Las drogas alucinantes Por Ralph M. Lewis, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C

Las drogas alucinantes Por Ralph M. Lewis, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. ¿Es la unión mística con el Absoluto o el éxtasis espiritual de la r

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Las drogas alucinantes Por Ralph M. Lewis, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.

¿Es la unión mística con el Absoluto o el éxtasis espiritual de la religión posible a través de las drogas? Otro modo de hacer la misma pregunta sería el siguiente: ¿Puede el hombre alcanzar un estado de consciencia ordinariamente no alcanzado y exaltado a través del consumo de ciertas drogas? La inclinación a acudir a tales métodos se encuentra en la concepción de la dualidad del hombre. Funcionalmente, por lo menos, se concibe que el hombre posea una naturaleza psíquica o es capaz de tales fenómenos. Se piensa que esta consciencia psíquica no está asociada con lo físico, por lo menos al grado que sus capacidades totales no son ordinariamente expresadas en la vida del individuo. En otras palabras, hay un pozo (se piensa) o reserva de poder en el hombre que hace posible una realización mucho más grande de la existencia externa y del ser de lo que ordinariamente experimenta. Puede él pensar que le está siendo negada esta plétora de vida, y entonces cree que debe romper el dique de la consciencia que mantiene esta más extensiva eficacia psíquica, y permitirle que barra sobre él y lo exalte. No es nuevo este concepto de dualidad y liberación de poderes subliminales a través de lo físico y por medio de varios medios incluyendo las drogas alucinantes. Las gentes primitivas por mucho tiempo creyeron que el organismo físico puede, bajo ciertas circunstancias, inducir a que se manifieste una condición psíquica. Ellos pensaron que los poderes divinos podrían ponerse de manifiesto en el cuerpo de una cierta persona elegida, de manera que pudiere dar oráculos o hacer milagros. Estos estados de intoxicación o alucinación eran o son inducidos por métodos diversos. Las culturas primitivas que recurren a estas prácticas no tienen conocimiento de la alucinación como un fenómeno, y, del mismo modo, muchas culturas modernas que inducen estados similares negarán que los resultados obtenidos sean alucinatorios. Estas últimas están aptas para proclamar que el estado de consciencia causado es uno natural, pero que fue liberada a través del estimulo artificial. Tal explicación es similar a decir que el dormir es natural en el hombre, pero que debe tomarse un sedativo para facilitar esa función. La alucinación a través de la intoxicación es posible con numerosas drogas. Los que siguen son sólo unos pocos de los medios: cloroformo, óxido nitroso, hashish, opio y atropina. Las alucinaciones causadas por la mayoría de estos medios tienen un "carácter que causa terror". Originan miedos y emociones morbosas. Sin embargo en ciertos casos (y con la aplicación de ciertas drogas) la intoxicación puede ser una experiencia placentera, mientras dura. Aun en otros casos no existe ningún sentido particular de placer, sino más bien una característica psíquica, como ser un trance hipnótico o éxtasis.

La experimentación con drogas alucinadoras ha mostrado que por adelantado resulta una intensa concentración en cierto asunto, al inducir imágenes relacionadas durante la alucinación. Aparentemente, hay una transferencia de la consciencia objetiva al estado subjetivo (que es producida por la droga) de las imágenes sobre las cuales previamente se había concentrado. Bajo la influencia de la droga, sin embargo, las imágenes asumen una realidad perceptiva igual a aquella que seria percibida externamente. Extensas investigaciones hechas por sociedades de investigaciones psíquicas también han revelado algunos hechos interesantes en conexión con este fenómeno. "La experiencia alucinatoria del miembro de un grupo (que está bajo los efectos de la droga) puede extenderse, por sugestión, a otros que se están concentrando". Los individuos en tal estado están aparentemente muy susceptibles a cualquiera sugestión relacionada con su interés o que es recogida de sus alrededores. Una vez que ha sido así establecida en el estado alucinatorio, asume una realidad perceptible equivalente a una verdadera experiencia sensoria. Los relatos personales de fundadores de religiones, avatares y santos, son sobresalientes con la experiencia del fenómeno del éxtasis. Este es una combinación de sensaciones como beatitud, paz profunda y experiencia intuitiva, es decir, una gran iluminación intelectual. También está generalmente acompañado de una sensación de exaltación, una liberación de las tribulaciones de la vida, sus sufrimientos y limitaciones. 'En casos extremos, la distinción entre el ser y el no ser, desaparece. Hay un estado emocional "ceñidor" del total". El individuo es incapaz de distinguir entre sí mismo y la realidad externa. Se siente como parte de todo lo demás, que todo participa en él. Hay una cons ciencia de una unidad completa de todas las cosas - el ser estando mezclado con todo lo demás. William James, connotado psicólogo clásico y filósofo, ha descrito correctamente el fenómeno del éxtasis en su trabajo "Variedades de Experiencia Religiosa". También se presume que muchos mitos y leyendas fantásticas tienen su origen en la alucinación. Además, mitos que no tienen tal origen serían muchas veces aumentados por aquellos que se encontraban en ellos inmediatamente antes de una condición alucinatoria. En consecuencia, lo que a ellos les parecían imágenes o incidentes reales mientras estaban bajo tal influencia, los transmitirían como hechos, para embellecer el mito. Esto es, sin embargo, un tema polémico, pues ciertas leyendas han sido mantenidas por gentes bastante separadas la una de la otra, tanto cronológica como geográficamente. ¿Qué ejemplos de alucinaciones inducidas por drogas eran aceptados como realidad por las gentes antiguas y primitivas? Tales ejemplos son muchos, pero sólo unos pocos pueden consignarse aquí como representativos. Uno de los más clásicos es aquel de los

Oráculos Pitios, de la antigua Delfos, en Grecia. En esa ciudad sagrada había mujeres jóvenes que eran aceptadas como oráculos. Sus prolijeraciones, mientras se encontraban en estado de intoxicación, eran consideradas palabras de sabiduría. Eran, se pensaba, el medio utilizado por Apolo -a quien la antigua Delfos estaba consagradapara comunicar conocimiento al hombre. En el piso del Templo de Apolo existen fisuras y aberturas (que aún pueden verse) ante las que originalmente se colocaba un trípode sobre el que se sentaba el oráculo. Un gas natural era emitido por esas aberturas, desde las profundidades del Monte Parnaso, en cuyas laderas había sido erigido el templo. Las jóvenes oráculos aspiraban esos vapores y se intoxicaban. Luego, en un estado de semi- frenesí, balbuceaban en voz alta varias palabras o frases en respuesta a las preguntas que se les hacían. Los sacerdotes de Apolo interpretaban esos balbuceos alucinados de los oráculos como respuestas a las preguntas que se hacían. Los relatos de los antiguos historiadores revelan la perfidia del sacerdocio que adaptada la incoherencia de los oráculos en alguna réplica racional, para llevar a cabo los fines que más convenían a sus propios propósitos. Se dice que a través de esos medios ellos o provocaban o prevenían guerras, derrocaban reyes o influían en el gobierno de un reino. También se dice que en los misterios eleusinos de la antigua Grecia los candidatos compartían ciertos productos como comida o bebida, los que causaban un estado alucinatorio que aumentaba la realidad de su iniciación mientras se encontraban en la Cueva de Plutón. En Mangaia, en el Pacífico Sur, los sacerdotes que servían de oráculos bebían un licor intoxicante antes de empezar con sus predicciones. Entonces, frenéticos, "emitían palabras salvajemente zumbantes". En la romántica isla de Bali, los sacerdotes inhalan el humo de un incienso que tiene un efecto intoxicante, al que siguen las alucinaciones. Se dice entonces que el alma de un dios posee al individuo intoxicado. Todas las palabras pronunciadas bajo esa influencia "son consideradas como no procedentes de él". Se piensa que en ese momento, él es el dios. En el Kush Hindú, "un fuego se enciende con ramas de cedro sagrado. La sibila (profetisa), con un paño sobre su cabeza inhala el espeso y acre humo de las ramas del cedro sagrado". Cae presa de convulsiones y queda insensible. Sin embargo, de pronto se levanta e inicia un cántico agudo, una especie de grito proveniente de fuera de este mundo, el que es coreado por el público e interpretado como presagio o guía. ¿Qué es, precisamente, la alucinación? ¿Existen algunas bases para considerar las imágenes de que consiste, como siendo veraces? ¿O son sus imágenes sólo productos de una razón perturbada y de falsas ideas? La psicología ha declarado que en una

alucinación surge un estado de consciencia subjetiva que asume el carácter de percepción sensoria, sin condiciones normales. Dicho más brevemente, en la alucinación surgen imágenes en la mente subconsciente, ideas que asumen una realidad igual a aquella que es objetivamente percibida a través de los sentidos receptores. En otras palabras, vemos u oímos cosas que parecen tener tanta existencia como si las hubiéramos visto u oído con nuestros ojos u oídos. Se ofrecen teorías en cuanto a cómo ocurre este fenómeno de la alucinación. Una teoría propone "que en un estado poco usual de excitación de un centro ideacional, la excitación rebasa a un centro sensorio". La excitación del centro sensorio es entonces proyectada excéntricamente. Esto resulta en imágenes alucinatorias. Para simplificar, la teoría sostiene que el estímulo por una droga puede producir excesiva excitación en conexión con algún complejo de ideas. Esta excitación, entonces, reacciona sobre el centro de percepción de un órgano sensorio, el visual, por ejemplo. Como resultado, uno parece ver las imágenes de las ideas que tenía en la mente, con la misma intensidad y realismo en la consciencia como si fueran objetivamente percibidas. Otra teoría de la alucinación se llama el fenómeno de desunión. Esta afirma que "un centro no excitado por estímulo externo puede actuar como si lo fuese, si se trae a un alto estado de excitación". De este modo podemos excitarnos tanto subjetivamente que originamos que nuestros sentidos receptores registren impresiones equivalentes a aquellas que se han de recibir de un estímulo externo. El Dr. Walter C. Álvarez, en un artículo acerca de la psiquiatría biológica, da a conocer descubrimientos médicos en investigaciones con agentes químicos que parecerían inducir formas de enfermedad mental, lo que implicaría que la enfermedad mental puede ser el resultado de algún desequilibrio químico en el organismo. Los psiquíatras biológicos creen que el llevar ciertos agentes químicos dentro del organismo, aun en cantidades pequeñísimas, puede causar aberraciones mentales similares, por ejemplo, a la esquizofrenia y a la paranoia. Las personas que sufren de tales enfermedades mentales experimentan alucinaciones que producen intensas imágenes mentales, las que no pueden diferenciar de las percepciones normales. No hay ninguna duda acerca del hecho que pociones de variedades de ácido lisérgico (LSD), pueden originar que el individuo sea dominado por impresiones latentes del subconsciente. Tales personas pueden alcanzar diferentes percepciones de tiempo y espacio, de las que se experimentan normalmente. Hay, sin embargo, una liberación indisciplinada de las impresiones subconscientes, un inundar a la mente, al azar, y un sumergimiento de

la disciplina de la razón. Es una brecha forzada al subconsciente, la cual, cuando se forma en algunos individuos, puede no cerrarse jamás; en otras palabras, sobreviene la locura. Tal inclinación al LSD no constituye una verdadera inspiración divina del alma, para usar un término místico. No es un ascenso gradual controlado. Para usar una analogía, si queremos liberarnos de un severo dolor de muelas, no inhalamos permanentemente un anestésico gaseoso, no importe cuáles sean las sensaciones placenteras que pueda proporcionar. Lo conocemos como un escape, no un remedio, y sabemos que su uso continuo puede darnos el exacto opuesto de un efecto saludable en nosotros. Un nivel de consciencia debe coexistir con otro; tiene que haber una síntesis armoniosa para un verdadero contacto con los niveles más hondos de consciencia. Uno no puede forzarse con drogas un camino a un verdadero estado de Consciencia Cósmica.

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