LA PREPARACIÓN EL AVIVAMIENTO PARA DR. BRIAN J. BAILEY

LA PREPARACIÓN PARA EL AVIVAMIENTO DR. BRIAN J. BAILEY Título original: “Preparing for Revival” Copyright © 2008 Brian J. Bailey Título en español

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LA PREPARACIÓN PARA

EL AVIVAMIENTO

DR. BRIAN J. BAILEY

Título original: “Preparing for Revival” Copyright © 2008 Brian J. Bailey Título en español: “La Preparación para el Avivamiento” Todos los derechos reservados Diseño de la portada: © 2008 Zion Fellowship, Inc. Imagen de tapa © Andrejs Zemdega. Imágenes de tapa posterior © Androsov Konstantin © Kiyoshi Takahase. Usadas con permiso, Istock Images. Traducción al español: Carlota Figueroa Edición del texto en español: Ariel y Raimundo Ericson Primera impresión: septiembre 2009. A menos que se indique lo contrario las citas son tomadas de la Santa Biblia versión Reina-Valera © 1960, propiedad de Sociedades Bíblicas Unidas. Abreviaturas de las otras versiones de la Biblia utilizadas: BA: Biblia de las Américas DHH: Dios Habla Hoy NVI: Nueva Versión Internacional RV: Reina-Valera, Revisión de 1909 TLA: Texto en lenguaje actual Impreso en los Estados Unidos de América Zion Christian Publishers P.O. Box 70 - Waverly, New York 14892 ISBN 1-59665-256-X

RECONOCIMIENTOS En la edición de la versión original en inglés: Rev. Norman Holmes y el equipo de Zion Ministries de las Filipinas. Equipo editorial de ZCP: Carla Borges, David Kropf, Justin y Sarah Kropf, Edgar Monroy, Raquel Pineda, Caroline Tham y Suzanne Ying. A Carleen de Fuertes por la traducción de este libro al castellano. A Raimundo y Ariel Ericson por su ardua labor en la edición y revisión final de la edición en castellano. Deseamos expresar nuestra gratitud a estos amados hermanos porque sin el aporte de sus muchas horas de valiosa ayuda este libro nunca habría sido una realidad. Estamos sinceramente agradecidos por su dedicación, creatividad y excelencia en la compilación de este libro para la gloria de Dios.

ÍNDICE

Prefacio

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1. “Oh Jehová, aviva Tu obra”

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2. “Deja ir a Mi pueblo”

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3. Las fiestas de Israel

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4. La preparación de Cristo

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5. Cómo obtener la herencia

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6. La reconstrucción del templo

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7. La visión de Sion

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PREFACIO Al presentar este libro, quisiera hacer algunos comentarios acerca de los derramamientos del Espíritu Santo –llenos de gracia– en el pasado y en los tiempos modernos. El Señor se ha movido en distintas maneras, las cuales con frecuencia han confundido a creyentes sinceros. Dios ha escogido instrumentos que estaban lejos de ser perfectos. Este sería precisamente el caso de Sansón. Fue escogido por Dios y recibió una poderosa unción; sin embargo, debido a que no tenía una vida consagrada, falló en gran medida. Salomón fue ungido con el Espíritu de sabiduría y entendimiento, pero él tampoco tenía consagración personal y cayó en la idolatría a causa de sus esposas. La unción por sí sola no es suficiente. La preparación de Dios en nuestra vida debe ser lo suficientemente profunda para contener las grandes cosas que Él pronto desatará sobre la tierra. Debemos prepararnos para el avivamiento. En los tiempos modernos, la Iglesia ha visto ejemplos similares. Los ministerios de avivamiento han sido poderosamente ungidos por Dios y han bendecido a un número incalculable de personas. Sin embargo, finalmente muchos fracasaron porque no estaban plenamente preparados para aquello de lo cual Dios los hizo partícipes. Amados, reciban el ministerio de ellos, pero no anden en sus caminos. Tengo la esperanza que el Señor, por Su gracia, use este libro para ayudar a preparar a Su pueblo. Un gran avivamiento

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debe venir pronto a la Iglesia para que esta pueda cumplir su llamado y recoger toda la cosecha de almas en estos últimos tiempos. Que por la gracia de Dios podamos estar completamente preparados para el gran poder del avivamiento que ayudará a que esta Iglesia gloriosa y victoriosa esté aprestada.

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CAPÍTULO 1 “OH JEHOVÁ, AVIVA TU OBRA” El clamor por un avivamiento ha sido la oración del pueblo de Dios en todos los tiempos. Era el clamor del corazón del profeta Habacuc. En el capítulo 3:2 oró: “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia”. Esta oración —”Oh Jehová, aviva tu obra”— es el clamor de todo santo devoto en cada momento de la historia. También está en el corazón de cada uno de los que intercederemos delante de Dios para que Él envíe avivamiento a los pueblos, las ciudades y las naciones. Pero el trasfondo del clamor del profeta también es importante.

POR QUÉ ES NECESARIO EL AVIVAMIENTO Una razón por la cual necesitamos un avivamiento es que el tiempo de los juicios de Dios viene sobre el mundo. En el capítulo 1:4 de su libro, Habacuc nos mostró la condición de su nación en su tiempo: “Por lo cual la ley es debilitada, y

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el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia”. Sin duda, es el mismo caso de muchas naciones hoy día. También podemos leer en el capítulo 2:5-20 acerca de los cinco “ayes” a causa de ciertos pecados: robo en el versículo 6, codicia en el versículo 9, violencia e iniquidad en el versículo 12, embriaguez en el versículo 15 e idolatría en el versículo 19. Dios estaba diciendo que juzgaría a Israel a causa de estos pecados. Quienes viajan mucho pueden ver que hoy día Dios está pronunciando juicios pavorosos sobre muchas naciones. Sin embargo, Dios también está hablando a las naciones acerca de juicios mucho mayores que pronto vendrán. Si bien la Iglesia puede alejar el juicio en situaciones específicas y en ciertas naciones, debemos entender que el avivamiento y el juicio también son coexistentes. En la Biblia está claro que el avivamiento a menudo viene antes del juicio y es lo que sostiene al pueblo de Dios durante el juicio. Tomemos como ejemplo los tres sitios de Jerusalén. Los profetas hablaron acerca de la destrucción de Jerusalén a causa de su idolatría, inmoralidad y violencia. El Una razón por la primer sitio se produjo en el año cual necesitamos 586 a.C., pero antes de este un avivamiento es que el tiempo juicio, Dios les ofreció de los juicios de avivamiento bajo el reinado de Dios viene sobre Josías. el mundo.

Capítulo 1

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El siguiente sitio de Jerusalén fue en el año 70 d.C., cuando Jerusalén fue destruida por los romanos. Antes de esta destrucción, el avivamiento más grande de toda la historia de Israel llegó en la persona de nuestro Señor Jesucristo y con la Iglesia de los primeros tiempos. El avivamiento precedió al juicio. También sabemos por la Palabra de Dios que, antes de la segunda venida de nuestro Señor, habrá un tercer sitio de Jerusalén. El profeta Zacarías lo describe en el capítulo 14:1-4. Isaías declara que habrá terribles juicios y que una gran oscuridad cubrirá la tierra en ese tiempo. Por su parte, Isaías anuncia que la gloria de Jehová será vista sobre la Iglesia (Isaías 60:1-3). Habacuc 3:16-17 dice: “Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; […]”. En estos versículos leemos que Dios traería juicio sobre el pueblo en el tiempo de Habacuc. Sin embargo, en los siguientes dos versículos también vemos la clara diferencia en el pueblo triunfante de Dios: “Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de

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ciervas, y en mis alturas me hace andar”. Esta es la imagen que se repite en Isaías 60:1-3, de una gran oscuridad que viene y al mismo tiempo la gloria del Señor que se revela sobre la Iglesia. Es de suma importancia que el avivamiento venga a la Iglesia antes del juicio. Esto es porque el avivamiento desatará el gozo del Señor en nuestro corazón, gozo que será nuestra fortaleza para sostenernos durante los tiempos de tribulación y juicio. La Iglesia debe entrar en el avivamiento con milagros y provisión sobrenatural, ¡porque el avivamiento mantendrá viva a la Iglesia! Durante la década de 1930, en el país de Gales, se produjeron tiempos de juicio en los cuales escasearon los alimentos. El gobierno no proveía comida, por lo que los cristianos tuvieron que orar fervientemente pidiendo alimento. Los alimentos comúnmente se almacenaban en lo que llamaban “despensas”. Cuando sus despensas se vaciaban, comenzaban a orar. ¡Y cuando las abrían estaban llenas de leche, pan, carne y otros alimentos! Dios proveía para ellos de manera sobrenatural. El avivamiento no es solamente para llevar a los inconversos a Cristo; ¡también es necesario para la Iglesia en tiempos de juicio! Cuando en cierta nación comenzaron a recibir muchas profecías de juicio, algunos cristianos con mentalidad de negocios comenzaron a producir alimentos deshidratados congelados como previsión para la tribulación que se acercaba. ¡Por dos mil dólares vendían un cargamento de comida que podía alimentar a una persona durante un año! Era sorprendente ver cuántos cristianos los compraron. Luego,

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también razonaron que si ellos tenían comida y otros no, esas personas podrían venir a quitarles su comida. ¡Así que comenzaron a comprar armas! Es increíble cuánto pueden distorsionarse los pensamientos de las personas cuando intentan salvarse por sus propios medios. ¡No! Debemos ser guardados por el poder de Dios; necesitamos tener avivamiento y milagros durante los tiempos de juicio.

CÓMO COMIENZA EL AVIVAMIENTO En el libro de Habacuc, el primer paso hacia el avivamiento fue la intercesión y la actitud de esperar en Dios. Cuando Dios le dijo a Habacuc que venía el juicio, el profeta clamó en el capítulo 3:2: “[…] aviva tu obra […] en la ira acuérdate de la misericordia”. Esto fue lo que el Señor nos hizo sentir a nosotros hace algunos años respecto de una sequía en cierto país. Sabíamos que la sequía era un juicio de Dios, pero luego Él nos habló diciendo: “Esta sequía es obra de Mi mano, pero ahora quiero que clamen pidiendo Mi misericordia, para que llueva”. Es muy importante que clamemos pidiendo misericordia cuando veamos que viene el juicio de Dios. Como hijos de Dios, deberíamos humillarnos y comenzar a clamar: “Oh Dios, en la ira acuérdate de la misericordia”. Habrá grandes juicios, pero queremos la misericordia de Dios. Deseamos clamar: “Señor, merecemos el juicio; pero Señor, aviva Tu obra”. El profeta continuó en Habacuc 2:1 diciendo: “Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré, velaré

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para ver lo que El me dice, […]” (BA). Habacuc fue a su torre de oración, no solo para orar un rato sino que dijo que esperaría, y continuaría esperando, una palabra del Señor. Al orar y esperar en Dios, veremos que el próximo paso hacia el avivamiento es que el Señor nos hablará y nos revelará los obstáculos para el avivamiento. A menudo, el primer obstáculo que el Señor menciona es la necesidad de limpieza. En Habacuc 2:1, cuando el profeta abrió su corazón delante de Dios, esperaba algún tipo de reprensión de parte del Señor, porque dijo: “[…] velaré para ver lo que El me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido” (BA). El rey David también era esa clase de persona. En Salmos 139:23-24, exclamó: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad,[…]”. Es muy importante comprender que el avivamiento comienza con nosotros. Es bueno orar para que Dios avive a otros y comience a moverse a nuestro alrededor. Sin embargo, el avivamiento siempre comienza con quienes están más cerca de Dios, a quienes Él ha inquietado para que vean la necesidad del avivamiento. Por lo tanto, necesitamos clamar: “Crea en mí un corazón limpio” y “Examíname, oh Dios”. Aquí es donde comienza el avivamiento. Luego el Señor puede comenzar a revelar cosas en nuestra vida que ni siquiera imaginábamos que eran un estorbo para el avivamiento. En el capítulo seis de Isaías encontramos que, antes del avivamiento de su tiempo, Isaías tuvo un encuentro fresco con

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Dios. Eso es lo que nosotros también necesitamos. No podemos esperar que los inconversos se encuentren con Dios hasta que la Iglesia haya tenido un encuentro fresco con el Señor.

El avivamiento no es solamente para llevar a los inconversos a Cristo; ¡también es necesario para la Iglesia en tiempos de juicio!

Cuando Isaías entró a la casa de Dios, vio al Señor sentado en Su trono y a los serafines que daban voces uno a otro: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Luego, en el versículo cinco, esta revelación de la santidad de Dios fue tan grande que Isaías clamó: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Antes de este momento, Isaías no era consciente de cuán inmundos eran sus labios porque no había visto al Señor en ese nivel de gloria. Muy a menudo no somos conscientes de cosas en nuestra vida que pueden impedir que Dios se mueva con el poder del avivamiento. Esto se debe a que todavía no hemos tenido una revelación de Dios que haya alumbrado estas cosas ocultas, o quizá sí seamos conscientes de nuestras faltas pero nunca las hemos resuelto. El avivamiento comienza cuando los miembros de la iglesia reciben una visitación y limpieza renovadas por parte de Dios. Si esperamos que el Señor nos haga oír Su respuesta, como hizo Habacuc, Él comenzará a hablar. Quizá sea algo muy

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pequeño lo que el Señor quiera ajustar en nuestra vida. Cierto predicador inglés deseaba ser lleno con el Espíritu Santo, por lo que clamaba: “Señor, lléname con el Espíritu Santo”. El Señor le dijo solo una cosa muy simple: “Ve a la habitación contigua, abre la puerta de la jaula y suelta al pájaro”. En la jaula tenía un ave silvestre que había capturado. La había hecho prisionera y la tenía como mascota. El Señor dijo: “Suelta al pájaro”. El predicador pensó: “Aquí estoy yo, orando para recibir el bautismo del Espíritu Santo, ¡y Dios me habla de ese pájaro!” Se puso a orar nuevamente, y el Señor continuaba hablándole acerca del pájaro. De modo que fue y soltó al pájaro ¡y al momento fue lleno del Espíritu Santo! Usted podrá decir: “Eso es algo ínfimo”. Sí, ¡pero era su obstáculo para recibir el bautismo! ¿Cómo podía el predicador pedir libertad mientras mantenía algo cautivo? Aunque se trataba solamente de un pájaro, Jesús dijo que ni un pajarillo cae a tierra sin que nuestro Padre Celestial lo sepa. Al esperar en el Señor, Él comenzará a hablarnos. Quizás sea acerca de lo que leemos, de lo que miramos en la televisión o algo que aparentemente no está mal. Dios puede hablar y mostrarnos que esas cosas son obstáculos. La Palabra de Dios es muy clara en cuanto a que son las pequeñas zorras las que destruyen la viña (Cantares.2:15). Dios debe hablarnos y mostrarnos las pequeñas cosas que pueden estorbar el avivamiento. Mientras Habacuc esperaba en el Señor en el capítulo dos, para oír qué le diría, Dios le respondió. En el versículo cuatro,

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el Señor reveló un problema que había en el tiempo de Habacuc: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece”. El Señor reveló el obstáculo del orgullo. Al acercarnos a Dios, puede ser que Él dirija su dedo al orgullo. A veces, en la iglesia somos muy orgullosos. ¡Hasta podemos ser muy espirituales y sentirnos sumamente orgullosos de nuestra espiritualidad! El orgullo es engañoso y puede ser un estorbo que obstaculice el avivamiento. Debemos humillarnos para ser conscientes de que dependemos completamente de Dios para que Él derrame Su Espíritu y traiga avivamiento. Se trata de la gracia soberana de Dios, de modo que la actitud de humildad es muy importante. Otro ámbito en el cual puede haber obstáculos para el avivamiento es nuestro hogar. Nuestras casas deberían estar llenas de nuestras oraciones que piden: “Señor, envía avivamiento”. Buscar el rostro de Dios no debe ser algo que hacemos solamente en los servicios de la iglesia, sino también en nuestro hogar. En la Primera epístola de Pedro, en el capítulo tres, se habla de la relación entre el esposo y la esposa. El versículo siete dice a los esposos cómo deben convivir con su esposa, “[…] para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Un Nuestro esposo debe tener cuidado con la hogar y nuestra vida forma en que se relaciona con su matrimonial esposa, ¡porque eso podría estorbar pueden sus oraciones! Nuestro hogar y frenar el nuestra vida matrimonial pueden avivamiento. frenar el avivamiento.

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Malaquías 4:5-6 nos da una prueba más de esto. Declara que el avivamiento de los últimos tiempos, “antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”, estará caracterizado por el hecho que el corazón de los padres se volverá hacia los hijos y el corazón de los hijos se volverá hacia los padres, “no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. Así que tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento encontramos que, para que venga el avivamiento, primero deben ser quitados los obstáculos en nuestra vida familiar. El avivamiento puede comenzar entre padres junto con sus hijos o entre esposos. Usted no puede ir a la iglesia y esperar que Dios se mueva si usted está en mala relación con su cónyuge o sus hijos. ¡Usted no puede decir que está caminando con Jesús si no está caminando en armonía con su esposo o esposa cristiana! Eso hay que solucionarlo en primer lugar. Si el avivamiento no está en su hogar, no está en la iglesia. La iglesia es un conjunto de hogares. En mis viajes tengo el privilegio de visitar muchas iglesias. Si el Espíritu no se está moviendo en la iglesia, con frecuencia encuentro la razón al visitar los hogares. Allí es donde comienza la fe cristiana práctica. Si las cosas no están bien en el hogar, es hipocresía poner una buena cara en la iglesia, sonreír y exclamar: “¡Aleluya!” Uno puede alabar y orar y armar una tormenta, pero no obtendrá un avivamiento. Sin embargo, si los corazones de los padres se vuelven nuevamente a los hijos, y si se reavivan las relaciones matrimoniales, eso sí puede ayudar a preparar las condiciones para que el avivamiento

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venga a la iglesia. ¿Permitirá usted que el avivamiento venga a su hogar? ¡Necesitamos preparar el camino al Señor! Después que Dios habló a Habacuc acerca de ese obstáculo, pasó a mostrarle el siguiente paso. En Habacuc 2:4 el Señor dijo: “[…] mas el justo por su fe vivirá”. Con una actitud de humildad, la Iglesia necesita estar en santa dependencia de Dios y clamar: “¡Señor, pon fe en mi corazón en cuanto a que Tú te moverás!” Únicamente tendremos avivamiento en la medida en que Dios se mueva. Pero no vendrá como resultado de nuestros esfuerzos o actividades, debe venir de Dios. Por lo tanto, debemos acercarnos a Dios con profunda humildad y comprender que es solamente conforme Él ponga fe en nuestro corazón que veremos llegar el avivamiento. Porque cuando clamamos a Dios en oración, la fe puede ser desatada para que se abran los cielos y Dios derrame Su Espíritu con el poder que produce el avivamiento. En los pueblos, en las ciudades y en todas las naciones hay poderes de las tinieblas que atan a las personas. Son como nubes oscuras que impiden que llegue la luz del evangelio (Isaías 25:7). No puede haber avivamiento hasta que sean rotas y destruidas. Pero la oración y la fe combinadas producen resultados. En una oportunidad me encontré en una situación en la que había una gran atadura. Luego nos alejamos del lugar unas dos mil millas (3.200 km) y, a media tarde, estando yo completamente despierto, dos ángeles caídos vinieron y se presentaron delante de mí. El Señor me dijo: “Estos son los

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ángeles que han atado la situación en el otro lugar. Ordena que una cadena ate a estos ángeles”. De modo que simplemente dije a esos ángeles caídos: “El Señor me ha dicho que dé la orden para que una cadena los ate”. ¿Sabe usted qué hicieron esos ángeles? Simplemente inclinaron su cabeza en señal de sumisión porque sabían que les había llegado la hora. No hubo saltos ni gritos de mi parte. Yo estaba sentado en una silla con los dos ángeles delante de mí. Lo único que Dios tuvo que decir fue: “Ordena…”. Entonces yo dije: “Que una cadena los ate y los lleve al infierno”. Vi levantarse una cadena que ataba a uno de los ángeles, luego al otro; ordené que fueran arrojados al infierno y desaparecieron. Unas semanas después hubo un gran cambio en el lugar que había estado atado, y el líder por medio del cual habían estado trabajando los ángeles caídos fue removido de su posición de poder. Esto es lo que quiere decir Salmos 149:8-9: “Para encadenar a los reyes […] con pesadas cadenas de hierro, para cumplir en ellos la sentencia escrita” (DHH). Dentro de muy poco el Señor hará que entremos a una posición en Él en la cual veremos las fuerzas del enemigo y escucharemos la serena Palabra del Señor ordenando que sean atadas. No habrá lucha, ya que se postrarán ante el decreto de la Palabra de Dios que Él nos da para que pronunciemos. Veremos a las fuerzas del enemigo atadas y que les será quitada la cobertura que ejercían sobre el pueblo. Entonces veremos venir la luz de la presencia de Dios trayendo avivamiento con una gran cosecha de almas. Amados, ¡esto es lo que Dios nos está ofreciendo si levantamos más alto nuestra vista!

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Si seguimos estos pasos podemos prepararnos de manera efectiva para el avivamiento. El clamor del corazón de Habacuc: “Oh Jehová, aviva tu obra”, fue la oración de un profeta que había esperado delante del Señor para escuchar lo que Él le diría en lo personal. Nosotros también debemos hacer lo mismo. El Señor desea que nos acerquemos a Él y Él se acercará a nosotros. Desea que le permitamos hablar a lo profundo de nuestro corazón. Quizá el Señor nos hable acerca de algo insignificante como en el caso del pájaro que debía ser puesto en libertad, pero eso será lo que desatará el poder de Dios en nuestra vida. Tal vez sea algo mucho más serio lo que no hemos solucionado, como por ejemplo el orgullo o un problema en nuestra familia. No podemos crear una fórmula y decir: “Haga esto y tendrá avivamiento”. ¡No!, debemos presentarnos delante de Dios, dejar que nos hable en forma personal y nos muestre qué es lo que Él desea cambiar en nuestra vida. Es importante que pasemos tiempo con el Señor y recibamos palabra de Él, porque el avivamiento debe empezar en las personas que componen la Iglesia. Se oyen muchas voces en este país y en el mundo entero. Algunas están declarando avivamiento; otras juicio. Pero ¿cuál es la verdad? En Habacuc 2:2 el Señor dice al profeta: “Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas” (NVI). Eso es lo que nosotros debemos hacer para que las personas entiendan que habrá tanto avivamiento como juicio. Si creemos que solamente vienen gloria y avivamiento, podemos caer en la presunción y la osadía. Por otra parte, si lo único que vemos es una sombría imagen de juicio inminente, las personas pueden caer en el desánimo.

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Debemos entregar una visión verdadera en cuanto a que habrá tanto avivamiento como juicio. Es necesario que haya juicio para que exista purificación, porque Dios no puede pasar por alto la iniquidad nacional. Cuando nuestro Señor regrese a buscar a Su Iglesia, también juzgará a las naciones. Las naciones ovejas estarán a su derecha y las naciones cabritos a su izquierda (Mateo.25:31-34). Por lo tanto, habrá una purificación nacional en muchos países para que puedan ser naciones oveja. De manera, que en estos últimos tiempos, el Señor tratará con las naciones y debemos ser fieles para declarar la palabra y preparar a las personas para el tiempo que viene sobre la tierra. Oigamos el sonido de la trompeta que anuncia: “¡Prepárense para el avivamiento y el juicio!” Al observar a la Iglesia, encontramos que estará en un glorioso avivamiento en el momento del juicio. En el cronograma de Dios las cosas están cambiando, y es tiempo de que la Iglesia se levante. Por lo tanto, el Señor está diciendo a Su Iglesia: “Quiero levantarte, quiero poner Mi gloria y Mi poder sobre ti”. Por la gracia de Dios estamos comenzando a ver cómo ocurrirá este avivamiento.

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CAPÍTULO 2 “DEJA IR A MI PUEBLO” El Señor desea preparar a cada uno de nosotros para el avivamiento. A medida que Dios trata con los obstáculos para el avivamiento que están dentro de nosotros, podrá también comenzar a tratar con las ataduras y obstáculos externos que enfrentamos. Nuestro siguiente tema se refiere a estas ataduras externas y se expresa en las palabras que Dios habló por medio de Moisés a Faraón: “[…] Deja ir a mi pueblo, para que me sirva […]” (Éxodo 7:16). Es un tema de liberación y guerra espiritual.

LO NATURAL Y LO ESPIRITUAL Estamos viviendo en los comienzos del período más trascendental de la historia de la humanidad. Dios está sacudiendo las naciones y los sistemas de este mundo. En nuestro tiempo hemos visto la caída del sistema comunista en Europa y Rusia. También estamos viendo cambios dramáticos en el Medio Oriente, Asia y otras naciones. La pregunta es “¿Por qué?” En 1 Corintios 15:46 el apóstol Pablo nos dice que “No vino primero lo espiritual sino lo natural […]” (NVI). Es decir,

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que Dios obra primero en lo natural y luego en lo espiritual. Podemos ver que se produce la libertad natural, física, en diversos países. Prisioneros políticos han sido liberados, algunos hasta para gobernar sus países. Han caído muros, aun el muro de Berlín y la Cortina de Hierro. Pero Dios desea hablarnos respecto de la libertad espiritual para la Iglesia y también para las naciones. Esta libertad espiritual puede entenderse estudiando los pasos por medio de los cuales el Señor libertó a Su pueblo de la esclavitud de Egipto.

LOS PASOS PARA LA LIBERACIÓN Al igual que los israelitas en Egipto, primeramente necesitamos una revelación de que estamos atados, en esclavitud. Puede ser en nuestra vida, puede tratarse de un problema en nuestra familia o algo que está atando a la Iglesia. Debemos darnos cuenta que “[…] ninguna liberación hicimos en la tierra, […]” como dice Isaías 26:18, por cuanto nosotros mismos estamos en esclavitud. El segundo paso es clamar a Dios a causa de nuestra esclavitud. En Éxodo 3:7, el Señor dijo a Moisés: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor”. Debemos invocar al Señor, porque nada sucederá hasta que comencemos a clamar a Él. Debemos invocarlo porque sabemos que es el tiempo de liberación, primero en lo natural para las naciones, pero también espiritualmente para la Iglesia.

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En Ezequiel 9:1-4, el Señor dio instrucciones de que se colocara una marca sobre la frente de los hombres que gemían y clamaban por todas las abominaciones que se hacían en medio del pueblo de Dios. En Mateo 5:4, el Señor dijo: “Bienaventurados los que lloran, […]”. ¿Somos nosotros gemidores santos por causa de la maldad en la Iglesia? Si Dios pasara, ¿colocaría una señal sobre nuestra frente porque estamos clamando a Él por la condición de Su Iglesia? Luego de este clamor y gemido viene un tercer paso: la promesa de liberación. Debemos tener un rema claro (la palabra de Dios hablada) para ir en contra del enemigo. La palabra para Israel fue: “[…] he descendido para librarlos […]” (Éxodo 3:8). A veces debemos esperar esa palabra o promesa de liberación. En Salmos 40:1, David dice: “Pacientemente esperé […]”, aunque esa palabra de promesa puede venir como en Salmos 102:13: “Te levantarás y tendrás misericordia de Sion […]”. Creo que eso es lo que Dios nos está diciendo ahora. Es el tiempo de Dios para liberar a Su iglesia de sus ataduras, de su esclavitud. Hemos visto primero “lo natural” respecto de la liberación entre las naciones, pero también necesitamos ver luego “lo espiritual” concerniente a la liberación en la Iglesia (1 Corintios 15:46). El siguiente paso es que necesitamos ser comisionados por Dios. En Éxodo 3:10, Dios habla a Moisés y le dice: “[…] te enviaré […]”. No podemos ir a menos que Dios nos envíe. Luego, en el versículo 12, el Señor dijo a Moisés “[…] estaré contigo […]”. Necesitamos la certeza de Su presencia, sabiendo que no vamos solos a pelear con el enemigo.

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En el versículo 14, Dios dio a Moisés Su autoridad para declarar “[…] YO SOY me envió […]”. A menudo encontramos la autoridad de Dios por medio de una revelación fresca de Su nombre. Nuestra situación podrá hacer que necesitemos ver a Jehová-nissi (el Señor nuestro Estandarte) o a Jehová-jireh (el Señor es nuestro Proveedor) o alguna otra revelación personal del nombre de Dios. En Marcos 16:17, nuestro Señor dice: “[…] En mi nombre echarán fuera demonios […]”. Necesitamos una revelación fresca de un aspecto de Su nombre para ir con la autoridad de ese nombre. En Hechos 19:13-16, los siete hijos de Esceva trataron de echar fuera demonios de un hombre sin conocer personalmente al Señor Jesús. Los demonios contestaron: “[…] vosotros, ¿quiénes sois?”, ¡y luego los atacaron! Esto nos muestra que debemos ser enviados por Dios y al mismo tiempo conocer el poder de Su nombre. También necesitamos tener un mensaje. El mensaje que Dios dio a Moisés fue: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva”. Era un mensaje muy claro, el cual también es el mensaje para nosotros hoy.

Pasos para la liberación 1. Una revelación de Dios en cuanto a que estamos atados, esclavizados. 2. Un clamor a Dios a causa de nuestra esclavitud. 3. Una promesa de liberación: Un rema de parte de Dios. 4. Una comisión de Dios. 5. Un mensaje del Señor. 6. Batallar con persistencia en el espíritu.

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CÓMO CONFRONTAR AL ENEMIGO Luego de esto, se produjo la confrontación entre Moisés y Faraón. En el ámbito de lo natural, en las últimas décadas hemos visto en muchos países un persistente poder en la gente que confronta a las autoridades hasta obtener lo que quieren. De forma similar, en lo espiritual debemos confrontar persistentemente al enemigo en el poder del nombre de Dios, para que vengan liberación y avivamiento. Esto fue lo que sucedió en Sudáfrica con el derrumbamiento del apartheid (la segregación de los negros africanos de los blancos). Esto es el inicio del cumplimiento de una visión que tuve en una oportunidad en Ciudad del Cabo. Vi dos violentos vientos de cambios que recorrerían la nación. El primero era político, y ya ha ocurrido; el otro era espiritual, y todavía debe llegar. El resultado de la primera confrontación entre Moisés y Faraón en Éxodo capítulo 5 fue que las cargas se volvieron más pesadas a medida que el enemigo mostraba su poder. Esto también nos sucede a nosotros cuando comenzamos a confrontar a nuestros enemigos espirituales. ¡Ellos contraatacarán y por momentos estaremos tan sorprendidos que no entenderemos lo que sucedió! Seremos alcanzados por vigorosos ataques de poder demoníaco, y quizá seamos afligidos físicamente. Lo que usted a menudo necesitará al afrontar esta tremenda batalla espiritual es un aliento renovado y la certeza que Dios lo liberará. ¡No es conveniente actuar ingenuamente y despertar problemas a menos que uno

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sepa cuál será el final! Moisés recibió esta palabra fresca en Éxodo 6:6 donde el Señor dijo: “Te sacaré”. Sin embargo, el pueblo no escuchó a Moisés a causa de su “congoja de espíritu” y su “dura servidumbre” (vea Éxodo 6:9). A menudo, la congregación puede rendirse rápidamente y el líder acaba encontrándose solo en medio de la batalla. Pero fue debido a los propósitos de Dios que el enemigo contraatacó. El Señor había levantado a Faraón y endurecido repetidamente su corazón. Dios dijo con respecto a Faraón en Romanos 9:17: “[…] para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra”. Dios levanta al enemigo para nuestro bien. Dios ordena las batallas para que se revele Su poder y se cumplan Sus propósitos. Moisés pudo haberse desanimado mucho mientras fracasaban una confrontación tras otra para liberar al pueblo de la esclavitud de Egipto. Sin embargo, la palabra para el líder es: “[…] mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” [verá la salvación de Dios] (Mateo 10:22). Debemos perseverar hasta el fin; debemos confrontar al enemigo hasta que su poder sea quebrantado. Necesitamos una santa persistencia para no rendirnos antes del tiempo de la liberación de Dios. Muchas veces Moisés tuvo que confrontar a Faraón y declarar el mensaje: “Deja ir a mi pueblo”. Cuando usted tiene una palabra de parte de Dios, debe hablarla aun a las

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cuatro paredes de su iglesia o su casa. Los demonios pueden oír. Proclame el mensaje con fe y verá el fruto, como se nos dice en Marcos 11:23. Un ejemplo de esto se encuentra en Ezequiel 37:4. A Ezequiel se le dijo que profetizara: “[…] Huesos secos, oíd palabra de Jehová”. Luego que hubo hablado la palabra del Señor, los huesos comenzaron temblar y a juntarse unos con otros. Algunas veces debemos profetizar y declarar la palabra que Dios nos ha hablado, y solo entonces será liberado el poder de Dios para Su propósito.

LIBERACIÓN FINANCIERA El hecho importante acerca del enriquecimiento de Israel ocurrió antes de la confrontación final. Los israelitas eran muy pobres, y cuando fueran liberados necesitarían abundancia de riquezas para cumplir el propósito de Dios. Debían construir un tabernáculo en el desierto. Así que, antes de la última plaga, Dios habló a Moisés en Éxodo 11:2 y dijo que los israelitas debían dirigirse a los egipcios y pedirles oro y plata. Aquí encontramos el comienzo de una revelación. El dinero comenzó a fluir porque la liberación estaba cerca, y el dinero era necesario para hacer lo que Dios había ordenado. De modo que el Señor liberó sus finanzas y ellos tuvieron una sobreabundancia. De hecho, cuando iban a construir el tabernáculo, ¡Moisés tuvo que impedir que las personas dieran sus ofrendas porque se estaba reuniendo demasiado dinero (Éxodo 36:5-7)! El Señor los liberó y los introdujo en la

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abundancia para que la obra de Dios no sufriera a causa de una escasez financiera. También debemos creer que Dios liberará las finanzas, no para vivir nosotros con lujos, sino para la obra del Señor. Él debe enseñarnos que es Jehová-jireh. Esta puede ser un área en la cual necesitamos liberación. Muchas veces no percibimos el poder del enemigo. Conozco a una persona que pasó su vida padeciendo una gran pobreza porque pensaba que eso agradaba a Dios. De pronto, el Señor quitó el velo de sus ojos y vio que sus finanzas estaban atadas por un espíritu de pobreza. Tan pronto como lo vio, comenzó a creerle a Dios en cuanto a que esa atadura se quebraría. Entonces Dios liberó sus finanzas. No estoy diciendo que debemos ser multimillonarios para Jesús, en absoluto. Pero con frecuencia necesitamos una liberación de las finanzas para poder cumplir los propósitos de Dios en nuestra vida.

EL PODER QUE HAY EN LA SANGRE Luego vino la última plaga. Dios dijo: “[…] Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto” (Éxodo 11:9). Dios endureció el corazón de Faraón y los primogénitos de esa tierra murieron, pero Israel fue protegido por la sangre. Necesitamos dar importancia a la sangre de Jesucristo, porque cuando estamos confrontando al enemigo debemos estar bajo la sangre. Hay gran poder en la sangre. ¡El poder de la sangre en la tierra de Egipto salvó a toda la nación de Israel!

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Había un pastor que estaba soportando una enorme oposición por parte de la comunidad en contra de su iglesia, por lo que reunió a un grupo de personas de oración. Oraron: “En el nombre del Señor Jesús y por la autoridad de Su sangre, atamos al hombre fuerte para que no suscite oposición y deje de atacar la obra de Dios”. No sufrieron más problemas. Los opositores a la iglesia comenzaron a pelear entre ellos, ¡y su poder para oponerse a la iglesia fue quebrantado! También debemos saber cuándo es momento de hacer guerra con el poder de la sangre.

CADA UNO DEBE ESCOGER Faraón permitió a los israelitas dejar Egipto después de la décima plaga, la cual fue la muerte de los primogénitos. Luego, el corazón de Faraón fue endurecido nuevamente y su ejército persiguió a los hijos de Israel. Los israelitas tenían mucho temor y dijeron a Moisés:”[…] Déjanos servir a los egipcios” (Éxodo 14:12). En su desesperación, se enojaron con Moisés por sacarlos de Egipto y desearon nunca haber salido. Cuando vienen los problemas, muchos cristianos asumen la actitud de los hijos de Israel: quieren volver al mundo. Dicen cosas como: “Debimos quedarnos en el mundo. Era mucho más fácil allí que servir a Dios”. ¡Cuán olvidadizas son las personas! Los israelitas eran esclavos en Egipto y eran terriblemente maltratados allí, pero después quisieron volver a su esclavitud.

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Pablo señaló este problema en la vida de los creyentes corintios cuando dijo: “Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas” (2 Corintios 11:20). Es un hecho triste de la vida que muchas personas, aun cristianas, aman sus ataduras y no quieren ser liberadas de ellas. Hace algunos años, varios pastores oraron por una mujer que tenía cerca de sesenta demonios. Pudieron expulsar la mayoría de ellos, pero algunos eran fuertes y estaban profundamente atrincherados en la vida de la mujer. Nos pidieron a mi esposa y a mí que ayudáramos a orar para expulsar a los últimos demonios. Por la gracia de Dios y a través de la oración salieron todos los demonios, excepto uno. Sabíamos que Dios quería liberar a esta mujer y que Él podía hacerlo. Le dijimos: “Usted puede ser librada si quiere serlo”. Sin embargo, ella no deseaba ser liberada del último demonio. El demonio quería salir porque no podía soportar el poder de Dios, pero la mujer no le permitía irse. Ella quería aferrarse a su pecado, así que no pudimos hacer nada más por ella. Más tarde esa noche, dijo a sus amigas: “Podría haber sido liberada esta noche, pero quise mantener mi esclavitud”. No solamente las personas sino también las naciones pueden preferir la esclavitud a la libertad. Del mismo modo que los israelitas, algunos países en la actualidad prefieren las ataduras y quieren que otros tomen las decisiones que ellos deben tomar. Pero la palabra de Dios es clara en cuanto a que cada uno deberá elegir y tomar sus propias decisiones en los últimos tiempos (vea Joel 3:14).

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Amós 5:19 dice que los juicios que vendrán antes del día del Señor serán “como el que huye de delante del león y se encuentra con el oso; o como si entrara en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra”. Estos tres animales –el león, el oso y la culebra– tipifican lo que está sucediendo entre las naciones en los últimos tiempos. El león es el símbolo de Inglaterra, el mayor líder antiguo de los poderes coloniales. El oso es el símbolo de Rusia, el gran ex líder de los poderes comunistas. Muchas naciones dejaron al león (el sistema colonial), y se volvieron al oso (el sistema comunista). Ahora ven que este sistema no funciona, y las personas y las naciones pronto se volverán a la culebra: el Anticristo. Cuando los países de África comenzaban a obtener su independencia hace unos cincuenta años, el Señor me instó a preguntarle: “¿Por qué?” Su respuesta fue: “Para que las naciones puedan escoger entre el Cristo y el anticristo”. Ahora Dios está sacudiendo las naciones para que ninguna tenga excusas respecto de la razón por la cual eligió al Anticristo y no a Cristo. Cada nación tendrá la posibilidad de realizar su propia elección soberana y no estar bajo esclavitud por parte otro poder extranjero. Estamos viviendo en tiempos trascendentales. Vemos que en muchos países los gobiernos están fracasando. Hay una seria decadencia de la ley y el orden, lo cual cumple la profecía de Pablo en 2 Tesalonicenses 2:3 en cuanto a que el anticristo no se revelará sin que antes venga la apostasía.

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LA DESTRUCCIÓN DEL ENEMIGO Cuando los israelitas se atemorizaron, Moisés los tranquilizó diciéndoles: “[…] Manténganse firmes y fíjense en lo que el Señor va a hacer hoy para salvarlos; […]” (Éxodo 14:13, DHH). El propósito de Dios es la destrucción absoluta del enemigo y nosotros no debemos detenernos hasta verlo totalmente destruido. Entonces el Señor dijo: “[…] ¡Ordena a los israelitas que sigan adelante!” (Éxodo 14:15, DHH). Creo que debemos hablar a nuestras congregaciones y decirles que sigan adelante. En Éxodo 14, el Señor condujo a los israelitas a través de una situación imposible. Dios abrió el mar Rojo, Israel avanzó y Faraón fue destruido en el mar. Cuando avanzamos con fe Dios puede destruir a nuestros enemigos; luego cantaremos como Israel: “[…] Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; […]” (Éxodo 15:1). Debemos ser liberados de nuestras ataduras para poder llevar a cabo las obras de Dios y entrar en el avivamiento. Israel no podía recibir su herencia hasta que su esclavitud a Egipto fuera quebrantada. Nosotros tenemos una herencia entre las naciones, pero para recibirla debemos primero liberarnos de nuestras ataduras. El Señor dice hoy a Su pueblo: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz […]” (Isaías 60:1). Debemos librarnos de nuestras esclavitudes y batallar. Podrá tratarse de algo personal o de una situación familiar; podrá tratarse de algo en nuestra iglesia o en nuestra comunidad local con los espíritus gobernantes. No podemos descansar hasta que cada

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atadura y obstáculo sean removidos. Creo que el proceso de liberación hasta puede estar comenzando en nuestro corazón en este preciso momento.

El propósito de Dios es la destrucción absoluta del enemigo

Dios está llamándonos a dar los siguientes pasos. Primero, debemos ser conscientes de nuestras ataduras. Debemos darnos cuenta que no hemos sido instrumentos de liberación para otros debido a que nosotros mismos estamos esclavizados. Debemos comenzar a clamar a Dios; luego, esperar para recibir la palabra de Dios a partir de la cual actuaremos. Cuando Dios nos comisione con una fresca revelación de Su autoridad y nos provea el mensaje de liberación, debemos declararlo. Luego, como resultado de permanentes confrontaciones en el Espíritu, veremos la victoria. Veremos que los obstáculos y las ataduras caen. Todos caerán cuando declaremos la palabra y creamos, cubriéndonos con Su preciosa sangre. La palabra del Señor es liberación. “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva”.

CÓMO TRATAR CON NUESTRAS ATADURAS Dios ha estado hablando a mi corazón acerca de las familias. Si usted tiene un problema en su familia, Dios desea atar a ese hombre fuerte que los está atribulando y llevar a su familia al orden y la unidad. Tome autoridad

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contra ese hombre fuerte en el poderoso nombre de Jesucristo, y camine en el poder de esa victoria. Creo que hay cadenas de esclavitud sobre algunos que están leyendo este libro. Dios quiere liberarlos. Usted debe ser libre de las ataduras en su vida personal si quiere tomar autoridad en su familia y en la iglesia. Dios es un Dios de liberación, pero usted no puede liberar a otros a menos que esté libre. Confiese las ataduras que desea que Dios quebrante y declare la victoria para que las cadenas se rompan. Pastores y ancianos, ustedes saben que su iglesia no es libre. Saben que hay problemas en su iglesia. Algunas de estas ataduras pueden incluir inmoralidad, odio y envidia. Dios dio a Moisés y a los ancianos la autoridad para quebrantar todas las ataduras de Egipto, pero usted también tiene delante ataduras, esclavitudes, que debe conquistar. Necesita creerle a Dios, que Él romperá esas ataduras de modo que su iglesia pueda ser libre. Debe llevar este mensaje a su iglesia e involucrar a su congregación en la guerra espiritual. Los muros naturales se están derrumbando en muchos países, pero es tiempo de que también caigan los muros espirituales. En muchos países, fue la perseverancia de la presión de las personas y su confrontación lo que derribó los poderes de la esclavitud. Pero en lo espiritual no es por medio del poder ni la fuerza naturales, sino de la unción, que esas montañas, grilletes y hombres fuertes caerán. Y como hemos visto en algunos países, aquellos que estaban en esclavitud y prisión naturales salieron para gobernar sus países. Creo que

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quienes forman parte de la iglesia deben ahora salir de su esclavitud espiritual, tomando la iniciativa en su comunidad y su nación.

BENDICIÓN Y MULTIPLICACIÓN “Multiplicación” es una palabra que ha estado repetidamente en mi espíritu. Con frecuencia los creyentes citan el versículo: “No temáis, manada pequeña, […]” (Lucas 12:32) y en algunos casos es apropiado. Pero por otra parte, Dios también es el Señor de la cosecha, y el Señor de la cosecha no está contento con una cosecha pequeñita. Él es un Dios muy grande y anhela una gran cosecha de almas. Él desea llenar su iglesia. Cuando tuvimos un avivamiento en Nueva Zelanda, no sabíamos cuántas personas había en la iglesia hasta que llegó el tiempo del pago de impuestos. En ese momento tuvimos tres mil solicitudes de formularios para impuestos, de modo que así supimos cuántas personas se habían unido a la iglesia. Hay un tiempo para la bendición. La bendición viene primero, y luego la multiplicación. Logre primero la bendición de Dios en su iglesia quebrantando esclavitudes, y luego crea que Dios llevará a cabo la multiplicación. Nosotros somos los hijos de Abraham, a quien Dios le dijo: “[…] de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo […]” (Génesis 22:17). Una vez que nuestras ataduras son quebrantadas, Dios puede bendecirnos y multiplicarnos de modo tal que el Señor de la cosecha pueda estar satisfecho con iglesias llenas hasta rebosar.

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LIBERACIÓN Y AVIVAMIENTO Vamos a ver los poderes del hombre fuerte caer porque es el tiempo de Dios para la liberación y avivamiento de la Iglesia. En la medida que las tinieblas cubran la tierra en estos últimos tiempos, la gloria de Dios se levantará sobre la Iglesia. La palabra del Señor es: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva”. Confío en que Dios ya ha colocado sus pies en este camino de victoria, que le ha dado un sentido de dirección y le ha indicado los pasos que Él desea que usted dé para que pueda ver la liberación y el avivamiento.

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CAPÍTULO 3 LAS FIESTAS DE ISRAEL Vemos en la Biblia que cada nuevo avivamiento tiene su propio carácter, tema particular o verdad que lo distingue de otros. Al estudiar las fiestas de Israel podemos comprender mejor estos principios del avivamiento. Por medio de estas fiestas no solamente aprendemos más acerca de la manera en que Dios ha obrado en avivamientos pasados, sino que también vemos lo que Él hará dentro de poco en estos últimos tiempos. En Éxodo 34:23 el Señor ordenó a Su pueblo: “Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor […]”. Esto era en el mes primero, tercero y séptimo de su calendario religioso. En esas fechas se celebraban los tres grupos de fiestas que se conocen por los nombres de las principales: la de la Pascua, la de Pentecostés y la de los Tabernáculos.

INTERPRETACIÓN DE LAS FIESTAS Estos tres grupos de fiestas que celebraban cada año los israelitas tienen varios cumplimientos que son muy importantes para nosotros. Primero, pueden verse desde la perspectiva

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dispensacional, en términos de su cumplimiento profético en la historia mundial. Segundo, las fiestas de Israel tienen también un cumplimiento espiritual en la vida de cada cristiano que avanza hacia la madurez. Y tercero, estas fiestas tienen un cumplimiento espiritual en la Iglesia. Veamos ahora un panorama general de estas interpretaciones. Dispensacionalmente, podemos estudiar la manera en que estas tres fiestas representan los tres períodos de la historia del mundo. La primera fiesta de la Pascua liberó a los judíos de Egipto y dio inicio a la era de la ley, la cual se extendió desde Moisés hasta Cristo. La segunda fiesta, la de Pentecostés, dio inicio a la era de la Iglesia con el advenimiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés, relatado en Hechos capítulo dos. Este período del derramamiento del Espíritu Santo continuará hasta la segunda venida de Cristo. La tercera fiesta, la de los Tabernáculos, se extenderá a lo largo de la era del milenio, cuando Jesucristo regrese a gobernar al mundo por mil años. Esto se ve al estudiar las profecías acerca de la segunda venida de Cristo en Zacarías 14. Durante el reino milenario de Cristo, las naciones celebrarán anualmente la fiesta de los Tabernáculos (Zacarías 14:16-19). Las fiestas de Israel también tienen una aplicación en el desarrollo espiritual de cada cristiano. La Pascua habla de la salvación, así como los israelitas fueron salvados por la sangre del cordero pascual. Pentecostés habla del bautismo del Espíritu Santo, que se describe en el capítulo 2 del libro de Hechos. La fiesta de los Tabernáculos habla de avivamiento y de plena madurez espiritual, lo cual analizaremos más adelante.

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En el desarrollo de la Iglesia podemos ver también un cumplimiento de estas tres fiestas. Mientras que la anterior era de la ley estuvo gobernada por la fiesta de la Pascua, esta fue también el fundamento sobre el cual se edificó la Iglesia. Y mientras que la actual era de la Iglesia es gobernada por la fiesta de Pentecostés, también se está gestando una transición para prepararnos para la pronta llegada del milenio. Se producirá el último derramamiento del Espíritu en estos últimos días, lo cual preparará a la Iglesia para la segunda venida de Cristo y la era del milenio. Este avivamiento que llegará pronto está tipificado por la fiesta de los Tabernáculos.

LA FIESTA DE LA PASCUA La primera Pascua, narrada en Éxodo 12, se celebró cuando los israelitas fueron liberados de la esclavitud y la muerte en Egipto por medio del derramamiento de la sangre del cordero. Esto nos habla de la experiencia espiritual de recibir a Cristo, el Cordero de Dios, como nuestro Salvador personal cuando fuimos liberados de la esclavitud al pecado. El apóstol Pablo escribió acerca de esto cuando señaló que “[…] nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7). Cuando celebraron esta primera Pascua, el Señor cambió el año calendario de los israelitas, haciendo que esta fiesta fuera un nuevo comienzo para ellos. En Éxodo 12:2 leemos: “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año”. Del mismo modo, nosotros también experimentamos un nuevo comienzo en la

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salvación, cuando nacemos de nuevo. “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 5:17, NVI). Éxodo 12:3-5 señala que en el décimo día del mes los israelitas debían tomar un cordero sin defecto por cada familia. En cumplimiento de esto, Cristo nuestro Cordero no tenía defecto causado por el pecado. El versículo 6 dice: “Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, […]”. El propósito de guardar el cordero durante cuatro días era inspeccionarlo y asegurarse que no tuviera defecto. Cristo, nuestro Cordero Pascual, fue inspeccionado por cuatro hombres antes de Su muerte: Anás, Caifás, Herodes y Pilato. Ninguno de ellos encontró nada malo en Él. En manera muy similar, nosotros seremos inspeccionados por cuatro grupos: el mundo, la Iglesia, Satanás y Cristo. A los israelitas se les ordenó luego matar y comer el cordero. En el Nuevo Testamento se nos ordena comer (o participar) de Cristo. En Juan 6:53 el Señor dijo: “[…] Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. Esta no es una orden literal sino espiritual que debemos cumplir. En el versículo 63 Cristo dijo: “[…] la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. No comemos y bebemos literalmente la carne y la sangre de Cristo cuando participamos de la Cena del Señor. El pan y la copa únicamente son emblemas que representan Su cuerpo y Su sangre. Participamos espiritualmente de Su carne cuando nos alimentamos de Su Palabra, porque Cristo es la Palabra

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(Verbo) hecha carne (vea Juan 1:14). La vida y el espíritu están en la sangre (vea Levítico 17:14), de modo que bebemos espiritualmente Su sangre al participar de Su vida y Su Espíritu. En Éxodo 12:8 leemos: “[…] comerán la carne […], con …] pan sin levadura”. La levadura es un símbolo del pecado, la hipocresía y la falsa doctrina (estudie 1 Corintios 5:6-8 y Mateo 16:11-12). Luego, Éxodo 12:15 dice: “[…] no deberá haber levadura en sus casas […]” (DHH). Para nosotros, esto puede incluir eliminar de nuestra casa revistas, libros, cuadros, estatuas y programas de televisión mundanos. David dijo: “[…] En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. No pondré delante de mis ojos cosa injusta […]” (Salmos 101:2-3). Tenga cuidado con lo que permite en su casa, porque estas cosas pueden llevarlo a transigir y dejar entrar otros espíritus. Luego, Éxodo 12:11 señala cómo los israelitas debían comer el cordero: “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente […]”. Esto Tenga cuidado mostraba que la Pascua era el con lo que comienzo de su viaje fuera de permite en su casa, porque Egipto hacia la tierra prometida. estas cosas Por tanto, entendemos que pueden llevarlo cuando aceptamos a Cristo a transigir y como nuestro Salvador, dejar entrar comenzamos un viaje otros espíritus espiritual y vamos hacia un

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destino. Debemos seguir adelante en nuestro caminar con Dios desde nuestra conversión hacia nuestro destino: “[…] un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13). La protección de los israelitas era la sangre del cordero pascual. Siempre debemos recordar que la sangre de Cristo nos salva y protege. Por eso debemos hablar mucho acerca de la sangre.

LA PASCUA Y LOS AVIVAMIENTOS DE LA ERA DEL ANTIGUO TESTAMENTO El avivamiento que comenzó con la primera fiesta de la Pascua en Éxodo 12 liberó a los israelitas de Egipto. El poder de este avivamiento fundó la nación de Israel. En términos generales, todos los avivamientos que siguieron ocurriendo durante la era de la ley en tiempos del Antiguo Testamento estuvieron asociados con la celebración de la Pascua. Después de la muerte de Moisés, Josué cruzó el Jordán para entrar en la tierra prometida en tiempos de la fiesta de la Pascua (vea Josué 5:10). Ezequías y Josías tuvieron sus grandes avivamientos en la fiesta de la Pascua (vea 2 Crónicas 30:1; 2 Reyes 23:21-22). Durante la era de la restauración, la fiesta que Esdras celebró fue la Pascua (vea Esdras 6:19). Durante todo el período del Antiguo Testamento el Señor envió avivamientos basados en la fiesta de la Pascua. El final de esa

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era fue luego cumplido por Cristo al morir como el Cordero de Dios sobre una cruz en los días de la fiesta de la Pascua (vea Juan 19:13-16).

LA FIESTA DE PENTECOSTÉS Después de la Pascua estaba la fiesta de Pentecostés, que se celebraba en el tercer mes del calendario religioso judío. La celebraron por primera vez después que los israelitas dejaron Egipto y llegaron al monte Sinaí (vea Éxodo 19:12). En el monte Sinaí la presencia de Dios descendió con fuego, oyeron Su voz, tuvieron provisión divina, milagros, sanidades y muchas otras bendiciones. Esta fiesta nos habla del bautismo del Espíritu Santo, el cual fue experimentado por primera vez por la Iglesia de los primeros tiempos en el día de Pentecostés, en Hechos 2. Las mismas experiencias que tuvieron los israelitas en el monte Sinaí están ahora a nuestra disposición por medio del bautismo del Espíritu Santo. Puedo recordar cuando fui bautizado en el Espíritu Santo en las colinas del sur de Inglaterra. No solamente hablé en lenguas sino que esa noche no podía tocar mi cuerpo porque ardía con el fuego de Dios. La Iglesia de los primeros tiempos comprendía esto, porque Juan el Bautista había hablado acerca del bautismo en Espíritu Santo y fuego. La importancia de Pentecostés y el bautismo del Espíritu Santo se observa más claramente por medio del significado del nombre “Pentecostés”. Este nombre proviene de la palabra

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griega que significa “cincuenta”. Fue llamada así porque se celebraba cincuenta días después de la fiesta de Pascua. Cincuenta es también el número del jubileo, lo cual habla de libertad, liberación y restauración, como se menciona en Levítico 25, realidades que se corresponden con algunos de los resultados del bautismo del Espíritu Santo. Levítico 23:16-17 señala que en el día de Pentecostés los israelitas presentaban a Dios una ofrenda de pan cocido con levadura. Recordemos que la levadura habla de pecado y de doctrina errada. Esto muestra que el bautismo del Espíritu Santo no está únicamente reservado para aquellos que son puros y santos. La iglesia de Corinto es un ejemplo de esto, ya que era una iglesia muy carismática, pero estaba lejos de ser una iglesia santa. El bautismo del Espíritu Santo no lo reciben exclusivamente quienes son santos, sino que es dado a los creyentes que buscan la ayuda del Espíritu Santo para que los conduzca hacia la santidad. Necesitamos entender esto para comprender por qué existe una mezcla en muchas iglesias pentecostales y carismáticas. El poder de Dios puede estar allí; pero también puede haber pecado, doctrinas erradas, adoración falsa y muchas otras cosas. Moisés se encontró con Dios mientras el Señor revelaba Su gran poder en el monte Sinaí; pero al mismo tiempo los Israelitas que estaban al pie del monte estaban adorando al becerro de oro y cometiendo pecado. En forma similar, hay adoración corrupta y una mezcla de espíritus en algunas iglesias pentecostales hoy día.

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Hace muchos años estuve en una iglesia en Suiza. Durante el servicio, Dios abrió mis ojos y vi que a un lado de la plataforma había un ángel del Señor, pero al otro lado de la plataforma había un ángel caído. Por momentos el ángel santo caminaba hacia el púlpito y ministraba a través de la persona que dirigía el servicio. Pero otras veces, el ángel debía dar un paso atrás y el ángel caído pasaba al frente a dirigir el servicio a través de otra persona que estaba en el púlpito. ¿Por qué? Porque las personas no seguían a Dios de todo corazón, y había pecado en la iglesia. Esto lo he visto suceder en distintas iglesias, no solo durante los servicios de adoración, sino durante la predicación. En nuestra condición de líderes, necesitamos comprender cómo estas cosas pueden suceder.

PENTECOSTÉS Y LOS AVIVAMIENTOS DE LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO Cuando llegamos al período de la Iglesia, en el Nuevo Testamento, encontramos que los avivamientos se producían alrededor de la fiesta de Pentecostés. Desde el comienzo de la Iglesia en el día de Pentecostés, el bautismo del Espíritu Santo y el poder de Dios fueron la causa de que la obra de Dios haya prosperado. Los avivamientos en Jerusalén (vea Hechos 2-4), Samaria (vea Hechos 8), la casa de Cornelio (vea Hechos 10) y los continuos avivamientos del libro de Hechos estuvieron todos basados en el bautismo y el milagroso poder del Espíritu Santo. En la historia de la Iglesia, la Iglesia de los primeros tiempos estuvo eclipsada por el poder pentecostal del Espíritu Santo

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durante varios siglos. Sin embargo, cuando el emperador Constantino declaró al cristianismo la religión oficial del Imperio Romano, el poder espiritual de la Iglesia comenzó a ser reemplazado con poder eclesiástico y falsas doctrinas. Con el tiempo, esto se corrompió al punto de que surgió el Papa romano procurando dominar sobre reyes y naciones. Historiadores religiosos y seculares por igual llaman a este período el “Oscurantismo” (alrededor de los años 500 a 1500 D.C.). Pero Dios en Su misericordia prosiguió concediendo avivamientos a distintos grupos y naciones a través de los siglos. En nuestros días, ha estado restaurando el poder del mensaje de Pentecostés a muchas denominaciones cristianas a través del movimiento carismático. En los comienzos del movimiento carismático, el Señor me dio una visión. Vi el río Jordán durante el tiempo de la cosecha, cuando se desborda por todas sus orillas. Se extiende hasta volverse muy ancho y lleva vida a las áreas desérticas que inunda. En esta visión el Señor dijo que Él estaba causando que el movimiento carismático fuera como el río Jordán cuando se desborda. La bendición carismática se desbordó desde el canal angosto de las iglesias pentecostales para traer nueva vida y avivamiento a muchas denominaciones. Pero luego, en esta visión vi que las aguas del río iban a descender y que volverían a su canal habitual. Vi que aquí y allá quedarían lagunas que permanecerían por un tiempo; pero se volverían lodosas, contaminadas, y finalmente se secarían. El Señor me mostró que no todas las iglesias y personas tocadas por la renovación carismática podrían permanecer en sus anteriores lugares. La bendición que fluiría allí por un tiempo no

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permanecería, ya que muchos de estos grupos nuevamente se aislarían, estancarían y secarían. El propósito del desbordamiento del río era traer de vuelta a las personas que estaban distantes e incorporarlas a la corriente principal de lo que Dios continúa haciendo en estos últimos tiempos. La fiesta de la Pascua representa la experiencia de la salvación, y después de la salvación necesitamos proseguir en nuestro crecimiento espiritual para recibir el bautismo pentecostal del Espíritu Santo. Sin embargo, muchas personas piensan que si recibieron el bautismo del Espíritu Santo ya son maduros espiritualmente. En realidad, la experiencia Pentecostal es solamente una plataforma de lanzamiento hacia lo que Dios tiene para nosotros. Como dice Hebreos 6:1-2: “[…] vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento […] de la doctrina de bautismos […]”. El bautismo del Espíritu Santo solo debe ser uno de los fundamentos de nuestra vida espiritual. Debemos edificar sobre estos fundamentos si queremos continuar hacia la completa madurez. ¡Vamos adelante!

LOS TABERNÁCULOS Y LAS FIESTAS DEL SÉPTIMO MES El tercer grupo de fiestas se celebraba en el séptimo mes del calendario religioso de Israel. Durante los calurosos y secos meses del verano que precedían a este tiempo no se celebraban nuevas fiestas en Israel, aunque se habían estado recogiendo continuamente las cosechas. Esto nos habla de los largos y áridos siglos intermedios de la Iglesia. Aunque la

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Iglesia no encontró nuevas experiencias espirituales durante estos siglos, continuó recogiendo la cosecha y creciendo. Después de esta época estéril llegaba un nuevo grupo de fiestas en el séptimo mes (vea Levítico 23:23-43). Este grupo está compuesto por tres fiestas llamadas la fiesta de las Trompetas, el día de Expiación y finalmente la fiesta de los Tabernáculos.

LA FIESTA DE LAS TROMPETAS Levítico 23:24 dice que en el primer día del séptimo mes los hijos de Israel debían celebrar una fiesta llamada “conmemoración al son de las trompetas”. Para encontrar el significado del sonar de estas trompetas debemos estudiar Números capítulo 10. Las trompetas de plata que Moisés fabricó fueron para diversos propósitos. Su primer propósito aparece en el versículo 2, donde el Señor dice: “[…] te servirán para convocar la congregación […]”. Cuando se hacían sonar las trompetas, toda la nación de Israel debía congregarse en el tabernáculo para esperar nuevas instrucciones del Señor. Hemos visto el cumplimiento dispensacional de esta fiesta de las Trompetas en la historia mundial en nuestro tiempo. Esto sucedió cuando los israelitas volvieron a reunirse, de todas partes del mundo, para reestablecer su nación en 1948. Según Números 10:2, la segunda razón para hacer sonar las trompetas era “[…] para hacer mover los campamentos”. En la historia del mundo el Señor prosigue con Sus planes y,

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para cumplirlos, ha estado dirigiendo a los judíos para que regresen a la tierra santa. Esta restauración de su nación a los judíos es parte de los preparativos del Señor para la pronta llegada del milenio, cuando Cristo gobernará al mundo por mil años desde Jerusalén. Números 10:9 nos dice que una tercera razón para tocar las trompetas era hacer sonar la alarma de guerra. Esta ha sido sin duda la experiencia de la nación de Israel desde su restauración en 1948, ya que continuamente ha estado en conflicto con sus vecinos árabes y con los palestinos, los cuales eran conocidos en los tiempos bíblicos como los filisteos. Esto ayuda a mostrar el cumplimiento dispensacional de la fiesta de las Trompetas en nuestro tiempo, puesto que el Israel natural es un tipo o señal de lo que Dios está haciendo en el Israel espiritual, la Iglesia (vea 1 Corintios 15:46). En 1948, cuando Israel se convirtió en nación, el Señor también comenzó a moverse con un renovado poder de avivamiento que levantó a grandes evangelistas y ministerios proféticos. La fiesta de las Trompetas sigue cumpliéndose ahora espiritualmente, al ir los mensajeros de Dios por la Iglesia en todo el mundo haciendo sonar la trompeta y declarando la palabra profética del Señor. Es para convocar a las personas para que oigan una palabra fresca de Dios y decirles que avancen. Esto es lo que Dios está diciendo hoy por todo el mundo. Él desea que Su Iglesia avance. Desea que deje las doctrinas elementales de Hebreos 6:1-2 y que vaya “[…] adelante a la perfección; […]”. También, el llamado de la trompeta a la Iglesia habla de las guerras naturales que vienen

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en la tierra, así como las batallas espirituales que deben ganarse para que el ejército de Dios traiga avivamiento a las naciones.

EL DÍA DE EXPIACIÓN La siguiente fiesta es el día de Expiación, y es considerada el día más sagrado del año por los judíos. Levítico 23:27 dice: “A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová”. El día de Expiación es gobernado por el número diez, el número de las pruebas y sufrimientos. Esto se observa en las diez pruebas de Israel en el desierto. También podemos verlo en Daniel 1:12: “Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, […]” (BA), y en Apocalipsis 2:10: “[…] tendréis tribulación por diez días […]”. En este día de Expiación los judíos pasaban por pruebas y aflicciones mientras oraban y ayunaban. En Levítico 16 podemos leer más acerca de los acontecimientos de ese día. El sumo sacerdote ofrecía sacrificios y hacía expiación por los pecados de toda la nación. Para los cristianos, la fiesta del día de Expiación habla de la limpieza del pecado por la cual entramos a vivir la vida crucificada de Romanos 6:6. Para la Iglesia, representa la limpieza que debe ocurrir antes del fin de esta era para que la Iglesia llegue a ser la novia santa mencionada en Efesios 5:27 y Apocalipsis 19:7-8. Desde el punto de vista dispensacional, creo que ahora estamos en el día de Expiación. Comenzó en el año 1973.

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Ese año, mi esposa y yo viajábamos por Oriente Medio dirigiendo reuniones cuando pasamos por Israel y nos detuvimos una noche en un hotel en el monte de los Olivos. La poderosa presencia de Dios entró en nuestra habitación del hotel y el Señor comenzó a mostrarme la próxima guerra, así como otros sufrimientos que soportaría la nación de Israel. Esa guerra comenzó pocas semanas después, cuando las naciones árabes lanzaron un ataque sorpresa contra Israel. Esta fue la guerra del Yom Kippur, la cual comenzó en el día de Expiación. Los sufrimientos que Israel comenzó a soportar en ese tiempo son una señal para nosotros de que Dios está permitiendo aflicciones y pruebas para hacer una obra de limpieza y expiación alrededor del mundo. Después de esto, el Señor me habló muy claramente a comienzos de 1974 y dijo: “Voy a revelar el pecado en los lugares altos y quitaré a los líderes de muchas naciones”. En los siguientes dos años Dios expuso los pecados de muchos líderes nacionales y quitó de sus puestos a cerca de treinta de ellos, entre los cuales estaban el Presidente Nixon de los Estados Unidos, el Presidente Pompidou de Francia y el Canciller de Alemania, Willie Brandt. Después de esto Dios nos habló de nuevo y dijo: “Ahora voy a revelar el pecado en Mi Iglesia. Voy a tratar con el pecado y voy a removerlo”. Esto es lo que el Señor ha estado haciendo en años recientes en la Iglesia. El Señor ha estado exponiendo el pecado y hablando de nuestra necesidad de limpieza y santidad. Dios ha estado haciendo una limpieza interna profunda para que la Iglesia pueda entrar en el cumplimiento espiritual del día de Expiación. Entonces estaremos listos para

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entrar en la experiencia de la última fiesta, la de los Tabernáculos. Esta experiencia llevará a toda la Iglesia alrededor del mundo al último y más grande avivamiento, el cual preparará el camino para la segunda venida de Cristo y el principio del milenio.

LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS La fiesta de los Tabernáculos era la última y más grande fiesta del año para Israel. Dispensacionalmente, representa la llegada de la era del milenio, que será el último y más extenso período del mundo actual, en el cual Cristo gobernará sobre todas las naciones durante mil años (vea Apocalipsis 20:1-6). Uno de los pasajes bíblicos que lo confirma es Zacarías 14. Este capítulo comienza con la descripción del sitio final de Jerusalén por los ejércitos árabes en los versículos 1-2. El profeta describe a continuación la segunda venida de Cristo en los versículos 3-15. Luego se menciona el milenio en el versículo 16: “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”. El pasaje nos dice que cada año durante el milenio, las naciones del mundo enviarán una delegación a Jerusalén para adorar a Jesús el Rey. Esto sucederá en la celebración anual de la fiesta de los Tabernáculos. Zacarías 14:17-19 también dice que si alguna de las naciones no envía una delegación para celebrar la fiesta de los Tabernáculos, esa nación será castigada con sequía ese año. Así que es claro que el reino milenario de Cristo tendrá como centro la fiesta de los Tabernáculos.

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Como ya mencionamos, la fiesta de los Tabernáculos también tendrá un cumplimiento espiritual en la Iglesia antes de la segunda venida de Cristo. Del mismo modo que Dios está preparando naturalmente a la nación de Israel a fin de que esté lista para ocupar su lugar en el milenio venidero, el Señor está preparando espiritualmente a la Iglesia. Este derramamiento final del Espíritu sobre la Iglesia en los últimos tiempos está revelado proféticamente por la fiesta de los Tabernáculos y habla de avivamiento, cosecha, gozo, gloria y la aparición de Cristo.

LOS TABERNÁCULOS, LA FIESTA DEL AVIVAMIENTO El nombre “tabernáculos” proviene de la palabra hebrea sukká, que significa “choza o tienda”. Este nombre fue dado a la fiesta porque Dios ordenó en Levítico 23:42 que los israelitas habitaran en tabernáculos o tiendas por siete días mientras celebraban la fiesta. La raíz primaria de la palabra sukká es sakak, que significa “cubrir con aceite, ungir”. Por lo tanto, creemos que el significado espiritual de la fiesta de los Tabernáculos es que en los últimos días la Iglesia habitará bajo una cubierta de unción del Espíritu Santo. Leemos en Isaías 25:7 que el Señor destruirá desde Sion “[…] la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones”. Esto significa el quebrantamiento del poder de los principados satánicos que gobiernan las naciones. La Iglesia ha visto vislumbres de esto en avivamientos anteriores. Durante el

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avivamiento en Gales, la unción no solo cayó en los servicios de las iglesias, sino sobre comunidades enteras. En la primera parte del siglo XX el Señor dio un avivamiento en Suecia, donde la convicción del Espíritu de Dios cayó sobre toda la nación. Estas han sido solo vislumbres de lo que veremos en mayor medida en el avivamiento venidero. Las personas recibirán convicción de sus pecados, aunque todavía no conozcan a Cristo o aun cuando nunca hayan estado en una iglesia. Este es el tipo de avivamiento que veremos de nuevo en nuestros días. Han sido dadas muchas visiones del avivamiento que vendrá, donde una comunidad tras otra y una ciudad tras otra serán cubiertas por el Espíritu de Temor de Dios. La gente caerá en las calles invocando a Dios y pidiéndole perdón. No solo la Iglesia habitará bajo la cubierta de unción del Espíritu Santo, sino que creo que veremos naciones cubiertas por el Espíritu de Dios en estos últimos tiempos.

LOS TABERNÁCULOS, LA FIESTA DE LA COSECHA A la fiesta de los Tabernáculos también se la llama “la fiesta de la Cosecha” en Éxodo 23:16. Allí se dice que se festeja “a la salida del año”. La explicación a esto se encuentra en los dos calendarios que seguían los israelitas. Uno era para su año religioso y el otro para su año civil o agrícola. Según su año religioso, esta fiesta era en el séptimo mes; pero según su calendario civil o agrícola, era al final de año. Era el tiempo cuando la totalidad de la cosecha del año ya había sido recolectada.

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Así como esta fiesta se celebraba al final del año para Israel, su Habrá una grandiosa cumplimiento espiritual será al final cosecha de del siglo para la Iglesia. Habrá una almas al final de grandiosa cosecha de almas al final esta era de esta era, tal como se profetiza en pasajes como Mateo 13:39, 47; Isaías 60:1-7 y Santiago 5:7-8. No estamos buscamos un total apartamiento de los santos, donde solo unos pocos serán dejados en la tierra. ¡No! Habrá un gran avivamiento al final del siglo, que reunirá la plenitud de la abundante cosecha de la Iglesia.

LOS TABERNÁCULOS, LA FIESTA DEL GOZO Deuteronomio 16:13-14 dice: “La fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. Y te alegrarás en tus fiestas […]”. Siempre hay mucha alegría cuando hay una buena cosecha. Asimismo, la fiesta de los Tabernáculos se celebraba inmediatamente después de la cosecha del aceite y del vino nuevo, los cuales nos hablan del gozo del Señor. Él quiere dar a quienes lamentan en Sion el aceite del gozo. Quiere llenarnos con el vino nuevo de Su Espíritu. El pleno gozo de Jesús será visto en toda la Iglesia, y nos dará la fortaleza para cumplir la voluntad de Dios en estos últimos tiempos.

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LOS TABERNÁCULOS, LA FIESTA DE LA GLORIA Otro aspecto de la fiesta de los Tabernáculos es que es profética de la gloria del Señor que cubrirá la Iglesia al final de esta era. Leemos acerca de esto en Hageo capítulo 2. El versículo 1 dice: “En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo”. Esto fue en el último y gran día de la fiesta de los Tabernáculos. El mensaje dado para ese día fue: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, […]”, como leemos en el versículo 9. Esto es profético respecto de la Iglesia, en cuanto a que su gloria en los postreros días será mayor que la de la Iglesia de los primeros tiempos. La Iglesia de los primeros tiempos tuvo la bendición de Pentecostés, el cual es el bautismo del Espíritu Santo; pero la Iglesia de los postreros tiempos también experimentará las bendiciones de la fiesta de los Tabernáculos. En 2 Crónicas 5:3 se nos dice que el templo de Salomón fue dedicado en el tiempo de la fiesta de los Tabernáculos. ¿Por qué? ¡Porque es un tipo de las Iglesia de los últimos tiempos! Luego leemos en los versículos 13 y 14 que cuando el templo fue dedicado, la gloria del Señor lo llenó. Los sacerdotes no pudieron continuar ministrando a causa de la gloria que fue revelada. También leemos en Isaías 4:5: “Entonces el SEÑOR creará una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego llameante durante la noche, sobre el monte Sión y sobre los que allí se reúnan. Por sobre toda la gloria habrá un toldo […]” (NVI). Así como la gloria de Dios

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llenó el templo de Salomón durante la fiesta de los Tabernáculos, la gloria de Dios será vista en estos postreros días sobre las iglesias que moran en la Sion espiritual. He sido llevado por el Espíritu a ver visiones de lo que Dios hará en muchas naciones en el avivamiento que viene. He visto la gloria de Dios revelada sobre la Iglesia. Lo he visto protegiendo sobrenaturalmente a Su pueblo por la gloria de Dios, así como protegió a los israelitas antes que cruzaran el mar Rojo. ¿Cuándo se levantará la gloria del Señor sobre Su pueblo? Isaías declaró que será cuando las tinieblas cubran la tierra. Nosotros somos como estrellas, y sabemos que las estrellas se ven de noche. Cuanto más oscura sea la noche, con más intensidad brillan las estrellas. De modo que aunque tinieblas profundas vienen sobre el mundo, podemos regocijarnos que la gloria de Dios también vendrá para los santos.

LOS TABERNÁCULOS, LA FIESTA DE SU APARICIÓN La fiesta de los Tabernáculos es también un tiempo en el cual el Señor Jesús se revelará a Su pueblo en nuevas maneras. Cuando Jesús fue glorificado en el monte de la transfiguración, el hecho fue un tipo de lo que ocurriría en la Iglesia durante el cumplimiento de la fiesta de los Tabernáculos. Pedro quiso construir tres tabernáculos para poder quedarse y disfrutar de la gloria de Cristo junto con Moisés y Elías. Apocalipsis capítulo 11 dice que en los últimos tiempos estos dos testigos, Moisés y Elías, serán revelados

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nuevamente. Pero más importante aun, ¡esperamos ver al Cristo glorificado revelado entre Sus santos! Antes que nuestro Señor regrese físicamente del cielo en Su segunda venida, se revelará personalmente en y a través de Su Iglesia en formas mucho mayores. En Juan 7:2, estaba próxima la fiesta judía de los Tabernáculos. Más adelante, en el versículo 10 leemos: “Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto”. Luego el versículo 14 dice: “Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba”. Finalmente, leemos en el versículo 37: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz […]”. Cristo se reveló progresivamente en una forma cada vez mayor durante la fiesta de los Tabernáculos, como una señal de lo que hará en la Iglesia durante estos últimos tiempos. Cristo se revelará en maneras cada vez mayores hasta ser visto en toda su plenitud en su pueblo. Tuve un pequeño anticipo de cómo será esto. Hace muchos años estaba sentado en una plataforma con varios otros ministros durante una convención. En ese momento escuchábamos a otro ministro que estaba predicando. Súbitamente, el Señor apareció y subió a la plataforma. Luego se dirigió directamente hacia mí, y entró en mí, mientras yo estaba allí sentado. Cuando miré hacia abajo no vi mis manos, sino solo las de Él con las marcas de los clavos. No vi mi ropa, sino únicamente Sus vestidos blancos. Lo que era más importante, mientras yo observaba al orador lo veía a través de los ojos del Señor y lo escuchaba

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con Sus oídos. Hasta sentí en mi corazón lo que el Señor estaba sintiendo acerca de este ministro. Esto solo duró unos dos minutos, pero comprendí en una manera nueva lo que significa: “Cristo en vosotros”. Creamos que podemos experimentar lo que la Palabra de Dios dice: “[…] que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:19). En estos últimos tiempos Cristo y Su plenitud serán vistos y demostrados en y por medio de Su pueblo. ¡Gloria a Dios! La Iglesia tiene mucho que descubrir y experimentar antes que el Señor regrese, y no queda mucho tiempo en esta dispensación. Un gran avivamiento debe venir a la Iglesia para que pueda cumplir su llamado y recoger la cosecha completa de almas en estos postreros días. La Iglesia debe llegar a la plenitud de la madurez y la gloria para ser conformada a la imagen de Cristo. Amados, prosigamos para alcanzar lo que nuestro Señor le está ofreciendo a Su pueblo en estos últimos tiempos. Él está a la puerta y llama. Es tiempo de buscar a Dios de todo corazón. ¿Quién logrará esa comunión íntima con el Señor Jesús de modo que la gloria de Dios pueda aparecer en nuestras iglesias, comunidades y naciones? Dios está haciendo un llamado solemne. Visto que nos ofrece Su admirable gracia, respondámosle rápidamente.

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CAPÍTULO 4 LA PREPARACIÓN DE CRISTO SEGÚN EL LIBRO DE ISAÍAS Al analizar la vida de Cristo a través del libro de Isaías podemos aprender muchas verdades importantes acerca de la manera en que nuestro Señor Jesucristo fue preparado para cumplir Su ministerio. Sabemos que la vida de Cristo es un patrón a seguir para cada uno de nosotros, de modo que también nos convirtamos en mensajeros de salvación y avivamiento. Por la gracia y la unción de Dios, no hay nada que haya sucedido al Señor durante su ministerio terrenal que nosotros no podamos alcanzar también. Primero debemos aprender a seguir el camino del Señor para nuestra vida, pero luego debemos comprender esas verdades en relación con aquellos a quienes ministramos. Dios se está preparando para derramar Su Espíritu sobre las naciones en un gran avivamiento, y está levantando líderes y maestros que estarán preparados para guiar a las multitudes que ya están comenzando a rendirse a Cristo.

ANTES DE SU NACIMIENTO Comenzando con la concepción de Cristo, Isaías profetizó acerca de la vida del Señor con gran precisión

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(vea Isaías 7:17). Luego, en Isaías 49:1, el profeta pronunció las siguientes palabras de parte de Cristo: “Óiganme, países del mar, préstenme atención, naciones lejanas: El Señor me llamó desde antes de que yo naciera […]” (DHH). Claramente, estas palabras están escritas para la Iglesia de los últimos días, a aquellos que viven en países junto al mar y en continentes alejados de Israel. Encontramos en este versículo profético que el llamado de Dios sobre Jesucristo se revelaría cuando Jesús aun estuviera en el vientre de su madre. Esto se cumplió en Mateo 1:21, donde el ángel dijo a José: “[…] porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Jeremías y el apóstol Pablo también supieron lo que era ser llamado desde el vientre de su madre (vea Jeremías 1:5 y Gálatas 1:15). Aunque estos hombres fueron llamados por Dios desde antes de nacer, no entendieron ese llamado hasta muchos años más tarde. Esto todavía puede suceder hoy. Dios puede colocar un llamado en su vida desde antes de su nacimiento, pero usted puede no entender el mensaje hasta su adultez o más tarde en su vida. Por esta razón, el apóstol Pablo oró por los creyentes efesios, para que Dios les diera el espíritu de revelación a fin de que conocieran la esperanza de Su llamado (vea Efesios 1:16-18). En Hechos 19:6, leemos que los creyentes de Éfeso eran pentecostales que hablaban en lenguas y profetizaban. Pero Pablo sabía que necesitaban más. Necesitaban entender su llamamiento. Es muy importante que entendamos el llamado de Dios para nuestra vida y nos consagremos a él. He conocido ministros que han visto el ministerio de otro y lo codiciaron

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equivocadamente. Debemos ser Es muy cuidadosos al respecto. Si el Señor importante que unge y bendice a algún hermano o entendamos el hermana en determinado llamado de Dios ministerio, no significa que Dios nos para nuestra esté llamando al mismo ministerio. vida y nos Hemos visto a muchos ministros consagremos a acabar destruidos cuando trataron él de desempeñarse en un ministerio distinto del que Dios les había dado. Debemos comprender que hay un llamado personal para cada uno de nosotros, para que podamos consagrarnos completamente a la voluntad de Dios y no mirar a la izquierda ni a la derecha. Al pastorear una iglesia, usted debe ser capaz de escoger a los otros líderes mediante la unción de Dios. Hace muchos años conocí a un hombre que había viajado por Holanda y Alemania y que había hecho muchos milagros. Se acercó a nosotros y pidió unirse a nuestra tarea, pero sabíamos que su vida no era recta. Mientras hablábamos con él, el Señor abrió mis ojos espirituales. Pude ver detrás de él al príncipe demoníaco que causaba sus milagros. Este demonio decía: “Quiero unirme a su ministerio”. Entonces, el Espíritu de Dios habló a través de mi boca y dijo: “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (Hebreos 5:4). ¡No podemos ocupar una posición ministerial a menos que nos sea dada por Dios! Uno debe saber quiénes son las personas en el aspecto espiritual, porque algunos son embaucadores. La persona que lo alaba mucho cuando usted llega como el nuevo pastor puede

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ser quien más tarde trate de crucificarlo. La persona que le dice que usted es un regalo del cielo ¡puede ser la que quisiera verlo caer en el infierno! Sin embargo, tenga la plena certeza que Dios honrará su ministerio cuando Él lo ponga como líder. Él le mostrará quiénes son las personas en el aspecto espiritual. Quizá Dios lo visite durante la noche y le muestre quiénes son las personas, o en otras oportunidades le dará solo una palabra o un nombre que describa a esa persona. La palabra de conocimiento y la palabra de sabiduría pueden mostrárselo. Pídale a Dios que le muestre sus “Josué” y sus “Timoteo” a los cuales usted podrá capacitar y encaminar. En Isaías 49:1, Cristo afirmó que desde el vientre de su madre fue conocido por Su nombre. Esto se cumplió en Mateo 1:21, donde el ángel dijo a José: “[…] y le pondrás por nombre Jesús” (NVI). Jesús es la forma griega del nombre “Josué”, que significa: “Jehová es salvación”. Esto revelaba que Él sería el Salvador. Los nombres a menudo tienen un significado profético. Cuando usted comienza una iglesia u organización es importante que ore para que Dios le dé el nombre para esa obra, pues en ese nombre habrá una revelación acerca del ministerio que Dios ha ordenado para usted.

SUS PRIMEROS AÑOS |En Isaías 9:6, al escribir acerca del nacimiento de Cristo, el profeta dijo: “Porque un niño nos es nacido […]”. Entendemos que Cristo no apareció súbitamente en el mundo como el poderoso Hijo de Dios; vino como un bebé. El Señor Jesucristo es nuestro modelo de un líder. Una verdad

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importante acerca del liderazgo es que todo lo que el líder haga deben poder llegar a hacerlo quienes lo siguen. Como un líder de hombres, Cristo vino también en forma de hombre y tuvo que crecer de la misma manera. Como pastores y líderes, debemos ser cuidadosos de guiar a las ovejas de forma tal que puedan seguir nuestro ejemplo. Nuestra meta no es impresionar a la gente, sino guiar a las ovejas. Al ser un niño, Cristo tuvo que alcanzar la madurez antes de que pudiera comenzar su ministerio. En la primera etapa de su desarrollo espiritual tuvo que prepararse para ser un ministro capaz de la Palabra. Aun así, Isaías 7:15 dice acerca de sus primeros años: “Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno [...]”. La mantequilla (o cuajada) habla de la abundancia de leche, lo cual 1 Pedro 2:2 nos dice que espiritualmente es la leche sincera (no adulterada) de la Palabra de Dios. La miel nos habla de revelación y también es un tipo del Espíritu Santo (compare 1 Samuel 14:27 y Efesios 1:18). Debido a que Jesús se alimentó de mantequilla (la Palabra de Dios) y miel (la revelación del Espíritu), fue capaz de rechazar lo malo y escoger lo bueno. Al alimentarnos también nosotros de la Palabra de Dios y permitir que Su Espíritu nos hable, tendremos discernimiento espiritual y la capacidad para realizar elecciones correctas. Podemos ver una imagen de la continuación del desarrollo del Señor en Isaías 49:2. Aquí el Señor afirma: “Hizo de mi boca una espada afilada [...]” (NVI). Hebreos 4:12 nos dice que la Palabra de Dios es como una afilada espada de dos filos. Mientras Cristo crecía como un niño, aprendió a

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llenar su boca con la Palabra de Dios. Para cuando tenía doce años estaba en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y también haciéndoles preguntas (vea Lucas 2:46-47). Todos los que lo oían quedaban asombrados de su entendimiento y sus respuestas. El Señor quiere hacer esto en la vida de cada uno de nosotros también. Ya hemos dicho que Jesucristo es nuestro líder modelo, y que un líder debe hacer lo que sus seguidores también puedan hacer. El Señor desea cumplir en nuestra vida la promesa de Isaías 59:21: “Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre”. En una oportunidad era parte del cuerpo docente de un instituto bíblico donde algunos maestros estaban enseñando doctrinas contradictorias. Uno de los maestros del grupo opositor dijo: “Está bien, Brian. Es bueno que los estudiantes oigan mi posición y la tuya”. Pero más tarde ese mismo día, en una reunión de oración, el Señor se reveló a mí de una manera portentosa y dijo: “¡Es Mi Palabra! ¡Es MI Palabra, no palabra de hombre!” Por lo tanto, cuando predicamos y aconsejamos, necesitamos clamar a Dios. No es cuestión de soltar toda una cantidad de opiniones y pasajes bíblicos. Necesitamos recibir la Palabra del Señor, para que cuando hablemos seamos los mensajeros de Dios. Cuando Cristo tenía solamente doce años de edad, ya estaba en condiciones de confundir a los doctores de la ley en Jerusalén con Su conocimiento de las Escrituras. Para ese entonces, el Señor

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Jesús ya había cumplido la profecía de Isaías 49:2, en cuanto a que Su boca sería como espada afilada. Puesto que Jesús ya estaba capacitado con la Palabra de Dios a la edad de doce años, podemos hacernos la pregunta: “¿Por qué el Padre no envió a Jesús a predicar a la nación en ese momento?” Esta también es una pregunta que muchos jóvenes graduados del instituto bíblico pueden llegar a formularle al Señor. Después de haber aprendido y alcanzado el éxito en sus clases bíblicas, pueden sentir que deberían ser enviados a predicar, pastorear una iglesia, o ser misioneros. Recuerdo cuando me gradué en la escuela bíblica. Yo pensaba que el Señor me llevaría directamente al ministerio, pero en lugar de eso me dijo que volviera a casa. Pasaron varios meses hasta que Él me abriera una puerta en el ministerio. Los jóvenes recién graduados en la escuela bíblica pueden ser enviados inmediatamente para probar sus capacidades y “espiar” la tierra de su herencia. Sin embargo, para entrar en la plenitud de su ministerio son necesarias más etapas de preparación. Esta verdad está demostrada en la vida de Cristo. También se nos dice en Isaías 53:2 que Cristo era “[...] como raíz de tierra seca [...]”. Está claro que Jesús creció en un ambiente espiritualmente árido. Con frecuencia pensamos que si estuviéramos en un lugar donde el Espíritu se mueve todo estaría bien; sin embargo, hay momentos en los cuales Dios nos pone donde hay sequedad. Esto es importante, porque la tierra árida puede desarrollar algo que un lugar de avivamiento espiritualmente bien regado no puede. La tierra seca puede desarrollar raíces fuertes. Hay algunos árboles en climas

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lluviosos que crecen muy rápidamente. Sin embargo, por no tener raíces profundas, son fácilmente derribados. Me preocupa cuando veo alguien que crece muy rápidamente en el ministerio, porque existe el peligro de que también se derrumbe rápidamente. Es importante que desarrollemos raíces espirituales fuertes para que podamos crecer y ser fructíferos aun si el Señor nos llevara a ministrar en un lugar seco o difícil. Isaías 9:1-2 dice más acerca del lugar donde Jesús creció y donde también pasó la mayor parte de Su tiempo de ministerio. Describe a Galilea como “tierra de sombra de muerte” donde “el pueblo […] andaba en tinieblas”. Este fue el lugar donde el Padre colocó a Su Hijo, aunque a causa de Su preparación, el Señor estaba listo para vencer todas las dificultades que enfrentaría. Isaías 49:2 nos sigue mostrando el desarrollo y la progresión en la vida de nuestro Señor Jesucristo. Luego que oímos el testimonio: “Hizo de mi boca una espada afilada [...]” (NVI), el versículo continúa diciendo: “[...] y me escondió en la sombra de su mano” (NVI). La primera parte de este versículo se cumplió cuando el Señor tenía 12 años de edad. Luego no encontramos absolutamente nada en los Evangelios acerca de la vida de Cristo por los siguientes 18 años. Sin embargo, podemos ver estos años de Su preparación en la siguiente porción de la profecía de Isaías. Cristo estaba escondido en la sombra de la mano de Su Padre. Ya vimos en Isaías 9:2 que Él vivió en una tierra de tinieblas, pero aquí vemos que también fue personalmente escondido en aquellas tinieblas.

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A menudo, nuestra teología nos lleva a creer que si estamos caminando en obediencia a Dios estaremos constantemente en la luz. ¡No! Puede ser que si hemos caminado en obediencia seamos puestos en tinieblas. Isaías 50:10 (NVI) dice: “¿Quién entre ustedes teme al SEÑOR y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad, y sin un rayo de luz, [...]”. El versículo prosigue diciendo al que está en tinieblas “[...] que confíe en el nombre del SEÑOR y dependa de su Dios”. En el versículo 11, se nos advierte acerca de tratar de trazar nuestra propia vía de escape de las situaciones donde Dios nos pone en tinieblas. “Pero todos los que prenden fuego y preparan flechas encendidas, caerán en las llamas de su propio fuego, bajo las flechas que ustedes mismos encendieron. El Señor les enviará este castigo y quedarán tendidos en medio de tormento” (DHH). Si estamos en tinieblas y caminamos rectamente con Dios, entonces debemos confiar en el Señor y esperar. Isaías 45:3 (NVI) dice que hay “[...] tesoros de las tinieblas, y […] riquezas guardadas en lugares secretos” que con frecuencia no encontraremos en ningún otro lugar. El Señor también puede hablarnos cuando estamos en tinieblas, como dijo en Mateo 10:27: “Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz [...]”. Hubo un tiempo, hace muchos años, cuando no teníamos dinero. Mi esposa Audrey estaba enferma, nuestro apartamento no tenía calefacción y no teníamos comida. Sí, teníamos teléfono y sabía que podía levantarlo y llamar a algunas personas que estarían complacidas de enviarnos ayuda. Sin embargo, el Señor me habló y dijo: “Si levantas

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ese teléfono, no cuentes más conmigo”. Sabía que el Señor no quería decir que perdería mi salvación. Probablemente hubiera seguido siendo un pastor y hubiese permanecido con el mismo nivel espiritual al que había llegado. Pero entendí que el Señor me decía que yo mismo podría descalificarme de la oportunidad que me ofrecía de llevarme Él, adelante y arriba, en el Espíritu. Fue solo después que demostré que podía permanecer en obediencia y confiando en medio de esa oscuridad, que el Señor nos rescató de esa prueba. Hubo un propósito para que Cristo estuviera escondido en la oscuridad entre los 12 y los 30 años. Isaías 49:2 nos dice lo que sucedió: “[...] me escondió en la sombra de su mano; me convirtió en una flecha pulida [...]” (NVI). Durante esos años cuando nuestro Señor estuvo escondido sin que nos quede registro de Su historia, estaba siendo forjado y pulido para convertirse en una flecha que pudiera dar en el blanco de Su supremo llamamiento. La palabra hebrea kjattaá o kjattáh, el término que más comúnmente se traduce como “pecado” en el Antiguo Testamento, puede ayudarnos a entenderlo mejor. Esta palabra también puede traducirse como “errar el blanco”. Podemos ver este concepto en Romanos 3:23, donde la Biblia dice que “[...] todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Este pasaje nos ayuda a entender por qué Cristo estaba preparado para ser una flecha pulida. Debía ser la flecha que diera exactamente en el blanco. Tenía que ser diferente del resto de la humanidad, quienes como flechas torcidas, yerran el blanco y no alcanzan la gloria de Dios.

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El Señor me enseñó esto muy claramente hace muchos años, cuando tuve la experiencia de morir. Le había pedido a Dios que terminara con mi vida y me llevara al cielo por causa de la oposición que enfrentaba en ese entonces en el ministerio. Dios respondió mi oración. El ángel del Señor se apareció a mí una noche mientras dormía. Me desperté y vi que estaba de pie por sobre mi cama. Salí de mi cuerpo y me puse en pie junto al ángel. Por un momento, que me pareció una eternidad, miré hacia abajo y pude ver mi cuerpo tendido al lado de mi esposa, quien dormía apaciblemente. Al darme cuenta que mi vida terminaba me estremecí. Ya no podría hacer nada más en esta tierra para servir al Señor. Era una sensación escalofriante de que todo había terminado. El ángel se volvió en otra dirección, y yo con él. No cruzamos palabra alguna. Luego fue como si el techo de la casa parroquial desapareciera y nos fuimos más rápido que un relámpago en dirección al cielo, el cual podía ver a lo lejos. Cuanto más nos acercábamos al cielo, más triste me sentía. Aunque yo sabía que era salvo, bautizado en agua, bautizado en el Espíritu Santo, y vivía a la luz de lo que había recibido, extrañamente no sentía expectativa por ir al cielo. Llegamos a las puertas del cielo. Allí, mientras yo permanecía de pie, en cuestión de segundos me fue mostrada toda mi vida, desde mi nacimiento hasta ese momento, en una serie de imágenes, una detrás de otra. Algunas de las imágenes estaban en blanco. Comprendí que esas imágenes en blanco

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eran las ocasiones en mi vida cuando le fallé a Dios, pero por haber pedido perdón, todo recuerdo y registro de ellas había sido lavado por la sangre de Jesús. El Señor me reveló Su propósito para mi vida. Me di cuenta que no lo había cumplido porque estaba muriendo antes del tiempo establecido. En agonía de espíritu rogué al Señor que me enviara de vuelta a la tierra, y me diera otra oportunidad para cumplir mi propósito y alcanzar la meta para mi vida. El ángel seguramente recibió una orden de parte del Señor, porque en este preciso momento él y yo giramos sin decirnos una sola palabra, y descendimos hacia la tierra a una velocidad vertiginosa. Al llegar al lado de mi cama vi mi cuerpo tendido allí. Luego el ángel me tocó y volví a entrar en mi cuerpo. Después de unos días le pregunté al Señor por qué me había dado esa experiencia, y me respondió: “Para que adviertas a Mi pueblo y les muestres cómo es morir”. Amados, uno nunca quisiera ir al cielo antes de alcanzar la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Yo conocí la agonía de esto, y quisiera evitarle a cualquiera esa experiencia. Apocalipsis 21:4 dice que Dios enjugará toda lágrima en el cielo. Cuando usted entre al cielo tendrá desplegado delante el plan de Dios para su vida. Le será mostrado cuánto de ese plan usted llegó a completar. Su rendición de cuentas incluirá más que el hecho de ser salvo o no, y si ha obtenido algunas recompensas celestiales. También tendrá que dar cuenta de si ha sido una flecha que da en el blanco y no falla en alcanzar

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la gloria de Dios planeada para su vida. Por lo tanto, como dice Eclesiastés 7:17, es importante que usted no muera antes del tiempo establecido. En la preparación de una flecha o saeta se tienen en cuenta básicamente dos partes: la filosa punta, a menudo hecha de metal, y el astil pulido, hecho de madera. Estas dos partes representan las dos naturalezas de nuestro Señor Jesucristo. La punta filosa de la flecha habla de Cristo como el Hijo de Dios que no podía pecar ni fracasar. Cristo, el Verbo Encarnado, ya había sido visto como una espada afilada (como la punta de la flecha) a los doce años de edad. El astil de madera de la flecha representa la naturaleza humana de Cristo, el Hijo del Hombre. Como Dios no podía fallar, pero como hombre sí. Durante esos años en los cuales el Señor estuvo oculto de los registros de la historia, su naturaleza humana estaba siendo preparada para que pudiera ser como un astil recto y liso. Si el astil está torcido o es áspero al volar hacia su destino, aunque la flecha esté apuntada con mucha precisión errará el blanco. Hebreos 5:8 revela que nuestro Señor fue formado y pulido para ser esa flecha (o saeta) capaz de dar en el blanco: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”. Su naturaleza humana debía ser preparada por medio de las cosas que sufrió. De esa manera podía ser enviado para dar en el blanco que el Padre le asignó. El blanco de Jesús, Su meta, fue la cruz. Hebreos 5:9 dice luego acerca de Cristo que “[…] habiendo sido

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perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”. A través de Su obediencia en los sufrimientos, Cristo fue preparado para ser la Saeta de Dios que obtendría nuestra salvación. Es también cuando nosotros aprendemos a pasar de manera obediente las pruebas y sufrimientos que Dios puede pulir y perfeccionar el astil de nuestra vida. Él desea que seamos en su mano saetas maduras que alcancen la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Hay muchas maneras en las cuales Dios nos pule. Hace algún tiempo, un pastor se acercó a mí y me dijo: “Quiero dejar mi iglesia porque todos los miembros son rebeldes. ¿Puedo cerrar la iglesia y enviar a los miembros a congregarse a otro lugar?” Cuando oré el Señor me dijo: “No debe cerrar la iglesia”. El Señor me mostró que eran como los moabitas de Salmos 60:8, que fueron usados por Dios como Su “vasija para lavarme”. El Señor me dijo: “Cuando yo quiero perfeccionar y pulir a un pastor, lo llevo a esa iglesia. Los Es cuando miembros rebeldes lo frotan, lavan nosotros y pulen hasta que está bruñido, aprendemos a después de algún tiempo lo retiro y pasar de las pruebas que envío otro pastor que necesita ser Dios puede pulido”. Pude ver que los miembros pulir y de esa iglesia nunca iban a avanzar perfeccionar el en el Señor, pero Dios podía astil de nuestra usarlos para ayudar a preparar a vida otros que sí deseaban avanzar para llegar a la meta.

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El siguiente paso en la preparación de Cristo se encuentra en Isaías 49:2: “[...] y me escondió en su aljaba”. Cuando una flecha está lista para su uso, debe esperar el momento apropiado en el cual el arquero elija usarla. Por lo que dice este versículo, pareciera que Jesús ya estaba preparado y listo durante un tiempo, antes que el Padre lo hiciera salir al ministerio público. Habrá momentos en los cuales Dios nos ocultará y esperaremos en soledad el tiempo en que el Padre nos elija y nos envíe. Esto nos enseña a depender de Dios. No podemos hacer nada, excepto lo que el Señor nos muestre que debemos hacer. Esta preparación también puede ayudarnos a estar listos si necesitamos permanecer solos o tomar una decisión impopular en el ministerio.

UNGIDO EN EL RÍO JORDÁN Cuando Jesús fue al río Jordán para comenzar Su ministerio, era la saeta preparada que estaba colocada en el arco de Su Padre. Pero también sabemos que para que una flecha sea disparada de tal manera que dé en el blanco, debe ser soltada con poder. Fue en el Jordán donde el Padre ungió a Cristo con el poder que necesitaría para volar hacia el blanco y cumplir Su ministerio. Leemos en los Evangelios que el Espíritu Santo descendió como paloma y se posó sobre Él. Cuando el Espíritu vino sobre Jesús, el manto de Dios fue puesto sobre Él y pasó a ser el “Cristo”, que significa “El Ungido”. El profeta Isaías nos revela el manto de unción que había sobre nuestro Señor Jesucristo. En Isaías 11:1 leemos: “Del

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tronco de Isaí brotará un retoño; un vástago nacerá de sus raíces” (NVI). Esto se refiere a nuestro Señor, quien fue un descendiente de David, cuyo padre era Isaí. En el versículo siguiente leemos: “El Espíritu del SEÑOR reposará sobre él: espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR” (NVI). Estas unciones son llamadas los siete Espíritus de Dios en Apocalipsis 4:5 y 5:6. Este manto de los siete Espíritus de Dios que vinieron sobre Cristo en el río Jordán es diferente del bautismo del Espíritu Santo, y más grande que este último. La unción de Cristo fue mucho mayor que la que recibieron los discípulos en el día de Pentecostés. Necesitamos poder entender la diferencia entre estas dos experiencias. Por ejemplo, uno de los siete Espíritus de Dios es el Espíritu de conocimiento, mientras que uno de los nueve dones del Espíritu que podemos recibir luego de ser bautizados en el Espíritu Santo es la “palabra de conocimiento” (1 Corintios 12:8, NVI) [que en la versión Reina Valera 1960 se traduce como “palabra de ciencia”]. Hay diferencia entre el Espíritu de conocimiento y la palabra de conocimiento. Salomón es un ejemplo de alguien a quien le fue dado el Espíritu de conocimiento. Una persona como la reina de Sabá podía acudir a Salomón y formularle muchas preguntas, y a causa de la unción que reposaba sobre él, Salomón podía responder cada pregunta. Gracias al manto puesto sobre su vida, el conocimiento de Salomón fluía de manera constante. Pero no ocurre lo mismo con la palabra de conocimiento. Cuando opera el don de la palabra de conocimiento, uno

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puede conocer algo de forma sobrenatural. Luego el don puede no operar por un largo período de tiempo antes de volver darle el conocimiento de otra cosa. Algunas veces uno recibe una revelación a través del don de conocimiento, y otras veces no. Sin embargo, el Espíritu de conocimiento es una continua unción residente del conocimiento de Dios. Esta era la unción que reposaba sobre Cristo. Jesús sabía por el Espíritu de conocimiento quién era cada persona. Juan 2:24 nos dice que Jesús “[…] conocía a todos”. Cristo hasta sabía quién era Judas, aunque no divulgó ese conocimiento. Así que aunque todos debemos buscar ser bautizados en el Espíritu Santo y anhelar los dones del Espíritu, hay más del Espíritu Santo que podemos recibir. Es por esto que el apóstol Pablo oró para que los creyentes de Éfeso (quienes ya eran pentecostales y estaban bautizados en el Espíritu Santo) recibieran el “espíritu de sabiduría” (Efesios 1:17). Necesitamos la unción de los siete Espíritus de Dios que reposó sobre Cristo para ayudar a la Iglesia a alcanzar la plena madurez en estos últimos días. Leemos en Apocalipsis 5:6 que el Cordero de Dios “[...] tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. También es nuestro deseo tener la naturaleza del Cordero de Dios, para que los siete Espíritus de Dios puedan fluir a través de nosotros y sean enviados para ministrar a otros. El primero de estos siete Espíritus con los que Cristo fue ungido fue el Espíritu del SEÑOR. Leemos más acerca de esta

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unción en Isaías 61:1 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar [...]”. El Espíritu del Señor es para ungirnos y capacitarnos para predicar. Queremos poder decir con Cristo, “[...] las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta [...]” (Juan 14:10). Es muy importante para un ministro el ser ungido por Dios para predicar, porque es el Espíritu Santo quien confirma la predicación de la palabra. No podemos solo predicar y esperar ver resultados por ser elocuentes o conocer muy bien la Biblia. Debemos ser ungidos por el Espíritu del Señor. La segunda unción en Isaías 11:2 es el Espíritu de sabiduría. Esta es la unción que nos capacita para tomar decisiones correctas en el momento correcto. La sabiduría puede definirse como el uso correcto del conocimiento. El conocimiento por sí solo no es suficiente. Uno puede saber algo y ser incapaz de usar apropiadamente ese conocimiento. Para ser buenos líderes necesitamos el Espíritu de sabiduría, del mismo modo que Josué recibió el Espíritu de sabiduría de parte de Moisés cuando fue ungido para ser el siguiente líder de Israel (Deuteronomio 34:9). Una vez fui el pastor de una iglesia que estaba entrando al movimiento carismático. Cuando el Señor comenzó a moverse en un servicio de la iglesia, la esposa de uno de los diáconos dio su opinión en voz alta, oponiéndose a la obra del Espíritu. Concluí el servicio y me dirigí hacia la casa contigua, donde vivíamos, mientras analizaba qué hacer con respecto a esta dificultad. Al entrar en nuestro comedor, tuve una experiencia

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notable. Vi el candelabro de oro de siete brazos que recorría la pared. Apocalipsis 4:5 nos dice que las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios. Mientras veía el candelabro, un poderoso manto del Espíritu vino sobre mí. Hubo una impresionante manifestación de la santidad de Dios que no puedo explicar. Sentí que esa poderosa cobertura que vino sobre mí era el Espíritu de sabiduría. ¡Oh, qué sabiduría me dio el Espíritu para responder a este problema en la iglesia! Todo lo que hice fue reír, como cuando en el Salmo 2 el Señor se rió de aquellos que se le oponían. Me reí porque aquella mujer que se había opuesto al mover del Espíritu había tratado de levantarse contra el impresionante poder de un Dios santo. Mientras se encontraba en el servicio, estaba completamente sana, pero a la media hora de esa experiencia se encontraba en el hospital. ¡De Dios nadie se burla! Algún tiempo después de esto, mientras estaba en Los Ángeles, fui a visitar a Kathryn Kuhlman. Ella oró por mí y dijo una palabra: “Sabiduría”. Me sentí morir en el Espíritu tan pronto como ella colocó su mano sobre mi frente. La razón por la cual lo menciono es porque creo que si deseamos sinceramente el Espíritu de sabiduría, Dios nos lo impartirá. Kathryn Kuhlman normalmente oraba por sanidad, pero cuando oró por mí, oró que el Señor me ungiera con sabiduría. Yo no necesitaba sanidad, pero Dios conocía el deseo de mi corazón. Santiago 1:5 dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.

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La tercera unción es el Espíritu de entendimiento. Esto nos puede ayudar a entender los caminos de Dios, y lo que Él está haciendo (vea 1 Crónicas 12:32 y Lucas 24:45). El Espíritu de entendimiento también nos ayuda a interpretar correctamente visiones y sueños (vea Daniel 1:17). Es muy importante que cuando una persona tiene una visión o un sueño, entienda correctamente la revelación. No es suficiente recibir un sueño, visión o palabra profética de parte de Dios. Todavía es necesario el Espíritu de entendimiento para interpretarlos correctamente. Nabucodonosor y Faraón recibieron revelaciones del Señor en sueños, pero Daniel y José necesitaron interpretarlos correctamente para que los sueños proporcionaran dirección en el cumplimiento de los planes de Dios. He conocido a muchas personas que arruinaron su vida porque no interpretaron correctamente un sueño o una visión que recibieron de parte del Señor. Como un ejemplo de una visión malinterpretada le contaré más acerca de la esposa del diácono mencionada antes, que se había opuesto a la obra del Espíritu Santo en el servicio de la iglesia. Dios no estaba contento con ella y el resultado fue que, aunque gozaba de buena salud en ese momento, sorpresivamente tuvo que ser llevada de urgencia al hospital al final del servicio. Esa noche un anciano y un miembro de la iglesia tuvieron una misma visión. Vieron al Señor de pie fuera de la habitación de ella en el hospital. La interpretación que ellos me dieron fue: “Todo va a estar bien con nuestra hermana, porque el Señor está junto a la puerta de su habitación”. Sin

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embargo, esa no fue la interpretación que el Señor me dio a mí. Él me hablo de la siguiente manera: “Ella es una cristiana autosuficiente de Laodicea que piensa que no necesita nada más. Estoy llamando a la puerta de su corazón y deseo encontrarme con ella en una manera nueva por Mi Espíritu, pero ella no quiere recibirme”. El Señor estaba fuera de su habitación no porque la estuviera protegiendo, sino porque ella lo había rechazado y no lo dejaba entrar. El Espíritu de entendimiento también es la unción que debe tener un maestro para comprender la Palabra de Dios y ser capaz de explicarla a otros. Debemos ser capaces de darle el sentido correcto a cada versículo de la Biblia como hizo Esdras, el maestro modelo. Nehemías 8:8 dice: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”. Para hacer esto, debemos tener la mente del Espíritu, porque Él es el Autor de la Biblia. La cuarta unción es el Espíritu de consejo. El consejo puede definirse como el asesoramiento o la orientación brindados por una persona entendida o experimentada. En Isaías 9:6 leemos que uno de los nombre de nuestro Señor es Consejero. Para ser un consejero eficaz necesitamos tener el Espíritu de consejo. Uno no debe aconsejar a otra persona sin tener la unción de Dios, porque está colocando a esa persona en un camino que puede determinar su destino eterno. Cuando una persona tiene problemas, no se la debe aconsejar con la sabiduría humana ni con la psicología. También debemos ser cuidadosos cuando usamos principios bíblicos, porque

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pueden ser aplicados equivocadamente. Cada situación es diferente, de manera que debemos oír del Señor para aconsejar a cada persona en cada circunstancia. Por esa razón los tres amigos de Job lo aconsejaron de manera equivocada. En síntesis, le dijeron: “Sabemos que si un hombre es recto, Dios lo prospera; y si peca, viene sobre él el juicio de Dios. Por lo tanto, ¡con toda seguridad eres un hipócrita!” (Vea Job 8:6, 22). Sin embargo, los amigos de Job estaban aplicando erróneamente sus principios. Ellos no entendían que Dios estaba permitiendo a este hombre justo pasar por esta prueba a fin de prepararlo para una doble porción y un eterno nombre de honor. Cuando las personas acuden a nosotros en busca de consejo, no quieren oír nuestras opiniones; necesitan oír lo que el Señor está diciendo. Al ser ministros de Dios, se espera de nosotros que, como los sacerdotes de la antigüedad, tengamos el Urim y el Tumim para ofrecer el consejo correcto y decir lo que el Señor dice (vea Éxodo 28:30 y Números 27:21). He aquí un ejemplo: En cierto país, la esposa de un pastor se apartó del Señor y se fue a vivir con un hombre más joven. Ella ayudó a llevar al joven a los pies del Señor, pero también quedó embarazada. En su desesperación, la pareja acudió a varios pastores preguntándoles si debían casarse. Todos los pastores les contestaron: “Sí”. Luego acudieron a nosotros y el hombre dijo: “Quiero escuchar también su opinión y saber si es lo correcto”. La mujer me dijo: “¡Oh, no vaya usted a citar la Biblia porque ya sé lo que va a decir!” Entonces sentí

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del Señor pedirles que volvieran al cabo de tres días. Mientras oraba durante esos tres días, le pedí al Señor que me diera Su consejo. El Señor me dijo: “Entrégamelos a Mí”. Tres días más tarde volvimos a encontrarnos y me preguntaron: “¿Le dijo algo el Señor?” Les respondí: “Dios me dijo que se los entregara a Él”. Así que les impusimos las manos y los entregamos a Dios. ¿Sabe qué hizo el Señor? Esa misma noche ella perdió totalmente su afecto por el joven. Se separaron, y tres días después el Señor interrumpió el embarazo. El joven se consagró al Señor de todo corazón e ingresó al instituto bíblico. Más tarde se casó con una mujer de otro país, y algunos años después tuve el honor de instituirlo como pastor. Cuando el Señor quitó el afecto de la mujer por el joven con quien estaba conviviendo, el Señor también comenzó a restaurar en ella el amor por su esposo. Volvió a él, Dios restauró su matrimonio y ella fue maravillosamente restaurada al gozo de su salvación. El Señor los bendijo con un niño de ambos y dio a la esposa muchos coros que se cantan actualmente en todo el mundo. Lo que trato de explicar es que aconsejar no es enunciar principios ni recitar muchos versículos bíblicos. Aconsejar es tener la mente de Cristo para cada situación, y decir a las personas lo que Dios les está diciendo en su situación particular. En el caso que acabo de mencionar, la mujer no quería oír la verdad de la Biblia acerca del divorcio

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y de volver a casarse. Estaba tratando de persuadir al joven para que se casara con ella y había logrado que un buen grupo de pastores la apoyara. Sin embargo, cuando el Señor nos dio el Espíritu de consejo para esa situación, todo cambió. Ambos pudieron encaminarse en el maravilloso propósito de Dios para su vida, y entraron a ministerios rectos y fructíferos. La quinta de estas unciones es el Espíritu de poder. Este fue el manto que tuvo Sansón cuando hizo sus poderosas obras. ¡En una ocasión Sansón tomó las puertas y pilares de la ciudad de Gaza y los llevó cerca de 30 millas (casi 50 km) cuesta arriba hasta Hebrón! El Señor Jesucristo tuvo esta misma unción sobre Él cuando echó a los mercaderes, volcó las mesas de los cambistas y limpió el templo. Esta unción también estuvo sobre Elías cuando corrió delante del carro del rey Acab. No se trató de una proeza de fortaleza o habilidad humana; era el Espíritu de poder que estaba sobre Elías. Esta unción opera en el ámbito del poder y los grandes milagros. Queremos tener el Espíritu de poder para ver manifestadas las maravillas de Dios. Esta unción va a ser derramada sobre la Iglesia de los postreros días para formar un poderoso ejército para el Señor (vea Joel 2:7). La sexta unción es el Espíritu de conocimiento. Esta unción puede revelarnos de manera sobrenatural hechos del pasado o del presente. El Espíritu de conocimiento puede darle una muy fuerte impresión o testimonio a su corazón o su mente para que sepa algo que ha sucedido. Por el Espíritu de conocimiento, Cristo pudo conocer el

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carácter de Natanael y también verlo debajo de la higuera (vea Juan 1:47-48). Necesitamos el Espíritu de conocimiento para saber lo que Dios está diciendo a su Iglesia hoy. Como dijo Pedro, queremos estar establecidos en la “verdad presente” (2 Pedro 1:12). Durante el movimiento carismático, la verdad presente (para ese tiempo) era el bautismo del Espíritu Santo y la sanación. Sin embargo, la verdad presente para hoy es la santidad y el seguir adelante a la perfección. No podemos vivir en las experiencias de ayer ni en el mover de Dios en generaciones pasadas. Debemos oír del Señor la verdad fresca para este momento. Cuando uno viaja de iglesia en iglesia y de país en país encuentra que Dios está haciendo algo diferente en cada lugar; y necesitamos saber qué decir a los ministros en cada situación. El Espíritu de conocimiento también puede revelar el futuro. Este es uno de los ministerios del Espíritu Santo prometidos por Cristo en Juan 16:13: “[...] os hará saber las cosas que habrán de venir”. El Señor va a revelar a Su Iglesia muchas cosas, y nuestro deseo es estar en sintonía con el Espíritu. Cuando mi esposa y yo visitamos Israel en 1973, el Señor me mostró la caída de Jerusalén en los tiempos del fin. Vi los ejércitos árabes que rodeaban a Jerusalén sobre las colinas y luego la invadían. En esta visión, Jerusalén estaba prácticamente tomada para el momento del regreso del Señor. Por el Espíritu de conocimiento, vi el futuro cumplimiento de la profecía de Zacarías 14.

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La séptima unción es el Espíritu de temor del SEÑOR. Esta es la unción que trae convicción de pecado por medio del Espíritu Santo y produce arrepentimiento y avivamiento. Puede ser derramado sobre una nación, una comunidad o una persona (vea Génesis 35:5 y Josué 2:9). El Espíritu de temor del Señor fue derramado sobre la iglesia del Nuevo Testamento, como vemos en Hechos 5:11-13: “Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas. Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente”. A causa del temor del Señor (causado por el juicio de Dios sobre Ananías y Safira) hubo gran convencimiento de pecado por parte del Espíritu Santo sobre el pueblo. Solo los que eran verdaderamente sinceros de corazón asistían a las reuniones. Conocí situaciones similares a esta, como la de una iglesia muy piadosa en el norte de Inglaterra a la cual nadie asistía sin haberse puesto a cuenta con el Señor. El temor del Señor estaba en aquella iglesia con gran convencimiento de pecado. Si alguno de los presentes había hecho algo malo, era revelado por medio de la predicación o por profecía. El temor del Señor ha sido manifestado sobre naciones enteras en tiempos de avivamiento. Durante el avivamiento en Gales,

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a principios del siglo pasado, los propietarios de tabernas se Si caminamos quedaban sin clientes y se veían en el temor del forzados a cerrar. No era extraño Señor en nuestra propia ver pecadores sollozando y vida, podemos arrastrándose sobre sus manos y transformarnos rodillas para llegar a la iglesia y en canales para recibir oración. Durante un traer avivamiento en Suecia, hombres y avivamiento mujeres sentían tal convencimiento de pecado que se levantaban de su cama en medio de la noche y caminaban largas distancias hasta encontrar una iglesia que aún estuviera abierta para poder recibir oración y liberación de la carga de sus pecados. Esto es lo que Dios va a repetir en una nación tras otra en los días del fin. Necesitamos comenzar a clamar que el Espíritu de temor del Señor venga sobre nuestra vida. Amados, si caminamos en el temor del Señor en nuestra propia vida, podemos transformarnos en canales para traer avivamiento en nuestras iglesias, ciudades y países. Si usted se consagra completamente al Señor y anda en Sus caminos, verá a Dios derramar el Espíritu de temor del Señor. Preparemos nuestro corazón ahora para el mover de Dios en los postreros días, ¡para que seamos participantes y no simplemente espectadores! Debido a que nuestro Señor Jesucristo fue ungido con los siete Espíritus de Dios, fue capaz de manifestar el poder de

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Dios. Con esta misma unción, la Iglesia del tiempo del fin mostrará nuevamente al mundo el poder de Dios y traerá avivamiento a las naciones. Aunque Isaías 11:1-2 habla de las grandes unciones que reposaban sobre el Señor Jesucristo, leemos también en el versículo 5: “Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura”. La unción por sí sola no es suficiente. Hubo personas en el Antiguo Testamento que fueron dotadas de unciones que nunca hemos visto en nuestros días, y aun así fracasaron. Sansón fue ungido con el Espíritu de poder. Ese Espíritu fue tan grande sobre Sansón que pudo tomar las pesadas puertas de la ciudad, arrancarlas del mortero y los ladrillos, y llevarlas hasta una colina distante (vea Jueces 16:3). Sansón pudo hacer esto con la unción, pero no vivió una vida de fidelidad a las leyes de Dios. Salomón tuvo un encuentro con Dios a una edad temprana y recibió uno de los siete Espíritus del Señor, el Espíritu de sabiduría. Sin embargo, su corazón se dividió y tuvo un final desastroso. La unción, así de grande como es, no lo mantendrá firme. Saúl fue ungido, y fracasó. La unción es para hacer la obra de Dios, pero Él requiere algo más. En Isaías 11:5 vemos que Jesucristo lo tenía: fidelidad. No solo recibió la unción, sino que también fue fiel, como se nos dice repetidamente en la Biblia (vea Hebreos 2:17 y Apocalipsis 19:11). Lo más importante cuando tenemos un encuentro con Dios es que Él hace una obra profunda en nuestro corazón. No

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importa cuán grande sea el llamado de Dios para su vida, pues Dios ungió a muchos hombres mencionados en la Biblia que fracasaron. Muchos son llamados, pero pocos escogidos. Usted puede tener el llamado, pero todavía tiene que ser escogido. Y aquellos que siguen al Cordero son llamados, escogidos y hallados fieles. Apocalipsis 17:4 nos muestra que estas tres cualidades son necesarias en estos últimos tiempos. Si usted no es fiel, no lo logrará.

“HIJO NOS ES DADO” Ya hemos leído en Isaías 9:6, donde Isaías profetiza: “Porque un niño nos es nacido [...]”. Jesús nació como un bebé, de la misma manera que nosotros nacemos de nuevo en el reino de Dios como bebés espirituales. Luego creció hasta la madurez, así como nosotros debemos “crecer en gracia”. Isaías dijo también: “[...] hijo nos es dado [...]”. Esto se cumplió cuando Jesús tenía alrededor de 30 años de edad y fue su tiempo para mostrarse a Israel como el Hijo maduro de Dios. Allí en el río Jordán, el Padre habló desde el cielo y dijo: “[...] Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22). Precisamente en ese tiempo Cristo fue dado por el Padre, no como un bebé, sino como el Hijo maduro de Dios. Su carácter había sido formado. Estaba preparado como la Saeta de Dios. Fue entonces, en la plenitud del tiempo, que Jesucristo fue presentado a Israel por Juan el Bautista cuando dijo: “[...] He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:36). Allí en el Jordán, fue colocado en el arco, y el Padre lo disparó con poder hacia el blanco ordenado para su vida. El blanco era la cruz del Calvario.

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De igual manera, nosotros también debemos pasar por las preparaciones por las cuales Jesús pasó, para poder ser como saetas en la mano del Padre. Nuestra boca debe ser como una espada aguda o la punta de una flecha mientras somos adiestrados en la Palabra de Dios. Debemos someternos a la disciplina de Dios, aprendiendo obediencia en la escuela del sufrimiento hasta que nos convirtamos en astiles pulidos. Debemos ser hombres y mujeres que han llegado a ser saetas preparadas en la aljaba del Señor, para ser extraídas y disparadas por el Padre en Su tiempo perfecto. Porque entonces, por el poder de las unciones del Espíritu, volaremos velozmente para dar directamente en el blanco del supremo llamamiento de Dios. Amados, que cada uno de nosotros sea una saeta como Cristo, que da en el blanco y lleva liberación y avivamiento.

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CAPÍTULO 5 CÓMO OBTENER LA HERENCIA Está claro que el Señor desea dar una herencia a cada uno de sus hijos. Para aprender cómo entrar en el avivamiento y obtener la plenitud de nuestro llamamiento en Cristo podemos analizar la manera en que el pueblo de Dios, en el Antiguo Testamento, entró en el avivamiento y obtuvo su herencia. Dios usó a tres personas: Abraham, Josué y David, cuyos ministerios diferentes obraron conjuntamente para llevar al pueblo de Dios a la plenitud de su herencia. Abraham recibió de Dios la promesa de la herencia; sin embargo, no recibió el cumplimiento de esa promesa. El Señor levantó a Josué para conducir a los descendientes de Abraham a comenzar a obtener esas promesas conforme conquistaban la tierra de Canaán. Aunque Josué comenzó a poseer la herencia, no completó la tarea. Fue el rey David quien luego lideró a los israelitas a poseer toda la tierra y obtener la totalidad de la herencia prometida a los descendientes de Abraham. Estos diferentes tipos de ministerio son necesarios para que entremos en la plenitud de nuestra herencia en el reino de

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Dios. Está el ministerio de un Abraham, quien recibe las promesas pero quizás solamente obtiene una parte muy pequeña de su cumplimiento. Luego está el ministerio de un Josué, que entra a poseer parte de las promesas. Después de esto, habrá un tiempo cuando Dios levante un ministerio davídico para llevarnos al pleno cumplimiento de Sus planes. En algunas situaciones, esto requerirá los ministerios sucesivos de distintos líderes. En otras situaciones el Señor hará que un líder funcione en cada uno de estos tres ministerios en distintos períodos de su vida. Sin embargo, debemos reconocer la manera en que ministerios similares a los de Abraham, Josué y David necesitan trabajar juntos para que entremos en el avivamiento y obtengamos la plenitud de nuestra herencia.

1. ABRAHAM RECIBIÓ LAS PROMESAS El tema del avivamiento tiene muchos aspectos diferentes. Podemos ver un aspecto en las promesas de pacto que Dios hizo a Abraham. Sobre este mismo fundamento seguro podemos ver cómo las promesas de Dios a la Iglesia también se cumplirán. Un pacto es un acuerdo entre dos partes. Hay muchos acuerdos en la actualidad en el mundo, algunos de los cuales son quebrantados muy fácilmente. Hitler era afecto a realizar pactos y acuerdos, pero repetidamente los rompía. Sin embargo, todo fue muy diferente en el pacto que Dios hizo con Abraham.

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LAS PROMESAS DE DIOS SON SEGURAS En Génesis 15 leemos acerca del pacto que el Señor hizo con Abraham. En los versículos 9-10, Abraham tomó animales para sacrificarlos y cortarlos por la mitad. La razón es que en el antiguo Medio Oriente, cuando dos partes hacían un pacto, cortaban los animales para abrirlos en dos partes y caminaban juntas entre las secciones para sellar su pacto. Los dos que debían haber pasado entre esos animales eran Dios y Abraham. Pero leemos en el versículo 12 que un profundo sueño cayó sobre Abraham y él no selló el pacto. En lugar de esto, leemos en el versículo 17: “Cuando el sol se puso y cayó la noche, aparecieron una hornilla humeante y una antorcha encendida, las cuales pasaban entre los animales descuartizados” (NVI). Así que los dos que sellaron el pacto fueron Dios el Padre (la Hornilla Humeante, compare Hebreos 12:29) y el Señor Jesucristo (la Antorcha Encendida, compare Juan 8:12). Abraham no pasó entre los animales porque este pacto no dependía de las promesas ni la fuerza del hombre. Fue hecho, y será mantenido, por el poder de Dios el Padre y del Señor Jesucristo. Ambos estaban de acuerdo en cumplir el pacto que Ellos habían hecho con Abraham. Por lo tanto, nunca podrá ser quebrantado. Muchos años después que el Señor realizara este pacto, repitió a Abraham la promesa de su cumplimiento (vea Génesis 17:1-5). Es maravilloso cuando Dios nos habla, pero

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es más maravilloso cuando después de muchos años reafirma una promesa que nos ha hecho. Algunas veces podemos olvidar lo que Dios nos dice, por lo que necesitamos ser cuidadosos al guardar sus promesas en nuestro corazón. Sin embargo, aunque nosotros olvidemos, Aquel que hizo la promesa no olvida. Saltando cuatrocientos años adelante, encontramos en el tiempo de Moisés que “[...] Dios [...] se acordó de su pacto con Abraham [...]” (Éxodo 2:24). Durante toda la historia de los hijos de Israel, Dios continuamente recordaba Su pacto que había hecho con Abraham. Aun en tiempos recientes vemos a Dios preparando a la moderna nación de Israel para entrar en el cumplimiento progresivo de sus promesas de pacto para con Abraham. Es importante entender esto porque el pacto con Abraham es la clave del avivamiento para la Iglesia de Dios. Nosotros somos los hijos de Abraham por la fe en Cristo (Gálatas 3:29), y en estos tiempos del fin Dios va a cumplir sus promesas a Abraham por medio de la Iglesia. Así que es importante que seamos como la tribu de Isacar en 1 Crónicas 12:32, quienes entendían los tiempos en los cuales vivían y sabían lo que debían hacer. No queremos quedarnos solo observando desde afuera lo que Dios está haciendo, sino que queremos tener una experiencia personal en este avivamiento que Él está preparando para Su pueblo. En el tiempo señalado, Dios recordará las promesas que hizo a la Iglesia y las promesas que nos ha hecho individualmente.

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Recuerdo cuando hace muchos años un ángel del Señor se puso de pie a mi lado y me dio una visión y promesas. Confío en que Dios va a cumplir en mi vida lo que me fue mostrado cuando era un niño. Cuando estaba en Inglaterra, hace muchos años, pude ver vividamente cómo Dios recuerda Sus promesas. Había un misionero que había regresado de África para educar a sus hijos. Se hizo pastor, pero perdió la visión del llamado de Dios al campo misionero, y por muchos años experimentó un quebrantamiento de corazón tras otro. (Si usted pone a sus hijos antes que a Dios, tendrá tristezas, pero si pone a Dios primero, Él velará por todo lo demás.) Cuando fui a visitarlo en medio de una encrucijada en su vida, Dios comenzó a recordarle las profecías que Él le había dado años antes. Este hombre se volvió a Dios con todo su corazón y pidió al Señor que cumpliera esa visión. Dios lo envió de regreso a África y por seis meses lideró un poderoso avivamiento por medio del cual muchas personas fueron salvadas, sanadas y llenas con el Espíritu Santo. Luego de esto regresó a Inglaterra y ahora ya ha partido para estar con el Señor. Sin embargo, en tan solo seis meses, Dios le dio abundante fruto. Creo que algunos de ustedes que leen estas palabras han tenido un llamado de Dios sobre su vida durante muchos años, pero lo han ignorado. El Señor desea poner fe en su corazón para que comprenda que Dios recuerda las promesas que le ha hecho. Si se vuelve nuevamente a Dios, sus promesas, dones y llamamientos sobre su vida serán renovados y cumplidos.

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LA DOBLE HERENCIA DE ABRAHAM Abraham fue un hombre de Dios que recibió grandes promesas. Su promesa constaba de dos partes: una herencia terrenal geográfica y una herencia celestial espiritual. En Génesis 13:15-16 el Señor prometió a Abraham “Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la Incluso tierra [...]” El señor dijo a Abraham cuando olvidamos las que “como el polvo de la tierra” promesas de se le daría a sus descendientes la Dios, Aquél herencia geográfica terrenal. Luego, que las hizo en Génesis 22:17, el Señor también no las olvida prometió hacer a la simiente de Abraham “[...] como las estrellas del cielo [...]”, lo cual habla de dar también una herencia celestial espiritual a Abraham a través de su descendencia.

NUESTRA HERENCIA GEOGRÁFICA Hay una herencia geográfica que el Señor desea dar a Su pueblo. No podemos simplemente ir a cualquier lugar que queramos y reclamar el lugar como nuestro. Para tomar un lugar y poseerlo para el reino de Dios, primero debemos recibir una visión de parte de Él con respecto a los límites que nos ha señalado. El Señor puede dar a una iglesia una visión de alcanzar su área local con el evangelio. En otra, el Señor puede hablar y llamar a los creyentes a ser como José, quien llegó a

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ser “Rama fructífera [...] cuyos vástagos se extienden sobre el muro” (Génesis 49:22). Esto puede significar que deben tomar las áreas vecinas o ciudades para Cristo, o comprometerse en el trabajo misionero. A Abraham le fue dada una visión de parte del Señor, según la cual sería padre de muchas naciones (vea Génesis 17:4). Su herencia no era para solamente una o dos ciudades; eran naciones. Esta es también la visión que necesitamos para nuestro tiempo. Dios dice acerca de los últimos días: “Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo [...]” (Zacarías 2:11). La Biblia dice también: “[...] gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado” (Isaías 55:5). Hay naciones que están esperando que las iglesias entren en avivamiento y entren a la gloria de Dios. Cuando esto suceda, estas naciones extenderán sus manos hacia Dios, como dice Salmos 68:31 acerca de Etiopía. Necesitamos ampliar nuestra visión para advertir que antes de la venida del Señor habrá grandes avivamientos en los cuales naciones enteras se volverán al Señor. Al estudiar los avivamientos en la era de la Iglesia, encontramos que, en ocasiones, países enteros fueron cubiertos por el Espíritu de Dios y transformados hasta llegar a declarar que Dios era quien gobernaba su país. En tiempos de Martín Lutero, Alemania fue transformada y volvió a los caminos de Dios. El avivamiento tuvo un impacto tan grande sobre la nación que aún hoy la iglesia oficial es la luterana.

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Lo mismo sucedió en Inglaterra en tiempos de John Wesley. Inglaterra se había desviado terriblemente y estaba llena de ebriedad y mundanalidad. Pero luego del avivamiento liderado por John Wesley, toda Inglaterra volvió a los caminos de Dios. A principios del siglo XX, Evan Roberts lideró el avivamiento de Gales, e impactó a toda su nación. Todo el país de Gales se volvió a Dios porque este único hombre no se conformó solamente con ver el Espíritu de Dios moverse en una sola iglesia o en una sola región. Aunque el avivamiento no traspasó las fronteras nacionales, el manto del avivamiento se extendió al punto que toda la nación de Gales se volvió a Dios. Creo que debemos preguntarle al Señor cuáles son los límites geográficos de nuestra herencia. Usted debe pedirle a Dios que le muestre lo que Él ha ordenado para usted y su iglesia. Él podrá decirle: “Quiero que creas que ciudades vecinas completas se volverán a Mí y serán tu herencia”. Pero creo que en estos últimos días Dios quiere extendernos y dar a muchos en su pueblo la visión de Abraham. Hay naciones que serán nuestra herencia.

NUESTRA HERENCIA ESPIRITUAL Segundo, hay una herencia espiritual. No solo es la herencia geográfica u “horizontal” lo que debemos obtener, sino que debemos creer que habrá una herencia espiritual o “vertical”, por medio de la cual las iglesias entrarán a la plenitud de la herencia espiritual que Dios tiene para nosotros en estos últimos tiempos.

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En sucesivas generaciones y avivamientos, la iglesia no solamente ha reclamado ciertas áreas geográficas sino que también ha incrementado su herencia espiritual y ha ingresado en un ámbito espiritual más elevado. Lutero impactó toda Alemania y reclamó ese país para Dios. Abandonaron su idolatría y se volvieron para servir al Dios vivo. Al tomar las fronteras geográficas, Lutero también los introdujo en la mayor luz que él tenía respecto de la herencia espiritual, la cual era la justificación por la fe. John Wesley entró en la justificación por la fe, pero recibió también el mensaje de la santidad y una visión para la obra misionera. Inglaterra llegó a convertirse en un país misionero, en gran medida a causa de ese avivamiento. El avivamiento que Evan Roberts trajo a Gales restauró para el pueblo de Dios más verdades profundas acerca de la obra del Espíritu Santo. Cada gran avivamiento desde los tiempos de Martín Lutero ha colaborado para conducir a la Iglesia a alcanzar mayor luz, de modo que madure y obtenga toda su herencia espiritual.

LA HERENCIA VIENE A TRAVÉS DE LA SIMIENTE Como hemos visto, Abraham recibió grandes promesas de parte de Dios, aunque durante su vida terrenal obtuvo únicamente una pequeña parte de su cumplimiento. El Señor le dijo a Abraham que la plenitud de su herencia le seria dada por medio de sus descendientes o su simiente (vea Génesis 12:15-16; 15:4-5; 22:17-18). Por lo tanto, la clave está en la simiente.

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Abraham era de edad de cien años cuando nació Isaac. Dios se tomó un largo tiempo para preparar a Abraham, de modo que pudiera estar listo para engendrar el hijo de la promesa. Con frecuencia el Señor espera para cumplir sus promesas para nuestra vida a causa de la calidad que quiere llegar a producir en nosotros antes de bendecirnos y multiplicarnos. Mi esposa y yo vimos una buena ilustración de esta verdad cuando vivíamos en el noroeste de los Estados Unidos. Algunos granjeros cristianos de la región nos explicaron cómo pasaron muchos años perfeccionando una nueva variedad de manzana que llamaron Delicia Dorada. Durante muchos años desarrollaron cuidadosamente la semilla, pero una vez que estuvo perfeccionada comenzaron rápidamente a multiplicar los árboles y enviar su fruta a muchos países. Así también, a menudo Dios invierte muchos años para desarrollar dentro de nosotros la naturaleza de Su Hijo prometido, pero cuando se produce la semilla pura, puede multiplicarla en las naciones muy rápidamente. Así como Abraham y Sara vieron llegar a su hijo prometido cuando ya eran ancianos y estaban más allá de toda esperanza natural, nosotros veremos a Cristo llegar por medio de la Iglesia al final de esta era. ¡Cristo se levantará y llevará a la Iglesia a alcanzar la plenitud de su herencia!

2. JOSUÉ COMIENZA A ENTRAR EN LA HERENCIA Y A POSEERLA Durante su vida Abraham fue un extranjero en la tierra que Dios había prometida a él y a sus descendientes. Todo lo que poseía de la herencia prometida eran un campo y una cueva

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en la que sepultó a Sara (vea Génesis 23:3-20). El hombre a quien Dios levantó para comenzar a poseer la herencia fue Josué. El Señor está buscando muchos “Josué” que puedan conducir al pueblo de Dios hacia su herencia en estos tiempos del fin. La vida y ministerio de Josué se pueden dividir en tres partes: su preparación, el cruce del río para entrar a la herencia y la posesión de la tierra.

LA PREPARACIÓN DE JOSUÉ La primera vez que leemos acerca de Josué en la Biblia es en Éxodo 17:9, cuando lideró a Israel en la batalla contra los amalecitas. Los amalecitas son un tipo de la carne, puesto que Amalec era el nieto del carnal Esaú (vea Génesis 36:12). Para ser un líder, en nuestra vida debemos tener victoria personal sobre la carne. De otra forma, los amalecitas (las obras de la carne) se levantarán nuevamente y nos destruirán, como sucedió en la vida de Saúl. El Señor dijo a Saúl que destruyera completamente a Amalec, pero él desobedeció. Al final de su vida, fue un Amalecita quien lo mató (vea 2 Samuel 1:6-10). Es importante darnos cuenta que si estamos preparándonos para el liderazgo, debemos obtener victoria personal sobre los amalecitas. Cuando somos jóvenes debemos clamar a Dios, “Crea en mí, oh Dios un corazón limpio. Señor Jesús, quiero enfrentar estas áreas de la carne en mi vida. A temprana edad dame la victoria en esas áreas, para que más tarde o cuando sea viejo, no se levanten contra mí y me destruyan”. También leemos que Josué aprendió a pasar tiempo sin apuro en la presencia del Señor al subir al monte de Dios con Moisés

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(vea Éxodo 24:13). Más tarde encontramos que Josué se quedaba en el tabernáculo aun después que Moisés terminaba su tarea y volvía al campamento (vea Éxodo 33:11). Josué se quedaba en la presencia de Dios para cultivar una relación íntima con Él. Todo ministerio genuino es el resultado de pasar tiempo reunidos con Dios, mientras permitimos que Él deposite Su naturaleza en nosotros. Antes que Josué fuera elegido como el nuevo líder de Israel tuvo que aprender a ser fiel como siervo de Moisés (Éxodo 24:13). La responsabilidad se desarrolla poco a poco, al ser fieles en las pequeñas tareas de la vida cotidiana. Nunca promueva a alguien quien no cumple adecuadamente con sus responsabilidades sobre las tareas pequeñas. Si alguien es escogido para lavar trastos o limpiar la iglesia, quizá nadie le está viendo, pero Dios sí lo ve. Es Dios quien promoverá a la persona fiel a responsabilidades más y más grandes. Jesús dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel [...]” (Lucas 16:10).

EL CRUCE DEL RÍO PARA ENTRAR A LA HERENCIA El Señor habló a Josué inmediatamente antes que condujera a los israelitas a través del Jordán para entrar a hacia la tierra prometida (Josué 1:1-9). En el versículo 3, el Señor le dijo: “Yo os he entregado, [...], todo lugar que pisare la planta de vuestro pie”. Esta es una reiteración de la promesa que Dios hizo primeramente a Abraham en Génesis 13:17. Ahora la promesa es repetida al que concretamente poseería la herencia.

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En Josué 1:5, el Señor también dio a Josué una promesa para su misión como líder: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”. Un líder debe tener promesas personales de Dios. No puede basarse solamente en las promesas que tenía el líder anterior a él. No puede pensar que será un pastor pionero o un misionero simplemente porque su pastor lo envió. No puede descansar únicamente en ese hecho. ¡No! ¡Cuando uno está lejos debe tener sus propias promesas de parte de Dios! En el versículo 7 el Señor continuó: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley [...]” (Josué 1:7). Antes que Josué cruzara el río Jordán hacia la herencia, el Señor tuvo un encuentro con él y le dijo que obedeciera toda la ley, no solo una parte de ella. Es muy importante que el líder obedezca completamente las leyes de Dios, porque los líderes determinan cuánto avanzará la Iglesia con Dios. Si el líder permite doctrinas que no son correctas y permite mezclas, la herencia se contaminará. Dios desea santidad y una simiente piadosa. Dios iba a erradicar a los antiguos habitantes de Canaán porque eran malvados y habían contaminado la tierra. ¿Por qué Dios habría de darnos la tierra si tenemos los mismos pecados del pueblo anterior, al cual el Señor va a desposeer? Sería como la ocasión en la cual un hombre trató de echar fuera un demonio de otra persona, pero el demonio le dijo: “No vas a sacarme de aquí, ¡porque mi amigo está dentro de ti!” Hay veces que las personas se preguntan por qué es necesaria una nueva iglesia o una nueva obra misionera en determinado

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lugar cuando ya existen varias. En algunos casos la razón es porque las otras no obedecen completamente las leyes de Dios. Cristo viene por una Novia sin mancha ni arruga. Es por esto que queremos estar totalmente consagrados a Dios. La herencia será dada a los que buscan la santidad. Se nos dice que cuando los israelitas cruzaron el Jordán, debía haber una distancia de cerca de 2.000 codos (vea Josué 3:4) entre el pueblo y el arca. En la numerología bíblica, 2.000 habla de la duración aproximada de la era de la Iglesia. De modo que cuando leemos que el pueblo iba unos 2.000 codos detrás del arca (la cual es un tipo de nuestro Señor Jesucristo), se refiere a la manera en que la Iglesia entrará a la herencia de Dios en estos últimos días: unos 2.000 años después de la entrada de nuestro Señor. La herencia a la cual entrará la Iglesia se muestra también a través de las tres esposas de Abraham: Agar, Sara y Cetura. Agar representa a Israel durante la era de la ley (Gálatas 4:2425). Sara representa la era de la Iglesia (Gálatas 4:22-28) y Cetura es un tipo de Israel en el milenio. Pero leemos en Génesis 25:1-6 que aunque Abraham dio dones a sus otros hijos, dio toda su herencia a Isaac, el hijo de Sara. En forma similar, la Iglesia heredará todas las bendiciones espirituales. Todo lo que Dios prometió a Abraham es para ser cumplido espiritualmente en la Iglesia. Necesitamos que sean abiertos nuestros ojos para ver lo que Dios ha dicho en Su Palabra para esta generación. Debemos creer que el Señor volverá por una Iglesia

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perfeccionada, sin mancha ni arruga. Queremos clamar a Dios y decirle: “Señor, quiero entender que Tú vas a liberar a la Iglesia en estos últimos tiempos. Señor, deseo que obres Tu perfección, santidad y belleza en mí para que no tenga falta de nada de lo que has prometido para la Iglesia en estos tiempos del fin”.

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Necesitamos que sean abiertos nuestros ojos para ver lo que Dios ha dicho en Su Palabra para esta generación

El significado espiritual de cruzar el Jordán reviste especial importancia. Hace muchos años, cuando mi esposa y yo fuimos por primera vez a Israel, el Señor nos habló diciendo que quería que cruzáramos el río Jordán. Mientras lo cruzábamos, le pregunté: “¿Señor, qué significa esto?” El Señor me respondió: “Esta es la circuncisión del corazón: la vida crucificada”. El cruce del Jordán es un tipo de la experiencia por la cual sabemos que nuestro viejo hombre está crucificado con Cristo (vea Gálatas 2:20; Romanos 6:6). También leemos en Josué 3:15-16 acerca de la ciudad de Adam en relación con la separación de las aguas que corrían hacia el mar Muerto. Adam habla de nuestra vieja naturaleza pecaminosa, la cual debe morir si deseamos entrar en nuestra “tierra prometida”. En Josué capítulo 5, los israelitas llegaron inmediatamente a Gilgal luego de cruzar el Jordán. Gilgal fue donde los israelitas varones fueron circuncidados, lo cual es quitar la carne. Espiritualmente, representa quitar la naturaleza

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adámica, pecaminosa y natural con la que nacemos (vea Romanos 2:28-29). Gilgal representa la acción de Dios de quitar de nosotros aquello acerca de lo cual nos había hablado al cruzar el Jordán. Puede ser muy doloroso por cierto, cuando Dios “corta” cosas para quitarlas de nuestro corazón y nuestra vida. Sin embargo, así como Dios dijo a Abraham en Génesis 17:7-14 que él y sus descendientes debían ser circuncidados para heredar la tierra de Canaán, también es espiritualmente cierto para los creyentes que no podremos recibir nuestra herencia hasta que seamos circuncidados en nuestro corazón. En 1981, cuando vivía en Nueva Zelanda, tuve una visitación de dos ángeles. Uno de los ángeles era muy grande, y sostenía una espada con la palabra “Circuncisión” escrita en su punta. El Señor me habló y dijo: “He venido a circuncidar a Mi pueblo y comenzaré por los líderes. Aquellos que Me permitan circuncidarlos entrarán a sus mayores bendiciones”. El otro ángel era más pequeño y llevaba escrito el nombre “Ejecutor”. El Señor dijo: “Si Mi pueblo no está dispuesto a que los circuncide, enviaré al otro ángel a ejecutar mi voluntad”. Lamentablemente, hemos visto a ese segundo ángel revelar y juzgar mucho pecado.

LA POSESIÓN DE LA TIERRA El propósito de un ministerio de “Josué” es llevarnos a cruzar el Jordán y luego hacer que comencemos a poseer la tierra. Para entrar en la tierra debemos ser santificados, pero para la posesión concreta de la tierra habrá batallas contra el enemigo

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que deberemos librar. El hecho que Dios nos haya limpiado y quitado cosas equivocadas de nuestra vida no significa que hemos poseído la tierra. Esto solamente es la preparación para que podamos levantarnos contra del enemigo. A fin de capacitar a Josué para que derrotara al enemigo, el Señor se le apareció como el Príncipe del ejército de Jehová (vea Josué 5:13-15). Cada líder “Josué” debe recibir una revelación de Cristo como el Rey Guerrero. Debemos comprender que no es “[...] con ejército, ni con fuerza, sino con [Su] Espíritu [...]” que el Señor va a derrotar al enemigo (vea Zacarías 4:6). Es gracias a la unción que seremos capaces de desposeer a los poderes demoníacos y a la maldad que controla las naciones, a la vez que recolectar una gran cosecha de almas. El Señor dio a Josué los planes para la primera batalla que enfrentaría en Jericó. Josué no discutió, sino que obedeció exactamente lo que Dios le dijo que hiciera. Como resultado, Israel salió victorioso. Sin embargo, al estudiar las acciones militares siguientes, encontramos que el plan de batalla para Jericó nunca volvió a utilizarse. Observamos lo mismo en las batallas del rey David (vea 2 Samuel 5:18-25). Debe haber humildad por parte del líder para no ser presuntuoso, sino consultar al Señor acerca de Su plan de batalla para vencer a cada enemigo. Después de Jericó, Israel atacó la pequeña ciudad de Hai. El consejo que Josué recibió de sus capitanes era lógico. Debido a que la ciudad era muy pequeña, pensaban que no tenía

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sentido movilizar a todo el ejército. Esta era sabiduría humana, pero a causa de que Josué no consultó al Señor, su ejército sufrió una derrota. Se postró rostro en tierra delante de Dios y el Señor le reveló que había pecado en el campamento. El pecado de un solo hombre, Acán, trajo derrota al ejército completo. Para quitar el pecado del campamento apedrearon a Acán en el valle de Acor (vea Josué 7:26). Sin embargo Oseas 2:15 dice: “Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza [...]”. En hebreo, “Acor” significa “turbación”. Dios dijo que en este “valle de turbación” pondría una puerta de esperanza. Los israelitas fueron derrotados y se desalentaron, pero Dios les dio una nueva esperanza. Hay momentos en los cuales pasamos por nuestro valle de Acor personal. Quizá fue nuestra culpa. Quizá no consultamos a Dios sobre su plan de batalla, o quizá se trate de la existencia de pecado en quienes nos rodeaban, lo cual detiene nuestro avance. Pero en medio de nuestro “valle de turbación”, Dios brinda una puerta de esperanza. Después de la limpieza y la humillación del valle de Acor, seremos capaces de derrotar a nuestros enemigos como hicieron Josué y los israelitas de la antigüedad. Otra falla que tuvo este líder está en Josué 9, donde los hijos de Israel hicieron una alianza con los gabaonitas. Dios les dijo que debían destruir completamente a los habitantes de la tierra, pero Josué no consultó al Señor y los gabaonitas los engañaron para que concertaran una alianza. Hemos estado en muchos

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países del mundo ayudando a numerosas organizaciones y obras misioneras, y hemos visto repetirse muchas veces situaciones similares. Debemos ser muy cuidadosos en cuanto a hacer alianzas con la gente de la tierra que Dios quiere que poseamos. Si lo hacemos, no podremos poseer todo lo que Dios ha deseado para nosotros. A menudo hay organizaciones e iglesias que desean dividir la tierra. Afirmarán que es su territorio y podrán decirnos que vayamos a trabajar en otro lugar. O podrán decir que son como nosotros y que no hay razón para no unirnos a ellos y formar parte de su grupo. Pero si Dios ha dicho que quiere darnos ese lugar como herencia y nosotros formamos alianzas equivocadas, no podremos poseerlo. Josué y el ejército de Israel conquistaron gran parte de la tierra prometida, pero se conformaron con una victoria parcial y no expulsaron a todos los enemigos (vea Josué 13:1; 18:3). Lo mismo ocurre con el corazón humano. Muchos cristianos alcanzan cierto nivel en su caminar con el Señor y se contentan con permanecer allí, ¡cuando deberían seguir avanzando hasta derrotar a todos los enemigos y dar en el blanco, alcanzar la meta del supremo llamamiento de Dios! David fue quien luego llevó a los descendientes de Abraham a obtener su herencia completa. Por esta razón, debemos comprender las claves de la vida de David, las cuales nos capacitarán para entrar plenamente en nuestra herencia.

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3. DAVID OBTUVO LA PLENITUD DE LA HERENCIA Como hemos visto, Abraham recibió las promesas de Dios respecto de que él y sus descendientes obtendrían una gran herencia. Sin embargo, Hebreos 11:13 dice que Abraham murió conforme a la fe, sin haber recibido lo prometido. Después de esto, fue Josué quien comenzó a liderar a los israelitas en la obtención de la tierra prometida, pero el pueblo de Dios se contentaba con transigir con sus enemigos y poseer solo parte de la herencia. De modo que muchos años después, Dios levantó a David para completar lo que Josué había comenzado. David condujo a Israel al cumplimiento de la doble visión de Abraham, de una herencia geográfica natural y una herencia espiritual.

DAVID OBTUVO LA PLENITUD DE LA HERENCIA GEOGRÁFICA David fue un rey guerrero que conquistó las naciones vecinas y obtuvo los límites geográficos que habían sido prometidos a Abraham. El último enemigo que Dios había mencionado a Abraham en Génesis 15:18-21 eran los jebuseos. Los jebuseos vivieron en la tierra prometida hasta el tiempo de David. Pero cuando David conquistó al último de estos enemigos convirtió la fortaleza de ellos, que estaba en la colina de Sion, en su ciudad capital de Jerusalén. David pasó a gobernar Israel y las naciones vecinas desde Sion. En Salmos 18:43-44 dijo: “Me has librado de las

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contiendas del pueblo; me has hecho cabeza de las naciones; pueblo que yo no conocía me sirvió. Al oír de mí me obedecieron; los hijos de extraños se sometieron a mí”. David escribió en Salmos 2:8 una promesa específica de Dios, la cual también puede aplicarse a nosotros: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra”. En estos postreros días, el Señor traerá grandes avivamientos que nos darán una herencia en las naciones. Pregunte al Señor cuáles son los límites geográficos para usted y su iglesia; no solo en su área y nación sino también en las naciones. Aunque nunca viajemos a una tierra extranjera, si oramos por las naciones y colaboramos para sostener a los que van allí a ministrar, podemos entrar a esa herencia.

DAVID OBTUVO LA PLENITUD DE LA HERENCIA ESPIRITUAL David era un hombre conforme al corazón de Dios que dio en el blanco, alcanzó la meta, del supremo llamamiento de Dios para su vida. Para cumplir esto, David tuvo tres unciones. Leemos acerca de su primera unción en 1 Samuel 16:13, donde fue llamado por Dios. Nosotros también necesitamos una unción similar que abra nuestros ojos espirituales y nos dé entendimiento respecto del propósito para el cual fuimos llamados. Mientras David se preparaba para entrar en su llamado para ser rey, fue ungido por segunda vez (vea 2 Samuel 2:4). En esta ocasión fue elegido para ser rey de Judá. La tercera

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unción que David recibió fue cuando se convirtió en rey de todo Israel (vea 2 Samuel 5:3). Recibió esta unción por su fidelidad. Estas tres unciones lo introdujeron en la plenitud de su herencia como un hombre llamado, elegido y fiel (vea Apocalipsis 17:14). David también pasó a obtener el ministerio triple de Cristo como profeta, sacerdote y rey. Luego, llevó al pueblo de Dios a un lugar de participación en esta misma herencia espiritual. David fue un profeta que también ayudó a colocar un manto profético sobre muchos en su reino (vea 2 Crónicas 29:25; 1 Crónicas 25:2). Necesitamos clamar por una restauración del manto profético que conoció David, pues este manto es necesario para ayudarnos a entrar en la plenitud de nuestra herencia. En estos últimos tiempos, Dios derramará de Su Espíritu aun sobre nuestros hijos e hijas, llevándolos a profetizar (vea Joel 2:28).David también fue un sacerdote. Cuando traían el arca del pacto, vestía el efod de lino de un sacerdote (vea 2 Samuel 6:14). David colocó el arca en un tabernáculo en el monte Sion, y condujo a la nación a la alabanza y la adoración. Más aun, Amós 9:11 y Hechos 15:14-17 nos muestran que el Señor desea restaurar el tabernáculo de David a la Iglesia. Necesitamos ministerios davídicos que conduzcan al pueblo de Dios a la plenitud del ministerio sacerdotal en estos últimos días. David no solo fue un profeta y un sacerdote, sino también un rey. Reunió a todo el pueblo de Dios bajo un manto de autoridad del reino, a la vez que Israel gobernaba sobre las naciones vecinas. Para llevar a la Iglesia a la madurez,

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nosotros también debemos entrar en esta unción de autoridad, para gobernar y reinar con Cristo. Hace muchos años, mi esposa y yo vivíamos en África, enseñando a una tribu primitiva. Yo estaba orando con respecto a lo que debía enseñarles, cuando el Señor me habló: “Voy a tener reyes y sacerdotes de cada tribu, nación, y lengua. Enseña a este pueblo primitivo las mismas verdades que enseñas en las naciones desarrolladas, porque voy a hacerlos reyes y sacerdotes para gobernar en la eternidad”. Esta es una relación en la cual el Señor desea introducir a todo su pueblo para que podamos obtener la totalidad de nuestra herencia.

LA CAÍDA DE DAVID Quiero mencionar otro aspecto de la vida de David, porque ha sido conocido no solo por sus virtudes piadosas sino también por su caída en pecado. En los libros de 1 Samuel y 2 Samuel se describe la naturaleza caída de David, pero en los libros 1 Crónicas y 2 Crónicas no se menciona nada de eso. La razón es que los libros de Crónicas presentan a David como un tipo de Cristo, mientras que los de Samuel lo presentan como un hombre con una naturaleza caída. Necesitamos analizar por qué David cayó en adulterio con Betsabé. Una razón es que tenía muchas esposas, lo cual era una violación de la ley de los reyes (Deuteronomio 17:17). En segundo lugar, David se quedó en casa cuando debió haber ido a la batalla (2 Samuel 11:1). Cuando David iba a la batalla,

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Dios siempre lo protegía porque obedecía las leyes de la batalla. Sin embargo, cuando no obedeció las leyes del matrimonio para un rey, fracasó en esa área. Dios nos protegerá en cada área donde busquemos ser obedientes, pero en otras áreas donde ignoramos o rechazamos a Dios, el muro de protección a nuestro alrededor puede ser derribado por Dios mismo (vea Salmos 80:12-13). Dios quiere advertirnos que no caigamos en pecado como David. Jesús profetizó que la generación inmediatamente anterior a la segunda venida sería una generación adúltera (Marcos 8:38). Vemos que esto está ocurriendo debido a toda la inmoralidad que existe entre las naciones. Hace algunos años tuve una visión sobre cierto país durante mi primera noche en ese lugar. Escrita a todo lo largo del país estaba la palabra “inmoralidad”: Dios me estaba mostrando el principal pecado de esa nación. Después que las personas eran salvas, bautizadas en agua y llenas con el Espíritu Santo, tenían que tratar inmediatamente con el problema de la lujuria. Esto no podía permitirse después del bautismo en el Espíritu Santo, porque de otro modo entrarían todo tipo de hipocresía y falsos espíritus. Dios requería que habláramos con firmeza en cuanto a este pecado. Una y otra vez veíamos cómo, al final de los servicios, el altar se llenaba de personas que buscaban liberación de tales apetitos de la carne. Allí nos enfrentamos con un problema que las iglesias enfrentan ahora en muchos países. La inmoralidad es hoy un problema terrible en la vida de los jóvenes en todo el mundo. Debe ser

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enfrentado seriamente. No se lo elimina simplemente clamando y Cualquier tipo de liberación, sollozando. Conozco personas debe intervenir que han clamado por liberación un acto en esta área y no lograron soberano de absolutamente nada. Como con Dios cualquier tipo de liberación, debe intervenir un acto soberano de Dios. No se trata simplemente de lamentarse por el pecado, ni de confesarlo; debe existir un verdadero arrepentimiento, lo cual incluye renunciar al pecado. Si usted tiene esta clase de problemas, sea honesto. Recurra a quienes están en autoridad sobre usted, y pídales que oren por su vida. Clame a Dios, como hizo David en el Salmo 51.

LA RESTAURACIÓN DE DAVID Quiero ahora concentrarme en la restauración de David, porque en estos últimos tiempos Dios quiere restaurar a sus respectivos ministerios y llamamientos a muchos que se han desviado. El análisis de algunos aspectos de la restauración de David puede brindar orientación a alguno que haya caído en pecado. Primero, debe existir un reconocimiento genuino del pecado, como ocurrió con el rey David (vea Salmos 51:3). Segundo, debe haber una aceptación de los juicios de Dios (vea Levítico 26:41-42; 2 Samuel 12:10-14). He visto muchas personas que fueron confrontadas con esto y rehusaron

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la corrección y el castigo de Dios. Como resultado, se apartaron del camino. El rey David aceptó los juicios de Dios sobre su vida. Tercero, debe haber una completa separación de ese pecado (vea Salmos 51:7-10). Debe existir este clamor en nuestro corazón: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”. No debemos aferrarnos a esa maldad que está en nuestro corazón, sino que debemos clamar al Señor para que Él la quite. El cuarto aspecto es que debe haber una humilde espera en Dios, como vemos en Salmos 40:1-2, hasta que Él complete la restauración. La restauración de David se completó. Él había sido elegido para resucitar y convertirse en el rey de Israel durante los mil años del reinado milenario de Cristo sobre la tierra (vea Jeremías 30:9; Ezequiel 37:24-25; Oseas 3:5). Él estará bien calificado para traer restauración a la nación de Israel en la segunda venida de Cristo. Debido a que David fue restaurado del asesinato del inocente esposo de Betsabé, podrá ministrar restauración y consolación a la nación afligida cuando se den cuenta que mataron sobre la cruz del Calvario a su inocente Mesías (vea Zacarías 12:10). Podemos sentirnos alentados al reflexionar sobre David. Aunque cometió adulterio, fue restaurado, y es un tipo de los que entrarán a las bendiciones de Dios para la Iglesia en los últimos tiempos. El Señor restaurará a muchos a la plenitud de su ministerio y llamado. Si usted le ha fallado a Dios, Él puede restaurarlo. Dios está diciendo a algunos de los que

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leen este libro que Él no los ha descalificado, sino que quiere usarlos de nuevo. Su mano está sobre usted y Su llamado sobre su vida va a ser restaurado así como ocurrió con David. Dios quiere limpiarlo de toda culpa. Él lo ama y quiere restaurarlo si usted tan solo se lo permite. Conságrese nuevamente al Señor, y Él renovará el llamamiento y lo usará de nuevo. Usted aún puede participar en el avivamiento y la cosecha de los últimos tiempos. Como hemos visto en las vidas de Abraham, Josué y David, podemos prepararnos para el avivamiento y obtener nuestra plena herencia en Cristo. Primero necesitamos ser hombres y mujeres de visión que reciben grandes promesas de parte de Dios, como fue Abraham. Esto incluirá una herencia geográfica, como así también una herencia espiritual. Luego también necesitaremos ser buenos soldados de Jesucristo, como lo fue Josué, para entrar en las promesas de Dios y comenzar a poseerlas. Finalmente, necesitamos convertirnos en hombres y mujeres conformes al corazón de Dios, para poder entrar a un ministerio davídico que introducirá a las personas en la plenitud de su herencia. ¡Que el Señor nos ayude a cada uno de nosotros a no estar satisfechos con menos que eso!

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CAPÍTULO 6 LA RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO La historia registra que la reconstrucción del templo en Jerusalén comenzó cerca del año 536 A.C. y se completó en 516 A.C. Este hecho tiene un significado espiritual para la Iglesia (la cual es ahora el templo de Dios), porque como nos recuerda 1 Corintios 10:11, las cosas que sucedieron a Israel son ejemplos para nuestra instrucción.

EL PROPÓSITO DE LA CAUTIVIDAD Originalmente, los hijos de Israel conocieron el grandioso poder de Dios en Egipto en relación con la persona de Moisés, y conocieron la gloria de Dios que llenó el templo en el tiempo de Salomón. Sin embargo, se comportaron como un pueblo rebelde que se apartaba una y otra vez de los caminos de Dios, hasta que el Señor los juzgó con la cautividad. Estas también son experiencias por las cuales la Iglesia ha pasado. Como los hijos de Israel, la Iglesia ha perdido el poder que conoció al principio. La cautividad fue necesaria para purificar a la nación de Israel. Habían perdido su primer amor, no guardaban los

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mandamientos de Dios y habían llenado la nación con idolatría. En Deuteronomio 28:47, el Señor les advirtió que si no le servían con gozo y alegría los enviaría al cautiverio. Es algo similar a lo que el Señor Jesucristo dijo, básicamente, a la iglesia de Éfeso: “Debido a que has dejado tu primer amor, si no te arrepientes tendré que quitarte tu candelero” (vea Apocalipsis 2:4-5). Nunca debemos olvidar que la relación que Dios ha deseado para Su pueblo con Él debe ser como la relación de una novia y un novio en el día de su boda. Debe ser una relación de gozo y amor. Si perdemos el gozo del Señor y nuestro primer amor por Jesús, entonces ciertamente nuestra vida espiritual se muere. El cautiverio de Israel fue necesario para restaurar aquella relación amorosa entre ellos y su Novio Celestial. El objetivo de Dios para llevar a Su pueblo a la cautividad es siempre de rehabilitación; es para ayudarles. Resulta muy interesante analizar quiénes fueron al cautiverio. No fue la totalidad de Judá. Judá estaba dividida en dos grupos: los que fueron a la cautividad babilónica y los que no fueron. Uno podría pensar: “Seguramente, aquellos que estaban viviendo en obediencia a Dios no fueron al cautiverio”. Pero en realidad fue lo opuesto. Los que vivían en obediencia fueron al cautiverio para que su amor pudiera ser purificado y se acercaran más al Señor. Dios se refiere a ellos como los “higos buenos”, en tanto que los “higos malos” permanecieron en la tierra (vea Jeremías 24:5-8). Dios ya no estaba obrando en sus vidas. Con frecuencia pensamos que si caminamos en obediencia entonces no sufriremos. Al contrario, ¡si caminamos en

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obediencia, a menudo entraremos a la escuela del sufrimiento! Esto es porque Dios desea purificar nuestro amor y obrar Su justicia (rectitud) en nuestra vida. Tenemos el ejemplo de Job, quien sufrió grandemente, ¡pero Ezequiel 15:14 nos dice que fue uno de los tres hombres más justos del Antiguo Testamento! El propósito de ir en cautiverio fue el ser redimidos de sus iniquidades; su naturaleza adámica pecaminosa debía ser purificada. Por ejemplo, el vino tenía que ser purificado trasvasándolo de vasija en vasija, para eliminar el sedimento que se depositaba en el fondo. En Jeremías 48:11, se nos dice que la nación de Moab se había vuelto autosatisfecha y llena de mezcla. Eran como el vino impuro que no ha sido trasvasado de vasija en vasija y nunca habían estado en cautiverio. Dios dijo: “Su olor [su vieja naturaleza pecaminosa] no se ha cambiado”. Es algo terrible cuando una persona no se rinde a Dios, porque el olor de su vieja naturaleza se hace más fuerte. ¡Su ira, odio y celos se vuelven más intensos! Por lo tanto, es muy importante rendirnos a Dios cuando Él nos disciplina, porque así podremos calificar para ir en cautiverio, pasar por pruebas y sufrimientos, y ser purificados.

LA LIBERACIÓN DEL CAUTIVERIO El Señor declaró por labios de Jeremías que después de 70 años los israelitas serían liberados del cautiverio para volver a Jerusalén y reedificar el templo. Salomón escribió que hay un tiempo para todo. Hay un tiempo para ir en cautiverio, como había profetizado Jeremías en los capítulos 27 y 28 de su

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libro, y hay un tiempo para salir del cautiverio, como también profetizó en Jeremías 29:10-14. Por eso es tan importante que seamos como los hombres de Isacar en 1 Crónicas 12:32, porque ellos eran entendidos en los tiempos y sabían lo que Israel debía hacer. La Biblia dice que aunque Dios había declarado que iba a restaurar a Israel después de 70 años, la mayoría de los israelitas prefirieron permanecer en Babilonia. Esto es algo muy interesante. Cuando Dios va a hacer algo, lo declara abiertamente, revelándolo a Sus siervos, los profetas (vea Amós 3:7). Aunque Dios había declarado Su voluntad claramente y aun el momento en que se movería, únicamente fueron los cautivos cuyo espíritu había sido tocado y que respondieron, los que en realidad dejaron Babilonia (vea Esdras 1:5). Los demás se quedaron. Esdras capítulo 2 nos muestra que fue un grupo relativamente pequeño el que se fue y entró en el nuevo accionar de Dios. Yo pienso que esto es así en todos los avivamientos, y en todo lo que Dios hace. Él declara a todos lo que va a hacer. Dios ahora está declarando a todo el mundo que viene el avivamiento. Pero me pregunto cuántos de nosotros en realidad entraremos en ese avivamiento. Únicamente aquellos cuyo espíritu Dios está tocando y que responden, ¡aquellos que han preparado su corazón! No podemos sentarnos a esperar para ver qué sucede. Si hacemos eso, ¡seremos como aquellos en Babilonia que vieron a los demás avanzar mientras ellos se quedaban! No. Cuando Dios habla debemos escuchar y obedecer. Cuando Dios dice: “¡El avivamiento viene!” “¡La

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restauración viene!” entonces debemos decir: “¡Oh Dios, temprano yo te buscaré! ¡Oh Dios, aviva mi espíritu para que yo esté preparado para entrar en aquello que estás por hacer!”

LA RECONSTRUCCIÓN DEL ALTAR Y LOS FUNDAMENTOS Hay pasos que debemos dar para edificar el templo de Dios y entrar al avivamiento pleno. En Esdras 3:1-6 vemos que cuando los israelitas volvieron a su tierra, lo primero que hicieron fue reconstruir el altar. Esto es también lo que debemos hacer cuando somos llamados a establecer o edificar una obra. Primero, debemos instituir la adoración y edificar en lo espiritual antes de edificar en lo natural. ¿Por qué la adoración? Porque cuando adoramos, el Señor hace allí su habitación. Por medio de nuestra adoración, ¡el Señor está edificándonos para ser un templo espiritual habitado por el Señor de la Gloria! Lo siguiente que los israelitas hicieron fue colocar los cimientos, los fundamentos del templo (vea Esdras 3:7-13). Hay dos verdades que debemos entender cuando estamos estableciendo el fundamento de una obra espiritual. Primero, debemos establecer buenos fundamentos doctrinales en el corazón y la vida de los creyentes. Estos fundamentos los encontramos escritos en Hebreos 6:1-2. Segundo, debemos tener piedras fundamentales fuertes. La Palabra de Dios es muy clara en cuanto a que las piedras fundamentales fuertes hablan de creyentes maduros. Efesios 2:20 dice que Jesucristo

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es la principal piedra angular del santo templo, el cual es la Iglesia. Este versículo continúa diciendo que el templo también está edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, u otros ministerios maduros. Debemos enviar ministerios maduros para que sean las piedras fundamentales sobre las cuales la obra de Dios sea edificada en nuevos lugares. La formación de ministerios maduros requiere tiempo, y también es interesante que las piedras fundamentales espirituales más grandes sean formadas a través del cautiverio y las pruebas. Al pensar en algunos de los grandes líderes que fueron usados por Dios para edificar fundamentos fuertes debemos mencionar a José. Él colocó los fundamentos por medio de los cuales los israelitas vivieron y se multiplicaron en Egipto por más de 400 años. ¡Tenga en cuenta el proceso de formación por el que tuvo que pasar! Fue traicionado por sus hermanos, vendido como esclavo, tentado, acusado y luego injustamente encarcelado por muchos años. ¡Pero qué piedra fundamental resultó! El fundamento establecido por José llevó a los israelitas hasta el tiempo de Moisés. Durante la prolongada formación del ministerio de Moisés, podemos recordar los 40 años que pasó en casa de Faraón y sus 40 años en el desierto. Pero mire qué fundamentos estableció Moisés: ¡Estableció la ley para todas las generaciones! ¡Qué gran impacto han tenido sus enseñanzas! Aun la Iglesia está edificada sobre las enseñanzas de Moisés. Esto es porque el nuevo pacto que nos ha sido dado significa que debemos tener las leyes de Dios (que primero fueron dadas a Moisés) escritas en las tablas de carne de nuestro

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corazón (vea Hebreos 10:16). ¡Las enseñanzas fundacionales de Moisés han durado cerca de 3.500 años y nos ayudarán a llegar hasta el milenio! David es otro hombre que estableció fundamentos que continuarán en el reinado de mil años de Cristo sobre la tierra. No solamente colocó los fundamentos para el reino de Israel, sino que su reino y su casa durarán hasta entrado el milenio (vea Salmos 89:3-4). Pero al igual que Moisés, David fue preparado en el desierto, donde fue perseguido y pasó por numerosas pruebas. Amados, si vamos a ser escogidos por Dios para levantar casas espirituales, debemos ser formados por Él para que no nos derrumbemos ni nos quebremos cuando vengan las presiones.

EDIFICAR CON UNA VISIÓN Cuando los israelitas comenzaron a colocar los cimientos, o los fundamentos para el templo, sus adversarios vinieron, afirmando adorar al mismo Dios y queriendo ayudarles a construir el templo (vea Esdras 4:1-2). Sin embargo, no calificaron porque no eran verdaderos israelitas. Zorobabel, Jesúa y los otros líderes dijeron: “—No podemos permitir que ustedes se unan a nosotros en la reconstrucción del templo de nuestro Dios. Nosotros solos nos encargaremos de reedificar el templo para el SEÑOR […]” (Esdras 4:3, NVI). Muchas veces, aquellos que se oponen a nosotros son los que buscan edificar con nosotros, pero no califican. Debemos edificar solamente con aquellos que califican y que tienen la misma visión y propósito. Esto es porque cuando

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edificamos, estamos edificando una visión. Aquellos que se unen a nosotros deben tener la misma visión. Aun el mundo secular reconoce este principio. Se han realizado investigaciones acerca de la razón por la cual algunos negocios son exitosos y otros no lo son. Cuando los investigadores examinaron IBM y muchas otras grandes compañías de larga trayectoria, dijeron que los negocios que tienen éxito son aquellos que mantienen su visión original. La conclusión de los investigadores fue: “Pierde la visión y perderás la compañía”. Esta verdad también puede aplicarse a las naciones. La nación que pierde su visión termina en un desastre. Esto nos lo demuestra la nación de Israel. He estado en muchas organizaciones en mi vida y he visto que esta es la principal razón por la cual las organizaciones a menudo fracasan. Comienzan haciendo alianzas con las personas equivocadas, se produce la mezcla y la visión se pierde. Muchas veces la organización se vuelve democrática: cada uno añade sus propias ideas. Pero si vamos a edificar y completar las obras que Dios nos ha confiado, debemos ser cuidadosos de no hacer alianzas con las personas equivocadas. Solo podremos tener éxito si mantenemos la visión que Dios nos dio para nuestra vida y ministerio. Cuando uno entra al ministerio o cuando Dios le da algo para hacer, debe asegurarse que entiende la visión que Dios tiene para ese lugar. El éxito depende de aferrarse y mantenerse fiel a esa visión. Por eso Dios le dijo a Moisés: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 25:40).

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He estado en el ministerio por más de 50 años, y cuando miro hacia atrás puedo ver que en el principio Dios me dio una visión que Él ha mantenido y ha aumentado. Por Su gracia, no he dejado esa visión. Es la visión de entrar en el avivamiento y proseguir a Sion.

LA REEDIFICACIÓN ES OBSTACULIZADA A causa de sus enemigos, los líderes de Israel se vieron impedidos de continuar la reedificación del templo por un edicto real promulgado contra ellos (vea Esdras 4:6-23). Se detuvieron las obras y el resultado fue que el pueblo de Dios perdió su visión y se aletargó. Dios reveló que los pensamientos íntimos de ellos fueron: “[…] No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada” (Hageo 1:2). Con cuánta frecuencia encontramos que cuando la oposición comienza a poner obstáculos nos desalentamos, aceptamos esos obstáculos como si vinieran de la mano de Dios y pronto dejamos de insistir. Puede sonar muy espiritual decir que porque las cosas no funcionan dinámicamente no es el tiempo de Dios. Cuando surge un problema, si decimos que en realidad no es el tiempo de Dios para hacer eso, entonces podemos descansar y tener ¡las excusas perfectas para no obedecer lo que Dios nos dijo que hiciéramos! Podemos decir como esos israelitas: “Edificaremos nuestras propias casas”, o decir

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lo que dijo Pedro en Juan 21:3: “[…] Voy a pescar […]”. Podemos volver a nuestras antiguas actividades y perder el mover del Espíritu. La obra de Dios estuvo detenida por 16 años hasta que el Señor se movió de nuevo. Él los inquietó por medio de la profecía de Hageo y Zacarías con mensajes como este: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos” (Hageo 1:4-5). Cuando las profecías comenzaron a inquietar a los líderes y al pueblo, se levantaron para reedificar la casa de Dios.

JOSUÉ Y SATANÁS Hageo y Zacarías profetizaron algunas claves importantes relacionadas con el liderazgo. En Zacarías 3 están las profecías referidas a Josué, quien era el sumo sacerdote de Israel en aquel tiempo. Satanás estaba junto a Josué para acusarlo. Como líderes, tendremos que enfrentar todo tipo de acusaciones. Ninguno de nosotros escapará de esto, que sucede especialmente cuando estamos comenzando un nuevo trabajo para Dios, ¡o cuando está por comenzar un nuevo mover de Dios! ¿Cómo manejamos tales acusaciones y críticas? Debemos manejarlas por medio del espíritu de humildad. No debemos permitir que estas acusaciones se metan en nuestro espíritu y que generen cosas como amargura, autojustificación y falta

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de perdón. Sobre todo debemos pedir a Dios que nos dé gracia, perdón y la capacidad para olvidar, como tuvo José. Siempre existe el peligro de estar preocupados por el enemigo en lugar de avanzar. Esto fue lo que sucedió en los Estados Unidos durante la presidencia de Jimmy Carter. El presidente Carter paralizó el país cuando se concentró en forma tan absoluta en los 50 rehenes estadounidenses que Irán mantuvo cautivos por 400 días. Como líder, usted no puede concentrar su atención y preocupación en el enemigo. No debe preocuparse desmedidamente con las situaciones que buscarán quitarle totalmente sus fuerzas. Usted debe seguir avanzando con la visión que Dios le dio para cumplir. Los líderes también deben buscar a Dios para recibir una nueva limpieza, como recibió Josué el sumo sacerdote en Zacarías 3. Josué recibió nuevas vestiduras. Josué recibió una unción fresca para el nuevo trabajo que debía hacer. En manera similar, nosotros necesitamos una unción fresca, un manto fresco, para hacer un nuevo trabajo para Dios. Después de estas cosas, a Josué se le dio una plomada. Es muy importante que tengamos una plomada, para poder edificar en forma recta. Necesitamos conocer los planes de Dios para cada nuevo trabajo, a fin de edificar según lo que Él ha diseñado.

ZOROBABEL Y EL MONTE Las profecías de Zacarías 4 conciernen a Zorobabel, el gobernador de los israelitas que habían vuelto de la cautividad babilónica. Él necesitaba comprender cómo debía llevarse a

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cabo la obra de Dios. Se le dijo que era “[…] No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Era por la unción que él echaría abajo el monte de oposición que enfrentaba. El gran monte era, en realidad, el poder del Imperio Persa, ya que los enemigos habían obtenido un edicto real contra la reedificación por parte de los judíos. Quizá usted tenga un monte de oposición contra usted, quizá haya leyes gubernamentales que sus enemigos quieren esgrimir en contra de usted para obstaculizar la obra que realiza para Dios. Usted no vencerá por fuerza, por dinero ni por tener muchas personas de su parte. Usted no edificará por su propia voluntad ni determinación. ¡La manera en que se va a reedificar el templo será por la unción! Y esa oposición, ese gran monte, ¡caerá delante de usted por la gracia de Dios! Debemos entender que no luchamos contra carne ni sangre, sino contra principados y potestades satánicas en los lugares celestiales (vea Efesios 6:12). Debemos ganar nuestras batallas en el ámbito espiritual, y quebrar el poder del enemigo con la unción del Espíritu de Dios. En Nueva Zelanda, un amigo mío llegó a ser el pastor de una iglesia que por 15 años apenas había crecido para alcanzar a tener unas 150 personas. Algunas veces había 150 miembros y luego bajaba a quizá 30 miembros. Subía y bajaba muchas veces, pero nunca podía pasar más allá de las 150 personas. Sin embargo, cuando este nuevo pastor estaba inquiriendo en el Señor, Él le dijo: “Ven a la iglesia

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cada mañana a las 6:00 a.m. para orar”. Mientras estaba orando allí, el Señor le dio una visión. Le mostró un enorme demonio que gobernaba sobre la ciudad, el cual estaba impidiendo que la iglesia creciera. El pastor se mantuvo orando en la iglesia cada mañana, y algunos miembros de la iglesia comenzaron a unírsele, hasta que un gran grupo oraba. Al continuar orando todos, el Señor dio al pastor una visión en la cual el demonio ya no llegaba hasta las regiones celestiales, sino que en parte había sido derribado al punto que solo la mitad de él se veía por sobre el nivel del suelo. La iglesia prosiguió orando hasta que otra persona tuvo un sueño, en el que únicamente se veía la cabeza del demonio. Al seguir orando, el demonio fue derribado por completo y luego de esto comenzó el avivamiento. La iglesia creció hasta llegar a 1500 personas, diez veces más de lo que había podido crecer antes. Esa iglesia primero necesitó ser liberada del enemigo que la obstaculizaba. Al entrar en la guerra espiritual, los montes de oposición que enfrentamos deben ser derribados por el Espíritu de Dios. Por Su gracia, quiera Él que cada uno de nosotros obtenga la clave para la victoria que necesitamos para liberar a nuestras iglesias y ciudades a fin de que el avivamiento pueda fluir. A Zorobabel le tomó cerca de cuatro años, desde 520 A.C. hasta 516 A.C., completar la reedificación del templo. Los grandes obstáculos que se habían levantado contra la obra de Dios fueron removidos. En nuestros días, el Señor también va a hacer una obra rápida en la reconstrucción del templo, el cual es Su Iglesia. Nosotros también debemos estar listos

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para completar rápidamente la obra que Dios nos ha dado para hacer, no por fuerza ni por poder, sino por el Espíritu de Dios.

¡VIENE EL AVIVAMIENTO! Hermanos y hermanas, reflexionemos sobre estas preguntas. ¿Está Dios comenzando a producir una inquietud fresca en su vida y en su corazón? ¿Quiere encontrarse con el Señor en una manera nueva? ¿Quiere tener una visión clara y una nueva capacitación para el ministerio? El Señor está edificando Su Iglesia y está preparando el más grande avivamiento que el mundo haya visto. La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Hay líderes que están siendo comisionados y capacitados por Dios para esta gran obra. ¿Qué hará usted? Necesitamos una limpieza más profunda, como Josué el sumo sacerdote, para que podamos obtener nueva autoridad. Necesitamos hacer nuestras la gracia y las promesas de Dios que fueron dadas a Zorobabel, para que por la unción podamos comenzar y completar la obra que Dios nos ha llamado a hacer. ¿Está el Señor comenzando a producir una nueva inquietud en su corazón? ¿Sabe usted que Dios está diciendo que viene el avivamiento? ¿Puede oír al Señor que le dice: “Sí, Yo te he ordenado para este tiempo de restauración. Yo te he ordenado para este tiempo en el cual estoy restableciendo todas las cosas que he prometido para Mi Iglesia”? El Señor su Dios le está hablando específicamente que Él tiene un lugar para usted.

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El Señor le revelará ese lugar y se lo mostrará claramente cuando usted le rinda sus dudas. Él lo ha llamado y ha puesto Su mano sobre usted, y Él puede hacer que sucedan todas las cosas que parecen imposibles. El Señor declara que Él es el Creador y que crea las cosas que no son y las hace existir. Solo ríndase a Él, y no dude, y Él hará que suceda lo que ha hablado a su corazón.

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CAPÍTULO 7 LA VISIÓN DE SION El Señor desea plantar en nosotros una visión con un enfoque futuro. Habacuc 2:2 dice: “[…] Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella”. Cada uno debe recibir de Dios una visión, ya sea por Su Espíritu, por medio de la Biblia, o por la predicación ungida de la Palabra de Dios. Esta visión nos capacitará para ver más allá de la presente experiencia espiritual en la que estamos. Puede sostenernos, llevarnos adelante y darnos un propósito en la vida. Dios tiene una visión para cada dispensación o período. Al analizar en qué tiempo estamos viviendo, encontramos que estamos en los últimos días. Es muy interesante señalar que en cualquier parte en la Biblia donde se habla de los últimos tiempos, se menciona a Sion. Todas las promesas de Dios son para Sion en los últimos días. ¡Este es el supremo objetivo de la Iglesia! El apóstol Pablo señala claramente esto en Hebreos 12:22 al decir: “Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión” (DHH). Geográficamente, el monte Sion es la parte sureste de la ciudad de Jerusalén. En tiempos antiguos se lo llamaba la ciudad de

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David, y anteriormente estuvo habitado por los Jebuseos. Este monte tiene un gran significado espiritual para los cristianos.

EL VIAJE DESDE EGIPTO A SION Para comprender el viaje espiritual que debemos realizar durante nuestra experiencia cristiana debemos estudiar el viaje de los israelitas desde Egipto a la tierra prometida. La “Iglesia” del Antiguo Testamento, los hijos de Israel, comenzaron a multiplicarse en Egipto. Egipto es un tipo o ilustración del mundo. Podemos ver una explosión demográfica en el mundo de hoy, ¡pero tiene que haber una explosión demográfica en la Iglesia! La salvación fue revelada en Egipto. El cordero pascual fue sacrificado allí para salvar a los israelitas, así como 1 Corintios 5:7 dice que “[…] nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”. Después que los israelitas fueron salvados de Egipto cruzaron el mar Rojo, lo cual nos habla del bautismo en agua. Pero leemos que inmediatamente después de cruzar el mar Rojo ya sabían que su destino era el monte Sion. Éxodo 15:17 dice: “Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado”. Este monte era Sion (vea Salmos 79:54, 68). ¡Esa fue siempre la meta!

EL MONTE SINAÍ Leemos en Éxodo 19:1 que en el tercer mes de su viaje llegaron al monte Sinaí. La fiesta del tercer mes en el calendario

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religioso de Israel es Pentecostés. Entendemos que el monte Sinaí representa la fiesta de Pentecostés, o la experiencia del bautismo del Espíritu Santo. Fue el tremendo poder en el monte Sinaí lo que permitió a Israel cruzar el desierto y llegar al Jordán. Necesitamos el poder que ellos obtuvieron en el monte Sinaí, donde el fuego de Dios descendió, para que nosotros como líderes podamos llevar a las personas a través del desierto hasta su heredad. Necesitamos enfatizar el poder del bautismo del Espíritu Santo. Pero el apóstol Pablo señaló en Hebreos 12:18-22 que no somos llamados al monte Sinaí, sino al monte Sion. Así que debemos darnos cuenta que el destino final de nuestra vida espiritual no es la experiencia pentecostal. El bautismo del Espíritu Santo es únicamente para ayudarnos en nuestro camino hacia el monte Sion. Luego vino el llamado de Dios a Moisés, en Deuteronomio 10:11: “Y me dijo Jehová: Levántate, anda, para que marches delante del pueblo, para que entren y posean la tierra que juré a sus padres que les había de dar”. En Deuteronomio 2:3 también dijo el Señor: “Bastante habéis rodeado este monte; volveos al norte”. Muchas iglesias en nuestros días se han vuelto pentecostales o carismáticas, y han “acampado” alrededor de esta bendición. Muchas veces la iglesia se siente satisfecha con una experiencia. Pero no debemos buscar las experiencias; ¡debemos buscar a Cristo! Debemos proseguir hacia la plenitud de lo que Él tiene para nosotros. Al Israel de antaño se le dijo específicamente que habían acampado demasiado tiempo

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alrededor del monte Sinaí, o alrededor de la bendición de Pentecostés. El Señor dijo: “¡Es tiempo de proseguir!” Yo creo que Dios está hablando muy claramente a la Iglesia en todas partes que ya hace mucho tiempo que debimos haber dejado el monte Sinaí para avanzar con el Señor. Los israelitas de antaño debían ponerse en movimiento con la nube. Por la gracia de Dios, queremos seguir la nube de la presencia de Él que ha dejado el monte Sinaí y el movimiento carismático. ¡Dios está avanzando! Lo que en cierto momento fue la voluntad de Dios, deja de ser Su voluntad cuando la presencia de Dios prosigue su marcha. Por Su gracia queremos seguir Su presencia, y según la Biblia, Su presencia va sin lugar a dudas rumbo a Sion. A menudo acampamos alrededor de esas bendiciones por demasiado tiempo. Hubo un tiempo cuando enseñábamos en los Estados Unidos, y el Señor nos habló que debíamos volver a Europa donde habíamos ministrado en años anteriores. Él dijo: “Las cosas que te muestre, las declararás al mundo”. Volvimos, y lo que vimos fue que algunos de los grandes líderes espirituales en muchos de los países de Europa habían caído en pecado. Mi corazón estaba quebrantado y clamé a Dios: “¿Señor, por qué?” El Señor dijo: “Porque caminaron alrededor de ese monte demasiado tiempo y se familiarizaron demasiado con su verdad presente. La vida espiritual que esa verdad contenía ya no siguió expresándose a través de ellos, y el resultado fue que de tanto caminar alrededor del monte acabaron debilitándose y cayeron en pecado”. Así que recordemos el llamado del

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apóstol Pablo en Hebreos 12:18-22. Nuestro llamado no es al monte Sinaí y nuestro destino supremo no es el bautismo del Espíritu Santo. ¿Hacia dónde vamos? “Ustedes […] se han acercado al monte Sión” (Hebreos 12:22, DHH).

EL DESIERTO Cuando los hijos de Israel dejaron el monte Sinaí viajaron a través del desierto. Vemos este mismo patrón en la vida de Cristo. Según Marcos 1:9, el Señor Jesús fue bautizado en agua, así como los israelitas fueron bautizados, como un tipo, en el mar Rojo. Luego, según el versículo 10, Jesús fue lleno con el Espíritu Santo, así como los israelitas llegaron al monte Sinaí donde cayó el fuego de Dios. El siguiente acontecimiento en la vida de Cristo está en el versículo 12: “Y luego el Espíritu le impulsó al desierto”, algo que también fue la experiencia de los israelitas después. El desierto nos habla de las pruebas y sufrimientos que deben llevarnos a la obediencia. Deuteronomio 8:2 nos dice que el Señor guió a Israel por cuarenta años en el desierto para producir en ellos humildad, obediencia y pureza. Leemos acerca de la misma experiencia en la vida de Cristo en Hebreos 5:8: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”. Solo hay una manera en la cual aprendemos la obediencia en nuestra vida, y es a través del sufrimiento. Los israelitas fracasaron en el desierto, y nosotros tampoco pasaremos a menos que Dios nos lleve. Si rechazamos los tratos de Dios, pasaremos nuestra vida entera en el desierto y

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nunca lo cruzaremos. Y si no lo atravesamos, nunca llegaremos a nuestra herencia. ¡No hay atajos!

EL CRUCE DEL JORDÁN Después del desierto, los israelitas cruzaron el Jordán. Esto nos habla acerca de la vida crucificada. Mientras el mar Rojo (o el bautismo en agua) es nuestra identificación por fe con la vida crucificada, el Jordán nos habla de tener la realidad de esa experiencia en operación en nuestra vida. Una vez que los israelitas cruzaron el mar Rojo estaban fuera de Egipto, pero todo el tiempo durante sus pruebas en el desierto querían volver allá. En forma similar, uno puede sacar a los cristianos del mundo cuando son salvos y bautizados en agua, ¡pero aún tiene que sacar lo que queda del mundo en los cristianos! Fue solo cuando los israelitas cruzaron el Jordán y entraron a su heredad que ya no desearon volver a Egipto. Cuando cruzaron el Jordán y acamparon en Gilgal, todos los varones fueron circuncidados, y el Señor dijo en Josué 5:9: “[…] Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto”. Nosotros también necesitamos cruzar el Jordán y que nuestro corazón sea circuncidado, para que podamos conocer por experiencia que estamos muertos al pecado. Hace muchos años, mientras estudiaba en mi oficina una mañana, tuve una visión de Cristo en la cruz dándome la espalda. Luego, en el Espíritu fui tomado y colgado con Cristo en esa cruz. Yo estaba en Cristo, mirando a través de Sus ojos a las personas que estaban abajo. Vi allí a todos los que

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estaban burlándose de Jesús mientras era crucificado. Luego cesó la visión y, desde lo más profundo de mi ser, el Espíritu de Dios se elevó. Subió a mi boca y salieron las palabras: “Con Cristo estoy juntamente crucificado” (Gálatas 2:20). Luego vi el velo del templo rasgado de arriba hasta abajo. ¡Entonces supe que en la cruz mi vieja naturaleza había sido crucificada! Es muy importante que todos tengamos una “experiencia del Jordán” y que, por la gracia de Dios, caminemos a la luz de nuestro ser, muertos al pecado. Usted no necesita tener una visión, pero debe saber por experiencia que su viejo hombre fue crucificado con Él.

LA CONQUISTA DE LA HERENCIA Cuando Josué y los israelitas cruzaron el Jordán y entraron a la tierra prometida, comenzaron a desposeer a las siete naciones que vivían en Palestina. Habría sido mucho más fácil tomar la tierra si nadie viviera en ella. El monte Sinaí no estaba habitado, mostrándonos que no hay batalla para recibir el bautismo del Espíritu Santo. Sin embargo, en la tierra prometida había habitantes, gigantes y batallas que enfrentar, así como ahora nosotros debemos batallar contra principados y potestades en las regiones celestes. El monte Sion fue la última fortaleza en ser tomada, y la más difícil. Era la fortaleza de los jebuseos. Resistieron por siglos hasta el tiempo de David. Se jactaban que aun si sus soldados fuesen ciegos y cojos, David y su ejército no podrían conquistarlos. Pero Sion fue tomada por David después de su tercera unción. Debe haber una obra de

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Dios cumplida en nosotros antes que podamos pasar a Sion. Esta tercera unción es muy importante.

SION, EL LUGAR DE LA UNIDAD Aunque el monte Sion era la última fortaleza en la tierra de Palestina, se nos dice en 2 Samuel 5:7 que David lo tomó y lo hizo la capital de la nación. Hay allí un profundo significado. Como Sion era la última fortaleza a la que Israel llegó, también será el último lugar al que la Iglesia será llevada. Pero estaban los jebuseos, quienes vivían allí. En Deuteronomio 7:1-2 el Señor dijo que había siete naciones enemigas en la tierra de Palestina. Dios dio la victoria sobre estos enemigos, y el último enemigo fueron los jebuseos. Desde el punto de vista espiritual, tenemos la interpretación de estos siete enemigos en Proverbios 6:16-19, donde el Señor define las siete cosas que Él aborrece. La última de estas, como los jebuseos, era “[…] el que siembra discordia entre hermanos”. Esto es interesante, porque leemos en el Salmo 133 que los hermanos que habitan juntos en armonía son como el rocío sobre Sion, donde Dios envía Su bendición. Así que Sion es el lugar de habitación de los hermanos en unidad. Donde los jebuseos son derrotados, encontramos que la discordia entre los hermanos cesa. Donde hay unidad entre los hermanos, fluirá la bendición de Dios.

SION, EL LUGAR DE GLORIA El monte Sion es también el lugar del tabernáculo de David. En el tiempo del rey David, el tabernáculo de Moisés aún

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estaba en Silo. Pero el arca del pacto no estaba en el Lugar Santísimo. Muchos años antes había sido capturada por los filisteos, después de lo cual fue ignorada por el rey Saúl. Sin embargo, al principio de su reinado, David recuperó el arca y la colocó en el tabernáculo (o tienda) sobre el monte Sion. En el arca estaba la presencia literal de Dios entre los querubines, donde la nube de la gloria sekiná de Dios la cubría. A diferencia del tabernáculo de Moisés, en el tabernáculo de David no había velo para impedir que todos vieran la gloria de Dios. David y todos los adoradores tenían libre acceso para acercarse al arca y experimentar la gloria de Dios. Por lo tanto la gloria visible de Dios está asociada con el monte Sion. En ciertos momentos Dios ha elegido manifestar Su gloria. Recientemente, un amigo me contó acerca de la nube de gloria que se hizo presente en uno de sus cultos. Recuerdo también una oportunidad en Francia, hace ya algunos años, cuando los ministros estaban alabando a Dios en la plataforma y una nube de gran gloria los cubrió. Han existido pequeñas experiencias de esto, pero lo que va a suceder es que veremos, literalmente, la nube de gloria que entra a las iglesias. ¡Debemos elevar más nuestra visión! No debemos limitar al Señor, sino ver lo que la Palabra de Dios anuncia para la Iglesia en los últimos tiempos. En 2 Corintios 3:7 dice que la gloria que fue manifestada en Moisés fue pasajera, pero la ministración del Espíritu será mayor. Isaías dijo: “[…] y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:2).

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En una visión he visto la Iglesia gloriosa sobre la tierra. También vi la Iglesia liderada por Jesús, descendiendo con Él desde el cielo. ¡Oh, esa Iglesia celestial, gloriosa! La he visto descender, y he visto la Iglesia terrenal levantarse, y ambas eran idénticas. ¡Gloria a Dios, habrá un poderoso avivamiento para la Iglesia a fin de prepararnos para encontrarnos con el Señor!

SION, EL LUGAR DE LA ALABANZA Y LA ADORACIÓN Alrededor del tabernáculo de David se generó toda la alabanza que se asocia con David. Se entraba en un ámbito de alabanza y adoración allí en el monte Sion, que el Pueblo de Dios no había visto antes. En los últimos días, Dios también nos llevará a una profundidad en la alabanza y la adoración que nunca hemos conocido. Salmos 65:1 dice: “Silencio habrá delante de ti, y alabanza en Sion, oh Dios” (BA). Esta alabanza y adoración está esperando ser revelada, ¡cuando la Iglesia ascienda a Sion! Una vislumbre de esto sucedió con un avivamiento en Escocia durante la década de 1930. Conocí a los hermanos que fueron responsables de este avivamiento. Los ujieres hacían salir a las personas a la medianoche para cerrar las puertas. ¿Qué hacía la gente? Acampaba alrededor del edificio, cantando toda la noche, hasta que las puertas se abrían a las 8:00 de la mañana. ¡Este es el ámbito de alabanza y adoración que estamos esperando!

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SION, EL LUGAR DE ENSEÑANZA Sion es también el lugar de enseñanza en los últimos días. En Isaías 2:2 vemos que en los últimos tiempos el monte de la casa de Dios será exaltado, y todas las naciones correrán a él. Esto habla acerca de Sion y de cómo la Iglesia de Jesucristo será levantada en esos últimos días. Luego, Isaías 2:3 dice que la gente subirá al monte del Señor y dirá: “[…] nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas […]”. Dios va a revelarnos Sus caminos. Salmos 103:7 dice que los hijos de Israel vieron los hechos y los milagros de Dios, pero solo Moisés conocía Sus caminos. Pero en nuestros días, Dios va a revelar Sus caminos a aquellos que suban a Sion.

SION, EL LUGAR DE LA LEY Isaías 2:3 continúa diciendo que “[…] de Sion saldrá la ley […]”. Al viajar a muchos países, el Señor me ha dicho que Él va a honrar Su ley en los últimos días. Las naciones han sancionado leyes y más leyes para cambiar los principios de la sociedad, alejándolos de los Diez Mandamientos. Pero Dios va a exaltar Su ley entre las naciones y en Su Iglesia en estos últimos tiempos. En 2 Reyes 10:30 encontramos que Jehú había cumplido el ministerio para el cual había sido ungido, pero en el versículo 31 leemos: “A pesar de esto, Jehú no se preocupó por cumplir fielmente la ley del Señor” (DHH). Una persona puede haber sido ungida por Dios, cumplir un ministerio, y aun así todavía caminar de manera contraria a las leyes de

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Dios. ¡El hecho que usted esté ungido y cumpliendo un ministerio no significa que sea aceptado en la presencia del Dios Altísimo! Es importante prestar atención a la ley en estos días porque vamos a ver mucho pecado y engaño. Salmos 119:165 nos alienta con esta promesa: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”.

SION, EL LUGAR DE AVIVAMIENTO Isaías 25:7 nos dice: “Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones”. En años recientes hemos oído mucho acerca de los ángeles caídos que gobiernan naciones, ciudades y pueblos. A causa de ellos, el evangelio no tiene libertad completa en esas áreas. Pero donde esos poderes de las tinieblas han sido atados –donde el velo ha sido roto– la unción y el poder de Dios descienden. Y así es que al subir al monte Sion tendremos el poder para romper los velos que envuelven a las naciones de este mundo. Con Dios tendremos poder para quebrantar los principados que gobiernan sobre las ciudades en las cuales vivimos, y haremos que un derramamiento del Espíritu Santo venga sobre esa ciudad. Esa es la clave del avivamiento: romper y destruir el velo que envuelve a una ciudad o un país. Cuando ese velo es quitado el Espíritu de Dios es derramado, las personas son convencidas de pecado y el avivamiento llega a todas partes. Durante el avivamiento nacional del siglo pasado en Suecia, ellos tuvieron esta clase de manifestación. Las personas caminaban decenas de millas a través de la nieve, porque

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eran convencidas de pecado en sus casas. Buscaban una iglesia que estuviera abierta, donde alguien pudiera hablarles de Cristo y de Su salvación que podía limpiarlos de su culpa. Cuando Dios abre Sus cielos sobre una ciudad o sobre una nación, ¡el Espíritu llega con poder a cada casa! En el avivamiento de Gales, cuando las reuniones comenzaban en ciertos pueblos, la gente que estaba en las tabernas no podía levantar sus vasos para beber cerveza porque el Espíritu de Dios caía sobre ellos. ¡Algunas veces se arrastraban hasta los lugares de reunión para ser liberadas de sus pecados! Esa es la clase de avivamiento que queremos ver. En una oportunidad visité a un pastor muy piadoso que había participado de ese avivamiento. Cuando el hombre susurraba el nombre de Jesús, la dulce fragancia de Cristo llenaba la habitación. Recorrí su ciudad caminando y se percibía cierto tipo de santidad allí. Al caminar por las calles era diferente de cualquier otra ciudad. Había una santidad de Dios que todavía permanecía desde el avivamiento ocurrido hacía muchos años. Mientras caminábamos me dijo: “¿Ve usted ese edificio?” “Sí”, le respondí. Entonces me dijo: “Eso era una taberna, pero no lo es más porque no hay clientes”. Luego señaló una taberna tras otra, cerca de una docena delante de las cuales pasamos, que estaban todas cerradas porque el Espíritu de Dios las había limpiado. El pastor también dijo: “Nuestra iglesia no era lo suficientemente grande para las multitudes que venían, ¡así que el gerente del teatro local nos dio las llaves de su sala de cine porque él tampoco tenía clientes!” Hay poder cuando el velo es destruido, y es por eso que Dios quiere que subamos a Sion. ¡Hay poder en Sion que puede llevar a toda una nación a Dios!

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Recientemente, un hermano me hablaba acerca del pecado generalizado que hay en su país. En una oportunidad vi al príncipe que domina allí, y es un poderoso ángel siniestro. Pero yo creo que viene el tiempo cuando Dios va a desposeerlo y hará libres a las personas. Vamos a experimentar lo que David experimentó cuando reinaba en Sion. Él ganaba cada vez que entraba en batalla. No perdió ni una sola vez. Deuteronomio 28:13 dice que la Iglesia debe ser la cabeza, no la cola. Mientras la Iglesia asciende a la plenitud de su herencia su cabeza va a ser levantada. Ya no será más la cola, debiendo adecuarse a todos los deseos de este mundo. Ella será la cabeza y dará instrucciones a gobiernos, presidentes y a los que están en autoridad. Esto ya está sucediendo en ciertos países. Los funcionarios del gobierno están recurriendo a la Iglesia en busca de orientación porque no saben hacia dónde ir. ¡En los postreros días muchos recibirán sus instrucciones de la Iglesia!

CÓMO ASCENDER Y HABITAR EN SION Hay condiciones o requisitos para subir a Sion. Salmos 24:3 dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” Este monte es el monte Sion, donde el arca había sido colocada en el tabernáculo de David. Los requisitos en el versículo 4 son: “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”. Estos requisitos para ascender a Sion están todos basados en la justicia (rectitud).

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Cuando oraban por avivamiento en las Islas Hébridas, Dios les habló estos versículos del Salmo 24. Al humillarse delante del Señor para obedecer estos versículos, Él súbitamente derramó Su Espíritu. En un pueblo tras otro hubo gran convicción de pecado por el Espíritu de Dios, ¡porque algunos santos de Dios habían subido al monte Sion espiritual! En Salmos 15:1 se plantea la pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” En este Salmo vemos que aún hay otros requisitos de justicia/rectitud para aquellos que desean permanecer y morar en el monte Sion. El Salmo 24 nos da las condiciones para que podamos ascender a Sion, ¡pero debemos calificar más aún para permanecer y morar en ese santo monte! Debemos permitir al Espíritu de Dios escudriñar nuestro corazón y producir convencimiento de pecado. Al leer esto, usted estará tomando una decisión que determinará su destino eterno. No para determinar si será salvo o no, sino para determinar si usted calificará para morar en el monte Sion. Aquellos que han sido invitados a caminar de manera más profunda y santa con Dios deben tomar una decisión que determinará si ¡Hay poder calificarán para Sion u ocuparán un en Sion lugar más bajo. que puede llevar a Este es un tiempo de decisión. toda una Multitudes, multitudes están en el valle nación a de la decisión (Joel 3:14). Algunos Dios! están siendo pesados en las balanzas.

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La respuesta de su corazón determinará su futuro eterno: si va a proseguir hacia la plenitud de los propósitos de Dios para su vida o si va a permanecer donde está. Al tomar la decisión de optar por la justicia (rectitud), Dios le dará gracia. ¡Dios lo llevará adelante y hará que habite en Su monte santo!

EL NACER EN SION Salmos 87:4-7 habla tres veces acerca de los que nacieron en Sion. El versículo 5 dice: “Y de Sion se dirá: Este y aquél han nacido en ella, y el Altísimo mismo la establecerá”. El Señor quiere hacer nacer en nosotros la visión de Sion espiritual como nuestro hogar. Él está llamándonos a captar una visión de dónde debemos morar espiritualmente, para nuestra vida y también para nuestras iglesias. Confío que estas cosas estén naciendo dentro de usted, porque Dios desea dar a cada uno de nosotros una visión con un enfoque futuro. La pregunta que debemos hacernos es: “Señor, ¿dónde estoy en mi viaje espiritual?” Al hacer la pregunta sinceramente, el Espíritu de Dios nos mostrará. ¿Es usted ya salvo de Egipto y bautizado en agua como los israelitas en el mar Rojo? ¿Está también bautizado en el Espíritu Santo? Hebreos 6:1 nos dice que debemos dejar atrás estos primeros fundamentos en nuestra experiencia cristiana, ¡y seguir adelante a la perfección! Necesitamos aprender la humildad y obediencia que nos permitan vencer las pruebas del desierto. Necesitamos la experiencia de la vida crucificada y cruzar el Jordán para poder comenzar a poseer nuestra herencia.

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Necesitamos experimentar las unciones que David tuvo, ¡para subir y conquistar los últimos enemigos a fin de poder ascender y vivir en el monte Sion espiritual! Más allá de dónde esté en su viaje, Dios puede hacer nacer dentro de usted la visión de Sion. El Espíritu Santo puede concebir dentro de usted la visión que usted nació para un destino más grande que el que ha conocido hasta ahora. ¡Él puede poner un deseo en su corazón que nunca estará satisfecho hasta que usted llegue a la plenitud de Cristo! Que esa visión con enfoque futuro sea concebida en cada uno de nosotros, lo que hará que corramos la carrera con paciencia hasta que estemos delante de Dios en Sion (vea Salmos 84:7). Nunca olvide que ese avivamiento (y todas las bendiciones de Dios) no es su meta; es solamente un medio para un fin: Cristo. ¡Continúe avanzando con decisión hasta ganar a Cristo! Cuando Él entonces se deleite en usted, será usado para Su gloria y verá la liberación del poder del avivamiento que hará que las naciones se vuelvan a Cristo.

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