PROGRAMA No JOSUÉ. Cap. 4:19-5:15

PROGRAMA No. 0326 JOSUÉ Cap. 4:19 - 5:15 Vamos a terminar hoy nuestro estudio del capítulo 4 de Josué. Y en nuestro programa anterior estábamos hab

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PROGRAMA No. 0326

JOSUÉ

Cap. 4:19 - 5:15

Vamos a terminar hoy nuestro estudio del capítulo 4 de Josué. Y en nuestro programa anterior estábamos hablando de las doce piedras que Josué colocó en el río Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca del Pacto. Y de las doce piedras que había colocado al otro lado del río Jordán. Y decíamos que las doce piedras en el río, hablaban de la muerte de Cristo. Y las doce piedras en la orilla occidental del Jordán, hablaban de la resurrección de Cristo.

Quiere decir entonces que los hijos de Israel cruzaron el Jordán mediante la muerte y la resurrección de Cristo.

Esas piedras que podían ser vistas al otro lado del río,

manifestaban el poder de Dios. Hablan de la gracia de Dios y el hecho de que hoy en día Cristo está a la diestra de Dios. Ahora las doce piedras en el río fueron cubiertas por agua y no podían ser vistas por el pueblo. Pero Dios las vio y hablan de la ley, la cual nosotros no podemos guardar. Cristo murió por nosotros porque somos culpables delante de Dios. Las piedras hablan de las aguas de la muerte que pasaron por encima de El.

El paso del Jordán pues, no representa la muerte de los creyentes. Representa la muerte de Cristo, de la cual nos apropiamos y por la cual entramos en los lugares celestiales.

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Por último, nos llevará al cielo.

Solo mediante la muerte, sepultura y

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resurrección de Cristo, entraremos algún día en el cielo. Es pues por la fe, mediante la muerte y resurrección de Cristo que pasamos el Jordán y entramos en Canaán en los lugares celestiales.

Allí es donde vivimos y tomamos posesión de las bendiciones

espirituales.

El apóstol Pablo en su carta a los Colosenses capítulo 3, versículo 1, dice: “. . . Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.” Y en su carta a los Efesios capítulo 4, versículo 1 el apóstol Pablo dice: “. . . Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.” Este es un andar humilde. Es un andar en la unidad del Espíritu. Cuando un hijo de Dios satisface las demandas de Dios, entonces se apropia de las grandes bendiciones espirituales. Ahora en los versículos 19 al 22 de este capítulo 4 de Josué leemos:

Josué 4:19-22 “. . . Israel pasó en seco por este Jordán.”

Si llevamos hasta el fin la lección espiritual de este pasaje, nuestra conclusión sólo puede ser que debemos enseñar el evangelio a nuestros hijos. El deber de los padres es dar el evangelio a sus hijos. No hay mejor privilegio que aquel que tiene un padre, de conducir a su hijo a un conocimiento de Cristo como Salvador personal. Esta es la responsabilidad de los padres. Continuemos ahora leyendo los dos últimos versículos de este capítulo 4 de Josué; versículos 23 y 24:

Josué 4:23-24 “. . . Jehová vuestro Dios todos los días.”

Lo que Dios hizo por los hijos de Israel, lo hizo para el beneficio de ellos, para el beneficio suyo, y para el beneficio mío amigo oyente. Lo hizo para que todos los hombres TTB

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del mundo pudieran saber que la mano del Señor en verdad es poderosa. Este fin se realizó gráficamente tan pronto como los cananeos oyeron las noticias de que los hijos de Israel habían pasado el Jordán.

Algunas de las cosas importantes que debemos recordar de este capítulo 4 de Josué, son que el arca va delante y divide el río Jordán, y no la vara de Moisés. El arca va delante, llevada por los sacerdotes. Cristo va delante de nosotros por la muerte, pero va con nosotros en esta vida. El Jordán es típico de la muerte de Cristo, y no de la muerte nuestra.

Y así concluye nuestro estudio del capítulo 4 de Josué. Llegamos ahora al capítulo 5. En este capítulo 5 “los Cananeos tienen miedo.” “Josué restaura el rito de la circuncisión.” “La Pascua se celebra en Gilgal.” “El maná cesa.” “Y un ángel aparece a Josué.”

Abandonaron el rito de la circuncisión en el desierto. Dios les estaba enseñando que la vieja naturaleza no es buena y que la nueva naturaleza no tiene poder. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 18 dice: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.”

El maná cesa y los hijos de Israel comen los productos de la nueva tierra. El maná es para los bebés en Cristo, y representa los días en que Cristo estuvo en la tierra. Hoy en día, nosotros comemos el Cristo vivo. Dice el apóstol Pablo otra vez en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículos 16 y 17: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

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Aprendemos en este capítulo 5 de Josué, versículos 13 al 15, que Jesús es el Príncipe de nuestra salvación. Dice el escritor a los Hebreos en el capítulo 2 de su carta, versículo 10: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.”

Y más adelante en el capítulo 12 de la misma carta a los Hebreos, los primeros dos versículos dice: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Comencemos pues nuestro estudio de este capítulo 5 de Josué, considerando el terror que desciende sobre los amorreos. Leamos el primer versículo de este capítulo 5:

Josué 5:1 “. . . aliento en ellos delante de los hijos de Israel.”

Debido a que el río Jordán estaba en su época de inundación anual, los amorreos y los cananeos no esperaban que los israelitas lo pasaran. Creían que iban a cruzarlo después de pasar la época de inundación. Creían que tenían más tiempo para prepararse para la batalla, y por eso les cayó como un golpe duro descubrir que Dios les había ayudado a los israelitas a cruzar el Jordán. Continuemos ahora con los versículos 2 hasta el 5 de este capítulo 5 de Josué:

Josué 5:2-5 “. . . que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado.”

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La nación de Israel había descuidado la observación del rito de la circuncisión, la cual era el símbolo del pacto con Abraham. Usted recordará que en el pacto que Dios hizo con Abraham dio la tierra de Canaán a Israel. Pero ellos habían abandonado este rito durante aquellos años de vagar a través del desierto. Continuemos leyendo los versículos 6 al 9:

Josué 5:6-9 “. . . de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.”

Los hijos de Israel no habían guardado el rito de la circuncisión ni en espíritu ni en realidad, la cual era señal del pacto que Dios hizo con Abraham. Los israelitas habían caminado por 40 años en el desierto, hasta cuando todos los hombres que habían salido de Egipto, los que eran hombres de guerra, habían muerto. El Señor les había dado hijos, y fue a ellos a quienes Josué circuncidó. Ahora, al suceder esto, Dios entonces quitó “el oprobio de Egipto.” Esta frase, “el oprobio de Egipto” se refiere a la suspensión que hicieron los israelitas, o mejor, al incumplimiento por parte de los israelitas de este importantísimo rito de la circuncisión, que era precisamente la señal del pacto que Dios había hecho con Abraham. Por eso, el lugar donde Josué circuncidó a los israelitas fue llamado “Gilgal” que viene del hebreo “calal” que significa

“quitar” o “robar.”

Continuemos ahora leyendo el versículo 10 de este capítulo 5 de Josué:

Josué 5:10 “. . . del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.”

Por muchos años los hijos de Israel no se hallaban en relación con su Dios en cuanto al pacto. Y por tanto no podían celebrar la Pascua.

Fue en el tiempo de la lluvia, cuando Israel observó el rito de la circuncisión, el cual habían descuidado, y entonces celebraron la Pascua. El oprobio de Egipto fue entonces TTB

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quitado de encima de los israelitas. Dios había prometido dar a Abraham la tierra, y la promesa estaba por realizarse. Todo esto amigo oyente, tiene un mensaje espiritual para nosotros. La vieja naturaleza no es buena. La vieja naturaleza no puede heredar ninguna bendición espiritual.

La vieja naturaleza ni aun se puede gozar de las bendiciones

espirituales. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 7, nos habla en cuanto a la guerra entre la naturaleza vieja y la nueva. Luego en su carta a los Gálatas capítulo 5, versículo 17, el apóstol Pablo dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” El apóstol Pablo descubrió que no había ningún bien en la vieja naturaleza, ni poder alguno en la nueva naturaleza. Los israelitas fueron circuncidados para poder reconocer esa verdad. Ahora, Dios les dará victoria en la tierra, pero El tiene que prepararlos para ella. Continuemos leyendo los versículos 11 y 12 de este capítulo 5 de Josué:

Josué 5:11-12 “. . . la tierra de Canaán aquel año.”

El maná era una descripción de Cristo. Usted recordará que allá en el evangelio según San Juan, capítulo 6, versículos 49 al 51, el mismo Señor Jesús lo confirma diciendo: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”

El maná representa a Cristo en Su muerte. Allá en el evangelio según San Mateo capítulo 20, versículo 28, el Señor Jesucristo dijo: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Cuando los

Israelitas llegaron a Canaán, el maná cesó y empezaron entonces a comer el fruto de la

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tierra. Ahora, escuche con cuidado. Muchos creyentes viven hoy en día de los testimonios. Siempre hay testimonios en los banquetes y sociales de la iglesia, los cuales son maravillosos y conmovedores. Sin embargo, los testimonios son principalmente para los inconversos, y los cristianos que viven de ellos, están viviendo del maná. Si usted entra en Canaán y toma posesión de las bendiciones espirituales, tendrá que dejar de comer el maná y empezará a comer del fruto. Ahora, ¿Sabe usted cual es ese fruto? Es la Palabra de Dios, todos los 66 libros, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Eso es lo que tratamos de servirle amigo oyente, fruto.

Si embargo hay muchos que no gustan de este fruto. Los israelitas se quejaron de comer el maná. Pero en verdad era una comida buena. La señora de Moisés por ejemplo, no dijo nada en particular en cuanto a cómo servir el maná.

Pero creemos que

probablemente hacía uso de su libro de cocina, el cual indicaría como cien modos de preparar el maná.

Amigo oyente, el fruto puede llegar a ser algo monótono, especialmente si ha estado comiendo del maná por mucho tiempo. Muchos creyentes lamentablemente no tienen interés en el estudio bíblico. Y no demoran en alejarse de la enseñanza bíblica. Muchos pastores de iglesias han sido profesores excelentes de la Biblia. Al enseñar ellos la Palabra de Dios, el Señor ha bendecido inmensamente sus ministerios. Pero estos pastores han tenido que salir y mudarse a otros lugares de servicio. Y así como sucedió cuando Moisés subió al monte, los hermanos dicen: “Bueno, nuestro profesor de Biblia se nos ha ido. Vamos a hacer un becerro de oro.” A pastores los hemos visto salir y mudarse a otros lugares de servicio. Y así como sucedió cuando Moisés subió al monte, los hermanos dicen: “Bueno, nuestro profesor de Biblia se nos ha ido. Vamos a hacer un becerro de oro.” Y entonces empiezan a bailar alrededor del becerro. Comienzan a tener los banquetes, instituyen nuevos métodos y programas y se alejan de la Palabra de Dios. Amigo oyente, es TTB

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posible que usted crea que el fruto no es tan bueno como el maná. Pero Dios quiere que usted coma el fruto y que deje de comer el maná. Cuando Israel entró en la tierra prometida, Dios ya no les dio a comer el maná. Y si usted sigue viviendo del maná, amigo oyente, nunca crecerá. El maná le sostendrá en el desierto, pero si va a tomar posesión de las bendiciones espirituales en la tierra, tendrá que comer del fruto. Muchos de nosotros necesitamos realmente cambiar de dieta. Consideremos ahora la “Visita del príncipe del ejército de Jehová.” Leamos los versículos 13 al 15 de este capítulo 5 de Josué:

Josué 5:13-15 “. . . y Josué así lo hizo.”

Tenemos aquí el llamamiento y la comisión de Josué. Así como el llamamiento de Moisés en el llano de Madián en la zarza ardiente. Usted recordará que allá en Exodo, capítulo 3, versículo 5, a Moisés se le mandó quitarse el calzado de sus pies, porque el lugar en que estaba, era tierra santa. Los israelitas habían pasado ya el Jordán y estaban acampando al otro lado. Un día por la mañana, Josué probablemente se levantó, pasó revista al campamento y quizá hasta se llenó de orgullo al examinar las tiendas de las doce tribus. El era el líder de este gran grupo y el sucesor de Moisés. Y debe haberse sentido bien. Pero luego, sucedió que miró hacia el borde del campamento y vio allá a un hombre parado con su espada desnuda en la mano. Y, ¿Sabe usted quién era? Creemos que no era otro que el Cristo pre-encarnado.

Según el escritor a los Hebreos en el capítulo 2 de su carta, versículo 10, El es el “autor de la salvación.” Al mirarle Josué, probablemente pensaba dentro de sí: “Es seguro que él no sabe que aquí yo soy el General. No he dado ninguna orden que alguien desenvaine su espada. Mejor es que yo hable con ese individuo.” Josué pues, se acercó donde estaba el hombre y le dijo: “¿Eres tú por nosotros, o por nuestros enemigos?” Entonces, él se paró

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con la espada en la mano, se volvió hacia Josué y le dijo: “Soy Príncipe del ejército de Jehová.” Y, ¿Sabe usted lo que sucedió? Josué se postró en adoración delante de El.

Bueno amigo oyente, lamentablemente nuestro tiempo ha concluido, así es que tenemos que detenernos aquí. Pero Dios mediante continuaremos esta interesantísima historia en nuestro próximo programa y contamos con su amable y fiel sintonía. Hasta entonces y que las misericordias del Señor le acompañen ahora y siempre.

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