Miguel Villaseñor, José Luis Hernández, Paco Ascorbe, Odriozola, Miguel Cardenal, Javier Etayo y José María García

Miguel Villaseñor, José Luis Hernández, Paco Ascorbe, Odriozola, Miguel Cardenal, Javier Etayo y José María García. Reunión irrepetible en la histori

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Miguel de Santiago. PACO MONCAYO GALLEGOS Alcalde Metropolitano de Quito
PACO MONCAYO GALLEGOS Alcalde Metropolitano de Quito CARLOS PALLARES SEVILLA Director Ejecutivo del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Q

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Miguel Villaseñor, José Luis Hernández, Paco Ascorbe, Odriozola, Miguel Cardenal, Javier Etayo y José María García.

Reunión irrepetible en la historia del atletismo español

GRAN ÉXITO EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LOS RECORDS DE ESPAÑA Por Miguel Villaseñor. Fotos: Miguélez

l pasado 6 de febrero, en la seJosé Javier Etayo, presidente de la de del Consejo Superior de De- AEEA, y José Luis Hernández han sido portes, y con el Secretario de los principales artífices de la magnífiEstado, Miguel Cardenal, como anfi- ca obra. También son autores José Matrión, se presentó el libro “Cronología ría García (Presiente de Honor de la de los Récords y Mejores Marcas Espa- AEEA), Francisco Ascorbe, Enrique Tre ñolas de Atletismo”, elaborado por la y Miguel Villaseñor. Asimismo numeAsociación Española de Estadísticos de rosos estadísticos e historiadores esAtletismo y editado por la Real Fede- pañoles y extranjeros han contribuido ración Española de Atletismo. Al acto en mayor o menor medida. acudieron casi un centenar de plusmarJosé Javier Etayo abrió el acto y desquistas españoles de todas las épocas, granó el contenido del libro, fruto de dando brillo a una reunión irrepetible 15 años de trabajo que se plasman en en la historia del atletismo español. un volumen de 650 páginas. Como ha

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ocurrido con otros trabajos de la AEEA, la obra es quizá la obra definitiva sobre la historia de los récords atléticos españoles. Han sido muchos años de compilación, resumen e investigación, años de búsqueda de nombres, marcas y datos, de resolución de dudas y controversias. Porque el libro no se limita a la información somera de la marca, el atleta, el lugar y la fecha, como ha venido siendo habitual en las progresiones de los récords, sino que junto con cada récord y atleta (con el dato de su club y federación) figura toda la información

entrevista referida a cada plusmarca: competición, clasificación completa, datos de la pista, condiciones meteorológicas y, por supuesto, cualquier otro hecho destacable. Volviendo a la presentación del libro, a continuación tomaron la palabra Tomás Barris, Loles Viles, Luis Miguel Martín Berlanas, que fue el presentador del acto, y Carlota Castrejana, que hablaron en nombre de los hombres y mujeres que en algún momento de la historia de nuestro atletismo batieron una plusmarca nacional. Sus discursos, llenos de emotividad y anécdotas, hicieron las delicias del público que abarrotaba la sala. Fueron proyectados vídeos y fotografías de atletas del pasado y del presente, que levantaron aplausos y muestras de admiración espontáneas de todos. Y es que, como hemos apuntado, casi 100 plusmarquistas estuvieron presentes, que disfrutaron sobremanera con un reencuentro pleno de emotividad. José María Odriozola, Presidente de la Real Federación Española de Atletismo, tomó la palabra y elogió el trabajo de los estadísticos españoles y se congratuló de la presencia de tantas caras conocidas entre el público. Miguel Cardenal, Secretario de Estado para el Deporte, cerró el acto con sentidas palabras de cariño hacia los allí presentes y hacia el atletismo español. Después de una foto de familia multitudinaria en las escaleras de acceso al Consejo Superior de Deportes, los invitados se dirigieron a la pista de atletismo del Centro de Alto Rendimiento y al Módulo Cubierto anexo. La visita

José María Odriozola, presidente de la RFEA, Miguel Cardenal, Secretario de Estado para el Deporte y Javier Etayo, presidente de la AEEA.

fue muy gratificante para todos, pues no en vano muchos de los plusmarquistas de nuestra historia entrenaron y compitieron allí. Seguidamente una comida en la Residencia Blume fue un fin de fiesta que completó un día, como ya hemos dicho, irrepetible. Ni que decir tiene que la alegría, camaradería, confraternización y cariño entre todos fue la nota común. Muchos de nuestros históricos se vieron las caras después de muchos años. Los abrazos, besos y muestras de cariño fueron continuos. Se vieron no pocas lágrimas en muchos ojos, pues se vivieron momentos de enorme emotividad, como en el que la imagen del malogrado Ya-

go Lamela se proyectó en las pantallas. Para que el lector se haga una clara idea de lo acontecido, esta es la relación de los plusmarquistas presentes. En mujeres estuvieron Ana Barrenechea, Ana Isabel Alonso, Ana Pérez, Asunción Sinobas, Blanca Miret, Carlota Castrejana, Carmen Valero, Conchi Paredes, Dana Cervantes, Julia Takacs, Loles Vives, Lourdes Valdor, Maite Zúñiga, María José Mardomingo, Natividad Vizcaíno, Pilar Fernández, Rosa Colorado, Sagrario Aguado, Sandra Myers y Susana Cruz. La nómina masculina fue más numerosa y estuvo compuesta por Alberto Esteban, Alberto Ruiz, Alfonso Ga-

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bernet, Anacleto Jiménez, Ángel Cruz, Ángel Heras, Antonio Burgos, Antonio Corgos, Antonio Fernández Ortiz, Antonio Prieto, Antonio Serrano, Arturo Ortiz, Carlos Pérez, Cayetano Cornet, Colomán Trabado, Emilio Francisco

Campra, Enrique Bondía, Fermín Cacho, Francisco Aritmendi, Francisco Martín Morillas, Francisco Sánchez Vargas, Francisco Suárez Canal, Gerardo Trianes, Ignacio Sola, Isidoro Hornillos, Jaime López-Amor, Jenaro Talens, Jesús Ranca-

José Luis Albarrán, Sandra Myers, Aritmendi, Pilar Fernández, Conchi Paredes, Mariano Haro...

ño, Jordi Llopart, Jorge González Amo, Jorge Zapata, José Alcántara, José Jaime Sanguino, José Javier Arques, José

Sagrario Aguado, Paco Martín Morillas, Paco López....

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Brillantes y simpáticas palabras de Loles Vives.

Luis Albarrán, José Luis González, José Luis Martínez, José Luis Sánchez Paraíso, José Luis Torres (el plusmarquista presente de mayor edad), José Manuel Arcos, José Manuel Pérez, José Marín, Josep Molins, Kevin López (el más joven), Lorenzo Riezu, Luis Felipe Areta, Luis Javier González, Luis María Garriga, Luis Miguel Martín Berlanas, Luis Sarría, Manuel Carballo, Manuel González, Manuel Pancorbo, Mariano Haro, Mario Pestano, Martí Perarnau, Miguel María Iraundegui, Rafael Cano, Ramón Magariños, Raúl Jimeno, Rodrigo Gavela, Rogelio Rivas, Tomás Barris y Vicente Egido. Se esperaban a más plusmarquistas aún. Pero problemas e imponderables de última hora, especialmente la gran nevada que hubo en buena parte de la Península, impidieron venir a un buen número de nuestros mejores atletas.

Paraíso, Mariano Haro, Ana Isabel Alonso y Pilar Martínez.

entrevista Nunca olvidaremos ese día, quizá el más grande e importante de la historia de nuestra Asociación. Es de justicia terminar con palabras de agradecimiento hacia el Consejo Superior de Deportes y su Presidente, Miguel Cardenal, por prestarnos su casa que ese día fue la nuestra. Y también hacia la Real Federación Española de Atletismo, que nos prestó su apoyo incondicional y logístico y que es continuación de una larga y fructífera colaboración mutua en bien del atletismo español. Campanal, Carmen Valero ....

En definitiva, el acto de presentación del “libro de los records”, como le llamamos los estadísticos, fue un completo éxito y por dos motivos. Por el libro en sí, que enseñamos con orgullo, que recibió grandes elogios y que está ya al alcance de todos los aficionados, y por la reunión de tal número de plusmarquistas de la historia de nuestro atletismo, una reunión muy difícil de superar y que ha llenado de satisfacción a la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo. Hemos citado a muchos de los grandes de nuestra historia. A todos ellos les agradecemos de todo corazón su presencia y el cariño y reconocimiento que nos han dado, nos ha llegado muy dentro.

Fermín Cacho y José Luis González. Cuántas imágenes evocan este simpático gesto de dos grandísimos atletas que tantas alegrías dieron al atletismo español.

Paco Sánchez Vargas, Anacleto Jiménez, María José Mardomingo, Rosa Colorado y Asunción Sinobas.

José Luis Torres, toda una institución del atletismo español, del brazo de José María Odriozola.

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28 plusmarquistas españoles nos relatan sus records de España

HISTORIAS DE RECORDS Durante el acto de presentación del libro de los records de España tuve ocasión de charlar con muchos plusmarquistas españoles, del pasado y del presente. Les pedí algo muy simple pero muy bonito, que me contaran la historia de uno de los records que consiguieron. Unas veces les di a elegir el que ellos prefirieran, otras les pedí uno en concreto. Muchísimas gracias a todos por las facilidades que me dieron y por el exquisito trato que me dispensaron. Creo que los atletas han disfrutado mucho contando las “batallitas” que os disponéis a leer; seguro que los lectores disfrutaran igualmente. Estos son los 28 testimonios que recogí.

José Luis González: “¿Acaso la calle era de Said Aouita?” y “La milla de ensueño de Oslo fue un sueño que jamás olvidaré” Le pido a José Luis González que me cuente su récord preferido y el toledano se explaya no con uno sino con dos. Y lo hizo con todo lujo de detalles. Disfrutad con la narración, primero de su 3:30.92 en 1.500 metros y después de su 3.47.79 en la milla, récord aún hoy vigente. Ambas marcas conseguidas en el verano de 1985, con sólo 11 días de diferencia entre ambas. “Aunque han pasado casi 30 años son carreras o veranos que no se olvidan nunca, era la temporada de aire libre y tocaba Niza. Siempre era agradable correr en la Costa Azul, en un estadio pequeño, de unos veinte mil espectadores, más aún ante un público como el francés, siempre ávido de deleitarse con buen atletismo. El programa amplio y diverso pasaba por la pértiga, por supuesto, pero al final del programa hacia las 21:30 se iba a celebrar la prueba cumbre esa noche, los 1.500 metros. La participación era excelente, a priori un duelo envidiable, Said Aouita contra Steve Cram, con unos invitados de gran nivel como Joaquim Cruz, campeón olímpico de 800 en Los Ángeles 84 y que

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ya había corrido en 3:35 esa temporada y que pretendía probarse en la prueba superior. También estaba el americano Steve Scott y yo mismo”. “Se comentaba que habría un asalto al récord de Steve Ovett, 3:30.77. Estaba claro que si había récord mundial estaba en las piernas de Aouita o Cram, yo me propuse ser valiente en la carrera y así lo hice. El ritmo fue infernal de menos a más, 54.36 para el 400 para la liebre, el senegalés Babacar Niang. Cram siempre delante detrás del africano y Aouita muy retrasado. Los 800 se pasaron en 1:53.68 por mi amigo el sudanés Omar Khalifa. Ya se llevaba retraso con relación al récord del mundo de Ovett (1:51.70 en Rieti) pero la prueba se aceleraba, nos esperaba el paso del 1.000. En mitad de la curva, lidera la liebre y detrás Cram y yo, -me lo había prometido, valiente hasta la muerte-, Joaquim Cruz con problemas y Scott a final de grupo. En mitad de la curva, a

escasos metros de los mil metros, Aouita me toca por la espalda avisándome de que quiere pasar. Yo, pendiente de mi carrera, no me di por aludido; volvió a tocarme para que le dejara calle libre. Pero yo no me iba a amedrentar: “si quieres pasar hazlo por mi derecha, si no de aquí no me muevo”. Mientras Cram ataca como es su estilo, siempre un ataque largo en la campana. El mil me lo cantaron en 2:19, probablemente sería 2:20. Aouita permanecía retrasado con respecto al británico en el paso de la campana en 2:36.1. Yo seguía detrás; Cruz ya estaba muerto, demasiado para un ochocentista puro y Scott se descolgó más tarde en contrameta. Los que quedábamos éramos tres y nos presentamos en los últimos 200 con Cram por delante de Aouita, que reaccionó muy tarde al ataque del inglés, Antes de darme cuenta ya estábamos en el sprint y yo ya no pude con el último cambio. Cram volaba por delante, con

entrevista el marroquí intentando batirlo en los metros finales. Yo estaba pagando el ritmo frenético y la última se me convirtió en un infierno”. “Aouita hizo un alarde de su fortaleza pero le fue imposible alcanzar al británico, que realizó una última vuelta extraordinaria. Récord del mundo para Cram, 3:29.67, más de un segundo con respecto al anterior récord de Steve Ovett. Aouita, al terminar, estaba muy enfadado y me llamó ”fils de putain”; confieso que yo no le había dejado pasar en los 800 y que me había avisado en la espalda. Me culpó de que le frené su acometida hacia el británico y que por eso no logró batirle y hacer récord del mundo. Incluso su amigo Moussa Fall, un compañero de entrenamiento, se acercó muy amenazador repitiendo lo de “fils de putain”, ¡mi madre que era una santa! Pasé de ellos y celebré esa noche una marca que hace 30 años era algo extraordinario. Al día siguiente el insulto apareció en una entrevista en “L´Equipe” y fui protagonista sin pretenderlo. Yo declaré que “¿por qué tenía que cederle la calle a Aouita, acaso es suya?” Meses después el marroquí batió el récord mundial en Berlín y yo mantuve durante mi carrera deportiva una relación magnifica con Said Aouita, un atleta completo y muy grande.” José Luis González está disfrutando con su relato, seguro que el lector también, y prosigue con de su récord de la milla: “Los Bislett Games fueron una semana y media después de Niza. Se celebraban a últimos de julio y se esperaba una milla de relumbrón. La ocasión era magnífica, se anunciaba un duelo sajón Sebastian Coe contra Steve Cram. No era usual que Coe aceptara este tipo de enfrentamientos y, mucho más cuando Cram venía de hacer récord del mundo de 1.500 sólo diez días antes. Es difícil explicar la atmósfera del estadio Bislett, estaba repleto, con más de 32.000 espectadores todos muy entendidos que seguían a los corredores en un ambiente muy ruidoso, ¿quién dijo que los nórdicos son fríos?”. “No sólo se programaba la milla, se acompañaba según los años con el 800, el 1.000 o el 1.500. Algunos se refugiaban en algunas de estas pruebas. Aouita alguna vez y el mismo Seb Coe, que

ganó varias veces. Pero siempre fue la milla la prueba favorita de la reunión. Mandaba la ABC, la televisión americana, y siempre se establecía para que se celebrara alrededor de la medianoche, las 6:00 de la tarde en hora americana. No en vano, era Mobil quien patrocinaba las millas en aquella época. El elenco de milleros era extraordinario; a parte de los británicos y de yo mismo, Steve Scott, John Walker, Ray Flynn, Omar Khalifa, Pierre Délèze y un jovencísimo somalí, Abdi Bile. De liebres James Mays y el australiano Mike Hillardt. La milla es una prueba diferente a todas las del medio fondo, esos 109 metros de más la otorgan una dureza extrema a esta distancia mítica. Visionar el marcador de 4 vueltas supone una dureza psíquica y física diferente a los 1.500”. “La prueba comenzó de forma trepidante. La sensación en Oslo era como estar en una montaña rusa, aislado. La grada te llevaba en volandas, el 400 se pasó en 54 segundos. La prueba iba tan rápida que, realmente, a partir de que tirara Hillardt, fuimos en fila india; Cram, Coe, yo, Bile, Flynn. Yo iba aguantando el ritmo endiablado, pero más a gusto que en Niza. Los 800 se pasaron en 1:53, transcurría el ecuador de la prueba y el ritmo progresaba. Cram empujaba literalmente a la liebre. El toque de campana de la última vuelta desató otro cambio de ritmo de Cram en pos del récord, Coe y yo resistíamos detrás. Los demás se fueron diluyendo en contrameta. Entramos en los últimos 200 metros y Cram da su último cambio y se va como un rayo en busca de la victoria y del récord del mundo. Yo veo flojear a Coe, le paso en la curva y me voy detrás de Cram. El paso del británico en los 1500 fue de 3:32.29, el mío de 3:33.30”. “Aun me quedaban 109 metros y mis piernas contradecían dolorosamente a mi cabeza. Terminé la recta como pude y escuché el rugido del público, señal de que algo grande había ocurrido. Al terminar, la meta estaba llena de gente y el británico, alborozado, daba una vuelta de honor. La merecía: 3:46.32 era un récord increíble y alucinante. Cuando me enteré de mi marca, 3:47.79, no me lo podía creer, era todavía mejor que la del 1.500 de Niza y en mi prueba favorita.

Esta marca era un pasaporte para cualquier sitio anglosajón y, además, Coe había estado detrás con 3:49. La milla se denominaba “Dream Mile”, la milla de ensueño, y, para mí claro que fue un sueño, un sueño que jamás olvidaré.”

Tomás Barris: “Los records salen cuando tiene que salir” A mi querido amigo Tomás Barris le encanta contarme sus “batallitas”. Y lo que yo disfruto. Le pido que me hable de aquellos 3:41.7 en 1.500 metros, de allá por el año 1958 y en Finlandia, entonces el registro de más valor de la historia del atletismo Español: “Una incidencia que mucho tuvo que ver con esta plusmarca de 3:41.7, sin duda la de más crédito de todos mis 34 records al aire libre, sucedió tres días antes de Turku. Fue en Tampere el día 26 de agosto de 1958, cuando intenté batir el récord de España de 5.000 metros, que a punto estuve de alcanzar. Cuando faltaban unos 500 metros para el final, llevaba una ventaja alrededor de unos 15 segundos por debajo de esta plusmarca, y muy

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entrevista cerca de un húngaro que ganó la prueba, en 14:02, pero no pude responder a su ataque final, porque de forma repentina, me sentí bloqueado, sin fuerza para apenas mantenerme de pie. Tuve que pararme con vómitos, siendo atendido por las asistencias, pero sin más consecuencias, dado que se trataba  de una mala digestión de unos frutos del bosque, que comí como postres”. “Como puedes imaginar, mi desilusión fue enorme, pues había estado muy cerca de conseguir mi objetivo. Creo que era la primera vez que corría esta distancia sin más... y pagué las consecuencias. Regresé en tren a mi punto de residencia, que era el hotel Hospits de Turku, en el centro de la ciudad y muy cerca del estadio donde dos días después tenía que cumplir el trámite, que se trataba de un intento de récord mundial por parte  de los finlandeses, que tenían todo a punto. Todo este tiempo de espera lo pasé muy desilusionado y queriendo regresar a España. Pensada de todo menos en la prueba de 1.500 metros a la cual acudí, como si fuera a cumplir un expediente más del contrato de mis giras nórdicas. En esos días sólo hice un poco de footing, sauna, más footing y más de lo mismo”. “El día de la prueba, unas dos horas antes, al bajar de mi habitación, saludé como hacia siempre, a gente conocida del vestíbulo del hotel, donde estaban los pequeños comercios del mismo, cuando de pronto la dueña de la peluquería de señoras,  muy rubia por cierto, que siempre nos saludamos al vernos, sale de su gabinete deseándome suerte. Comencé una animada charla y tomamos algo. Estuvimos una hora larga juntos. Me despedí de ella totalmente relajado y alegre, olvidando por completo lo de Tampere, como si ya fuera una cosa muy lejana, y mira por donde, un rato después alcanzo una marca histórica que marcó un poco el rumbo del atletismo español. Es un ejemplo vivo de que siempre después de la tempestad viene la calma, por lo que continué con mis giras durante unos cuantos años más, batiendo muchos records españoles. Muchos entrenadores, los buenos por descontado, entenderán perfectamente que los records salen cuando tienen que salir”.

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Jorge González Amo: “Le dije a Alberto Esteban que no me quedaba más remedio que batirle el récord” Jorge González Amo, actualmente responsable del sector de mediofondo del Comité Técnico de la RFEA, nos cuenta con gusto su mítico 3:40.0 en 1.500 metros, del año 1968: “Cuando pasado el tiempo un atleta repasa su trayectoria, siempre le quedarán infinidad de recuerdos y detalles del momento de conseguir su mejor marca. Cuando a esa marca se le añade el hecho de ser un “récord” de algo y cuanto más importante sea ese “algo”, esos recuerdos le quedarán aún más marcados. En mi caso no fue una excepción y mucho más cuando para conseguir esa marca o récord se tenía que mejorar un registro que cuando empezamos a entrenar a finales de los cincuenta nos parecía totalmente imposible, el realizado por un atleta legendario como lo era para nosotros Tomás Barris”.

“La primera anécdota es que nunca se lo pude quitar, porque un mes antes un extraordinario atleta como era Alberto Esteban tuvo el honor de mejorarlo por cuatro décimas, dejándolo en 3:41.3. Yo no pude correr esa carrera de Estocolmo por exámenes y al no estar bien por pequeños problemas de salud. La marca de Esteban me espoleó y al no contar la Federación conmigo para los diferentes encuentros internacionales adelanté mi estancia en el centro de entrenamiento de Volodalen, en Suecia. Allí entrené con dos atletas extraordinarios como eran el sueco Anders Gär-

Alberto Esteban levanta la mano de Tomás Barris, a quien sustituyó en la lista de los récords de España de los 1.500 metros.

entrevista derud y el alemán Bodo Tümmler y que fueron con los que coincidí también el 26 de agosto en el 1.500 de Göteborg. Esa misma mañana le comenté al bueno de Esteban, que “sintiéndolo mucho”, por la noche no me quedaba más remedio que batirle el récord de España porque la mínima para los Juegos Olímpicos era de 3:41.4 y mi intención era ir a los Juegos. Alberto me dijo que eso no era necesario, que con 3:41.4 hacía la mínima y así no le quitaba el récord. Le contesté que lo sentía, pero que no podía ajustar tanto. Por supuesto que todo esto entre bromas y risas”. “El caso es que ese día cayó el récord, porque precisamente la pista (de ceniza) estaba en malas condiciones al haberse realizado en ella el día anterior unas pruebas de motos. Y digo esto porque me había comprometido con Tümmler en tirarle a 2:24 el 1.000 para que batiese el récord de Europa. Él luego se comprometía a hacerme de liebre en las siguientes semanas en las pruebas que quisiera. El caso es que al ver el estado de la “ceniza”, me comentó que con esa pista no se podía hacer ese récord (3:35.6), así que nos dijo a Gärderud y a mí que nos ayudaría a mejorar nuestros respectivos records nacionales. Así lo hizo y yo conseguí el 3:40.0 y Gärderud con 3:38.8 se quedó a una décima. Mala suerte para Gärderud y también para mí, porque por también esa décima no conseguí el ansiado 3:39.9, que eso sí que ya hubiera sido importante. La verdad que en ese momento tampoco me preocupó, porque estaba convencido que tendría oportunidad de mejorarlo, pero eso claro, era imposible entonces saber que no iba a suceder”.

Mario Pestano: “Cuando salió el disco de mi mano supe que volaría muy lejos” Le pido al discóbolo canario Mario Pestano que nos relate su vigente récord de España, 69.50, conseguido en el transcurso del Campeonato de España de 2008, celebrado en Santa Cruz de Tenerife: “Para mí ese récord significa la medalla que hasta ahora no me he podido colgar en un gran evento. Para mí tiene ese significado por el lugar donde se hizo, mi tierra, delante de mis padres, de mi familia y amigos, en una tar-

ré, mi particular medalla de oro en la historia de mi vida deportiva”.

de especial y en una competición especial, cargada de ese momento áureo que jamás olvidare. La tercera mejor marca del mundo en ese momento y unas de las mejores de la historia, hecha delante de todos, no en un lugar perdido de la Tierra. Ahí donde tenía que ser”.  “Recuerdo mi seguridad en la competición, el poderío que tenía, también los nervios, pero fue una competición muy preparada psicológicamente du-

Sagrario Aguado: “El primer récord lo batí saltando a rodillo y el último a fosbury” La saltadora de altura madrileña Sagrario Aguado rememora las sensaciones de superar una plusmarca: “cada vez que he batido un récord ha representado un momento importante en mi vida, ha sido la compensación al trabajo, al esfuerzo, a la disciplina, etc. Eso me ha servido de mucho a lo largo de mi vida tanto profesional como personal, aunque en ese momento no me diera cuenta. Pero sí recuerdo dos records importantes, quizá porque fueran el primero en un encuentro internacional en Riazor, con 1.54, que se lo quité a Mercedes Morales saltando a rodillo y el último, con 1.73 en otro encuentro internacional en Barcelona saltando a fosbury. Recuerdo que salí de Madrid a las 13.30 en avión, salté a las 19.30 y volví a Madrid a las 22.30, ya que al día siguiente tenía que trabajar y entonces

rante todo el año y por supuesto fue el único en mi vida que las lesiones me respetaron. No tuve ningún problema físico ese año, y se tradujo en eso, en el día más bonito de mi vida, sensación inexplicable por otro lado. Supe desde el primer momento que mi disco salido de la mano volaría muy muy lejos… y luego el griterío de la grada, el abrazo de mis compañeros de entreno, el beso de mi entrenador, y el marcador: 69.50 metros. Recuerdo la grada azul, camisetas azules con mi fotografía que llevaban toda mi familia con una gran pancarta que decía “Vamos Mario”. Siempre lo di-

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entrevista no había las facilidades de ahora. Yo hice mi vida deportiva compatibilizándola con la carrera y un trabajo en una financiera de 8 a 15 horas todos los días, pero creo que me compensó y me mereció el esfuerzo; eso es lo que es lo que trato de transmitir a los más jóvenes”.

Rosa Colorado: “Valía menos de dos minutos, no pude, sé que fue culpa mía”

A la atleta salmantina Rosa Colorado le pido que me cuente uno de los numerosos records de España que batió. Pero elige dos, unidos entre sí por un sentimiento: “Hay dos momentos de records en mi vida deportiva que las sensaciones que tuve antes durante y después eran muy parecidas, dos momentos donde me encontraba en “estado de gracia” o “momento dulce” en diferentes pruebas y de edad, momentos donde todo parece fácil. En Oslo, en 1987, tenía 32 años, batí el récord de España de 800 metros. Este récord fue para mí

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una frustración ya que por inseguridad me quedé a 34 centésimas de bajar de 2 minutos y sé que fue mi culpa. En esta carrera estaba desinhibida, de las veces que disfrutas sin echarte la responsabilidad en los hombros ni tener la obsesión de hacer marca, el hecho de estar en el meeting de Oslo, sería mi tercera participación, ya me confortaba. Sabía que estaba bien pero con la desconfianza de haber superado una serie de lesiones que casi terminan con la temporada”. “El ritmo de la carrera iba rápido se pasó a 57.89 y yo pasé a 1 segundo más, al paso por el 500 comenzaron a pasarme sin yo reaccionar, pero el empujón de una atleta búlgara intentando pasarme por dentro me hizo sacar mi amor propio y a falta de 200 metros tenía una gran fuerza y comencé a remontar quedando tercera, subiendo al pódium de ese gran meeting pero sin ser la primera atleta española en bajar de 2:00.00 en el 800 y me di cuenta que lo valía. Siempre en mi carrera deportiva cuando conseguía algún objetivo venía seguido de un gran vacío y me preguntaba, ¿y ahora qué? A los pocos días me recomponía y me decía, hay que hacerlo mejor”. La salmantina nos cuenta también otro interesante relato de otro récord, este en pista cubierta, el que consiguió en los 400 metros del europeo indoor de San Sebastián, en 1977, diez años antes del anterior, con 22 años: “Las sensaciones fueron muy parecidas a las de Oslo diez años más tarde. Recuerdo que lo que necesitaba era estar sola y mi entrenador empeñado en que hiciéramos cosas para distraerme. Las sensaciones eran que iba a pasar algo pero no sabía si era bueno o malo, pero me mantenía en un estado de alerta constante. Todo era correcto, punto de nerviosismo justo controlado y con una gran decisión de entregarme a la competición con valentía. Las sensaciones calentando eran excelentes, los progresivos, cada vez me encontraba mejor, con mucho temor, era mi primera final de un Europeo y la semifinal la había realizado a muerte con récord de España y el cansancio hacía su presencia, pero el hecho de estar compitiendo en la final con la todopoderosa Marita Koch, deseando y temien-

do salir a la pista, me motivaba y me decía “Rosamari (así me llamaba mi santa madre) eres poca cosa pero sé que lo puedo hacer mejor de lo que esperan de mí”. “Me vacié en la carrera y el premio me llegó con el quinto puesto y un nuevo récord de España con un tiempo de 53.78. Marita Koch batió el récord del mundo. Comprobé que ella también se cogía pájaras y eso me motivó, ella no era una extraterrestre, era humana y si era capaz de correr así, era porque trabajaba duro y eso para mí fue un estímulo para seguir trabajando. Con el tiempo me enteré que había quedado detrás de mí en esta competición otra gran atleta, Jarmila Kratochvilova, que batiría años después el récord del mundo de 400 metros en pista cubierta y el de 800 metros en 1983, aún vigente. Me hice la misma pregunta que diez años después: ¿y ahora qué? Sin ganas de superación e ilusión es muy difícil entregarse a este deporte que te fortalece como persona pero exige una gran entrega.”

José Marín: “Terminé, me fui al hotel, me duché, me comí un bocadillo y volví al circuito” El marchador José Marín relata su récord de 3h40:46 en 50km, logrado en Valencia en 1983, y que en su día fue mejor marca mundial. Marín lo recuerda todo muy bien: “Al tiempo que se disputaba nuestra prueba estaban en acción también las chicas sobre 10 km. Era para mí un aliciente, pues entrenaban con nosotros. Apretaba para verlas, pasé los primeros kilómetros rapidísimo porque tenía prisa en volver a verlas y animarlas. Cuando me di cuenta había pasado muy rápido el 20, llegué al 40 y me dicen: “oye, que haces récord, que haces 3h40”; le digo: ”va hombre va, que te has equivocado, míralo bien”. A la vuelta siguiente: “que no, que lo haces”. Le

entrevista dónde ducharme y unos aficionados que había presenciando la prueba, cuyo hijo practicaba la marcha y que vivían allí mismo, me ofrecieron amablemente su casa para ducharme; subí, me duché y cambié y bajé rápidamente para la entrega de premios.”

pregunto a José, ¿sufriste mucho ahí al final?: “No, no, no pinché al final. En ningún momento miré el crono. Terminé, me fui al hotel, me duché, me comí un bocadillo, volví y estaba todavía la gente marchando. En el momento que yo acabé no era mejor marca mundial, porque había unos rusos unos rusos que en el campeonato de Rusia de 1980 habían bajado de 3h40. Yo tan campante y tan contento con mi marca, con mi récord de España. El récord del mundo era del mexicano Bautista, 3h41. Pero al cabo de unos meses anulan aquellas marcas porque los rusos habían recorrido 48 km, entonces es cuando dijeron que era récord del mundo”.

Jordi Llopart: “Quiero ir muy rápido antes de que salga el sol” El marchador catalán Jordi Llopart me atiende amablemente y charla conmigo. Le digo que me cuente la marca que le dio el título europeo en 50 km, pero él prefiere relatarme su 3h44:33 de 1979, en Reus, de la que guarda un gran recuerdo: “La prueba se inició a las

Fermín Cacho: “Estuve a punto de alcanzar a El Guerrouj en siete de la mañana, era la semifinal de el sprint final” la Copa Lugano, hoy la Copa del Mundo de Marcha, España debía participar para clasificarse para la final. Hicimos preparación en el Teide, con mi padre (Moisés Llopart) y allí entrenamos para marchar a 4:30 el kilómetro, lo que daría una marca final de 3h45. Yo salí fuerte, a ritmo, iba ganando un segundo, dos, tres segundos por kilómetro, hasta que, a las ocho de la mañana, vino Juan Manuel de Hoz, entonces presidente de la RFEA, y me dijo: “oye, Jordi, ¿dónde vas?”, refiriéndose a que iba demasiado rápido. Yo le dije “va a salir el Lorenzo, el sol, y va a calentar fuerte, yo quiero ir muy rápido ahora. Era un circuito de 5 km con subida y bajada. Fui a ritmo muy uniforme toda la prueba y controlando totalmente y pude ir robando segundos, en total bajé 27 segundos de las 3 horas y 45 minutos. Recuerdo que Martí Perarnau escribió entonces “Jordi Llopart, la máquina de caminar”. Le pregunto si sufrió al final especialmente: “Nada, nada, nada, incluso la última vuelta la hice más rápida. La marca era en aquel momento la mejor europea y fue la mejor marca de mi carrera. Tuve una sensación gratísima, porque era la satisfacción del deber cumplido. Si en Praga fue el deber cumplido como campeón de Europa y en Moscú como medallista olímpico, en 1979 fue la satisfacción de la marca. Miguel, te voy a contar una anécdota: no sabía

Hablo con Fermín Cacho y le pido que me hable de su 3:28.95, actual récord de España y récord de Europa durante muchos años: “Zúrich fue prácticamente una semana después del mundial de Atenas 1997. Después de un campeonato me solía ir a casa, pero ese año me quedé para intentar hacer una buena marca. Cuando me levanté el 13 de agosto por la mañana le dije a Mostaza que tenía todas las sensaciones de que podía hacer récord de España, tenía intención de bajar los 3:30.92 de González, y tenía todas las sensaciones para poder hacerlo. Sabía que la carrera iba a ser muy rápida, había que estar

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entrevista muy atento y bien colocado para no tener que hacer mucho recorrido para llegar a la cabeza en la parte final, me sentí bien, me sentí con muchísimas fuerzas, estuve a punto de alcanzar a El Guerrouj en el sprint final”.

Sandra Myers: “Lo que más alegría me dio fue ganar a Breuer” Sandra Myers habla conmigo animadamente en el módulo madrileño del CSD. Le pido que nos relate su 49.67, aún vigente récord de España de 400 metros y le cuesta hacer memoria: “Fue en Oslo, recuerdo que había un ambientazo. Yo tenía una gran rival, la alemana… “. No le sale el nombre, sí, le digo, Breuer, “sí, sí, Grit Breuer, lo recuerdo ahora bien, no tenía ninguna esperanza de ganarla y cuando la gané me sentí muy bien, fue muy bonito, muy bonito”. Le pregunto si esperaba bajar de los 50 segundos: “Sí, a lo mejor, pero lo que más alegría me dio fue ganar a la Breuer (risas), era 1991, era el año antes de los

Juegos Olímpicos. Era una de mis máximas rivales y ella se quedó con una cara…”, y Sandra hace un gesto como imitando la que se le puso a la alemana”.

Luis Miguel Martín Berlanas: “En la última recta los números cambiaban lentamente en el crono de pista” Le digo a Luismi Martín Berlanas que me cuente su primer o su cuarto y último último récord en la prueba de obstáculos. Elige los 8:11.18 con los que desbancó a Domingo Ramón en lo alto de la lista de la prueba: “Acudí al meeting de Sevilla por indicación de la RFEA, que tenía la necesidad de vernos correr para hacer la selección para la Copa de Europa de Selecciones, no estaba planificado correr allí. Estaban todos los españoles y algunos de los mejores africanos y europeos del momento. La liebre pasó por el primer km en 2:43.2 y yo marchaba en la parte delantera; durante el siguiente kilómetro empecé a sentirme muy bien, muy confortable y pasamos en 5:32, yo miraba la pantalla,

veía la carrera y disfrutaba de ella, aunque sin ser consciente del ritmo. A esas alturas la fila ya no era tal y a falta de 700 metros, aún no sé por qué, arranqué con fuerza y se preparó una escabechina considerable en carrera. Recuerdo la charanga en contrameta tocando a tope y el público en pie. Iba lanzado y no podía creer que pudiera ganar, de modo que me entró un ataque de responsabilidad y pasé la última vuelta saltando con precaución cada obstáculo, no fuera a ser que tropezase y perdiera lo ganado. La última recta fue lo contrario a lo habitual, vi el crono antes del último obstáculo y los números cambiaban lentamente. Al llegar señalé el cronómetro 8:11.18, con una mezcla de alegría, satisfacción y emoción, difícilmente igualable. Además suponía la mejor marca mundial en ese momento”. “Te cuento además una anécdota. Bien entrada la noche me pasaron una llamada a la habitación del hotel y la sorpresa que me llevé fue grande, pues se trataba de Domingo Ramón, récordman español de 3.000 obstáculos desde hacía más de 19 años, hasta esa misma tarde. Recordaba aquella final de Moscú 1980, yo tenía 8 años, en la que consiguió su magnífica cuarta plaza y un récord extraordinario. Yo acababa de rebajarlo, para mí era un honor inmenso. Y Domingo, que estaba en casa viendo el meeting por televisión, al terminar empezó a hacer llamadas para averiguar dónde podía estar yo y localizarme. Me contó que guardaba un vino de Rioja de una añada estupenda desde hacía un montón de años esperando este momento y esa misma noche, en familia, dieron cuenta de aquel vino a mi salud y a la de los 19 añazos que contemplaron su hazaña.”

Antonio Corgos: “El 8,23 fue un poco inesperado” Charlo con Antonio Corgos y le pi-

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Ignacio Sola: “En la pista no supe que había batido el récord olímpico”

do (¡cómo no!) que rememore sus famosos 8,23 metros, logrados a escasos metros de donde nos encontramos. Amablemente me cuenta que “fue un récord un poco atípico, venía de un viaje fuera, había estado quince días en Finlandia y no preparé el campeonato de España especialmente, no había entrenado prácticamente nada, fue después de los Juegos Olímpicos, yo tenía 20 años. En el último momento decidí venir, pero una vez puesto en faena pues quieres ganar. Tenía el aliciente de que Alberto Solanas estaba muy bien y Javier Moracho había hecho una incursión en la longitud, y que me ganara un vallista no me hacía mucha gracia (risas). Supongo que aquel día salió todo el trabajo del año, en los Juegos no di todo lo que llevaba dentro y quizá tenía que haber salido en Moscú, no aquí.” Le pregunto si le ayudaron esos 15 días más relajado: “Seguro, seguro, en Finlandia entrené poco, hice dos competiciones para no perder el tono, pero para mí fue un viaje lúdico, de vacaciones. El 8,23 salió, fue un poquito inesperado, durante la competición me decía “qué bien estoy”, cada vez me encontraba mejor, me dije hay que aprovechar esto porque luego nunca se sabe”.

El bilbaíno Ignacio Sola se pone a mi disposición y me relata su récord de España de 5,20 metros, logrado en los Juegos Olímpicos de México, el último de su larga lista de plusmarcas: “Acudí a México con una buena planificación de mi temporada por parte de mi entrenador, José Luis Torres. Temporada que de antemano se sabía que iba a ser larga, habida cuenta de las fechas tardías de celebración de los Juegos Olímpicos, pues quiero recordar que la clasificación fue el 14 de octubre y la final el 16. En el mes de junio conseguí saltar en Madrid 5,10, que me situaban en una buena posición en el ránking mundial, para así afrontar los Juegos que comenzarían casi tres meses más tarde. Llegué a México con un objetivo: batir mi propio récord de España, convencido de que el lograr una marca de 5,15 o 5,20, que estaba a mi alcance, suponía obtener un buen puesto en la final. Podía hacerlo ya que habitualmente mi rendimiento en competiciones importantes crecía”.

“Me clasifiqué sin apuros y a los dos días se celebró la gran final con 15 atletas, a los cuales ya conocía de otras ocasiones en las que había competido con ellos. Logré igualar el récord de España, batirlo una primera vez y una segunda. Había cumplido mi deseo, pero no supe que fue récord olímpico hasta que anochecida la tarde, subí a la grada en la que se encontraba José Luis Torres, que había estado siguiendo la competición, y el periodista José María Lorente, ellos me lo dijeron y solo así me enteré.”

Martí Perarnau: “Luis María Garriga y yo fuimos competidores nobles y honestos” Le pido al barcelonés Martí Perarnau que haga memoria sobre aquel salto de 2.14 con el que desbancó de la tabla de records al aragonés Luis María Garriga. Estos son recuerdos y sus preciosas palabras: “Decir Luis María Garriga era pronunciar la palabra leyenda. Fue una época dorada: Areta, Garriga, Sola, Blanquer… Saltadores excepcionales. Quitarle el récord de altura a Garriga era lo más parecido a un sueño. Pero era un sueño que en cada entrenamiento con Hans Ruf se acercaba un poco más. Día a día, sesión de técnica tras sesión, ese listón que Garriga había colocado en 2.13 parecía más asequible hasta que una buena tarde conseguí superar los 2.14. Con sinceridad, no recuerdo mucho de aquél día, salvo una foto posterior con mi padre, mis dos hermanos y Ernesto Pons, que había sido plusmarquista español años antes con 1,91”. “El verdadero reto, sin embargo, consistía en ganar a Garriga. Él tenía también 2,14 en pista cubierta, por entonces no tenía rango de valor absoluto como ahora, y, además, era un competidor formidable. El mejor. En el Campeo-

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nato de España nos vimos las caras en lo que fue un auténtico cambio de guardia: con 2.15 batí todos los récords y Garriga, con esa elegancia tan extraordinaria que siempre tuvo y tiene, me entregó la corona. 28 años frente a 18. Una ilusión inmensa porque ambos, creo, por encima de competir y luchar a cara de perro fuimos competidores nobles y honestos. Mi récord se lo debo especialmente a él, así que muchos años después vuelvo a darle las gracias”.

Alberto Ruiz: “Recuerdo la ilusión con que fui y le di la noticia a mi madre, que estaba hospitalizada”

El pertiguista catalán Alberto Ruiz me atiende amablemente y me cuenta uno de sus récords: “Si tengo que elegir entre uno de los récords de España de los que tuve la suerte de conseguir en mi carrera deportiva, no tengo duda en seleccionar el que realicé durante los campeonatos de España de Barcelona en 1984, el año de los Juegos Olímpicos

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de Los Ángeles, con una marca de 5,55 metros.” “Por supuesto que todos los récords tienen un significado especial, como podría ser el primero por ejemplo, pero en este en concreto se reúnen una serie de factores que lo hicieron muy especial. En primer lugar la competición, el Campeonato de España es el mejor escenario posible y una de las competiciones más bonitas para conseguirlo. Las condiciones no suelen favorecer, pues se está más pendiente del puesto que de la marca, la competición suele durar mucho tiempo y se llega cansado a las últimas alturas, con lo que es un escenario difícil para mejorar la marca personal en esta especialidad. Otro factor es el lugar, el estadio Joan Serrahima de Barcelona, mi pista. Tuve la suerte y la gentileza por parte de la organización y de la RFEA de que se colocara para la ocasión el saltadero delante de la grada, muy cerca del público. La competición fue en horario nocturno y esa noche se creó un ambiente muy especial que nunca olvidaré”. “Ya había batido el récord de España esa temporada en varias ocasiones y había cierta expectación por ver lo que podía conseguir esa noche mágica en el Serrahima. Se unieron otros factores como que era año olímpico y, aunque ya había hecho la mínima en varias ocasiones, incluido algún récord de España más, el director técnico de la época, Carlos Gil, no me incluyó en la lista

hasta después del campeonato de España, cuando había dado varias listas durante la temporada. Luego me confesó que no me había incluido en las listas anteriores para motivarme y porque estaba seguro que de esta manera mejoraría más mi marca. El tiempo le dio la razón y parece que acertó pero el sufrimiento lo pasé yo durante la temporada. Gran decisión la de Carlos y por supuesto que le perdoné”. “No puedo obviar que también con esa marca mejoraba la categoría de mi beca federativa que luego refrendé en los Juegos con el noveno puesto. Y en plano más personal, recuerdo con emoción que durante esas fechas estaba mi madre hospitalizada con cierta gravedad y la ilusión con la que fui esa misma noche al hospital a darle la noticia. En unos momentos difíciles, llevar la felicidad a un ser querido es lo mejor que te puede pasar. Un gran recuerdo para mí el de esa noche de verano en Barcelona y supongo que también significó un pequeño grano de arena en la historia del salto con pértiga y del atletismo.”

Antonio Fernández Ortiz: “Correr es muy fácil, sólo consiste en perseguir sombras” Le pido al almeriense Antonio Fernández Ortiz que me relate aquel 1:46.8 en los 800 metros del Campeonato de España de 1972, en Vallehermoso: “Amigo Miguel, correr es muy fácil, sólo consiste en perseguir sombras. Esa noche, la noche de aquel Campeonato de España donde hice récord de España, cenamos mi novia y yo en la calle Fernando El Católico en una pequeña terraza (la prueba era a las 23:50). Hablamos, pues de todo lo que unos jóvenes enamorados hablan. Después de cenar paseamos y hablamos de inquietudes e ilusiones y también hablamos del ritmo que tendría que llevar en el cuatrocien-

entrevista los records, hablaron en nombre de los hombres y mujeres que en alguna ocasión habían superado una plusmarca española. Esta es la parte del divertido y jugoso discurso de Loles en las que se refirió a la primera vez que descendió de los 12 segundos en 100 metros con cronometraje eléctrico: ”Resulta que el día que en realidad bajé por primera vez de los 12 segundos eléctricos nadie lo supo. Yo tampoco. Era julio de 1979 en la pista del Serrahima de Barcelona, mi pista. El crono que me otorgaron fue de 12.00 y así se quedó. La marca mejoraba los 12.04 que yo misma había hecho en semifinales y los 12.11 que tenía anteriormente Olga Martorell.”

tos para una buena marca en el ochocientos y que tenía que ser de menos de 51 segundos… y dejábamos correr nuestra imaginación mientras nos aproximábamos a Vallehermoso”. “Y así fue, salí sin duda y llegué con menos duda. Y todo fue posible porque me entrené para atrapar sombras. De aquella carrera lo más que recuerdo es que durante casi treinta años he disfrutado con mi familia frente a la televisión viendo los Campeonatos de España y cómo aquel récord de 800 del campeonato de España se resistía a caer. Pero todo llega, y se tuvo que batir ese récord de los campeonatos treinta años después en semifinales y con liebre… persiguiendo liebres, me hubiera gustado de alguien que hubiera perseguido sombras.”

Loles Vives: “El día que bajé por primera vez de 12.00 nadie lo supo. Yo tampoco” Loles Vives fue una de las atletas que, en el acto de presentación del libro de

ra logrado bajar de los 12 segundos? Sin duda, ella habría sido la que se habría llevado la gloria del momento, mientras que mi mérito quedaría únicamente reflejado como puro dato estadístico. Sin duda, seguiría siendo un gran dato para vosotros los estadísticos, pero a mí, sinceramente, no me habría hecho ni pizca de gracia”. “Esto no tiene más importancia que una simple anécdota, pero refleja una gran verdad: las marcas en atletismo no siempre son lo que aparentan ser. Por suerte, cuando el tiempo no se encarga de poner las cosas en su sitio, lo hacen los estadísticos”.

Dana Cervantes: “Todo es perfecto, pongamos la guinda”

“En mayo de la temporada siguiente, aquí abajo en la pista del INEF, mi pista ahora marqué 11.96. Y entonces sí por primera vez se consideró que una española había bajado de los 12 segundos en el hectómetro. Y así quedó reflejado en la prensa y en la cronología de records, supongo. Y lo supongo porque, posteriormente, algún estadístico quisquilloso se encargó de revisar los records y tras analizar la fotofinish de aquel 12.00 se cambió a 11.99. ¡Genial! Pero yo sin enterarme. ¡Lo supe 15 años después! mientras revisaba un libro de cronología de los records. Alguna vez me he preguntado: ¿Y si durante los diez meses que transcurrieron entre ambos records otra velocista española hubie-

Le pido a la pertiguista Dana Cervantes que me relate un récord concreto de los muchos que consiguió. Se pone a mi disposición inmediatamente y la malagueña de la eterna sonrisa me relata el 4,46 que logró en la pista cubierta de Zaragoza el 31 de enero de 2004: “Fue en el Palacio de los Deportes de Zaragoza, en enero de 2004. En el Gran Premio estábamos las mejores pertiguistas del momento, Mar Sánchez y Naroa Agirre, que eran rivales y amigas, y yo misma. Llegaba muy segura del trabajo hecho en invierno y motivada por alcanzar la mínima para los Juegos Olímpicos de Atenas. Calenté bien y en pocos saltos hice los ajustes. Me sentía confiada y con buen ánimo. Todo fluía, la temperatura, música, ambiente”. “Empecé en 4,01 y continué en 4,21, 4,31 y 4,41. Lo superé todo al primer intento. Ya tenía marca personal y mínima para los Juegos pero quería más, porque sabía que era el día. Pedí 4,46 e hice dos nulos por muy poco. Estaba convencida que iba a saltarlo a la tercera. El speaker anunció que iba y yo pedí pal-

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mas. La respuesta fue inmediata. Además, sonaba una canción que me motivaba muchísimo. Sonreí y pensé: “Todo es perfecto, pongamos la guinda”. Y, de repente, silencio. Solo veía el pasillo, la colchoneta y el listón. Lo siguiente que recuerdo es estar arriba y caer sabiendo que lo había conseguido. Me quedé inmóvil en la colchoneta tres segundos hasta que oí las palmas, los gritos, la megafonía. Salí corriendo para abrazarme a Juanjo Sánchez, mi entrenador. Sabíamos que estábamos viviendo uno de los mejores días de nuestras vidas”.

Mariano Haro: “Tuve la satisfacción de haber cumplido honradamente con mis posibilidades” El grandísimo Mariano Haro rememora los 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. Me agradece con gran humildad que me acuerde de él. Aquellos 27:48.14 le situaron en ese momento como quinto atleta mundial de todos los tiempos: “Es difícil

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acordarse después de tantos años. Yo fui a Múnich en unas óptimas condiciones e intuía que podía conseguir una gran marca. Corrí las semifinales de 5.000 y me clasifiqué para la final, pero no la pude correr debido a un agarrotamiento muscular. En aquellos años era complicado porque en España no había pistas de tartán, sólo existían tres y no te podías entrenar por falta de medios, con lo cual yo me entrenaba en pistas de ceniza que era lo que tenía más cerca”. “La carrera de 10.000 metros fue apasionante, se batieron todos los records existentes hasta ese momento. Cuando vi aquella marca en el crono supuso una gran alegría y sobre todo la satisfacción de haber cumplido honradamente con mis posibilidades. Conseguí ser la quinta mejor marca del mundo y ser uno de los mejores atletas del mundo. Como recuerdo de aquella olimpiada quizás la matanza de los palestinos a los israelíes quedó grabada en mi memoria y supongo que también en la de los demás atletas. Fueron momentos de gran tristeza, también de incertidumbre porque no sabíamos que iba a pasar, si se iban a suspender o no los Juegos. Me acuerdo de que compré a los rusos una cámara fotográfica con un gran objetivo e hice un montón de fotos de aquellos momentos y que des-

pués regalé a un periodista de la agencia Efe. Y cómo no recordar a Mark Spitz con sus siete medallas de oro. Por cierto, que después de la matanza se lo llevaron rápidamente de vuelta a su casa por su ascendencia judía”.

Antonio Prieto: “La mejor manera de demostrar la admiración por una persona es llegando más allá de sus logros”

En 1983 el segoviano Antonio Prieto realizó la hazaña de batir el récord que acabamos de citar, un récord mítico, el que había establecido el gran Mariano Haro once años antes en los 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. Amablemente el popular Taca nos cuenta que “han pasado más de treinta y un años desde aquel 30 de junio de 1983 en el estadio de Lausana donde batí uno de los records de España más históricos y relevantes en aquel momento, por lo que representaba. La marca estaba en posesión de una leyenda del atletismo español, y además se había conseguido rozando una medalla en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. El superar el récord fue una enorme satisfacción, ya que como acostumbran a decir los japoneses: “la mejor manera de demostrar la admiración por una persona

entrevista es llegando más allá de sus logros”. Digo esto porque a la persona a la que me estoy refiriendo era mi gran ídolo durante mi niñez: Mariano Haro. La alegría fue doble porque rompía un récord que durante mucho tiempo me parecía inalcanzable y porque se lo arrebataba a Mariano Haro. ¡Casi nada!”.

Ángel Cruz: “Batiríamos el récord o moriríamos en el intento”

receptor mirando hacia el interior y arrebatándoselo con la mano izquierda para pasarlo luego a la derecha. Nosotros mismos nos organizamos, desobedeciendo a Manuel Pascua, responsable de los relevos en la RFEA, que no había viajado, y que pretendía que cambiásemos al sexto apoyo. Nos salió bien. Y casi alcanzamos el bronce, porque Isidoro le iba comiendo terreno a Italia. Medalla de chocolate. Y tan rica. Como la cena a la que nos invitó Carlos Gil, el entrenador jefe del equipo, que aún no era director técnico de la RFEA, en uno de los mejores restaurantes del centro del Distrito Federal. Casi nos comemos hasta la cáscara de un coco.”

Isidoro Hornillos: “Tenía el objetivo claro de batir el récord otra vez”

El salmantino Ángel Cruz, actualmente miembro de la AEEA, rememora el 13 de septiembre de 1979 en Ciudad de México. Ese día un cuarteto español batía el récord nacional de 4x 400 metros, con 3:04.22: “Aquel día nos levantamos mirando al cielo. Corríamos la final de los 4x400 metros de la Universiada de México a primeras horas de la tarde y en esos momentos solía caer cada día un diluvio bíblico. Pero el dios de la lluvia azteca Tlatoc nos fue propicio y aplazó la tormenta una hora. Benjamín González, tristemente fallecido, José Casabona (en las series corrió Jenaro Iritia, pero fue baja por una obstrucción intestinal), Isidoro Hornillos y yo mismo estábamos conjurados para batir el récord. Nos interesaba la marca, no el puesto”. “Decidimos que yo saldría como si de un 200 se tratase y que ellos iban a correr a lo kamikaze, sin reserva alguna. Batiríamos el récord o moriríamos en el intento. Y lo batimos. Cambiamos el testigo con el atleta que entregaba mostrándolo recto y hacia arriba y el

Le pido a Isidoro Hornillos, hoy presidente de la federación gallega, que me cuente aquel récord suyo de 46.24 en 400 metros, logrado en la Universiada de México, en 1979, y el cuatrocentista gallego está encantado de colaborar: “Me enfrentaba a la eliminatoria de la Universiada. Se clasificaban los tres primeros de forma directa para semifinales. Hacía dos días que había corrido un control de 400 en 46.50, récord de España eléctrico, en ese histórico Estadio Olímpico. Tenía la moral muy alta y dos objetivos claros: pasar la ronda y batir el récord otra vez”. “Como principales rivales tenía al rumano Horia Toboc, que en el Europeo de Viena de pista cubierta de ese año consiguió el bronce en 400 metros con 46.86. También Roberto Tozzi, campeón de Europa Junior de 400 en Donetsk dos años antes y que al año siguiente conquistó el bronce con Italia en el 4x400 de los Juegos Olímpicos de Moscú 80, con un decisivo Pietro Mennea.

Corrí por la calle 7, sin la referencia de mis rivales. Salí rápido, como era habitual en mí. Al paso por los 300 me veo sólo superado por Toboc, que finalmente ganaría con 46.15. Yo entro en segunda posición con 46.24. Objetivos cumplidos y una inmensa alegría. Me di un gran abrazo con Ángel Cruz y “Benja” González que, junto a José Casabona, integraríamos el cuarteto del 4x400 que días más tarde hicimos un excelente récord de España. Sensaciones tan reconfortantes que hoy perduran, resistiendo el paso del tiempo”.

Luis Felipe Areta: “Fue una gozada cuando vi los tres sietes en el marcador” Pipe Areta me atiende amabilísimamente, le doy a elegir que me cuente el récord que quiera y, para mi sorpresa, no elige un récord de triple, sino de longitud: “fue en el estadio Olímpico de Helsinki, el 4 de Julio de 1963. Allí había llegado guiado por Tomás Barris, que tenía muy buen cartel por aquellas latitudes para participar en los “Maalmankisat” (o algo parecido), es decir, los

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entrevista campeón de Europa en Belgrado, cuando superó los 8 metros por 4 cm. Incluso cuando conseguí 7,77, récord de España, escuché un ¡oohh! de aplauso y admiración. ¡Qué gozada cuando comprobé los tres sietes uno detrás de otro, demostrando que había conseguido superar los 7,70 que era como superar un techo que te hacía acceder a los mejores! En Roma 1960, Valkama había sido 5º con esa marca y el francés Collardot 6º con 7,69. Quedé el 2º detrás de Penti Eskola y por delante de Rainer Stenius, tercero en los europeos de Belgrado. Allí, con 21 añitos recién cumplidos, y en pista de ceniza, había conseguido lo que para mí era un marcón. Por eso guardo de ese récord un especial y grato recuerdo...y el agradecimiento a Tomás que me animó a acompañarle y conocer la Meca del atletismo”.

llamados Juegos Mundiales de Atletismo, que se solían y continúan celebrándose todavía en la capital finlandesa. Habíamos llegado como el último paso de lo que podríamos llamar una gira atlética: comenzamos Tomás, Luis Garriga, Virgilio González Barbeitos y yo. En Maguncia había ganado la longitud con récord de España de 7,69, el 26 de junio, y en el estadio Olímpico de Berlín, impresionante, había vencido en la prueba de triple”. “Pero Helsinki fue muy especial. Mientras nos acercábamos en avión, el atardecer finlandés tenía una luz nueva; sobrevolando lagos y abetos interminables tuve la sensación de adentrarme en un mundo distinto y bellísimo. Después de haber aterrizado en el entonces diminuto aeropuerto, y de ser conducidos al hotel por la organización, me fui dando cuenta de lo importante que era para aquél país el atletismo: la prensa, la afición por las calles, en el estadio... No he visto una afición como aquella. ¡Qué público tan maravilloso y entendido! ¡Cómo rugía durante el vuelo de la jabalina, como queriendo sostenerla en el aire, hasta el aterrizaje! Los gritos in crescendo hasta que los corredores llegaban a la meta. Su capacidad de estar al tanto de todo lo que ocurre en cada rincón de las pistas: así el clamor ante el salto de Eskola, sub-

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Conchi Paredes: “Al llegar a casa lloré de felicidad” De triplista a triplista. La palentina Conchi Paredes relata sus 14,30, conseguidos en Segovia en 1994: “Ya viendo cómo iba la semana, de entrenos, el gusanillo que tenía en el estómago, hacía prever que algo bueno podía pasar. Ese día viajamos a Segovia, hacia un día perfecto para competir, me sentía muy bien, relajada, centrada y dispuesta a todo. Realicé varios talonamientos y seguía teniendo esas cosquillas en el estómago. Ese día era el mío y ¡boom! salió 14,30 metros. Durante el salto se te pone la carne de gallina, aunque todavía me pasa cuando lo recuerdo, y volví hacerlo en el tercero, quería más pero hice tres nulos. Eran nulos de 14.60 y había testigos, uno de ellos nuestro Antonio Prieto y también mi entrenador Santiago Moreno. Me fui a casa tan contenta. Cuando llegué, ya estando sola, lloré de felicidad”.

Antonio Serrano: “La carrera fue como un sueño” El manchego Antonio Serrano se convirtió el 25 de septiembre de 1994 en el primer maratoniano español en correr la distancia de Filípides en menos de 2 horas y 10 minutos. Le pido que nos lo cuente: “Después del fracaso del Campeonato de Europa de 10.000 metros en Helsinki tenía muchas ganas de enfrentarme a la maratón de Berlín, desde junio estaba inscrito pero no sabía si llegaría ese día. Yo sabía que estaba bien de forma pues en el mítin de Bruselas a mitad de agosto bajé de 28 minutos, pero la preparación no había sido al uso como se dice, ya que había hecho pruebas de pista, incluso dos de 3.000 metros y pocos entrenamientos largos, pero el ritmo de 3:05 no me era difícil y la duda era si mi musculatura aguantaría más de dos horas corriendo, pues el entreno más largo había sido 28 km”.

entrevista perdí comba. En el 37 adelanté a la liebre y me concentré en no perder ritmo pues sabía que iba en tiempo de récord nacional, no tenía lejos al africano que se había quedado, pero en el km 40 sentí un pinchazo pequeño en un gemelo y me dije, quieto, no aceleres que te juegas el récord, como iba con margen, sufrí esos dos km y llegué en esas 2h09:13 que me otorgaban el privilegio de ser el primer español en bajar de la barrera de 2h10”. “El resto del día fue un sueño, disfrutar con Natalia, una buena cena con carne que estábamos hartos de la pasta, llamadas telefónicas aunque no tantas como ahora pues las redes sociales y los móviles no existían. Y a la vuelta a España, entrevistas y sobre todo celebrarlo con familiares y amigos pues había sido un verano raro con el atletismo que tuve la fortuna de cerrarlo en Berlín con un hito histórico.” “Viajé a Berlín con mi pareja, Natalia Azpiazu, y a un hotel con populares, pues la organización sólo me pagaba a mí el hotel, por ello no me alojé ni viví como un atleta de élite aunque sí tenía bonos personales por ser conocido en la pista. Viernes y sábado lo pasamos comiendo pasta y descansando, a la vez algún que paseíto pues Berlín lo merecía. El domingo madrugamos, desayunamos y nos dirigimos a la salida, calenté 10 minutos de trote y unos estiramientos, como no había ido con los de élite me costó que me dejaran pasar a la primera fila, pero lo conseguí”. “La carrera fue como un sueño, había un gran grupo de africanos y varios europeos, varias liebres que pasaron a 63:53 la media maratón, yo me mantenía a cola de pelotón y además llevaba ánimo “in situ”, pues Natalia, acompañada por el mánager Mostaza, iban en el camión de la prensa que iba en cabeza. Ellos me gritaban que iba a ritmo de récord de España. Yo seguí disfrutando del majestuoso Berlín mientras que iban cayendo atletas del grupo cabecero, y en el 28 incomprensiblemente se escapó la liebre y nos quedamos un keniano, el portugués Antonio Pinto y yo, apreté bien los dientes siempre detrás de ellos que eran los experimentados. Aguanté hasta que en el 35 comencé a sentir más cansada la musculatura y

Ana Isabel Alonso: “Fue una sensación muy difícil de describir, entre vacío total y placer” La palentina Ana Isabel Alonso atiende amablemente a mi petición. Le digo que nos cuente qué sintió al batir el récord de España de maratón. Fue en 1995 en San Sebastián y consiguió 2h26:51, una plusmarca que sigue vigente: “Un récord es algo propio, de uno mismo, solo tuyo… ¡Dios mío, que sensaciones! Es curioso pero una vez cruzada la línea de meta, ver el marcador y oír los altavoces de ambiente proclamando un nuevo récord de España, observas incrédula cómo no sientes nada físicamente, como que no acabas de realizar tal sobreesfuerzo, es una sensación entre un vacío total y un placer tal que es difícil de describir”. “Hoy día, casi 20 años después, puedo verme corriendo por las calles de San Sebastián en un día perfecto como si de

una película se tratase, puedo oír a la gente animando y aplaudiendo a mi paso, el respirar del grupo de compañeros, por cierto muy numeroso en los primeros kilómetros y solos a partir de la mitad con mi amigo Paco Villameriel, fiel compañero de viaje, muy pendiente en todo momento, a las motos de la prensa adelantando los tiempos de paso de lo que presagiaba iba a ser una gran marca, a mi compañera Rocío Ríos más valiente que yo en los primeros compases de la prueba, a mi entrenador muy nervioso preocupado por si los últimos kilómetros de la prueba no estaban bien medidos y no podía dejar de arañar segundos al crono, a compañeros que abandonaban por diferente motivos donde lo difícil no es seguir corriendo, si no tener la capacidad de seguir sufriendo, es lo que tiene la maratón. Es difícil dejar la mente en blanco, te da tiempo a pensar en todo y de todo lo que ha pasado hasta llegar ese momento, en tu familia, sobre todo en ellos, con ellos y para ellos tu récord tiene sentido. Hay una lucha interior de enorme satisfacción que quieres compartir con los demás”.

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Anacleto Jiménez: “A mitad de carrera creía que conseguiría acercarme a los 13 minutos” Al riojano Anacleto Jiménez le pido que haga memoria de su récord de España de 5.000 metros, 13:08.30 en 1997: “Guardo especial recuerdo de esa carrera. Ser el primer atleta español en bajar de 13:10 me transmitía haber roto una barrera que estaba persiguiendo hace tiempo junto con mis rivales, y a la vez compañeros, de prueba. En esos años se creó entre nosotros un ambiente de superación muy positivo en el que el éxito de uno suponía una motivación extra para seguir entrenando y superarnos el resto”. “Llegué a Roma procedente de Moscú, donde el mejor Larios de la historia sucumbió ante el poderío del recién llegado Lluch moscovita, donde yo conseguí ganar en mi prueba a Khalid Boulami , que en esos momentos era subcampeón olímpico de 5.000 metros. El meeting comenzó con una lluvia torrencial que me hizo pensar lo peor y que sería un mal día para ir a por récord pero en el momento de nuestra prueba solo había una pequeña llovizna y había parado el viento. La prueba salió a ritmo de récord del mundo (ya en esos tiempos ni preguntábamos por los pasos). Pasé los 3 primeros kilómetros a un ritmo regular de 2.37 por km, descolgándome al principio para no pasar tan rápido. Era esa sensación de “no voy más rápido por precaución pero tampoco aflojo pues igual no vuelvo a encontrarme en una situación igual”, guardándome la posibilidad de, en un último kilómetro, poder acercarme a los 13 minutos. Algo que en mitad de carrera creí que podría conseguirlo pero el cuarto kilometro fue implacable y perdí el ritmo y segundos necesarios para ello, aunque el resultado final me dejó la satisfacción de

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romper la barrera del 13:10 que era algo que me había marcado como objetivo durante esos años”.

Maite Zúñiga: “Las piernas me iban solas” Le he pedido a nuestra vigente plusmarquista de 800 metros, la vitoriana Maite Zúñiga, que haga memoria sobre aquella carrera en Sevilla en donde marcó unos fantásticos 1:57.45 que siguen en lo más alto de la tabla: “Los recuerdos que tengo de aquel día, los puedo expresar en dos palabras: “fue inesperado”. Había entrenado bien y mi objetivo era acercarme a los 2 minutos. La organización puso una liebre que pasó muy lenta, a 59 segundos el 400 y a la que yo iba empujando. Cuando abandonó, yo me puse en cabeza algo que me resultó extraño pues en la carrera había atletas extranjeras con buenas marcas, pero las piernas me iban solas y aceleré terminando el segundo 400

en 58. La alegría fue inmensa cuando vi el reloj pararse en 1:57.45, no me lo podía creer, había hecho la mejor marca mundial del año hasta ese momento”. “Y es que qué fácil parece todo cuando uno está en forma. Hice la recta de meta al contrario saludando a todo el mundo y, te cuento una anécdota, recuerdo que hacia el 50 noté como venía “la pájara”, como la llamamos los atletas; estaba tan mareada que me metí en el vestuario y me tumbé en un banco sueco hasta que se me pasara y cuando pude incorporarme estaba rodeada de atletas masculinos. Claramente me había colado en su vestuario. No quiero saber lo que debieron pensar al verme y la cara que se les debió poner”.

Antonio Burgos: “Pusimos un telegrama para comunicar que había batido el récord” Y terminamos con el madrileño Antonio Burgos, con el que hablo al fina-

entrevista lizar la comida en el comedor del CAR y al que le pido que me dé pormenores de un récord en una distancia entonces exótica, la milla, y en un país no menos exótico, Sudáfrica. Allí, en 1974, corrió la distancia en 3:59.0. Nos cuenta con orgullo el récord y más cosas: “Yo fui a la Sudáfrica del Apartheid porque me pudo la curiosidad acerca del sufrimiento de ese país aunque tuviera que correr por ello. Tuve una sensación muy palpable de la monstruosidad que suponía aquel régimen. Creo que yo no contribuí a ello. Corrí tres carreras y en la tercera, en Port Elizabeth, batí el récord de España de la milla, detrás de un corredor buenísimo que era Van Zijl. Guardo grandes recuerdos, la distancia me parecía misteriosa, corriendo en el otro lado del mundo en un país como Sudáfrica. Me acuerdo que me acompañaba el presidente de la federación cántabra y me dijo que pusiéramos un

telegrama para comunicar en España que había batido el récord de la milla. Me recorrió un gusanillo de orgullo de haber batido el récord de España.” “Recuerdo que en aquella gira participó Jacques Rousseau, un saltador francés de raza negra, un atleta maravilloso, y en Port Elizabeth, cuando íbamos a coger el avión fui con él a tomar un café al bar del aeropuerto. En la puerta del bar ponía “only white” (sólo blancos) y allí entramos Rousseau y yo a tomar un café. Era como un club inglés con todos los hombres blancos leyendo grandes periódicos. Cuando entró Rousseau los periódicos se vinieron abajo. Nos tomamos el café y nos fuimos. Rousseau no pudo aguantar más y desde Pretoria se volvió a París”.

Los protagonistas de una historia gloriosa del atletismo español con el Secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal y el Presidente de la Real Federación Española de Atletismo, José María Odriozola.

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