La memoria en 40 imágenes

La memoria en 40 imágenes Museo de la Memoria Apertura: 21 de marzo de 2016 Acerca de la muestra La memoria en 40 imágenes fue elaborada en el marco d

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La memoria en 40 imágenes Museo de la Memoria Apertura: 21 de marzo de 2016 Acerca de la muestra La memoria en 40 imágenes fue elaborada en el marco de la conmemoración de los 40 años del último golpe de Estado cívico militar en la Argentina. El Museo de la Memoria produjo para esta fecha, parteaguas de la historia argentina contemporánea, una muestra colectiva que reúne imágenes seleccionadas por cuarenta ciudadanos. Para ello, se los convocó a evocar, mediante una foto personal y un breve texto, un recuerdo de los cuarenta años del golpe cívico militar. Posiblemente la búsqueda haya implicado un ejercicio de memoria, de reconstrucción de identidad, de resignificación de su relato biográfico. Los observadores también comparten la experiencia porque, al decir de Susan Sontag, "Debemos tener en cuenta que recordar no es un mero ejercicio memorístico o histórico, sino que la valiente tarea de rememorar el pasado encierra una ineludible carga ética." La muestra está marcada por la transversalidad, es una construcción diferente, indefinible, donde la mirada personal hace surgir metáforas que pone en juego la memoria colectiva. Cargadas de subjetividad, estas imágenes son una declaración penetrante, un documento significativo que se esfuerza por quebrar la expectativa de quien mira y también por romper con la percepción automática y abrir los caminos de la memoria.

En la foto: Arq. Jano Viotti y Rubén Naranjo. Año Nuevo de 1983/4? Momento 2: Hay un señor viviendo en mi casa y dibuja en el tablero de hacer planos. No es arquitecto. O sí? Momento 4: En esta casa nadie festeja el mundial de fútbol. (Teoría de la enseñanza: se enseña con el ejemplo, la palabra y la coherencia, no con el adoctrinamiento). Momento 6: Festejos de años nuevos cuando vinieron los años nuevos, con el señor que dibujaba en el tablero de mi casa. Momento 1:-No podés entrar a nuestra habitación. Desobedecí. Un hermoso caballero barbudo y con boina me miró, inmenso, desde la pared. Aún hoy, yo no puedo dejar de mirarlo. Momento 5: -Tengo que llevar la constitución a la escuela.- No la vas a llevar porque los derechos constitucionales están suspendidos. Y se lo decís a la profesora. Obedecí. (Teoría del aprendizaje: se aprende con ver el ejemplo, la palabra y sentir el esfuerzo que cuesta la 1

coherencia, no con el adoctrinamiento). Momento 3: Me levanto a la noche. En el living hay un montón de gente durmiendo en el piso. Entre sueños pienso que no estoy en mi casa. Otro arquitecto me toma de la mano y me dice quedate tranquila, volvé a dormir. Momento 0: cuando vivo la vida y trato de ser coherente y genuina, lo hago por ellos. Gabriela Furia Docente (Texto de una de las fotografías que integra esta muestra)

La dictadura cívico-militar en Argentina 1976-1983 El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas protagonizaron en la Argentina un nuevo golpe de Estado. Interrumpieron el mandato constitucional de la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón, quien había asumido en 1974 después del fallecimiento de Juan Domingo Perón, con quien en 1973 había compartido la fórmula en calidad de vicepresidenta. El gobierno de facto, constituido como Junta Militar, estaba formado por los comandantes de las tres Armas: el General Jorge Rafael Videla (Ejército), el Almirante Emilio Eduardo Massera (Marina) y el brigadier Orlando Ramón Agosti (Aeronáutica). La Junta Militar se erigió como la máxima autoridad del Estado atribuyéndose la capacidad de fijar las directivas generales del gobierno, y designar y reemplazar a la Presidenta y a todos los otros funcionarios. La madrugada del 24, la Junta Militar en una proclama difundida a todo el país afirmó que asumía la conducción del Estado como parte de “una decisión por la Patria”, “en cumplimiento de una obligación irrenunciable”, buscando la “recuperación del ser nacional” y “convocando al conjunto de la ciudadanía a ser parte de esta nueva etapa en la que había “un puesto de lucha para cada ciudadano”. El mismo miércoles 24, la Junta tomó las siguientes medidas: instaló el estado de sitio, consideró objetivos militares a todos los lugares de trabajo y producción, removió los poderes ejecutivos y legislativos, nacionales y provinciales, cesó en sus funciones a todas las autoridades federales y provinciales como así también a las municipales y las Cortes de Justicia nacionales y provinciales, declaró en comisión a todos los jueces, suspendió la actividad de los partidos políticos, intervino los sindicatos y las confederaciones obreras y empresarias, prohibió el derecho de huelga, anuló las convenciones colectivas de trabajo, instaló la pena de muerte para delitos de orden público, impulsó una férrea censura de prensa. Asimismo, para garantizar el ejercicio conjunto del poder, las tres Armas se repartieron para cada una el 33% del control de las distintas jurisdicciones e instituciones estatales (gobernaciones de provincias, intendencias municipales, ministerios, canales de televisión y radios). El país fue dividido en zonas, subzonas y áreas en coincidencia con los Comandos del Cuerpo del Ejército, lo que implicó la organización y división de la responsabilidad en la tarea represiva sobre aquello que denominaron “el accionar subversivo”. Amplios sectores sociales recibieron el golpe militar en forma pasiva, otros lo apoyaron, otros lo impugnaron y unos pocos lo resistieron. Era una nueva interrupción del marco constitucional -la sexta desde el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en 1930- que, una vez 2

más, prometía dejar atrás el “caos” imperante y retornar al siempre anunciado y anhelado “orden”. En esta oportunidad, la búsqueda de “orden” supuso comenzar a instrumentar un feroz disciplinamiento, en un contexto caracterizado por la creciente movilización social y política. La sociedad fue reorganizada en su conjunto, en el plano político, económico, social y cultural. La dictadura se propuso eliminar cualquier oposición a su proyecto refundacional, aniquilar toda acción que intentara disputar el poder. El método fue hacer “desaparecer” las fuentes de los conflictos. Desde el punto de vista de los jefes militares, de los grupos económicos y de los civiles que los apoyaban, el origen de los conflictos sociales en Argentina y de la inestabilidad política imperante luego de 1955, estaba relacionado con el desarrollo de la industrialización y la modernización en sentido amplio. Estos sectores afirmaban que se trataba de un modelo sostenido artificialmente por la intervención del Estado. Entendían que esto motivaba un exagerado crecimiento del aparato estatal y el fortalecimiento de un movimiento obrero organizado, dispuesto y capaz de defender sus derechos e intereses por diversas vías. En la conferencia monetaria internacional de México, realizada en mayo de 1977, el Ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, dijo que el cambio de gobierno constituía “la transformación de la estructura política y económica-social que el país tuvo durante casi 30 años”. Desde esa perspectiva, para sentar las bases del nuevo modelo “era necesario modificar las estructuras de la economía argentina. El cambio propuesto era muy profundo: no bastaba con un simple proceso de ordenamiento, sino que había que transformar normas y marcos institucionales, administrativos y empresariales; políticas, métodos, hábitos y hasta la misma mentalidad”, según Martínez de Hoz en las “Bases para una Argentina moderna: 1976-80”. Para alcanzar este objetivo la dictadura ejerció dos tipos de violencia sistemática y generalizada: la violencia del Estado y la violencia del mercado. La última dictadura tuvo un consenso tácito extendido y, uno explícito más acotado. Si bien no hubo movilizaciones y mucho menos señales multitudinarias de adhesión al golpe, muchísimos argentinos en el ámbito privado aceptaron el hecho como una “solución” a la crisis de gobernabilidad que se había creado en los últimos meses del gobierno de Isabel Perón, seguramente bajo la idea de que la única opción frente al fracaso del gobierno constitucional consistía en confiar a los militares la tarea de recomposición de la autoridad y el orden. Este consenso tácito se complementó con otros consensos explícitos: la Sociedad Rural Argentina, los sectores de mayor jerarquía de la Iglesia, sectores empresarios, Bolsa de Comercio, entre otros.

¿Qué fue el terrorismo de Estado? Entre 1930 y 1983 la Argentina sufrió seis golpes de Estado. Sin embargo, la expresión “terrorismo de Estado” sólo se utiliza para hacer referencia al último de ellos. La violencia política ejercida desde el Estado contra todo actor que fuera considerado una amenaza o desafiara el poder fue una característica recurrente en la historia argentina. Hay muchos ejemplos de esto: la represión contra los obreros en huelga en la Semana Trágica (1919) y en las huelgas de la Patagonia (1921); los fusilamientos de José León Suárez relatados por Rodolfo Walsh en su libro “Operación Masacre” (1956); la Noche de los Bastones Largos durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966) y la Masacre de Trelew (1972), entre tantos otros. Estos episodios pueden ser evocados como antecedentes de la violencia política ejercida 3

desde el Estado contra sus “enemigos” (aún cuando los primeros, la Semana Trágica y las huelgas patagónicas, acontecieron en el marco de un Estado democrático). En ese sentido están ligados a la última dictadura. Sin embargo, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional implicó un “salto cualitativo” con respecto a los casos citados porque la dictadura de 1976 hizo uso de un particular ejercicio de la violencia política: la diseminación del terror en todo el cuerpo social. Lo que singularizó a la dictadura en 1976 fue algo que ninguno de los regímenes previos practicó: la desaparición sistemática de personas. Esto es: ciudadanos que resultaron víctimas de los secuestros, torturas y muertes en centros clandestinos de detención desplegados a lo largo de todo el país, cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus deudos. La dictadura pretendió borrar el nombre y la historia de sus víctimas, privando a sus familiares y también a toda la comunidad política, de la posibilidad de hacer un duelo frente a la pérdida. ¿Cuáles fueron las notas distintivas del terrorismo de Estado? ¿Por qué esta expresión da cuenta de lo específico de la última dictadura? ¿Qué fue lo que permitió afirmar que se trataba de un acontecimiento novedoso en la larga historia de violencias políticas de la Argentina? En primer lugar, lo propio del terrorismo de Estado fue el uso de la violencia puesta al servicio de la eliminación de los adversarios políticos y del amedrentamiento de toda la población a través de diversos mecanismos represivos. Miles de personas encarceladas y otras tantas forzadas al exilio, persecución, prohibiciones, censura, vigilancia. Y, fundamentalmente, la puesta en marcha de los centros clandestinos de detención. Según explica Pilar Calveiro en su libro “Poder y desaparición” se trató de una cruel “pedagogía” que tenía a toda la sociedad como destinataria de un único mensaje: el miedo, la parálisis y la ruptura del lazo social. El terror se utilizó como instrumento de disciplinamiento social y político de manera constante, no de manera aislada o excepcional. La violencia, ejercida desde el Estado, se convirtió en práctica recurrente, a tal punto que constituyó la “regla” de dominación política y social. Se trató, entonces, de una política de terror sistemático. Ese terror sistemático se ejerció con el agravante de ser efectuado por fuera de todo marco legal, más allá de la ficción legal creada por la dictadura para justificar su accionar. Es decir, la violencia ejercida contra quienes eran identificados como los enemigos del régimen operó de manera clandestina. De modo que la dictadura no sólo puso en suspenso los derechos y garantías constitucionales, y a la Constitución misma, sino que decidió instrumentar un plan represivo al margen de la ley, desatendiendo los principios legales que instituyen a los Estados modernos para el uso de la fuerza. Se violaron así las normas para el uso ilegítimo de la violencia y el Estado se transformó en el principal agresor de la sociedad civil, la cual es, en definitiva, la que legitima el monopolio de la violencia como atributo de los Estados modernos. El terrorismo de Estado que se implantó en la década del setenta en Argentina deshumanizó al “enemigo político”, le sustrajo su dignidad personal y lo identificó con alguna forma de mal. Una de las características fundamentales de la dictadura argentina consistió en criminalizar al enemigo a niveles hiperbólicos: la figura del desaparecido supuso borrar por completo toda huella que implicara alguna forma de transmisión de un legado que se caracterizara como peligroso. La sustracción de bebés también puede ser pensada como una consecuencia de esta forma extrema de negarle dignidad humana al enemigo político. Es decir que una característica distintiva del Estado terrorista es que no se limitó a eliminar físicamente a su enemigo político sino que, a la vez, pretendió sustraer todo rasgo de 4

humanidad, adueñándose de la vida de las víctimas y borrando todos los signos que dieran cuenta de ella: su nombre, su historia y su propia muerte. El uso del terror durante la última dictadura tuvo otra característica definitoria: dispuso de los complejos y altamente sofisticados recursos del Estado moderno para ocasionar asesinatos masivos, de mucho mayor alcance que aquellos que podían cometer los Estados del siglo XIX. El Estado terrorista, mediante la internalización del terror, resquebrajó los lazos sociales de distintos grupos y sectores sociales; formas de pertenencia y prácticas culturales comunes, fueron desgarradas: ser joven, obrero, estudiante, pertenecer a un gremio, representar a un grupo, fueron actividades “sospechosas” frente al Estado. Si defender y compartir ideas junto a terceros con objetivos en común implicaba la desaparición, la pauta que comenzó a dominar en las prácticas sociales más básicas fue la de un individualismo exacerbado que continuó manifestándose más allá del 10 de diciembre de 1983; y que a su vez permitió el avance en la destrucción de conquistas sociales fundamentales a lo largo de las décadas del ochenta y del noventa. En estas características se pueden resumir algunos rasgos definitorios del terrorismo de Estado, un régimen que se inscribe en la compleja historia política de la Argentina y que, al mismo tiempo, parece no tener antecedentes en esa misma historia.

La fotografía y el lenguaje del acontecimiento Si consideramos el arte como la manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros; la fotografía es considerada arte, una disciplina dentro de las artes visuales, que requiere capacitación técnica y artística. La fotografía como arte se desarrolla a partir del momento en que un individuo deja de considerarla como mera reproducción de la realidad y decide trabajarla a partir de las ideas, expresar por intermedio de la luz diferentes contenidos. Hay quienes consideran que la fotografía es simplemente la impresión de la realidad con el uso de la tecnología. Hay otros que refutan esta posición, argumentando que la cámara es el instrumento del fotógrafo, como el pincel es el del pintor o el cincel el del escultor. Nunca se transcribe literalmente la realidad, la cámara tiene siempre unas limitaciones y es manejada por el fotógrafo, (profesional o no) quien selecciona un marco y unos parámetros de exposición. La cámara nunca capta fielmente la realidad. La fotografía no puede ser considera siempre arte. Cuando ésta sólo busca dar constancia de un hecho o de la existencia de algo, puede no ser considerada artística. Sí, puede decirse que se produce una transmisión de sentimientos entre el artista y el receptor, de manera que éste logre sentir lo que sintió el primero o lo que pretende hacer sentir, como también que los sentimientos provocados sean totalmente distintos a los deseados, que una misma obra provoque un efecto diferente, dependiendo de quien sea el observador o simplemente según cuál sea su estado de ánimo en ese momento. En esa capacidad de transmisión de sentimientos se basa el arte. Tolstoy habla de “infección”. Algo puede ser considerado arte cuando el autor te “infecta” con sus sentimientos. El autor consigue que el espectador repita las experiencias que “sufrió” el autor. La fotografía como mera atestiguación de la realidad no parece compatible con la idea de arte. ¿Puede una imagen de un periódico ser arte? Si ésta nos provoca algo, si ésta nos infecta, lo será. Puede por tanto que una imagen sea arte para una persona y no para otra. En tanto que la fotografía documental opera a modo de prueba, de testimonio. Registra 5

hechos para dar a conocer lo que está pasando o no se olvide lo que ya pasó. “…Una fotografía pasa por prueba incontrovertible de que sucedió algo determinado. La imagen quizás distorsiona, pero siempre queda la suposición de que existe, o que existió algo semejante a lo que está en la imagen sean cuales fueran las limitaciones o pretensiones del propio fotógrafo. La labor de los fotógrafos no es una excepción genérica a las relaciones a menudo sospechosas entre el arte y la verdad. Aún cuando a los fotógrafos les interese sobretodo reflejar la realidad, siguen acechados por los tácitos imperativos del gusto y la conciencia. Cuando deciden la apariencia de una imagen, cuando prefieren una exposición a otra, los fotógrafos siempre imponen pautas a sus modelos. Aunque en un sentido la cámara en efecto captura la realidad, y no sólo la interpreta, las fotografías son una interpretación del mundo tanto como las pinturas y los dibujos...” (Susan Sontag – Ver fuentes bibliográficas). Al decir del fotógrafo Diego Aráoz, “la fotografía nunca es inocente”, desde el momento en que el fotógrafo elige el ángulo, el papel en el que serán impresas, los marcos de los cuadros en que se mostrarán, hasta el orden para la exposición final, las fotografías nos cuentan de determinada manera, desde la visión subjetiva, particular, del ojo de ese fotógrafo. En relación a la “inocencia” de la fotografía, cabe apelar a una fotografía tomada con un sentido muy determinado. Claudia Feld escribe un artículo “Fotografía y desaparición en Argentina” en “Artículos de investigación sobre fotografía” (Ver fuentes bibliográficas) donde plantea: “Alice Domon y Léonie Duquet fueron dos monjas francesas secuestradas a plena luz del día a la salida de una misa en la puerta de la Iglesia de la Santa Cruz en la ciudad de Buenos Aires, por la última dictadura militar argentina. Fueron llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde funcionaba un centro clandestino de detención. Allí fueron torturadas y mantenidas en cautiverio clandestino durante varios días, hasta que finalmente fueron asesinadas. Ante la protesta diplomática francesa, los miembros del grupo de Tareas de la ESMA hicieron circular una información falsa para culpar a la organización guerrillera Montoneros del secuestro de las monjas. Esa información fue acompañada de una foto sacada en el sótano de la ESMA: la última que muestra a las religiosas vivas y una de las pocas imágenes fotográficas que se conocen de personas desaparecidas, retratadas dentro de un centro clandestino de detención. El artista e intelectual, John Berger, ha escrito mucho sobre la fotografía, al respecto de la muestra “La memoria en 40 imágenes” reproducimos un párrafo de uno de sus libros donde manifiesta: “Las fotografías testimonian una elección humana en una situación determinada. Una fotografía es el resultado de la decisión del fotógrafo de que merece la pena registrar que ese acontecimiento, ese objeto, sean vistos. Si todo lo que existe se fotografiara continuamente, las fotografías carecerían de sentido. Las fotografías no celebran ni el acontecimiento ni la facultad de la visión en sí. Son un mensaje acerca del acontecimiento que registran. La urgencia de este mensaje no depende enteramente de la urgencia del acontecimiento, pero tampoco es completamente independiente de éste. En su forma más sencilla, el mensaje decodificado significa: he decidido que merece la pena registrar lo que estoy viendo. Podemos aplicar esto por igual a la fotografía más memorable y a la más banal de las instantáneas. Lo que las distingue es el grado de explicación del mensaje que aporta la fotografía, el grado en que la fotografía hace transparente y comprensible la decisión del fotógrafo. Denominamos a la “fotografía” al proceso de hacer consciente la observación. Los acontecimientos retratados son misteriosos en sí mismos o explicables según el conocimiento que el espectador tenga de ellos antes de ver la fotografía. ¿Qué es, entonces, lo que da sentido a una fotografía en cuanto que fotografía? ¿Qué es lo que amplía y hace 6

vibrar ese mínimo mensaje de “He decidido que merece la pena registrar lo que estoy viendo”? El verdadero contenido de una fotografía es invisible, porque no se deriva de una relación con la forma, sino con el tiempo. Acabo de decir que las fotografías testimonian una elección humana. Esta elección no se establece entre fotografiar “x” o fotografiar “y”, sino entre fotografiar en el momento “x” o en el momento “y”. Los objetos registrados en cualquier fotografía (desde el más impactante al más común) transmiten aproximadamente el mismo peso, la misma convicción. Lo que varía es la intensidad con la que se nos hace conscientes de los polos de ausencia y presencia. Entre estos dos polos es donde la fotografía encuentra su significado (el uso más popular de la fotografía es como recuerdo de lo ausente). Al mismo tiempo que registra lo que se ha visto, una foto, por su propia naturaleza, se refiere siempre a lo que no se ve. El lenguaje en el que opera una fotografía es el lenguaje de los acontecimientos. La única decisión que puede tomar el fotógrafo es del momento que elige aislar. Sin embargo, esta aparente limitación es lo que confiere a la fotografía su fuerza singular. Lo que muestra invoca lo que no muestra. Basta con mirar cualquier fotografía para comprobar que es cierto. La relación inmediata entre lo que está presente y lo que está ausente es particular a cada fotografía. Una fotografía es efectiva cuando el momento registrado contiene una medida de verdad que es aplicable en general y que revela lo ausente igual que lo que está presente en ella.” (John Berger, ver fuentes bibliográficas). “No se trata tanto de saber leer una imagen (aunque también), sino más bien de comprender hasta que punto la fotografía es un lenguaje que puede decir tanto del mundo que se registra (y no únicamente en ese preciso instante), como de quien pulsa el botón de disparo, y también que dentro de una imagen o de un conjunto de imágenes puede haber (y de hecho la mayoría de las veces es así) mucho más de lo que se ve a simple vista”. Jota Barros

Fuentes bibliográficas Instantáneas de la memoria (fotografía y dictadura en América y América Latina). Jordana Blejmar, Natalia Fortuny, Luis Ignacio García Editores Para entender la fotografía, John Berger, Editorial Gustavo Gili, 2015 En un solo volumen se recopilan los textos sobre fotografía más importantes del artista e intelectual británico. Pensar la dictadura: terrorismo de Estado en Argentina. Preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza, Programa Educación y Memoria, Ministerio de Educación de la Nación, Buenos Aires, 2014 Sobre la fotografía, Susan Sontag. Alfaguara, Buenos Aires, 2006 Es una de las obras más conocidas y apreciadas de una escritora que se caracterizó siempre por su compromiso con las cuestiones más candentes de su tiempo.

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Bibliografía sugerida Abuelas de Plaza de Mayo. Fotografías de 30 años de lucha, Buenos Aires, 2007 “Como hojas verdes entre hojas secas se van tornando las fotografías que componen este libro. Imágenes entregadas al homenaje a esas mujeres que, desde el día preciso del secuestro de sus hijas o hijos, de sus nietitos nacidos o por nacer (en ocasiones sin estar enteradas de la buena nueva), iniciaron un recorrido difícil de concebir. En el país del sí me acuerdo, Rubén Kotler (comp), Editorial Imago Mundí relaho, Bs. As., 2014 Los orígenes nacionales e internacionales del movimiento de derechos humanos argentino: de la dictadura a la transición. Obra de historia colectiva donde confluyen las investigaciones de los últimos años que se vienen llevando a cabo sobre la historia del movimiento de derechos humanos en Argentina desde una perspectiva local y regional. En negro y blanco: fotografías del Cordobazo al Juicio a las Juntas, Pablo Cerolini (Comp.), S.P.N.P, Bs. As., 2006 Reúne las imágenes más importantes del período comprendido entre 1969 y 1985, y está dedicado a las víctimas del terrorismo de Estado. Cada una de las etapas es narrada no sólo a través del relato fotográfico, sino también de las palabras de algunas figuras que vivieron y pensaron ese tramo histórico. La noche de la dictadura. Memoria fotográfica inédita a 30 años del terror, Felipe Pigna, María Seoane, Revista Caras y Caretas, Fundación Octubre, Bs. As., 2006 Memoria histórica para adolescentes. Dictadura y derechos humanos en Argentina Fabián Pico, Homo Sapiens Rosario, 2006 Los años oprobiosos de la dictadura militar de 1976/83 son parte principal de esta obra, que se ocupa de señalar, con objetividad pero también con la condigna pasión que corresponde, responsabilidades que no deben ser perdonadas. Pensar la dictadura: terrorismo de Estado en Argentina. Preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza, Programa Educación y Memoria, Ministerio de Educación de la Nación, Buenos Aires, 2014 Este libro tiene como objetivo acompañar y facilitar la tarea docente para enseñar un tema complejo de nuestra historia reciente, la última dictadura. ¿Qué fue el terrorismo de Estado? ¿Qué rol cumplió la sociedad durante ese período? ¿Qué pasó en el plano internacional? ¿Qué ocurrió desde 1983 en adelante en el campo de la justicia y la memoria? Estos cuatro ejes se despliegan en veinticinco preguntas que, además de brindar la información necesaria, desarrollan algunos de los problemas históricos y teóricos que han marcado la investigación y la producción sobre la dictadura. Tesoros familiares '70, Lucila Bodelón y Verónica García Una colección para reencontrarnos con los 70's desde la calidez y candidez amateur con la que nos retrataron padres, amigos y parientes. Fotos de un ayer no tan lejano revisitado desde la mirada contemporánea de Lucila Bodelón y Verónica García quienes sutilmente ponen de relieve, a través de su selección, la estética y la filosofía de una década. 76.11 Fotos: el otro lado de la cámara, Universidad Nacional de General San Martín, San 8

Martín, 2012 Imágenes que son apenas el reflejo de un instante fugaz y ya pasado, pero que por la mirada atenta y comprometida del fotógrafo se convierten en la forma de plasmar para siempre, un momento en la historia de un pueblo. Es un homenaje a todos los reporteros gráficos que con su trabajo cotidiano acompañan la lucha por los derechos humanos de los últimos 35 años, y supieron dar testimonio de los hechos más trascendentes de nuestro país.

Otras muestras fotográficas Arquelogía de la ausencia, Lucila Quieto Esta muestra trata de 35 imágenes en cuyo montaje se logró el retrato de hijos de desaparecidos junto a sus padres. El proceso creativo de estas imágenes implicó la proyección de fotos provenientes de archivos familiares en una pared, sobre las cuales posaron los hijos. Insertándose en el cuadro de la imagen y componiendo una nueva, donde por primera vez aparecen todos en una misma toma. Hijos atravesando el paisaje: imágenes para reconstruir el recuerdo añorado. Ausencias, Gustavo Germano La serie fotográfica Ausencias de Gustavo Germano, nació con la idea de hacer presente la ausencia de los 30.000 detenidos-desaparecidos y asesinados por la última dictadura militar argentina entre 1976 y 1983. Para esto, el fotógrafo, haciendo una suerte de juego de las diferencias, recrea situaciones y escenas que eran cotidianas antes de la desaparición. El proyecto partió de fotografías de álbumes familiares de habitantes de la provincia de Entre Ríos, las mismas fueron repetidas en situaciones similares y en los mismos lugares, así el familiar o amigo ocupa el mismo lugar en el que se encontraba 30 años atrás, quedando el sitio donde debiera estar el cuerpo ausente, solo y nada más que vacío. Buena memoria, Marcelo Brodsky La intención de Buena Memoria es utilizar la fotografía como herramienta para recrear el tiempo que pasó, no sólo el individual, sino también el de una época; para transmitir con imágenes la experiencia traumática del '76-'83.Esto puede leerse en las propias palabras de su autor: “...En mi trabajo, combino todos los conocimientos que tengo para producir una síntesis. Y lo hago plenamente consciente de las posibilidades de la comunicación. Se trata de mensajes encriptados en imágenes, que usan las imágenes como puente para transmitir de un modo diferente una idea o una propuesta dirigida a los sentidos y, desde ahí, a la reflexión inteligente. Me interesa buscarle la vuelta a la forma de contar, de modo de incorporar al lenguaje una serie de herramientas contemporáneas, similares a las que utilizo en otras áreas de mi actividad profesional.” Cómo miran tus ojos, María Soledad Nívoli – Gustavo D'Assoro Ensayo fotográfico documental en memoria de Mario Alberto Nívoli, detenido – desaparecido en Córdoba, en mayo de 1977. María Soledad Nívoli, intenta reconstruir parte de la vida de su padre a partir de las fotos que él tomara durante un viaje por el sur del país, en los años setenta. Para ello durante dos años y medio junto a su colega Gustavo D'Assoro, trabajó siguiendo el mismo recorrido que realizara su padre a lo largo de seis ciudades distintas. 9

A 40 años del último golpe de Estado Instalaciones Manos que bordan memoria Hay una forma delicada, silenciosa y colorida de esperanza: es el arte de bordar. Los bordados son prácticas ancestrales en muchos pueblos. Experiencia de un tiempo paciente, bordar es aprender la amorosa espera. Frecuentemente se borda la vida de un lugar. Flora y fauna adquieren trazos geométricos y colores contrastantes. Aún cuando no estén hechos con esa intención, los bordados son formas de memoria. Una mujer palestina narra que desde niña empezó a bordar su vestido de bodas. (¡Qué lejos de nuestra moda ansiosa de obsolecencia programada!) Dicen que en los campos de refugiados se hizo difícil seguir bordando. En México vemos a muchas mujeres y niñas bordando huipiles. Hacen maravillas con sus manos...En las calles de nuestra ciudad también se ven hombres bordando. Desde hace años, mujeres y hombres se reúnen en los espacios públicos para bordar en pañuelos blancos los nombres de los muertos y desaparecidos nuestros de cada día. Muchos pasan y preguntan, luego encuentran ese tiempo que no creían tener, y se sientan a bordar. Miles de pañuelos son bordados en las ciudades mexicanas y también en otras lejanas y solidarias. Silvana Rabinovich

¿Quién sino? Voces que rompen el silencio Al cumplirse 40 años del golpe que dio inicio a la última dictadura cívico militar, creemos oportuno recuperar un patrimonio intangible constituido por el testimonio oral brindado por las sobrevivientes. Así, apelamos a una poética-gráfico-sonora que registra dos figuras de la memoria: la del expediente judicial y la del particular voz de la testigo. A sabiendas de que se trata de extensas narraciones marcadas por dolorosas experiencias límite, acudimos a dispositivos estéticos que posibilitan la instancia de la escucha. Destacamos la importancia de visibilizar datos históricos, testimonios e imágenes documentales, dado que los mismos profundizan la esfera de lo visible y decible. Sabina Florio - Cynthia Blaconá

R40 Resistencias a 40 años del golpe El 24 de marzo de 2016 se cumplen 40 años del golpe cívico-militar que instauró en nuestro país el más feroz y sistemático terrorismo estatal y paraestatal atentando contra la dignidad humana: privación ilegítima de la libertad, secuestros, torturas, asesinatos y robo de bebés. El terror desatado tenía como objetivo disciplinar una sociedad frente a cualquier intento de 10

lucha y resistencia al plan económico, social, político y cultural impuesto por la dictadura. Dicho plan estuvo enmarcado en una visión más general, el conflicto Este-Oeste (la Guerra Fría) con particular énfasis en las llamadas “fronteras ideológicas” y tuvo como correlato logístico operacional para toda América Latina al llamado Plan Cóndor, el cual implicó una coordinación de las tareas represivas implementadas por los regímenes autoritarios de la región. A 40 años, proponemos recuperar el legado de los movimientos sociales, organismos de derechos humanos, movilizaciones de resistencia y solidaridad que a lo largo del período iniciado en 1976 se han constituido en legítimas herramientas de la lucha popular por la justicia y para la defensa, construcción y ampliación de derechos. R40 es una instalación colectiva en el espacio público que propone, desde el lenguaje del arte, recordar y reflexionar sobre nuestros derechos y sobre aquellos y aquellas que persisten en velar y luchar por ellos a 40 años del golpe. R40 es la ruta más larga de nuestro país. En esta oportunidad realizamos un recorrido por la región, rescatando las resistencias en la provincia de Santa Fe como posible referencia de lo sucedido a lo largo de todo el territorio argentino, de norte a sur. Alejandra Buzaglo Colectivo Arquitectura, DDHH y Memoria

Pasos encontrados Intervención permanente de Dante Taparelli en homenaje a las Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario. La obra propone reemplazar algunas baldosas de esa plaza con reproducciones en bronce de las propias huellas de las pisadas de las Madres, como una señal indeleble que recordará la lucha sostenida que vienen librando por la memoria, la verdad y la justicia. Los pasos están puestos en círculos alrededor de La columna de la libertad, que se encuentra en el centro de la plaza, recreando las rondas de los jueves y volviéndolas, así, infinitas. En palabras de Dante Taparelli, quien tuvo a cargo la obra: “Pensé que no hay nada mejor que el homenaje a las Madres sean sus huellas, y que sean sus huellas genuinas para que la obra tenga un sentido”.

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