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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Centro de Bioética GACETILLA 11 / 08 27 /11 / 2008 Palabras claves: Sistema financiero, crisis fina

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Centro de Bioética GACETILLA 11 / 08 27 /11 / 2008 Palabras claves: Sistema financiero, crisis financiera, desarrollo, conferencia de Doha, ONU, G-20, economía y moral, OSCE, países pobres, solidaridad, África, hambre, crisis alimentaria mundial, retos del milenio, OMS, ECOSOC, páginas web. Nota aclaratoria: Esta gacetilla ofrece noticias de diversas fuentes sobre temas de reflexión en el campo de la Bioética, sin presentar elaboración ni expresar la opinión de este Centro de Bioética sobre dichos tópicos. Las gacetillas precedentes pueden ser consultadas en la página Web: http://www.ucc.edu.ar/portalucc/seccion.php?sec=29&pag=520

Nota de la Santa Sede con la que pide repensar el sistema financiero mundial Ante la próxima conferencia de las Naciones Unidas de Doha CIUDAD DEL VATICANO, lunes 24 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la traducción al español de la Nota de la Santa Sede sobre finanzas y desarrollo, en la vigilia de la Conferencia promovida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Doha, elaborada por el Consejo Pontificio "Justicia y Paz" y aprobada por la Secretaría de Estado de la Santa Sede. *** Un nuevo pacto para refundar el sistema financiero internacional La presente Nota, elaborada por el Consejo Pontificio "Justicia y Paz", aprobada por la Secretaría de Estado, quiere ofrecer algunos puntos de reflexión sobre la actual crisis financiera mundial y sobre sus repercusiones en la financiación al desarrollo. La Santa Sede es consciente de que muchas de las cuestiones aquí señaladas son susceptibles de ser afrontadas por medios técnicos muy diversos. El documento, por tanto, quiere sobre todo promover y animar a los Gobiernos y al resto de agentes económicos a buscar soluciones duraderas y solidarias. Financiación y Desarrollo. Importancia de la Conferencia 1. La próxima conferencia internacional sobre "Financing for Development to review the Implementation of the Monterrey Consensus", que tendrá lugar en Doha del 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2008, representa el punto de llegada de un proceso de revisión, promovido por la Asamblea General de las Naciones Unidas y con la participación de la sociedad civil, de los contenidos y de la actualización del Documento sobre Financiación al Desarrollo, aprobado en 2002 en Monterrey -el llamado "Monterrey Consensus". Aquel documento incluía seis capítulos sobre las grandes cuestiones esenciales para financiar el desarrollo: la movilización de los recursos internos; los flujos de capitales privados; el comercio internacional; la cuestión de la deuda externa; y última pero no menos importante, la cuestión sistémica sobre los modos de dar fuerza y coherencia al sistema monetario, financiero y comercial global en apoyo del desarrollo. Según los procedimientos de las Naciones Unidas, los trabajos de revisión han llevado, durante los primeros años del 2008, a la redacción del esbozo de un nuevo documento (el "Doha Draft Outcome Document"), que ha sido poco a poco discutido y enmendado, con el objetivo de poder concluir la Conferencia de Doha con un texto que recoja el consenso de todos los participantes. A este laborioso proceso negociador se ha superpuesto, en los últimos meses, la precipitación de la crisis financiera global que se ha originado en el mercado de las hipotecas "subprime" en Estados Unidos. A pesar de su larga gestación, a principios de septiembre la crisis se ha extendido hasta afectar a otros sectores del sistema financiero y a poner en dificultad un número creciente de países, cuya situación financiera, en ausencia del choque externo, no parecía presentar problemas de sostenibilidad. A la subida de los precios agrícolas y energéticos que tuvo lugar en los primeros meses del 2008, por tanto, se ha añadido una crisis financiera en ciertos aspectos dramática, con consecuencias muy negativas: sobre todo, el tema de la financiación al desarrollo corre el riesgo de ser puesto en segundo lugar. 2. En esta situación, resulta indispensable que los Gobiernos y las instituciones financieras actúen para contrastar la ulterior difusión de la crisis financiera actual: de hecho, muchos países han introducido decisiones radicalmente opuestas a la tendencia, preferida hasta un pasado reciente, de confiar el funcionamiento del mercado financiero a su capacidad de autorregulación.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Sustancialmente, los Gobiernos de los países afectados por al crisis han adoptado una variedad de disposiciones que comportan un retorno masivo del sector público en los mismos mercados financieros que, en las últimas décadas, habían sido desregularizados, privatizados y liberalizados. Dado que una acción política de este género tiene mayores probabilidades de éxito si los países no proceden de forma dispersa, sino que se coordinan sus iniciativas, para el 15 de noviembre se convocó una cumbre de urgencia de los grandes países, el llamado G-20, con la participación de significativos países emergentes. Desde el momento en que el G-20 ha tenido lugar dos semanas antes de la Conferencia de Doha promovida por las Naciones Unidas, los muchísimos países que no han participado en la cumbre temen, no sin cierta razón, que el primer acontecimiento, que ha implicado solo a un número restringido de países, pero que ha atraído la atención de la opinión pública internacional, prive de impacto político a la Conferencia de Doha. Hay por tanto dos grandes citas mundiales, muy cercanas, con un objeto similar -las finanzas y su crisis, las finanzas y el desarrollo-, aunque caracterizadas por significados políticos y funciones muy distintas. Ambos encuentros tienen importancia. El deseo de todos es que con todos los países que se han reunido en Washington el 15 de noviembre tengan en debida cuenta la Conferencia de Doha y favorezcan su éxito. Esta tiene, de hecho, no solo el objetivo de llegar a un consenso formal intergubernamental sobre los seis grandes temas ya presentes en el "Monterrey Consensus", sino también el de madurar progresivamente un sentimiento común, una valoración compartida sobre aquellas que se identifican como cuestiones emergentes en materia de financiación al desarrollo. Si es indispensable hacer frente, también en el plano político, a las emergencias financieras que se presentan, es también importante mirar con atención al cuadro en su conjunto y a las conexiones entre los problemas, no sólo desde el punto de vista de los países económicamente importantes, sino dentro de una perspectiva tendencialmente global. No siempre lo más urgente es también lo más importante. Al contrario, reordenar las prioridades es más necesario en cuanto la situación se ha hecho difícil. No hay duda de que se ha llegado a la emergencia financiera de hoy tras un largo periodo en el cual, presionados por el objetivo inmediato de perseguir resultados en breve, se han dejado de lado las dimensiones propias de las finanzas: su "verdadera" naturaleza, en efecto, consiste en favorecer el empleo de los recursos ahorrados allí donde favorecen la economía real, el bienestar, el desarrollo de todo hombre y de todos los hombres (Pablo VI, "Populorum progressio", 14). La Conferencia de Doha es por tanto una ocasión que la comunidad internacional no debe perder para volver a poner en el centro cuestiones de fondo importantísimas para el bien común de la humanidad: la financiación al desarrollo es una de estas. Las grandes cuestiones abordadas por el "Draft Document" 3. En referencia al "Draft Document", parece oportuno considerarlo teniendo en cuenta las dos caras de la crisis financiera actual, es decir, la emergencia que se ha originado en los mercados por una parte, y la situación de crónica inadecuación de los recursos destinados a apoyar el desarrollo por otro: ambas ponen de manifiesto una ineludible cuestión moral. En un momento de crisis, como el actual, es apropiado hacerse preguntas que, cuando las cosas van bien, habrían sido dejadas de lado u obviadas. ¿Cómo se ha llegado a esta desastrosa situación, tras un decenio en que se han multiplicado los discursos sobre la ética de los negocios y de las finanzas, y en el que se ha difundido la adopción de códigos éticos? ¿Cómo no se ha dado suficiente peso a la verificación de episodios que deberían haber hecho reflexionar? La respuesta a estas preguntas no puede no poner en evidencia que la dimensión ética de la economía y la finanza no es algo accesorio, sino esencial y debe ser constantemente tenido en consideración e incidir realmente si se quieren llevar a cabo dinámicas económicas y financieras correctas, a largo plazo y fecundas en progreso. En esta perspectiva, la doctrina social de la Iglesia, con la rica variedad de sus principios morales, puede y debe dar una contribución de realismo y esperanza tanto a las cuestiones que hoy se discuten, como la crisis financiera, sea a las cuestiones que, aun siendo de importancia vital para gran parte del mundo, no reciben la atención que merecen. Se trata de la necesidad de un nuevo pacto para refundar el sistema financiero internacional; de la cuestión de los centros financieros "offshore" y del nexo entre financiación al desarrollo y fiscalidad; del mercado financiero y de las normas; del papel de la sociedad civil en la financiación al desarrollo. Un nuevo pacto financiero internacional 3. La actual crisis financiera es esencialmente una crisis de confianza. Hoy se reconocen entre las causas de la crisis tanto el excesivo uso de la "leva" financiera por parte de los operadores, sea la inadecuada consideración de los elementos de riesgo que ésta comporta. Sobre todo, se reconoce la relación entre la necesidad de que las finanzas cumplan su función "real" de puente entre el presente y el futuro, y el horizonte temporal de referencia de los operadores, sustancialmente empequeñecido en el presente. En otras palabras, la crisis financiera global ha hecho urgente la reflexión y la acción sobre el 6 punto del "Draft Document", es decir, sobre las cuestiones de sistema.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA ¿Estamos ante la necesidad de una simple revisión, o de una verdadera y propia refundación del sistema de las instituciones económicas y financieras internacionales? Muchos sujetos, públicos y privados, nacionales e internacionales, piden una especie de Bretton Woods. Más allá de la expresión utilizada, la crisis ha traído indudablemente a primer plano la urgencia de encontrar nuevas formas de coordinación internacional en materia monetaria, financiera y comercial. Hoy parece claro que la soberanía nacional es insuficiente, incluso los grandes países son conscientes del hecho de que no es posible alcanzar los objetivos nacionales contando únicamente con las políticas internas: acuerdos, reglas e instituciones internacionales son absolutamente necesarias. Es necesario evitar que se comience la cadena del proteccionismo recíproco; más bien se deben reforzar las prácticas de cooperación en materia de transparencia y de vigilancia del sistema financiero. Es incluso posible alcanzar soluciones de "soberanía compartida", como demuestra la historia de la integración europea, a partir de problemas concretos, dentro de una visión de paz y prosperidad, enraizada en los valores compartidos. También en el rediseño de las políticas y las instituciones internacionales se abre por tanto una cuestión moral de gran relevancia. En particular, es importante que el incluso necesario contraste político entre los países "más ricos" no lleve a soluciones basadas en acuerdos exclusivos, sino que relanza un espacio de cooperación abierto y tendencialmente inclusivo. Este espacio es especialmente relevante en materia de financiación al desarrollo. Los flujos financieros que conectan a los países desarrollados con los países de renta baja presentan al menos dos elementos paradójicos, el primero lo representa el hecho de que en el sistema global, son los países pobres los que financian a los países ricos, que reciben recursos procedentes sea de las fugas de capital privado, sea de las decisiones gubernamentales de arrinconar reservas financieras bajo la forma de actividades financieras "seguras" colocadas en los mercados financieramente evolucionados o en los mercados "offshore". La segunda paradoja es que la remesas de los emigrados -es decir, de la componente menos "liberalizada" de los procesos de globalización- comportan una afluencia de recursos que, a nivel macro, superan grandemente los flujos de ayuda pública al desarrollo. Es como decir que los pobres del Sur financian a los ricos del Norte, y los mismos pobres del Sur tienen que emigrar y trabajar en el Norte para sostener a sus familias en el Sur. Los centros financieros "offshore" 3.b. Para llevar a cabo este nuevo pacto financiero internacional, un primer paso necesario es el de considerar atentamente el papel, oculto pero crucial, del sistema financiero "offshore" en las dos caras de la problemática financiera global antes descrita: la emergencia de la crisis global y la inadecuación de las finanzas al desarrollo. Los mercados "offshore" han sido un nudo importante, tanto en la transmisión de la actual crisis financiera, como en haber mantenido una trama de prácticas económicas y financieras alocadas: fugas de capitales de proporciones gigantescas, flujos "legales" motivados por objetivos de evasión fiscal y canalizados también a través de la sobre o infrafacturación de los flujos comerciales internacionales, reciclaje de los procedentes de actividades ilegales. La estimación de la cantidad de riqueza detenida en los centros "offshore" son difícilmente evaluables, pero bastante impresionantes si se confirmaran las informaciones en circulación: se dice que una amplia gama de grupos e individuos detentarían aplicaciones financieras en los centros "offshore" que podrían rendir cerca de 860.000 millones de dólares al año, y que corresponderían a una falta de entrada fiscal de casi 255.000 millones de dólares: más de tres veces el monto entero de la ayuda pública al desarrollo por parte de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OSCE). Dado que la financiación pública al desarrollo sólo puede proceder de las detracciones fiscales, esto se convierte como mínimo en crítico en la época de la globalización. De hecho, los procesos de globalización han cambiado el tipo de composición de la tasación, no sólo de directo a indirecto (con la probable consecuencia de una menor "progresividad" de los impuestos, es decir, de una menor capacidad de pesar porcentualmente más sobre aquellos que disponen de rentas más elevadas), sino sobre todo han comportado una traslación de la tasación del capital a la tasación del trabajo. Se erosiona la detracción fiscal sobre las actividades empresariales más grandes y más móviles en el campo internacional, o que pueden fácilmente recurrir a los centros "offshore". Se tasan en cambio mayormente los factores productivos menos "móviles" y que difícilmente pueden escapar al gravamen fiscal, es decir, a los trabajadores y las pequeñas empresas. Estos puntos son políticamente muy complejos. Afrontarlos significa incidir directamente en la esfera de la soberanía fiscal nacional. El "Draft Document" habla de ello y, en el punto 10, propone reforzar la cooperación internacional en materia fiscal, sobre todo en vista de una drástica redimensión de las prácticas financieras "offshore". Reglamentación del mercado financiero 3.c. La crisis actual ha madurado en un contexto de toma de decisiones en el que el horizonte temporal de los operadores financieros era extremadamente breve y en el que la confianza -ingrediente esencial del crédito- se ponía más en los mecanismos del mercado que en las relaciones entre socios. No por casualidad, la confianza ha descendido en el intercambio que era "seguro" por antonomasia, es decir, las transacciones interbancarias; pero sin esta confianza se bloquea todo, incluida la posibilidad del

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA normal funcionamiento de las empresas productivas. Las crisis financieras y sus consecuencias tiene, de hecho, como componente la expectativa de que el clima financiero empeore. Todo esto induce a los operadores a comportarse de forma que hace más probable el efectivo empeoramiento de la situación con un previsible efecto acumulativo. Con la crisis, ha caído la confianza fideísta puesta en el mercado, entendido como mecanismo capaz de autorregularse y de generar desarrollo para todos. La situación actual es de emergencia, porque se ha evitado afrontar algunas cuestiones importantes: la trazabilidad de los movimientos financieros, el rendir cuentas adecuadamente de las operaciones en los nuevos instrumentos financieros, la cuidadosa valoración del riesgo. Muchas autoridades, especialmente en los países financieramente más evolucionados, han pospuesto elecciones puntuales, movidos por los beneficios económicos que derivan de hospedar una fuerte industria financiera, beneficios que duran lo que dura la fase de euforia financiera. Las mismas instituciones financieras internacionales no están dotadas del mandato y de los instrumentos necesarios para afrontar con decisión estas cuestiones. En general se pensaba que el mercado bastaba para dar precio justo al riesgo. Los mercados financieros no pueden operar sin confianza; y sin transparencia y sin reglas no puede haber confianza. El buen funcionamiento del mercado requiere por tanto un importante papel del Estado y, donde es apropiado, de la comunidad internacional para fijar y hacer respetar reglas de transparencia y de prudencia. Debe recordarse, sin embargo, que ninguna intervención de regulación puede "garantizar" su eficacia prescindiendo de la conciencia moral bien formada y de la responsabilidad cotidiana de los operadores del mercado, especialmente d ellos empresarios y de los grandes operadores financieros. Las reglas de hoy, diseñadas sobre la experiencia de ayer, no necesariamente preservan de los riesgos del mañana, Así, aunque existan buenas estructuras y buenas reglas que ayuden, es necesario recordar que por sí solas no bastan. El hombre nunca puede ser cambiado o redimido sencillamente desde el exterior. Es necesario llegar al ser moral más profundo de las personas, es necesaria una educación real en el ejercicio de la responsabilidad hacia el bien de todos, de parte de todos los sujetos, a todos los niveles: operadores financieros, familias, empresas, instituciones financieras, autoridades públicas, sociedad civil. Esta educación a la responsabilidad puede encontrar un fundamento sólido en algunos principios indicados por la doctrina social, que son patrimonio de todos y base de toda la vida social: el bien común universal, el destino universal de los bienes, la prioridad del trabajo sobre el capital. En el fondo, la crisis financiera es e resultado de una praxis cotidiana que tenía como punto de referencia la absoluta "prioridad del capital" respecto al trabajo -incluso del trabajo, alienado, de los mismos operadores financieros (horas de trabajo larguísimas y estresantes, horizonte temporal cortísimo de referencia para las decisiones). Es también el resultado de una praxis errónea por la que se presta con más facilidad a quien "es demasiado grande para fallar" que a quien asume el riesgo de crear ocasiones reales de desarrollo. Papel de la sociedad civil en la financiación al desarrollo 3.d. La financiación al desarrollo requiere poner en discusión sea la ayuda pública al desarrollo, sea el papel de los demás actores: personas, empresas, organizaciones. En particular, la sociedad civil no solo lleva a cabo un importante papel activo en la cooperación al desarrollo, sino que también reviste un papel significativo en la financiación al desarrollo. Lo hace, ante todo, a través de la contribución voluntaria de persona a persona, como las remesas de los inmigrantes, o a través de formas organizativas relativamente sencillas (piénsese en la adopción a distancia). Después están los recursos para el desarrollo puestos en marcha por las empresas, en el ejercicio activo de su propia responsabilidad social; y aquellas a veces demasiados conspicuas, que proporcionan importantes Fundaciones. También la adopción de comportamientos responsables en materia de consumo y de inversión constituye un importante recurso para el desarrollo. La difusión de estos comportamientos responsables, desde el punto de vista de los efectos materiales, puede dar la diferencia entre el funcionamiento de ciertos mercados particulares; pero su importancia reside sobre todo en el hecho que expresan una participación concreta por parte de las personas -en cuanto consumidoras, en cuanto inversoras del ahorro familiar o en cuanto decisivas para las estrategias empresariales- a la posibilidad de que los más pobres salgan de su condición de pobreza. Crisis financiera y ayudas públicas al desarrollo 4. La preocupación por la emergencia financiera que se ha originado en los mercados maduros efectivamente puede ofuscar la necesidad de financiar el desarrollo. Es razonable pensar que la ayuda pública al desarrollo, que procede de asignaciones del presupuesto que cada país establece de año en año, sufrirá a causa de los ingentes recursos públicos necesarios para tapar la emergencia de la crisis financiera. Y esto es un mal, indiscutiblemente. Una financiación al desarrollo adecuada requiere un

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA horizonte de largo plazo: es necesario que los recursos afluyan de modo previsible, en condiciones favorables, para financiar obras que quizás requieren mucho tiempo antes de producir beneficios a la población local. Sin embargo, la emergencia financiera ligada al periodo breve y la "normalidad" de la financiación a largo plazo están estrechamente conectadas, en negativo, pero también en positivo: existe, y debe buscarse tenazmente, la posibilidad de contribuir a una salida sostenible de la crisis financiera, también construyendo las condiciones para que los ahorros que se generan se dediquen verdaderamente al desarrollo, es decir, a la creación de ocasiones de trabajo. Basta pensar en cuantas necesidades insatisfechas existen, especialmente en los países de renta baja: esas necesidades son la otra cara de las ocasiones de trabajo que es posible, y por tanto obligado, crear. Para dar otros elementos que pueden sostener la razonabilidad de esta vía "real" de salida de la crisis financiera, podemos recordar que las tres crisis del 2008 -la crisis alimentaria, la crisis energética y la crisis financiera- están estrechamente unidas entre sí. La expectativa de precios crecientes de los productos agrícolas y energéticos (expectativa en cierto sentido fisiológica, piénsese en la mayor demanda de alimentos y carburante en países como China e India) ha producido una carrera al aprovisionamiento y a la compra de "futuros", es decir, de promesas de entrega futura a un precio determinado. Este comportamiento a su vez ha alimentado una subida de los precios que ha atraído no solo a los futuros utilizadores de los productos primarios, sino también a los operadores financieros que, desde una óptica puramente especulativa, han apostado sobre la posibilidad de una subida ulterior de los precios. Ahora, estos comportamientos arriesgados tienden a florecer sin control cuando en los mercados financieros existe mucha demasiada- disponibilidad de crédito. No es casual que la crisis financiera actual, que se manifiesta sobre todo en la extrema dificultad de obtener un crédito, haya traído consigo una bajada de los precios de los productos primarios, y sobre todo del petróleo. Se entiende que, si es necesario afrontar los problemas "uno a uno", es peligroso hacerlo sin mirar con lucidez al cuadro completo y a las conexiones entre los propios problemas. La crisis financiera probablemente "quitará" recursos a la ayuda pública al desarrollo; sin embargo, sólo destinando recursos -públicos pero también privados- al desarrollo "real" se podrá reconstruir un sistema financiero sano, capaz de rendir de verdad, porque los recursos han sostenido realmente el trabajo y la economía. Las actuales inversiones directas en los países pobres 5. En general, la gran parte de las inversiones extranjeras directas sigue afectando a los países avanzados, tanto como procedencia como destino, aunque en los últimos años se han observado dos fenómenos decididamente nuevos. El primero es la afirmación de inversiones extranjeras directas surgidas de los países "emergentes", a menudo motivadas por el objetivo de reforzar la presencia de la empresa investigadora en su misma macrorregión -y por tanto, son inversiones Sur-Sur, destinadas a países de renta media y baja. El segundo tiene que ver con el crecimiento significativo de los flujos de inversión transcontinentales destinados a ciertos países de renta baja, normalmente dotados de importantes recursos mineros o energéticos; algunos de estos se efectúan de los llamados "fondos soberanos", y por tanto presentan en doble valor de inversión económica y de importante vínculo sociopolítico. Cómo actuar para incrementar las inversiones extranjeras directas es el objeto del segundo capítulo del "Draft Document", que muy oportunamente subraya que es necesario considerar atentamente también los aspectos cualitativos de la inversión. Es necesaria de hecho cautela antes de interpretar los flujos de capital hacia los países como una señal inequívocamente positiva, y por tanto incrementar sencillamente la cantidad. En muchos casos, se trata efectivamente de importantes ocasiones de crecimiento económico y de desarrollo social; en otros, no es así. Hay, de hecho, inversiones que comportan la implicación y la formación de los trabajadores locales, la transferencia de tecnología, la difusión de prácticas de management responsable; pero hay también inversiones que se limitan a valorar los recursos mineros en beneficio de pocos -de la élite política o económica localademás, naturalmente, del inversor extranjero. Cooperación financiera al desarrollo 6. A continuación de la Conferencia de Monterrey, se han dado algunos pasos adelante significativos, en la dirección indicada por el "Monterrey consensus". En la "Action against Hunger and Poverty", inicialmente promovida por algunos países desarrollados y países en vías de desarrollo y sucesivamente hecha propia por otros muchos Estados, se han identificado distintas posibles fuentes innovadoras de financiación: un impuesto solidario sobre las tarifas aéreas; la reducción de la evasión fiscal hecha posible por la existencia de paraísos fiscales; la movilización de las remesas de los emigrantes para el desarrollo local de los países de destino con iniciativas, por ejemplo, de microcrédito; la tasación de las transacciones en valor y /o del comercio de armas; la creación de instrumentos innovadores de préstamo como la "International Financial Facility"; la emisión por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) de derechos especiales de retiro; la contribución voluntaria asociada al uso de tarjetas de crédito; la inversión financiera en "fondos éticos"; la recogida a través de loterías solidarias.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Algunas de estas propuestas se han llevado a cabo parcialmente. Es el caso del proyecto piloto de la tasa solidaria en las tarifas aéreas, ya en ejecución en algunos Estados y destinada a un fondo para la compra de fármacos contra la malaria, tuberculosis y Hiv/Aids, gestionado directamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS). También en el 2006, la propuesta de crear una International Financial Facility se tradujo en la activación de la Iffi (Iff for immunization) a la que se ha adherido cierto número de países. Sustancialmente, se trataba de la emisión de títulos públicos internacionales que se han colocado en los mercados financieros y que han permitido recoger recursos privados para la financiación de programas de vacunación. Los países que han emitido los títulos se hacen cargo de los recargos por intereses y para la restitución futura de los fondos recibidos, empeñándose recíprocamente en proporcionar recursos al desarrollo; este empeño es efectivamente creíble, en cuanto que su eventual disminución expondría a los países a una pérdida de reputación en los mercados financieros internacionales de los que dependen para la financiación de sus desequilibrios en las cuentas. Todas estas iniciativas tienen en común el hecho de desvincular la recogida de los recursos financieros al desarrollo mediante impuestos, de las decisiones de presupuesto público de cada país. 7. A pesar de los progresos, sin embargo, la cooperación financiera al desarrollo sigue siendo un problema. Además, muchos otros ámbitos de acción incluidos en el "Monterrey consensus" no han visto progresos; esto vale sobre todo a propósito de las cuestiones de sistema y en particular, de la coherencia de las políticas económicas internacionales. Piénsese por ejemplo en el nexo entre las políticas de ayuda al desarrollo y las políticas comerciales de los países avanzados: las diversas formas de proteccionismo manifiesto o escondido, así como a las persistentes limitaciones al acceso de las exportaciones de los países pobres en los mercados de los países ricos, son un obstáculo enorme al desarrollo. Las políticas nacionales siguen siendo fuertemente incoherentes: con una mano se da y con otra se quita. Una última pero importante cautela: es necesario estar atentos a no confundir los medios (los recursos financieros) y el fin, es decir, el desarrollo. No basta predisponer una cantidad adecuada de financiación para pensar en obtener, de forma mecánica, el desarrollo. Éste no es tanto el "resultado" que se encontrará al final, sino el camino que día a día es trazado por las elecciones concretas de múltiples actores: Gobiernos donadores y receptores, organizaciones no gubernamentales, comunidades locales. Por lo que respecta a la ayuda pública al desarrollo -el objeto principal de la Conferencia de Doha, que implicará en primer lugar a los Estados- se debe recordar que la comunidad internacional ha afrontado recientemente, en la Conferencia de Accra, la cuestión de la eficacia de la ayuda ("aid effectiveness"). Hoy la tendencia preponderante es la de considerar el canal "de Estado a Estado", el llamado "budget support", como la vía más eficaz para hacer llegar los recursos a países de renta baja. Esta tendencia es vista con cierta preocupación, porque lleva consigo el riesgo de una "burocratización" de las políticas nacionales de lucha contra la pobreza y de un redimensionamiento de los recursos disponibles por las diversas formas de iniciativa social local, tanto por parte de las organizaciones de la sociedad civil, como por parte de realidades locales radicadas en el territorio como las "faith based organizations". Si embargo, estas realidades son las verdaderas protagonistas del desarrollo entendido como recorrido que llevar a cabo día a día. África y financiación al desarrollo 8. Una atención particular al Continente africano, en el que el mapa del desarrollo registra fuertes disparidades, es necesaria. En África la situación es distinta en cada país; es más, se nota una tendencia a la polarización entre las situaciones de éxito al conseguir recursos y hacerlos fructificar, y situaciones de total marginalidad. Por ejemplo, sólo pocos países africanos atraen inversiones extranjeras directas no interesadas exclusivamente en explotar los recursos minerales o energéticos. Depende mucho de la situación interna de cada país; en los términos del "Monterrey Consensus": por la capacidad de movilizar recursos internos y de luchar contra las fugas de capitales, evasión fiscal y corrupción. Además, es evidente que en situaciones de conflicto armado -numerosas, por desgracia, en África- la dimensión económica del desarrollo se convierte sencillamente en improponible. En cuanto a la condonación de la deuda externa, ha habido progresos; sin embargo, los recursos para la cancelación de la deuda raramente han sido adicionales respecto a los flujos de ayuda y esto ha comportado efectos de recomposición de los presupuestos públicos sin un incremento real de los recursos disponibles para las acciones de lucha contra la pobreza. Dos puntos deben subrayarse oportunamente. Uno tiene que ver con las elecciones en política internacional de los Gobiernos africanos: debe apoyarse la creciente voluntad de cooperación internacional Sur-Sur, en un continente donde adquirir una cierta costumbre a la cooperación internacional podría contribuir a canalizar preventivamente los conflictos en un espacio de negociación incruento. La segunda tiene que ver con las elecciones en política interna, en materia de lucha contra la pobreza y el desarrollo: es necesario apoyar con convicción la solución subsidiaria, que valore y refuerce las formas de respuesta a las necesidades que nacen "desde dentro" de la sociedad africana, la cual posee un gran patrimonio de cultura solidaria que sabe expresarse con una extraordinaria fuerza testimonial.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA La experiencia de cooperación internacional al desarrollo es hoy suficientemente amplia para permitir concluir que las políticas y los recursos "llegados de lo alto" pueden producir efectos benéficos inmediatos, pero por sí solos no proporcionan respuestas adecuadas a cómo salir, de forma sostenible, de la pobreza. Los principios de subsidiariedad y solidaridad, tan queridos a la doctrina social de la Iglesia, pueden inspirar un auténtico desarrollo en el signo de un humanismo integral y solidario. Vaticano, 18 de noviembre de 2008 [Traducción no oficial del original italiano por Inma Álvarez] G-20 ¿Quién se acordará de los 923 millones de hambrientos? Comunicado de Manos Unidas MADRID, sábado, 14 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el comunicado emitido por Manos Unidas con motivo de la reunión del G-20 que se celebra en Washington. ¿Se acordará alguien de los 923 millones de personas hambrientas? Han pasado ya ocho años desde que en Nueva York, en la Cumbre del Milenio del 2000, se adoptasen ocho ambiciosos compromisos, conocidos como "Objetivos de Desarrollo del Milenio", tendentes a terminar con el hambre y la pobreza en el mundo. Nada hacía presagiar que hoy los ojos de la opinión pública iban a dirigirse a una reunión extraordinaria que aglutinará en Washington a los más importantes mandatarios del mundo. ¿El motivo? El mundo, de repente se ha visito envuelto en múltiples crisis. Pero, como siempre, la mayoría de los medios concentran su preocupación en la crisis económica y financiera, relegando a un segundo plano la crisis de los alimentos, la crisis de la energía, la crisis del clima, la crisis de la seguridad y, la no menos importante, crisis de credibilidad de organismos internacionales, como la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial. La reunión del G-20 en Washington no puede ser una escenificación más del despilfarro y la palabrería de una amalgama de veinte países cuyas economías y sistemas políticos padecen vicios muy particulares. Mucho nos tememos que vamos a asistir a un debate centrado en cómo deshacer los desvaríos de las economías ricas basadas en la especulación financiera desbocada. Y quizá luego, si sobra algo, para arreglar un poco la vida de los pobres y los hambrientos, que son las víctimas de siempre. Lo fueron antes, cuando las cuentas bancarias se engordaban con la especulación financiera invirtiendo en materias primas (en productos alimenticios) y lo son hoy ante el desmoronamiento de la euforia especulativa. Desde Manos Unidas miraríamos con esperanza la reunión del G-20 si no intuyéramos que a iba a servir únicamente para que el G-8 busque la manera de salvar el crecimiento de los países ricos, a costa de adelgazar aún más las economías de los países pobres a base de planes restrictivos, privatizaciones y reducción de la cooperación al desarrollo. Hace ocho años, el número de personas hambrientas iba disminuyendo; hoy son 923 millones, 75 más que en el año 2006. Existen motivos sobrados para esperar de los mandatarios reunidos voluntad política para exigir que se retomen los compromisos de Desarrollo del Milenio y para que los gobiernos pongan orden en un sistema financiero y económico lleno de problemas de codicia e injusticia. Pero, realmente ¿se acordará alguien de esos 923 millones de hambrientos? La Santa Sede pide a los países ricos que no comprometan las ayudas al desarrollo La cumbre del G-20 no debe ensombrecer la próxima conferencia de Doha CIUDAD DEL VATICANO, lunes 24 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- La celebración el pasado 15 de noviembre de una cumbre de urgencia entre los países más ricos del mundo sobre la crisis financiera mundial hace temer que el objetivo de consolidar las ayudas al desarrollo de los países pobres, que se tratará en la próxima cumbre de Doha, quede arrinconado. Así lo ha expresado la Santa Sede, a través de un extenso documento elaborado por el Consejo Pontificio "Justicia y Paz" y aprobado por la Secretaría de Estado vaticana, en el que se abordan las actuales causas y consecuencias de la crisis financiera mundial, de cara a la cumbre de Naciones Unidas que se celebrará e Doha (Qatar) entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre. Esta Conferencia, que debía estudiar la realización del consenso sobre la financiación al desarrollo acordado en la anterior cumbre mundial de Monterrey (conocida como "Monterrey Consensus"), se ha visto ensombrecida "por la crisis financiera global". La profundidad de la crisis financiera, que se une a las anteriores crisis alimentaria y energética, teme la Santa Sede, "puede tener como consecuencia que el tema de la financiación al desarrollo sea puesto en segundo lugar". "Desde el momento en que el G-20 ha tenido lugar dos semanas antes de la Conferencia de Doha promovida por las Naciones Unidas, los muchísimos países que no han participado en la cumbre temen, no sin cierta razón, que el primer acontecimiento, que ha implicado solo a un número restringido de países, pero que ha atraído la atención de la opinión pública internacional, prive de impacto político a la Conferencia de Doha".

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Sin embargo, la Santa Sede confía en que "los países que se han reunido en Washington el 15 de noviembre tengan en debida cuenta la Conferencia de Doha y favorezcan su éxito". Precisamente ahora, en un contexto de crisis, subraya el documento, sería un buen momento para "repensar el sistema financiero global", mirando "el cuadro en su conjunto" y no atendiendo solamente "a las emergencias financieras". "No siempre lo más urgente es también lo más importante. Al contrario, reordenar las prioridades es más necesario en cuanto la situación se ha hecho difícil", añade. Es necesario tener en cuenta, advierte la Santa Sede, "que se ha llegado a la emergencia financiera de hoy tras un largo periodo en el cual, presionados por el objetivo inmediato de perseguir resultados en breve, se han dejado de lado las dimensiones propias de las finanzas". La verdadera naturaleza de las finanzas "consiste en favorecer el empleo de los recursos ahorrados allí donde favorecen la economía real, el bienestar, el desarrollo de todo hombre y de todos los hombres". La Santa Sede asegura que si no hay una profunda revisión del sistema financiero, no se conseguirá un dar una respuesta real a la crisis. Desde la Conferencia de Monterrey, advierte el documento, se han adoptado "algunas iniciativas" de financiación al desarrollo, pero sigue sin tocarse la cuestión fundamental, la participación de los países más pobres en el comercio mundial. Con la crisis actual, es previsible, además, que los fondos que debían destinarse a las ayudas al desarrollo se deriven "a causa de los ingentes recursos públicos necesarios para tapar la emergencia de la crisis financiera. Y esto es un mal, indiscutiblemente". Sin embargo, explica la Santa Sede, la verdadera respuesta a la crisis debería pasar por "construir las condiciones para que los ahorros que se generan se dediquen verdaderamente al desarrollo, es decir, a la creación de ocasiones de trabajo". "La Conferencia de Doha es por tanto una ocasión que la comunidad internacional no debe perder para volver a poner en el centro cuestiones de fondo importantísimas para el bien común de la humanidad: la financiación al desarrollo es una de estas", añade. Por Inma Álvarez La OMS advierte retrasos para lograr los retos del milenio DM, Redacción 11/09/2008 Los retos marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su consecución en 2015 corren peligro. Según se expone en el último boletín de la organización, a la crisis económica, que pone en riesgo los logros ya alcanzados, se une el hecho de que aún existan importantes desfases en el cumplimiento de algunos objetivos como el refuerzo de la asistencia al desarrollo y el acceso a medicamentos esenciales en los países más pobres. Quedan tan sólo siete años para que se cumpla el plazo para la consecución de los objetivos de desarrollo del Milenio marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero siguen existiendo importantes desfases en el cumplimiento de los compromisos mundiales. Según el último boletín de la OMS, el debilitamiento de la economía mundial y los fuertes incrementos de los precios pueden invertir algunos de los avances logrados en diversos ámbitos, por lo que es preciso reforzar las asociaciones globales con el fin de evitar una posible regresión y dar respuestas urgentes para salvar los desfases de aplicación. Una de las asignaturas pendientes es el refuerzo de la ayuda para el desarrollo, puesto que sólo el 20 por ciento del total que se destina a temas sanitarios se dedica a apoyar las prioridades sectoriales del gobierno. "La sostenibilidad de las intervenciones para reducir la incidencia de la tuberculosis, la malaria y el VIH depende de los esfuerzos de los servicios de salud públicos, y por ello el refuerzo en los presupuestos nacionales como el mejor mecanismo para canalizar los flujos de ayuda", resalta la OMS. Según expone el documento, una de las principales metas es mejorar la disponibilidad de medicamentos a precios asequibles para los países pobres del mundo. De hecho, la disponibilidad de fármacos en el sector público sólo representa una tercera parte, mientras que la correspondiente al sector privado supone unas dos terceras partes y sus precios son entre 2,5 y 6,5 veces más elevados que los precios internacionales de referencia. La solución pasa, según la OMS, por el refuerzo de la alianza entre los gobiernos, las empresas farmacéuticas y los consumidores, el reconocimiento explícito a medicamentos y tecnologías como parte del derecho a la salud, y políticas que sustituyan los fármacos esenciales por genéricos. Crisis financiera, crisis de capital espiritual ¿Pueden los principios éticos ayudar a los mercados con problemas? ROMA, domingo, 12 de octubre de 2008 (ZENIT.org).-Mientras prosiguen los esfuerzos para resolver la crisis financiera, algunos comentaristas sostienen que lo que ha contribuido a los problemas no sólo ha sido una falta de capital monetario, sino también una falta de capital espiritual.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA "El mercado es vital, pero el mercado tiene una función esencialmente social", declara monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, Irlanda (Cf Zenit, El arzobispo de Dublín saca lecciones de la crisis financiera). "Sólo puede funcionar en un marco ético y jurídico en el que se proteja al vulnerable y se frene la arrogancia natural del poderoso. Hoy vemos cómo la mala conducta individual burda y sin control en la actividad del mercado afecta la estabilidad de las empresas, pero también de los países y luego de los hombres y mujeres que componen la sociedad en la que vivimos", declaraba en una alocución titulada: "Ética, Economía y Asistencia: Lecciones para Aprender". Desde Inglaterra, el arzobispo anglicano de York, John Sentamu, dirigía duras palabras a quienes se han aprovechado de la crisis, llamándoles "ladrones de bancos", informaba el periódico Times de Londres el 25 de septiembre. También afirmaba que uno de los culpables de la actual crisis es que todos se habían unido para adorar al falso dios del dinero. Aunque no niega la gravedad de la actual crisis, Peter Mullen, un sacerdote anglicano a cargo de dos parroquias en el centro financiero de Londres, y también capellán de la bolsa, recordaba a los lectores que no hay alternativa viable al capitalismo. En un artículo publicado el 26 de septiembre en el Catholic Herald, Mullen observaba que cada vez que hay una crisis económica o financiera escuchamos argumentos sobre que el capitalismo es incompatible con el cristianismo. La única alternativa de los últimos tiempos - el socialismo - se probó que era mucho peor, sostenía. Así, aunque es verdad que el capitalismo es imperfecto, es mejor que cualquier otra opción, concluía. Principios morales Por su parte, los obispos de Estados Unidos, por medio de una carta enviada a los líderes del gobierno por monseñor William Murphy de Rockville Centre, Nueva York, presidente del comité episcopal de Justicia y Desarrollo Humano, hablaron de la necesidad de considerar principios morales clave. La carta advertía de los peligros de la especulación excesiva y recomendaba una mayor responsabilidad y honestidad. Mons. Murphy también escribió sobre la importancia de los principios de solidaridad y bien común. La necesidad de anclar la economía y los mercados en virtudes sólidas ha sido el tema de un libro publicado a principios de año por Theodore Roosevelt Malloch. En "Spiritual Enterprise: Doing Virtuous Business" (Empresa Espiritual: hacer Negocios Virtuosos" (Encounter Books), defiende el capitalismo, pero también insiste en que se requiere un "capital espiritual" como fundamento. Malloch ha tenido experiencia en Wall Street, puesto que trabajó en Salomon Brothers. Actualmente preside el Roosevelt Group. Comienza observando que en la estela de algunas de las recientes quiebras empresariales queda claro que, en el mundo de los negocios, se necesita una mayor responsabilidad y una mejor gestión. "El ultraje moral que la gente siente como respuesta a la pasada década de escándalos y engaños es enteramente legítimo, y lleva a preguntas inevitables sobre el verdadero propósito de los negocios y las virtudes que son necesarias para sostenerlos y sostener una economía libre", comenta Malloch. Los defensores del capitalismo y del libre mercado destacan su capacidad para producir riqueza. Sin embargo, observa Malloch, los críticos sostienen que poner el motivo de los beneficios en el centro de la vida es un error puesto que, falsamente, ocupa el lugar de los valores éticos y espirituales. La tesis de Malloch es que necesitamos ciertamente crear riqueza y es una actividad legítima, pero debemos hacerlo de forma que los dones de Dios se usen de modo responsable. Por lo mismo, la creación de riqueza no debería tener como propósito el dominar a los demás o acumular poder personal. Capital espiritual Malloch declara ser un "cristiano comprometido", y las personas de fe, apunta, ven la libertad no sólo como un arsenal de posibilidades, sino como la capacidad de escoger entre el bien y el mal y desarrollar nuestras facultades guiadas por la virtud. El concepto de capital social, explica, es bien conocido y hacer referencia a los recursos sociales acumulados que pasan de una generación a otra. Este cuerpo de costumbres, cultura, maneras y moral ha sido un factor clave en el desarrollo económico de los países occidentales. Recientemente algunos han comenzado a hablar de capital espiritual, incluyendo, observa Malloch, a dos economistas premiados con el Nobel. Este es un contrapeso necesario al modelo reductivo del ser humano utilizado por muchos economistas, que reducen la actividad a un equilibrio de costes y beneficios. "Los seres humanos no son sólo maximizadores de beneficios", afirma. Nuestra época, continúa en un capítulo del libro dedicado al concepto de virtud, tiende a considerar la vida moral como una cuestión de seguir normas. Sin embargo, esto tiene su origen en anteriores épocas donde la vida moral se concebía no en términos de deber, sino de virtud.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA El capital espiritual, que se aumenta a través del cultivo y la práctica de las virtudes, añade algo que el capital social no tiene, explica Malloch. El capital espiritual viene de una relación con Dios a través del culto, la oración y la devoción, y también a través de la disciplina que no es sólo la de la sociedad humana. Este capital espiritual, advierte, debe ser algo más que sólo un ejercicio de relaciones públicas, que en nuestros días se suele denominar responsabilidad social corporativa, pero que con frecuencia no es sino un dispositivo para rechazar las críticas de las organizaciones no gubernamentales. También tenemos que evitar una clase de ética de los negocios superficial que suele guiar por una agenda política. Por el contrario, una empresa necesita ser guiada por la virtud, concluye Malloch. Este comportamiento virtuoso no es ni mucho menos fácil en un mundo que suele estar marcado por la corrupción y la deshonestidad. Además, en una economía global marcada por los rápidos cambios tecnológicos es más necesario que nunca que los valores espirituales guíen las empresas. Puede incluso haber costes a corto plazo al hacer negocios de modo virtuoso, reconoce Malloch. Al final, sin embargo, él defiende que la virtud llevará a beneficios a largo plazo, tanto personales como comerciales. Opciones Benedicto XVI ofreció algunas palabras de orientación sobre cómo deben guiarse por principios éticos las actividades financieras en una homilía el 23 de septiembre de 2007. Durante su homilía, dada durante la Misa celebrada en la plaza de la Catedral de San Clemente, con ocasión de la visita pastoral a la diócesis de Velletri-Segni, una de las diócesis suburbicarias, aquellas más cercanas a Roma, el Papa reflexionaba sobre la parábola de administrador deshonesto que es alabado (Lucas 16: 1-13). "En verdad, la vida es siempre una opción: entre honradez e injusticia, entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre bien y mal", afirmaba el Papa. Además, la conclusión de este pasaje evangélico es clara: no puedes servir a Dios y a "mamona", el dinero, continuaba el Pontífice. "Por consiguiente, es necesaria una decisión fundamental para elegir entre Dios y "mamona"; es preciso elegir entre la lógica del lucro como criterio último de nuestra actividad y la lógica del compartir y de la solidaridad", observaba. Si escogemos esta lógica del compartir y de la solidaridad, añadía, entonces será posible dirigir el desarrollo económico de forma que asegure el bien común de todos. Para hacer esto, explicaba el Pontífice, necesitamos ser capaces de elegir entre el egoísmo y el amor, entre la justicia y la deshonestidad, y no dejarnos absorber "por una búsqueda egoísta del lucro". Indicaciones útiles para ayudar redirigir los mercados financieros para que sirvan al bien común de toda la sociedad. Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado El arzobispo de Dublín saca lecciones de la crisis financiera Reflexión sobre ética, economía y asistencia DUBLÍN, domingo, 12 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos las reflexiones que ha enviado a Zenit monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín (Irlanda), a raíz de la crisis financiera global. La economía tiene una función social. El desarrollo económico, no importa lo importante que sea, simplemente nunca es un fin en sí mismo. Debería llevar a la equidad social, a un desarrollo equitativo de la sociedad y a mejorar a la gente y a las estructuras humanas que consolidan la sociedad. El desarrollo económico trae siempre consigo responsabilidad social. El desarrollo descontrolado rara vez ha producido sostenibilidad. Si me pidieran una descripción del desarrollo económico descontrolado, volvería mi vista a la Torre de Babel. El relato bíblico habla de personas que sintieron que tenían la capacidad de construir una torre que pudiera unir el cielo y la tierra. Cuando la gente piensa que puede mantener un desarrollo descontrolado, con demasiada frecuencia lo que ocurre es aquello que ocurrió en Babel - la torre se colapsa y la gente acaba dividida. No querría caer en el "ya lo había dicho"; lejos de mí. El mercado es vital, pero el mercado tiene una función esencialmente social. Sólo puede funcionar en un marco ético y jurídico donde se proteja al vulnerable y se frene la arrogancia natural del poderoso. Hoy vemos cómo la mala conducta individual burda y sin control en la actividad del mercado afecta la estabilidad de las empresas, pero también de los países y luego de los hombres y mujeres que componen la sociedad en la que vivimos. Los hombres de negocios irresponsables no sólo juegan con el futuro de una gran empresa multinacional - están afectando quizá las vidas de todas las personas del mundo. Es necesario que el gobierno y que el mundo de los negocios trabajen juntos. El gobierno y los negocios tienen el mismo interés, en muchos sentidos, cuando se habla de desarrollo económico. Esto significa que puede haber un interés corporativo legítimo en

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA limar aspectos del ambiente político-económico. Pero este interés puede fácilmente volverse dañino si existen insuficientes mecanismos reguladores. La especulación del mercado sin regular o la interferencia injusta en el derecho de competencia dañan la economía. Pero los gobiernos poderosos pueden también caer presas de la corrupción. Necesitamos a ambos, al mercado y al gobierno. Necesitamos el mercado y necesitamos un mercado que tenga la libertad de operar como debe. Necesitamos también al gobierno. Un gobierno menor puede ser más deseable que algunas de las experiencias pasadas de interferencias gubernamentales masivas e improductivas en la sociedad y en el mercado. Pero la falta de un gobierno eficaz es igualmente desastrosa, tanto como un gobierno ineficaz. El gobierno es esencial para garantizar el marco ético y jurídico dentro del cual el mercado puede florecer y dentro del cual se puede fomentar un comportamiento ético en el mercado. Algunos dirían - y, hasta cierto punto, con razón - que llevar adelante un buen negocio significa asegurar las ganancias de los accionistas, logrando un beneficio a base de proporcionar un producto o servicio de calidad y que, por supuesto, esto implica también crear empleo. El mercado implica riesgo, dirían, y nadie debe quejarse cuando la persona que asume el riesgo logre un buen beneficio. Esa ha sido la manera en que tradicionalmente los hombres de negocios han considerado los buenos negocios. Y a cualquier persona que ha desafiado dicho punto de vista se le ha recordado - y con razón - que acabar con el negocio aumentando los costes no ayuda a nadie. Por otra parte, hay muchos, yo mismo incluido, cuya conciencia está inquieta por el malestar de los enormes beneficios y subrayan que los negocios debe estar enmarcados en la realidad de la sociedad y comparten su responsabilidad con la sociedad. De alguna forma, parte de dichos beneficios deberían dirigirse no sólo a los accionistas sino también a preocupaciones más amplias de la sociedad en la que se encuadran los negocios y de la que ellos se benefician. La inversión se verá atraída por aquellos lugares donde esté disponible una fuerza de trabajo creativa e innovadora. ¿Pero pueden simplemente los negocios dar esto por sentado y pedir menos gobierno, lo que hará que éste sea menos capaz de proporcionar la inversión necesaria en el campo de la educación e investigación que hace posible en primer lugar un desarrollo sólido? Cada uno debe asumir su responsabilidad. Necesitamos también la ley, necesitamos la aplicación de la ley, y necesitamos ambas cosas en una arquitectura de negocios que se ha vuelto internacional y que va más allá de las fronteras nacionales- Es interesante observar que el crimen organizado fue el primero en darse cuenta de las ventajas de la globalización. No me refiero sólo a los traficantes de drogas y de armas, sino también a las nuevas formas de especulación irresponsable y comportamiento deshonesto dentro de la comunidad empresarial. Un marco ético no es sólo palabras bonitas en un pedazo de papel o la declaración de una misión sino que es algo que debe integrarse en el trabajo de la gente y en su papel en la sociedad. La nueva naturaleza globalizada de la economía requiere nuevas estructuras a nivel internacional para combatir el comportamiento irresponsable. ¿Qué puede y qué debe decir un líder religioso en la actual situación? ¿Debería dejárselo a los "expertos" y encerrarse en la sacristía? ¿Pueden influir los valores religiosos en la estabilidad económica y social? La labor de las iglesias cristianas es predicar el mensaje del Evangelio. Este es un mensaje que va dirigido a cada individuo y que tiene implicaciones sociales para quienes siguen el mensaje de Jesucristo. El mensaje básico de las iglesias cristianas es el amor de Dios, y hay dos características del amor de Dios que creo que son especialmente interesantes en el mundo moderno. Una es la gratuidad. Dios ama a las personas sin ninguna condición. Basta recordar el relato del Hijo Pródigo, que vuelve a casa para encontrarse que su padre está allí, esperándole. El hijo tiene preparado su pequeño discurso de excusa, pero no tiene que usarlo. El hijo es acogido - esa es la gratuidad, ir más allá de lo que se espera o de lo necesario. La otra es la sobreabundancia. El amor de Dios te sorprende - es tan generoso que te hace que caigas de cabeza. Estos dos valores se encuentran opuestos a la sociedad de consumo dirigida por el mercado en el que cada cosa se mide de forma precisa. Si la etiqueta dice 16 onzas, no quieras una onza más. Si viviéramos verdaderamente en un ambiente como éste, donde sólo tiene lo que has pagado y nada más, ninguno de nosotros estaríamos donde estamos hoy. El mundo necesita los valores que crean generosidad; que hacen que te preocupes de otra persona aunque sea débil; que te motivan a hacer una enorme inversión en una persona. El mercado es un instrumento extraordinariamente eficaz. Pero hay necesidades humanas básicas que no pertenecen al mundo del mercado, que no pueden comprarse o venderse como productos. Para ellas necesitamos algo más. La economía cumplirá su pape si está complementada por un gobierno eficaz, pero también por una sociedad con corazón y con generosidad. Estos últimos se necesitarán cada vez más en estos tiempos difíciles. Traducción de Justo Amado

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Ante la crisis financiera, poner la persona en el centro El presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz visita Chile SANTIAGO DE CHILE martes, 30 septiembre 2008 (ZENIT.org).- La crisis financiera que se ha desencadenado en Estados Unidos con repercusiones en todos los continentes debe recordar que en el centro de la economía debe ponerse a la persona humana, ha advertido el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz. El cardenal Renato Martino, quien se encuentra de visita en Chile, explicó en una rueda de prensa de la que informa la Conferencia Episcopal de ese país, que "la crisis económica, que se manifiesta en todo el mundo, tal vez es una señal que nos dice que el mundo no está hecho solamente de cuentas, de dinero, de economía". Según el purpurado italiano, se trata de un fenómeno que "nos sirve para acordarnos que hay que poner a la persona humana en el centro de toda la economía mundial". Entre los problemas mayores que enfrenta hoy la humanidad, el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz mencionó la situación de la movilidad humana, y los 200 millones de personas que se mueven en búsqueda de trabajo, refugio o una mejor situación económica. También tuvo una palabra especial sobre el problema del agua en el mundo, que en los años venideros muy probablemente se complique más: "el derecho al agua es un derecho humano fundamental que es parte del derecho a la vida, que está compuesto de varios derechos, como el derecho a la comida, al trabajo, al agua. Por eso el agua no puede ser un elemento que se privatice, tiene que estar a la disposición de todos". Tras la rueda de prensa, el cardenal Martino sostuvo un encuentro con obispos de Chile en el que expuso algunas reflexiones sobre la relación entre evangelización y doctrina social, "que no es algo periférico o accidental en la misión evangelizadora de la Iglesia". La "pastoral social, es un derecho-deber de la Iglesia que se fundamenta en motivos teológicos", indicó Martino. "Es por ello que la visión integral de la persona humana nunca debe faltar en la praxis de los cristianos en la sociedad, en ninguno de sus ámbitos: en el ámbito del trabajo, de la economía, de la política, de la cultura, de los esfuerzos por construir la paz... todos los ámbitos, todas las estructuras sociales, para tener un rumbo y un programa dignos de recorrer y realizar, deben considerar siempre la verdad sobre el hombre que la Iglesia -con toda su doctrina- proclama, enseña y defiende". Reconociendo que si la doctrina social de la Iglesia sigue siendo desconocida o mal comprendida, el cardenal concluyó que "esto para nosotros los pastores de la Iglesia representa un desafío". "Si el protagonismo en la actividad directa para la transformación de las realidades sociales, económicas y políticas de acuerdo al plan de Dios corresponde a los seglares --aclaró--, a los pastores --obispos y sacerdotes-- nos corresponde un compromiso muy delicado y no menos exigente, es decir, satisfacer el derecho que los laicos tienen a ser formados e iluminados por la doctrina social de la Iglesia, a ser acompañados en la forja de una sólida espiritualidad y a ser animados por la cercanía de sus pastores". "Sólo así podrán ellos cumplir con eficacia evangélica sus compromisos cotidianos en el mundo. Este acompañamiento resulta todavía insuficiente en muchos lugares", concluyó. El Cardenal Martino, quien fue casi veinte años observador permanente de la Santa Sede en la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, se encuentra en Chile hasta el 1 de octubre ilustrando a través de conferencias y encuentros la doctrina social de la Iglesia, recogido en el Compendio publicado por el Consejo que preside. “Es necesaria una acción inmediata ante la crisis alimentaria mundial” Intervención de Monseñor Celestino Migliore ante el ECOSOC CIUDAD DEL VATICANO, martes 8 de julio de 2008 (ZENIT.org) Ofrecemos a continuación el texto íntegro, hecho público hoy por la Santa Sede, de la intervención de monseñor Celestino Migliore, Observador de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, durante la reunión de alto nivel del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), el pasado 2 de julio: Señor Presidente: La reunión de alto nivel de este año pide a los líderes mundiales que reflexionen sobre el progreso realizado en el cumplimiento de la agenda para el desarrollo de las Naciones Unidas, y sobre la necesidad de responder a las necesidades para el desarrollo de las comunidades rurales. Uno no tiene más que ver la actual cobertura informativa sobre la actual crisis alimentaria y el descenso de la economía en algunos países desarrollados para comprender la importancia y relevancia del tema de este año. Mientras que este año se celebra el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la crisis alimentaria mundial amenaza la consecución del derecho primario de cada persona de ser libre del hambre. A la luz de esto, la reciente resolución adoptada por el Consejo de los Derechos Humanos sobre el “derecho a la alimentación” enfatiza la obligación de los

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA CENTRO DE BIOÉTICA Estados, con la asistencia de la comunidad internacional, de realizar todos los esfuerzos para garantizar las necesidades alimentarias de sus poblaciones a través de medidas que respeten los derechos humanos y el imperio de la ley. La crisis alimentaria ha impactado en todas las sociedades. En algunos lugares se manifiesta en la escasez de comida con la consecuente malnutrición y hambre; en otras aparece en forma de aumento de los precios para las familias a la hora de cubrir sus necesidades básicas. A pesar de los diferentes grados de la incidencia, las raíces de la actual crisis alimentaria parecen surgir de una serie de causas concomitantes. La visión económica a corto plazo, las políticas agrícolas y energéticas que han causado un choque entre la creciente demanda de productos alimentarios y la insuficiente producción de comida, por un lado, y el aumento en especulaciones financieras sobre las mercancías, el incontrolable aumento de los precios del carburante y las adversas condiciones climatológicas por el otro. Mientras el debate actual enfoque correctamente los defectos estructurales de la economía mundial y en las causas de la emergencia, podremos asegurar que esta discusión se acompañe de una acción inmediata y efectiva. El fallo en actuar hará de esta reunión un mero ejercicio de retórica y de dejación de nuestras responsabilidades. Señor Presidente, En este primer momento, debe llevarse a cabo una acción inmediata para asistir a las personas en peligro inmediato y que sufren desnutrición e inanición. Es difícil pensar que en un mundo en el que se gastan más de 1,3 trillones de dólares (851 billones de euros) al año en armamento, no se disponga de los fondos necesarios para cubrir las necesidades inmediatas de la gente. No hay razones para no actuar, y un sincero deseo de actuar debe ir acompañado de las acciones necesarias más que de las palabras y las buenas intenciones. A medio y largo plazo, la ayuda económica de emergencia inicial debe ser acompañada por un esfuerzo concertado por todos para invertir a largo plazo en un programas agrícolas sostenibles a nivel local e internacional. Los últimos veinticinco años han visto un progreso considerable en la reducción del número de gente viviendo en la pobreza extrema y, a no ser que reinvirtamos en agricultura, el progreso conseguido a través de duro trabajo y dedicación corre el riesgo de perderse. Para este fin, las reformas agrarias en los países en vías de desarrollo deben agilizarse para proporcionar a los pequeños agricultores las herramientas para aumentar la producción de forma sustancial para que puedan acceder a los mercados locales y globales. Además, las políticas agrícolas y medioambientales deben seguir el camino de la razón y el realismo en orden a equilibrar la necesidad de producción alimentaria con la necesidad de ser buenos administradores de la tierra. La actual escasez de alimentos enfatiza la urgencia de explorar nuevas fuentes de energía que no confronten el derecho a la alimentación con otras necesidades. Mi delegación da la bienvenida a las recomendaciones de la reciente Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO que ha tenido lugar en Roma. Estas recomendaciones ofrecen una guía práctica para saber cómo afrontar a corto y largo plazo las consecuencias de la crisis alimentaria y da una guía para afrontar futuras crisis. Señor Presidente, El siglo veinte ha sufrido de forma trágica los efectos de la mirada exclusiva dentro de las propias fronteras por parte de pueblos y gobernantes, y la falta de consulta y cooperación multilateral. La presente crisis supone una oportunidad para la comunidad global de cara a dirigir juntos estas crisis y asumir las propias responsabilidades ante los semejantes. Gracias, señor Presidente [Traducción del original inglés por Inmaculada Alvarez] Novedades en páginas web: - Web Sociedad Chilena de Bioética: www.bioeticachile.cl Dispone de abundante información sobre las actividades desarrolladas en Chile, y link a centros e instituciones de bioética de toda Latinoamérica, así como a las revistas en castellano y portugués. Nuevas revistas de Bioética: - Revista Ética de los Cuidados. Fundación Index, en la hemeroteca digital Cantárida. Con acceso abierto en: http://www.indexf.com/eticuidado/n1/sumario.php - Revista Studia Bioethica. Facultad de Bioética, Ateneo Regina Apostolorum, Roma. Web: www.facoltadibioetica.org - Bioética en Atención Primaria. Instituto de Bioética. On line. Zaragoza, España. http://www.institutodebioetica.org/revista/index.htm

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