El Club de las Excomulgadas. Melissa Ecker Difícil De Vender Relato Corto

El Club de las Excomulgadas Agradecimientos Al Staff Excomulgado: Excopic por la Traducción Corrección, Diagramación y Lectura Final de este Libro pa

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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos Al Staff Excomulgado: Excopic por la Traducción Corrección, Diagramación y Lectura Final de este Libro para El Club De Las Excomulgadas… A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas…. Gracias!!!

Melissa Ecker – Difícil De Vender – Relato Corto

y el Diseño de Portada, a Kiti08 por la

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El Club de las Excomulgadas

T

ori abrió la cerradura de seguridad de la casa de dos pisos y entró. El

Miró la lámpara de araña colgando a seis metros por encima de ella en el vestíbulo. Accionando el interruptor junto a la puerta delantera, la esfera llamativa de cristales y luces casi la cegó. Sus tacones de aguja hicieron clic contra el suelo de madera brillante. Retirando las cortinas en las puertas francesas, la luz de tarde se filtró en la sala de estar. Abrió una ventana en la cocina.

Caminando por la casa, roció Febreeze en las cortinas, sofá y sobre la alfombra.

Pasó de una habitación a otra rociando el ambientador y comprobando que los espacios estaban limpios y presentables. Los anteriores inquilinos habían dejado mobiliario atrás, incluyendo una bonita cama de cuatro postes en la habitación principal y una elegante mesa de madera oscura en el comedor.

Satisfecha con el aspecto y olor de la casa, se sentó a la mesa y reunió las tarjetas de visita dejadas por otros agentes que habían visto el lugar desde la última vez que había estado allí. Sin embargo, no había recibido ninguna llamada telefónica. No entendía por qué. Un precio competitivo y situada en un barrio orientado a una familia tranquila, pensaba que la casa se vendería rápidamente.

– ¿Hola? –Una voz masculina resonó por la casa casi vacía.

Ella miró su reloj. Nadie debería estar allí durante otra hora al menos. Se levantó y caminó hacia la puerta principal.

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comprador potencial llegaría en dos horas y la casa necesitaba ventilarse.

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El Club de las Excomulgadas De pie en el porche delantero, él sonrió y levantó la mano.

– ¿Puedo ayudarle? –preguntó ella.

Él señaló con su pulgar por encima del hombro. –Vi el cartel de se vende y el coche en la calle. Me preguntaba si podría echar un vistazo.

escenario en un concierto de rock.

Tori se alisó la falda y se adhirió una sonrisa en la cara. –Por supuesto. Entre.

Él se limpió los pies en el felpudo y entró.

Ella le ofreció la mano. –Soy Tori Lee.

Apretando su mano suavemente, él contestó, –Scott Jensen.

–Puedo darle un paseo o puede vagar por su cuenta.

–Un paseo estaría genial. –Se quitó las gafas de sol de lo alto de su cabeza y las enganchó al cuello de su camiseta negra descolorida. Sus bíceps se abultaron contra las mangas y una pequeña parte de un tatuaje tribal se asomó. El oscuro y rebelde pelo rozaba sus anchos hombros.

Él caminó un poco delante de ella y ella observó su culo en Levi's descolorido. La luz se reflejaba de la cadena de acero inoxidable que colgaba del bolsillo trasero y se conectaba a algún lugar en su cintura.

Precioso.

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Esta clase del hombre no vivía en este tipo de barrio. Era del tipo que verías en el

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El Club de las Excomulgadas Sinceramente, ella no había estado con un hombre en meses y su cuerpo respondió a la vista y su olor. Se aclaró la garganta y a los pensamientos lascivos que corrían por su mente. – Podemos comenzar por la cocina.

Él se dio la vuelta. –Está bien. Usted es la jefa.

Ella se rió y le mostró los puntos de venta más importantes, incluyendo los

Él asintió con la cabeza. –Me gusta esta cocina.

– ¿Usted cocina? –preguntó. –Esta isla es perfecta para la preparación de los alimentos.

–Esta isla podría estar bien para muchas cosas –. Él le dirigió una sonrisa, mostrando unos dientes blancos perfectos.

Inmediatamente, ella se imaginó en lo alto del granito con su cabeza escondida entre sus piernas. –Puedo imaginarlo.

Caminando por la sala de estar, le señaló la chimenea de ladrillo. –Hay una segunda chimenea para madera en el dormitorio principal.

Él asintió con la cabeza y miró de su cara a sus pechos.

La blusa de seda azul hacía muy poco para ocultar el hecho de que sus pezones se habían endurecido en guijarros apretados.

Él se lamió los labios.

El calor se extendió desde el vientre hasta el pecho y la humedad reunió entre sus piernas. Ella señaló hacia la buhardilla. – ¿Vamos?

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electrodomésticos en acero inoxidable, encimeras de granito y armarios de encargo.

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El Club de las Excomulgadas –Absolutamente.

Ella subió las escaleras, con él detrás, y trató de mantener su mente en los negocios. Necesitaba esta venta. –Hay armarios en los pasillos y baños completos en cada uno de los dormitorios y una sala de televisión al final de pasillo.

Asomando la cabeza en la primera habitación, él rápidamente miró a su alrededor.

oscurecieron.

Tori se estremeció y se quedó congelada en el sitio durante un momento. – ¿Qué? – Parpadeó y recobró la compostura. –Ah. Sí, por supuesto. La habitación principal.

Él levantó una ceja.

–Esta habitación está bien equipada. Placa en el techo. Pisos de madera de Cerezo Brasileño. Molduras en el techo. Y, como he mencionado, una hermosa chimenea – . Abrió la puerta de armario y se metió dentro. –El armario es fenomenal –. Mirando sobre su hombro, preguntó, –Así que, ¿qué le parece?

Él arrastró sus ojos por su cuerpo. –Me gusta. Mucho.

Dándose la vuelta, ella inclinó la cabeza. – ¿Qué es exactamente lo que le gusta mucho, Sr. Jensen?

–Me gusta la forma en que se construyó esta habitación. Los ángulos y curvas, que son agradables a la vista y despiertan la imaginación –. Mantuvo los ojos fijos en ella. –Podría poner mi propio toque en ella. Traerlo a la vida. Hacerla mía.

Su ritmo cardíaco se aceleró y ella tragó con fuerza.

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–Bonita. Ahora muéstreme la principal –. Su voz se hizo más profunda y sus ojos se

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El Club de las Excomulgadas – ¿Te gustaría eso, Tori? –Dio un paso hacia ella.

Contemplándole, ella perdió todo pensamiento coherente. – Creo que lo haría.

Avanzando rápidamente, él la agarró por los hombros y presionó su espalda contra la pared del interior del armario. –Este es un espacio agradable, ¿No crees?

Bajando la boca a su cuello, él chupó su piel. –Sabes bien.

–Dios –. Gimió ella y le pasó los dedos por su pelo. La electricidad que había sentido el momento en que él entró por la puerta ahora zumbaba a través de su cuerpo como un cable de alta tensión, arqueándose con su toque.

Sus manos se deslizaron hacia abajo hasta la cintura de su falda y le levantó la blusa hasta su cabeza. Tirando hacia abajo su sujetador, sus labios rodearon su pezón y chupando ligeramente, barriendo con su lengua sobre el pico duro. Separándole las piernas con su rodilla, él deslizó una mano bajo su falda.

Con cada tirón de su boca, su clítoris palpitaba en respuesta mientras sus dedos se perdían en la parte interna de su muslo. Ella apoyó la cabeza contra la pared.

Él se enderezó y chupó su labio inferior, con sus dedos acariciando la tela de seda de sus bragas.

Inclinándose, ella agarró su erección a través de los pantalones vaqueros y la apretó.

Él gimió contra su boca, su lengua se deslizaba sobre sus labios. –Maldita sea, pequeña. ¿Quieres esto?

Ella asintió con la cabeza, tirando de la hebilla de su cinturón. –Sí.

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– Sí –, susurró ella. –Perfecto.

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El Club de las Excomulgadas –Bien, porque voy a tener este coño –. Pasando sus dedos dentro del elástico de sus bragas, masajeó su clítoris.

Los músculos en sus piernas se tensaron y ella contuvo el aliento.

Él deslizó un dedo en su interior y usó su pulgar en el clítoris. –Estás tan

Ella gimió mientras él frotaba ese punto sensible en su interior. En este caso, a ella no le preocupaba que esto fuese totalmente inadecuado y, de hecho, la emoción de ser descubierta alimentaba su fuego. Y, esto avivaba el calor con su mano bajo la falda. Su cuerpo se tensó y la primera contracción golpeó con fuerza.

–Oh, sí. Lo siento –. Scott presionó más duro en su clítoris y movió su dedo dentro y fuera lentamente. La besó en la mejilla y a lo largo de su mandíbula.

Tori jadeó y apoyó la frente en su pecho, usándolo para sostenerse mientras su cuerpo se convertía en calor líquido, su coño convulsionaba alrededor de su dedo.

Él le apretó los pechos, pellizcando sus pezones.

–No puedo esperar, –susurró ella, usando ambas manos para desabrocharle el cinturón.

Él sonrió y empujó su falda alrededor de su cintura. –No te haré esperar entonces –. La ayudó con su cinturón y se desabrochó los pantalones, liberando su erección.

Respirando con dificultad, Tori envolvió sus dedos alrededor de su polla y deslizó su mano de arriba abajo por su longitud.

Él siseó y la levantó del suelo, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura.

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jodidamente mojado. ¿Va a correrte para mí?

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El Club de las Excomulgadas Apartó las bragas a un lado y aplastó su boca sobre la de ella. Agitando sus caderas, enterró su polla dentro de ella.

–Ah, Dios –. Ella se agarró a sus hombros y juntó su camiseta en sus manos. Su coño enfundó su polla con fuerza, creando una deliciosa fricción con cada empuje.

Presionándola firmemente contra la pared, él se introdujo profundamente en ella,

Sus dedos se enredaron en su pelo y ella tiró. –Se siente tan bien –, se quejó ella.

–Sí. Jodidamente bien realmente –. Sus manos se hundieron en sus muslos mientras la sostenía abierta y se estrellaba contra ella más duro. –Me voy a correr, pequeña.

–Córrete en mí. Mmm –. Ella mordió su hombro, amortiguando sus gritos.

Él redujo la velocidad de sus caderas y se empujó profundamente en su interior. Su polla palpitaba y su calor la llenó. –Jesucristo –. Él descansó la cabeza en su hombro, besando su piel. Bajando sus piernas de vuelta al suelo, salió, pero la mantuvo clavada contra la pared. –Quiero hacer una oferta por la casa.

Ella se rió. –Perfecto.

Él sonrió. – ¿Mal momento?

–En absoluto –. Ella usó el baño y enderezó su ropa. Bajaron juntos la escalera, sin dejar de reír.

–Así que, puedo ofrecer el precio total, en efectivo.

– ¿Tienes un agente?

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una y otra vez. –Dios Maldiga. Estás tan caliente y mojada.

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El Club de las Excomulgadas –No. Puedes manejarlo para mí –. Él sacó su cartera y le dio su tarjeta.

–Vale, entonces. Voy a escribir la oferta y te llamaré tan pronto como tenga una respuesta.

Un hombre y una mujer aparecieron en el vestíbulo. La mujer agitó la mano. – Hola. Mi cliente y yo teníamos una cita para ver la casa.

Fin

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Scott le hizo un guiño a Tori y caminó hacia la mujer. –Esta casa está vendida.

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