biblikka Estudio y respuestas de la Palabra de Dios

biblikka Estudio y respuestas de la Palabra de Dios Tú preguntas; Biblikka contesta P011 “El silencio de Dios” ¿Qué es el silencio de Dios? ¿Dónde ha

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Tú preguntas; Biblikka contesta P011 “El silencio de Dios” ¿Qué es el silencio de Dios? ¿Dónde habla la biblia sobre el silencio de Dios en el individuo? ¿De dónde sale que cuando Dios esta en "silencio" es cuando más está trabajando? Esta pregunta es muy interesante por varias razones: 1. Trata sobre una parte importante de la vida cristiana “práctica”. 2. Muchos creyentes lo experimentan en su deseo de crecer en el Señor. 3. Trata sobre un aspecto de experiencia espiritual cristiana más que uno estrictamente bíblico. Con ésto no quiero decir que la idea detrás de el “silencio” no esté en la Biblia, sino que, estrictamente hablando, no es un tema bíblico. Tratemos de explicar.

Todo parece indicar que nuestro oyente está haciendo referencia a un aspecto común en la espiritualidad cristiana. Trata de los momentos en que Dios parece estar lejano: no sentimos su presencia, el cielo se torna de bronce y nuestras oraciones parecen no ser escuchadas. Todo esto resulta en una crisis de fe.

Por supuesto que Dios está en todo lugar. Por supuesto que Dios oye nuestra oración. Pero la expresión “El silencio de Dios” se refiere a nuestra percepción, no a la Realidad. Otras formas de referirnos a esta experiencia es “estar en el desierto” y, quizás la más famosa de todas: “La noche oscura del alma”, basada en el poema del mismo nombre de San Juan de la Cruz, místico del S. XVI.

En una noche oscura con ansias en amores inflamada (¡oh dichosa ventura!) salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada, a oscuras y segura por la secreta escala disfrazada, (¡oh dichosa ventura!) a oscuras y en celada estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa en secreto que nadie me veía ni yo miraba cosa sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía adonde me esperaba quien yo bien me sabía en sitio donde nadie aparecía. ¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba allí quedó dormido

y yo le regalaba y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena cuando yo sus cabellos esparcía con su mano serena y en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

En las Escrituras se dan algunas situaciones donde se acusa a Dios de guardar silencio: Salmo 83: Salmo de Asaf. 1 Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto. 2 Porque he aquí que rugen tus enemigos, Y los que te aborrecen alzan cabeza. 3 Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, Y han entrado en consejo contra tus protegidos.

Is. 64:11-12 11 Nuestro santo y glorioso templo, donde te alababan nuestros padres, ha sido devorado por el fuego. Ha quedado en ruinas

todo lo que más queríamos. 12 Ante todo esto, Señor, ¿no vas a hacer nada? ¿Vas a guardar silencio y afligirnos sin medida?

En estos casos, más que una crisis “espiritual” (aunque no la excluye) lo que se da es una crisis de fe por la aparente inacción de Dios ante el sufrimiento de su pueblo a manos de enemigos o ante la destrucción del templo en Jerusalén.

Aunque estos pasajes nos pueden ayudar al entender concepto del “silencio de Dios” la experiencia que se presenta en ellos no es estrictamente espiritual.

Quizás más semejante a la crisis de la “La noche oscura del alma” son las situaciones de Job, Habacuc y Asaf.

JOB Presenta el sufrimiento de Job, sin entender el porqué, y la acusación de pecador por parte de sus amigos. Al final Job consigue la audiencia que tanto ha solicitado a Dios, pero es incapaz de contestar las preguntas divinas y su pregunta queda aparentemente sin respuesta.

HABACUC El profeta se queja de la condición del pueblo de Israel y cuando Dios le explica que Él hará justicia castigándoloa través de los caldeos (babilonios), ¡Habacuc protesta por tratarse de un pueblo aun más pecador que el propio Israel!

ASAF El problema de el poeta Asaf no nos es extraño. Observa preocupado la prosperidad de los impíos mientras a los siervos de Dios les va mal.

1 En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón! 2 Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. 3 Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. 4 Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. 5 Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos.

12 Así son los impíos; sin afanarse, aumentan sus riquezas. 13 En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia, 14 si todo el día me golpean y de mañana me castigan?

16 Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable, 17 hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados:

21 Se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo

22 por mi necedad e ignorancia. ¡Me porté contigo como una bestia! 23 Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. 24 Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria. 25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. 26 Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna. 27 Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. 28 Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras.

El cuadro está claro. El “silencio de Dios” (desierto; noche oscura del alma”) se da cuando Dios parece distante, indiferente y silente ante circunstancias que no entendemos y que amenazan con debilitar (o aun matar) nuestra fe.

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Las claves para enfrentar estas crisis del alma consisten en: 1. Recordar que Dios es bueno. 2. Renunciar al empeño de entender a Dios. - Agustín: “Si lo entiendes, ¡NO es Dios!”

3. Revisar nuestra teología 4. Reafirmarnos en nuestra disposición de someternos a su trato. 5. Re-encontrarnos con Dios Reencontrarnos con Dios Job: “De oídas te había oído” Habacuc: Una experiencia en el templo?: En cambio, el Señor está en su santo templo; ¡guarde toda la tierra silencio en su presencia! (2:20) Y entonces escribe: Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; 18 aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! 19 El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas. (3:17-19)

Asaf: Casi resbala! 2 Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. 16 Cuando traté de comprender todo esto,

me resultó una carga insoportable,

Entonces llega al templo 17 hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados…

Finalmente concluye: 25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. 26 Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna.

Elemento común: Dios contesta sin explicar. Una experiencia y no una explicación ayuda a entender y, más que entender, a confiar, al tener un vislumbre de la grandeza, soberanía, santidad y bondad de Dios.

La acitud correcta se observa en el Salmo 5:1-3 1 Atiende, Señor, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. 2 Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. 3 Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.

Remache Sé que no me has olvidado. Antes todo lo contrario. Me siento de ti más cerca Me siento más arraigado.

CORO: A pesar de mis pesares Me confieso más cristiano Estoy quemando mi carne ,Sí, En las brazas de tu trato. Me considero hoy dichoso De que estés trabajndo De que cumplas tu propósito Y el modelo deseado. Y aunque sea doloroso Me daré por bien pagado Te haré fácil la tarea. Haré más dócil mi barro.

CORO:

Te prometo no romperme Cuando estés trabajando Aunque calientes el horno Más de lo acostumbrado. Y aunque sea doloroso Me daré por bien pagado Te haré fácil la tarea. Haré más dócil mi barro.

CORO: A pesar de mis pesares Me confieso mas cristiano

Estoy quemando mi carne , Sí, En las brazas de tu trato.

Quebrantado (Salmos 5:1-3; Marcos 14:3)

Un nuevo año. Un nuevo comenzar. Los comienzos son emocionantes, pero también dolorosos. Nada nuevo surge hasta que lo viejo es destruido totalmente. Los comienzos llevan en sí el dolor de la pérdida: el quebrantamiento de lo viejo precede al surgir de lo nuevo. La hermosura de un nuevo amanecer me resulta mágica y atrayente. Pero no así la soledad de la noche que le precede. Algo en mí anhela intensamente lo uno, pero huye asustado de lo otro. ¡Si fuera posible la exaltación sin el Calvario! A pesar del dolor que temo, algo muy dentro de mí se aventura a pedir un nuevo comienzo.

-----La prensa de Dios se pone en movimiento; el torno vuelve a girar; el taller del escultor se llena con el rítmico sonido de los besos del cincel. Vida, barro y roca se retuercen en doloroso espasmo de silencio mientras el Artista continúa su faena. La presión aumenta, buscando sacar la última gota de mí mismo. Sus dedos aprietan mi barro hasta el dolor. Su cincel golpea la piedra de la que estoy hecho, y con cada golpe, una pérdida dolorosa y bendita que me marca para siempre. Lloro. Sufro. Pido. Oro. Por un instante el dolor se va. "¿Has terminado?", pregunto. Por contestación recibo una sonrisa insinuada entre labios humedecidos por las lágrimas y unas manos que, en silencio, regresan a la tarea: apretando, moldeando, golpeando.

¿Hasta cuándo?, pregunto. —Hasta que acabe con lo viejo que hay en ti, contesta.

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He sido roto, quebrantado... Y pedazos míos yacen dispersos por todo el suelo. Cada uno de ellos con su propia historia y su dolor. Una parte de mí que estorbó cuando fue y que nunca será más. Un pedazo de mi historia y un recuerdo de mi fragilidad. Trozos de alabastro felices de haber sido desintegrados para dar paso a la ofrenda del perfume. (Los que pasan miran absortos los fragmentos dispersos por el suelo. Unos se alegran, otros lloran, otros no entienden. A mí me tiene sin cuidado. Este es un asunto entre el Alfarero y yo...) Quizás es ahí donde me quiere Dios. Roto, inservible. Como huesos secos en el valle a la espera de una voz sobrenatural que me llame a la vida por su Espíritu. Todos, fracturados y disgregados, son la evidencia que queda de la obra de Dios. Nada aquí de un génesis milagroso. O quizás sí. ¿No será éste el caos que antecede a la creación? Para Moisés el desierto precedió al milagro del mar. Para David las cuevas al palacio. Para Juan el desierto al encuentro con el Cordero de Dios. Para Pablo Damasco vino antes del tercer cielo y Jesús experimentó el Calvario antes de la exaltación.

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—¿Es este el final?, cuestiono. —Si preguntas es porque aún no he terminado, contesta. —¿Algo glorioso que siga a este dolor? —La gloria de la ofrenda es suficiente. —Luego, ¿he terminado?, pregunto temiendo la respuesta.

—No. Ni yo tampoco.

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Y dicho esto, sus manos se mueven; recogen del suelo cada trozo de arcilla y se preparan para otro comienzo. ¿Garantías de reconstrucción? No. Y si las pedimos, es porque el proceso de quebrantamiento no ha terminado aún. Los fragmentos se conforman con serlo y dejan toda esperanza en sus manos de Alfarero. ¿Quién dice que los comienzos son fáciles?

¡Felicidades en esta época Navideña! ***ANUNCIAR “Tesoros de una carta ignorada”. Mundo Musical Cristiano: Arecibo, Bayamón, Hatillo, Humacao, Isabela, Ponce y, ahora, Mayaguez [email protected] Redentor 104.1 FM 27 de diciembre de 2010. San Juan, Puerto Rico Jose R. Martinez-Villamil MD. MDiv.

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