Ayuntamiento de Madrid

A.]VGEL.A Se publica el 2, 10, 18 y 26 de cada mes Eiclusiío Agente Sa Representante en Patfs^Mr. S a j s s e t ^ l l , rué Cadet. I Añ i XXX Pceci
Author:  David Soto Morales

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A.]VGEL.A Se publica el 2, 10, 18 y 26 de cada mes

Eiclusiío Agente

Sa Representante en Patfs^Mr. S a j s s e t ^ l l , rué Cadet. I Añ i XXX

Pceciadfls, 35, Madrid.

Núm. ].j— Antonio Escamez, : , "^^UM A W ^ v i s t a de modas , por Joaquina bidmaseda. - r)í7« de Mion ¿ Y f® terciopelo.-Vcsti(lo de tul -í-ombreros para niO»-raletot dolman para senopu-Paletot visiU ciopelo frapé -Trajo para baile; Vestido con escote ncim - > esiuio ae muse i . m . - . «uuo o„„ en¿ue -tíola .Sara «e^ardf.-Peinados i.ara bail^-Vestido bordado coHoble panier.-Vestido de raso y tela bordada—Vestidos elegantes ^ a

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^^ recilure^sa-Traj^depa:.

SCO naraliina -Traje paS^iño.-Almohadon uordado.-LlTKRATniA . Kl nacimiento del Hijo p r e l Dr iowz di la Veía. - La reina de la fi^ta, poesía, por Ricardo ( . W - 1 aftos de toos^ ViajerpSr mi patria, por bicolásíias y Peres.-La piorna"del diluvio,. Por Angela Oraasi. - b.l huso, la meca y el tonio.-Correspondencia.-Charadas.-Kxphcacion del ligiinn 1.390.

novedad, el cuerpo paletot sobre faldita plegada ó adornada de echarpes: uno do estos modelos tengo á la vista con falda de satin gris plomo y casaca de pekiti gris y gran.ate, que baja por detrás con la espialda suelta desde el talle, y los delanteros abiertos en pequeño panier, que muere en la costura del costado d é l a falda. Otro, también de forma de paletot, es de terciopelo marrón y paño color cochero: la faldita de terciopelo se completa con casaca de paño, abierta desde el talle sobre la falda, y terminando su borde bajo un echarpe de paño color cochero, que va á terminar lor detras con lazadas de las Jos telas: cuello y vueltas de 5: terciopelo. Para niñas ya mayores, es muy común hacerles la falda con un plegado, la túnica con frunces verticales por delante, como en los vestidos de las señoras, y cuerpo casaca todo de un color con adornos de pekin ó de brochado indio de mucho colores. Como sombrercs para las niñas, el D¿recíorio atravesado por una cinta que le ata por detras, ó el vendeano de felpa gris. Las niñas usan también paletot largo como alirigo, y suele diferenciarse en que lleva por detrás una presilla de la misma tela recogiendo el vuelo de la falda, ó en que vuelven de adelante sus dos puntas en solapas.

R E V I S T A DE MODAS. Al principiar la vida nos sonrien los juegos de la infancia; para llamar á la suerte en las jugadas de azar, se busca la mano del niño; al dar comienzo á cualquiera empresa parece que se asegura la dicha si un niño se asocia á ella... Xada más natural que al dar principio á las tareas de un año nuevo, consagremos á los niños nuestro primer trabajo. ¡La caricia á la inocencia purifica el alma! ¡El apoyo que se presta al niño le hace á uno grande á sus propios ojos! La moda de invierno para I los niños es confortable y no los quiere ya con las piernas al aire y pequeños abrigos que mentían un abrigo imposible: ;randes paletots que bajan lasta el tobillo y medias de lana, abrigan las piernas de los niños, y telas muy dobles de pura lana abrigan sus delicados miembros: en tejidos para ellos hay modelos muy ricos, porque el terciopelo, la felpa, los brochados decolores en lana y seda, los pekines y las pieles se prestan A ccmbiriaciones ricas y elegantes. La ropa interior de franela bordada que ahora usan, pantalón y chaleco unidos, ó refajo de franela bordada cuando llevan faldita, les ofrecen una gran comodidad. Es muy común también poner á los niños botas altas, como las de montar de caballero, prenda también de gran abrigo, ó botin de castor cuando el niño es más pequeño, estando, en fin, la moda muy en armonía con la comodidad y el buen sentido. Como vestidos para niños, á la f o m a inglesa ha sustituido la faldita plegada, terminando un paletot que figura abrirse sobre cbaleio, todo de la misma tela, y tengo á la 1. Vestido de vist.a un modelo de esta clase en vigoña, de pelo pior el reves, verde oscura, con ribe'es y botor;eR de terciopelo del mismo color, traje apropc'sito para niño de cinco años. Alterna con esta hecliura y sirve para iiiñts un poco mayores, el calzón hasta 1» rodilla, dinde ajusta con tres botones, y chaqueta larga y holgada ccrrada por delante con muletillas del co.or del p; fio, medies de lana y botas altas y arrugadas, 1' tniéi.dcíe ertima de cualquiera de estos trajes como

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Terminado este deber para con la infancia, paso á felicitaros el Año Nuevo, lecti ras mias, y á recomendaros 11 número presente como conjunto de modelos elegantes. El nuevo y rico género de ve.stidos bordados para sociedad y para trajes de corte, ge ofrece en los grabados 13 y 22 en hechuras que dan idea de todos los adelantos de la moda. El 2. T R A J E S P A R A SALÓN. núm. I presenta un mod'lo 2. Vestido de tul. raso y terciopelo. de cuerpo frac que se está haciendo por las más hábiles modistas, bien de una de las abrigo, el pwletot largo de paño muleton con cuello y dos telas del vestido en combinación, bien de terciopelo, vueltas de piel, de astrakan ó de terciopelo. Como somraso ó pekin para que juegue independiente con dife rea breros para los niños, el gorrito polonés igual al paletes faldas. Los dos abrigos 5 y 6 son también dignos tot ó el sombrero de castor con ala estrecha. Como lende recomendarse por su severa elegancia, y el vestido cería, U8.an comunmente el cuello alto con corbata esnúm. 17 es un lindo modelo de satin y tela india, lleno treclia ó el vuelto marinero con el primer modelo descride encantadora sencillez, que asi puede hacer un t r a j e to, en que aún lleva el niño su faldita visitas de confianza, como un traje para rela, y como de paseo y Las niñas usan tocLavía el traje á la i

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CORREO DE LA MODA cibir y comer en su propia casa. Es, en fin, el presente número, digno de inaugurar la serie de los que en el año han de tenernos al corriente de los cambios de la moda. Ahora os diré por las últimas noticias que recibo, que la moda sigue siendo suntuosa, y para las visitas de principio de año se hacen muchos trajes en satin y terciopelo frapée ó pekin, felpa y raso y satin brochado indio, dominando los tonos oscuros ó negros, y como más claros, el azul paon ó el zoulou. El color violeta en su variada escala, desdo el escabiosa hasta el lila claro, se ofrecen bajo el patronato de las mujeres más elegantes de París, volviendo á tomar la importancia que un dia tuvo en el campo de la moda; y en las telas brochadas he visto ya un sembrado de pastillas blancas sobre fondo de raso lila, destinado á un vestido princesa con echarpes de raso lila y blancos orillados de fleco de cuentas de cristal opaco, que hará honor á la modista que le ha ideado y á la señora destinada á lucirle. Entre las últimas creaciones de la moda actual, que se empeña en copiar á todos los personajes de épocas pasadas que figuran en los retratos de diferentes museos, tenemos ahora el vestido María Antoniela, pero no recordando los t rajes suntuosos que aquella hermosa reina lucía en su corte, ni los pastoriles de los bosques de Trianon, sino un modelo severo y elegante: es una falda redonda con delantal muy adornado, por ser la única parte visible de ella, y encima va un vestido princesa de poca cola, cuyos delanteros se abren sobre el delantal, donde se fijan con grupos de pasamanería ó lazos: el cuerpo escotado en cuadro, baja hasta I-') cents, ántes del talle, donde acaba como las casacas de los Increíbles, y un chaleco igual á la falda coa grandes botones, completa este cuerpo, que lleva gran cuello camail orillando el escote, fichú de tul ó gasa por dentro de él y manga con gran vuelta como el cuello: un cordon de seda sigue todos los bordes del vestido superior y sube por detras á simular la abertura de la hopalanda que los hombres llevaban en aquella época. Entre las lindas bagatelas que produce de continuo el ramo de lencería, debo recomendar los pañuelos de la mano, así llamados, porque es preciso darlos algún nombre, pero son verdaderos caprichos llenos de coquetería: unos son de surah con lindas guirnaldas de colores, otros con cenefas de brochado indio, algunos hasta con cenefas tejidas con oro, todo cuanto puede soñarla fantasía se emplea en esos deliciosos y microscópicos pañuelos de que las francesas, con auxilio de algunos altihres, se hacen cófias deliciosas para trajes de casa, ademas de lucirlos para la mano. JOAQUINA

BALMASEDA.

E\PLlC.iC10.\ DE LOS GB.LBADOS. 1 Y 2.

TRAJES PARA SALÓN.

1. I'estido de raso y terciopelo frapjté.—Falda de cola, de raso azul marino, con plegado por delante y los costados, y guarneciendo la cola dos plegados estrechos con ancho bies en el centro de terciopelo frappé en el mismo color; la drapería de la falda es de terciopelo, adornada donde abre por delante y en los recogidos de atras, de lazos de raso. Cuerpo de aldeta-frac, de raso como la fidda, cerrado por dos órdenes de botones por delante y muy escotado en la cadera, midiendo por detras 46 cents, desde el talle. Cuello vuelto y vueltas de manga de terciopelo, guarnecidos de encaje bretón. 2. Feslklo de tul.—Es de color azul pálido, y el cuerpo-blusa escotado ciñe del talle con cinturon de raso azul también, adornando el escote berta drapería con ruclíe del mismo tul á los bordes: tres volantes de ,8 cents., plegados, adornan la falda, y los paños de adelante, fruncidos y sujetos con .ruches, van medio cubiertos por el panier, que baja del cuerpo, orillado de un plegado de 10 cents. Flores en el cuerpo y el cabello.

de 5 cents., adornado de cinta de raso, blanca, que le atraviesa, y lazo alsaciano de la misma cinta. 5.

Este abrigo, semi-entallado, tiene 206 cents, de vuelo por abajo, 102 de largo por delante, y 124 por detras: es de paño reps, color gris, adornado de una tira de felpa de 20 cents., de color más oscuro, ó de piel de nutria, adorno que se repite en la manga y cuello. Sombrero de felpa gris, forrado de raso, y manguito de skung.

SOMBREROS PARA NIÑAS.

El núm. 3 es un sombrero toque ó birrete de felpa blanca, con un fondo de 10 cents, y un borde de 4, consistiendo el adorno en lazo de raso blanco y plumas de garza real. El núm. 4 es un sombrero de fieltro blanco con ala

El segundo, para comida ó recepción, es de faya color Toulon (marrón claro), adornada la falda de plegados, y con cuerpo panier, abierto en corazon, y manga corta, y adornada igualmente de plegados. Mitones de malla.

6.

P A L E T O T - V I S I T A D E TERCIOPELO

FRAPPÍ.

Este rico modelo va guarnecido de raso, y lleva anchas mangas de terciopelo, que salen de la espalda y casi cubren el raso que adorna la parte inferior; un ñeco de felpilla, de 14 cents, de ancho, y un galón de pasamanería con cuentas y borlas de seda, adornan el abrigo, que mide 87 cents, de largo por delante y 96 por detras. 7 A 14.

T R A J E S P A R A B A I L E Y CONCIERTO.

7. Vestido con escote JicJiú.—El fichú de tul va guarnecido de un encaje nuevo, llamado punto de Francia, y de un color blanco tomado (color marfil), y le cierra un lazo; dispónese sobre una tira de tul, de 95 cents, de largo por 5 de ancho, guarnecida de encaje plegado, y terminando en cascada hasta la cintura; encajes iguales adornan la manga. 8. Vestido de muselina.—El próximo número ofrecerá por la espalda este modelo, cuya falda se abre en paniers, y va adornado por encajes, entredoses, bullones de la misma muselina, y lazos de cinta rusa. 9. Vestido con cluil de ««cq;'e.—Es para señora jóven, casada, y sobre traje negro rico; lleva un chai de blonda española, sujeto del escote con un lazo de encaje y rosas, igual al que adorna el peinado. 10. Gola S A R A B E R N U A R D T . — U n puño ó tira de tul doble, de 4 cents, de ancho por detras y 3 por delante, sirve de armadura á esta gola, compuesta de tres órdenes de encaje rizado á conchas. 11 y 12. Peinado para óaí/e.—Llévanse para baile peinados largos, y como adorno guirnaldas de flores entrelazadas: los núms. 11 y i2 muestran por delante y por detrás un peinado de bandós, levantaUos y retorcidos, ñojos, redondeando la cabeza y descendiendo por' la espalda, adornados de grupos ó de guirnalda, á elegir. 13. Vestido bordado.—El número próximo ofrecerá también este vestido por la espalda, cuya tela está bordada con felpilla é hiiülo de oro sobre faya blanca; el cuerpo se abre en paniers, bordados sobre peto liso, con solapas ó tirantes bordados en el cuerpo, bajando también guirnaldas bordadas á orillar la parce de atras, ligeramente bullonada. Bullones y tiras bordadas adornan también la primera falda, que termina ancho plegado. Guantes blancos bordados de oro y guarnecidos de encaje. 14. Esclavina de encajes. —El fondo de tul tiene 20 centímetros de largo jjor 112 de vuelta, cubierto de encajes plegados, y orillando el escote dos cosidos por el pié; lazo de cinta de raso cierra la esclavina. 15 Y 16.

T R A J E S P A R A NIÑOS.

15. Vestido para niña.—(Patrón: en Noviembre último.) El paletot, manguito y sombrero son de tejido blanco, de pelo largo, con las vueltas y cuello de seda; el borde del abrigo va adornado de ñeco con enrejado y madroños, hecho al bastidor. 16. Vestido para niño.—(Patrón: en Noviembre último.) Paletot de matelassé negro, guarnecido de asirakan, y gorro polonés de terciopelo negro con tira también de astrakan. Botas altas. T R A J E S P A R A RECIBIR E N CASA.

El primero, de falda sin cola, y plegada á lo religiosa, en satin azul pavo, lleva la túnica ó sobrefalda recogida de un lado y con ancha vuelta de tejido indio con doble puntilla blanca y negra y vivo de raso á la p"gadura; cuerpo de peto con cuello y vueltas de tejido indio y puntillas; lazos de raso.

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r «.

Nli Y

19.

A L M O H A D O N CON F O N D O D E F E L P A .

El centro, de felpa azul, lleva una cenefa de cañamazo Java, bordada en azul y maíz: un cruzado maíz y grana orilla el centro de felpa. 20 Á 23.

17 Y 18. 3 Y 4.

PALETOT-DOLMAN.

Año XXX, uúm. 1.®

T R A J E S PARA

SOIRÉE.

20 y 21. Vestido con doble panier.—'Es de raso gris y tela brochada en colores: la falda, con tres volantitos de r so plegado, lleva por delante dos bieses de ambas telas, terminados por volante brochado y encaje Alenzon, y más alto un panier de tela brochada con encaje, que va á morir bajo el paño de atras, brochado y guarnecido de encaje y plegado de raso; cuerpo brochado con panier de raso gris, que termina por detras bajo un lazo de las dos telas, que sirve de aldeta á la espalda. 22 y 23. Vestido de raso y tela bordada.—Este vestido, que presenta por detras el cróquis núm. 23, es de raso malva y raso blanco bordado: la falda, de raso malva, con plegados de raso blanco, lleva un volante de tela bordada, pegada con tres frunces sobre otro plegado que le sirve de cabeza, y delantal bordado y ligeramente bullonado; túnica abierta en paniers, de raso malva, con plegados y encajes, y cuerpo-casaca, escotado en cuadro, con peto bordado y pequeños paniers, sujeto con lazos sobre plegado de raso blanco. Manga hasta el codo con vuelta y encajes. JOAQUINA

BALMASEDA.

RODAJA PARA SACAR CON FACILIDAD LOS PATRONES.

Su precio es de 6 rs., y bastará enviarlos en sellos de correos á esta Administración, para recibirla franca de

EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DE DIOS. I. La Roma pagana sucumbía bajo el peso aniquilador de la sensualidad. El parricida Nerón, Caracalla y Cómodo, saturado de vicios, ebrios con su soberbia, precipitaban la cmda de aquel imperio exfacelado, incapaz de realizar ningún ideal de amor, de caridad, de esperanza y de fe. Todas sus conquistas, sus triunfos y sus grandezas, consistian en hacer alarde de un poder avasallador. Tenía que consumarse su ruina, y al fin cayó con sus dioses, sus blasones, su pompa y su vanidad. Más grande que ella Grecia, también habia sucumbido, siendo sus trofeos atados á sus carros, sus ciencias desmembradas, su historia hecha girones y sus monumentos arrasados bajo el furor de sus propios verdugos. Los sicarios de Roma hacian de los débiles esclavos, y de sus cuerpos blandones y cebo para los peces de sus estanques. Toda idea noble ahogada en gérmen; todo destello luminoso reducido á lamentable espectacion. Pero tanto horror, tanta ignominia, no podian subsistir. Llegó por fin la anunciada Redención. II. El profeta Isaías lo habia anunciado. La tradición mosáica estaba conforme en todas sus partes, de que de una de las ramas de las tribus de Israel nacerla el prometido de las gentes; el deseado de los pueblos oprimidos: el libertador del género humano. No podia faltar la palabra de Dios.

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HEPIB50TECA KUiJic:?^!. M,

CORREO D E

L A A O D A

Calle de l a Moni era, número 11, Madrid.

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2 Enero 1880. En un.a noche providencial, misteriosamente iluminada por la indeficiente luz de los astros del firmamento, nació el que vino á borrar los pecados del mund o. Destinado estaba'á cumplimentar las disposiciones del Eterno, desde su muy alta y muy poderosa intercesión. Y no vino con pompa y vanidad; no vino asomb r e n do con las preseas de una majestad ostentosa y perju dicial para nadie. Vino á sentir todas las calamidades del género humano, y con su martirio á dar á conocer lo nada de todas las grandezas humanas. Nació humildemente, por la razón muy atendible de que todo en la tierra es miseria, y que como dijo Bossuet, la, salud no es más que un nombre, la vida no es más que un sueño, la belleza y los placeres no son mis que peligrosos enírelenimienlos. Pero jque hay de verdad? Que el hombre ha nacido para el dolor y que la vida real se halla sólo en lo eterno y absoluto. Jesu Cristo descendió del cielo á la tierra, derramó toda su sangre, sin creerse rebajado, por salvarnos de una eterna condenación. Somos infelices, porque jamás reconocemos nuestro error; ni nos avergüenza el triste espetáculo de las v a nidades humanas; ni nos hace entrar en el camino recto la frustacion de nuestras quiméricas esperanzas. Marchamos sin ley y sin norma, procurando solamente satisfacer nuestros deseos. ¡Aylno queremos fijar los ojos en el horizonte de la verdad, y á cada momento zozobramos y nos envilecemos.

m. Un acontecimiento sin causar daño, vino á hacer que nos reconociésemos. Estamos en posesion de la verdad, y no queremos conservarla. Lo.s hombres de la sinagoga nos aletargan con sus grandezas, y nos atan al carro de su concupiscencia. Y es preciso convencerse: no hay rango superior al de la virtud. Ella no necesita ni corte ni séquito: su brillo es como el del sol y su reinado es universal. Así b a jo un rostro plácido y sereno, late un alma pura y generosa. ¡Cuán por encima está de la degradación m u n dana! Jesu Cristo vino á enseñarnos que no hay ornato como el de la humildad. Cualquiera cosa que se adorne con el insultante brillo del mundo, no merece la reverencia de la virtud. Dijo por eso bien el profeta (Psalm. 35., V. 6.): n ¡Oh Dios! medido habéis mis dias, y mi sustancia nada es delante de Tí.» Así es, que los cristianos, reconocen que la verdad es lo infinito, y que todo lo nacido para morir sale de la nada y en la nad i se hunde. Los edificios más soberbios no son más seguros en su base que todos los negocios. El vence lor no es más que el vencido, ni los grandes títulos son superiores á la muerte. Sólo son dignas de respecto las cualidades del alma, los grandes propósitos y los vastos pensamientos. Y e to es efectivo, porque tienen á Dios por objeto y se consagran á la Humanidad. Por eso el lema de Dios y Humanidad es el más grande que se pudo imaginar. Sí, Dios y Humanidad; fraternidad universal: un sólo pueblo, un sólo gobierno, un sólo derecho. Hé aquí la síntesis del Cristianismo. En vano la sinagoga se rodeára de infinitas precauciones; todo lo avasallaron, pero no las almas, no b s ideas. Jesu Cristo es el padre de los débiles, de los mansos de corazon; es el padre de los que el mundo avasalla y escarnece, llamándolos y cobijándolos, para que depositen en su seno sus lágrimas y suspiros, y aspiren el hálito purísimo déla felicidad, sufriendo, trabajando y esperando. VI. La causa de Jesu Cristo es la elevación de la Humanidad. Debiéramos estar harto convencidos de que sin Jesu Cristo no tenemos padre: las cosas humanas son como el viento rápido, que se lleva las hojas de los árboles, como el excepticismo nos lleva las ilusiones del corazon. ¡Oh, error desastroso! ¡Oh espantosa noche! ¡El corazon seco! ¡el alma desierta! ¡vivir sin amor, sin fe, sin esperanza! ¿Quién puede vivir como el fósil, como el pa-

COKREO

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lustre? Dios, la Humanidad, la familia, el estrecho lazo de la unión de todos los pueblos, elevando un cántico de gratitud al supremo Arquitecto del universo. Esta es la síntesis del Cristianismo. Cuando los pueblos abren el pecho á la caridad, sobran recursos para los pobres. La caridad es inagotable tesoro. No hay calamidades que no remedie, infortunio que no consuele. Su valor es ap:icible, y no hace esfuerzos para elevarse. Basta que los pueblos quieran ser grandes, para serlo. Pero sin la fraternidad no hay unión posible. Jesu Cristo nos lo enseñó. Se rodeó de humildes, y con ellos propagó la verdad. Y por eso dijo: Ego sum veritas: Ego sum lux mundi. Y por último: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. iiEl que está conmigo está con Dios, y el que está con Dios á nadie tema.» Por eso, ¡oh cristianos! meditad en el nacimiento del Hijo de Dios, y no padezcais, porque no os proteja b sinagoga. Teneis sensibilidad y genio para amar el ave que cruza los espacios infinitos, alabando con sus dulces trinos al Hacedor; teneis sensibilidad y genio para admirar el susurro del AÚento, el murmullo del agua y toda armonía de la naturaleza. ¡Y aún apetecereis las vestiduras de la sinagoga! ¡Y aún diréis que es bello el ropaje del sibarita! ¡Oh! ¡nunca! ¡nunca! En vez de apetecer una fastuosa vida, contentaos con una humildad grandiosa. Imitad á Jesu Cristo; vivid en Jesu Cristo; esta es la gran virtud de los cristianos. Así la Divina Providencia, al ver que somos cristianos con humildad, nos impulsa hácia la verdadera grandeza, y hace de todos nosotros nueva familia de hermanos. Y todo aquél que á Jesucristo se consagra, tiene gloria, riquezas, poder, nobleza, cuyos blasones á nadie ofenden, porque consisten en la felicidad de todos. Salgamos del tiempo y de lo mudable, aspiremos á la eternidad, y no nos esclavizarán los vicios. Las tristezas ó inquietudes de los soberbios, son el castigo de su vanidad. La verdadera sabiduría consiste en amar á Dios y en vivir como hermanos. Por último, el Cristianismo corona el edificio de su grandeza con las palabras del Eclesiastes: »Teme á Dios y observa sus mandamientos, porque esto es todo el hombre.» Todo lo demás no es el hombre. El hombre no es comer y beber; el hombre es la inteligencia y el amor. Esto nos ha dado á conocer ¡lerfectaments el nacimiento del Hijo de Dios. Hossanna al elegido de Israel. Pasemos de las tinieblas á la luz, de la duda, á la fé, y adoremos al humilde Hijo de Nazarel, al Dios humanado, al Hijo del carpintero de Belen; al Hijo de la perínclita Reina de los ángeles! ¡Paso á Jes'.icristo! ¡Campo á b fraternidad universal! DR.

LÓPEZ DE

LA

VEGA.

1879.

A L . \ R E I N A D E LA F I E S T A . Poesía escrita en lemosin por D. Teodoro Llórente, premiada con la flor natural en los Juegos florales de Valencia, é inelnida en el .Album de obras literarias lemosinas regalado á S. M. la Reina D.» Maria Cristina. TRADUCCION.

¡Oh Reina de la fiesta! Sin verte yo ensalzara tus glorias en mi canto, que inspira t u arrebol; tal la avecilla, apénas la aurora el cielo aclara, cual si las glorias todas del dia adivinara, ántes que el sol asome ya está cantando al sol. Alegre y vergonzosa, tranquila y desinquieta, cual virgen desposada que llega al sacro aliar, llei ada por la mano del laureado poeta, con una ñor por cetro, del gran jardin de Edeta, te veo al trono insigne del Gay Saber llegar. Y escucho cuál tu nombre corre de boca en boca, las apretadas filas en plácido rumor ; y el júbilo adivino que intenso te sofoca.

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cuando tu pié las gradas del alto sólio toca, en tus brillantes ojos, en tu feliz rubor. Y siento, en fin, los vítores que en general protesta estallan cuando ocupas el áureo sitial, y entre gozosos plácemes admiróte modesta; yo aún no te conozco, ¡oh Reina de la fiesta! mas ya te he consagrado mi corazon leal. ¿Serás la infantil virgen que en su alma candorosa guarda el incierto gérraen de un desear febril? ¿Serás doncella amante? ¿Serás honrada esposa? ¿Serás capullo tierno, ó desplegada rosa que abrió el purpúreo cáliz al limpio sol de Abril ? No sé; mas cual imágen á la que humildemente cansado peregrino se acoge en su ansiedad, yo. Reina, á tí me acojo, que niña, adolescente, madre, matrona ó virgen, serás eternamente ángel guardian que adora la pobre Humanidad. Eres aquella Sirte, que con ardiente llama por las tesabas selvas Apolo al perseguir, en un laurel trocándose, le dió la fresca rama que en flor eternamente su magestad proclama^ y en la sien del poeta siempre se ve lucir. Eres la bella y santa Rebeca misteriosa, que al pié de lai palmeras que arrullan á Nachor, en el pozo simbólico llenó el ánfora hermosa, y alzandola en sus brazos, turbada y ruborosa, ¡a acerca al labio ardiente del dueño de su amor. Eres la impresionable princesa enamorada, que al trovador dormido en su palacio al ver, su noble frente besa, y huyendo apresurada le hace soñar, ¡oh diciia! que alguna gentil hada, por verle, desde el cieio dignóse descender. Eres la diva imágen que el genio ve confusa, y en un deseo eterno inflama el corazon ; la que en sus sueños vieron, casta y serena Musa, Petrarca entre los bosques floridos de Valclusa, Dante entre el rojo fuego del antro de Pluton. Eres gentil belleza que al alma tierna halaga; ninfa en la selva umbría; náyade en la onda azul; niña que en torre mora lloró su cuita aciaga, sirena melodiosa, radiante y fugaz maga que atrae y desparece por el etereo tul. Eres Fe, y Esperanza y Amor y Poesía; fuente en la baja tierra de dicha celestial; báculo en que apoyarnos, brújula que nos guía, y mauo que nos lleva por la escabrosa vía al último horizonte que linda en lo eternal. Yo que entre blancas nubes y estrellas te contemplo, yo que te rindo amante culto y veneración, cual devoto que un grano de incienso lleva al templo, quiero también, ¡oh Reina! de adicto dar ejemplo, y humilde consagrarte mi tímida canción. La fe, la gentileza, la fama y patria y gloria te cantarán los bardos que hoy deben acudir; del arte los portentos, del héroe la memoria, la dicha del pasado, la cierta ó la ilusoria ventura de los siglos que oculta el porvenir. Y entre esos cetros de oro, lauros, palmas y aceros, entre esas mil visiones que el genio hará brillar, reyes é ilustres sabios, artistas y guerreros, te elevaré, sonrientes tus labios hechiceros, radiantes tus pupilas, augusto tu mirar. No con belleza humana, con célica hermosura relucirás gloriosa cual astro brillador, y te verá el poeta cual símbolo y figura de la beldad aquella que siempre vive y dura, y alumbra lo infinito con eternal fulgor. RICARDO CESTER.

BANOG DE BAÑOS. (Viajes por mí patria.) XYHI. D E A L G U N A S INVESTIGACIONES

GEOLÓGICAS.

A las ocho de la mañana el sol llenaba todo nuestro cuarto de dormir. ¡Qué alegria! Hacia casi cuarenta dias que no le veíamos la cara risueña al dios Febo. Rafael venía de despedir á su amigo León , y Dolores dibujaba, desde el balcón de su cuarto, un bonito paisaje que le ofrecía las lejanas sierras y el arroyo que murmuraba á tres metros del hotel; arroyo que viene de la Garganta, regando huertos y prados hasta entrar por la ¡larte alta de Baños, dividiendo el pueblo en dos partes casi iguales, para tomar su salida del S. O.

CORREO D E LA MODA

Año X X X , núm 1.'

2 Enero 1880.

C O R R E O

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M O D A

riosidad de los habitantes de aquella comarca, que por espacio de algunos años acudieron presurosos á contemplar con sus propios ojos el extraño suceso. Parece ser que de pronto se \'ino abajo, de una manera lenta y sin estrupicio alguno todo el terreno que servia de balsa al lago de agua cahente, eu cuyo centro existia una edificación, quizás algún establecimiento balneario, el cual quedó t a m bién verdaderamente enterrado, sin que por efecto del hundimiento se destruyera ninguna de sus principales paredes. Desde aquel momento el lago desapareció y quedó solo, como resto de sus aguas, un pequeño manantial que corria en dirección al Eio-Ambrós, con cuyas corrientes se confundia. Este fenómeno se debe atribuir solamente á una depresión del terreno; hecho que no es tan raro, puesto que se repite frecuentemente; pues estudiando las

por el costado del hotel. La corriente de estas aguas es deliciosa. Salta entre peñascos y cantos rodados, formando pequeñas presas entre las breñas que fe atajan, y ofrece saltos y cascadas naturales tan bonitas como cualquier otro rio de las montañas Helvéticas. Llaman á este arroyo por mal nombre, Rio-Ambi'of, derivado del país que recorre, parte de la llamada Ambrácia de. los reimm, en los tiempos anteriores á los romanos. Las sierras que rodean á Baños, y sobre las cuales están asentados Candelario, Hervás y Béjar, se ven cubiertas de nieve, desde su base hasta su cima, pero nieves eternas que visten de blanco a aquellos gigantes que miden 1.249 piés de altura, sobre el nivel del mar. Esto no quita para que Baños tenga un clima templado; como que está á 40 grados y uu minuto de latitud y 12 de longitud. Existen noticiasprimitivas del terreno geológico de Baños. Anterior á los romanos, existía en lo que es hoy

3. Som brero par» nifta. hondonada de arenales; sobre cuyo suelo está la carretera, y antes era una empinada sierra de elevadas piedras míe dominaba al pueblo, un anchuroso lago de agua hirviente. Dicen que se llegaba á este espacioso y rarísimo lago con mucha'dificultad, escalando rocas e8carp.adas, por entre las cuales corria el agua humeante. Las márgenes del lago eran de lodo que parecia estar hirviendo, y el color del .agua era muy oscuro, á causa de las partículas terrosas que contenia en suspensión. La ebullición se notaba tan sólo en un lado, donde el agua se elevaba hirviendo á la altura de tres ó cuatro piés, agitando constantemente toda la superficie del lago, que desen'volvia de continuo vapores sul furosos. Esta evaporación perjudicaba enormemente á las plantas y ár-

5. I'aletot dolma».

4. Sombrero para niña. condiciones geológicas de la República mejicana, nos ericontramos repetido este fenómeno en las montañas de los Andes. La altura de estas célebres montañas ha ido disminuyendo gradualmente. La ciudad de Quito, según la Condamine, estaba en 1745, á 9.59G piés sobro el nivel .del mar; según Humboldt; en 1803 á 9.570 piés, según Boussingault; en 1831 á 9.567, según Orton; en 1807, á 9.520 piés. Quito se ha hundido, pues, 76 piés en 125 años, y el Pichincha 218 en el mismo período. Su cráter se ha hundido también 425 piés en los últimos veintiséis años, y el del Antisana 165 en sesenta y cuatro años. Debatia yo amigablemente con el médico de Baños, miéntras almorzábamos, estos fenómenos, que él no quería reconocer, cuando Dolores, tomando cartas en la

boles más inmediatos. No obstante, h s terrenos que se hallaban á alguna distancia eran muy fértiles y propios para cultivo. La temperatura A'ariaba entre 50° y 60°. Este lago en continua ebullición era una verdadera maravilla de la naturaleza, y ofreció campo á grandes consideraciones geológicas, entre los antiguos naturalistas que en la rudeza de aquellos tiempos estudiaban los fenómenos que 1 s ofre— cía el mundo creado. - Í 14 TRAJES V Y cuentan asimismo, que el año 180 antes de Cristo, - vestidocon 8. Vestidode o. Ve.stid^con lO. aol» rU ocurrió en Lanos un hecho bastante raro que excitó la cu- escote fichú. muselina, chai de encaje. Bernardt-

contienda, decia: — Nada más natural que el hecho aquí citado de la depresión del terreno en que está asentada la parte derecha de Baños. La evaporación de las aguas que corren por el sub-suelo y las sales que arrastra en sus corrientes, bastan para justificar el cataclismo que consignan los geólogos antiguos, si para la realización de tan singular fenómeno no fuese bastante el volcan en actividad eterna que liene este pueblo .en sus más inter.....V ..uwv . . . .,1.0 lUaOAUU.,1 nas entrañas. B A I L E V CONCIERTO entrañas. Ayer Ayer recorrí recorrí su su campiña, campiña, paseé paseé Peinado para • 13. Vestido 14. Esclavina por sus cercanías, para conocer su flora, y pude apreciar dd e ninamonfí* frtrlíic Inc ! «atro, ooncicrto o bade. bordado de encaje. bidamente todas las condiciones geológicas de la regiou b

Ayuntamiento de Madrid

Paletot visita de terci o i »-JO fnii é.

CORREO DE LA. MODA ñense. Su terreno es primitivo desde un extremo á otro. Le constituye grandes masas de sílice, mica, feldespato y granito bien formado. En el cerro denominado Matagato se encuentran vestigios de productos volcánicos, bastantes á acusar aquí la existencia de un volcan, al que deben la temperatura las aguas minerales de la localidad. Que este volcan está en movimiento, lo dicen las thermas que hoy conocemos, y más aún el lago hirviente que desapareció en el año de 180 ántes de Cristo. Son estos los signos más determinantes para saber que estamos habitando sobre un volcan, y que nos amenaza la misma suerte que á los vecinos de Pompeya ó de Ilerculano. —¿Moriríamos bajo la candente lava? exclamaban Rafael y el médico á la vez. —No es esto de creer, por ahora al ménos; pero tampoco me atrevo á negarlo, replicó Dolores. Estos son fenómenos que se presentan cuando ménos se esperan. Por lo demás, la sierra donde está clavado Baños es precisamente la boca del volcan, que arde á tres ó cuatro mil metros de nuestros piés, y que tiene ramificaciones hasta las orillas del Tajo, en Portugal; pues estas sierras que nos rodean pertenecen á las cordilleras carpeto-vetónicas, que dan principio en Guadarrama y terminan en el reino vecino. La circunstancia de no aparecer fragmentos ó vestigios volcánicos en toda esta larga cordillera más que en las inmediaciones deBaños, demuestra claramente que aquí está más próximo el rompimiento del cráter. Nosotros podemos decir ahora con entera verdad i'que estamos sobre un volcan." Tenía razón Dolores. Habla hablado como podia haberlo hecho un profesor de ciencias naturales de la Universidad de Viena. Pero observemos, ántes de continuar, un fenómeno que se da en el órdeu de la naturaleza, como en el órden fisiológico de nuestros séres. Estábamos sobre un volcan: á cuatro mil metros de nuestros piés ardia un inmenso cráter que amenaza consumir, en un plazo más ó ménos corto, multitud de pueblos y de campiñas, y coronaban las sierras heladas, las montañas eternamente vestidas de sábanas inmensas de nieve. El fuego en el interior, en el corazon de aquella región; la nieve en el exterior. Fuego, calor en el alma; frió, nieve en el rostro. Así es la vida de muchos sércs... Aparentando glacial indiferencia, vestidos de una frialdad sin limites, abrigan en su alma ardientes pasiones, volcanes enteros, que unas veces los enciende el amor, otras la ambición, y no pocas las atiza bastardos propósitos, criminales intentos, que tuercen el fin de nuestra vida hasta llevarnos al mal. A las dos nos habia señalado el médico la hora del baño. Como no era la temporada, estábamos solos para tomarlo, lo cual no era del todo malo, teniendo en cuenta la comodidad que esto proporciona. Terminado el almuerzo, dispusimos un paseo por la carretera de abajo, entre la glorieta y las huertas. Nos acompañaba el médico, como era de rigor. (Se eontinvará.) NrcoLás D Í A Z Y P É R E Z .

LA RVLOMA DEL DILUVIO. XÜVELA ORIGINAL A > R O J E L . A .

DE

O L T A S S I .

Cuando las nieves bajan délos altos montes, cubriendo con su blanco sudario las llanuras, cuaudo el cierzo gime entre los ásperos picachos, y mudos los pajarillos, solo se oye el siniestro graznido de las aves de rapiña, el sencillo habitante de los campas, .se refugia en su cabaña. En torno del amigo hogar, se reúnen las familias, y su llama viva y juguetona ilumina, confundidas en un solo grupo, las cabezas blancas de los ancianos, las blondas cabezas de los niños. Las mujeres preparan las burdas telas que deben servir de abrigo á sus maridos y á sus hijos; los hombres trabajan, ya haciendo cestones de mimbre, para cuando la tierra alegre y rejuvenecida, le brinde con sus frutos, ya anudando las redes, en cuyas mallas puede atraer á su ñimilia un enjambre de dorados pececillos.

Hablan de los novios próximos á casarse, de las desgracias que afligen á sus amigos, de los séres amados que han perdido, y sobre todo de la próxima cosecha; de las abundantes recompensas que el cielo dará en premio á su laboriosa vida. Algunas veces, al oir un dicho gracioso, rien todos los circunstantes, no con esa risa convencional de las ciudades, sino con esa risa espontánea, que Dios ha dado al hombre como grata espansion del alma. En aquel cuadro risueño, no falta jamás el perro fiel, el gato que dormita junto al hogar, abriendo de vez en cuando sus ojos redondos y amarillos. Pero, suena la campana de la rústica iglesia que toca el ángelus, y todas las cabezas se inclinan reverentes. Entónces el venerable abuelo saca su rosario, y responden á su voz temblorosa las voces frescas y juveniles de sus hijos y sus nietos. Despues, se recoge la labor y cada uno se retira á su lecho, en donde el benéfico sueño cierra sus párpados para que no se vuelvan á abrir hasta que el alba esplendorosa cubra con sus azulados velos las cúspides de los montes. ¡Ah! ¡qué cuadro tan distinto ofrecen las ciudades? Aquí, terminada la comida, el esposo apresurado COITO al cafó, para murmurar con sus amigos, cuando no se entrega á las violentas emociones del juego ó de la crápula; la esposa vá á buscar á sus amigas, para ir al teatro ó á las reuniones, palenques de su vanidad pueril, de su coquetería necia y perniciosa. El abuelo queda triste y solo en su aposento, los niños entregados á las criadas oyendo de los labios de estas, lo que jamás debiera presentarse á sus imaginaciones infantiles. Dan las doce, la una, acaso las tres, sin que los esposos vuelvan á sus hogares; dan las ocho, las diez ó acaso las doce, cuaudo al dia siguiente se levantan rendidos por la fatiga de la noche anterior, sin que agitados de espíritu y de cuerpo, quizas hayan podido conciliar el sueño. Y el esposo se lanza de nuevo á la calle para dar cima á sns negocios, y la esposa sale á tiendas, á hjicer visitas, á ostentai por todas partes cu insignificancia absoluta. Y el abuelo, tal vez enfermo, queda sólo en su aposento, y los niños entregados á manos mercenarias. ' H é aquí el cuadro desolador, y cada vez más negro, que ofrecen en las ciudades las familias. ¡Ah! Léjos de mí la idea de encomiar las virtudes campesinas. En donde quiera que el hombre habite, allí se halla el genio del mal moviendo ruda guerra al bien, como la opaca sombra sigue inevitablemente á la luz, ansioia de ofuscar sus resplandores. Y si no fuera así, si no existiese la lucha, ¿cómo podría aspirar el hombre al triunfo que le está reservailo más allá de las nubes azuladas? Las pasiones humanas combaten allí, como en todas partes, contra las virtude.s, y no dejan algunas veces de mostrarse coronadas con el laurel de la victoria. Pero es indudable que el egoísmo, que el individualismo moderno, fruto casi siempre de pérfidas lecturas, de predicaciones insensatas, no han podido aún penetrar en las lejanas comarcas, destruyendo sin piedad á la familia; es indudable que el ateísmo y el indiferentismo no han arrebatado todaví.. á jas almas campesinas sus goces inefables, sus dulces esperanzas de otra vida. Pero deber es de los que guardan aún intacta su fe; de los que aún rinden culto á una creencia, agitar el lábaro santo á la faz de los descreídos, y morir, si es necesario, mártires de su idea. Y valor, valor inmenso necesita el que en esta época osa abogar por lo que fué, en medio de la burla y del escarnio de cuantos le rodean. El mismo Jesucristo, que corrió con júbilo á la muerte afrentosa por salvar á los mortales, se sintió postrado y desfallecido ante los improperios del pueblo nefando que le conducía al suplicio. No importa. Hermanas mías, vosotras á quienes Dios ha concedido un alma, que es de la esencia misma de los ángeles, en cuyo corazon arde espontáneamente el fuego inmaterial de las aspiraciones divinas, agrupaos en torno mió; seguid mi bandera: se trata de salvar á la familia; se trata del porvenir de vuestros hijos, de los hijos que Dios os ha dado, para que funden nuevas sociedadis que sustituyan á esta sociedad, ya vieja y enervada. ^luchos átomos de luz forman el luminar brillante

Ayuntamiento de Madrid

Año XXX, num. 1." que alumbra el universo: muchos y due.sos ecos forman las armonías de la creación. ¡Hermanas! ¡Llevemos cada una nuestro pequeñísimo grano de polvo para levantar el grandioso monumento en donde se asiente de nuevo la fe, en donde se entronice de nuevo la familia. (Se continuará.)

EL HUSO, LA RUECA Y EL TORNO. Los filamentos del lino, del cáñamo y del algodon son de una longitud y de un grueso muy limitados para formar con ellos un hilo continuo. Reúueseles, pues, y se les da adherencia entre sí por medio de la torsion conveniente; esto es lo que se llama el hilado. El arte del hilado asciende á la más remota antigüedad, puesto que debió necesariamente preceder á la confección de los tejidos, y muchas naciones reivindican el honor de haber inventado el huso. Moisés nos enseña que fué Noema, hermana de Tabalean, la que inventó el arte de hilar; los egipcios lo atribuyen á su diosa Tsis; los griegos á Minerva; los lydios á Aracne; los chinos á su emperador Yao. Como quiera que sea, el huso y la rueca tienen un origen muy antiguo. Si hemos de creer á los historiadores y á los poetas de los buenos y antiguos tiempos, estos pacíficos instrumentos se manejaron en un principio por las reinas y las princesas; en la edad media vemos frecuentemente la rueca en manos de las damas nobles; pero en nuestra ép^a, el huso, la rueca y el torno apénas se manejan más que por las jóvenes aldeanas que guardan sus ganados, y por las ancianas al amor de la lumbre. Apénas hace medio siglo que estos sencillos instrumentos fuóron reemplazados por máquinas complicadas, y que motores animados por el agua, ó el vapor, se encargan del trabajo reservado en su origen á los dedos de las mujeres de nuestras campiñas. Sin embargo, el clásico torno no ha desaparecido completamente, y solo por medio de él se puede obtener en el dia ciertos hilos de lino fino destinados para los encajes y las batistas finas que no ha podido obtener hasta aquí el trabajo mecánico. Trasladémonos, pues, con la imaginación á una de esas vastas moradas rústicas donde durante larg;is veladas de invierno aldeanas agrupadas en torno de un palo de resina, que esparce una claridad dudosa, hacen girar rápidamente el huso entre sus ágiles dedos, y devanan su rueca escuchando el relato de alguna buena abuela ó entonando algún cantar conocido. El huso es un palo de madera ligera, redondo en toda su longitud, terminado en punta por los dos extremos, y largo de cercado 15 á 20 centímetros. Un poco encima de la punta inferior ii.ay un pequeño relieve que retiene el hilo y le impide caer. La rueca es simplemente una caña ó uu palo delgado y largo, á cuyo extremo hay atada una cinta. Róllase á su cima cierta cantidad de liilaza que se siijeta por medio de la cinta. La hiladora fija la rueca en su costado izquierdo, sosteniendo la hilaza con esta mano, y con la derecha saca de la parte inferior de la rueca una pequeña cantidad de hilaza, que estira entre sus dedos mojados ántes en su lengua y que fija al extremo del huso. Fijado el hilo en el huso, la hiladora toma éste entre el pulgar y el dedo de en medio de la mano derecha, y le imprime un movimiento de rotacion sobre sí mismo A medida que gira el huso, saca hilaza de su rueca entre el pulgar y el índice, que tiene cuidado de mojar en su saliva para humedecer el hilo y darle cierta consistencia, y retuerce la hilaza formando el hilo que rolla en el huso. De esta manera hila la hiladora hasta que se llena el huso con el hilo y no queda hilaza en su rueca. El arte de la hiladora consiste en no tomar más que el lino ó cáñamo que necesita para formar el hilo más fino, y al mismo tiempo el más fuerte posible para sacar con igualdad su hilaza, para mojarla lo suficiente y darla siempre el mismo grado de torsion. Porque, en efecto, lo que constituye la perfección del hilo es la mayor finura junto á la lisura é igualdad más constante. En cuanto al torno, es una máquina tan sencilla como ingeniosa, bien conocida en nuestras campiñas. El pié ('e esta máquina se forma de dos bastidores horizontales reunidos por cuatro columnillas verticales; en el bastidor superior hay una rueda cuya muesca tiene una cuerda que va á parar á una pequeña polea que for-

COEREO D E LA MODA.

2 Enero 1880, ma parte del devanador. La hiladora saca de su rueca una mecha filamentosa que fija en el extremo del devanador. Despues pone la rueda en movimiento por medio del pedal que mueve con el pié. La acción de la máquina tuerce el hilo y lo arrolla en el devanador, miéntras que la hiladora estira y moja la hilaza. El tomo es el punto de partida de todas las máquinas que se usan en nuestros dias en las hilanderías. Tal era el estado del arte del hilado hace ménos de un siglo. Entónces la hilandera y la tejedora de mano reemplazaban todas esas intermitencias del trabajo agrícola, sobre todo con respecto á las mujeres; cada cabana tenía su tomo. Un salario módico, pero continuo y u niversal, vestía y alimentaba especialmente la vejez de 1 as pobres madres de familia. Las máquinas han matad o en el dia á fuego lento la industria del hilado y del tejido de mano, que desde tiempo inmemorial hacía un papel tan importante en la vida del campo; han roto el tomo y la rueca que alimentaban y consolaban á la mitad del género humano. Acerca de ciertos hilos finos de relevante calidad, tales como los que se emplean en la confección de encajes y de las más bellas batistas, los dedos de la hiladora no han podido reemplazarse. Cuéntanse hoy en Flandcs, el Cambrasis, la Bretaña, hiladoras de mano por millares, algunos de cuyos productos se pagan hasta á 2.000 francos la libra; entiéndase bien que no á ellas. En el dia mismo la Bretaña se obstina en hilar y en tejer su lino á mano, y el regalo de bodas que un aldeano bretón hace á su prometida es una bella rueca adornada con cintas y con sus correspondientes husos. (JIUtoirt d unefeuíHedc vapier, par J. Pizzetta*. CORRESPONDENCIA. J^into á la chimenea. —V&TA que el pelo quede bien rizado, se moja con espíritu de vino, ondulándolo despues con horquilla de concha Es preferible un vestido sencillo de lana que esté de moda, á un vestido de seda usado por rico que sea. Destinelo V. para los adornos. Hay lanas baratas que lo mismo sirven para inviemo que para verano y que se adornan con seda brochada, produciendo un efecto distinguido. L. M. (lelN.—Después de haber pasado algunos dias MEDALLA

Exposición

Universal

A. E.—Se ha recibido la letra con el importe de los encargos. Las manteletas-visita se hacen generalmente de cachemir y tienen la doble ventaja de servir para entretiempo, bastando en los meses de frió riguroso ponerse debajo algún abrigo. No he olvidado las recetas y tan pronto como las adquiera las publicaré. Cristina y Antonia.—Mil y mil gracias por su cariñosa amistad. En estos últimos dias del año estoy muy ocupada y me es imposible escribir. Um suscritora de provincia.—El sérico-sapo se conoce familiarmente por palo jabón, que se vende en todas partes. Se pone en remojo, dejándolo hasta que haga espuma,)' entónces se lavan los objetos de lana, sean blancos ó de color. Una madre estremada.—Me aseguran que el mejor y más radical remedio contra las tercianas se reduce á una cucharada de miel blanca y otra de azufre en polvo; se mezclan ambas cosas y se toman en ayunas. Alicia. —La moda nueva de túnica con panier permite utilizar las túnicas largas y las polonesas de los años anteriores,como asimismo los cuerpos dealdetas largas. Para las túnicas polonesas basta con abrirlas por delante y recogerlas; para los cuerpos largos basta añadirlas la pequeña túnica con panier que es tan graciosa. Esta, si no hay bastante tela, puede hacerse de un tejido y de un color que armonice con la del fondo, siempre que el plaston y los guarnecidos sean del mismo tejido que la ti'mica. AT. L. 0.—No hay nada en efecto más desagradable que tener los ojos ribeteados de encarnado. La coronilla que crece entre las miesos ofrece un antídoto sencillo contra esta enfermedad. Por medio de la destilación de estas flores se obtiene un agua muy buena, á la que puede darse un olor agradable añadiéndola agua de rosa ó de jazmin.

1878

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"¡«.bauchezOcaña, de .-.feociones d e p e c h o , P r e ¡adoei, a . . , entresuelo dereeh.-t, de una á t r ¿ s .

CHARADAS. I. IjO. primera repetida forma infinidad de cosas, más con tercia repetida yo no puedo hablar á solas pues tendré que preguntarle segunda coa mucha soma y la risa: ¿á qué negarlo? pondría fin á la broma siendo el todo en la mujer lo que la impele á ser tonta. CONSUELO DE

CASTRO.

Figueras de Asturias. II. De una nota musical se compone la primera, de un guarismo y su vocal la segunda y la tercera. Es el todo un instrumento que musical es también, y terminado mi cuento, que ustedes lo pasen bien. JoAQUJíí RAMA.

COLONIAL

3 V r " I a A . T > V O C A . T , U - Z V R Q T J E T ¿tc. O 5 de un chocolate, se verificó en los artísticos salones del Sr. Ministro de Fomento, se vió honrado con la presencia de S. A. la Princesa de Asturias y sus jóvenes hermanas. Inútil es añadir que concurrieron á él las damas más distinguidas y los hombres más notables de la córte. La señora de la casa vestía un magnífico traje de

2 Febrero 1880,

y rs

35

COEREO DE LA MODA vislumbrando tu espléndida grandeza, manantial de la luz y la riquez.a, . admirarán postradas de rodilLas!

de larga: por dentro va forrada de paño azul con una tira bordada á la cruz en paño azul más claro al borde interior: un lambrequin macramé (anudado) de lana azul con borlas la adorna por fuera y cordon de lana el asa.

LUISA D U R A N DE L E Ó N .

¡ E O C E - I I O M O ! 23.

CAJAS PARA

PATINES. POR

E=< un estuche de cuero en forma de caja que los patinadores usan para guardar los patines cuando están mojados; lleva bordadas encima las iniciales y una correa para cruzarla del hombro. 29.

MANTELERÍA

DE

MONECA.

Es un modelo que las niñas nos agradecerán, compuesto de mantel, servilletas, toalla, paño de cocina y una bolsa para cocer cangrejos, en la que va bordado uno con lana negra. El mantel, servilletas y toalla, v.an bordadas á punto de cruz, en tela lisa ó ademascada; el paño de cocina, de lona, lleva cintas blancas, haciendo la cenefa é iniciales bordadas, y el saco de cangrejos y la servilleta para servirlos son de crochet. Es un ensayo de ama de casa que recomendamos á nuestras lectoras infantiles. 30

Á 32.

ESTUCHE

PARA

COSTURA.

Está hecho en hule forrado de tela ancha, y con hilo grana se hacen pespuntes á la máquina, suje'.ando los bolsillos para ovillos, agujas, tijeras y algunas franelas para prender las agujas. Los núms. 31 y 32 presentan esta labor extendida para mayor claridad. 33 Y 34.

LAZOS P A R A LA CABEZA y

PECHO.

Una cinta persa de muchos colores y otra de raso grana forman este juego de lazos, cuya colocacion de lazadas presenta claramente el dibujo, sujetas por un broche-bola de acero ó plata oxidada. 35

y

36.

CARTERA PINTADA

ENMADERA.

El interior, guarnecido de papel secante, lleva el lomo de piel y las tapas de madera fina, cuya pintura, ásea el dibujo paradla, le ofrece elnúm. 3G,de tamaño natural. Despues de trazar los contornos con un lápiz, se pintan los perfiles con tinta china y los centros con sépia, haciendo las cenefas con negro y puntos de oro. Un barniz de mano de ebanista, completa la cartera. 37 Á 40.

JUGUETES.

Los núms. 37 y 38 presentan dos muñecos, copia de los naturales de la Nubia, hechos de dulces secos, atravesados por un alambre, y en su mayor parte son ciruelas, guindas y pasas: lana negra rizada forma la peluca, y la rodfela y lanza se ejecutan con papel de plata y una aguja de media; de papel de plata es también la banda y de papel blanco el sombrero y gran cuello que adorna el otro muñeco. Una tarjeta con papel cortado le sirve de tablero para llevar anises. El elefante se corta por el cróquis núm. 40, en paño gris, y sirve también para juguete y para banqueta para niños. El cróquis núm. 40 ofrece la forma y las medidas métricas; se cortan dos de la núm. I y de la núm. II y cuatro de los núms. III y IV. Despues de cerrar las piernas y coser el lomo, todo por el revés, se vuelve y se rellena por la barriga, cerrándola despues; los ojos son dos botones negros con círculo dorado; las orejas, cortadas dobles por el núm. III, está indicada su colocacion por una raya en el núm. I , la cola es una tira cerrada en redondo, y las astas ó defensas son dos juncos que se introducen por unos agujeros sostenidos uno á otro con un alambre, para lo cual es conveniente pasarlos ántes de cerrar el elefante. Una mantilla de paño grana con aplicaciones de paño azul se corta por el núm. V, y se sujeta con una tira de paño que figura correa, sobre el cuerpo del elefante. 41

Y 42.

MANGAS PARA

VESTIDO.

Ambas son para traje de dos telas, la primera brochada con vuelta de raso y lazo de lo mismo con encajes; la segunda, de tela lisa, lleva bieses y una vuelta brochada, sujeta también con tres bieses de la tela lisa. JOAQUINA

BALMASEDA.

A

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A

Doña

R

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A -

EL PENS.\MIENTO. El és el ave espléndida que cruza con arrogancia audaz en un momento, no sólo por los mundos conocidos, sino por mundos que la mente crea, en las alas del raudo pensamiento. Él retrocede á edades más remotas que la historia escribiera en mármoles y en bronces, donde encuentra esculpidos hechos grandes de ayer desconocidos. Nuevas eras de luz y jle abundancia ha abierto en esas venas por donde hoy atraviesa á toda hora, que la civilización grita atronando con su silbido la locomotora?... ¡ Paso al progreso, pues, paso al ingenio, que por el A'asto mundo ya fulgura una radiante era de ventura I Y tú eres, pensamiento, el móvil sólo que en canal formidable comunicas al azulado mar Mediterráneo con el otro que tiene arenas rojas; tú á Lesseps le inspiraste la idea que, atrevida, al comercio hoy le presta nueva vida Tú del gran túnel Mont-Cenis midieras la colosal distancia, cuya obra jigantesca ejecutaron ingenieros de Itálica y de Francia. Del siglo diez y nueve floron bello, que al mundo arroja fúlgido destello. Tú, pensamiento, solo tú has pintado los lienzos de Fortun que admira el mundo de su belleza ideal enamorado. Y tú el que has unido en un momento, por eléctrica hilo, los países remotos y apartados; tú sólo, pensamiento, más que águila altanera, recorres en minutos la ancha esfera; por las entrañas de las piedras duras, abriendo el tosco seno, ó bajo el móvil mar á los reflejos vuelas bello y radiante en sus espejos. Tú sus secretos sabes, pensamiento, audaz, fuerte, atrevido, eres terrible Atlante, que con tremenda voz, atronadora, á los siglos les gritas: "adelante." Cruzas páramos, mares y desiertos, y á tu potente grito, de sus tumbas graníticas los muertos surgiendo van; y tus ideas nuevas del siglo diez y nueve al enseñarles la colosal grandeza, mirándose pasmados, á sus lechos de piedra se vuelven admirados. Del Parthenon magnífico de Aténas tallaste las estátuas; de'Artemisa las losas sepulcrales; de Kamac las esfinges colosales erigiste .atrevido, . dejando, pensamiento, tu nombre egregio en ellos esculpido, cuyas ruinas aún hoy al mundo prueban que el arte vive siempre, que es eterno; el que á Milton los cielos enseñára, el que hizo ver á Dante el rojo infierno. Tú eres ¡oh, pensamiento! espíritu de Dios: tus maravillas, absortas las edades,

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Isabel

Madrid

de

Torres.

Te dedico, amiga mia, la novelilla presente, no porque sea digna de tí, sino para que tu nombre vaya unido al mió, como lo está tu pensamiento á mi pensamiento y mi corazon á tu cor.azon. CAPITULO PRIMERO. — ¡Anda, y no seas cobarde! ¿Qué importa una hora más ó ménos? —Si yo tuviera ocho mil re.ales en el bolsillo, me juzgarla el rey del mundo, y no hablan de amilanarme las amenazas de un padre gruñón, ni las lágrimas de una M/iler dolorosa. —Vente y no hablemos más: justo es celebrar la primera sonrisa de la fortuna, no sea que te vuelva la cara esa soberana caprichosa. Así increpaban tres ó cuatro mozalvetes á otro que acababa de ganar á las cartas la cantidad antedicha. La cuestión era celebrar ese desusado acontecimiento en cierto café cantante, de reputación sospechosa, donde la Perla, que así llamaban á la mujer que le daba nombre y fama, lucía, al par que su voz, su desvergüenza. Cárlos T'iela, que así se llamaba el fa5-orecido de la suerte, era un muchacho ávido de emociones y placeres como todos los de su eilad, pero que, hijo de un magistrado recto y severo como la ley, y de una madre buena y amante como todas, respetaba y temia al primero y amaba á la segunda entrañablemente. Por eso seresistia al ruego de susamigos, por más que no fuesen áun las doce de la noche, hora, que en honor de la verdad sea dicho, oia las más de las veces metidito en la cama. Empero nuestro hombre tenía ya diez y nueve años y ocho mil reales en el bolsillo: ventajas eran estas que le obligaban á irse emancipando de la paternal tutela. Lo único que le afligía era el pensar que su padre y su madre le estarían aguardando; pero si aquél tenía semejante capricho, y ésta el mal gusto de imitarle, ¿qué remedio habia? Ademas, media noche en Barcelona, en donde se hall.aba, no era hora más avanzada que el toque de ánimas en un pueblecillo; conque no habia para qué privarse del halagüeño solaz con que le brindaban sus compañeros. Convencido por tales reflexiones, dejóse acab.ar de seducir por sus camaradas, quienes despues de h.acerle atravesar algunas calles de mala fama, le condujeron alegres y triunfantes al café de la Peda. Cárlos paseó con digusto la mirada por su miserable y estrecho local. Aquello no se parecía á Cuyas y Las Delicias, que eran los cafés que él frecuentaba. Su buena madre le habia enseñado á ser muy aseado y pulcro, de modo, que para que ocupára una silla, fué necesario se extendiera un pañuelo en el ^asiento y otro en el respaldo. Así neutralizados los efectos grasicntos de la misma, Yiela acomodóse en ella, cruzándose de brazos por evit.ir el riesgo de colocarlos en la mesa que tenía delante, de cuyo contacto estaba seguro no saldrían muy bien ¡^aradas las mangas de su elegante chaquet; y sin atreverse á gustar el agua de achicorias, que bautizorcíon suficiente.de pulmón para la vida en el momento de empezar el tratamiento. Creo, por tanto, hacer un bien á los enfermos y cumplii un deber para con los médicos al anunciar los medicamentos que principalmente empco. El yroj/w/o qnt los fícomjiafia indica su tfio, debiendo los enfermos empezar s.empre iu ruedicacion jior el ÁCIDO FEMCO AUSRMC.AL. Base del tratamiento, en la mayorin de lo.s casos dará por rosuliado la curación por si tolo. En condiciones especiales. que maten tt pro.^pecto. jKKlrdn ser precisos los medicamentos siguientes: J A U \ It K D K CAI. Y SÍLICE. ES t olu I>1C . de gusto agrada ble y jnás ac tiro que los preparados de cal por si solos. Necesario, además del anterior, en enfermo- debilitados. JAK.MTK SCLFUIOSO CONCENTITADO, rrcscindiendo de las indicaciones que llena en la tisis pulmonar, es acticisimo como nntikerpético y depurativo. Dará sicmiire resultados más rápidos y seguros que las demás preparaciones sulfurosas aguas minerales do igual Índole.

es-

fa. al

si no estuviesen dirigidos á él los improperios que murmuraban en voz bajá los circunstantes, como si no comprendiese la horrible culpa que pesaba sobre su cabcza. Se dejó quitar el crucifijo y lo vió depositar sobre la mesa como prenda del delito, sin protestar; oyó sin protestar las declaraciones de los testigos. Sólo cuando uno de los agentes de órden público puso una mano sobre su hombro, y le invitó á que le siguiera á la cárcel, cayó desplomado al suelo gritando: —¡Mishijos! ¡Mis pobres hijos. (Se continuará.)

MEDICACION ESPECIAL del Dr. PÍO Vinader

ioero aé-

39

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Ayuntamiento de Madrid

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VINO CHASSAING BI-WGE>T1V0

C O N L A P E P S I N A Y CON L A D L A S T A S I S 1.a Pepsina v la Diástasis son los des ajenies n.diir.iles é indispens,ibles de la Digestión. El V i n o d e C h a s s a i n g ii.i uhtenido, en 1864, un informe de los mas favorables de la Ae.-iiUini.i de .Medicina de Paris. Desde annella epoea s« ha granjeado im lugar de ios mas imporlanlesen la Terapéutica, y es prescrito uiiiversalm. nlec.mtra las DIGESTIONES PENOSAS Ó INCOMPLETAS D O L O R E S DE E S T Ó M A G O . D I S P E P S I A S , G A S T B A L G Í A S C O N V A L E C E N C I A S LENTAS, VÓMITOS, D I A R R E A P É R D I D A S D E L A P E T I T O , D E L A S F U E R Z A S , ETC.

mb.— mirnendxitoha hecho nacer numerosas jri^f-—y, ^ imitaciones v riüsinca- [( cJorU {rn/yirfkci. dones.-Exioir la flnna I í ve-z en el rótulo y et colla, ^ ^-m» que sella la cápsula. ' Jf Paris, 6, Avenne Tictoria y en las principales Pliarmaciai.

COEEEO D E LA MODA

é2 liacer con lana, y después cuatro vueltas á punto doble •con seda, haciendo en la segunda de trecho en trecho siete puntos de cadeneta que luégo se sujetan en la última, formando una presilla cada picot ó cadeneta encima de las -íTieltas hechas. Una puntilla de malla, cosida á frunce en tres órdenes en la bocamanga, termina ésta, que se cierra con una vuelta doble de crochet, después de haberle hecho la nesga correspondiente. 15.

MANGUITO DE SEDA NEGRA.

Es como una manga común, de 12 cents, de largo, y hecho en cachemir negro con su forro, adornada la bocamanga con encajes y rulós de raso Estos manguitos se llevan mucho para traje de luto. 1 6 Y 1 7 . BOLSA B O R D A D A .

Este modelo original es de raso Pompadour y un bordado sobre terciopelo. El núm. 17 ofrece de tamaño natural el dibujo para ambos frentes de la bolsa, y en él se ve la sencilla ejecución, hecha con seda argelina. La bolsa consiste en dos pedazos de 22 cents, de largo por 30 de ancho, reunidos de tres lados por una costura y cerrada por arriba con cordones; las dos 'partes bordadas se reúnen, despues de forradas, con un bullón de raso, y luégo que se han fijado á sus extremos los cordones con borlas, se introduce dentro la verdadera bolsa, que cieiTa también con cordones de seda. 13 Y 19.

ESTUCHE PARA I,LAVE8.

Está hecho en piel y bordado á punto de contorno un enano con una enorme llave, hecho con seda fina; el •reves de la cartera y la pata que la cierra se borda con cuadros de seda, tendida de un lado á otro en tres órdenes y cruces de hilillo de oro en los cruceros; cordoncillo de oro en los cantos del estuche. 20Á23.

ALMOHADÓN

BORDADO.

Materiales: Cañamazo fino, lana céfiro de los colores que indica el grabado; molde de 2 cents, de circunferencia, ocho agujas de tapicería. Esta labor recuerda el bordado sueco sobre felpa que hemos publicado hace pocos números, y que resulta una imitación de las alfombras de Sraima, debe bordarse en línea recta el dibujo, y para cambiar de colores con más facilidad, se tienen tantas agujas como colores tiene el bordado; cada punto tiene cuatro presillas formando el cuadro, para lo cual se deja entre cada hilera de puntos otra de cañamazo sin cubrir. Este bordado debe comenzarse por el pié del bordado y de izquierda á derecha. El núm. 22 explica la ejecución del bordado que el núm. 23 presenta por el reves, y consiste en sacar la hebra en el sitio necesario, pasarla al rededor del molde, y cruzar otro punto encima de derecha á izquierda; las pegaduras se hacen por el derecho, y el núm. 22 á la izquierda presenta el principio ó pegadura sin molde. El núm. 20 muestra el dibujo con sus colores, y el 21 la alfombra concluida despues de cortadas todas las presillas igualando su altura. Este modelo escá destinado á un almohadon ó banqueta de 24 cents, de ancho por 34 de largo. •24 Á 2 ' ; .

M A N T E L PARA T É ,

Bordado á punto de cruz y ñeco anudado. Es para una mesa ovalada y tiene su misma forma: córtase en cañamazo Java ó cañamazo jerga, y del tamaño de la mesa para que sólo cuelgue el fleco, que es de hilo crudo del color del cañamazo, y hebras de lana como la empleada en el bordado. El núm. 23 ofrece parte de la cenefa con sus colores, y las lentejuelas doradas son de un efecto encantador entre el bordado; la cenefa á picos, orillada de una hilera de pun'os á la cruz en lana granate, con cadenetas oliva, azul, granate y negro con el borde formado por trencilla de oro. 27 Y 2 3 .

SOMBRERO CAPOTA.

El ala, muy ancha y baja de atras, está presentada en cada modelo por delante ó por detras; el sombrero es de terciopelo verde oscuro, el ala lisa y el fondo plegado, forrada la primera de raso amarillo bajo bollonado. Un lazo de raso verde de cinta, de 10 cents., adorna el sombrero por delante, y queda casi escondido por plumas negras y rosas té; las bridas se sujetan con broches de acero oxidado.

29.

P R E N D I D O P A R A BESORA D E E D A D .

Tiene una armadura de tul de armar, orillada de cinta; es de 18 centímetros de ancha por 39 de larga, plegada en el borde interior: ésta se cubre con tres órdenes de encaje negro, que se completan con un velo plegado por detras con lazo de cinta: un encaje doble cosido por el pié forma las bridas, y dos escarapelas de cinta rayada adornan un lado, y un clavel rosa pálido con follaje oscuro el otro. 30 Y 47.

BOLSA DE CROCHET.

Crochet: materialesHilo de aloe gris y encamado, del núm. 40; un pedazo de seda azul claro de 30 centímetros de altura y 12 centímetros de ancho; tela de raso de algodon, cinta rayada 70 centímetros de largo y 3 centímetros de ancho Se empieza por la parte superior, que se compone de dos tiras grises hechas á crochet con la aguja onduladora. Las tiras hechas á puntos dobles, sobre un molde, se unen como indica el modelo 47 (tres lazadas en cada grupo.) A lo largo del centro de los puntos dobles de cada tira, se dan algunas puntadas para sujetar dicha tira á la de seda azul. En los bordes, la tira y la seda se doblan juntas, volviendo en forma de ribete, el forro de raso de algodon. Los costados se reúnen á punto por encima. El asa consiste en una cinta de 2.") centímetros de ancho, sujeta á ambos lados con un lazo y cubierta de una tira gris de crochet rizado, sujeta á su vez con puntos cruzados encarnados.

A ñ o X X X , núm 6 / ta anterior. Se hacen así 26 vueltas á punto plissé, con el cual se forma un círculo que contiene el caoutchouc. El núm. 43 da la cenefa do crochet, que consiste en una vuelta de bridas y picots. 4 4 . L A Z O PARA CORBATA.

Es tan sencilla como séria y propia tanto para jóven como para señora de edad. Puede servir igualmente para hombre, pues es de raso cortada al bies. Las puntas tienen 9 centímetros de largo por 12 de ancho, sostenidas por una gasa; las dos lazadas tienen 1G centímetros de largo y la traviesa 7. Esta corbata puede llevarse con un cuello vuelto montado á una camiseta plegada. La tira del escote tiene 3 centímetros de ancho. 45 Y 46.

V E S T I D O P A R A SESORIT X. .

La falda va guarnecida por delante con 5 volantes de 10 centímetros de ancho, fruncidos muchas veces; por detras no lleva más que tres. La polonesa es de paniers, y se cortará fácilmente por el cróquis publicado en E L C O R R E O anterior. Los botones y los ojales se hacen sobre un largo de 47 centímetros; el resto (91 centímetros hasta la estrella) va recogido con algunos pliegues. Los costados cortados de un pedazo con el delantero, se montan lisos á la espalda, sobre 32 centímetros de largo, en seguida ván fruncidos. La espalda va también drapeada y redondeada en la mitad del bajo de atras. Nuestros modelos ofrecen este lindo traje visto por delante y por detras. Ambos son de reps de lana, guarnecido el primero con bies de terciopelo negro, y el segundo de terciopelo á rayas, lazos y botones. JOAQUINA

31 Y 32.

Consiste la primera, que es muy elegante, en un fichú bordado que se halla en todos los almacenes de novedades, y es de diferentes precios. Nuestro modelo, de color claro, lleva al rededor una cenefa de crochet hecho al tambor, de color vistoso. El fleco, mezcla de lana y seda, es de los dos colores. La segunda es una manteleta dolman, de felpa blanca forrada de seda: im fleco de madroños de 10 centímetros y un galón trabajado al bastidor le sirven de adorno. Botones y ojales invisibles. Echarpe de tul de ilusión para la cabeza. 33 Y 34.

RODAJA PARA SACAR CON FACILIDAD LOS PATRONES.

Su precio es de 6 rs., y bastará enviarlos en sellos de correos á esta Administración, para recibirla franca de porte.

E N T R E D O S E S BORDADOS E N T U L .

Ambos son de muy fácil ejecución y muy á propósito para adornar diferentes objetos. .35 Y 3 3 .

E S T U C H E PARA PEINE--.

Es muy cómodo para viaje, siendo también un lindo objeto para regalar á un caballero. El estuche está decorado con una pintura sobre madera, ofreciendo su dibujo de tamaño natural el núm. 30. La línea fina es color madera; el fondo pintado con tinta de china; el dibujo alternando en sépia, azul pálido y verde claro; los nerños y las rayas finas en las figuras separadas negras; terminado el trabajo, se le da una mano de barniz. 37 K 41.

BAL.-UASEDA.

SALIDAS PARA B A I L E .

T A P E T E BORDADO SIN R E V E S .

El tapete, que es de tela de cañamazo y está bordado, con algodon encarnado, mide 88 centímetros de ancho por 175 de largo. El núm 38 da de tamaño natural el ángulo con el arbolito al trai-és, seguido á la distancia de 110 puntos del arbolito recto representado en el núm. 39. La cenefa que cruza el fondo dos veces y rodea el borde, está adornada como indica el núm. 40. Un adorno de la misma clase ofrece el núm. 41. En cuanto al fleco anudado, pueden utilizarse los muchos modelos que continuamente aparecen en las páginas de E L C O R R E O . 42 Y 4 3 .

LIGA DE CROCHET.

Materiales: Hilo gris del núm. 30, caoutchouc de seda encarnada de 3 centímetros de ancho, cinta de seda. Cúbrese el caoutchouc, que cierra bajo un lazo de cinta, con un tejido de crochet hecho al través, para el cual se montan 15 puntos. Las dos primeras vueltas son á punto plissé: luégo se trabaja del modo siguiente: 2 bridas en los primeros puntos de la vuelta anterior; 11 puntos en el aire; 2 bridas en los puntos de la vuel-

Ayuntamiento de Madrid

BAÑOS DE BAÑOS. (Viajes por mi patria.) XIX. LA TEMPERATURA E N BASOS DE

BANOS.

La mañana era hermosa, primaveral. Gozar de una mañana tal, en principios de Enero, no es comparable con ningún otro goce. Los pájaros cantaban desde los altos álamos que custodian la carreterra. Los labriegos sembraban por los campos el dorado trigo que esperaban recolectar en .Junio. El sol purísimo bajaba hasta nosotros coronando las montañas vecinas y prodigando por todo el espacio sus vivificantes resplandores. A las doce de aquella mañana, el termómetro señalaba 16 sobre cero, en tanto que en Madrid, 7 bajo cero, 9 en Avila y 8 en Béjar. Esta desproporcion no la comprendía Rafael, y el médico la explicaba por la influencia que ejerce el calor del sol en los valles, como relativamente en el interior de la tierra. —Exactamente, amigo doctor, le replicó Dolores Valke. Esta teoría es de M. Mohr, mi profesor en Berlín, y á quien la ciencia debe un gran triunfo sobre la teoría plutoniana, respecto al origen del calor del centro de la tierra. La base de sus teorías, sobre las investigaciones termométricas, realizadas por él en un pozo de 4.000 piés de profundidad, hecho en una roca de cal pura en Speremberg, cerca de Berlín, es curiosa. El calor progresivo que debe establecerse tiene por principio el que hallándose aún el centro de la tierra en fusión, á medida que en ella se profundiza, como se aproxima uno á tan gran hornaza, necesario es un es-

L

pació más corto para producir un aumento determinado de temperatura, y como el calor se trasmite de las esferas más pequeñas á las más voluminosas, suponiendo igual conductibilidad en las materias que las constituyen, la temperatura de las paredes exteriores de la esfera disminuye progresivamente á medida que su volúmen se aumenta, ó bien este mismo aumento de calor porcada 100 piés, es tanto más considerable cuanto más se profundice. Hó aquí los resultados de las investigaciones termométricas hechas en el citado pozo de Speremberg, y mostraba Dolores en su cartera las siguientes p r o porciones: Profundidad. Piéa.

'7 n n ^

e

Temperatura constante. Oradot

700 900 I.lOO 1.300 1.500 1.700 1.900 2.100 3.300

R.

15.654 18.849 19.943 21.939 23.830 25.623 27.315 28.906 36.756

Aumento de calor por 100 piés. GmdoM R. ti

1.097 1.047 997 9!6 896 846 795 608

Los guarismos de la tercera columna, continuó D o lores, forman una progresión en disminución aritmética del primer grado, cuya proporcion es de 0°,05 ó V i o grados de Reaumur, b a j ó l a base de 100 piés de profundidad. Si esta misma proporcion se aplica á las profundidades inferiores á 700 piés, y á las comprendidas entre 2 . 1 0 0 y 3 . 3 0 0 , tendremos los resultados que M. Mohr establece en las siguientes tablas progresivas: Aumento progresivo de calor. PROFO.XDIDAD. Orados R.

100 200 300 400 .500 600 700 800 900 1.100 1.300 1.500 1.700 1.900 2.100 2.300 2.500 2.700 2.900 3.100 3.300

á á á á á á á á á á á á á á á á á á á á á

200 300 400 500 600 700 800 900 1.100 1.300 1.500. . . • 1.700 1.900 2.100 2.300 2.500 2.700 2.900 3.100 3.300 3.390

43

CORREO D E LA MODA

10 Febrero 1880.

1.3.5 1.30 1.25 1.20 1.15 1.10 1.097 1.047 0.997 0.946 0.946 0.896 0.846 0.795 0.745 0.595 0.645 . 0.595 0.545 0.495 0.445

Del resúmen de esta serie progresiva fija M . Mohr, que b una profundidad de 5 . 1 7 0 piés el aumento del calor llega á ser nula, y áun cuando en sitio más bajo el aumento del mismo calor no llegase sino á los '/loo de grado de R . , en vez deVioo» resultado sería que la región de la temperatura constante llegarla á alcanzar hasta la profundidad de 13.000 piés. Una disminución análoga'respecto á la progresión del calor se observó también en él pozo de Grenelle en París; pero aunque la profundidad es mucho menor, hay que tener muy en cuenta que la naturaleza especial de las diferentes rocas que el citado pozo atraviesa, no han permitido obtener resultados tan concretos como de desear sería. De los ya referidos datos deduce también M . Mohr la confirmación de cuantas objeciones se han hecho en diferentes ocasiones contra la teoría plutoniana, y la causa de la aumentación del calor interior de la tierra la establece en las capas interiores de la corteza t e r restre. La misma teoría de los volcanes es la que adapta á estos resultados, así como la fluidez de las lavas no debe atribuirse á la incandescencia de ellas en el seno d e la tierra, sino á una evolucion local del calor por las aberturas que siempre producen la acción del mar en las rocas de los volcanes, situados generalmente cerca del mismo mar. Estos focos volcánicos locales, cuyo calor es excesivo, son la causa que más contribuye al calor interior del globo, y su núcleo interno no llega

á perder sino una cantidad calórica muy pequeña por la mala conductibilidad de las rocas silíceas ó calcáreas, miéntras que en el trascurso de los siglos, todos los efectos producidos por el calor de los volcanes pueden esparcirse uniformemente por la superficie terrestre, para llegar á la conclusión de la progresión del calor en el interior del globo, cuando sólo es el resultado de otras acciones calóricas. También atribuye M . Mohr á otras causas el calor terrestre, como, por ejemplo, á la form.acion bajo la acción solar de nuevas rocas cristalinas, á los fenómenos químicos, tales como la formacion del ácido carbónico por medio del cont.acto del óxido de hierro con residuos orgánicos, la formacion de piritas y galenas, la reducción de los sulfates en contacto con las materias orgánicas , y la descomposición del lignito, hulla, etc. El doctor estaba atónito oyendo á Dolores, y cuando ésta hubo acabado de explicar las teorías de M . Mohr, le preguntó: —Según V . , el excesivo calor que se siente en esta localidad tiene su origen en la influencia del sol en los valles, y á la formacion de los minerales del subsuelo. —Algo de ambas cosas puede afirmarse; pero lo princiiml no es eso: estamos más próximos al volcan; tenemos á nuestros piés el cráter, estamos á 3.000 piés de sus fuegos, y esto basta para que gocemos de una temperatura tan elevada como la que aquí se siente. En esto habíamos llegado al puente llamado de los Vinazos, construido en 1780, no léjos del molino harinero que alimenta á las panaderías de Baños para todo el pan del vecindario. El doctor consultó su reloj, y exclamó: —Las dos ménos cinco. —¿Nos volveremos? dijo Dolores. —Les esperan á Vds. las pilas preparadas, añadió el doctor. —¿Cómo están las aguas de temperatura? volvió á preguntar Dolores. —A 33 Reaumur. Y todos volvimos á desandar lo andado por la bonita carretera, admirando el hermoso panorama que ofrece la campiña de Baños, sus agrestes sierras lejanas, sus viñedos y huertos poblados de arbolitos frutales y sus riberas murmuradoras. Todo es agreste, todo es rústico en Baños, nada hay artificial. Aquí la naturaleza se ofrece como es, sin que al hombre le deba nada. Admirando el cielo, el campo, los árboles, nos acercamos al establecimiento balneario. Hablemos ahora de él. NICOLÁS D Í A Z Y P E R E Z .

(Se

continuará.) a-rlÍLS-»-

k L A .MEMORIA DE NARCISO SERRA. La vida arrastra cual pesada carga quien de las musas el favor obtiene, que el beber en las aguas de Hipocrene, si el lábio endulza el corazon amarga. No sé qué yugo misterioso y fuerte al infortunio á los poetas liga; no sé qué sino adverso les obliga á vida triste ó prematura muerte. Cargados van con el fatal madero de la cruz del dolor, con lento paso, Esopo contrahecho, loco el Tasso, Cervantes pobre y mendigando Homero. Y t ú , que las caricias tan crueles de las Musas risueño recibiste en tu infantil edad, tú, que creciste al arrullo feliz de los laureles; Tú, poeta, en tu lecho de dolores enfermo, ver pudiste en tu agonía pasar como sarcástica ironía los quince abriles de tu edad mejores. Te encerraron en tumba prematura quince años de dolor, marcado fuiste cual los grandes ingénios, y pudiste con tus alas llegar hasta su altura.

Ayuntamiento de Madrid

Así viven y mueren los jigantes de inspiración, que aplaude el mundo entero; así inmortales son Esopo, Homero; así inmortales son Tasso, Cervantes. JACINTO

LABAILA.

CATECISMO. I.

En estas nobles montañas, que el mar Cantábrico bate, la fe divina florece y sus aromas esparce; mas, como nace el argoma entre las florei del valle, así alguna vez la duda entre la santa fe nace. —Hijo, si en riesgo te vieres en esos traidores valles, á la Virgen de Begoña le pedirás que te salve. —Madre, tales peticiones son buenas para cobardes. —Hijo, á rezar te enseñamos. —Pero lo he olvidado, madre. II.

Descalzos los piés, y al hombro restos de náufraga nave, caminito de Begoña va un mancebo con su madre. Dan las campanas del templo su santa armonía al aire, y ante la Virgen de hinojos anciana y mancebo caen, y rezan, y lloran, miéntras en los cercanos fresales una doncel lita canta en la lengua de estos valles: —"El que no sepa rezar, que vaya por esos mares y verá qué pronto aprende, sin enseñársele nadie." ANTONIO D E T R U E B A .

íEOOE-IXOMO! POR

A U R O R A

L I S T A .

(Continuación.) El dueño del café hizo un soberano esfuerzo para dominarse; es seguro, que á haber obedecido á los impulsos de su furor, hubiera pulverizado á la pobre niña. Acercósele tambaleándose como un beodo, y murmuró una palabra á su oido. Algún mágico poder debia tener aquella, porque se estremeció la niña, cual el tierno arbusto azotado por el viento. La pandereta resonó en sus manos con un sonido estridente, lúgubre; era sin duda el chirrido de la cadena con que el vicio iba á aprisionar en sus oscuros antros á aquel ángel de serena mirada y alas esplendorosas. Sus puros labios se entreabrieron ¡Mas, ah, que en vez de modular las impuras frases que le apuntaba su compañera, dejaron escapar ese santo grito que contiene siempre un poema de dolor, esperanza ó ternura! —¡Madre m i a ! ¡Madre mia! exclamó, y la pandereta cayó á sus piés restrellando, y rodó por el pavimento hasta perderse de vista, cual huye un génio maléfico á la invocación del nombre de Dios. Roto el dique á su furor, abalanzóse el dueño del café hácia la pobre niña, levantando la ruda mano sobre su angelical cabeza. Empero al ir á descargar el golpe, cayó rodando por el suelo en compañía de la Perla, en tanto que una capa cubría la desnudez de la aturdida niña, y un gallardo jóven la arrebataba en sus brazos entre los vítores y aplausos de los concurrentes. Cárlos Viela, pues era él, salió del escenario con su dulce carga, atravesó el cuarto que hacía las veces de bastidor, empujó una puerta y se lanzó á la calle.

44

La niña descansaba en sus brazos con la santa confianza de la inocencia; su respiración era tranquila, tranquilos y pausados los latidos de su corazon. Despues de recorrer algunas calles, habían llegado á la Rambla. Cárlos sentóla en uno de sus poyos, y arropándola mejor con la cap a , preguntóle: — í Dónde está tu casa? La niña fijó sus serenas pupilas en su libertador, y con voz melodiosa como sonido de un arpa, halagadora como una caricia, dijo: — Ante todo debo dar á V. las gracias por haberme sacado de allí. A no ser por V., aquel hombre me hubiera muerto. Y la pobre niña, levándose vivamente, le besó la mano. Cárlos Viela f intíó un encanto, un consuelo inefable, como cuando los ángeles del bien le 6. Cuerpo con aldcta panier. (Véa-se el núiu. 7.1 bendecían y su madre le abrazaba. Caminaron algún trecho el uno al lado del otro, y por fin el jóven le preguntó con cariñoso acento: —¿Cómo te llamas? —Susana, contestó ella. —Pues bien, Susana, dime cpmo siendo tú una niña tan buena te hallabas en un sitio tan malo y en tan pésima compañía. —Porque la tia Jacoba me habla dicho que ganaría dos pesetas cada noche. Con dos pesetas mi mamá tendría caldo y medicinas. —¿Está enferma tu mamá? preguntó Cárlos con solicitud. —Sí, muy enferma. —¿Y tu padre? —¡Ah, caballero, ex-

CORREO D E LA. MODA

8. Bordado para almoliadon. (Véaseel núm. 9.:

Año X X X , num. 6." —Una vecina; pero no volveré jamás á escuchar sus consejos... Más vale coser, aunque se gane inénos; lo que haré será trabajar toda la noche, así como ahora solo trabajo una parte de ella. — i Y cuándo vas á dormir, probrecita? interrumpióle Cárlos. —Qué sé yo, pensando en mi madre no tengo sueño. En esto hablan .atravesado várias callejuelas, y la niña se detuvo delante de una j)iierta abierta aún, pero sin luz ninguna. Encendió fósforos Cárlos, subieron ambos por una tortuosa y sucia escalera, no parándose hasta llegar á la bohardilla. —Aquí es, dijo Susana á su compañero, despu js de haberse asegurado de que la puerta estaba entornada como la dejára y todo permanecía tranquilo: adiós... Que Dios le 7. Espalda del cuerpo núm. 6. recompense á V . por todo el bien que me ha hecho... —Adiós, repitió Cárlos, poniendo en su mano el bolsillo. Pero la niña levantó la altiva frente, exclamando con voz vibrante: —Yo no pido limosna. — N i esa ha sido mi intención al anticip.irte ese dinero, que me restituirás cuando te sea devuelt.i la posicion que te han usurpado. —¿Y si no la recobro nunca? obje'ó ella. —^Tus derechos son legítimos y sagrado.=. —Pero mi madre dice que la justica de los hombres es falsa, venal y ciega. —Pero la de Dios es clara, recta é infalible, ac.abó "\'iela con voz solemne. —Es verdad, afirmó la niña, y tomó el bolsillo.

13. Nfancuito de punto. (Véase efnúm. 14.) clamó la niña con expresión dolorosa; si mi padre viviera yo podría socorrer tantas necesidades cuantas aquejan á mi madre y á mí! — ¿Era rico tu padre según eso? — Rico en fortuna y en nobleza, y también rico de corazon. Si es Y . de Barcelona, habrá oído nombrar al conde de Casablanca. —Ciertamente, y le conocía de vista tíimbien, así como hace un año tuve noticia de su muerte y del injusto pleito que á su viuda é hija han movido los hermanos del difunto. —Ent«jnces no digo á V . más, acabó la niñ a ; }'a lo sabe Y. todo. Cárlos Yiela contempló con doble ínteres á aquella hechicera criatura, que nacida entre el lujo, se habla hallado hacía un momento, merced á la codicia y ambición de sus tios, próxima á vender su inocencia por una taza de caldo para tu madre. Luégo la preguntó dulcemente, pasando la mano i>or sus blondos cabellos: —tQuién es esa tia Jacoba q\ie tan mal te aconsejé!. 14- Punto de crochet para el manguito núm. 13.

—¿Cómo se llama V.? preguntó al momento. —Cárlos, dijo éste, dándose prisa en bajar la escaJera. — ¿Cárlos qué? p r ^ u n t ó Susana. No importa, yo le encontraré cuando sea menester, dijo al ver que nadie le respondia. Despues, estrechando el bolsillo sobre su pecho, son18 y 19. Estuche para llaves, riendo en la oscuridad á aquel inesperado auxilio, exclamó con delirante júbilo: —¡Hé aquí la salud de mi madre!

IT. Bordado pora la bolsa núm. 18.

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CAPITULO I I . Dieron las tres de la madrugada. Cárlos no habia oído jamás semejante hora fuera del techo paterno, aunque nuestro hombre era aficionadillo á trasnochar un poco. Esto le habia valido sérias reprimendas, que él, como buen muchacho que era en el fondo, sentía vivamente; mas aquella noche no le asustaba l i tormenta que iba á descargar sobre su frente; tenía el aplauso de su conciencia para con jurarla. Así que traspasó los umbrales de su casa con la mirada radiante y la frente erguida, sin que lográra nublar 13. Bordado en pat>el caíiamazo pan el núm. 11.

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1,1 A o B I o

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COI\REO D EL A A O D A

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de l a MoTitera,número 1';,"Madrid.

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lo la vista del criado, que con aire compungido y misterioso salió á recibirle. Este, que sin duda abrigaba la pretensión de ser interrogado por su jóven señor, al ver que no le hacía caso, se atrevió á decirle: —Señorito, si V. supiera... Cárlos no quiso sin duda saber nada de su boca, dirigiéndose al cuarto de su madre, donnegro, de la puerta oseiiro. abierta y la O mucha madera, eafé, roio. 20. Dibujo para el almoliadon 21. luz que por ella salia, le advertía de algo extraordinario. Inquieto por la salud de aquella, pudo tranquilizarse muy pronto al verla, aunque llorosa y densamente pálida, discurrir por el aposento con suma diligencia y premura. Su padre, el hombre de la ley, grave como ella, ceñudo como el deber, como la conciencia inflexible, aparecía ante los tímidos ojos de Cárlos, dispuesto, según él creia, á pedirle cuenta de aquellas horas pasadas fuera del techo paterno. Pero contra todo lo que Cárlos esperaba, el anciano se limitó á decirle 27. Sombrero capota. (Véase el núm. 22.) con voz reposada, aunque grave: —A las siete saldrá V . para un pueblecito de Aragón, donde trabajando al lado de su t i o , conocerá usted el valor Detalles para el núm. 20. (Véase el nám 23.) del dinero y del tiempo y para que aprenda á no derrocharlo. Cárlos, aterrado ante aquella imprevista sentencia, inclinó la cabeza sin responder. Su madre. Doña María de la Trinidad, exhaló un suspiro cerrando la última maleta. El celoso magistrado deseó un feliz viaje á su hijo, dióle breves instrucciones para su llegada al pueblo, y satisfecho de sí, aunque con el corazon oprimido, se dirigió á su cuarto. CAPITULO

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CORREO D E LA MODA

10 Febrero 1880.

24. Mantel para té. (Véanselos núms. 25 y 28.)

III. Han pasado cuatro años: es la tarde de un j u é v e s , por lo cual en el llamado paseo de Gracia añuye la juventud más distinguida de la metrópoli catalana. Las miradas, las sonrisas y los galanteos forman una atmósfera

de halagos en t o m o de las bellas. La satisfacción y el contento resplandece en todos los semblantes, se albergan en todos los corazones. Mas ¡ahiiqué cuadro no tendrá sus sombras? Dos señoritas muy compuestas y pizpiretas , que van á p\" seguidas de sus respetables mamás, sostienen c este marrón, oro. animado 25. Dibujo para el mantel 23. diálogo: —íNo ves que lleva luto? Eso explica su tristeza; será algún pájaro solitario que ha perdido á su avecilla compañera. —No tiene cara de viudo, opinó la otra. —(Y qué cara tienen esos señores? —La de haber estado casados. Nuestras dos amigas concluyeron con una alegre y ruidosa carcajada, que no bastó á sacar de su ensimismamiento al taciturno ginete que cabalgaba al lado suyo 28. .^ombrero Capota. y era el objeto de su conversación. (Véase el núm. 26.) Tendría éste unos veinte y cinco años", aun que le daba algunos más la melancólica gravedad de su aspecto; pero esto mismo era un atractivo poderoso que le hacía sumamente simpático é interesante. Así lo comprendían al ménos las elegantes damas que le dirigían sus más tiernas miradas, sin que se ofendieran, al parecer, de la indiferencia y frialdad con que eran acogidas. —No andes tan aprisa, mujer, que las mamás no pueden seguimos, objetó la mayor de las dos amigas. —Es que no quisiera perder de vista á ese fenómeno, replicó la otra señalando al triste caballero. — Cuando tengas una carretela tan linda y con tan hermosos caballos como aquella, le seguirás á tu placer; dijo la primera señalando

21. Almohadon bordado. (Véanse los núms. 20 á 23.)

30. Bolsa de crochet. (Véase el núm. 47.

31. Salida de teatro.

26. Cenefa para e mantel núm. 23.

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32. ?alída de teatro

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CORREO DE LA MODA

—¿Envidia yo? exclamó la vieja poniéndose en jarsoberbio y blasonado carrnaje que avanzaba de frente. ras, fo estupendo, ¿sabe V. que yo no necesito el pan Los briosos corceles, refrenados por la experta mano de nadie, que tajadas y muy ricas tajadas tengo? del automedonte, contenían el paso para no molestar sin —Entóneos, á qué viene tanto lamento, si proporcioné duda á la anciana, que enferma al parecer, se apoyaba en ó no proporcioné á ese infeliz el medio de ganarse una la testera del coche. peseta, en vez de proporcionárselo al estafermo de su Al líido suyo se vela á una jóven, ó más bien una marido? niña. —Es que mi marido no es estafermo ni mucho méAunque rodeada de lujo y opulencia, no parecía ajena nos, ¿lo oye Y.? y cuidado con esas bromas... Mi marial dolor y los sinsabores, los cuales, si no pudieron emdo es un hombre muy honrado y muy puesto en punto, pañar la tersura de su blanca frente, hablan dejado su que no le hubiera á V. dejado mal robando hasta los huella en los jacintos que circundaban sus ojos, ó en la clavos de la casa. suave palidez que habla reemplazado á las rosas de sus mejillas. — ¡Poco á poco con lo del robo! volvió á decir el tio Tiburcio, poniéndose encendido como una escarlaNo pasó desapercibido á la graciosa niña el sombrío ta. Ya ha tomado parte la justicia en este asunto, paseante, pues al cruzarse con él le miró, y conmovida y ella esclarecerá la verdad, entretanto punto en boca: y ruborosa: exclamó con voz entrecortada: prometo descalabrar al primero que hable mal de ese —¡Cárlos! pobre hombre. ¿Lo entiende V., tia Pelona? — ¡Cárlos, Cáríos! repitió, sacando el cuerpo fuera del coche, con peligro de caer; Cárlos, ¿no me conoce V? Soy Y Tiburcio paseó su único ojo que echaba chispas, Susana, la que le debe más que la vida. Acuérdese V. del primero sobre su adversaria y luégo sobre todos los café de la Perla... circunstantes, que debieron darse por .aludidos por cuanto empezaron á desfilar, aunque en breve volvieron El jóven, aunque parecía contrariado por las caluroá reunirse al oir decir á la tia Pelona: sas frases de la niña, habia detenido su caballo junto á la carretela, y con voz que se esforzaba en hacer afec—Ahí vienen los chiquitines. tuosa repetía: Bajaban, en efecto, uno en pos de otro la escalera los —Sí, sí, ¿cómo olvidar aquella noche? hijos de Félix, llevando Gerardo la guitarra y BenjaY en seguida, reparando en el magnífico y blasonado mín la bandeja. carruaje: Iban los tres casi desnuditos, aunque Rosario hacía —A mi regreso á esta ciudad he tenido la satisfacción presentir á la mujer porque llevaba una saya limpia de saber que hablan Yds. ganado el pleito, añadió bahecha con mil pedazos distintos y un pañuelo blanco jando el rostro para ocultar el rubor de su primera al cuello, puesto con suma gracia. mentira. Para comprender á Rosario era preciso verla y oiría. —Sí, replicó Susana con entusiasta agradecimiento, Era morena y pálida, con ojos y cabellos negros como gracias á V., á V. se lo debo todo; á no ser por V. mi las vírgenes de Murillo, y como ellas tenía el rostro madre hubiera muerto y yo... dulce y meditabundo y llena de magestad la frente. —Hija mia, intervino la anciana, estamos llamando Era alta, esbelta y flexible como un junco: su actila atención; este caballero tendrá la bondad de honrar tud á veces severa y casta, á veces apasionada y granuestra casa, donde sin importunos testigos, tendremos ciosa. el gusto de manifestarle la sincera expresión de nuestro En su canto, parecido al de la sirena, revelaba todos cariño y gratitud. los extremos de su múltiple carácter, y tan pronto El jóven aceptó la invitación, y después de cambiar arrancaba lágrimas á su auditorio como evocaba su algunas otras cumplidas frases con la anciana y la niña, sonrisa. metió espuelas á su caballo y se alejó tan melancólico y Sin embargo, más parecía haber nacido para reina ó taciturno como ántes. diosa, que para humilde mortal; y sus súplicas, hechas No asi la graciosa niña, que sonriente y dichosa, volcon el tono más sumiso, se convertían en mandatos vía la cabeza á mirarle con todo el candor de sus quinpara cuantos la cercaban. Habia algo en su penetrante ce abriles. mirada que subyugaba la voluntad, habia algo en el —¿Quién es ella' preguntó á su compañera la señorita timbre de su voz que peretraba hasta en lo más íntimo que conocía á los cofrades de San Márcos en la cara. del corazon, haciendo resonar sus fibras más delicadas. —Pues la condesita de Casablanca, ¿no la has conoLos transeúntes se paraban ante aquella poética criacido? exclamó la otra tura, contemplándola con éxtasis, pero jamás un pen— ¡La que trae locos á todos los galanes! samiento malo habia brotado en su presencia, como no Y ese necio pareda desdeñarse de hablar con ella. ! aparecen los reptiles en el rádio que trazan los rayos —A mí me parece un fatuo. del sol. (Se continuará.) Al verla sólo se les ocurría decir á los transeúntes: bendito sea Dios que la lia creado: benditos los padres LA P A L O M A D E L D I L U V I O . que lian dado el ser á tan poética criatura. Era Rosario niña y mujer al mismo tiempo: niña en NOVELA O R I G I N A L de sus juegos, en su candor, en su sencilla inocencia; mujer por la elevación de sus ideas y sentimientos, por la A > » O E L A O F t - A S S I . solidez de la razón y la profundidad del pensamiento. III. El mismo contraste, como hemos dicho ántes, se obBlandas y regaladas debian de haberle parecido al sol servaba en sus afectos; era impetuosa y serena, apasiolas nubes de oro y grana, sobre las cuales se habia renada y casta, altiva y humilde, y estaestraña mezcla de costado la tarde precedente, por cuanto eran ya las ocho encontradas cualidades, formaban el más encantador de la mañana, sin que se hubiese dignado mostrar su conjunto. faz coronada de rayos á los pajaríllos que le invocaban volando de rama en rama. Y así se comprende cómo compartía los juegos de sus Y con su ausencia, enorgullecidos los negros nubarhermanos, de cinco años el uno, de siete el otro, y cuirones preñados de lluvia, habian invadido el horizonte daba al mismo tiempo de su madre enferma, era el conentristeciéndolo todo con sus lívidos reflejos. suelo de su triste padre, la providencia de la casa. Pero ni el agua que dejaron caer á torrentes, ni el Rosario, que como siempre iba delante, se paró al ver cierzo que, rotas sus cadenas, se daba prisa en soplar tanta gente reunida, y por un presentimiento inexplicacon desapiadado enojo, pudieron hacer que se disolble se puso sucesivamente pálida y encendida. vieí-e un compacto grupo de gentes reunidas en torno Dudó, tembló, y por último, cobrando ánimo, se acer del tio Tiburcio. cóal portero, y le preguntó en voz baja: —Vamos, tia Pelona, decia éste, dirigiéndose á una —¿Ha sucedido alguna desgracia? vieja harapienta, súcia y desgreñada, que apoyada en En verdad que los del corro se habian despachado á el palo de su escoba, y manejándolo á guisa de cetro, su gusto algunos momentos ántes, motejando y calumacababa de terminar una peroración muy elocuente, á niando al pobre Félix; pero al ver á sus inocentes hijos, juzgar por lo conmovido y exaltado que se hallaba su todos se conmovieron, que al fin no es tan malo como auditorio; vamos, apacigüese V.; deje V. reposar á la se pretende el instinto humano, y ad guardaron el más sin hueso, ó mejor saeta, que bien puede llamarse así absoluto silencio. su lengua, y no tenga tanta envidia al pedazo de pan Estrañóle aquel silencio y aquella confusion á Rosaque se da á otro pobre. rio, que preguntó con mayor zozobra al tio Tiburcio:

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A ñ o X " " . X , l ú i r . 6.®

—¿Ha sucedido alguna desgracia á mi padre? ¡Son las ocho y todavía no ha vuelto! Quiso la tia Pelona hablar y desembucharlo todo, que ya la lengua la estaba haciendo cosquillas; pero aunque enristró la escoba y se la encandilaron los ojos, no pudo abrir la boca más que para dar paso á un ¡ay! arrancado por un formid.able pellizco con que la obsequió callandito el tio Tiburcio. —Andad, chiquitines, andad, dijo éste á los niños, y traed cuartos á vuestra madre, que bien los necesita. En cuanto á vuestro padre, ni le ha sucedido nada n i n e cesita de nada. —Sí, saltó la tia Pelona, no pudiendo ya resistir el consabido cosquilleo, está en paraje en dónde se come, se bebe y se duerme sin pagar nada. Púsose muy pálida y temblorosa Rosario al oir esto; pero no hizo más preguntas. Cogió á sus hermanitos de la mano y se los llevó consigo. —¿A que vuelve al instante? dijo una mujer de las del corro; es una alhaja esa niña. —Hay niños más prudentes que los viejos, replicó Tiburcio chavando una mirada atroz en la tia Pelona. —¡ Calle! dijo el zapatero del portal inmediato. ¿No es el coche fúnebre el que viene? Sí; y el coche de más lujo. ¡Miren ustedes qué caballos y qué empenachados! Ne vendrá por mí cuando me muera. —¡Qué importa! dijo sentenciosamente una mujer; lo que va dentro de la caja es lo mismo, pero no será lo mismo el alma delante de Dios, como dice el señor Cura. En pos del carro fúnebre llegaron otros muchos coches, llenándosela calle. Con esto el corro se trasladó enfrente de la casa de la muerta, para ver el cortejo, y enterarse de cómo sería la caja que contenia tan principales restos. Tampoco el honrado Tiburcio pudo resistir al aguijón de la curiosidad, y siguió el movimiento general; pero la vieja, que tenía más de malvada que de curiosa, ardia en deseos de venganza, porque habian pospuesto su marido á otro, y tomándola de quien ménos debiera, como hacen siempre los espíritus ruines, subió apoyada en su escoba hasta la bohardilla de Félix, y hallando la puerta entornada, se coló de ronden hasta el lecho de la enferma. No la habia costado poco subir los noventa y tantos escalones, que acaso no hubiera podido hacerlo, si la maldad no la hubiese espoleado; y así, bañada en sudor la frente y casi exánime de fatiga, se dejó caer en una silla desvencijada que vió al lado de la cama. Casi estuvo por desmayarse la enferma al ver junto á sí aquella estantigua calva y repugnante, con la nariz retorcida y en perpétua conversación con la barba. Iosojillos grises ribeteados de encarnado, y unos cu.antos pelos blancos y enmarañados que empezaban sobre las sienes y calan en derredor de las cejas como sart as d e culebras Pero aún más creció su espanto al oírla rehitar con voz ágría todo lo ocurrido en casa de la muerta. Plegó las manos la desdichada enferma, y «oltó ungemido desgarrador, arrancado de lo íntimo del alma, gemido al cual respondió un grito de indignación q u e dejó helada á la vieja maldiciente. Quien habia dado este grito era Rosario, que como habia presumido muy bien la vecina, apénas dejó colocados á sus hermanos en la plaza de la Cebada, volviócon un pretesto á su casa, y tan á tiempo, que pudo oir las últimas palabras de la tia Pelona. Entró Rosario en la habitación, exclamando con aquel aire de reina que ostentaba algunas veces: —Salga V. de esta casa, señora; y aunque es vieja para aprender, aprenda, si puede, á respetar la desgracia. Pronunció estas palabras con una autoridad tan grande, que la tia Pelona, corrida y subyugada, salió de allí más que á paso, bajando la escalera con toda la celeridad que la permitían sus piernas. Entónces Rosario acudió á su madre que estaba desmayada. La infeliz no habia podido resistir á aquel imprevisto y terrible golpe.

(Se continuará.)

O l r e o t o r a : Se publica el 2 , 10, 18 y 26 de cada mes

Núm. 7." I

E i c t e o Agente Antonio

Escamez,

Preciados, 35. Madrid.

1

Madrid 18 F e t o 1880.

Sl'MARIO.—Bevistade modas, por JoaQuina Balmaseda-—Vestido con paletoty chaleco para niBa.— Traje con psletot-visita para sefiora.—Vestido con paniers.—^Vestido con cuerpo de peto.—Vestido con cuerpo rirado.—Traje para recepción.—Vestido con paniers guarnecido defleco.—Vestido^ polonesa lara ñifla.—fichú rizado.—?ichú de encaje con cuello.-Peinadores y matinées elegantes.—Zapatos para

1

SA

R^pseptote en Parfs, Mr.

Entre bailes, bodas y acontecimientos teatrales, la moda atraviesa por uno de esos períodos de actividad que son la desesperación y el encanto de las señoras elegantes. Al traje suntuoso para asistir .á la boda, sucede el vaporoso para el baile, y en todos es preciso figurar en primera línea y acometer cou valor los atrevimientos de la moda. Pasó ya el tiempo en que un traje elegante era admitido en cualquier acto de sociedad; hoy la ceremonia tiene carácter, los vestidos han de corresponder á él, y tan de mal gusto resultará un traje vaporoso y escotado en una b o ^ , como un vestido con manga, aunque sólo sea hasta mitad de brazo, en un baile.

1 K 3 . T R A J E S P A R A CASA Y

1. Vestido con paletot para ñifla. (Patrón: pliego por el derecho. núralV. flgs. r 16- 4• -22.)

arnecidos de bieses de faya y lazadas de faya misma: os cuerpos chaqueta llevan plaston en peto de faya fruncida, ó un escote en corazon hecho por ancho bies de faya, fruncido en el centro del escote, un poco más bajo del hombro por delante y en el peto que termina el adorno, este se emplea mucho así en trajes altos como escotados, cuando la señora no es demasiado gruesa, por

11, rué Gadet. i

sociedad.—LITERATURA: Las boda-s de plata.—Bodas y medallas, iwsia. por Ricardo !-epulveda —Ecce Homo, por Aurera Lista—Episodio del pastor Aristeo. traducido de las geórgicas de Virgilio, por .Manuel hstrana y .Madan.—La paloma del diluvio, por Angela (jrassi.—Logognfo.—Charada.—Correspondencia. —Variedades.—Explicación delflgurin1.396.

REVISTA DE «ODAS.

Para las fiestas aristocráticas que han tenido lugar en la primera quincena de Febrero, se han hecho muchos trajes de cachemir y faya blancos, ó quien dice blancos, dice marfil, magnolia y toda esa colección de blancos mate que favorecen infinitamente más que el blanco deslumbrador: las jóvenes, sobre todo, crn los tr.vjps blancos de cachemir, los bandós á lo virgen y rodete muy bajo atravesado por agujas ó bolas de plata ú oro, tienen un aspecto candoroso y púdico, que simboliza el verdadero encanto de los diez y seis años. Estos vestidos de cachemir se combinan con faya «le su color, figurando ser de faya la primera falda, aunque solo son de ella los plegados que se ven, montándose la falda sobre otra tela; una quilla á volantitos de menudo plegado en faya, suele adornar uno de los costados, recogiendo al contrario los bullonados de la falda de cachemir, á veces fruncida en sentido vertical, otras en echarpes

Saisset,

2. Traje con palctot-visita para seflora. soporelreve L (Patrón: pliego por el reves, núm. ÍX, igs.35á39.) figs.

VISITA.

3. Traje «Je

lo cual se destina principalmente como adorno para las adolescentes. Las que ya no se encuentran en la primera edad, suelen combinar el cachemir blanco con faya ó raso azul, rosa, azufre ó una tela brochada de colores pálidos, resultando siempre un atavío de la más distinguida elegancia para salón, siendo también propios para asistir al teatro.

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Para baile se han hecho muchos vestidos en tul y en muselina de la India blanca ó de colores, armonizando con raso liso ó brochado, que es el obligado por el momento. Muchos plegados, muchos bullones, muchos encajes bordados de cuentas y de oro, y los mismos vestidos de tul, se han sembrado de perlas ó de cuentas de cristal blanco: esto da á las mujeres resplandores fantásticos al reflejar en ellas las mil luces de los salones. Descendiendo á trajes más al alcance de todas las fortunas, diré que los colores más admitidos para traje de vestir, como visitas de ceremonia, paseos en carruaje, teatros y reuniones de confianza, que son las más concurridas por las diferentes clases de la sociedad, son el azul pavo, verde nilo, rubí, los marrón en su variada escala y sobre todo aquellos que tienen un tinte rojizo y los negros en combinación de dos telas raso, y terciopelo, faya y raso, y áun cachemir y raso. El color negro está hoy admitido para vestir, y con unos cabos de color ó de encaje blanco puede alternar una señora con las mejor vestidas. Las hechuras de estos trajes siguen siendo las chaquetas ó casacas redonda.®, de aldeta, ó prolongadas en frac, habiendo en esta misma hechura diferentes estilos: unas veces, la aldeta de atras, abierta en el centro, es plegada y se prolonga estrecha, otras baja redondeándose desde la cadera como las casacas masculinas de principios del siglo, y otras veces, cuando se quiere el cuerpo de más pretensión ó si el traje es de sociedad, la aldeta de atras baja á morir con grandes lazadas que completan p e r ' detras el adorno del traje. Por delante van cerradas por chorrera ó abiertas en solapas grantcrciorelo azul para visitas. des (casaea Jacobina), completándolas grandes corbatas de encaje. El tamaño de las corbatas va tocando en la extravagancia, y corbata hay en París de la que me aseguran mide 50 cents, de ancho. No os asustéis por la exageración, lectoras mias. ni os apresuréis á ponerla en práctica... ¡aguardad á que el ejemplo os muestre el camino! Entre tanto, os aseguro que las corbatas de encaje bretón y surah \Uo, las de su-

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C O B E E O

rah y encaje ruso y las imitañones de cualquier encaje bueno, hacen corbatas muy de vestir. También los fichús ^ m p l e t a n muy bien los trajes de salen y de teatro en imitaciones ó encajes verdaderos de más ó ménos valor: la forma general es la pequeña esclavina redondeada de atras, y cuyas puntas se juntan por delante muy estrechas, pero EL COREE , - 0 E 3 L A .

O R A S S I .

(Continuación.) No lloró ni gimió la animosa niña al verla en tal estado; ántes, por el contrario, con una presencia de espíritu admirable, corrió á buscar agua, rociando con ella el rostro de su madre, aunque no necesitó del agua, surtiendo mejor y más pronto efecto las mil palabras cariñosas con que trataba de animarla y volverla á la vida. —¿Qué haremos? ¿cómo le salvaremos? fué lo primero que dijo la enferma al salir de su desmayo. —¿Cómo le salvaremos? exclamó con energía la niña. Pues qué, ¿no está Dios para salvarle? Mi padre es inocente: si alguna apariencia le condena. Dios hará que desaparezca y que se aclare. No se apure Y. madre mia; no llore V. Cuando mi padre sufre, levanta los ojos al cielo y espera.

—Sí; pero entretanto, ¡y tú y tus hermanos, Rosario! —Dios es el padre de los niños abandonados, como lo es de los inocentes perseguidos. —¡ A h ! tú me avergüenzas, hija mia, exclamó la e n ferma; hay más calor en tu corazon que en el mió. Pero, si tú pudieras comprender lo que es estar clavada en este lecho de dolor, ser impotente para todo. Si yo estuviese ágil, si yo estuviese fuerte, iria á informarme á esa casa, luégo al juez, luégo á la cárcel —¿Para qué, si puedo yo ir? —Tú eres una niña. —Tengo trece años y voy á ralvar á mi padre... ¡Oh! madre mia, madre de mi vida no se ocupe V . de mí ni de mis hermanos, ni de mi padre; prepárese usted tan sólo á soportar la alegría de estrecharle entre sus brazos. Prométame V . dominarse, estar tranquila, y yo iré á arrancancarle de su encierro —Sí, vé vé.... Rosario depositó un ardiente beso en los lábios de la enferma, y miéntras ésta entonaba una plegaria, ella descendió la escalera, cruzó la calle y penetró .n la casa de la muerta. Bien la vieron pasar y bien la llamaron las comadres del barrio, que continuaban charlando en el corro; pero Rosario no atendió á su llamamiento y fué á instalarse junto á la puerta del cuarto principal. —No llamaré, pensó, si llamo, loscriadosmeecharán. Es preciso que hable á los amos de la casa. Al cabo de algunos instantes subieron dos mujeres que llevaban trajes de luto. Rosario se colocó detras de ellas y entró con ellas en la habitación; pero así que estuvo dentro no siguió su mismo camino, sino que se deslizó recatadamente por un oscuro corredor que la condujo á un salón muy grande alhajado con un lujo sorprendente. No se sobrecogió con aqu^l fausto, como le hubiese sucedido en cualquiera otra ocasion; ni siquiera reparó en que llevaba los zapatos rotos y manchados de lodo, y en que hacian sumo contraste con las ricas alfombras. Siguió adelante, y levantando atrevidamente un portier, se halló en un gabinete octógano circuido de espejos. Allí vió á una niña que llevaba un vestido de cachemir blanco con cintas azules, muy ocupada en vestir un traje igual á una muñeca mucho más grande que ella. • —Señorita, la dijo Rosario sin vacilar; quisiera ver á su señora madre. Rosario sólo estaba enterada del hecho, pero ignoraba sus circunstancias. —Mi madrecita duerme, dijo la niña mirándola llena de sorpresa. Se ha dormido sin querer darme iñ un sólo beso. —Entóneos á su padre de Y . —Mi padre está encerrado en su cuarto y no quiere ver á nadie. Siempre está encerrado en su cuarto: no le gusta que le hablen ni se rian. —Ah, no es estraño, exclamó Rosario; según voy sospechando, á su padre de Y. le ha sucedido una gran desgracia; pero se consolaria viéndome llorar á mí, que soy más desgraciada que él. Y los sollozos contenidos hasta entóneos en el pecho de la pobre Rosario se desbordaron de él acompañados de un torrente de lágrimas. La niña la contempló algunos instantes en silencio, luégo dejó su muñeca sobre un diván, se subió á una silla que habia á espaldas de Rosario, y echándola los brazos al cuello imprimió un beso en su mejilla. — ¿Qué es esto? exclamó Doña Josefa entrando en el apotento con un trajecito de luto. ¿Qué haces, Esperanza? ¿Quién es esa niña? —No s é , dijo Esperanza, pero lloraba como llora siempre mamá, y yo la daba un beso, como hago con ella para consolarla. —¿No ves que es una niña de la calle.' Esperanza se encogió de hombros. Estaba en aquella dichosa edad en que el traje no abre un abismo entre los hermanos, hijos de Jesucristo. -r-¿Pero qué quiere Y? preguntó Doña Josefa dirigiéndose á Rosario: ¿cómo ha entrado Y? No hay criados allá fuera..... — No he querido verlos, dijo Rosarlo con firmeza, los

Ayuntamiento de Madrid

Año XT.X, núDc. 7.® criados no suelen tener compasion con h s que visten un traje pobre. —¡Es V . muy altiva! replicó Doña Josefa, arrepentida, no obstante, de sus palabras anteriores. —No la riñas, por Dios, no la riñas, exclamó Esperanza abrazándose al ama de gobierno. ¿No ves que está afligida? Y no comprendiendo que pudiese haber otros pesares que el carecer de muñecas, fué á buscar la suya y la depositó en las manos de Rosario. —Ah, señorita, dijo esta besándole la mano y r e chazando la muñeca. Yo sólo quiero hablar á su padre de V. —Es imposible, inte: rumpió Doña Josefa. —Y sin embargo es preciso, dijo Rosario con resuelto tono. Yo soy la hija del hombre que está preso. — ¡Del ladrón! exclamó Doña Josefa sorprendida. —Del que hoy se reputa como ladrón y mañana será declarado inocente, replicó Rosario con firmeza. Pero yo no le pido á V. nada, se lo pido á esta encantadora niña que parece un ángel y que tiene el corazon de un ángel. Señorita, V . que sé llama Esperanza, devuelva la esperanza á unos pobres niños que acaban de perder á su padre. Esperanza no comprendía nada de todo acjuello: lo único que comprendía era que Rosario lloraba y que ella podia enjugar sus lágrimas. Asióla de la mano y la arrastró suavemente consigo. —¿Adónde vas, Esperanza? exclamó doña Josefa consternada. ¿No sabes que tu padre se va á enojar?... La niña permaneció un momento indecisa, pero después prosiguió su camino. Atravesó varios aposento , llegó á la puerta de un gabinete, y entró muy despacito, llevando á Rosario de la mano. Grandes cortinas de damasco verde cubrían los b a l cones y obstruían el paso á la luz, que sólo despojándose de su brillante claridad podia deslizarse á hurtadillas en aquel sitio. Era tan opaca, que apénas se distinguía á un hombre recostado en un diván. Estaba pálido, inmóvil: parecía dormido. Esperanza se acercó á él de puntillas, cruzó sus manecitas, y dijo con voz temblorosa: —No te enfades, papá... Traigo á una niña) que llora... y quiete verte... Valerio se irguió maquinalmente y fijó sobre Rosario una mirada vaga y distraída. Quien hubiera presenciado la escena de la noche anterior no hubiera podido reconocer en aquel hombre de aspecto severo y glacial, al apasionado esposo que lloraba junto al lecho de la muerta. Rosario se sintió intimidada por su frió aspecto, y más aún cuando con voz grave y sin- inflexión ninguna la preguntó qué deseaba. La animosa niña no respondió de pronto : estaba preparada para combatir contra las recriminaciones y áun el desprecio, pero no contra aquella frialdad absoluta. No obstante, procuró reunir todas sus fuerzas, y dijo con voz llena de sollozos: —¡Ah, señor! ¡Usted, en la inmensa desgracia que le aflige, tiene el consuelo de abrazar á su hija! ¡Mi ¡jadre gime en un lóbrego calabozo y está separado de los suyos! —¿Y quién es su padre de V.? ¿Qué tengo yo que ver con su padre de Y.? preguntó Valerio. —Mi padre fué preso anoche en esta c isa por creerle autor de un robo. —Yo no he mandado que le prendan. Y'o no sabía que le hubiesen preso; replicó Valerio con el mismo indiferente tono. Yo no quiero el daño de nadie. Tal vez ese infeliz habrá cedido á las sugestiones de la miseria. Descuide V., yo haré que se le ponga en libertad. Recobró Rosario, al oir aquellas palabras, toda su energía, toda su altivez. — N o señor, dijo con una firmeza llena de dignidad. Yo no quiero que perdonen á mi padre, quiero que le absuelvan. Yo no quiero que le tengan compasion, sino que le hagan justicia- Mi padre posee un tesoro que debe legar intacto á sus hijos, y este tesoro es su honradez sin tacha. Incorporóse vivamente Valerio al oiría hablar así; contempló absorto á aquella niña extraordinaria, cuyo lenguaje y sentimientos eran tan superiores á su edad y á su posicion social, y la dijo lleno de sorpresa:

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COKREO D E LA MODA

18 Febrero 1880,

55

—Ent''«nce8 yo no sé lo que pretende V . de mí. Yo I sus propios pesares, pedia á Dios que mitigase los del noble caballero. no tengo poder para hacer que su padre, si es culpable, se conaderta en inocente. Este dobló el papel que acababa de escribir, y se lo entregó á Rosario diciéndola: —Lo que Y. puede hacer y yo le pido, replicó Rosario sin desroncertarse, es que me permitan llegar hasta él y —Presente V. este escrito al Alcaide del Saladero, y preguntarle la verdad: si es inocente, para aclarar el misverá satisfecho su deseo. terio que le condena; si es culpable, para rodearle el cue— ¡Ah, señor! balbució Rosario. llo con mis brazos y mezclar mis lágrimas con las suyas. No pudo proseguir: un raudal de lágrimas inundó sus mejillas, demostrando con más elocuencia que hubieran Yalerio permaneció suspenso algunos instantes, admipodido hacerlo las palabras, la inmensa gratitud de rando el bello é inteligente rostro de .aquella niña, en el su alma. cual se reflejaban al mismo tiempo el orgullo, el dolor, Se acercó vivamente á Esperanza, y no queriendo bela timidez y la energía. sarla para no salvar la distancia que las separaba, besó Desaparecieron á sus ojos los harapos que la cubrían, su vestido. borróse de su imaginación el delito cometido por su Despues se dirigió á la puerta. padre, y levantándose con un movimiento indeliberado —¡Oiga V! gritó Valerio. de respetuosa deferencia, la ofreció una silla miéntras él Volvióse Rosario, y quedó inmóvil de sorpresa. se dirijia á su escritorio. El rostro de aquel hombre, de aquella estátua de márRosario no se sentó; permaneció de pié, contemplánmol , se habia trasfigurado: sus ojos despedian un bridole miéntras escribia. llo estraño. Valerio poseia la varonil belleza que tanto gusta á las —Esperanza quiere darla á V. un beso, dijo con una mnjfres. voz dulcísima, que en nada se parecia á la de ántes. Era alto, delgado, de modales distinguidos. Tenia el roftro moreno y pálido, la barba y los cabellos negros, Rosario comprendió toda la delicadeza de este rasgo. la frente espaciosa y la expresión meditabunda y melanVolvió atras precipitadamente, y corrió á besar á la cólica que suelen comuniotr á la fisonomía la sensibiliniña, exclamando con tono apasionado: dad del alma y los nobles y levantados pensamientos. —¡Bendita! ¡bendita seas! Unía á su varonil belleza la cualidad más simpática Dirigióse por segunda vez á la puerta. para la m u j e r : era desgraciado. Debia serlo, supuesto — Oiga V., repitió Valerio: si quiere V. la libertad de que habia perdido á su esposa. sup.adre venga V.; venga V. si necesita mi protección. La mujer, nacida para amar y consolar, va instintiRosario fijó en él una mirada de ardiente gratitud, y vamente en busca, con muy cortas excepciones, de todos se alejó corriendo. (5e continvará.) los que sufren, de todos los que lloran: jmr eso se comNuevas soluciones á las charadas Bermhéy Corawn, placen tanto meciendo la cunita de los niños, por eso que aparecieron en el niim. 3 de EL CORREO, correscuidan con tanto amor á los enfermos, á los ancianos. nondiente al 18 de Enero, por las señoras doña Teresa Amar, proteger, consolar; he aquí la síntesis de su vida. Samper, de Játiva; doña Dolores Fuentes Viera, de Rosario era m u j e r ; conterapiaba á Valerio miéntras Tuy; doña Casimira Martinez, de Teruel; doña Cenara escribia, lleno el pecho de dulce compasion, y olvidando Gómez Pando, de Motril; doña Sabina Arreras, de

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Y A F E C C I O N E S CRÓNICAS D E L PECHO. La tiain en enrabie siempre, áun en an tercer periodo, con tal qne reate al enfermo pordon anaciente de pulmón para la vida en el momento de empezar el tratamiento. Creo, por tanto, hacer nn bien ¿ los enfermos y cnmplir nn deber para con los médicos al anunciar los medicamentos qne principalmente empleo. £l protpftío qw los acompaña indica su aso, debiendo loa enfermos empezar siempre la medicación por el ÁCIDO FÉMCO ARSE.NICAL. Bar od tratamiento, en la mayoria de loa caaos dará por resaltado la cnracio- jor si solo. En condiciones especiales , que indica el prospecto, podrán se:, nrecisos los medicamentos siguientes: JAR VUE DE CAL Y SÍLICE. E' ¿)lnble, de gusto agradable y más activo qne los preparados de cal por .-.i solos. Necesario, ademss del anterior, en enfermos rtebilitadoa. JADADE SL'I.FUROSO CONCENTRADO. Prescindiendo de Iss indicaciones qne llena en la tisis pulmonar, es acHciiimo como aníilicrpaico y drpuratieo. Dará siempre resultados más rápidos y seguros qne las demás preparaciones sulfnrosaa y aguas minerales de Igual Indole. PILDORAS FERRUGINOSAS DE VI-VADER. La necesidad de hacer uso del hierro en enfermos delicados, qne no pueden tolerar las fatigas digestivas y lenUtnd en obrar de los preparados fermginosoi, me ha obligado a la preparación de estas pildoras, qne á base de prolocloruro de hierro, ünlca stí abs«bible por el estómago, reconstituyen la sangre más empobrecida en el espacio de un mes y sin molestia alguna. Htmos adoptado la forma pilular por no ennegrecer los dientes como las prepsraciones liquidas. Véndenre e ^ s preparados en las principales farmacias al precio de seis p ^ t a s el ácWo fénico y cinco los demás productos. En Madrid , Borrell y Miqnel, L. Garrido, Garcerá, Fernandez Izquierdo, Diaz, Sánchez Ocaña. Albarran, Moreno Miqnel. etc. CoiiHulta eispeiti.ll d e .ifeccitineN d e p e c h o , P r c ciadois, : í 5 , e n t r e s u e l o d e r e c h a , d e u n a á t r e s .

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PERICO. " l o g o g r i f o T " "

No sé lo que aquí combine con un nombre de ocho letras: combinaré un logogrifo; mas echando bien las cuentas, veo en él, cuor el reves, núm. IV. lig.s. rá a 2.s.)

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