HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE?

¿HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE? En ocasiones nos asombramos de la facilidad que tienen algunas personas para empezar a hablar y no parar, y, sin embar

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¿HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE? En ocasiones nos asombramos de la facilidad que tienen algunas personas para empezar a hablar y no parar, y, sin embargo, hay otras a las que les cuesta sudor y lágrimas preguntar por la calle a un desconocido o dar un discurso ante una pequeña audiencia. El manejo de la palabra se ve influido por tantas variables como podamos imaginar; influye el conocimiento que la persona tenga de la lengua y del tema en cuestión, el feedback que nos llega del receptor o el medio en el que se esté dando la conversación (hablado, escrito, por videoconferencia, por teléfono…), también intervienen la confianza y la seguridad de la persona, el tipo de información que está dando y el motivo del mensaje, entre otros. Como podéis imaginar, del uso y disfrute del lenguaje podríamos estar hablando durante horas, pero como también podéis imaginar no es de eso de lo que quiero que tratemos en este artículo. De lo que me interesa que hablemos es de cómo este disfrute del lenguaje puede verse perturbado en ocasiones por diversas alteraciones cerebrales. Antes de comenzar a hablar de las diferentes alteraciones, debemos hacer una distinción básica entre las alteraciones que aparecen desde el nacimiento, que son congénitas, y aquellas que son adquiridas durante la vida del sujeto por diferentes motivos: accidentes cerebrovasculares, tumores, enfermedades degenerativas, infecciones, etc. En el caso de las congénitas o evolutivas, las muestran los niños con un retraso importante en la adquisición y desarrollo del lenguaje oral. En estos casos, no tiene por qué haber una lesión o afectación cerebral que explique este déficit y la intervención con el niño suele basarse en actividades de neurorehabilitación. El otro tipo de afasias, la adquirida, sí que cursa con un daño más o menos localizado, sobre el que se puede actuar de manera más específica. Sin embargo, ésta suele darse más en adultos, por lo que ya no contaríamos con la baza de la capacidad de adaptación y metamorfosis (plasticidad) tan espectacular del cerebro infantil. Pues bien, en este artículo vamos a repasar las alteraciones más conocidas. Y para ello, tenemos que comenzar haciendo referencia a Paul Pierre Broca, médico, anatomista y antropólogo francés del siglo XIX, un estudiante prodigio que con 20 años La Separata. Abril de 2016. ISSN: 2444-7668

ya se había licenciado en medicina. Su dedicación a la ciencia puede verse reflejada en esta frase: “Prefiero ser un mono transformado que un hijo degenerado de Adán”.

Paul Broca. Fuente: http://medicablogs.diariomedico.com/normapernett/?p=10

Además de numerosos tratados sobre el cerebro y acciones de asistencia a los más necesitados, a Broca le debemos un importante hallazgo. En su afán por conocer la mente humana pensó que, estudiando el cerebro postmortem de algunos pacientes y, asociando las alteraciones encontradas con características conocidas del sujeto, podrían relacionarse áreas específicas con patologías concretas. Así, después de estudiar a casi una decena de sujetos con alteraciones en la corteza prefrontal inferior del hemisferio izquierdo dedujo que esta área debía estar relacionada con el lenguaje, porque ninguno de estos pacientes era capaz de hablar. Así, bautizó a esta área como el área de Broca (conocida comúnmente como el área del habla). Hoy sabemos que esta zona efectivamente es imprescindible para el lenguaje pero no podemos considerarla como la única zona necesaria para hablar. Cuando se lesiona da lugar a la llama afasia de Broca, motora, expresiva o no fluida, esto es, su lesión impide que el sujeto construya y exprese frases, al interferir en los movimientos articulatorios del habla. Si avanzamos sólo 10 años en el tiempo, nos encontraremos con otro gran nombre de la historia del lenguaje: Carl Wernicke. Este neurólogo y psiquiatra alemán dio nombre a otra afasia, la afasia de Wernicke, circunscrita a áreas temporo-

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parietales y cuyo signo de identidad no se encuentra ahora en la parquedad de las palabras sino todo lo contrario.

Carl

Wernicke.

Fuente:

http://milenanicolas.blogspot.com.es/2012/04/cortex-cerebral-funcoes-

pensamento.html

Los sujetos con afasia de Wernicke muestran un discurso verborreico, acelerado y con mucho contenido, pero éste suele ser vacio de sentido, ya que ellos no comprenden el significado del lenguaje hablado o escrito. Uno de los grandes escollos de este síndrome es que los sujetos, al verse habladores, no son conscientes de que lo que dicen carece totalmente de sentido.

Localización de las áreas de Broca y Wernicke. Fuente: http://es.slideshare.net/paothh/corteza-cerebral48527539

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Pero, qué creéis que sucedería si, funcionando ambas áreas correctamente, lo que estuviera dañado fuera el camino que las une, el conocido como fascículo arqueado. Este sería el caso de la conocida como afasia de conducción. En este caso, la persona muestra una fluidez del lenguaje normal así como una comprensión y una coherencia lógicas de su discurso. El problema se presenta cuando el sujeto debe repetir algo que le han dicho. Es en esa situación cuando el input recibido en el área de Wernicke no puede recorrer el camino establecido hasta el área de Broca para que ésta lo articule. Asimismo, la producción espontánea se ve mermada por la falta de fluidez.

Disección

cerebral

que

muestra

el

fascículo

arqueado.

Fuente:

http://medicinafarmacologia.blogspot.com.es/2010/04/fasciculo-arcuato.html

Hay ocasiones en las que, sin llegar a ser preocupante, todos experimentamos situaciones en las que el lenguaje nos juega una mala pasada. En este caso podemos hablar de dos fenómenos. “Lo tengo en la punta de la lengua”, pero te salen cien palabras relacionadas semántica o fonológicamente con la que buscas antes que ésta. Según algunos estudiosos, esta serie de palabras relacionadas puede suponer una ayuda, ya que nos deben llevar al vocablo en cuestión; sin embargo, también hay quienes opinan que esta lluvia de palabras nos es más que una mala jugada de nuestro cerebro, ya que suponen una interferencia con aquella que buscamos y lo único que consiguen es que no la encontremos. No sabemos si será una cosa u otra, lo que sí sabemos es que sucede en las situaciones menos adecuadas. Otra broma que nuestro cerebro suele gastarnos a través del lenguaje suele ser el lapsus linguae. Si os he pillado en blanco en este momento, seguro que con estos

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ejemplos, además de echaros unas risas, entenderéis perfectamente qué es el lapsus linguae. ¿Recordáis estas palabras de nuestro ex presidente Zapatero? “Un acuerdo para estimular, para favorecer, para follar”. O unas más recientes de la ex presidenta de la comunidad de Castilla-La Mancha, “hemos trabajado mucho para saquear a nuestro país”. Suelen ser errores lingüísticos en la articulación, aunque también puede darse el error a nivel central, siendo el cerebro el que se confunde. Sea como fuere, nadie está libre de estos momentos embarazosos, lo más sano es tomárselo con humor y seguir con nuestro discurso.

PARA SABER MÁS: -

Video

de

una

paciente

con

afasia

de

Broca:

https://www.youtube.com/watch?v=YOfoWu9GNOc -

Extracto de un capítulo de la serie de televisión House, donde hay una paciente con afasia de Wernicke. Aunque está algo teatralizado, es un buen ejemplo: https://www.youtube.com/watch?v=dr2PaiuQtNI

-

Video

de

un

paciente

con

afasia

de

conducción.

Fuente:

https://www.youtube.com/watch?v=FfX_uZAd8rg

Pilar Madueño es licenciada en Psicología por la Universidad de Granada y cuenta con varios años de estudios en el campo de la psicología clínica.

La Separata. Abril de 2016. ISSN: 2444-7668

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