13) PROYECTO DE LEY

Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección general de Publicaciones VERSION PRELIMINAR SUJETA A MODIFICACIONES UNA VEZ CONFRONTADO CON EL

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Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección general de Publicaciones

VERSION PRELIMINAR SUJETA A MODIFICACIONES UNA VEZ CONFRONTADO CON EL EXPEDIENTE ORIGINAL

(S-0820/13) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados… Artículo 1º: Sustitúyase en el reverso del billete de curso legal de valor pesos $100, cuya parte figurativa contiene la imagen de la “Conquista del desierto” y su correspondiente leyenda alusiva, por la imagen de la fachada de frente del Congreso de la Nación Argentina acompañado por las siguientes leyendas: Abajo margen izquierdo “Congreso de la Nación”; Arriba margen derecho “Símbolo de la Democracia y Sede del Poder Legislativo Argentino”. Artículo 2º: El Banco Central y la Casa de la Moneda arbitraran todas las medidas necesarias a fin de establecer todos los parámetros y medidas de seguridad para la circulación del nuevo billete. Artículo 3º: Comuníquese al Poder Ejecutivo.Hilda Aguirre De Soria. – FUNDAMENTOS Señor presidente: En este tiempo de cambios en todo lo que es la visión de nuestra historia como Nación, es necesario también adecuar o ir cambiando todo aquello que tuvo una estructura de sostén material o bien educativo a ese pasado que tal vez hoy emerge lleno de cuestionamientos. Si hay un acontecimiento que se precie de tal cuestionamiento por parte de los estudiosos de la historia ese es el hoy que se conoce como la “Campaña del Desierto” emprendida por el Gral. Julio Argentino Roca. De acuerdo a lo que siempre indicaron los libros, la campaña del desierto iniciada por el Roquismo tuvo una enorme cantidad de asesinatos de indígenas, pero nunca hubo acuerdo en si se trato de una gesta heroica para moldear la argentinidad o bien una masacre para beneficiar a los poderosos de hoy, ayer y siempre.

Mucho se ha escrito y hablado sobre este episodio histórico. Según Mariano Nagy. (Profesor de historia. UBA), el abordaje histórico está ligado “a su aporte para la consolidación del estado nacional argentino y para el desarrollo de las relaciones capitalistas en nuestro país”. Y continua diciendo que: “No es un tema muy popular en referencia a las consecuencias de estas campañas para las comunidades nativas”. Teniendo en cuenta a Nagy, podemos decir que los estudios sobre la campaña o conquista del desierto nunca estuvieron centrados en el perjuicio ocasionado a los pueblos originarios. "Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las pirámides de Egipto, y el poder de los imperios, a costa de sangre y el sudor de muchas generaciones", fueron las palabras del entonces presidente Julio Argentino Roca. Esta expresión denota la intencionalidad política de establecer una casta, una clase hegemónica, una homogeneidad racial. En otras palabras, que el “blanco” –nativo, descendiente de españoles- se consolide por encima del “indio”. Los conflictos por tierras y ganado entre los pueblos indígenas y los “blancos”, no empieza en el roquismo. Según el historiador Felipe Pigna, en su artículo “La conquista del desierto”, desde 1536 los primitivos dueños de la tierra resistían la conquista del blanco. Pero gracias a la creación del virreinato y a la presencia de un poder político y militar fortalecido, se estableció una línea de fronteras que alejaba a los indios de los centros urbanos. Varios años más tarde, Juan Manuel de Rosas encabezó lo que puede denominarse como la primera conquista al desierto de la historia. Este emprendimiento contó con el financiamiento de la provincia de Buenos Aires y los estancieros bonaerenses que estaban preocupados por la amenaza indígena sobre sus propiedades. El saldo de esta primera expedición fue de 3200 indios muertos, 1200 prisioneros y el rescate de 1000 cautivos blancos, según un informe de Rosas que presentó al gobierno bonaerense. En el contexto de consolidación del Estado Nacional, era necesaria la delimitación de fronteras con los países vecinos. Por eso, había que ocupar el espacio patagónico reclamado por Chile durante décadas. El gobierno de Nicolás Avellaneda (1874-1880), a través de Adolfo Alsina, ministro de Guerra, impulsó una campaña para extender la línea de frontera hacia el sur de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, este proyecto quedó inconcluso porque Alsina murió, en 1877. Lo reemplazó un joven general llamado Julio Argentino Roca. Hasta ese entonces, la gestión del difunto ministro consiguió miles de

kilómetros cuadrados, la extensión de la red telegráfica y la apertura de caminos. A diferencia de su antecesor, la postura de Roca era más belicista. El nuevo ministro emprendió un plan de exterminio y aniquilamiento de las comunidades indígenas. Como buen darwinista de la época, definió la relación de fuerzas y su presunta superioridad:"Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza primitiva". El plan de Roca se efectuó en el sur de Buenos Aires y Río Negro. En 1878, con el emprendimiento genocida en marcha, Avellaneda impulsó un proyecto de ley que ordenaba la ocupación de Rio Negro, como frontera de la república sobre los indios pampas. El mismo parlamento, en el mes de octubre, sancionó una ley para sufragar los gastos de la conquista. Con la financiación aprobada, Roca tenía todo para dar la estocada final a la aventura exterminadora. En 1885, los aborígenes neuquinos y rionegrinos se rindieron. El saldo: miles de indios muertos y muchos otros reducidos a la servidumbre. Para la figura de Julio Argentino Roca, la conquista obtenida en la campaña, resultó muy beneficioso en su carrera política, ya que fue elegido presidente de la Republica, en 1880. Con la conquista y el exterminio, el Estado se apropió de millones de hectáreas. Las tierras fiscales fueron distribuidas entre familias vinculadas al poder. De este modo, se hicieron ricos y famosos varios de los que han sabido detentar sus fortunas durante generaciones y hasta llegar a la actualidad. Estos fueron los grandes beneficiarios del modelo agroexportador que predominó durante décadas, que favoreció a algunos pocos y empobreció a muchos. Cuando fue necesario, ante la amenaza de perder sus privilegios, estos sectores recurrieron a las Fuerzas Armadas para destituir gobiernos democráticos. Para esta pequeña casta, la campaña del desierto se convirtió en una conquista y Julio Argentino Roca en prócer. El genocidio, para ellos, es un dato menor. O más bien, un efecto colateral de una gesta gloriosa. Los sobrevivientes de la llamada "Conquista del Desierto" fueron "civilizadamente" trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, confines cordilleranos hasta los puertos ricos de la costa atlántica argentina, todo un símbolo de humillación. A mitad de camino (dice el cruento pero verídico relato) se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta (Río Negro). El colono galés John Daniel Evans recordaba así aquel siniestro lugar: "En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (...) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura; en ese patio los indios deambulaban, trataban de

reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés. Todos ellos sumidos en la desesperación. La historia oral, la que sobrevive a todas las inquisiciones, incluyendo a la autodenominada "historia oficial", recuerda en su lenguaje: "La forma que lo arriaban... uno si se cansaba por ahí, de a pie todo, se cansaba lo sacaban el sable lo cortaban en lo garrone. La gente que se cansaba y...iba de a pie. Ahí quedaba nomá, vivo, desgarronado, cortado. Y eso claro... muy triste, muy largo tamién... Hay que tener corazón porque... casi prefiero no contarlo porque é muy triste. Muy triste esto dotor, Yo me recuerdo bien por lo que contaba mi pobre viejo paz descanse. Mi papa; en la forma que ellos trataban. Dice que un primo d'él cansó, no pudo caminar más, y entonces agarraron lo estiraron las dos pierna y uno lo capó igual que un animal. Y todo eso... a mi me... casi no tengo coraje de contarla. Es historia es una cosa muy vieja, nadie la va a contar tampoco, no? ...único yo que voy quedando... conocé... Dios grande será... porque yo escuché hablar mi pagre, comersar... porque mi pagre anduvo mucho...". De allí partían los sobrevivientes en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos, hacia el puerto de Buenos Aires. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie, ante tanta violencia teñida de ambición, ante tanta injusticia. Se continúa el relato. Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de "dignos", "los bárbaros son los que les pusieron cadenas", prorrumpieron en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y "patriótico" que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso "desfile de la victoria". Desde el puerto los circunstancialmente vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Sede de una penosa cuanto vergonzosa prisión. Desde allí fueron embarcados nuevamente y "depositados" , como si fueran cosas sin alma ninguna , en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente vencedora de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional, que titulaba "Entrega de indios": "Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia".

Se había tornado un paseo "francamente divertido" para las damas de la "alta sociedad", voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar. Como si fueran poco menos que menos que animales. En otro artículo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las "damas" de "beneficencia", encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias: "La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia. Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros. Dice el Padre Birot, cura de Martín García: "El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia". Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional. Pero esto se iba a hacer con todas las formalidades legales. La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 de hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de "derechos posesorios", adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de "premios militares" del 5 de setiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta finalmente llegaria en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas. Si hacemos números, tendremos este balance: La llamada "conquista del desierto" sirvió para que entre 1876 y 1903, es decir, en 27 largos y penosos años, el Estado regalase o vendiese por moneditas 41.787.023 hectáreas a 1.843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes

gobiernos que se sucedieron en aquel período. Todo esto es una patética realidad de nuestra historia Entre ellos se destacaban 24 familias "patricias" que recibieron parcelas que oscilaban entre las 200.000 hectáreas de los Curo a las 2.500.000 obtenidas por los Martínez de Hoz. Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos, "¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron —siquiera en el estercolero del hospital— rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo". Los verdaderos dueños de aquellos solares, los nativos, los que conocen los secretos de la tierra, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas. Ya nada sería como antes en los territorios "conquistados"; no había que dejar rastros de la presencia de los "salvajes". Como recuerda Osvaldo Bayer, "Los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia que llevaba el nombre en tehuelche de ''el ojo de Dios'' fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del Ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado ''Descanso del horizonte'', pasó a llamarse ''Monseñor Fagnano'', en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz". Dicen que la historia la escriben los que ganan. Y que la hegemonía posibilita, entre otras, que los dominados tengan los mismos intereses que los dominantes. Es por eso que siempre se consideró a la campaña o conquista del desierto como uno de los hechos que constituyó a la nación argentina. La palabra genocidio, al parecer, nunca resultó pintoresca para titular estos acontecimientos. No guardo como riojana ningún rencor, tampoco me anima ningún resentimiento y otros sentimientos negativos porque no llevan a ningún lado, menos en el caso de la figura de Roca no obstante haber este participado a las ordenes de Mitre en violentas campañas en contra de nuestros venerados caudillos Ángel Vicente Peñaloza y Felipe Varela no obstante tanto daño y tan sanguinarios fueran con el pueblo heroico

de mi provincia La Rioja, todo lo contrario, creo fervientemente en los valores de la justicia, y en que ella siempre llega tarde o temprano para todos. Sr Presidente de las partes de que se compone un billete tenemos tal vez la más importante que es la parte figurativa, en ella los billetes nos transmiten más claramente el discurso del grupo dirigente que se ira convirtiendo en parte de la identidad nacional. Es por ello que al tener un contacto visual inmediato actúa como concientizador rápido de lo que es un acontecimiento , edificio o lugar valioso para esa sociedad o nación. Nuevamente, Sr. Presidente esta iniciativa lejos esta de ser una propuesta que tienda a dividir o desunir a los argentinos, todo lo contrario simplemente trata de poner cada cosa en su lugar, y reemplazar a esta imagen tan cuestionada en nuestros tiempos por otra de incuestionable como es la fachada de nuestro congreso nacional, símbolo democrático, participativo y de paz de todas las épocas. Tampoco ignoro que el presente proyecto a lo mejor es costoso, y conozco también de la intención de nuestra querida Presidenta Cristina Fernández de Kirchner de que el billete de nuestra Evita sea el que reemplace definitivamente al de Roca, pero al no haber nada escrito, es que presento esta propuesta. Tal vez en las consideraciones del trabajo y camino parlamentario surjan algunas alternativas y aportes que serán bienvenidas porque sin duda serán para bien de la presente iniciativa. Hilda Aguirre De Soria. –

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