo vi a mi viejo escuchando la radio y cerrando los puños de bronca por la impotencia. El sol pegaba en el techo de chapa, hacía demasiado calor, necesitaba salir a respirar y como no tenía tele y quería saber más, me crucé a lo de Ana y antes de llegar vi pasar a dos o tres pibes corriendo con bolsas de súper. Ana asustada desde la puerta de la casa me dice: 157

_ ¿No sentís olor a pólvora? _ No, pero escuché hace un rato más de un tiro. Creo que vienen de acá atrás, por Junín. _ El Johny se fue a los saqueos y Marta también. Vos sabés que hace unos días los pibes no tienen que comer. Los más chicos van al comedor. ¡Pero los otros!. Los hijos de Marta con el cartón que juntan no sacan ni para el mate cocido. Mientras, adentro la tele estaba andando. Se veían corridas por todos lados. El país estaba convulsionado. Adonde estuviera una cámara filmando mostraba la desesperación de un pibe, una madre, un tipo por llevarse algo de comida a la casa. La policía ese día estaba endemoniada, era un vale todo. A los canas los largaron a la calle armados hasta los dientes. Les dijeron que el que mejor apuntaba y daba en el blanco se llevaba el premio mayor, el reconocimiento y admiración por siempre de todos ellos, los poderosos, los dueños de este Sistema de hambre y muerte. Y vos los veías en la tele, estaban acá a la vuelta, en Salta, en Neuquén, por todos lados; depositando todo su rencor, toda su furia en cada bala disparada desde lo más profundo de su interior. ¡La tenían reclara! Sabían bien a donde disparar y a quien pegarle. ¡La gente quería comer! Aunque sea ese día. Por lo menos por un día los papás querían ver sonreír a sus hijos, compartir un plato de comida juntos. Muchas personas gritaron con fuerza pidiendo justicia, pan, paz y trabajo para todos... ¡Te das cuenta! Ellos pretendían silenciarlos, callarnos. No soportaban seguir escuchando los pedidos de justicia de todos nosotros. La lección imborrable de amor que Pocho repartió por todas las latitudes. Una sola persona con tanta gente a su lado, siguiendo su camino. Como Jesús dejó a sus discípulos, Claudio nos dejó a todos nosotros. ¡Sí, a nosotros! Los “pequeños”, la gente sencilla que como él nos negamos al juego sucio que ofrecen ellos. Nosotros... Esos pobres tipos, ignorantes, mal paridos...

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Pocho ahora está con los pibes construyendo el horno con el que siempre soñó... Está llenando su casa con afiches de colores que nos enseña la historia de luchas pasadas y de sus protagonistas. Está en el patio con los chicos y chicas que todos los sábados se juntan en el Taller de Comunicación, llegan de distintos barrios entusiasmados por querer aportar algo más para armar La Nota. Chistes, dibujos, poemas y hasta reportajes recopados que consiguen para la revista. Y después entre juegos y fideos comparten la mitad del día juntos. ¡Pocho está acá ahora hablando con nosotros! ¡Está tomando mate en la casa de alguno de los pibes! ¡Está en la huerta! ¡Se fue a preparar el guisito! Está en la misa con el padre Edgardo. Le está haciendo hacer los deberes a más de uno. Está bailando en la murga con los chicos. Está repartiendo la revista El Ángel de Lata. En el Taller. Organizando un campamento. En una reunión con sus compañeros de trabajo. En cada pintada, cada marcha. En cada garganta pidiendo justicia... ¡Pocho está! ¡Pocho vive! “Soñamos con un mundo donde quepan todos los mundos.” ... Repite Pocho por cuanto lugar pasa. Claudio es callado, habla poco y escucha mucho. Incapaz de mentir o insultar. Afirma todo con un movimiento de cabeza y sus aportes verbales son frases de cuatro a cinco palabras lo suficientemente contundentes y precisas al momento indicado. En diez minutos te organiza desde una comida, un taller, hasta un campamento o una marcha. Su mayor contribución son acciones, no para de ir y venir, de hacer cosas por y para los demás, de enseñar. El Pocho sin fronteras...

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Esa silueta de melena desparramada que ven pasar volando en su bici mochila al hombro, ése es el Pocho. El mismo que hoy vemos multiplicado en cada pibe de barrio, en cada trabajador, en vos, en mí, en todos los que seguimos organizándonos y peleando contra este Sistema. Por eso . . . ¡La lucha sigue...!

ALEJANDRA CHORT

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Los Héroes “Vengar la sangre del mártir y seguir el ejemplo del héroe” Eduardo Galeano Los hechos que sucedieron el 19 y 20 de diciembre sabemos que no fueron casuales. Estuvieron enmarcados en un auge de luchas de masas que viene gestándose desde hace tiempo y aún hoy continúa, como contrarrespuesta a 27 años de políticas neoliberales que han dejado el país desvastado. Este sistema socioeconómico ha logrado destruir gran parte del tejido social, quedando debilitados los lazos de solidaridad entre nuestra gente. Aún así, de a poco se han ido promoviendo movimientos populares que dieron lugar al surgimiento de vecinales, centros comunitarios, comedores barriales, ferias de trueques, cooperativas y otros tantos proyectos colectivos que aún se siguen sosteniendo por el esfuerzo en el día a día de sus miembros. Claudio fue el referente de uno de ellos, y lo fue de manera tal que aún su muerte se esgrime como bandera de lucha y resistencia. “El Angel de la bicicleta” sea tal vez la rúbrica con la que se lo recuerde y se lo nombre en la posteridad. Los que tuvieron la oportunidad de conocerlo sabrán que no fue por azar. Él tenía la humildad propia de los grandes, y fue recién su muerte la que le dio el protagonismo que él nunca se permitió. Sin embargo, son los poderosos los que veneran la muerte porque ellos prefieren los muertos; el mundo quieto de los mártires. Y Claudio no fue un mártir. Su muerte no fue una ofrenda, un sacrificio o una entrega. Creerlo así nos llevaría a pensar en ella como una inmolación, como un sacrificio, ocultando la verdadera causa que le dio origen: la orden policial de asesinarlo. Y ésta es la única forma de sobrevivir a la leyenda, y de no permitir que nos enmascaren su muerte obligándonos a sostener una memoria ajena y yerma, una memoria inventada que no nos pertenece. Claudio no fue un mártir, sino el héroe que logra la inmortalidad por mantenerse vivo en la memoria colectiva. Él fue un emergente de su propia gente y fue su lucha y no su muerte lo que lo hizo héroe.

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Su imagen se erige hoy, no sólo como señal de resistencia sino sobre todo como estigma de lucha. Porque una resistencia sin lucha se trata sólo de sobrevivir y soportar, y Claudio ha dejado asegurada su inmortalidad en la lucha por la defensa de los desprotegidos, contra todo sector hegemónico que busque satisfacer sus propios intereses en desmedro de los reclamos populares. Los hechos que sucedieron el 19 y 20 de diciembre sabemos que no fueron casuales. Uno de ellos fue el asesinato aún impune de Claudio “Pocho” Lepratti. Su muerte le dio una celebridad que él no hubiera preferido, pero su lucha y su vida lograron que la leyenda, que de él quieren hacer los poderosos, traspase los límites de la nostalgia y se encarne en la historia viva de su pueblo.

Luisina Egidi y Emilia Carletti

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POCHO... Quisiera compartir un silencio cómplice y peleador... Un silencio... Estos pibes te arrancan las cosas, no te piden... La Naty, Manu: “Dale, escribí algo de Pocho...” “Dale, para un concurso...” Y… vos viste cómo soy? No hay peor cosa que “insistirme”, menos si no estoy segura que lo quiero hacer. Un silencio peleador...¡Nos peleábamos! Claro, si compartíamos un mundo de sentido común que ni siquiera era necesario aclarar. Espacios, rostros, “movimientos”- me refiero a la dinámica de la vida, con eso de movimiento. Y compartíamos un mundo de sentido que pudimos elegir, esa es la diferencia con nosotros. Porque fuimos, somos de los que pudimos decidir dónde estar, con quiénes, aunque sea un poco... Lo demás era discutible, era en desacuerdo... Ah! Disentir con vos... Era ser dejada hablando sola... Diciéndome que sí con la cabeza, un sí que no tenía nada que ver con lo que te planteaba. Sabés, no me calma el dolor de que no estés, verte sin defectos. Me parece que te traiciono, desconociéndote. Por eso te hablo como siempre. Aunque sí, te revelaste a nosotros evidente en todo tu valor, en tus riquezas más profundas cuando te moriste-te mataron. Te debe parecer bien que me acuerde de vos enojándome con las diferencias como antes. Nos servían entre nosotros para tratar de interpretarnos. Era en el fondo un ejercicio democrático. No tenés menos “alas” ahora, por las cosas que no me gustaban desde antes. Eso de armarme reuniones en mi casa sin que yo supiera, eso de obligarme de cualquier modo a trabajar en algo. ¿Te daba lo mismo cualquier cosa?...

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Pero te hacía rabiar, qué bronca te daba. No te la hacía fácil nunca... Y lo peor: te lo decía. Te decía con claridad cuáles de tus “modos” de hacer las cosas no compartía. Que si contestabas o no, no importaba. Igual tenías que escuchar y respetar lo que yo quería... Qué cosa horrible, que la gente tenga que desaparecer para empezar a ser sobrenaturalmente buena. O peor, para notar que estaba, que era importante, que era un placer tenerla. Viste, me hace pensar... Sinceramente: cuánto estamos con los otros? ¿Cómo los escuchamos? ¿Nos conocemos, nos reconocemos?...A nosotros nos faltó tiempo. Cuanto te moriste-te mataron, vi como se volvían a morir lo mejor de los sueños, lo mejor de las pasiones, lo mejor de los amores... De la peor de las maneras. Estoy llorando ahora... Debe ser por eso que tardé tanto en decir algo de vos y que me peleaba por vos... Ya sabía que hay quienes se dedican sistemáticamente de un modo o de otro a matar, a borrar, a desaparecer, a torturar, a crucificar los sueños. Ya lo “sabía” en mi historia, en mi cuerpo. Porque era un sueño, un lujo, verte en la porfiada insistencia de la elección de lo que no se elige... Y en un sitio, unas calles, unas casas... Ver crecer, ver creer la vida de alguien que insiste en la vida en medio de sobrevivientes como de guerra. Era una poesía sin verso, verte pasar urgente pero pacífico volando a puro pedaleo, por mi barrio. Bueno, a vos no te tengo que explicar mucho, no hace falta. Dejame pelearte esta vez también... ¿Por qué te paraste en el techo de la escuela? ¿Por qué te pusiste a decir que “no tiren”? ¿No ves, que no lo podíamos creer?... No ves, que me tuve que enfrentar de nuevo a la realidad de que lo mejor de nosotros mismos se puede morir, cuando otros hombres inexplicablemente no alcanzan a disfrutarse ni buenos, ni sanos, ni felices... Pero qué porfiados somos, no?...Sigo creyente, y crezco profundo de encontrarte de nuevo en tantos, tantas con lo mejor de la vida, de los sueños, los amores, las pasiones en acción... Tantos, tantas, que realizan la tendencia 164

de la mano extendida para sentir la del otro cerca, del paso atrevido para construir con otros, con los que se pueda... Y te encuentro, y me encuentro y vuelve la fiesta clandestina que uno le gana al miedo, pero sobre todo la fiesta de libertad de ser, de tener proyecto, de recuperarse siempre... O mejor, ser recuperado por los propios sueños y lo mejor de las propias pasiones y los porfiados amores que no se dejan olvidar... Aun así, te extraño... Porque a vos, se te extraña mucho. Marisa.

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Carta Rosario, 28 de Diciembre de 2001. A vos... sin distancias: Podría contarte cuánto de mentira tiene eso de lo mal que se vive, pero no sería para nada extraño que tomaras conciencia de que te estoy mintiendo. Que la gente ya no sonríe como solía hacerlo antes, hasta para vos es noticia de ayer; pero que esas mismas gentes, las que solían caminar por tus mismas calles, hoy no coman demasiado para poder comer, tal vez mañana, sí que lo podrías enrolar entre las noticias nuevas de tu nuevo vivir, aunque no te sorprenda en demasía. Tal vez ésta pudiera ser una de las llaves que descubriera a tus ventanas el por qué de nuestra desesperanza. Pero para que pudieras dimensionar y alcanzar una mejor comprensión de la situación, son tantos los cerrojos que deberían ser abiertos, que en camino seguro nos perderíamos una vez más. Entonces, te voy a acercar sólo algunas de las pocas razones entre tantas, ya que no soporto la idea de perder... No más de lo que tanto se ha perdido. Las calles se han vuelto veredas y las plazas se han privado de sus verdes y sus pájaros, canjeándolos por un extraño entramado de distintos colores y de personas. Los caballos ya no corren su libertad, marcando el principio de un final anunciado, subordinados a subordinados de las órdenes de algunos, que suplen las órdenes de otros tantos. La subordinación se cumple a rajatabla, olvidando todo pensamiento racional a cambio de un puñado de nada, por el cual muchos pelean y al cual, hace mucho más, bastantes otros no acceden. Los discursos sucumbieron ante el rojo de la sangre; los traidores, ahora se visten de patriotas; los lobos descartan sus disfraces de incompetentes y los incompetentes, descartan una vez más el crédito de la gran mayoría, en tanto los culpables de siempre, alrededor de la misma mesa, beben a la salud de algunos pocos, mientras buscan la forma de reciclarse entre los vientos del colapso, para luego poder tomar sus lugares estratégicos tras la tormenta, como esos salvadores que, como siempre, terminarán salvando a los de siempre.

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Los ojos acomodados de los medios de "desinformación", pelean por obtener partes del animal que se arrastra malherido, y así poder justificar su poca moral ante acciones económicamente justificantes. Los medios de información, entre fuego y calamidades, estampan sobre millones de ojos una gran M de color amarillo, que comienza a desintegrarse ante la bronca de ciertos grupos que responden a la violencia con más violencia. El número de almas perdidas aumenta; el extranjero pierde entre lágrimas sus inversiones; el vecino roba a su vecino; el pobre e indigente roba al nuevo pobre, y el nuevo pobre mira azorado cómo el que más tiene roba en forma impiadosa, pero a él nadie le roba. La historia se vuelve a repetir: un helicóptero parte una vez más, llevando sólo a uno, mientras en tierra quedan todos los mismos de siempre, los que no tienen ni la deferencia de esperar a que cierren las heridas, para apropiarse del animal que, tras décadas infames de robo y desvergüenza, de rodillas, agoniza. Sé que debería otorgarme el derecho, una vez más, a la esperanza; pero hoy me siento tan estúpido y tan usado, que no puedo mirar más que el ayer, para tratar así de poder comprender, de alguna manera, cómo pudimos llegar hasta acá, si desde que tengo uso de razón la marcha fue siempre hacia atrás. Cuando te subiste a esa terraza, te culpé de mil maneras a vos y a todos los que como vos, echaron mano al heroísmo, como si esa fuera la única solución posible. Sé que no fueron pocas las veces que dejé caer ante vos la idea de un protagonismo egoísta, por haber buscado una solución afuera a los problemas de adentro. Hoy te pido disculpas a vos y a todos esos que, como vos, un buen día dejaron su gente, sus calles, sus barrios y todas sus cosas debido a la incoherencia de muchos y la oscura coherencia de otros pocos. El autoexilio es una mentira, una gran fábula recreada... Hace tiempo que a muchos los están echando de muchas maneras y, como si esto fuera poco, los sicarios ideológicos se encargan de otorgarles como peso extra la culpa, como si la decisión de la partida fuera privativa de los renegados. Espero que sigas bien y que por allá arriba te aprendan a querer como te queremos nosotros. Por mí no te preocupes, yo sigo bien o demasiado acostumbrado a todo esto. 167

Te juro que no son pocas las veces, aunque suene un tanto utópico y hasta contradictorio, que siento la certeza de que un día de tantos, me vas a llamar para contarme que volviste, y al salir a caminar para redescubrir nuestro barrio, las calles serán calles como solían serlo, las veredas se vestirán a tu paso de personas y negocios que antes de tu partida ya habían partido, y que no ves la hora de que nos sentemos para tomar unos mates y charlar sobre las oportunidades, planes y objetivos de vida, para dejar de transcurrir y comenzar a vivir nuestros mañanas como lo quisimos, lo sentimos y lo soñamos más de una vez en la plaza que nos vio crecer, junto con sus verdes y sus pájaros, y ahora, parece tan pero tan lejana. Un abrazo predador de distancias. El Negro. Juan Cairo – Rosario-

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Solamente, Pocho María del Carmen Robledo de Sosa Una tarde como tantas, apelé a mi musa inspiradora, “La curiosidad”, la cual me llevó a un lugar que por destino o suerte no me tocó vivir. En un barrio con calles angostas y de tierra, donde se mezclan las mil maneras de vivir la pobreza. Los que no pertenecemos a ese lugar, somos para ellos como “los intrusos”. Te miran, se esconden, se codean con picardía. Un perro te ladra, un gato se trepa a un árbol... Todo es silencio a esa hora de la tarde, por momentos siento un poco de temor, miro mi sombra que se alarga, sola en medio de tanta gente que no veo pero percibo, detrás de las ventanas. Quisiera explicarles que busco conocer esa forma diferente que tienen de vivir, pero no puedo, no debo, sólo me resta sentarme y dejar que la imaginación cuente esta historia. Llego a una esquina y me siento en el suelo junto a un árbol, a compaginar lo que vi. De pronto siento un ruido que me sobresalta, es alguien en bicicleta que me sonríe, me saluda con un ¡hola!, como si me conociera... lo veo alejarse por la misma calle que ya recorrí, contento, seguro. No había nadie afuera de sus casas, pero a su paso todos salían a saludarlo, un señor mayor pasa a mi lado y me dice ¿vio?, llegó el Pocho. Quise saber sobre ese personaje que despertó tanto alboroto a su paso, lo seguí... entró a un gran galpón y con alegría empezó a preparar la merienda acompañado de mujeres y niños. No les molestó mi presencia, ni les importó mi curiosidad. Su amplia sonrisa, sus gestos de cariño, su manera tranquila de hacer las cosas lo hacían irreal. No pude hablarle, no pude averiguar mucho de él, pero me bastó verlo para entender su magia entre esa gente que vive con desconfianza, miseria y hambruna. De vuelta a casa, en el silencio de la noche, aún retumbaba en mis oídos la risa de los chicos, pero lo que más me impactó, era su serena mirada.

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Aún tenía todas esas imágenes presentes, cuando estalló lo de salir a la calle a luchar por lo que nos robaron: pan, trabajo, educación y dignidad, entre nosotros y el mundo. Lo peor es cuando ves que hay quienes por ignorantes, defienden lo indefendible y se ponen en la vereda de enfrente, como si fueran de otro país o no vivieran la miseria igual o peor que todos. Se disfrazan con su traje azul y esa cara de soberbia ¡Pobres miserables! ... La noticia me caló muy hondo, me descolocó y me llevó tiempo entender porqué a él ¡Qué impotencia, cuánto dolor! Sólo me consuela saber que ese vil disparo, sólo pudo callar su voz pero no el recuerdo de aquellos a quienes tanto apoyo brindó, porque su corazón late hoy en cada uno de ellos, para que sigan luchando por un futuro mejor, para todos esos chicos esperanzados en alcanzar un mundo feliz.-

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27/02/03 Carlos

El amanecer hacía presagiar la madre de las tormentas. Para muchos era la bendición esperada. Los que conocen la humedad pegajosa de Rosario en el verano lo entenderán de una. A muchos otros, sin embargo, la mirada al cielo encapotado nos generaba una inquietud amarga. Justo hoy, justo el esperado 27 y la angustia del presagio de un cumpleaños pasado por agua. Con un amigo dijimos: - “Allá arriba ya se habrá hecho querer y tal vez algo suceda.” Y algo así debe haber ocurrido. Los negros nubarrones, las chispeantes gotas de la mañana fueron dando lugar a una tarde más linda y a un atardecer directamente hermoso. Salimos de la Biblioteca a las 18 y llegamos a la Plaza alrededor de media hora después. Había transcurrido un año y dos meses de su asesinato, y hoy la gente, sus pibes, el barrio, todos los que no perdonan ni olvidan, estaban allí, juntándose para festejar su cumpleaños, demostrando con cuerpo y alma que no era mentira, que las paredes escribían lo que en realidad acontecía: ¡ Pocho estaba vivo y entre su gente! Los colores de las paredes devolvían su imagen y nombre por doquier y se podía afirmar aquello que se vislumbraba mientras uno se acercaba por las calles de Ludueña: el barrio entero estaba movilizado, nadie quería perderse la fiesta. Cuando bajábamos del auto con Alejandra y los chicos, junto a Claudia y Claudio, pensé por un momento que parecía mentira: estar en el lugar de toda su vida, donde es tan fácil -aún hoy- encontrar sus pasos, reconocer la huella de su bicicleta, y que los hijos de puta de siempre lo hubieran arrancado de las manos de los que más lo querían y necesitaban. Pero las risas de unos enanitos que se revolcaban por el pasto me volvió a la realidad del 27: porque los días de fiesta son de eso, alegría y emoción,

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corazones que arden y la piel expresándose de mil modos. Y ya nada parecía poder evitarlo, el cumpleaños del Pocho explotaba por todo Ludueña y era el arroyo desbordado ganando la ciudad. Primero divisé a los de siempre, los infaltables, sus infaltables, Martínez, el Gato, Chicho y Manuel, mientras Beto de Aire Libre peleaba con los cables que minutos después sólo transmitirían emoción y amor, respeto y admiración, pero por sobre todo la lealtad que sólo quien conoce de la profundidad de los sentimientos del pueblo puede entender. Nadie quería faltar, todos sus pibes, Celeste y Laura, su vieja, Varón y Yayo, los de los almacenes cercanos y las doñas del lugar. Las murgas comenzaban a tomar la Plaza, cuando conseguimos poner nuestra bandera de la Biblioteca, de su Biblioteca, entre las plataformas instaladas. Con la noche y los redoblantes meta golpear y golpear, la conciencia y el corazón del barrio todo parecían dispuestos a dejarse oír como fuera y donde fuera. Y el escenario, literalmente capturado por los pibes, siempre al frente de todo y también haciendo el aguante a cada murga que llegaba, callándose ante cada vecina que quería dejar su mensaje, en discursos encendidos de pasión, sin palabreríos, sin grandes vuelos teóricos, pero plenos del más tierno calor. Y por todos lados las caras conocidas, los brazos hermanos, los ojos que de tanto brillar se convirtieron en lágrimas de amor, de ese rebelde amor, cuando el tímido balbuceo inicial: Pocho, Pocho, Pocho se fue convirtiendo en grito, grito de ternura hecha coraje, grito de guerra y emancipación, grito de “todavía vale la pena creer en nosotros mismos”, grito de autonomía y afirmación, grito en fin, que nace desde el corazón. Algunos periodistas no querían perder detalles y trataban de capturar todo mientras desde afuera era posible observarlo con más nitidez que nunca, con más claridad que en cien páginas de manuales académicos: la objetividad no existe, ahí estaban ellos para demostrarlo, tomando partido sin poder ni querer 173

evitarlo, recopilando imágenes o frases que re-confirmaban una elección, un bando, un costado. La ausencia en la Plaza de partidos políticos expresándose como tales, era un hecho por demás evidente, pero no nos apuremos a celebrar una ajustada interpretación ética que lleva a desistir de conseguir un nuevo mártir para la causa, sino que más bien me parece que sus estructuras de pensamiento y de análisis no le permiten aún considerar ciertos actos como manifestaciones políticas. Para ellos La Política es otra cosa, está en otra parte. Algo muy parecido, pero al revés de lo que piensa Hernán López Echagüe, que desde el día anterior, estuvo oteando, escudriñando y comprobando cosas de lo que ya dice en su último libro. Se recorrió todo Ludueña a lo largo y ancho, entrevistando al padre Edgardo y a los chicos de La Casa de Pocho. Hernán era otra clara expresión acerca de que es posible un periodismo alternativo, con seriedad investigativa y hablando desde una definida toma de posición. Se lo veía como a muchos, como a todos los que ya estaban o como a los que interminablemente seguían llegando, con algo casi imperceptible que les surcaba el rostro. Y se trataba de una huella, la huella que deja el orgullo, la emocionada huella de quien siente que junto a muchos otros está escribiendo una de las imborrables páginas de su vida, construyendo colectivamente verdaderos hechos sociales, capaces de dar a luz nuevas producciones de sentido, otras formas distintas de establecer relaciones y de animarse a imaginar futuros. Ya era muy tarde, cuando nos volvimos en el auto con el Gato, mientras miraba en el asiento de atrás a Ale con los chicos, escandalosamente contentos de ver tantos pibes juntos en la Plaza. Pibes jóvenes, siempre ninguneados, siempre escondidos como trapo sucio y viejo, sin embargo, pibes pochos dispuestos con todo a pelear un mañana distinto. Cuando nosotros nos vinimos, ellos por supuesto seguían siendo los

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auténticos ocupantes de la Plaza y allí se quedaron, aguantando el presente, buscando alumbrar lo nuevo. Cuando arrancamos, con el alma plena, entre las nubes que nuevamente se estaban formando más allá de la copa de los árboles, me pareció ver al Pocho haciendo un guiño cómplice mientras, otra vez más, volvía a reír.

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Los pibes de la Biblioteca Para mi hijo Javier que con su hermosa y cotidiana escritura provoca que de vez en cuando retorne a una de mis pasiones más viscerales Creo que fue esto lo que sucedió...

El último día de la semana empujó mi cansado cuerpo hasta la Biblioteca, y los pibes ya estaban allí, dispuestos a la actividad acordada desde hace tiempo: el trabajo cotidiano que realizaban en Apoyo Escolar, implicaba también participar del espacio de juegos de los viernes y sábados, antes de la Copa de Leche. El contraste entre sus saltos, movimientos, gritos y todo otro derroche de energías y mi estado eran de una asimetría tal, que lo único que me calmaba era saber que María José y María Angeles, llegarían dentro de poco para calmar tanto volcán desatado y que con la ”polenta” que las caracteriza (y contar con los maravillosos veinte que todo lo permiten) lograrían derivar tanto impulso energético y ejercicio saltimbanqui hacia otros fines más sublimados y creativos, pero por sobre todo menos estridentes. Blades lo canta, pero es de la realidad pura de donde extrajo su letra: “ sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas” Fue Alejandra, mientras lavaba las tazas que luego llevarían el alimento, la que, distendida, me dijo: ”Llamaron las chicas, que dicen que tuvieron un problema y que hoy no pueden venir, pero que mañana...” La voz de la flaca seguía diciendo cosas que, sinceramente ya no escuchaba, porque me había quedado tildado con la parte inicial y lo que se me venía por delante ahora sí coincidía con el final del relato de Ale: “...así que bueno, andá pensando qué cosas vas a hacer hoy vos con los pibes. Yo me ocuparé de prepararles la leche y algo para que coman y después si me sobra algún tiempo te doy una mano “

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Antes de salir de la cocina, miré hacia arriba, (hoy diría que más allá del techo), tomé aire y entré a la pieza. Allí estaban, y sus caritas, sus ojos llenos de interrogación y travesuras, los cuerpitos menudos y poco abrigados para el día

helado que nos tocaba, me hizo sentir un poco culpable de tanto

pensamiento anterior. Sus ¡Hola Profe! se cruzaban con los ¿Qué, hoy no vienen las seño?, mientras la energía antes criticada ahora se convertía en el motor de donde emergían aquellos abrazos y caricias que me rodeaban. Los cuchillos de la culpa, agazapados en las sombras, se afilaban ahora un poco más rápido, dispuestos a ejecutar su trabajo con eficacia... Algo era claro: no tenía nada preparado, ellos allí estaban y no sé qué hubiese hecho si a Víctor no lo hubiese encontrado de esa manera. Porque mientras los demás revoloteaban y redescubrían por milésima vez cada rincón de la biblioteca él continuaba allí absorto, inmóvil, casi sin respirar frente al sticker de Pocho alado en su bicicleta. Esa carita sólo indicaba una cosa: curiosidad, necesidad de conocer y por supuesto que Víctor era el emergente de una cuestión colectiva. Esto no daba lugar a mayores dudas, tenía que ver con una cuestión de identificación y de construcción histórica, eran los pibes (el sector preferido con el que había trabajado Claudio) de una Biblioteca que llevaba por nombre Pocho Lepratti. Comenzó así, desde lo que los mismos pibes supieron originar y que luego llamamos como el Taller de construcción participativa. Sentados en ronda, bastaron las primeras y mágicas preguntas, para dar lugar al respeto, a la atención y al comienzo de un proceso de creación que requirió de aquel momento para escribir su instancia inaugural. ¿ Cómo se llama esta Biblioteca? – pregunté -

¡Pocho Lepratti!!! tronaron al unísono.

-

Y ¿quieren que les cuente quién fue Pocho? dije, adivinando la

respuesta. -

¡Sí!! volvieron a retumbar las paredes, mientras ellos se

acomodaban por el piso, alrededor de la estufa recién encendida. 177

Las siguientes dos horas fueron de lo más rico producido colectivamente, pero también mostró aquello que por ser tan cotidiano se nos dificulta ver: los obstáculos ideológicos inscriptos en la cultura, la complejidad implícita en querer transmitir algo de una realidad que colisiona con el período de socialización en el que están inmersos los chicos, todo aquello que no se habla en el ámbito propio de cada casa, los diferentes imaginarios sociales en juego, pero por sobre todo la percepción, casi diría “el olfato” que tienen los chicos para separar aguas y tomar partido. Más allá de la impregnación cultural, más allá de la impronta individualista y de los cantos a la eficiencia y al éxito, de pertenecer o no al mundo de los famosos en los chicos afloran primero y con fuerza los reconocimientos a los gestos de solidaridad y compromiso, la revalorización hacia aquel que piensa y hace lo que cree, con otro y también por otro. Algo podrá valer más para un chico, que el sentido del compañerismo? Sus preguntas, pero también las respuestas que ellos mismos fueron reconstruyendo dieron lugar a hacer visible lo que para tantos adultos aún hoy permanece oculto, tapado, inexplorado. Se habló de los chicos de Ludueña, hermanos no conocidos que también tenían hambre(s) o de pan o de afectos,.o de reconocimiento, o de derechos. Preguntaron por las escuelas o por padres, a veces parecidos, a veces diferentes a las propias historias. Imaginaron que los fríos de Ludueña o de otro barrio se parecen a los de la Tablada, pero también aprendieron del calor que se logra cuando las cosas se hacen entre todos Discutimos lo que dijeron los diarios y la TV, y de aquel helicóptero que se iba cuando la gente estaba con cacerolas y carteles en las manos. Recordaron algunos a las mujeres de pañuelo blanco y a los caballos que se les tiraban encima, pero explicar la actitud de los policías no fue tan sencillo. Tratamos entre todos de entender que no siempre la muerte es eso, que las paredes y las hormigas, los carteles y los afectos suelen ser elementos valederos para desmentirla. Cuando explicaba que a una biblioteca no se le pone un nombre cualquiera fue cuando sentí que pasó sobrevolando nuestras cabezas una bicicleta 178

conocida, con un flaco pura sonrisa y un bolso como el de Papá Noel –donde siempre cabían sorpresas para todos-. Luego los pibes parecían otros; quedaron tranquilos, relajados, como quien conoce una verdad o como aquel que se encuentra con lo más profundo de su identidad. Y entonces pintaron, dibujaron: hicieron hormigas, inventaron bicicletas de dos y hasta cuatro ruedas, pusieron carteles y crearon condiciones de una realidad inexistente, es decir produjeron utopías. Los chicos de la Biblioteca Pocho Lepratti ese día nos dieron la gran lección: son ellos los dueños de los espacios, nos necesitan para acompañarlos y reconstruir juntos, entre todos, las historias. Nosotros, sin dudas, tenemos que ver en las de ellos y ellos forman parte imprescindible de las nuestras. No hay ningún futuro posible sin un presente que no se enlace a su pasado histórico. Carlos Núñez

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Mensajes

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MENSAJES EN LA WEB WWW.POCHORMIGA.COM

Abriendo este sitio se encontrarán con una prueba más, si es que hace falta, sobre la vigencia de la vida de Pocho. Mariana

18/12/2002 17:06

Vale la pena que se mantenga viva la memoria de todos los argentinos, por eso no debemos de olvidar a gente como Pocho, que hizo, hace y va a seguir haciendo muchas cosas por los argentinos... no se olviden que: "Pocho vive". Mara Dobry 15/12/2002 12:27 Me gustaría que me manden información sobre el Pocho y que me avisen de las marchas. ¿Cuándo y dónde es la bicicleteada? gracias POCHO VIVE!!!!!!!!! AMILCAR

13/12/2002 00:42

ME GUSTARIA QUE ENVIEN INFORMACION POR MAIL SOBRE POCHO, AUNQUE SEA CADA TANTO, Y QUE AVISEN SI HAY ALGUNA MARCHA O MOVIMIENTO, PORQUE ME GUSTARIA PARTICIPAR. POCHO VIVE CARAJO!!! Leonor

9/12/2002 20:07

Me gustaría poder acceder a unas fotografías que me enviaron por internet y cuando el servidor se me cayó, la perdí. Además, había un dibujo del Pocho en bicicleta que quería enviar a otra gente en el exterior. ¿Será posible que me envíen ese material? gracias ojeda jose luis

6/12/2002 20:04

Estimados compañeros: Soy de Tostado, delegado de ATE y en nuestro local tenemos una foto grande del Pocho, a la vista de todo el que entra; para el que no lo sepa, Tostado queda bien al norte de la provincia.

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Quiero que sepan que al Pocho solamente lo conozco por su inmortalidad, pero que bueno hubiese sido hablar con él así fuese una sola vez; para preguntarle de donde sacaba esa fuerza interior, que yo pierdo muchas veces; GRUPO DE CAPACITACION " CLAUDIO LEPRATTI

4/12/2002 21:35

NUESTRO GRUPO DE CAPACITACION DE ATE, ABIERTO A TODOS LOS COMPAÑEROS DE LA PROVINCIA DE SANTA FE, Y A TODOS LO QUE DESEEN INTERCAMBIAR, CONOCIMIENTOS, EXPERIENCIAS, AMOR, ESPERANZA, JUSTICIA Y LUCHAS, SE LLAMA "CLAUDIO LEPRATTI", EN HOMENAJE AL "POCHO", QUE SENTIMOS MUY NUESTRO, PORQUE ESTA EN NUESTROS CORAZONES Y EN NUESTRA MEMORIA, SIEMPRE, RECORDANDO SU SONRISA, SU INMENSO AMOR A LOS DEMAS, SU EJEMPLO DE VIDA. QUE NAZCAN MUCHOS JOVENES COMO EL Y A LOS QUE SIGUEN SU CAMINO, COMBATIENDO SILENCIOSAMENTE, PERO CON CORAJE, LES DECIMOS "FUERZA COMPAÑEROS", NO NOS DEJEMOS ABATIR, Y PERMANEZCAMOS UNIDOS, QUE SOLO ASI, JAMAS SEREMOS VENCIDOS .PACHY-OFELIA.

Maxi

30/11/2002 22:46

Realmente lamento no haberlo conocido, pero conozco todos los caminos que abrió en Ludueña, es por eso que POCHO es un ejemplo de vida, y como dijo un amigo que lo conocía muy de cerca, era el TATA DIOS acá en la tierra, es por eso que los aliento a seguir luchando por la memoria de El, para que sus enseñanzas no se le borren del corazón. "Podrán cortar las flores, pero nunca detendrán la primavera"............ POCHO VIVE María

30/11/2002 17:54

Es hermoso ver que la inmortalidad existe. Seremos recordados por nuestras obras... Juan Carlos

28/11/2002 13:26

que les quede claro a estos hijos de puta que lo que han producido es que haya miles y miles de Pochos en todo el país para echarlos a patadas a todos estos que están provocando este genocidio que no tienen perdón graciela

23/11/2002 16:38

MARAVILLOSO EL TRABAJO QUE REALIZAN, SIGAN ADELANTE, TODOS AYUDAMOS, PARA QUE SIEMPRE ESTE VIVA LA LUCHA DE POCHO, Y HAGAMOS UN MUNDO MAS VIVIBLE, MAS FRATERNO. GRETA

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Camilo Morquecho

20/11/2002 16:37

Hola a esa tierra querida la Argentina!! Conocí a Pocho en Sao Paulo donde compartimos habitación y nos hicimos amigos, él enviaba hasta mi tierra México la revista Ángel de Lata hasta que fue asesinado. A la distancia del tiempo y los kilómetros lo recuerdo y seguimos la lucha por una América Latina libre y justa. Jovana

20/11/2002 09:39

Queridos/as companheiros/as Escrevo de Brasil, e peço desculpas pelo meu portunhol, soy militante de Movimiento Sin Tierra de Brasil, e tive la oportunidad de conocer POCHO, en un curso del Cesep, en São Paulo, donde convivemos durante un mês, o suficiente para saber que POCHO era uma persona especial, con mucha humildade, con mucho espirito de sacrífico, como el CHE GUEVARA, con mucha sensibilidade, pero acima de tudo un verdadeiro ser humano. Pocho Vive en nossa lucha por uma América Latina Livre. Ricardo López [email protected]>

19/11/2002 13:39

El hormigazo.........? pocho tenia un hormiguero en el culo que no lo dejaba nunca quieto y se la jugaba por los demás..... en el silencio que fecunda la vida del barrio....ojalá no la careteemos y lo sigamos... Si el hormigazo sirve vamos todos al hormigazo......... que se venga un simple admirador de un grande: Pocho Vive! Jessica Cousteix [email protected]

19/11/2002 13:36

Que bueno recibir este mail, justo ayer estuve en este sitio y me mande a pintar una remera para que aunque sea el que la vea le pinte preguntarse quien es ese angelito en bicicleta, yo encantada le contaré lo poco que sé. Me gustaría saber como está funcionando todo lo que sembró, y si desde este humilde lugar se puede ayudar en algo. Muchas gracias, sigo pensando que se puede construir un hormiguero para todas las hormigas

FABIANA

9/01/2003 18:51

YO NO CONOCI A POCHO PERSONALMENTE, PERO CUANDO ME ENTERE DE SU HISTORIA SENTI UN ESCALOFRIO EN EL CUERPO, SENTI QUE EL ESTABA PRESENTE

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EN CADA UNO DE NOSOTROS, DEMOSTRANDONOS QUE NOSOTROS PODEMOS CONTINUAR CON LO QUE EL DEJO EN ... (PUNTOS SUSPENSIVOS). LOS QUE DESDE SU LUGAR HACEN CUALQUIER COSA QUE PUEDA AYUDAR AL DE AL LADO ESTA CONTINUANDO CON LOS PASOS DE ¡POCHORMIGA! ........SIGAN ADELANTE PORQUE EL CAMINA AL LADO NUESTRO. ¡VIVA POCHO!

Pablo Benito

8/01/2003 17:49

No olvidar es saber que a Pocho, a Graciela, a Juan, a Walter, a Yanina, a Ruben y a Ricardo es no "hacerse el pescado, ni mirar al costado". Recordarlos es tener en la memoria siempre quienes hicieron que hoy no estén con sus familias y sus sueños. Los responsables de ello, quienes lo permitieron, quienes lo ordenaron, quien apreto el gatillo. Lo que hacen esta página son un ejemplo de todo esto. Yo les rindo un homenaje a ellos y a los militantes que luchan por la justicia. Todo llega, se hará Justicia cuando nadie tenga que tomar con violencia lo que le corresponde. El Alimento. Un abrazo a los web master

JULIETA

7/01/2003 18:02

NO SÉ EN CUANTOS CORAZONES HABITA EL POCHO.. SOLO SÉ QUE SÍ EN EL MÍO.... POCHO VIVE TU LUCHA SIGUE

JULIETA

7/01/2003 17:55

POCHO: TU LUCHA SIGUE...!!! ojalá existieran dos como él... es un verdadero ejemplo de vida... no tuve la suerte de conocerlo... pero me gustaría compartir o hacerme amiga de alguien que, como yo, admire a pocho ... tengo 15 años... gracias por el espacio.... POCHO VIVE CARAJO!!!

Gabriel Vera

2/01/2003 23:47

Saludo y acompaño a todos los compañeros de Rosario, y deseo que en este 2003 profundicemos nuestra lucha por un mundo digno de ser vivido, apostando a la VIDA de los JOVENES.

CINTHIA

2/01/2003 19:13

LASTIMA POCHO NO HABERNOS CONOCIDO. TU LUCHA SIGUE EN MI CORAZÓN Y EN LOS CORAZONES DE TODOS LOS QUE SOÑAMOS ALGO MEJOR.....

Gabriela

1/01/2003 00:54

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No soy de Rosario y me he enterado de la existencia de Pocho a través de algunas listas de distribución, Indymedia y, posteriormente, este sitio. Según lo que he leído murió como Darío Santillán: Ayudando y protegiendo al prójimo. Muchas gracias por hacer este sitio. Saludos cordiales

Jessica

30/12/2002 19:09

Solamente quería dejarles mis deseos para este nuevo año que empieza. Pero no unos simples deseos de cartón, de esos que se ven en cualquier vidriera, mis deseos son mas que un simple brindis. Deseo que el año que viene, nos encuentre unidos, con las manos entrelazadas (como saben hacerlo los que trabajan hombro a hombro cada día), con la memoria mas fresca que nunca, con la esperanza renaciendo, porque sabemos que de una vez y para siempre el futuro depende de nosotros. Que este 2003 que nace, nos ayude a reconocer a gente como el Pocho, que seguro hay en el camino, porque el modelo está, el modelo a seguir fue él. Ojalá este año, de una vez y para siempre, logremos ponernos de pie. Porque vale la pena. Porque hay un montón de vidas que justifican el esfuerzo y porque en cierta forma, somos la esperanza de nuestros hermanos latinoamericanos. Un abrazo.

Zanini

25/12/2002 12:29

Compañeros: La lucha de Pocho y de los demás compas no fue en vano. Argentina y su brava gente son ejemplos y una luz sobre todo el continente. Desde Brasil y de los demás países sudacas acompañamos inquietos las luchas de los argentinos. Ganaremos nosotros. Los más sencillos ganaremos. Y aunque ellos no lo crean, ganaremos! Bravo! Fuerza, coraje y lucha

Roberto

24/12/2002 17:46

En cada marcha, en la puerta de cada fabrica ocupada por los trabajadores, en cada reclamo de justicia, estas vos Pocho, codo a codo, integrando la seguridad, protegiendo a los más débiles. No te conocimos personalmente, pero sabemos que estás presente. Creyeron que matando el cuerpo esta muerte se convertiría en olvido; no aprendieron que cada muerte se convierte en bandera, en rabia y en ganas de continuar la lucha. NO OLVIDAMOS. NO PERDONAMOS, NO NOS RECONCILIAMOS Juicio y castigo a los culpables.

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Hasta la victoria siempre, Pocho. Maru

23/12/2002 22:09

Yo soy de la ciudad de Rosario, y como tanta otra gente recién me enteré de la existencia de Pocho, cuando se conoció la noticia de su muerte. Cuando supe todo lo que Pocho hizo por la gente, no pude evitar admirarlo, no pude evitar ponerme feliz, de saber que la humanidad aún tiene ejemplares maravillosos. Gracias Pocho por tus enseñanzas, gracias por dar tu vida.

A UN AÑO POCHO VIVE

23/12/2002 19:56

SIEMPRE Aunque los pasos toquen mil años este sitio, no borrarán la sangre de los que aquí cayeron. Y no se extinguirá la hora en que caísteis, aunque miles de voces crucen este silencio. La lluvia empapará las piedras de la plaza, pero no apagará vuestros nombres de fuego. Mil noches caerán con sus alas oscuras, sin destruir el día que esperan estos muertos. El día que esperamos a lo largo del mundo tantos hombres, el día final del sufrimiento. Un día de justicia conquistada en la lucha, y vosotros, hermanos caídos, en silencio, estaréis con nosotros en ese vasto día de la lucha final, en ese día inmenso. (de Pablo Neruda) NO OLVIDEMOS NO PERDONEMOS LA LUCHA SIGUE POR UN NUEVO HORMIGUERO EN DONDE TODAS LAS HORMIGAS SEAN HERMANAS

DANIEL

23/12/2002 13:48

Pocho ¡presente! para que tu vida no sea utilizada por personajes que con sus prácticas similares a las del enemigo. para que no vacíen de contenido tu lucha... desde la matanza, te decimos presente, ¡que venga el pueblo! centro de reflexión, investigación y participación política, CTA. LA MATANZA

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Valeria

19/12/2002 23:00

Chicos sigan adelante, porque están llevando a cabo una excelente obra.... Gracias Pocho!!!! por tu lucha y entrega..

Silvina

25/01/2003 10:44

...POCHO... UN ANGEL... DE ALAS AZULES PLANEA, SOBREVUELA BAJITO, ESTÁ, SE LO SIENTE , ESTÁ.

fernando meirone

14/01/2003 20:51

Testimonios como los del Pocho nos hacen creer que no todo está perdido. Todavía quedan profetas en nuestro tiempo...

Antonio Marín Segovia

13/01/2003 07:32

Desde Valencia - España manifestar toda nuestra solidaridad y apoyo a Pocho y a todas las víctimas y familiares del "gatillo fácil". Informar que hemos dado traslado de numerosos casos a las autoridades políticas, sindicatos, organizaciones dedicadas a la Defensa de los Derechos Humanos de todo lo terrible que allí acontece. Hemos difundido los casos de la Familia Witis, Miguel Bru, Leticia Bellstedt, las niñas Florencia, Familia Bordón, caso Cabezas, subcomisario Gutiérrez. La prensa y los medios de comunicación ya conocen y han difundido las enormes tasas de corrupción y violencia policial y política que existe en toda Argentina, fruto de la impunidad reinante, heredada de la cruel y enloquecida Dictadura Militar. Reiterar nuestro apoyo incondicional y nuestro firme compromiso para difundir cualquier iniciativa tendente a terminar con la impunidad y obtener el procesamiento y castigo de los GENOCIDAS DE AYER Y DE HOY. Valencia - España, a 13 de enero de 2003 CERCLE OBERT DE BENICALAP INICIATIVAS SOCIALES Y CULTURALES DE FUTURO

Pablo Sapei

11/01/2003 11:39

Realmente bárbara la idea de rendir homenaje, difundir la tarea que llevó adelante Pocho y no claudicar en la búsqueda de justicia. Yo tuve la oportunidad de conocerlo y siempre lo consideré un ser angelical y espectacularmente humano. No hay que abandonar la lucha por una sociedad más justa, más humana, más digna..... porque Pocho vive!!!. Basta de muertes de inocentes y justicia para los caídos en las jornadas de 19 y 20, en Rosario y en todo el país...además de justicia por todos los asesinados por el poder.

maria celina

11/01/2003 10:32

admiro la labor de Pocho... espero que algún día todos podamos tener algo del Pocho...

Marcelo Pereyra

10/01/2003 21:56

Felicitaciones por esta iniciativa y mucha suerte, la lucha sigue, nunca vamos a olvidar el valor del Pocho ni de su solidaridad con los más necesitados

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Leandro Bottinelli

10/01/2003 14:29

Saludo a los compañeros que hacen seguir encendida la llama de lucha que prendió Pocho, y que es la de Todos. Un Abrazo Leandro

Cristobal

10/01/2003 14:10

MUCHAS FUERZAS Y AGUANTES..SIGAN ASI ESTA ES LA MANERA DE MOSTRARLES A ESTOS HIJOS DE PUTA... QUE ESTAMOS ACA Y QUE NO NOS VAMOS A RENDIR HASTA QUE SE HAGA JUSTICIA PARA TODOS...UN ABRAZO A TODA LA VAGANCIA.

Lu

10/01/2003 13:23

Adelante compañeros, la lucha continúa... Ya no más Pochos, no más Teresa Rodriguez, no más Darío, no más Maxi, no más Petete, no más Verón... ya basta! la lucha sigue! la historia es nuestra!

ELSIE

10/01/2003 09:42

Sabía quien era Pocho aunque no lo conocí personalmente y es la primera vez que visito el sitio. Felicito a todos los que colaboraron con la idea. Pensar en Pocho nos dará fuerzas para seguir adelante con la lucha.

martin baez

10/01/2003 01:37

No habrá progreso si no es de todos y para todos, está llegando el tiempo en que la voz del pueblo correrá como un viento huracanado por toda América y la voz de los violentos, los discriminadores y los vendidos será callada para siempre saludos Martin

maestro mario .(escuela toba)

9/01/2003 19:59

Es poco lo que puedo decir y somos muchos los que podemos hacer. Federico

9/01/2003 19:15

Conocí la historia de pocho en el seminario de SES de 2002. Creo que pocho debe ser la musa inspiradora para todos los que luchamos por una latinoamerica independiente, igualitaria y digna... Gracias Pocho, por ser nuestro mártir...

Gabo (Gabriela Cóceres)

10/04/2003 19:40

No se me ocurre bien qué escribir,... Supongo que todos estamos acá por lo mismo, y es bueno saber que en distintos lugares, hay personas que siguen luchando por sus ideales, y que llevan en su interior un pedacito de "Pocho"... Estuve leyendo algo más sobre su vida, para tener más que contarles a quienes me preguntan por él, y se me viene a la mente una frase que me escribió una gran amiga (la Colo)...

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"MÁS QUE UN ÁNGEL DE LATA, UN ÁNGEL DE FIERRO..." Sigamos luchando para que POCHO y su ideal, sigan vivos en nosotros...

Renato

8/04/2003 11:30

Sono con voi anche se c'è un oceano che ci divide auguri a tutti POCHO VIVE

Patricia

1/04/2003 19:38

Cada tanto el Pocho se aparece y nos acompaña para seguir adelante. Gracias por eso Pocho. Te recuerdo siempre.

Andres

25/02/2003 14:02

Tal vez en mi falta de información me perdí de conocer en vida a este gran hombre, me parece bárbaro que gente como ustedes que tampoco conozco difundan algo tan importante ya que tal vez haya muchos como yo que nunca lo apoyaron porque lo desconocían, ahora el sembró mucho dentro del corazón de muchas gente eso lo demuestra las pintadas y los mensajes que se difunden sobre este ser especial, espero que jamás lo abandonen... con personas llenas de amor y lucha podemos apostar por salir adelante... A NO BAJAR LOS BRAZOS...

mono

23/02/2003 23:00

ACABO DE VENIR DEL BARRIO. LO HICE POR PRIMERA VEZ. CAMINE POR LAS CALLES DE POCHO Y ME AGARRO UNA GRAN EMOCION AL VER LAS PINTADAS FRENTE A LA PLAZA. EL JUEVES EN SU CUMPLEAÑOS ME INVITARON A PINTAR CON ELLOS LOS CHICOS, LOS ESPERAMOS A TODOS, FUERZA A LOS PIBES.

paso paso se viene otro hormigazo

23/02/2003 00:33

el 27 de febrero desde las 18 y hasta que las patas digan basta TODOS A PLAZA MARMOL DEL BARRIO LUDUEÑA a festejarle el cumpleaños de POCHO MURGAS-COMPARSAS-CUMBIA Para, como decía un escritor; que la palabra tristeza nunca sea unida a su nombre. ESTAMOS TODOS INVITADOS Pocho Vive, la lucha sigue.

Agencia Canaria de Noticias

12/02/2003 00:54

Desde esta colonia europea en África que son las Islas Canaria queremos enviarles a todas/os las/os compañeras/os luchadores de la Argentina nuestro más sincero apoyo a las luchas que están llevando a cabo en ese país hermano. "Aunque los ataques del imperialismo sean viles, los nuestros serán dignos de la lucha que defendemos". ¡¡¡ NI UN PASO ATRAS!!!

Ana Hernandez

11/02/2003 18:41

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He encontrado varios amigos en estos mensajes en adhesión a Pocho que no conocí personalmente, pero tantos chicos como él ayudando y a otros niños y que también desaparecen o son maltratados solo por tener un gran corazón y voluntad para ayudar como si eso fuera un crimen y los que realmente los cometen siguen en libertad y sobre todo con vida, con todo mi dolor rogando que esto cambie y que no tarde en hacerlo, mi reconocimiento a Pocho y a los tantos Pochos que tenemos por suerte en Argentina, Ana

Manuel Uriarte

8/02/2003 17:14

“La Argentina sigue siendo generosa; antes dio al mundo al Che, ahora da todo un plan de acción mundial. Porque ese ‘¡Que se vayan todos!’ no es sólo una consigna. ¡Viva la rebeldía Argentina!.” (Subcomandante Marcos, mensaje de año nuevo, diciembre 2002).

Eduardo Codina

25/01/2003 20:16

pocho.... yo no te conozco pero tu humanidad seguirá viva en tu lucha y en la gente que te acompañaba seguirá tu legado de por vida. saludos desde Buenos Aires a todos ustedes de parte de un integrante de LT22 radio "La Colifata"

Ana Hernandez

11/06/2003 17:39

por la memoria de Pocho, que haya paz y trabajo en este hermoso país, y que todos los niños tengan su taza de leche como él trataba que pasara, que esto sea un hecho, día a día todos los niños de Argentina y del mundo tengan un plato de comida, que no sea solo una esperanza,

Rene Nuñez

11/06/2003 15:13

Yo también era un subversivo porque quería un mundo mas justo. Hoy, a los 59 años, me encuentro con la dura realidad y veo que no estaba equivocado, porque NO es esto por lo que junto a miles de jóvenes de mi generación hemos luchado, y aunque momentáneamente nos han derrotado, continuaremos y venceremos. Pocho Lepratti ¡Hasta la victoria siempre!

exequiel espinosa

29/05/2003 17:09

Aguanten los que luchan en todas partes y no se bancan las cosas como están. Un gran saludo a la memoria de "pocho" y los compañeros que como él cayeron en las manos asesinas del sistema que se come a nuestra gente. Espero que me escriban. chau...............

LUCAS EZEQUIEL LEAL

25/05/2003 19:19

Mi mamá escribió sobre la vida de Pocho gracias a eso yo y mi familia conocemos su historia. Me gustaría que me escriban.

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¡POCHO VIVE! ¡LA LUCHA SIGUE!

Mario Hugo Accinelli

15/05/2003 12:13

Pocho vive!!!! También aquí en General Pico, La Pampa, en el corazón de cada uno que lo conocimos en su "Pascua". Seguro que lo llevamos dentro, en cada momento que lo recordamos. Seguiremos su ejemplo. En nuestra tarea del "Campito Centenario" con nuestro comedor de los Domingos, Pocho está presente...... "Algún día la bicicleta de todos va a volar, la tuya, la mía, la bicicleta con alas será realidad....." Un abrazo fraterno y militante

Roberto

4/05/2003 21:04

Fui compañero del seminario de Claudio...pero más que compañero fui fui su amigo, y tanto que al salir del Seminario Salesiano, seguí comunicándome por cartas con él...Por varios años ,así hasta que hace casi un mes me enteré de su asesinato...Estoy muy dolorido demasiado...pero lo voy a recordar con alegría como la que él irradiaba en su vida diaria. Desde Corrientes, estoy a disposición de cualquiera que desee contactarse conmigo para compartir o aportar elementos a fin de escribir algo referente a "MÁS QUE UN ÁNGEL DE LATA, UN ÁNGEL DE FIERRO..." Roberto Dominguez. .Corrientes - capital -

Mora

2/05/2003 22:07

Primero fue "La Vagancia", luego "Los Ropes", "los Gatos", "Las Terribles", "Los Piqueteros", "Los Suipacha", "La Murga de los Trapos", "Los Leones", "LOS/AS Pelos duros", "Los Vatos" y tantos otros màs. Gracias POCHO por enseñarnos que "JUNTARSE" vale la pena!!! GRACIAS POR TANTO AMOR, TANTA PACIENCIA Y POR TODO TU TIEMPO, TUS GANAS, POR TU LUCHA, NUESTRA LUCHA, Y COMO DICE VARÓN POR ENSEÑARNOS A "PONER EL CUERPO" HASTA EL FINAL. SIEMPRE ENTRE NOSOTROS. TE QUIERO! MORA.

Facundo SALDARI POCHO

VIVE

Y

18/04/2003 20:27 CON

EL

VIVEN

TODOS

LO

QUE

LUCHAN

CON

LA

INJUSTICIA.LUCHEMOS POR LA IGUALDAD SOCIAL

Oyitas

19/11/2002 13:33

Compañeros: Recibimos la invitación al "hormigazo" y realmente queríamos felicitarlos por los sitios y por mantener viva la presencia del Pocho. Algunos de nosotros participó en la SFT, en Rosario y pudimos conocer de cerca la vida del Pocho, la gente que lo lloraba y que lo admiraba y que

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continúa su camino, sobre todo recordamos a los chicos de la vagancia. Nosotros somos un grupo de estudiantes universitarios que armamos una agrupación en la facultad de ciencias de la salud y servicio social (Trabajo Social, Enfermería, Terapia Ocupacional) en la ciudad de Mar del Plata. Además de eso estamos trabajando en un proyecto más amplio, con otros jóvenes de otras carreras. El proyecto se llama OYITAS y son comedores para chicos, organizados por las madres en barrio populares de nuestra ciudad. Estamos trabajando con 200 chicos, 26 madres y 40 estudiantes, con el objetivo de lograr organización popular y recuperar la dignidad del trabajo. Queríamos compartir este trabajo, decirles que como ustedes, somos hormigas, tal vez no como el Pocho, tal más remolonas, no tan claras, pero también soñadoras y con esperanzas en construir una patria con justicia social para todos. Un fuerte abrazo, sigamos trabajando. Cristian Arroyo y todos los compañeros de Adecs y OYITAS

POCHO VIVE Cecilia Toresani

19/11/2002 13:31

Era una tarde de viento, esos vientos del sur, que soplan fuertes para hacerse oír, dicen cosas que a veces no entiendo, pero veo que hacen rodar los tamariscos y bailar a las ramas de los árboles. Esa tarde debía volver a casa a la hora indicada, como todos lo días, me costaba avanzar y ya miraba el sol que se escondía, uy ¡¡¡cómo soplaba el viento, tenia frío. De pronto, vi una luz, otra más y otra... sentí miedo y curiosidad y esa cosquilla en la panza que siento cuando me emociono, me acerqué despacio, despacio casi sin tocar con los pies el suelo y de pronto para mi sorpresa vi una hormiguita llorar... me acerqué lentamente y mirándome a los ojos me dijo... "hace días que a la misma hora espero a mi amigo luminoso, es en vano, se que no vendrá... si no estás apurado te contaré un secreto". y mientras hablaba se encendía más… (no pude decirle que debía seguir y me senté a su lado) Me contó que todas las hormigas veían que ella mas que una hormiga parecía una luciérnaga, porque todas las noches se encendía como una estrella y convertía el hormiguero en un lugar calentito, luminoso y tan cómodo¡¡¡ esos lugares para anidar después de un día fatigoso y difícil... no entendían bien que pasaba pero cuando iban regresando al anochecer siempre de a dos todas esperaban ese momento donde ponían en común lo conseguido... pero un día la luciérnaga no regresó... pensaron que morirían de frío y oscuridad, sintieron miedo y desolación... pero poco a poco todas las hormiguitas empezaron a ver que ellas TAMBIEN SE ENCENDIAN, que proporcionaban el calor y la fuerza que necesitaban para seguir y se dieron cuenta que su entrañable amigo les había enseñado desde siempre QUE TODAS PODIAN BRILLAR!!.... El viento calmo, raro aquí en el sur, ahora eran ellas las que iluminaron el camino, así pude en medio de la noche regresar a casa.

patricia

17/11/2002 02:19

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hola: compañeros y compañeras, les escribo desde Buenos Aires para agradecerles la oportunidad que nos dan a todos los que tuvimos la suerte de conocer a nuestro Pocho, de recordarlo con alegría, indignación y sobre todo con amor. les cuento que al caminar por estos lugares varias veces me tope con imágenes o personas que me comentaban sobre Pocho y todo el trabajo que lo rodea... esto me llena de esperanza y de fortalezas para seguir construyendo. desde acá les envío a todos un fuerte abrazo.

Patricia Sin este anhelo de trascendencia, sin esta fuerza espiritual que transmiten los compañeros que están más cerca de Pocho y le están haciendo el aguante cuerpo a cuerpo, no hay revolución ni "Hombre

Nuevo". La mística en la lucha nos conecta con lo mejor de la

conciencia latinoamericana. Le estamos haciendo el honor, no sólo a Pocho sino a Sandino, a Mariátegui... y sigue la lista. Hace tiempo que quería decir estas cosas: Cada vez que las hormigas aparecen me pican en el alma. Gracias por acercarme al espíritu de Pocho, y de todos los que lucharon, luchan y lucharán, como se pueda y a pesar de todo. Gracias.

Roberto Liñares Estoy con ustedes Si me saben ver, me ven, con el mate bien cebado, con el termo bajo el brazo, lleno de agua humeante y viva para calmar el dolor, llenando panzas vacías, para dar fuerza al que duda y despertar al dormido, para unir comunidades, para alentar al vencido. nunca me fui de su lado, sólo acorté las distancias. Sin tener que pedalear estoy ahí donde hace falta. Sin cansancio, siempre alerta, dispuesto, de buen humor, corazón y mente abierta, repartiendo pan y amor. En Dios todo se hace fácil. Con Cristo todo es sencillo. Si hasta el barro, desde acá, parece que tiene brillo. ¡Pucha tantos angelitos jugando entre la basura! Pero maldito es aquel que le hace la sepultura. Pongan ganas compañeros, sigamos juntos luchando, que con un monto de fe la Virgen nos va animando. El Reino del Cielo está en la tierra, entre la gente (no perdamos la esperanza) buscando justicia y paz, dando amor, está presente. Y ahí estoy yo entre ustedes, Si me saben ver, me van sirviendo al que necesita donde dos o más estén.

Sergio Hoy, recorriendo las calles de Rosario, veo en las paredes de cada esquina,

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el sufrimiento de todos los que te quieren, POCHO VIVE, JUSTICIA POR POCHO, y tantos graffitis más, que marcan el amor ejemplar que Pochormiga nos dejó, especialmente a los que sufren hambre, por los niños descalzos, y tantos más. Ojalá, todos lleguemos a tener al menos un granito de arena de Pocho dentro de nuestro corazón y de cuantos más que hoy no están y dejaron su nombre en paredes que se desgastarán con el tiempo, pero que jamás se desgastaran dentro de nuestro corazón. Quiero dejar un graffiti también por todos los que te quieren: POCHO VIVE !!

Roberto García y Gustavo López - SUTEBA Matanza Compañeros de ATE Santa Fe: Lamentamos mucho el asesinato del compañero. Tengan la plena certeza de que su lucha no será en vano. Adherimos a todas y cada una de las consignas: Juicio y castigo, ni olvido ni perdón. Queda en nosotros seguir la lucha. Un gran abrazo y por favor hagan extensiva la solidaridad a la familia del compañero. Red Puna - Fernando Larrambebere desde Humahuaca Vamos por POCHO y la Vida que nos convoca a andar los caminos de la Justicia, la Libertad y la Fraternidad fuerte abrazo

Sandra desde Neuquén COMPAÑERO CLAUDIO: PRESENTE!! "cuando un luchador derrama su sangre, no solamente hace eso, sino que por sobre todo derrama espíritu sobre el universo. Queda el espíritu que es vivo y queda como flotando y busca corazones a quienes ungir. Nuestros corazones se hacen pistas de aterrizaje de un espíritu y no pista por fuera sino por dentro. Se dejan ungir y entonces nos convertimos en responsables de la bandera de esos luchadores, es presencia viva de ellos. El luchador está presente, vivo entre nosotros, nos convoca y nos hace responsables de su vida."

P.Orlando Yorio Estimad@s compañer@s ATE Rosario: que el Espíritu del Compañero Claudio nos dé la fuerza para mantenernos de pie, junto a nuestro Pueblo sufriente, nos del coraje para construir un país para tod@s!!.Los acompañamos en oración,

Sandra- Neuquén.-

Mabel y Eduardo, desde España Querido Pocho, aunque lejos, seguimos valorando tu vida y por lo tanto nos unimos, en lo que nos pidan para que tus asesinos reciban el justo castigo del pueblo y la justicia .

Zoa Yapura, de COSOREZA Queridos/as Compañeras/os:

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Nuestro corazón esta con ustedes, no olvidaremos, puesto que si bien los verdugos de siempre impidieron que el compañero siga caminado por las calles de Rosario, no pudieron matarlo, está con nosotras/os y seguirá acompañándonos en todas las luchas. ganaremos el futuro por prepotencia de trabajo. Mientras tanto seguiremos luchando, es decir seguiremos sonando. Un abrazo Línea de Innovaciones y Políticas Educativas - Fundación SES - Lizzie y Dana Queridos compañeros: Después de la injusta e impune muerte que le dió la policía al Pocho la semana pasada, tratamos de acercarles por un lado, nuestro más firme repudio a la represión y nuestro más sentido apoyo a la lucha que están dando para reclamar justicia y, por el otro, nuestros más sinceros y cálidos abrazos frente a la angustia por la muerte de un compañero. Este año tuvimos la oportunidad de trabajar con todos ustedes en la sistematización de la experiencia de la Coordinadora que llevan adelante en sus barrios y pudimos visualizar y comprender lo que significa el Pocho para todos y para cada uno de los jóvenes que trabajan juntos en los grupos, desde la revista, la murga, los oratorios, etc. Y para todos los que lo conocemos, los que lo escuchamos, los que veíamos la fuerza que ponía en la lucha del día a día. Nuevamente les recordamos que pueden contar con nosotros para lo que necesiten (desde resolver alguna cuestión legal o trámite acá en Buenos Aires, la firma de alguna nota de apoyo en los reclamos de justicia o lo que sea). Téngannos en cuenta... Frente a tanta injusticia y dolor, nos despedimos repitiendo las esperanzadoras palabras que uds. usaron en la sistematización para explicar el por qué de su tarea: "Porque creemos en un mundo nuevo y por eso estamos preparándonos para luchar por nuestros ideales, por nuestro mundo y así todos juntos tomados de la mano podremos recuperar las cosas que hemos perdido en el transcurso de tiempo". Un fuerte abrazo para cada uno. Y los mejores deseos para este nuevo año.

Lizzie y Dana - Línea de Innovaciones y Políticas Educativas Fundación SES Magalys Menéndez Peñate desde Cuba Desde mi isla querida, desde Cuba, envío mi más profundo dolor e indignación por el asesinato de nuestro Pocho. Yo lo conocí en el curso para militantes cristianos del CESEP en Sao Paulo en mayo del 2001. Me regocijó conocerlo por su sinceridad, sencillez y su auténtica y original forma de ser. Nos hacía reír y la pasábamos bien en su compañía. Nos contaba cómo trabajaba para los jóvenes, haciéndonos llegar su pasión y dedicación. Por todas esas "pequeñas cosas", lo quisimos mucho, y ahora no me explico casi cómo puede dejar de estar físicamente. ¿Acaso las almas más puras son las que deben elevarse antes al cielo? No sé.

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Quede en este mensaje mi inconformidad total con el triste suceso, más triste aún cuando pienso que lo mismo Pocho que otras muchas personas que conozco pueden ser arrebatadas de la vida por ese mismo camino. No es justo y por ello me alzó desde lo más profundo para acusar al asesino y a la maquinaria que convulsa a tales crímenes. Siento que en mi cotidiana vida, trabajando para la paz y al lado de los más olvidados, hago las mejores ofrendas a nuestro compañero. Magalys Menéndez Peñate.

Colectivo de trabajadores del Centro Memorial Martin Luther King Jr, La Habana, Cuba Hermanas y hermanos: Por nuestro Pocho hoy lloro, pues recién ahora llega a mí este mensaje. Recién ahora miro la foto de mi hermano y no puedo creer que sea así. Nunca es tarde para llorar nuestros muertos, ni para honrarlos, ni para exigir justicia. El dolor me ciega de amor, porque el amor siempre fue la mejor arma de Pocho. Pocho no usaba cascos, ni escudos, ni fusiles, ni gases lacrimógenos, no se montaba en autos para matar. Pocho sonreía y amaba, lloraba cuando hablaba de la pobreza de los suyos, se emocionaba y latía con la esperanza de ver los niños y niñas, adolescentes y jóvenes de su Rosario con comida, salud, educación, ver sus adultos con trabajo, pensaba en sus viejos, en el frío, en el hambre. Pocho optó por el amor. Quienes tuvimos la posibilidad de mirar profundo en sus ojos, sabemos de pupilas que no saben mentir, una pupila de paz adornado la sonrisa de un niño que se decía - no es justo tanto dolor señor-. Su hablar bajito hoy se convierte en un trueno de justicia, sus asesinos no saben que lo han hecho eterno. Por ti Pocho, por tus hermanos y hermanas caídas, por la Argentina que sufre el hambre, el frio y la muerte de los suyos, me entrego a mi Cuba, para hacer crecer nuestros médicos, nuestros maestros, para que cada día puedan nacer nuestros hijos, para que vivan más nuestros viejos. El colectivo de trabajadores del Centro Memorial Martin Luther King Jr. en la Ciudad de la Habana, Cuba, y en especial un hermano cubano de Pocho, reclamamos -con todo el amor que Pocho y tantos y tantas como él merecen- que sus asesinos sean enjuiciados. Raúl Suárez, Joel Suárez, Alicia Trejo, Marta Alejandro, María Isabel Romero, Carmen Nora Hernández, Esther Pérez, Lily Suárez, José Ramón Vidal., Ena Domech, Naghim Vazquez, Alfredo Prieto, Alejandro Dausá, Adalys Vazquez, Alberto Alvarez, Mabel Mora, Félix Yánez, Daisy Rojas, Rita María Ojeda, Ariel Moriyón, Alida de la Vega Barreto, Alberto González, Clem Paredes, Mariela Carmen Váldez, Otoniel Abella, María Cristina, Juan Bautista Sierra, Blas Ramos, Lucia Pérez, Lidia Ricardo Ricardo, Ruben Rodríguez, Ramón Díaz, Erick López,

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Dagmara Silvera, Vladimir Sánchez, Nelida Espinosa, Isabel Granldt, Amado Gigato, Lidia González, Ariel Arias Lliyi Romero, Ileana Garcia, Evaristo Caballero, Rolando Pérez, Galdis Ibarra, Blanca Exposito, María Isabel Mora y siguen... Los amigos de El Agora de Córdoba A los queridos amigos del Pocho: No podemos dejar de enviarles un fuerte abrazo, con la certeza de que no nos olvidaremos del Pocho. Su mirada llena de emoción nos acompañará y formará parte de nuestra memoria. Las cacerolas deberán sonar no solamente contral sistemas injustos sino también contra los asesinos y en reclamo de justicia. A veces nos quedamos sin palabras propias y es por eso que apelamos al poema de John Donne (1571 1631 ) Por quien doblan las campanas? Nadie es una isla / Completa en si misma;/ Cada hombre es un pedazo del continente,/ Una parte de la tierra;/ ...la muerte de cualquier hombre me disminuye/ porque estoy ligado a la Humanidad/ y por lo tanto nunca preguntes/ por quien doblan las campanas:/ doblan por ti. Un gran abrazo solidario, Los amigos de El Agora

Remigio Pérez desde República Dominicana A los demás compañeros que no desmayemos que sigamos adelante para que podamos construir una América mejor donde podamos vivir como seres humanos, no abandonemos la lucha, toda lucha tiene sacrificio esta vez se sacrificó Pocho. ¡ Alguien tenia que caer, para que no caiga la dignidad! Saludo para todos, besos fuertes.

Remigio Pérez desde República Dominicana Liliana Scavuzzo Realmente mil gracias por esta foto de POCHO, es muy grande el dolor que tengo, no puedo creer todavía lo que pasó, a POCHO lo conocí en el 91 en el primer encuentro de grupos misioneros en Misiones y luego supimos que trabajábamos en la misma ciudad, nos veíamos en celebraciones y en los Seminarios de Formación Teológica, que puedo decir de él? Excelente persona, siempre tirando para adelante, jugándosela por su grupo, sus chicos, siempre con una sonrisa... Sé que murió dando su vida por los demás... Su muerte es una INJUSTICIA Y NO PUEDE QUEDAR IMPUNE. VIDA A SAN POCHO DE LUDUEÑA!!!

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La memoria habla en versos Poesías

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“POCHO” a Claudio Lepratti La solidaridad te inspiraba amor el acento de tu hombría dictaba dentro de tu espíritu el significado de tu esencia prístina. Abrazabas con pasión a los pobres y marginados tu lucha era titánica contra un sistema que te oprimía cada vez más. Eras un valiente con bandera te consagrabas a todos para dar una lección de vida. La justicia social te tuteaba y tu personalidad jamás se rindió. Pero llegó esa bala... Ese proyectil cobarde que te robó la vida. La muerte se burló del destino y un miserable quiso vanagloriarse de haber matado a un rebelde con causa. Tu ideología sigue viva se transporta en cada trabajador a cada lugar del mundo para acariciar cada alma hambrienta de paz y trabajo.

Maximiliano R. Reimondi

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Las hormigas de la esperanza La esperanza es una construcción colectiva, se construye por la confianza indomable de los seres humanos en que el futuro puede ser distinto

Las hormigas, animales que gozan de mala fama, son un ejemplo a seguir por múltiples razones. Son solidarias, tienen capacidad para coordinarse en el trabajo y por sobre todo, poseen la virtud de la persistencia para lograr sus objetivos. Algunos autores como Maeterlinck y Kropotkin, les han dedicado páginas a su conducta. Pero las hormigas sobre las que deseamos reflexionar, son las que pueblan desde hace unos días las paredes y paseos de la ciudad. En una época de escepticismo, inducido perversamente durante décadas por los hacedores del malestar general, -por los que creen que la solución es la mano dura y las cárceles para con los que reclaman y luchan por sus elementales derechos, y la permivisidad y el desmanejo cómplice con los saqueadores del patrimonio común -. En tiempos difíciles, de miserias materiales y humanas, persisten los que no se resignan, los que se empeñan en forjar junto a los demás una sociedad con justicia y dignidad para todos, sin exclusiones. Hormigas corporizadas en esculturas, hormigas andantes en brazos de una multitud, hormigas estampadas en los muros de la ciudad, estas hormigas son un llamado, una saludable señal de que estamos vivos . Estamos vivos a pesar de las humillaciones, la violencia sistemática y la prepotencia de los de arriba. Dicen que Pocho Lepratti, hacía trabajo de hormiga, es decir, construía alternativas de vida y esperanza, principalmente para los niños y los jóvenes, víctimas de este sistema perverso. Los enemigos de la vida y la libertad que aún siguen impunes lo asesinaron sin miramientos, pero vive en las semillas que supo sembrar, en las iniciativas que propició. 200

En esta ciudad, en esta región, hay miles de hormigas no resignadas al pesticida vernáculo y a las periódicas fumigaciones que provienen del Imperio. Como en la canción de Daniel Viglietti, las hormiguitas nos multiplicamos y somos solidarias como un panal y con hojitas de yerba mate curamos nuestras heridas. Porque en la resistencia está el sentido de la vida y esa resistencia es la construcción de una esperanza, de muchas esperanzas. Esperanzas que no son vanas. Porque tenemos que ser capaces de esperanzarnos y proyectarnos aunque se empeñen desde los centros de poder en sofisticar sus técnicas de domesticación, en exhibir su impudicia y su barbarie. Porque no es posible que estemos condenados a continuar viviendo en el absurdo de un territorio generoso en recursos, pero puesto a merced de los mercaderes y los usureros. Como las hormigas seguiremos obstinados abriendo caminos a pesar de los obstáculos. Carlos Solero

Pocho , mi hermano. Por Carlos A. Solero* Nunca nos estrechamos en un abrazo. Nunca compartimos un mate. Nunca debatimos una idea. Nunca nos vimos cara a cara. Pero somos hermanos. Somos hermanos porque luchamos por la dignidad y la justicia, porque nos duele el dolor de los demás, porque nos hiere la impúdica indiferencia de los poderosos. Somos hermanos en la rebeldía contra una sociedad hipócrita y homicida.

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Somos hermanos porque para los hombres libres, sus hermanos son todos los que luchan por un mundo donde quepan todos los mundos.

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MANIFIESTO HORMIGA Una metáfora para una sociedad saturada de exclusiones, de desigualdad, de ejércitos de hambreados, de desocupados, de viejos postergados y del nuevo genocidio sin desaparecidos, solamente muertos. ¿Cómo entonces convocar a la realidad de lo "real" sin caer en la manipulación obscena de esa misma realidad; tan cara a los medios de comunicación, que obedientes a sus patrones de turno, construyen escenarios de la tragedia, simulacros puntualmente catalogados y consecuentemente denigrados? Ante esto, el arte debe superar la tentación de agregar más simulacro a lo real. De allí que la metáfora signifique un salto libre, no al vacío, sino a la recuperación del sentido y del sujeto colectivo. Vamos entonces por la recuperación de la palabra que alude y no elude. Vamos por la recuperación de los códigos de un tejido social pulverizado. Vamos por un lugar en la historia no escrita, que no margine a sus reales sujetos y no convierta a los verdugos en víctimas. Vamos empujando la semilla de otro futuro, que está por nacer. Hasta la cancelación de todas y cada una de nuestras necesidades. Grupo Trasmargen

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Me dejó una huella... ¡Cuántas veces caminé sin saber adónde iba!, los de afuera me miraban, mi dolor no lo entendían. Sus miradas me acusaban, vagabundo me decían y es que ser pobre es un pecado, te marginan y te olvidan. Los de afuera piensan que uno elige la pobreza y yo como ellos, tengo sueños, tengo anhelos, pero también una certeza, que por ser pobre quedaré en mi pobreza y muchos de ellos saben que nunca saldremos de ésta; se jactan de saber y tener más y hasta de manejarnos la conciencia. Si es que nunca fueron pobres, ¿Qué saben de la pobreza?. En los fines de semana muchos llegan con sorpresas, con algún mate cocido y unos panes algo duros. Esa es su ofrenda de los que se dicen “ricos” y en lugar de hacerme sentir “persona”, que sueña como sueñan ellos, me recuerdan que soy un pobre y que mi “tesoro” es la pobreza. Pero un día conocí un “Angel” de barba y en bicicleta de una mirada dulce y con una mochila a cuestas. De pronto me miró fijo, me preguntó mi nombre y quedé sin respuesta... ¿Vas a la escuela?...¿ Tenés amigos...? ¿Adónde vivís…? Enmudecí porque nadie, hasta ahora, había preguntado tanto por mí. Siguió su cuestionario... ¿sabés silbar...?Sí, le respondí... Y su mirada me devolvió una sonrisa, la sonrisa que aún guardo, porque fue el mejor regalo que recibí.

En esa bicicleta recorría toda la villa, 204

muchos con desconfianza, pensaban ¿qué buscaría? Pero no buscaba nada, o mejor dicho, todo lo traía. lo que sabía y lo que era. Se hizo uno de nosotros y experimentó la pobreza, si alguno tenía hambre allí estaba Pocho repartiendo milanesas y si alguno estaba triste quién más que él, dispuesto a darte su “oreja”. El Pocho era un amigo, un padre, un hermano, un consejero, un luchador tal vez se le metió hondo lo que de Don Bosco aprendió. Murgas, fiesta y alegría sembró nadie podía quedar afuera con tanta revolución. Pocho nos dio todo, de Otra Vida nos habló Vida que la vivía por doquiera que pasó. Y no entendí ¿porqué gastar su vida aquí?, si él tenía todo, ¿porqué elegir vivir aquí? Pocho era distinto, no buscaba destruir por doquiera que pasaba protegernos era su fin. Siempre humilde, bondadoso, sincero y de poco hablar su misión entre nosotros era enseñarnos a luchar, nos mostró que siendo pobre se es feliz igual nos demostró que si uno aprende no te pueden embaucar. ¿Dónde estaba su Fuente del bien que aquí sembró? la respuesta es obvia en su corazón habitaba Dios y quien a Dios tiene desborda de Amor al pasar el Amor en bicicleta en Ludueña ha de quedar. Para los malos, Pocho molestaba

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y la trampa sería mortal, para borrar su mensaje su garganta debía callar. Lo que los malos no saben es que el cuerpo se puede matar pero el alma que a Dios tiene se ha de multiplicar. El “Angel de la bicicleta” más vivo que ayer está, ha dejado su alma en cada hormiga del lugar. Si venís a Ludueña con Amor te has de encontrar POCHO VIVE... en las almas que por siempre habrá de cuidar.

Mariela Roxana Zappa Concepción del Uruguay Entre Ríos

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Pa’ Pocho (d.K., 23 de agosto de 2002// 23.15 p.m.)

Es un hombre simple con sus pies cansados va por la ciudad; monta en su bicicleta arma revolucionaria bastión de libertad. Sus cabellos al viento van buscando la liberación, de tantos pibes del barrio que luchan por su dignidad. Un guiso caliente para dar de comer, ese maestro que enseña como hay que revolver. Él es como el mate compartido tiene otro sabor, amigo de la palabra diálogo es educación. Pocho Lepratti anuncia la vida, da la cara pelea de frente; no se achica plantea las cosas no retrocede no lo callan las balas. Lucha contrasistemática contra la miseria ¡queremos dignidad! “¡que se vayan todos!” desde todos los lugares Pocho se pone a gritar. Es momento abierto al chamigo momento de la escucha ayuda que te da; este angel de lata que no vive al pedo da su vida por los demás.

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Los pibes siempre lo escuchan “Pocho es como mi papá”, “él siempre nos ayuda nos quiere acompañar”. Pero en el camino tantas barreras habrá, que el Pocho cruza sin miedos como hijo de la humanidad. Pocho Lepratti amigo de los pobres, mate caliente causa y consecuencia; mano amiga fuerte y cercana abrazo tierno que genera encuentros. Palabra liberadora en tus mundos amplios de diálogos de fuego; nadie podrá callarte porque a la memoria nadie la calla. El “Pocho vive” en medio de su pueblo, anda en bicicleta por la ciudad. Fernanda Zingale Esta humilde letra nació pensando en el Pocho. Era de noche y yo nostalgiaba, iba y venía por los recuerdos. Esa mañana había despertado sintiendo que era cierto, el Pocho estaba vivo, pero de repente caí en la cuenta del asesinato y me puse muy triste. De esos sentimientos cruzados nació “Pa’ Pocho”, como hija de una memoria dolorosa, pero subversiva. Dedicada a Claudio “Pocho” Lepratti y a tantos que cuestionan con su vida, con sus hechos y con su muerte. Es cierto lo que dicen las paredes: “Pocho vive!!”.

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La semilla La injusticia y la desigualdad que se expanden como fango gelatinoso carcomiendo cuerpos, dejando almas en el camino, no logran frenar la diseminación de semillas que traen consigo un ideal de cambio por todo el mundo. Semillas que resisten el frío de la lucha en soledad, que soportan los embates de la noche oscura de los poderosos, se mantienen firmes sin temor a ser arrancadas. Semillas de luchadores que crecen con el calor del pueblo. Esta semilla brotó en Rosario, se nutrió con la mirada y la sonrisa de los niños, halló en el esfuerzo la pasión de vivir sirviendo, sus raíces se arraigaron cada vez más a esta tierra, su tierra, aparecieron nuevas hojas, se ramificó marcando un camino a seguir que aunque dificultoso mereció ser emprendido. Convertido luego en gigante protegió con su vida la amenaza que atentaba contra su suelo. Ni el más vil de los hachazos podrá jamas borrarlo, pues su desaparición no es epílogo de nada, su ejemplo de vida es el fruto eterno, aquel que se mantiene intacto, que da de comer, que sacia al alma, que con cada gota de su jugo nos recuerda a aquella semilla que supo crecer, que no se rindió ante nada que llegó a ser un gigante admirado y querido, y que finalmente se marchó como todo héroe, como todo luchador, con el sol en la mirada. Diego Seminara San Lorenzo

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El Pocho no tiene miedo él anda con Jesús, a cuestas o como caiga. Él me dijo que hable con Jesús cuando el cana me persigue, él me dijo que Jesús me quiere, y es la primera, te juro, la primera vez que lo siento acá en el corazón”.

Testimonio de un pibe Sería justo cortarle los dedos a la música apagar el sol tajear en negro los relojes en la mañana de los tiros. Sería justo, Pocho pero no serían tus huesos ni tu sangre dando tumbos en las venas de los pibes. Sería justo hablar sobre el Pocho pero desde lejos veo sus dedos que me indican silencio. Él me dice que hable de ese interminable ejército de hormigas arrastrando los cartones carros crujientes

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sombras miradas puños doblados las tardes doblemente oscurecidas. Él me dice que llame a los atorrantes que vagabundean a la pesca de algo o de alguien. Él dice que en esos, sus amigos, andan los pedazos de su cara su risa y su mate. El Pocho anda suelto, muchachos se sube al nombre de una calle se pinta solito en la pared. Anda suelto porque nadie pudo sujetar con amarras el tremendo amor de huracán de espuma y de llanto. El Pocho es joven, lleno de fuego los bolsillos. se ve en las chispas que inauguran los ojos y en los cantos agitados escalando su nombre repetido. Mirá, es tanto lo que dicen que no hay huecos en mis palabras es como si a cada agujero 211

lo suturan con una aguja de luz venida desde lejos. Y ésa, te lo digo la ha prendido el Pocho.

Dicen que él sigue cocinando, da vueltas el cucharón en la sopa y cada tanto derrama a propósito unas gotas sobre el hambre para seguir calentando entre ollas y polentas las panzas de sus pobres. Nanci Vilalta

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El corazón limpio El cielo ya no se ve tan azul, Y el verde de las hojas Ya no es el mismo... En algún lugar te esperaron, Te acecharon, Y te hicieron trampa... Se cortó el carretel de hilo Que cosía, día a día, Un sin fin de ilusiones... Y dejaste muchas almas solas, Sin el aliento y el mate Que hacían el día a día... Pocho, Hoy las calles de tierra parecen Más grandes Sin el andar de tu bicicleta Descolorida y vieja... Te quedaron muchas semillas Por plantar, Y muchos pollos y conejos por criar, Pero sembraste la fe con tu ejemplo, con tu día a día, Y criaste en todos nosotros Las ansias de justicia Y el sueño de un país sin fronteras Para todos... Y te marchaste como tenía que ser: Con la frente alta, y Con los puños y el corazón limpios, Dándonos otra lección con el dolor Y el desconcierto que Provocó tu violenta partida... Pocho, No sabemos cómo será el mañana... Pero sabemos dónde estás... Y que te quedarás con nosotros para siempre. Sandra.

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POCHO Percibías con angustia la degradación humana la humillación extrema, cuando -desde Ludueña a Las Floresrecorrías Rosario en bicicleta. Ojalá seas bandera. A los más humildes dicen que ayudabas sembrando esperanza para calmar el hambre. Sabías que los sicarios talan los mejores árboles. Es sólo un ejemplo. ¡Treinta y cuatro muertos y ningún banquero! Flamearás por los cielos y en el corazón del pueblo. Pocho: idealista y combativo. ¡Serás bandera! Sergio Luis Fuster

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POCHO ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA Yo no conocí al Pocho, propiamente cara a cara no conocí su rostro, salvo después... en las fotografías. No conocí a su padre, ni a los chicos, ni al Milton pero sí conozco el barrio. Conozco la gente de ese barrio... Barrio donde todos dicen que el Pocho se fue al cielo... cosa que no pongo en duda porque si el cielo es un premio él se lo merecía más que nadie... Pero yo pienso que, en realidad, el Pocho era un hombre de las profundidades... algo muy simple: no le eran ajenas ni la profundidad de la miseria ni la del dolor ni la del hambre ni la de la impotencia y el silencio así como la de los gritos de rebelión y de justicia... Se embarraba las zapatillas y eso es profundo se embadurnaba de cal para pintar la piecita de la Vagancia y eso es profundo todos los días se ensuciaba hasta los codos cocinando y sirviendo, pasando a cada rato sus dedos mojados por su profundo delantal para dejar todo a punto. Por eso, chicos, el Pocho se fue también a lo profundo se llenó del más profundo amor, si cabe se desfondó de libertad, si cabe cada silla y cada banco y cada mesa lo guarda en lo profundo de la madera o del plástico... cada eco, cada techo lo guarda ni tengo que decir que cada corazón lo guarda la profundidad de la tierra lo guarda tu mirada profunda, pibe, lo guarda. Entre el cielo y la tierra el Pocho va y viene, estrechando tu mano. Entre el cielo y la tierra, corre... corre para mostrarnos que vivir juntos todavía es posible. María del Carmen Vitullo.

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Querido Pocho: Algunos viven porque sí, otros, lo hacen para sí... Algunos buscan durar, otros, sólo demoran su putrefacción... Vos amaste la vida y la defendiste. Creíste en otro mundo y trabajaste... Tus sueños tenían el movimiento diario de tu bicicleta incansable. Tus esperanzas tenían brazos en el compromiso cotidiano. Tus días tenían alegría en la risa de los chicos... Pocho ¿Sabés qué pasó? Les molestó tu dinamismo, porque son estáticos. Los incomodó tu compromiso, porque son indiferentes. No soportaron tu alegría, porque hace tiempo, ya no ríen... querido Pocho, tu memoria ha de ser el compromiso, el movimiento y la sonrisa, de los que aún, soñamos otra vida... Mariano Carreras Marzo 2003

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Elegía del suburbio De sangre eras, de cartón también, Maleable barro que desataras –la furiade las esquinas los delitos solapados -explotándoteasí sin más y apenas quedan los vendavales de cielo las paradas de orín sus estaciones sedientas el amasijo enriquecido de poderes harapientos Duramente maltratado, sin razón sin excusas han detonado el homicidio injustamente labrado, abusivamente hambrientos metaforizándonos subvirtiéndote Marisa S Martín

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“ANGEL DE LA BICICLETA” en memoria de CLAUDIO “POCHO” LEPRATTI y del Centauro Quirón Parece una danza con chimeneas fracturadas la bicicleta con un ángel de Ludueña a Las Flores como centauro de palabras a Quirón muerto lo murieron en la inmortalidad “no tiren que hay pibes comiendo” dentro del cielo el centauro cayó sin caer maestro de sabidurías para mundos con sueños de abundancia sueños de niños sin hambre de alfabetos aprendidos de música, cantos y cuentos entre las calles sin árboles de risas que se enredan en la saga de cada barrio de bicicleta pedaleando entre venablos y alabardas de represores que estrangulan con perdigones de odio y plomo ellos no saben que la vida no muere ellos no saben que la vida vive en la línea de los senderos con un ángel en bicicleta gigante inmortal en la constelación del Centauro. Lida Pagani – Rosario

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canción con nombres para hacer la gran goethe “y luego es preciso estar repitiendo constantemente la verdad porque también el error se predica incesantemente en derredor nuestro” j. w. goethe I pocho elvira víctor juan graciela yanina rubén walter ricardo carlos gustavo diego alberto marcelo diego julio vicente ariel roberto eduardo mariela pablo david ramón romina eloisa graciela marcelo luis

debajo del mar que es agua de lluvia debajo del agua de lluvia que es vestidura rasgada sobre los estrados discurso mojado de la resignación como mandamiento hay un desierto hecho de nombres nombres caídos de la bronca del costado flaco que no es memoria ni hambre ni pan ni centavos ni balas como granos de arena que de a 29 saben decir un desierto silencio que empuja bajo el agua de lluvia que cae como error como inmenso mar sobre la maravilla del día en que tus pedacitos se juntaron unpaís para volver a empezar

II santiago darío maxi

llueven televisores sobre ti llueve la noticia y parece otra llueve la trampa y no lo parece llueve el gol de la fecha llueven ratones orejudos

unpaís

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llueven vacas mutiladas llueve sobre las manchas sobre la sangre derramada llueve hasta tapar la lluvia y entonces la lluvia cesa cesan las vacas cesan los ratones cesan las trampas hasta los asesinos cesan de la sangre nada de las manchas nada nada de noticias tuyas unpaís apenas una sábana blanca que cubre tus nombres nombres que llenan toda una nada y vuelta a empezar III paco rodolfo haroldo

paco rodolfo haroldo ¿cómo va el ser regando las raíces de unpaís? ¿solos en su soledad? ¿somos también allí pedacitos exiliados unos en otros? paco rodolfo haroldo nombres que pude rescatar del naufragio de la lluvia que tapó todo agua sobre sueños sobre verdades sobre los ojos sobre la boca sobre gritos que no salieron sobre brazos que quedaron cruzados y sobre vos pacorodolfoharoldo que ahora son uno regando las raíces de unpaís y digo paco rodolfo haroldo porque me robaron los otros nombres los lavaron con modelos para armar goles como excusas con hijos para otros se los comieron llenaron vacíos con ellos y ahora hay un hueco en tu historia unpaís llaga llena de dedos de nombres ausentes que riegan las raíces junto a vos

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pacorodolfoharoldo que es como abrir puerta por puerta para volver a empezar NORMAN PETRICH Carlos Almirón, Gustavo Benedetto, Diego Lamagna, Alberto Márquez, Marcelo Gastón Riva, Diego Ávila, Julio Hernán Flores, Vicente Ramírez, Ariel Maximiliano Salas, Pablo Marcelo Guías, Víctor Ariel Enrique, Roberto Agustín Gramajo, Eduardo Legembre, Mariela Rosales, David Ernesto Moreno, Ramón Alberto Arapi, Romina Ituraín, Eloísa Paniagua, Elvira Abaca, Graciela Acosta, Walter Campos, Juan Alberto Delgado, Yanina García, Claudio Pocho Lepratti, Ricardo Villalba, Graciela Machado, Rubén Pereyra, Marcelo Pacini Luis Alberto Fernández, asesinados en los hechos ocurridos en diciembre del 2001 que terminaron con la caída del presidente De la Rua Santiago Verón (junio del 2000), Maximiliano Kosteki y Darío Santillán (julio del 2002) piqueteros asesinados por la represión policial. Paco Urondo, Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, victimas de la dictadura militar iniciada en el 76. (CANCIÓN CON NOMBRES PARA HACER LA GRAN GOETHE pertenece al libro poemas urgentes para un país, de norman petrich, aún inédito.)

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La multiplicación

Hace años que va y viene. se sube a su Rocinante con pedales y no deja de construir, soñando con todos esos pibes que se acurrucan junto a su Pochito. A veces se lo ve con el cura, en otras corre para sacar de la cana a alguno de los suyos, y para eso siempre cuenta con el Gato, Mariana, el infaltable Martínez... Hay tipos que son imprescindibles, al decir de Brecht Y cuando él decidió irse a vivir a fondo la pobreza, hace rato que era uno de ellos, redoblando su fe con la práctica cotidiana, esa con la que naturalmente construía desde la humildad. Hace años que va y viene, hay varios pozos de Ludueña que reconocen su autoría, pero también anduvo por la Cocina, por Las Flores, recorrió Humanidades y también Santa Lucía. Es que toda Rosario es su casa, pero sin dudar tomando posición desde una vereda. . Toma notas, habla con todos, siempre está pensando con qué nuevas cosas seguir sumando para enfrentar a un destino que parece haber arrojado tantos nadies a la exclusión. Es él, es Claudio, el Pocho, solidario como pocos, empapado de sinceridad, ese rubio pintón que hace que muchas compañeras apuesten y conjuren contra su decisión de celibato y compromiso de fe cristiana Hace años que va y viene y algunos imbéciles uniformados creen que ese 19 lo mataron, que ya no va a andar más . Desde ese día se redoblaron los pedales, y ahora además anda por paredes y murales, se transformó en la hormiga de Rosario y está en todas sus calles y plazas. Sus pibes no se quedaron detenidos en el llanto: están muy ocupados : multiplicándolo para el resto de toda la vida Chany

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La fuerza de Pocho Hay un espacio infinito que nos separa de tí Hay un espacio tan leve que nos empuja a despertar Hay un espacio tan grande entre amar y perdonar Hay un espacio pequeño entre hoy y nunca más Hay un espacio en tinieblas y te alcanzo a divisar Eres la luz de los niños Angel de tanta humildad Hay un espacio colmado por el sol verde mirar Un lugar donde no alcanzan los temores a brillar Eres imagen valiente y constante donde los poderosos cierran las puertas a la necesidad donde un pueblo pide a gritos sus derechos para vivir con dignidad Se requiere de un gran valor humano en esta sociedad que ignora el dolor de los grandes que luchan en silencio, por la única verdad, los derechos constituidos hace muchos años atrás Pocho tú eres la fuerza que nos mantiene a luchar Hay un espacio imperfecto entre querer y olvidar Iglesias Gladys R.

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| Pocho-poesía Qué inmenso era lo tuyo siempre constante nunca inalcanzable El Amor iluminaba tu alma con grandes metas tu capacidad de lucha Te distinguían tu inagotable esperanza en querer cambiar el sentir de nuestros gobernantes te idealizaban Nunca te olvidaremos los de corazones sensibles los de alma pura porque siempre serás la hormiga en lucha El ángel que elevando sus alas con inmensa amplitud protegió hasta en sus último suspiro a todos aquellos que siempre son olvidados por estos nadie que no son nada que piensan solo engordar sus bolsillos que cierran sus ojos a los veinte millones de niños en la calle. a los sin techo, a los ancianos desprotegidos quienes tienen el derecho a un buen bienestar Pocho, sembraste la energía positiva de la lucha por la dignidad y el valor de la vida Iglesias Gladys Raquel

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Las Hormiguitas Las hormiguitas blancas y azules Con su carguita cruzan la tierra. Cruzan los mares, cruzan los cielos Dejando atrás el temporal. La casa rota, el pie asesino, La vida herida por ese mal: el temporal. Pero los sueños y los caminos las hormiguitas no dejarán. Los van cargando con la ilusión de un circo en viaje hacia la función. Si les preguntan dónde trabajan contestan siempre en la construcción. La construcción!. Las hormiguitas carpintereando, Albañileando, pintarrajeando, Imaginando, desolvidando, Enamorando y hasta cantando. Van caminando y acumulando Verde energía mucha esperanza. Mucha esperanza. Siguen andando sobre la tierra, Sobre los cielos, sobre los mares, Multiplicando hojas y flores, Acumulando verde energía. Mucha esperanza, mucho buen día, Para este viaje que es circular. Es circular, va a terminarse para empezar. Las hormiguitas son muy tenaces, Las cicatrices van a cerrar, Con sus hojitas de yerba mate Las hormiguitas se sanarán. Pocos comprenden su largo viaje ¿Por qué salieron si han de volver? Han de volver. Todas chuequitas las hormiguitas Son solidarias como un panal. Pero si encuentran el pie asesino Pica que pica lo atacarán. Lo atacarán. Lo atacarán.

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Las hormiguitas que yo les canto son tan chiquitas que ni se ven, Pero los sueños que van cargando Tienen la altura que tiene el bien. El bien de toda naturaleza Que en esta tierra pide un lugar. El bien de toda naturaleza que en esta tierra pide un lugar. Las hormiguitas nunca se pierden porque su viaje es circular. Es tan redondo como los ojos de un ser humano al despertar. Es tan redondo como el planeta que vamos juntos a liberar. A liberar A liberar. (Daniel Viglietti, de Trabajo de Hormiga)

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pocho vive no debería no señor pero qué es el deber bajo este cielo de orejas amputadas donde el olvido va de lanzas rojas /no tiren carajo/ no debería no tiene sentido hablar con yeso cuando la sangre de tus muertos no dejan de calentarte un país pedacitos de nombres en tu nombre que los grita /pasa de largo la muerte/ no debería estoy seguro pero cómo /no tiren carajo/ con qué detenerlo la muerte pasa de largo /abajo hay chicos/ acaso deba arriba se hace nombre la poesía nombre lleno de muros muros que laten mirándote al rostro un país y yo no debería no debería

norman petrich

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Los violentos Los que prometen cambios y continúan con la misma política de –siempre–, los políticos de siempre, los que siempre mienten, los traidores, los sin vergüenza, los que dan vergüenza, los que se avergüenzan de su patria, los sin patria no los despatriados, los que hicieron de la patria una factoría, los factores de poder, los medios de comunicación, el poder y los medios de comunicación, el poder de los medios de comunicación, los que incomunican, los incomunicadores sociales, los socialistas arrepentidos, los socialdemócratas, los arrepentidos de todo, los todopoderosos, los que se creen todopoderosos, los poderosos, los que tienen algo de poder y se hacen los osos, los que se hacen soberanamente los osos siempre, los que niegan la verdad, los que reniegan de la verdad, los que matan la verdad, los que matan, los que mandan matar, los que mandan, los que juran ante la Biblia repitiendo que Dios y la Patria

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–me lo demanden–, los que usan la Biblia como escudo, los que se escudan en la religión, los que usan la religión para manipular a la gente, los que manipulan a la gente, los que abusan de la gente, los abusadores sexuales, los inmorales, los amorales, los moralistas, los que critican la moral ajena y no ven la viga en el propio, los que nos enajenan, los dueños de lo ajeno, los prestamistas, los accionistas, los banqueros, los bancos, los dueños del dinero, los que hacen del dinero su único interés, los que cobran interés para prestarnos dinero, los interesados, los que no se interesan por los demás, los que no ven más allá de su propia nariz, los que miran el reloj y dicen ya es tarde vuelva mañana, los que vuelven a mentir, los que beben de nuestra sangre, los que hacen del hambre un pan de caridad, los caritativos, los cuantitativos, los vivos, los que se hacen los vivos, los que dan vivas al ejército, los ejércitos, los generales, 229

los degenerados, los racistas, los fascistas, los falsos, los falsificadores, los que levantan falso testimonios, los demonios, los que van de moño a una fiesta, los que viven de fiesta en plena crisis, los hacedores de la crisis, los funcionarios, los que hacen que nada funcione como es debido, los que le deben a medio mundo y no les importa un carajo, los cagadores, los que se cagan en el prójimo y en todo, los que no aman al prójimo, los que repiten ama a tu prójimo como a tí mismo sin comprender –el sentido de la frase–, los que repiten frases sin sentido, los que no sienten nada, los que sólo piensan en sí mismos, los simuladores, los que siempre insinúan algo, los que repiten “por algo habrá sido”, los milicos asesinos, sus cómplices, los torturadores, los que callaron, los que callan, los que callan y otorgan, los que otorgan crédito a cualquier rumor, los que rumorean, los romanos de este siglo, los yanquis, 230

sus aliados de la unión europea, los ex-comunistas, los que arriaron sus banderas, los que se venden al mejor postor, el mejor postor, el pastorcito de ahí viene el lobo, los pastores electrónicos, los tecnócratas, la tecnocracia, la burocracia sindical, los burócratas, la ley de mercado, los mercaderes, los traficantes de armas, los narcotraficantes, los que financian las campañas electorales, los que siempre sonríen para la foto, los que no ven el llanto del mundo, los que manejan el mundo, los inmundos, los verdaderos violentos. Guillermo Calp

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Afrontemos Afrontemos juntos el pasado dolorosamente injusto, este presente que parece sin mañana y el mañana sin proveer. Dios parece esquivar Su mirada y se desencadena la ausencia del bien. Nos duele cada muerte inexplicable, inexplicada, como una roja flor que flota a la deriva en un mar de incertidumbre - intemporal, inolvidable por más que los días lluevan su polvo y su rutina sobre una memoria ya agobiada por negros crespones no resueltos. Afrontemos juntos nuestros sueños de paz ajados, y los deseos de justicia postergados indefinidamente. Pero no callemos lo que tal vez sea el más grande de nuestros sinsabores, quebrantos y frustraciones: esto de pagar sufrientes justos por represores. Daniel Colombini

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Escena - AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD Poesía-imagen de Lulú Colombo Aquí están nuestros muertos Son jóvenes y esperan la luz de la memoria y la justicia. Rosario. Barrio popular. 19 de diciembre de 2001. Comedor comunitario para niños pobres. Hombres y mujeres están sirviendo la comida. Se oyen gritos en la calle. Llegan policías en un patrullero. Todos corren a la terraza para refugiarse. Niños en pánico. El hombre joven que abraza a los niños pide que no tiren. La muerte. Hombre joven: - ¡No tiren que hay chicos! Policía 1: Gordo, marcame cuál es. Policía 2: Alto. Cutis blanco. Ojos castaños. Pelo largo, 35 años. Hombre joven: ¡No tiren, hay muchos chicos! No alcanzó mi vida para repartir un poco de amor. La cacería recién ha comenzado y una bala roja me busca el pecho. Policía 2- ¡Asomáte si sos macho, carajo! Policía 1: El cabrón se va a esconder con los pendejos*. ¡Son todos iguales! Una mujer: ¡Por favor, bajen las armas!¡Hay niños! Mis ojos no verán más las auroras Se apaga para siempre el sol sobre mi piel. Voy hacia el río de los muertos llevando el rostro de mis asesinos, oscuros ojos que no lloran. Policía 1: Gordo, estoy apuntando. Ya se va a asomar. Si hay pibes, no puedo tirar. Policía 2: ¡Ya sabés los cartuchos que tenés que usar! Policía 1: La vida y la muerte al rojo y al verde. Va a depender del color que le toque. Yo prefiero el plomo. Yo al rojo prefiero darle el rojo. Policía 2: A este le va a tocar un plomo por pendejo. Policía 1: ¡Atención! ¡Atención! Están llevando los chicos al techo. No sé si lo veo bien. Policía 2: Ahora no te arrugués. Tengo el motor en marcha y esto no va a aparecer en el acta, quedate tranquilo. Policía 1: Mirá Gordo, qué querés, tengo familia. Policía 2: ¡Le di! ¡Le di! Vamos que no están esperando, dejate de mariconear.

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Ya no me muevo. Mis nublados ojos ven la bala roja que me dilacera el cuerpo, roja como mi propia sangre. La tierra encharcada va enhebrando la memoria con hilos de sangre inocente mientras la Justicia se sigue revolcando en una inagotable poza de sangre. Mis ojos ya no verán más el sol, no importa. Nosotros, los espectros, somos inmortales estamos en el corazón del pueblo, el tiempo ya no puede alcanzarnos.

A la memoria de Claudio ( Pocho) Lepratti y de los caídos en la Argentina por la represión policial .

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Canciones para Pocho

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Pocho lepratti

Suenan redoblantes, los zurdos por detrás hoy tocan los pibes la alegría popular Ludueña se levanta para reclamar con la voz de los trapos tu sonrisa seguirá. Son esos pibitos que supiste valorar que hoy toman conciencia y salen a reclamar por pan y trabajo, por vida y dignidad y por esos changos que hoy no pueden estudiar los chicos yanteaban un cocido con pan cuando escuchaste disparo policial subiste hasta el techo y empezaste a gritar “manga de insensibles dejen ya de disparar” Un cana hijo de puta, asesino y sin corazón te agarró a los tiros y tu sangre derramó en este lugar donde supiste enseñar en este lugar, muchos Pochos crecerán Hoy siguen las marchas para proclamar que aunque te hayan matado tu lucha seguirá con esa consigna que solías proclamar: DONDE HAYA UN MUNDO QUE QUEPAN MUCHOS MÁS. La Pocilga

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Un angel en bicicleta Un angel en bicicleta con alas de nubes blandas pedaleando por el barro su estampa dejó grabada De lata sonaron todas las cacerolas de plomo la prepotencia que te apuntaba de seda su voz que se oía, de fuego las cuatro balas mil muros con bicicletas pintadas que te reclaman Un angel en bicicleta con alas de nubes blandas pedaleando por el barro su estampa dejó grabada Temblando estarán las manos asesinas porque saben que estos sueños nunca terminan son muchos los angelitos, angelitos abrepuertas cantando siempre tu nombre a la hora de la siesta Carlos Yáñez (Los caídos del Puente)

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Grillitos de pan Encontré una nube azul Donde se junta el cielo y la verdad Brilla cuando le cantas Llueve por tu soledad Por, tus sueños andará Con la luna de fuego y grillitos de pan Tu risa veré flamear Y en mí crecerá Si me prestas atención En el cuenco de mis manos baila una flor Si me prestas atención Beberé de tu amor Agüita de oro y miel Para el Pocho que te abriga Cuando nadie está Brilla cuando le cantas Llora por tu soledad Gato a la naranja

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El ángel de la bicicleta

Música: Luis Gurevich / Letra: León Gieco

Cambiamos ojos por cielo Sus palabras tan dulces, tan claras Cambiamos por truenos Sacamos cuerpo, pusimos alas Y ahora vemos una bicicleta alada, que viaja Por las esquinas del barrio, por calles Por las paredes de baño y cárceles Bajen las armas!! Que aquí solo hay pibes comiendo. Cambiamos fe por lágrimas Con qué libro se educó esta bestia Con saña y sin alma Dejamos ir a un ángel y nos queda esta mierda Que nos mata sin importarle de donde venimos qué hacemos, qué pensamos si somos obreros, curas o médicos Bajen las armas!! Que aquí solo hay pibes comiendo. Cambiamos buenas por malas Y al ángel de la bicicleta lo hicimos de lata Felicidad por llanto Ni la vida ni la muerte se rinden Con cunas y cruces Voy a cubrir tu lucha más que con flores Voy a cuidar tu bondad más que con plegarias Bajen las armas! Que aquí solo hay pibes comiendo. Cambiamos ojos por cielo Sus palabras tan dulces, tan claras Cambiamos por truenos Sacamos cuerpo, pusimos alas Y ahora vemos una bicicleta alada, que viaja Por las esquinas del barrio, por calles Por las paredes de baño, y cárceles Bajen las armas!! Que aquí solo hay pibes comiendo 239

“ OJOS DE MURGA”

Cuando miro el pueblo Que nos han dejado No late mi pecho Lo han devastado. Nos quitan la vida Por algun costado Muertes inocentes No nos olvidamos... No eran violentos Solo pobres eran Hoy la murga canta Su lucha y entrega. Sumemos voces Gritemos fuerte Que la memoria Esté en nuestra gente Gritemos fuerte Pueblo querido Que venceremos Todos unidos, Que la memoria Esté en nuestra gente, Que la memoria esté....

MATADERO SUR Murga rosarigasina.

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SANGRE (al Pocho Lepratti y al pueblo) Sangre Acumular ladrillos no construye alturas Carne A donde mira un pueblo, a costa de sus tumbas Sus castillos, con las suelas de piel Sin sus sueños, que tienen que perder Sin embargo estoy tan confundido Veo uniformes cortando destinos Muerte Detrás de su fusil están muertos de miedo Calma Un alma en libertad debe remontar vuelo Sus castillos, con las suelas de piel sin sus sueños, que tienen que perder Sin embargo estoy tan confundido Veo uniformes cortando destinos Retener el aire aguantando el llanto Lo que nos queda hoy es seguir intentando Voy por la calle colgado de los huesos Como una nube, Como un espectro Tantos días, tanta pena Tanto frío en el amanecer Lo que viene es cosa buena Quiero creer... Quiero creer... Y vos... Y vos sentado allá no cambies de canal Esta es tu realidad Vamos a decirles Vamos a gritar Que no tengan miedo Que no vuelvan más En sus castillos de chapa No pueden reír y no pueden amar Sin embargo estoy tan confundido Veo uniformes cortando destinos

RYAN

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CANCION PARA EL POCHO canción Quién dijo que el Pocho ha muerto si está vivo eternamente siempre andando en bicicleta para ayudar a la gente. Lo recuerdan las paredes con una “bici” pintada y lo evoca desde el alma toda una humilde barriada. estribillo El Pocho es una leyenda no se ha extinguido su vida es emblema de hombre bueno y Rosario no lo olvida. II En la ciudad fue un ejemplo ejemplo, ¡y de los mejores! nunca olvidarán su ayuda tantos pobres comedores. Por eso ¡el Pocho no ha muerto! sigue vivo entre su gente quien para dar una mano siempre dijo ¡estoy presente! estribillo

Víctor H. Schmid y Edgardo Urraco

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LINO ROJO Gust avo Martínez (leído por Marcelo Nocetti en el Teatro La Comedia el 19 de diciembre del 2003, en el marco del recital “De fiesta con mi sangre” que organizó para celebrar un nuevo cumpleaños de “El Canto del Viento” (programa que se emite por lt 8 de Rosario) y en el que actuaron el Dúo Coplanacu y la Murga de los Trapos del Barrio Ludueña)

Nosotros tampoco nos acordamos del olvido (como Armando Tejada Gómez) como un Armando-nos de esperanza de hormiga después del paso del pie asesino. Hay listas de nombres que dicen mucho, como las de diciembre.

No había qué comer en el hormiguero en aquellos días, muchas salieron a caminar por las calles a encontrarse en las esquinas a compartir la palabra que se fue haciendo grito colectivo porque el pan estaba ausente y ausente estaba la democracia y la justicia.

Hay listas que hablan de esto y de más también, pero las listas no alcanzan para explicarnos algunas cosas por ejemplo

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que otra y otra y otra vez en la historia, las hormigas mayores, (hormigas papás y hormigas mamás) despidieron los cuerpos de las hormigas menores. Los padres no deberían estar en el velorio de sus hijos.

En todos los asesinatos de diciembre esto fue así, padres enterrando a sus hijos, y esto dice algo más que la lista de aquel 19 y 20. ¿¡ Qué hace ese 15 en una lista con datos de hormigas muertas!? ¿De dónde salió ese número, esa edad que la dibujamos cada vez que pasan las cosas lindas de la vida? Walter tenía 15, Marcelo tenía 15, Ricardo 16 ¡¡¿ dónde está el titular del gran medio dando cuenta que en aquel diciembre hubo quiénes salieron a matar niños?!! David Moreno asesinado en Córdoba tenía... ( me da no se qué ponerlo, pienso si es justo compartirlo, si realmente estamos dispuestos a escuchar la verdad como pueblo,

y decido medio

asustado que vale la pena intentarlo: David Moreno asesinado en Córdoba tenía 13 años) Hay cosas que pasan y se convierten en símbolos que dicen más que los documentos y los noticieros. Dalis, la mamá de Chaio, -que es como le decían a Pocho y le siguen diciendo puertas adentro de la casa en Los Seibos, allá en Concepción del Uruguay-, se levantó un día y se puso a construir unos canteros, rectos y torcidos los canteros, unos paracá y otros parayá, daba vueltas y vueltas construyendo esos canteros que se cruzaban, “andá y comprame esto”, lino rojo era el pedido, y según me contaron fue Laura, una de

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las hijas,

la encargada de conseguirlo, lino rojo para los canteros que se

cruzan, cosas de madre hormiga que se levanta temprano para poner a funcionar el tambo. Canteros rectos y grandes que se ven desde el avión y desde Rosario, (desde la terraza de la casa gris de Santa Fe no se ven), pero sí desde Rosario y desde arriba. Dalis escribe la tierra, surcos que son huellas, surcos torcidos pero rectos que si uno levanta la cabeza dicen VIVE. Me contaron que el lino rojo floreció nomás como florece la lucha en nuestras calles. Le preguntaron si no le faltaba algo, el nombre, porque los canteros eran sólo 4 letras, VIVE, “no hace falta” dijo. Como la garganta de Pocho y ese plomo que hizo más rojamentesangre su voz, mas linorojo su grito, como ese plomo que le abrió esa gigantesca garganta que hablaba por todos sin palabras, escribiendo la tierra con su bicicleta, como eso que tantas veces hablamos, cosas que dicen más que las listas: como esos canteros y esa garganta hay nombres y hay apellidos, eso lo sabemos todos, como hay números y hay edades hay apellidos como Paniagua, apellidos que marcan a fuego a quien lo porta, quién no, alguna vez, bromeó con los apellidos y con Paniagua. En Entre Ríos, Eloisa Paniagua no llegó a conocer estas historias graciosas y a veces crueles de los apellidos, tenía 13 años cuando llegó diciembre y murió abrazada a un paquete de fideos. Eloisa no entendió, ni nadie debe hacerlo, que en su apellido había una sentencia escrita muy arriba en los lujosos despachos oficiales y en ella estaba escrito que tenía prohibido los fideos. Tenía 13 años y murió abrazada a un paquete de fideos. Paniagua era su apellido.

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Yanina tenía 18 y salió a buscar a su hijita de dos años, pero no se asusten que Yanina salvó a su hija, eso sí, la mamá de Yanina enterró a su hija de 18 años que quería seguir viviendo y como cada vez que una madre ve morir a su hija ni el abrazo de todas las hormigas juntas puede con ese dolor de mamáhormiga. La mamá de Yanina anda hormigueando en un centro comunitario, colaborando con sus manos, homenajeando a Yanina cada vez que le vienen las fuerzas para salir de su casa. Y eso es todos los días. La hija de Yanina la sigue esperando.

Rubén quería muchas cosas, tenía 21, pero por sobre todas las cosas quería ver como su hija apagaba dos velitas. Sabemos todos como se pone el hormiguero cuando se cumplen dos años de vida. A Rubén lo mataron allá en la ruta y tuvo que faltar al cumpleaños de su hija que tanto esperaba... ...A veces el corazón golpea, a veces se para, a veces se cansa. A Graciela Machado le estalló el corazón de tantas ráfagas, tanto gas, tanta corrida y palos, tanto humo y cayó cerquita de donde cayó Graciela Acosta. A las dos, que se fueron juntas, una de bala y otra de infarto, ahí en Villa Gobernador Galvez, a las dos las siguen esperando en la casa sus hijos. Los padres no deberían estar en el entierro de sus hijos... De eso sabe también la madre de Juan, y lo sabemos todos, y también lo sabe Catalina, su hermana, que cuando pide castigo pide por su madre que sabe que los padres no deberían estar en el velorio de los hijos. “Juan, corazón de oro”, escribió Catalina para homenajear la vida de su hermano.

Nosotros tampoco nos acordamos del olvido como Armando

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como un armando-nos de esperanza de hormiga después del paso del pie asesino. Hay listas de nombres que dicen mucho como las de diciembre. Pero también hablan los números 13, 15, 18, 16, 13 no sólo mataron hijos, mataron niños. ¡Qué más hace falta decir? Un poeta del carajo, premio Nobel y todo eso, bien chileno el chabón, intentó comparar la muerte de niños con algo. Él hablaba y sufría por la sangre de niños que había sido derramada en Madrid. Se ve que como todos los poetas quería reforzar esta imagen tan terrible con algo, con lo que sea, compromiso profesional que le dicen. Pero lo único que pudo escribir es que “la sangre de niños corre como sangre de niños”.

Hoy por la mañana, hubo una marcha de hormigas para reclamar justicia y seguir construyendo un hormiguero nuevo, frente a los tribunales provinciales, pasó que a la lista de los nombres y edades se le sumaron las fotos de cada uno, tela blanca y pinceles del Mono y pintura prestada y las hormigas necesarias, y por esas cosas que cuando pasan, pasan, aparecieron las manos y los brazos de los familiares para abrazarlos a todos juntos, y caminar todos juntos por estas calles sin justicia. La lista de esta mañana se volvió bandera con nombres, con las imágenes de la vida de cada uno, algunos medio seriotes y otros cagándose de risa como buenas hormigas, mostrándonos en las fotos que cada uno a su manera la estaban peleando.

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Hubo mucha charla desde tribunales hasta jefatura, mucha charla entre madres que saben que ningún padre debería estar en el entierro de su hijo, mucha charla de la vida de cada uno y mucha fuerza pa’ que no vuelva a suceder otra vez. Hace un rato, como a las 18: 30 en Plaza 25 de mayo empezaron a llegar hormigas de todos los colores y credos, festival de caras, caruchas, caretas, banderas, bombos, todos llegaron para marchar y seguir charlando de la vida y del pan que falta y del trabajo que no aparece y de cómo hacer para que la cosa cambie. Hasta plaza San Martín se fue marchando y cantándole a la vida digna que nos merecemos, sin asesinos de niños conviviendo con niños. Y seguro que por más que se desconcentraron y se fueron, la cosa sigue en toda la ciudad hasta que la democracia no sea sólo una palabra. No sé, a lo mejor ésta vez podemos empezar a construirla.

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APÉNDICE

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Índice Prólogo: Pochormiga – Gustavo Martinez Introducción: Datos biográficos Quién es Claudio Lepratti Capítulo I: El contexto histórico, político y social Investigación, periodismo, reflexiones e historia Informe Comisión Investigadora no gubernamental Alegría Cero – Nicolás Loyarte “No disparen hay chicos comiendo”: Del Padre Mío al Nuestro – Edgardo Montaldo El Pocho de Ludueña – Manolo Robles Pocho Lepratti en Punto Doc El Pocho vive en el corazón – Eduardo Valverde (La Capital Una vida dedicada a los demás – Daniel Ekdesman (La Jornada) Calle Lepratti: una calle de otra ciudad – Hugo Ojeda 1° Jornadas de Educación Popular La Marcha por la vida. (Art. Periodístico Pcia. de Entre Ríos) Reflexiones Políticas La política ¿es? – María Massa Adiós no, hasta siempre – Javier Gatti Sin título -Germán Ulrich Entrevista a Hernán Lopez Echague Un Pocho, dos Pochos, cien Pochos…- Pelado Martín Capítulo II: Testimonios Memorias del Gato – Gustavo Brufman Siempre vivo, nunca muerto- María Belén Sigot Compañeros – Angel Porcu El Pocho: el camino…” No Docentes” Aquel Diciembre – Quinteros Dionisio, el que soñaba. – Javier Núñez Cielito y Cielo. – Gustavo Salut. El Seminario y la juventud de la Pastoral A quien corresponda – Alejandro Bogado Pocho según Cris – Cris Martinez A mi amigo muy querido – Alicia Vogel Pocho, una razón para seguir.- Farinetti Los Barrios Lamento por el ángel. Sergio Ferreyra No disparen. – J. Bianchi La luz- Agostinetti El Pocho. Alejandra Chort Los héroes. – Luisina Egidi Carta. – Juan Cairo Solamente Pocho. – M. C. Robledo Los pibes de la Biblioteca. – Carlos Núñez Pocho. – Marisa Capítulo 3: Mensajes en la web Capítulo 4: La memoria habla en versos. Poesías

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Pocho- Maximiliano Reimondi Las hormigas de la esperanza- Carlos Solero Manifiesto Hormiga- Grupo Transmargen Me dejó una huella. – Zappa Pa’ Pocho- Zingale Semilla.- Seminara Pocho Lepratti – Nanci Vilalta El corazón limpio. – Sandra Pocho. – Sergio Fuster Entre el cielo y la tierra. – María del Carmen Vitullo Querido Pocho. – Mariano Carreras Elegía del Suburbio. Marisa Martín. Angel de la Bicicleta. – Lidia Pagani Canción con nombres (para hacer la gran Goethe)- Norman Petrich La multiplicación – Chany La fuerza de Pocho Gladys Iglesias Pocho poesía.- Gladys Iglesias Las hormiguitas. – Daniel Viglietti Pocho Vive – Norman Petrich Los violentos. – G. Calp Afrontemos. – Daniel Colombini Al servicio de la comunidad-Lulú Colombo Canciones para Pocho Pocho Lepratti- La Pocilga Un ángel en bicicleta-Carlos Yáñez (Los caídos del puente) Grillitos de pan- Gato a la naranja El ángel de la bicicleta- León Gieco/Luis Gurevich Ojos de murga- Matadero Sur Sangre- Ryan Canción para el Pocho –Victor Schmid-Edgardo Urraco Epílogo: Lino Rojo. – Gustavo Martinez

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